El pasado presente
Inuyasha
Me quedé sin aliento, verdaderamente estaba frente a Kahori, ¿Cómo era eso posible?
Aunque... su aroma no es el mismo, es decir, es similar al que recuerdo pero... tiene algo diferente.
- Disculpe. - me sonrió y se alejó, dejándome sin saber que hacer exactamente.
Kahori... ¿Qué estas haciendo en este mundo?
La voz de aquel hombre me trajo de nuevo a la realidad, haciendo que llevara mis ojos a él y recordara en donde estaba, lo que estaba haciendo y lo que tenía que hacer.
Kagome.
Miré en todas direcciones pero mi mente aún no salía del shock y no lograba identificarla. Traté de guiarme por su aroma, pero sólo di un par de pasos antes de que una mano sostuviera mi brazo con firmeza.
- Coqueto, ¿listo?
- Miroku. - lo miré.
- ¿Qué pasa? Estás pálido, casi como si hubieses visto a un fantasma.
- Lo hice.
- ¿Qué?
- Ven. - esta vez fui yo quién tomó su mano y lo llevé al mismo sitio en el que había estado con Kagome.
- Oye, no es por nada pero... esto se debe haber visto demasiado raro. - pronunció al ingresar, elevando la mano que yo sostenía.
- ¡Idiota! - lo solté. - ¡No estoy para bromas! ¡¿Es que no te das cuenta?!
- De acuerdo, puedo verlo perfectamente, dime ¿Qué sucede?
- Kahori.
- ¿Kahori?
- Ella esta aquí. - a través de esa máscara pude ver como abría ampliamente sus ojos. - Y no, no fue un sueño, no fue una ilusión, no fue alguien similar, es ella, no tengo dudas.
- ¿Estas...?
- ¡Por supuesto que estoy seguro! ¡Maldición! - volteé, llevando mi mano a mi cabello en una clara señal de frustración.
- ¿Y por qué estas molesto?
- ¡¿Por qué estoy molesto?! ¡Porque ella esta aquí esta en esta fiesta, en este maldito mundo!
- Inuyasha, estas hablando de la mujer por la que ibas a abandonarlo todo... la persona que más amaste en esta vida.
Y ahí caí en cuentas de que tenía razón. ¿Cómo era posible que estuviese enojado al saber que estaba con vida? ¿Qué demonios me estaba sucediendo?
- Entiendo, debe ser un shock muy grande el volver a verla, después de todo pasaron cientos de años pero...
- Miroku. - lo interrumpí al darme cuenta de otra cosa. - Ella no me reconoció.
- ¿Cómo?
Ella... jamás pareció notar quien era yo.
- Eso. Ella y yo chocamos y... se fue, sin decirme nada.
- ¿Estas diciendo que no recuerda nada? ¿Acaso será una especie de reencarnación?
- No, no lo es.
Aunque su aroma no sea cien por ciento igual, es ella, no tengo ninguna duda.
- Puedo jurarte por mi vida que se trata de ella y se que nadie la conoce mejor que yo.
- De acuerdo, de acuerdo, te creo pero... esto tendrá que ser tema para otro momento. - miró la puerta al notar que la música se había reanudado. - Tenemos que trabajar.
Maldita sea, lo único que quiero en este momento es salir corriendo.
Inmediatamente su rostro se atravesó en mi mente y comprendí que lo único que necesitaba era un abrazo de ella.
- Bien, vamos, ya que.
Salí antes que él y mientras buscaba a mi clienta, trataba de encontrarla. Por suerte para mi no me tomó mucho tiempo para verla, pero sabía que realmente no podía quedarme demasiado a su lado. Sin dudarlo, me acerqué.
- Kagome. - pronuncié y ella me miró.
Sin pensarlo la tomé del brazo y la atraje hacía mi, abrazándola con todas las fuerzas posibles.
- ¿Inuyasha? - murmuró, seguramente no comprendiendo nada. - ¿Qué sucede?
- No digas nada. - cerré mis ojos. - Sólo abrázame.
