Deseos de cosas imposibles

Kagome

Me quedé helada mientras mis ojos estaban fijos en los de él. El mundo parecía haberse detenido luego de que pronunció aquellas palabras y yo, si debía ser honesta, no sabía que decir.

- Kagome. - el agarre de sus manos sobre las mías se volvió un poco más firme. - Se que lo que acabo de decirte es muy difícil de procesar, pero sólo quiero que sepas que yo no quiero tener una relación con Kikyo.

- Pero... - pronuncié al fin. - ¿Qué hay del bebé?

- Por supuesto que voy a hacerme cargo de mi hijo, pero no por eso estoy obligado a estar a su lado.

- Inuyasha. - susurré, sintiendo unas terribles ganas de llorar. - ¿Puedo usar tu baño?

- Kag... - acarició mi mejilla. - Lo siento.

- No tienes que disculparte. - sonreí forzadamente. - Sólo necesito un momento.

- De acuerdo. - asintió. - ¿Puedo acompañarte?

Aquello verdaderamente me arrancó una sonrisa genuina, pero no lo necesitaba, por lo que sólo meneé la cabeza y me puse de pie. Pude sentir su mirada sobre mi desde que comencé a caminar hasta que desaparecí por el pasillo.

Ingresé e inmediatamente le coloqué seguro a la puerta, suspirando profundamente. Me miré en el espejo y observé aquellas lágrimas que comenzaron a recorrer mis mejillas. Apoyé mis manos sobre el lavabo y mi mirada se quedó clavada en el.

Kikyo está embarazada... él verdaderamente va a ser padre.

- ¿Por qué me siento tan mal si se supone que no somos nada?

Sin embargo la manera en la que él se está comportando conmigo ha hecho que me sienta... querida. Y si, yo también he comenzado a quererlo.

- Primero Kahori y ahora esto... es demasiado para mi.

La realidad era que, aunque estuviese comenzando a desarrollar sentimientos por Inuyasha, ya podía ver que las cosas no serían fáciles, paradójicamente nada tenía que ver su naturaleza demoníaca, si no las personas que se interponían entre los dos. Ya no sólo se trataba de que la primera mujer de la que se había enamorado estaba viva y aquí, si no que además iba a ser padre con otra persona.

Y eso es mucho más de lo que yo podría soportar.

Apreté mis ojos, sintiendo que estaba siendo egoísta, pero por alguna razón una canción apareció en el fondo de mi mente, tomando el primer plano de la misma.

Igual que el mosquito más tondo de la manada, yo sigo tu luz aunque me lleve a morir.

- Hm... - sonreí. - ¿Por qué tengo que acordarme de ella justo ahora?

Quizás porque la escuché por primera vez en aquel momento en el que el mundo parecía venirse abajo.

Inicio del flashback.

Había pasado una semana desde el rompimiento con Bankotsu y me encontraba completamente desconsolada. La ruptura no sólo había sido abrupta, si no también violenta.

Como casi toda nuestra relación.

Mis ojos estaban hinchados de tanto llorar y sólo había dormido unas 10 horas en toda la semana, sin embargo aún así mi cama era el único lugar en el que pasaba mis tardes luego de la universidad.

Desbloqueé la pantalla de mi móvil y me conecté los audífonos, dispuesta a tratar de escuchar un poco de música o lo que fuese capaz de despejar mi mente. Puse la playlist en modo aleatorio y volví a acostarme, cerrando mi mirada.

Igual que el mosquito más tonto de la manada, yo sigo tu luz aunque me lleve a morir.

Te sigo como le siguen los puntos finales a todas las frases suicidas que buscan su fin.

Mis ojos se posaron sobre el techo mientras aquella dulce vos llenaba mis oídos, casi relatando lo que yo sentía al correr siempre detrás de él aún sabiendo que el resultado siempre iba a ser negativo para mi.

La canción continuó su curso durante unos segundos, hasta aquella frase que me sentí que estaba dedicada para mi.

Prometo llamarle amor mío al primero que no me haga daño...

Fin del flashback.

Quizás podría parecerle una tontería a cualquiera que no estuviese dentro de mi o sintiendo lo que yo en ese momento, pero aquella canción se había grabado en mi memoria y, nuevamente regresaba, sólo que esta vez desde otro lugar. Aún recordaba que me había hecho esa promesa en aquel instante, deseando poder cumplirla algún día.

