Incertidumbre

Inuyasha

Esto tiene que ser una broma.

Pensé, quedándome completamente inmóvil ante las palabras que Kikyo había pronunciado. ¿Realmente existía la posibilidad de que esto sucediera? Ella había dicho que se cuidaba... ¿lo habrá hecho a propósito? Pero eso contrarrestaba con la manera en la que estaba actuando.

Actuando...

¿Y si todo era una actuación?

- Inuyasha.

Mis ojos se enfocaron en los de ella y pude ver las lágrimas salir de ellos. Era imposible que fuese tan buena actriz.

- Lo siento tanto... - sus labios temblaban. - Si no lo quieres yo lo entenderé, pero... necesitaba que lo supieras.

- Kikyo, yo no dije eso. - masajee mi frente con mis dedos. - Pero aún no puedo creer lo que me estas diciendo. - hice una pausa. - ¿Segura que es mío?

- Si, sólo he estado contigo todo este tiempo.

- No es necesario que me mientas, tú y yo no tenemos nada serio...

- No te estoy mintiendo, Inuyasha, pero... lamento el haber arruinado tu vida... de verdad, lo siento. - me abrazó de repente y pude sentir el temblor de su cuerpo.

Correspondí su abrazo, sin embargo mi mente aun no caía, de hecho parecía como si estuviese en el medio de una pesadilla de la que no podía despertar. Y no sólo se trataba del hecho de que, con toda seguridad, Miroku me expulsaría de SexPlay o todo lo que implicaba el traer un bebé, si no porque yo no soy humano...

Maldición, esto significa que tengo que hablar con ella sobre mi condición.

Maldigo el día en el que me dejé llevar por su belleza y el recuerdo de mi amada. Quizás si no se pareciera a Kahori, no hubiese caído en sus redes.

- Kikyo, escucha. - me aparté, tomándola suavemente por los hombros. - Si verdaderamente es mi hijo, entonces me haré cargo... pero no quiero una relación contigo.

- Inuyasha... - pude notar el dolor en su mirada y me sentí mal. - No es un buen momento para decirte que me enamoré de ti, ¿verdad?

- Kikyo... - mi pecho se apretó y me sentí el ser más culpable de la tierra.

¿Acaso yo le había dado una mala señal? ¿Realmente le había hecho creer que éramos algo más que sólo un rato?

- Yo... disfruto pasar tiempo contigo, Inuyasha. - sonrió tristemente. - Me gusta escucharte decir mi nombre, me gusta cuando me miras. - llevó su mano a mi mejilla, acariciándola con suavidad. - Me gustan tus labios, me gusta cuando pasamos la noche juntos.

Cada palabra se sentía como un pequeño corte en la piel y no sabía cuanto tiempo más iba a poder soportar escucharla.

- Y... no voy a mentirte pero... cuando confirmé que estaba embarazada, me sentí feliz en el fondo... quizás tuve la ilusión de que podíamos tener una bonita familia.

- Basta, Kikyo. - esta vez fui yo quién la abracé. - No sigas más, por favor. - cerré mis ojos, tratando de lidiar con todas las emociones que me estaban atravesando. - Ya es muy tarde y ambos estamos cansados, lo mejor sería ir a dormir un poco.

- ¿Qué? - se apartó. - ¿Me estas diciendo que puedo quedarme?

- Si, pero yo dormiré en el sofá... es que tengo mucho en que pensar ahora.

- De acuerdo. - sonrió. - Respeto lo que necesitas. - asentí y nos quedamos observándo durante unos segundos, hasta que ella llevó las yemas de sus dedos a mis labios. - ¿Puedo?

No se si fue la misma culpa la que me llevó a acceder a su pedido, pero quería hacerla sentir mejor de alguna manera, por lo que nuevamente asentí y ella se acercó, besando mis labios con suavidad.

Al apartarse, volvió a darme un último abrazo.

- ¿Necesitas ropa para dormir? Puedo buscarte algo que te quede.

- No es necesario que te molestes.

- No es molestia. - sonreí falsamente y me dirigí al cuarto. Luego de buscar por un par de minutos, regresé. - Te dejé la ropa sobre la cama, si necesitas algo estaré aquí.

- Muchas gracias. - me sonrió un poco más animada y caminó directo a la habitación.