Y ella me rodeó con sus brazos. En ese instante no me importaba que el lugar estuviese repleto o que sus amigas tuviesen los ojos fijos en nosotros, sólo necesitaba su calidez y la calma que, hacía tiempo, había notado que ella me transmitía.
Pude sentir como sus palmas acariciaban mi espalda y supe que todo estaría bien.
Todo iba a estar bien.
- Me preocupas. - abrí mis ojos, me aparté levemente y, aunque los antifaces cubrían la mitad de nuestros rostros, su mirada era predecible para mi. - ¿Esta todo bien?
- Si, bonita. - sonreí, acariciando su mejilla. - Te veré luego, ¿de acuerdo?
Ella asintió y yo me alejé. No me llevó demasiado el encontrar a aquella mujer, la cual me realizó la señal de confirmación, por lo que aún en contra de mi voluntad, la seguí hasta uno de los cuartos en donde iba a cumplir con mi trabajo, aunque mi mente estaría pensando en la única persona que lograría que mi cuerpo reaccionara de alguna manera: Kagome.
Kagome
Regresé corriendo hacía donde se encontraban mis amigas y, al llegar noté que no sólo Miroku se encontraba allí, si no que Inuyasha no me había seguido.
- ¡Kag! - Ayame sonrió al verme llegar.
- Lo siento. - me detuve detrás de Miroku, quien se hizo a un lado para dejarme pasar.
- Buenas noches, señorita. - me sonrió y se alejó.
Lo seguí con la mirada, quizás con la intención de ver si se topaba con Inuyasha en algún momento, pero no sucedió, sólo lo perdí entre la multitud.
- Qué alivio. - voltee ante la voz de mi amiga.
- Sango. - murmuré. - ¿Estas bien?
- ¿Qué? - me miró. - ¿Por qué preguntas?
- Estas temblando. - pase mi brazo por el suyo. - ¿Es por él?
- ¡¿Qué dices?! - sus mejillas se sonrojaron. - No quiero hablar de él, ¿y tú donde estabas?
- Bueno...
- Te fuiste con Inuyasha, ¿verdad?
- ¿Nos viste? - ahora era yo la sorprendida.
- Pues si. - me sonrió. - ¿Tuvieron su momento?
- Oye... - la empujé, devolviéndole la sonrisa. - No sirve de nada mentirte, ¿verdad? - meneó la cabeza.
Posé mis ojos en Hoshiyomi, quién solamente estaba contando los objetivos del hospital este año y agradeciendo a todos aquellos que habían decidido colaborar en los diferentes proyectos.
- ¿Quiénes son todas estas personas, Ayame? - preguntó Rin.
- Algunas son parte del personal, doctores/as, enfermeros/as, socios de mi padre, colaboradores, personas de la fundación. Todos los años se realiza este evento con el fin de recaudar fondos, gran parte de ellos irán a la fundación y el resto al mantenimiento del hospital.
- ¿Y como recaudan fondos?
- Bueno... después podrán verlo.
- Oye, no me digas que esto será como en las películas, ¿o si? - preguntó Sango. - Sólo falta que comiencen a subastar a las personas.
Antes de que Ayame pudiese responder, el: Muchas gracias a todos por venir, disfruten la fiesta, de su padre nos devolvió a la realidad al mismo tiempo en que la música comenzaba a sonar nuevamente.
- Relájense chicas y sólo disfruten, busquen algún chico con quien bailar, si es que no tienen ninguno, ¿o si? - pasó la mirada por las tres, arqueando sus cejas.
- A mi no me mires. - Rin elevó sus manos. - Yo tengo pareja.
- ¿Qué hay de ustedes?
- Kagome.
Me giré ante la voz que pronunció mi nombre y lo vi acercarse casi que a toda velocidad mientras esquivaba a las personas en su camino y sus ojos sólo estaban enfocados en mi. No me dio tiempo de pronunciar una palabra, ya que en cuestión de segundos me encontré presa de un abrazo inesperado, uno cuyo agarre se sentía mucho más fuerte que los anteriores.
- ¿Inuyasha? - murmuré sin comprender nada. - ¿Qué sucede?
- No digas nada.
¿Qué?