- Me callo porque es más cómodo engañarse... me callo porque ha ganado la razón al corazón...

Y si, efectivamente la razón se había impuesto en este caso. Me gustaba Inuyasha y verdaderamente quería intentar algo con él, pero...

- Necesito pensar en mi. - murmuré. - Necesito cuidarme por todo lo que me descuide en mi anterior relación. - aquel nudo en la garganta parecía ajustarse más. - Se que no voy a poder con esto, entonces lo mejor será alejarme de él.

Finalmente rompí en llanto, dejando salir toda aquella pesadez que estaba sintiendo, dejando que mi pecho se liberara de aquella presión. No quería ni aceptaba la idea de alejarme de Inuyasha, más sabía que no tenía otra alternativa si no deseaba volver a tener otro vínculo tormentoso. Además, ¿Qué iba a suceder en aquellos momentos en los que él fuese tras Kahori? ¿Qué iba a suceder en los momentos en los que Kikyo lo necesitara? ¿Estaba lista para llevar al siguiente nivel una relación con un niño? La respuesta era no.

- ¿Por qué tiene que ser tan difícil?

¿Por qué tienen que estar en el medio?

Meneé la cabeza, apartando aquellos pensamientos.

- Nadie está en el medio, las cosas se dieron de esta manera y no tengo más opción que aceptarlo. - susurré. - Kahori fue su primer amor en la época feudal y Kikyo de igual manera llegó a su vida antes que yo. - sonreí. - Supongo que no hay nada más que pensar.

Pero pase lo que pase y aunque otro me acompañe, en silencio pensaré tan sólo en ti.

- Si. - cerré mis ojos ante aquella frase de la canción. - Te llevaré en silencio.

Inuyasha

Los minutos que pasó en el baño se me hicieron una eternidad. Mi corazón palpitaba en un ritmo frenético que me costaba controlar y el miedo me invadía poco a poco. ¿Qué haría si salía decidida a irse? No entendía el porque me causaba cierto terror el pensar que podía ser la última vez que la vería o hablaría con ella. Para ese punto sólo podía pensar en una cosa: retroceder el tiempo.

- ¿Qué me pasa? - sonreí. - La última vez que desee eso fue cuando Kahori murió. ¿Por qué no puedo ponerme feliz por saber que esta viva?

Pasó demasiado tiempo y a pesar de que nunca pude volver a sentir lo mismo, cuando conocí a Kagome... algo cambió.

Su aroma se volvió más intenso y pude escuchar sus pisadas acercarse. Mi respiración amenazaba con detenerse con cada segundo transcurrido. Nuestras miradas se encontraron y lo primero que noté fue aquel rosado que los envolvía, era evidente que había estado llorando y eso me destruía. Me regaló una sonrisa triste y yo sólo deseaba detener el tiempo, tomarla de la mano e irnos lejos a un universo en el que ninguno estuviera en esta situación.

- Lo siento si me tarde. - pronunció al sentarse a mi lado.

- No te disculpes, ¿estas bien? - asintió. - Estabas llorando.

- Supongo que no tiene caso mentirte. - podía notar el esfuerzo descomunal que estaba haciendo para tener su mejor cara. - Estuve pensando bastante en estos minutos.

- ¿Segura que no quieres pensar más lo que vas a decir? - el miedo estaba hablando por mi y este se acrecentó cuando la vi menear la cabeza.

- ¿Qué sientes por mi?

- ¿Qué? - me tomó por sorpresa.

- Quiero saber sobre tus sentimientos. Dijiste que fuiste por mi porque sabías que yo era la única persona capaz de calmarte, ¿Por qué?.

Si no le digo lo que estoy sintiendo puede que no vuelva a verla nunca más.

Dejé salir un pequeño suspiro, el cual buscaba regular un poco mis emociones. Cerré levemente mis ojos y tomé sus manos. Estaba tan nervioso que no podía ni mirarla a la cara.

- Desde que Kahori murió en la época feudal, jamás volví a interesarme románticamente en alguna mujer. Tuve relacionesque se basaban en encuentros físicos, sin embargo jamás involucré los sentimientos... hasta que te conocí. - abrí mi mirada, observándola fijamente.

- Inuyasha... - susurró, mientras sus ojos se cristalizaban.