Mi cuerpo se movió por inercia hasta el sofá y allí me desplomé tratando de comprender todo lo que acababa de suceder, sin embargo aquel rostro se atravesó, llenándome de más miedo e incertidumbre del que ya poseía.

¿Y ahora que haré contigo, Kagome?

Kagome

La pregunta abandonó sus labios y, aunque en el fondo la estaba esperando, aún así logró sorprenderme con creces. No fui consciente de cuanto tiempo estuve en silencio hasta que él volvió a hablar.

- Lo siento. - sus labios se apoyaron sobre mi frente. - Fui demasiado rápido...

- No, no es eso, Koga. - descendí del mesón y comencé a buscar mi ropa.

Traté de hacerlo lo más lento posible mientras trataba de decidir que era lo mejor para mi.

Koga y yo llevábamos meses saliendo y había sido increíblemente bueno. No sólo por su trato hacía mi podía notar que era una hermosa persona realmente, si no que también la pasaba bien a su lado y me agradaba su compañía, pero...

Si, ese pero era el verdadero problema. En el medio había aparecido Inuyasha y había puesto mi mundo complemente de cabeza. Más allá de que nuestro primer encuentro fue algo extraño, la realidad era que la atracción entre nosotros era evidente y, a medida en que había podido conocerlo, logré comprender que realmente tenía frente de mi a una buena persona (bueno... demonio) que había confiado lo suficiente en mi como para contarme su historia.

No eres una más.

Aquel recuerdo pasó por mi mente y recordé que él estaba a punto de decirme algo cuando la bruja de Kikyo lo llamó.

¿Qué habrá querido...?

Por fin terminé de vestirme y me encontré con su mirada, la cual me imploraba una respuesta.

- Koga... yo... ¿podrías darme unos días para pensarlo?

Por un momento sentí que era lo peor que podría decir, pero su sonrisa me confirmó lo contrario, ¿Acaso estaba feliz con eso?

- Que alivio. - murmuró, abrazándome, provocando que mi rostro chocara con su pecho. - Por un momento pensé que me pedirías que me fuera.

- Koga. - sonreí, correspondiendo su abrazo.

Había estado en una relación tormentosa durante demasiados años y, de volver a tener una, debía ser con alguien que realmente me diera la paz y la tranquilidad que tanto añoré con Bankotsu, y todo parecía indicar que Koga era el indicado.

Pero no puedo decir que si sin saber lo que estoy sintiendo por Inuyasha.

- ¿Quieres comer? - me aparté, tomando la bolsa nuevamente. - Creo que ahora si deberé ponerla a calentar. - reí.

- ¿Alguna vez te dije que tienes la risa más hermosa que he escuchado? - acarició mi mejilla. - Y conozco a muchas personas.

- Eres un tonto. - sonreí, llevando ambas comidas a la cocina.

Prendí la estufa mientras trataba de acomodar mi mente, la cual estaba más confundida que nunca.

¿Qué voy a hacer contigo, Inuyasha?

Inuyasha

Al otro día.

Las luces de la ciudad se difuminaban a medida que avanzaba hacía la mansión de Miroku. Había decidido salir con bastante tiempo de antelación ya que necesitaba despejarme la mente para poder trabajar, sobre todo después de la noticia que había recibido hacía menos de 24hs.

La mañana había comenzado un poco extraña, pero al menos Kikyo se veía bastante más tranquila que la noche anterior.

Inicio del flashback.

El aroma que provenía de la cocina me despertó. Luego de quedarme observando el techo durante unos segundos, me puse de pie y me acerqué. Ella estaba de espaldas preparando el desayuno. Llevaba una de mis sudaderas y su cabello estaba recogido en una especie de media cola. Me quedé mirándola y, por un segundo me pregunte si esta imagen era la premonición de algún posible futuro. Ella volteó y sonrió, provocando que yo también lo hiciera.

- No te escuche. - su voz se escuchaba mucho más dulce. - Lo siento si invadí tu cocina.

- Descuida. - me acerqué, parándome a su lado. - Al menos eso me indica que te sientes mejor.

- Si. - besó mi mejilla, tomándome por sorpresa. - Perdón... - sin perder la sonrisa comenzó a buscar los utensilios. - ¿Desayunamos juntos?

- Claro. - esta vez fui yo quien depositó un beso sobre su cuero cabelludo y llevé las cosas a la mesa.

Para estar tratando de no darle falsas expectativas, estaba eligiendo bastante mal mis acciones.