- Sólo abrázame.
No podía creerlo, ¿verdaderamente me acababa de pedir que lo abrazara?. Mi cuerpo actuó antes que mi mente y lo rodee con mis brazos. Podía sentir el repiqueteo de su corazón contra mi oído y supe que definitivamente algo le había sucedido. Comencé a acariciar su espalda suavemente y noté como su agarre se suavizo, amén que su corazón abandonó el ritmo frenético que poseía al llegar.
- Me preocupas. - logré pronunciar luego de unos momentos. Él se apartó levemente, tomando mis hombros. - ¿Esta todo bien?
- Si, bonita. - sonrió y noté en sus ojos dorados que verdaderamente se había relajado. - Te veré luego, ¿de acuerdo?
Asentí ya que no sabía que decir, después de todo ni siquiera acababa de procesar lo ocurrido, y él se alejó. Sabía que, con total probabilidad, había ido en busca de la mujer que lo había contratado pero... no me importaba, sólo quería saber que le había sucedido.
- Bueno, al parecer tú no eres la única con pareja, Rin. - sonrió Ayame mientras yo me dirigía hacía ellas.
- No... él no es mi pareja. - miré en la dirección en la que se había marchado. - Sólo... sólo nos llevamos bien.
- Creo que congeniaron bien la noche de tu cumpleaños.
- Puede ser. - murmuré sin mirarlas y creo que ellas notaron que las cosas estaban extrañas.
- Kag, ¿Qué sucede? - Sango se pronunció. - No te ves muy bien que digamos.
- Creo... - la miré y por un instante me sentí desorientada. - Creo que iré al baño.
- Yo te acompaño. - Rin se me acercó. - Tantas personas me incomodan.
- ¿Segura? - pregunté al notar como tomaba mi brazo.
- Si, no te preocupes. - me sonrió.
- Las esperamos aquí. - Sango se colocó a la par de Ayame.
Ambas nos dirigimos hacía el baño y no mentiré, verdaderamente el camino fue bastante tortuoso debido a todos los momentos en que tuvimos que pedir que nos otorgaran el paso.
- ¿Segura que quieres entrar conmigo? ¿No prefieres esperarme aquí?
- Tranquila, Kag. - me sonrió, haciéndome saber que verdaderamente estaba más inquieta de lo que podría haberme esperado. - Entremos.
Y así lo hicimos. Rápidamente me metí al pequeño cubículo y me senté sobre el retrete, masajeando mis cienes mientras mi mente seguía siendo un caos.
¿Por qué Inuyasha había actuado de esa manera? ¿Por qué venir de la nada y hacer eso?
- ¿Y por qué mi corazón no deja de latir tan fuerte? - murmuré.
No supe exactamente cuantos minutos estuve allí, pensando y divagando, sin embargo reaccioné al sentir la voz de Rin al otro lado de la puerta.
- ¿Necesitas ayuda?
- Rin. - susurré. - No... no, estoy bien, ve... ve tranquila.
- Te esperaré afuera, tómate tu tiempo.
- Gracias. - sonreí levemente.
Segundos después me puse de pie y emití un largo e insonoro suspiro, lo sabía porque la música afuera no se había detenido ni por un segundo, por el contrario, había aumentado su intensidad. Abrí la puerta del cubículo y vi a una chica lavando sus manos, me quedé observándola desde mi lugar mientras mi mente continuaba vagando por posibles teorías. Di un paso en el mismo momento en que ella se quitó el antifaz y enfocó sus ojos en el espejo, provocando que diera un respingo tan intenso que terminé en el suelo.
- ¡¿Estas bien?! - la chica volteó, poniéndose en cuclillas a mi lado y tomó mi brazo. - ¿Te mareaste?
Sus ojos grises se posaron en los míos y quedé muda. No solo era muy parecida a la imagen que había visto en internet, si no que comprendía el porque Inuyasha ponía aquella cara al hablar de ella, realmente era hermosa.
Pero... él dijo que estaba muerta, ¿Cómo es posible que Kahori este aquí?