- No se que me sucede contigo, Kagome. - fui sincero. - Al principio creí que eras un capricho, una especie de obsesión que se pasaría una vez que tuviéramos sexo, pero... no lo sé, tu manera de ser, la forma en la que parecía que estabas jugando conmigo. - sonreí. - Tú manera de hacerme saber que no era el único sólo hacía que quisiera que fueras mía y de nadie más. - apreté un poco mis manos sobre las suyas. - Luego te salvé de Bankotsu y por fin pudimos tener una charla... supe que eras buena persona y terminé confiándote mi Secreto más profundo: mi naturaleza yokai.

Pensé que iba a ser mucho más complejo el hablar sobre mis emociones, pero al ver su rostro y la manera en la que me escuchaba, verdaderamente lo hacía todo más liviano.

- Pude conocerte mejor y... no sólo eres hermosa por fuera, también lo eres por dentro. - sonreí. - Cuando estoy contigo todo lo malo que me rodea se desvanece, me siento tranquilo y me divierto. - hice una pausa, dejando que nuestras miradas hablaran por si solas. - Quiero protegerte para siempre.

Kagome

Cada una de sus palabras dolían en el alma. Traté de permanecer tranquila mientras hablaban, pero mis sentimientos me traicionaron y aquellas lágrimas emergieron antes de que pudiese controlarlas.

No podía creer lo que escuchaba, verdaderamente estaba admitiendo que poseía sentimientos por mi, verdaderamente yo era importante para él, verdaderamente estaba interesado y eso lo volvía el doble de doloroso.

- Quiero protegerte para siempre.

Aquella fue la gota que rebalsó el vaso, por lo que me solté de su agarre y cubrí mis ojos con ambas palmas, volviendo a llorar.

- No sigas, por favor. - supliqué. - No soporto escucharte más.

- Kag... - pude sentir su mano sobre mi mejilla y segundos después sus brazos me envolvieron por completo, pegando mi frente a su pecho. - ¿Dije algo malo?

- No, pero... - ahogué mis palabras en un gemido. - ¿Por qué?

- ¿Por qué que cosa? - preguntó confundido.

Me aparté y miré sus ojos, sus hermosos ojos dorados que tanto me gustaban.

- ¿Por qué tiene que pasar todo esto? - llevé mi mano a su mejilla, acariciándola con suavidad.

Él recostó su rostro sobre ella, cerrando levemente su mirada, dejándose acariciar.

- Ahora soy yo el que no te entiende.

- Inu... tú me gustas mucho y no sólo físicamente. - fui sincera. - Yo... no he dejado de pensar en ti desde el día en que te conocí y, aunque al principio pensé que también eras un deseo... ahora se que esto va más allá... yo, te quiero, Inuyasha. - finalmente lo solté.

- Yo también te quiero, Kagome. - me respondió inmediatamente, haciéndome sonreír.

Dios, todo se vuelve tan difícil.

- Pero... no puedo. - hacía demasiado tiempo que no me costaba tanto decir algo. - Esto es demasiado para mi.

Su mirada me dejó en claro que, tal vez, acababa de suceder lo que esperaba que pasara y yo me odiaba internamente por esta decisión, pero era lo mejor para los dos.

- Yo... quisiera estar contigo, conocerte más y ver hasta donde podríamos llegar pero... ya no sólo se trata de Kahori, Kikyo...

- Entiendo, Kag. - me sonrió tan tristemente que debí tragar saliva, reprimiendo la nueva ola de llanto que quería salir. - Entiendo que la situación es muy complicada y lo que menos me gustaría es hacerte sufrir o que te sientas mal, después de todo...

- No puedes no estar presente para tu hijo y esta bien que sea tu prioridad. - terminé por él.

- Si... - desvió sus ojos. - ¿Puedo pedirte un favor?

Asentí.

Inuyasha

Por primera vez en muchísimo tiempo sentí que estaba a punto de llorar, por lo que tuve que hacer un esfuerzo descomunal para no sucumbir ante tal emoción y volver todo más difícil.

Más complicado de lo que ya es para los dos.

- ¿Puedo pedirte un favor? - asintió.

No podía enojarme con ella, la comprendía a la perfección. La incertidumbre se elevaba frente a nuestros ojos y la inestabilidad del futuro era demasiado arriesgada como para que decidiéramos adentrarnos en algo tan serio como una relación. Como le dije, lo que menos quería era terminar dañándola o peor, que me terminase odiando o sintiéndose insegura de la existencia de Kahori o el hecho de tener que pasar tiempo con Kikyo por mi hijo.