Nos sentamos y mientras ella servía el café, quise dejar en claro una de las cosas que me preocupaba.

- Kikyo, necesito que me hagas una promesa.

- ¿Una promesa? - me miró algo confundida, sentándose frente de mi.

- Si... no quiero que ni tú ni yo digamos una palabra sobre el embarazo a ninguna persona, ¿de acuerdo?

- De acuerdo, pero... ¿puedo saber el por qué?

- Porque primero necesito hablar con Miroku sobre mi trabajo y ni de chiste quiero que el rumor le llegue a mi hermano. Es muy importante para mi que mantengas el Secreto, ¿bien?

Fin del flashback.

Sólo me quedaba confiar en que ella no diría ni una sola palabra, al menos por ahora. El siguiente paso debía ser el encontrar el momento oportuno para poder hablar sobre mi condición de demonio, pero sobre todo hablar de lo que ella podía llegar a atravesar durante el embarazo, después de todo nuestro hijo no sería normal.

Nuestro hijo.

¿En que momento había asumido mi papel de padre?

Sonreí ante aquellas dos palabras y, aunque no tenía intenciones de formalizar mi relación con ella, eso no me impedía estar presente para el bebé y velar por sus necesidades y su seguridad.

Sobre todo su seguridad.

Aquello me llevó al lugar oscuro que había estado tratando de evitar todo el día, pero ahora que las cosas habían dado un giro inesperado, no podía dejar de pensar en la amenaza que Kirinmaru había soltado en el video que envió y tampoco dejaba de preguntarme: ¿en donde diablos se pudo haber metido mi padre?

Llegué a la mansión y mientras atravesaba el pasillo que me conectaba con aquella oficina, me debatía internamente en si decirle o no la situación con Kikyo, ya que no había nadie más con quién platicarlo.

¿O si?

Su rostro pasó por mi mente y nuevamente el debate me llevó al mismo lugar.

- Dudo mucho que sea conveniente, pero... es la mejor opción. - tomé mi móvil, enviándole un mensaje a Kagome.

Ingresé a la oficina y me encontré con la altanera sonrisa de mi mejor amigo.

- ¿Quién es la mejor opción, coqueto?

Maldito oído demoniaco.

- Cualquiera es mejor que tú para hablar. - me senté frente a él. - Bien, vine antes como me pediste.

- Y me parece perfecto. - también se sentó. - Ahora dime, ¿Qué pasó con tu padre?

- Mi padre desapareció buscando a Zero. - fui directo y sin rodeos.

- ¿Buscando a Zero? ¿Y eso por qué?

- Lo mismo me pregunto, Miroku. - suspiré. - Entiendo que las cosas con Kirinmaru estaban tensas, quizás... ese fue el motivo.

- ¿Y no crees que se pueda tratar de algo más?

Entrecerré sus ojos ante su pregunta.

- ¿Acaso sabes algo que yo no? - mis codos se apoyaron sobre el escritorio.

- Sólo rumores.

- ¿Sólo rumores? - arqueé una ceja. - ¿Qué esperas? Escupe esos rumores

Un largo y casi inaudible suspiro abandonó sus labios mientras sus ojos viajaban al techo, haciéndome saber que no me agradaría para nada lo que iba a decirme.

- Se dice... que tu padre y Zero tuvieron un romance.

¿Qué demonios esta sucediendo estos días? ¿Acaso el universo se ha empeñado en dejarme una sorpresa tras otra?

- Romance. - no fue pregunta, fue afirmación. - Bien, ¿de donde lo escuchaste?

- Eran los rumores en la época feudal.

- Época feudal... ¿Y por qué nunca me lo dijiste?

- Porque me pareció una completa tontería.

- Buen punto. - desvié mi mirada.

Pero... si me veo obligado a pensar en todas las opciones, teniendo en cuenta las amenazas de Kirinmaru, no me parecía tan descabellado.

- ¿Tú piensas que es una locura? - continuó.

- Diría que es una mentira si el contexto no fuese este. - nuestros ojos se encontraron. - Pero ahora ya nada me sorprendería.

Un pequeño silencio se instaló entre los dos durante unos momentos.

- ¿Qué crees que pasó con Zero? - nuevamente nos miramos. Era la primera vez que hablábamos sobre este tema.

- ¿Quieres saber lo que pienso en verdad? - asintió. - Pienso que aquí hay un tercero y que quiere desatar una guerra entre los Taisho y los Akuma.