Entonces comprendí todo. La reacción de Inuyasha realmente no había sido casual. Para estas alturas estaba segura de que ellos se habían encontrado.
Inuyasha
- Vaya... si que eres bueno. - pronunció Yura, recostada en la cama aún con su vestido a medio poner.
No podía mentir, sus palabras si me tranquilizaron un poco, ya que mi mente había estado en cualquier lugar menos con ella y lo último que necesitaba ahora era una queja que terminara en un regaño de Miroku. Mis ojos seguían fijos en el espejo mientras terminaba de acomodar mi camisa y, respetando las reglas de SexPlay, las cuales indicaban que no debía hablar con la clienta luego del acto, procedí a caminar hacia la salida.
- ¿Ya te vas? ¿No piensas quedarte a que te devuelva el favor?
Sonreí ante aquello, después de todo los halagos de las mujeres siempre incrementaban mi ego, pero me mantuve firme y me retiré de la habitación.
¿Qué demonios voy a hacer ahora?
Pensé, dirigiéndome a las escaleras, las cuales descendí hasta la mitad. Mis ojos recorrieron toda la extensión de la fiesta en busca de ella, pero alguien más se atravesó en mi camino.
- Kahori. - murmuré, observándola en el medio de aquel lugar, charlando con otra joven.
Sonreí en el mismo instante que ella lo hizo, quizás producto de algún comentario que la mujer había pronunciado. Aún podía recordar el sonido de su risa.
Inicio del flashback.
- ¿No tienes nada mejor que hacer que venir a espiarme? - preguntó, llevando su cesta en dirección al campo de las verduras.
- Pues, si te molesta mi presencia puedo irme. - respondí, sentado sobre el árbol.
- Nunca dije que me molestara. - me miró por sobre su hombro, dedicándome aquella perfecta sonrisa la cual provocaba siempre mi sonrojo.
- ¿No te cansas de hacer todos los días lo mismo? - desvié mi mirada, haciéndome el desentendido.
- Bueno, es mi vida. - se encogió de hombros sin detenerse y yo, sin pensarlo demasiado, la seguí.
Fin del flashback.
Demasiadas preguntas invadían mi mente y, si decidía ignorar su presencia y no tratar de responderlas, estaba seguro de que esa noche no iba a poder dormir tranquilo. Descendí completamente y me abrí paso entre todos los invitados.
Mi corazón comenzó a latir con una intensidad frenética en el mismo instante en que estuve sólo a unos metros y me quedé inmóvil, observándola.
Su aroma es el mismo pero posee algo diferente, ¿Qué será?
Suspiré ligeramente y me acerqué.
- Disculpe. - aclaré mi garganta. - Buenas noches.
- Usted. - murmuró, fijando aquellos ojos intensos en mi.
- Lo siento si la incomodo pero... quería preguntarle si, ¿desearía concederme esta pieza? - detestaba hablar de esta manera, pero no sabía cual era la forma correcta de comunicarme con ella.
La música estaba en el punto exacto para que pudiésemos acercarnos lo suficiente como para tener una charla y no dudé en utilizarla a mi favor, mientras pude notar como ella le hacía un casi imperceptible gesto a su amiga para que se marchara y esta le hizo caso.
Extendí mi mano y me tensé de inmediato al sentir nuevamente la calidez de la suya. Tragué un poco de saliva y me abrí paso entre las personas, llegando al centro del lugar. Con unos nervios que pocas veces sentí en mi existencia, voltee y juro que podría haber flaqueado ante la intensidad de su mirada, pero logré contenerme. Mi mano libre se posó en su cintura, la de ella sobre mi hombro y comenzamos a movernos al ritmo de aquella lenta y dulce melodía.
- Lamento lo que sucedió hace un rato. - me pronuncié. - No te lastimé, ¿verdad?
- No... no se preocupe, además la culpa fue mía. - me sonrió nuevamente y eso era una tortura.
- No tienes que culparte. - le devolví el gesto, haciéndola girar. - ¿Puedo preguntarle su nombre?
- Himari.