- No quiero que te alejes de mi. - pero, aún así, no podía soportar la idea de perderla. Una expresión de confusión se apoderó de su rostro. - Acepto la decisión de no tener nada conmigo, pero quiero que te quedes en mi vida.

- ¿Quieres que me quede y te vea con Kikyo o Kahori?

- ¡No! - tomé sus manos. - ¿Realmente crees que sería capaz de pasarme frente a ti con alguna de ellas?

- Inuyasha, estas obligado a estar en contacto constante con Kikyo, aunque no sea tu pareja, tienes que estar a su lado durante el embarazo...

- Y estaré al lado de mi hijo/a todo lo que me necesite, no tengas dudas de ello, pero no quiero nada con ella. - pronuncié con firmeza. - No quiero nada con nadie que no sea contigo.

- Inuyasha... basta por favor. - cerró sus ojos. - Es imposible que estemos juntos.

- Quizás ahora sea complicado, pero...

- Oye. - elevó su palma, deteniendo mi habla. - Yo... es muy probable que... - suspiró. - Quizás le de una oportunidad a Koga.

- ¿Qué? - aquellas palabras se clavaron en mi corazón como si de una flecha se tratara. - ¿Tú... vas a...? Kagome... ¿Cómo puedes decirme eso luego de decirme que correspondes mis sentimientos? - verdaderamente estaba confundido. - ¿Acaso lo tomarás como premio consuelo?

- ¡¿De que hablas?! ¡Koga y yo nos vemos desde hace meses!

Me puse de pie y caminé hacía la puerta de entrada, pasando mi mano por mi cabello, tratando de procesar lo que acababa de escuchar.

- Lo siento, Kagome, pero realmente no te comprendo. - estaba molesto y no pensaba ocultarlo. - ¿Por qué? ¿Por qué hacerte esto?

- ¿Hacerme esto? ¿Disculpa?

- ¡¿Por qué te vas a quedar con él?!

- ¡No grites! - se puso de pie. - ¡¿Crees que verdaderamente tengo ganas de discutir contigo en este momento?!

- ¡Maldición, ya lo sé, pero...!

- ¡Y si te estas preguntando si te elegiría a ti o a él, la respuesta es a ti! ¡POR SUPUESTO QUE TE ELIGIRÍA A TI SI NADA DE ESTO HUBIERA PASADO!

Tomé su rostro entre sus manos y la callé con un profundo beso, uno que nos robó el aliento a ambos. Me aferré a su cuerpo como si el hecho de soltarla provocara que se desvanecería frente a mi y ella hizo lo mismo, rodeando mi cintura con sus brazos. Nuestras bocas danzaban con una mezcla de dolor y anhelo, casi sabiendo que se estaban despidiendo por tiempo indefinido.

O tal vez para siempre.

Nos apartamos levemente y posé mis labios sobre su frente mientras acariciaba su nuca.

- Perdón, soy un egoísta. - pronuncié, frunciendo mi ceño. - Tienes derecho a ser feliz.

- No lo eres. - escondió su mirada. - Yo también quiero estar contigo pero... se que lo arruinaríamos y terminaríamos separados o peor... odiándonos.

Apreté un poco más mi agarre sobre su cuerpo, cerrando mis ojos ante aquellas palabras que detestaba pero que, en el fondo, sabía que no estaban muy alejadas de la realidad.

Kagome

Si, sentía que estaba siendo egoísta al pensar en mi, sin embargo sólo yo sabía el tormento que había atravesado en mi relación anterior y todas las secuelas que había dejado en mi interior. Merecía tener la oportunidad de tener un vínculo bonito con alguien que me quisiera sanamente y, aunque no tenía dudas de que Inuyasha podría hacerlo, demasiadas cosas se interponían entre los dos.

- Sólo quiero que me prometas una cosa. - pronunció, mirándome a los ojos.

- ¿Qué?

- Prométeme que, aunque estés con Koga o quien sea, seguirás siendo mía.

Sonreí por lo infantil y posesivo que sonaba, pero comprendía a la perfección a lo que se refería.

- Con una condición. - llevé mi mano a su mejilla. - Qué tú también me prometas que serás mío a pesar de estar con alguien más.

- Lo prometo. - sonrió.