- Alguien que quiere que ambos clanes se aniquilen...

- Y yo que creí que toda esta mierda ya era parte del pasado... - restregué mis palmas en mi rostro.

- ¿Prefieres que hablemos de otra cosa?

Por alguna razón el embarazo de Kikyo pasó por mi mente, pero me mantuve en silencio con respecto a eso.

- ¿Quién será la afortunada de esta noche? - su pervertida sonrisa apareció. Deslizó su mano por debajo del escritorio y abrió uno de los cajones, tomando una foto, la cual lanzo sobre el. - ¿Es ella? - la tomé.

- La señorita Yura Sakasagami. - unió sus palmas. - Una belleza.

- Mmm, es bonita. - volví a dejar la foto en su lugar. - Pero no es mi tipo.

- Oh, claro que no... ya me jodiste dos veces, no habrá una tercera.

- ¿Eso significa que sólo me darás mujeres que no despierten nada en mi?

- Es un riesgo que estoy dispuesto a correr... es eso o sacarte de aquí.

- Lo bueno es que sigues buscando alternativas antes de despedirme. - sonreí.

En ese momento la puerta se abrió y Koga, junto a Naraku, ingresaron.

- Bienvenidos. - Miroku se puso de pie. - Llegan justo a tiempo para darles las últimas indicaciones.

Podía sentir la mirada del lobo sarnoso sobre mi y no de una manera muy agradable que digamos, por lo que decidí pronunciarme.

- ¿Qué? ¿Acaso te estoy debiendo algo, idiota? - entrecerró sus ojos.

- Tienen toda la noche para discutir. - colocó sobre el escritorio una especie de caja, una que nunca supe de donde sacó. - Pero, para ingresar a la fiesta... necesitan esto. - metió la mano en el interior y sacó un antifaz y una especie de sobre. - Sin quejas, sin excepciones. - sonrió.

Esto tiene que ser una broma... es completamente ridículo.

Las tomé sin decir una palabra.

- Sólo denme unos momentos para preguntarle a Totosai si el auto esta listo y podremos irnos. - tomó su móvil.

- Inuyasha. - hasta que por fin el maldito se pronunció.

- ¿Qué es lo que quieres?

- Necesito hablar contigo en privado.

Salió en dirección al jardín y no me quedó más remedio que seguirlo. Una vez afuera, volteó, observándome fijamente.

- ¿Y bien? ¿Vas a hablar o me harás perder el tiempo? - comencé.

- ¿Qué hay entre tú y Kagome? - directo y sin preámbulos.

- ¿Entre Kagome y yo? - repetí su pregunta debido a que la sorpresa se apoderó de mi.

- Estuve anoche con ella y pude sentir tu olor en su departamento. Dime, ¿Qué hay entre los dos?

- Espera un momento... ¿Qué demonios fuiste a hacer a su casa? No me digas que tú y ella...

- Si, nosotros tuvimos sexo, como cada vez que nos vemos desde hace meses. - sus palabras provocaron que mi sangre hirviera, pero traté de disimularlo. - Y yo estoy decidido a dar el siguiente paso con ella.

¿Siguiente paso?

- Te refieres a una relación. - afirme.

- Así es y no quiero que tú estés al medio de nosotros.

- ¿Kagome quiere estar contigo?

- No me rechazó.

- ¿Pero...?

- Pero tampoco me dijo que si. - pronunció entre dientes. La sinceridad era una de las cualidades que verdaderamente admiraba de este imbécil. - Y estoy seguro de que eso tiene algo que ver contigo. - cruzó sus brazos. - ¿Qué sucede Taisho? ¿La usaras para uno de tus ratos y la dejarás por ahí? Desde que te conozco jamás te he visto con una pareja.

- Escúchame bien, Koga. - la molestia me ganó. - Primero que nada, lo que suceda o no con Kagome, no es tu asunto, ¿de acuerdo? Yo sólo me alejaré si ella me lo pide y segundo, mi vida no tiene porque importarte a ti.

- Tú no me interesas, idiota, a mi sólo me interesa Kagome y se que tú no eres para ella.

- ¿Y cómo puedes estar tan seguro?