¿Himari?. Si tenía algún tipo de dudas sobre si me recordaba o no, con aquello lo corroboré: Kahori no me recuerda ni a mi ni a nada que tenga que ver con aquella época. Además, pude notar que sus nervios eran diferentes a los míos, ella no parecía estar inquieta por estar frente a la persona que amaba, ella parecía estar inquieta por estar frente a un desconocido.
- Es un hermoso nombre... yo soy Inuyasha... Inuyasha Taisho. - traté de buscar algún atisbo de brillo en su mirada, algo que refutara mi pensamiento, pero nada sucedió.
- Un placer, señor Taisho.
- Por favor dime Inuyasha, el señor Taisho es mi padre. - reí nerviosamente.
- De acuerdo, Inuyasha. - se unió a mi risa. - Tú también puedes tratarme de una manera menos formal.
No podía mentirme a mi mismo, realmente me estaba costando el no aferrarme a ella y preguntarle donde había estado todo este tiempo y porque no habíamos podido reencontrarnos antes, sin embargo mantuve mi compostura y continuamos bailando como si no la conociera.
- Lo haré.
No se exactamente cuanto tiempo pasó pero estuve completamente concentrado en ella, observándo cada uno de los detalles, tanto lo que recordaba como lo que no, hasta que sentí otra mirada sobre mis espaldas.
Sobre nosotros.
Giré levemente, me encontré con sus ojos y ella me sostuvo la mirada sin titubear.
Kagome...
Kagome
- ¿Quieres que llame a alguien? - no supe si aquello fue lo siguiente que dijo o si ya estaba hablando desde que había caído, pero en ese instante reaccioné.
- No... no, lo siento si te asusté. - con su ayuda me puse de pie. - Creo... creo que perdí el equilibrio por mis zapatos. - dije lo primero que se me vino a la mente, acompañado de una pequeña risa nerviosa. - Por cierto, soy Kagome, muchas gracias por ayudarme.
- Descuida, ¿segura que no necesitas nada más? Puedo ir a buscar a alguien si lo deseas. Yo soy Himari.
¿Himari? ¿Por qué su nombre es diferente? ¿Será que no es Kahori y simplemente es alguien que se parece demasiado?
- Un placer, Himari, realmente me apena el haberte preocupado pero estoy bien.
- De acuerdo, espero que pases una gran noche. - me sonrió y pude notar la sinceridad en sus palabras.
- Gracias, lo mismo para ti. - le devolví la sonrisa.
- Gracias.
Volteó y simplemente se fue, dejándome con la mirada fija en la puerta que acababa de cerrar. Apoyé mis manos sobre el lavabo y mi vista se fijó en la nada, dejando que el tiempo transcurriera sin que yo fuese consciente de ello.
Ella es hermosa...
No sólo aún no acababa de procesar lo sucedido con Inuyasha, si no que ahora debía sumar este momento con Kahori, mejor dicho... con el amor de la vida del hombre que me gustaba.
Si, Inuyasha me gusta demasiado, pero...
Meneé la cabeza y elevé la vista, fijándola en el espejo. Decidí que lo mejor era lavar un poco mi cara.
- ¡Oh por dios, Rin!
Salí corriendo del baño, mirando a ambos lados, sin embargo ella no estaba. Con toda probabilidad se había cansado de esperarme y había regresado con las demás, por lo que decidí encaminarme hacía la zona en la que ellas se encontraban. Nuevamente me vi en la obligación de hacerme un espacio entre la multitud, o al menos eso fue hasta que me topé con la imagen que no deseaba ver.
Inuyasha y Kahori estaban en el centro del lugar, bailando. Sus ojos dorados poseían aquel brillo especial, un brillo que se fundía a la perfección con la luz de la mirada de ella.
Casi como si estuviesen diseñados para verse perfectos el uno al lado del otro.
Noté que estaban hablando y hubiese dado cualquier cosa por escuchar que decían, ¿acaso estaban recordando la época en la que todo parecía ser color de rosa? ¿estaban planeando retomar donde todo había comenzado? ¿acaso el abrazo de Inuyasha había sido su manera de despedirse de mi antes de regresar con ella?
Y si así fue, ¿por qué me está doliendo tanto?
Inuyasha estaba perdidamente enamorado de Kahori, estuvo a punto de dejar todo por ella y convertirse en humano, ¿realmente en algún momento sentí o pensé que podíamos llegar a algo tan fuerte? porque si, cuando él me dijo que no era una más, algo en mi interior se encendió.
Algo que tendré que apagar si no quiero herirme más.
Nuevamente no supe por cuanto tiempo estuve parada como una tonta observándonos pero fue como si él hubiese reparado en mi presencia o algo se lo advirtió, ya que de la nada, sus ojos se fijaron en mi.
Inuyasha...
- Buenas noches, señorita.
Aquella voz llamó mi atención debido a la cercanía que parecía tener y, al voltear, me encontré con unos intensos ojos rojos, seguidos de una inquietante sonrisa.
Extra.
Rin
Kagome estaba tardándose bastante y ya comenzaba a preocuparme. ¿Qué le podía haber sucedido? estaba claro que, fuera lo que fuese, no quería hablar de ello, por lo que sabía que lo mejor era respetar su decisión. Aunque eso no evitaba que me preocupase por ella.
- ¿Necesitas ayuda? - me acerqué a la puerta.
- Rin. - susurró. - No... no, estoy bien, ve... ve tranquila. - al parecer, definitivamente quería estar a solas un rato más.
- Te esperaré afuera, tómate tu tiempo.
- Gracias.
Salí y me paré al lado de entrada, pasando la mirada por los presentes que se encontraban en aquel sector. No podía creer lo masivo de este evento, pero sobre todo por el hecho de que todos parecían estar en la misma sintonía, es decir, sin idea de lo que era una fiesta divertida. Tomé mi móvil e ingresé a la casilla de mensajes, buscando su número.
- ¿Sigues despierto? - lo envié.
Por suerte para mi, Kohaku no se demoró en responder.
- Si, ¿Qué sucede?
- Esta fiesta no me agrada.
- ¿Sucedió algo malo?
- No, pero... me siento incómoda.
- ¿Quieres que pase por ti?
No iba a mentirme, la propuesta de Kohaku no me parecía tan mala, sin embargo no quería dejar a mis amigas.
- ¿Te intimida la gente? - elevé mi mirada y casi suelto mi celular al encontrarme con aquella mirada dorada.
- Señor Sesshomaru... - murmuré. - ¿Qué está haciendo aquí?
- Nada importante. - desvió sus ojos hacía las personas. - ¿Y tú?
- Bueno... fui invitada por el comité del hospital.
No respondió y yo redirigí mis ojos hacía otro lugar. En ese momento una joven salió del baño, ¿en que momento había ingresado?, pero cuando estuve a punto de ir hacía el interior, él tomó mi mano.
- ¿Quieres bailar?
- ¿He? - el calor incendió mis mejillas de inmediato. - Yo... tengo novio.
- Sólo te pregunté si querías bailar, ¿pensaste en algo más?
- ¡¿Qué esta diciendo?! - definitivamente el calor se había apoderado de todo mi cuerpo.
- No lo sé, quizás recordaste algo.
¿Por qué tuvo que mencionarlo?
Inicio del flashback.
Por dios...
Mi mente estaba en blanco mientras sentía como se adentraba en mi con una intensidad que no recordaba haber experimentado.
- Se... Sesshomaru. - susurré, tomando su rostro entre mis manos y besando sus labios con una devoción excitante.
Sus dedos se clavaron en mi de una manera bastante dolorosa pero no me importó ni quise reparar en ello. Sus labios se enterraron en mi cuello y, sin salir de mi, se puso de pie.
- ¿Qué está haciendo? - murmuré, mordiendo ligeramente mi boca.
Nuevamente no obtuve respuestas, al menos no una verbal, ya que en menos de unos minutos me encontraba en el suelo con él entre mis piernas, penetrándome como si su vida dependiera de ello.
Mi espalda se arqueó al mismo tiempo en que un sonoro gemido abandonó mis labios, clara señal de que el orgasmo estaba cerca. Enredé mis piernas en su cadera y aferré mis manos a su larga y sedosa cabellera. Su boca se fundió con la mía mientras me daba las últimas estocadas, ahogando mi grito de placer en sus labios.