- Porque a ti no te importa nadie, Inuyasha... eres un ser egoísta que no ve más allá de sus propias necesidades. - la firmeza en su tono de voz me dejó en claro que estaba seguro de sus palabras. - Sólo te importa con quien vas a dormir durante la noche y tienes terror de que Miroku te saque de SexPlay, después de todo es el único lugar en el que tienes poder... frente a una mujer.

- ¿Y que hay de ti? - crucé mis brazos, tratando de no estallar. - Sólo dime una cosa... ¿acaso tienes idea de algo sobre Kagome? Algo que no sea la manera en la que se mueve en la cama... - entrecerró sus ojos. - ¿Tienes idea de quien es su ex o de todo lo que vivió en el pasado? ¿Tienes idea del sufrimiento por el que está atravesada?

- ¿Tú lo sabes?

- ¡Por supuesto que lo sé! - grité. - Quizás antes de venir a criticarme deberías preguntarte el porque ella no confió lo suficiente en ti como para decirte eso.

- Ella tendrá sus razones, pero no creas que sólo por eso decidirá quedarse contigo. Te guste o no, ella será mi mujer.

Antes que nuestra discusión escalara a un nuevo nivel, Miroku y Naraku salieron.

- Totosai nos está esperando, ¿están listos?

No respondimos, al menos no con palabras, ya que sólo nos colocamos esas ridículas semi máscaras y salimos.

Extra.

Kagura.

- Ya están en camino. - sonreí, dejando mi celular sobre la mesa de noche de aquel motel.

- ¿Es tan necesario que vayas? - voltee y sonreí al encontrarme con aquellos ojos dorados. - No se que le ven de interesantes a esas estúpidas fiestas.

- Vaya... y lo dice un demonio que vive como un humano rico. Jamás pensé que te negarías a este tipo de reuniones sociales.

- Yo no soy como tú.

- Oh, ¿Qué ocurre? - volví a sentarme sobre él, sintiendo toda la calidez de su miembro sobre mi ya humedecido centro. - ¿Dije algo malo?

- Lo malo es que decidas ir a ese lugar. - clavó sutilmente sus garras sobre la piel de mis muslos.

- Lo siento... - comencé a acariciar su pecho. - Pero las prioridades siempre serán prioridades.

- Eso me deja en claro el lugar que ocupo. - el pinchazo de sus garras provocó que un suspiro saliera de mis labios.

- ¿Sabes lo que yo no comprendo? - comencé a removerme. - Tu obsesión conmigo.

Un grito escapó de mis labios en el mismo momento en el que me llenó por completo y se elevó, devorando mis labios. Segundos después, su mano tomó con fuerza mi cabello, alejándome, obligándome a mirarlo. Sus ojos se volvían rojos de a momentos, haciéndome saber que aquella pregunta no le había agradado y yo sonreí mientras sentía sus embestidas cada vez más profundas.

- Sesshomaru. - gemí. - Ni se te ocurra creer que tienes el control de esta situación. - lo empujé, tomando el control del último encuentro que tendríamos antes de que me fuera a la fiesta.

Extra

Rin

Pasé el lápiz labial color nude sobre mis labios y sonreí, completamente satisfecha con el resultado.

- ¿Cómo me veo? - voltee y le sonreí.

- Estas hermosa. - me devolvió la sonrisa y se acercó, envolviendo un mechón de mi cabello en su dedo, casi como si fuese un rizador. - Perfecta.

El vestido que cubría mi cuerpo era color marfil oscuro, quizás unos dos o tres tonos por debajo del clásico marfil. El maquillaje emulaba lo natural, pero con un toque de elegancia y mi peinado recogido me daba la apariencia de una mujer de época.

Volví mi vista al espejo, ultimando detalles en el mismo momento en el que Kohaku me abrazó por detrás, provocando que mi cuerpo se tensara. Sentí sus labios sobre mi hombro descubierto e inmediatamente di un respingo, buscando alejarme, pero él me sostuvo.

- Tranquila. - rio. - No te haré nada.

- No es eso. - voltee, rodeándolo con mis brazos. - Sólo que estoy un poco nerviosa.

- No tienes porque estarlo. - acarició mi mejilla. - Mi hermana y Kagome estarán contigo, además... si algo no te convence, puedes llamarme.

- Claro. - besé sus labios rápidamente y tomé su mano. - ¿Vamos? Sango nos debe estar esperando.

- Si, es verdad, se molestará si nos tardamos demasiado.

Y, sin soltarnos, salimos en dirección de la sala.