Fin del flashback.
¿Por qué tengo que acordarme de esto justo ahora?
Tragué saliva mientras ambos nos dirigíamos a la pista, porque si... no podía permitirle que supiera que me estaba afectando como sabía que deseaba hacerlo. Mis ojos viajaron a la escalera y pude ver a Inuyasha, quien parecía estar mirando un punto fijo, sin embargo en el momento en el que parecía descender, la mano de Sesshomaru se posicionó en mi cintura, haciéndome girar. Nuestros rostros estaban a una distancia bastante cercana, lo que me obligó a alejarme un poco.
- Le dije que tenía novio.
- ¿Seguro que eso no es una excusa? - sonrió levemente, haciendo que toda mi seguridad amenazara con irse por la borda.
- Bueno... - coloqué ambas manos en su pecho, deteniendo su avance. - No es una excusa, puedo aceptarle un baile pero no más que eso.
- Bien. - su agarre sobre mi cintura se volvió más firme. - Si eso es lo que deseas. - tomó mi mano sin quitar sus ojos de encima y me pregunté si verdaderamente iba a ser capaz de soportar la tensión que se formaba entre nosotros.
Kirinmaru
Desde que la vi no volví a estar tranquilo, ni siquiera cuando desapareció detrás de la puerta del baño. Si, había estado toda la noche con mis ojos fijos en ella desde la distancia, de la misma manera en la que lo hacía en aquellos días.
Inicio del flashback.
El cielo estaba completamente cubierto y el viento helado atravesaba las hojas de los árboles, provocando aquel desolador sonido. Mis ojos estaban perdidos en el bosque, ya que había decidido tomarme un receso de mis labores en el castillo para poder despejar mi mente.
Nadie se observaba alrededor, ni un demonio ni un animal, sin embargo a mi nariz llegó un aroma particularmente dulce, el cual causó que mirara por sobre mi hombro y comprobara que, efectivamente, a la distancia se acercaba algo o alguien.
Entrecerré mi mirada y me elevé hacía el árbol con la intención de observar aquella cosa.
¿Un humano? no... no es hombre, es una mujer.
Aquella joven emanaba una poderosa energía, una que iba incrementando la intensidad a medida que se acercaba a mi posición.
- Una sacerdotisa. - murmuré. - Pero... sus poderes no son similares a la de las sacerdotisas normales.
Y lo comprobé en el mismo instante en el que pasó por debajo de mi. Aquella perla que llevaba en su cuello resplandecía aún en aquel día gris.
La Perla de Shikon... entonces, ¿ella es la legendaria protectora de la que tanto se habla en los alrededores?
Había escuchado muchos rumores sobre esa joya y sobre la mujer que la cuidaba, pero jamás me hubiese imaginado que se trataba de alguien tan joven y tan hermosa. Su caminar sereno era casi hipnótico, sobre su hombro cargaba su arco junto a sus flechas y su largo y lacio cabello se bamboleaba al compás del viento.
Ella parece lo único que tiene vida en este lugar.
De repente se detuvo, quizás porque había logrado percibir mi energía, por lo que me vi en la obligación de permanecer en guardia, sobre todo en el instante en el que miró en mi dirección.
- ¿Qué? - mis labios se separaron ligeramente al encontrarme con aquellos ojos grises que me atravesaron, aunque estaba seguro de que ella no me había visto.
Fin del flashback.
Jamás olvidaré la manera en la que mi corazón comenzó a repiquetear en mi pecho al ver aquella mirada.
- Kahori. - murmuré. - ¿Tendré la oportunidad de acercarme a ti en esta época?
Ya que en la anterior jamás me atreví a hablarte... mucho menos cuando supe que estabas con él.
Me fue imposible el no apretar mis puños al recordar la primera vez que los había visto juntos.
Inicio del flashback.
Habían pasado un par de semanas desde aquella primera vez en la que la había visto y por fin el sol había vuelto a brillar. Durante todo ese tiempo había estado observándola desde las sombras, con la única diferencia de que ahora ella no lograba percibir ni mi energía ni mi aroma gracias a un pequeño secreto que mi padre nos había heredado a mi y a mis hermanos. Sabía perfectamente por donde pasaría y me quedé allí, esperándola.
- Kahori. - murmuré su nombre, el cual había logrado saber gracias a una pequeña ayuda del destino.
Me fue imposible no sonreír al percibir su aroma, sin embargo aquello se borró de inmediato al percatarme de que alguien más la acompañaba... alguien a quien yo conocía bien.
- Taisho. - gruñí.
Tiene que ser una maldita broma.
- Oh si, claro. - su voz se oía bastante cerca. - Tú eres el más fuerte de todos los demonios, ¿verdad?
- Por supuesto, ¿acaso piensas lo contrario?
Hm... igual de presumido que su maldito padre.
Entrecerré mis ojos. Segundos después, los vi. Ella estaba caminando por delante mientras él la seguía. La sonrisa en su rostro me molestaba precisamente porque sabía que se debía a su compañía.
Compañía que podía ser mía.
- Tienes un punto débil. - pronunció con firmeza, deteniéndose y mirándolo por sobre su hombro.
- ¿Punto débil? ¿De que hablas? - verdaderamente su voz me irritaba. Sin responder ella regresó sobre sus pasos, deteniéndose a unos centímetros de él, casi rozando sus labios con los suyos. - ¿Qué...? ¿Qué estas haciendo?
- ¿Lo ves? - acarició su mejilla con la yema de sus dedos. - Tienes un punto débil. - sonrió, alejándose.
- Keh, ¿me estás diciendo que tú eres mi punto débil? - cruzó sus brazos.
- No... pero tus mejillas dicen mucho, Inuyasha.
- ¡Oid! No me gusta este juego. - desvió la mirada.
Y ella rio ante sus palabras.
Fin del flashback.
Jamás pude colocar en palabras lo que sentí al verlos con aquella cercanía. Asumo que fue la primera vez en la vida que sentí celos... y celos del clan enemigo. Porque por la forma en la que ella lo miraba, podía notar que verdaderamente estaba enamorada o, al menos poseía sentimientos fuertes por él.
Fue en ese momento en el que decidí que lo mejor era mantenerme así, a la distancia, contemplándola e imaginándome un futuro a su lado, uno en el que ella y yo por fin nos conocíamos y podíamos vivir juntos, ¿el motivo? la paz que había entre los Taisho y nosotros, los Sakana. A pesar de que era la primera vez en mi vida en la que me fijaba en alguien, también era lo suficientemente maduro como para saber que había perdido antes de siquiera intentarlo, ya que el acercarme implicaba poder entrar en un enfrentamiento que no tendría sentido.
Pero la vida me ha dado una nueva oportunidad y esta vez no pienso desperdiciarla.
Finalmente salió y se dirigió hacía una zona de la pista en donde se encontró con otra joven. No tenía idea de quién era ella, pero al parecer eran cercanas por la forma en la que interactuaban.
Y allí se encontraba nuevamente aquella perfecta sonrisa.
Me encontré sonriendo como un estúpido al igual que aquellos días y es que todo de ella era perfecto. Sus ojos, su rostro, su cabello, su figura, quizás en otra vida había sido una diosa, de otra manera no hubiese podido explicar aquella belleza.
Perdí el tiempo observándola, sin embargo regresé a la realidad y de la manera más inesperada o la más desagradable posible. De la nada y sin previo aviso, Inuyasha Taisho se aceró a ellas, hablándole directamente a Kahori.
De todas las personas en este maldito lugar... ¡¿TENÍA QUE VOLVER A ENCONTRARSE CON ÉL?!
Mis puños se apretaron nuevamente y sentí mi sangre hervir en el mismo instante en que su mano volvió a tomar la suya y se dirigieron al centro de la pista, comenzando a bailar.
Quizás en el pasado pudiste quedarte con ella, Inuyasha, pero ahora las cosas son diferentes. Me aseguraré de que no puedas acercarte a ella, lo prometo.