- Yo también lo prometo. - me elevé un poco, besando sus labios con sutileza. - ¿Qué vamos a hacer con el trabajo? - pregunté al separarnos.

- Ni pienses que voy a dejar ese proyecto, mucho menos ahora que será en el único lugar en el que podré verte tranquilo.

Sonreí ante ese comentario.

- Supongo que tendremos que trabajar con lentitud. - bromeé.

- Lo retrasaría toda la vida de ser necesario.

Nos quedamos en silencio unos momentos, observándonos.

- Supongo que es momento de irme a casa...

- Estas loca. - me tomó de la mano y comenzó a caminar en dirección de su habitación.

- ¿Qué planeas hacer?

- Recordarte el porque serás mía para siempre. - me miró por sobre su hombro sonriendo y no pude evitar unirme ante aquel gesto.

Extra

Naraku

- Por dios... - aquel gemido fue el detonante de aquel orgasmo, el mismo que me hizo saber que mi trabajo había terminado.

Momentos después me encontraba frente al espejo del baño, ultimando los detalles para regresar a la fiesta cuando mi celular sonó. Lo tomé y leí aquel mensaje.

La sala al lado de la escalera, ya.

Guardé mi móvil y salí, encontrándome con esa mujer, la cual estaba acomodando su vestido. Nuestras miradas se encontraron y ella sonrió.

- Eso fue genial, no tengo problemas si quieres repetirlo.

- Abi, ¿verdad? - asintió. - Te llamaré si te necesito.

De hecho, creo que podrías ser de mucha ayuda más adelante.

- Cuando quieras.

Salí de la habitación y, en cuestión de segundos ingresé por la puerta de la que sólo unos pocos teníamos conocimiento. Sus ojos rojos se encontraron con los míos y rápidamente su sonrisa se hizo presente. - ¿Qué es lo que quieres, Magatsuhi?

- ¿Ya has notado quien esta en esta fiesta?

- ¿Me hablas de los Taisho?

- No... hablo de esa mujer... la creadora de la Perla de Shikon. - entrecerré mis ojos. - Acabo de verla aquí.

- No puede ser. - verdaderamente estaba seguro de que era imposible.

- También pensé que era imposible que Kahori estuviera con vida, sin embargo allí está.

¿Kahori esta con vida?

Pensé, sin decir una palabra.

- Dime, Naraku... ¿crees que recuerde algo de su vida pasada?

- Los humanos no recuerdan esas cosas.

- Midoriko no era una sacerdotisa cualquiera, ¿acaso tengo que recordarte su historia?

- No es necesario. - intervine, dirigiéndome a la salida. - ¿Tienes algo más que decirme?

- Qué averigües que esta haciendo en esta época y si eso está relacionado con que la Perla haya dejado de funcionar.

- Magatsuhi... ¿desde cuando soy tu empleado? Si quieres información, búscala por tu propia cuenta.

- ¿Tienes idea de lo que podríamos hacer si la Perla se reactivara? - aquellas palabras provocaron que me detuviera y supe que aquella sonrisa se había ampliado. - Tu poder podría ser colosal, Naraku.

Hm... este idiota piensa que caeré en su trampa.

- ¿Y que piensas hacer si averiguo lo que dices?

- Fácil... conseguiré la sangre de la mujer correcta.

- ¿Y tu hermana?

- Aún no he decidido si dejarla vivir o no... supongo que eso dependerá de lo que suceda de ahora en adelante.

Me quedé observándolo y, sin responder, salí de la habitación.

Bankotsu

La noche era un verdadero aburrimiento y, si debía ser honesto, no me apetecía hacer nada. Sabía que Kagome y sus amigas se encontraban en aquella fiesta y, aunque podría ir hasta allá, no tenía intenciones de verla, después de todo tenía toda la eternidad para intentar recuperarla.

Kagome era una obsesión casi constante, era aquella mujer a la que sabía que podía destruir en mil pedazos y siempre estaría ahí para mi, sólo necesitaba mostrar mi lado bondadoso para que ella se rearmara y regresara, sin embargo el hecho de que esta vez hubiese pasado tanto tiempo y no mostrara las mismas señales de debilidad, había comenzado a preocuparme.

- Hm, deberías estar loca si crees que por no perseguirte todos los días ya no volverás a verme.

Jamás había perdido a una persona que me interesara, al menos jamás en manos de alguien más, ya que todas a las que ya no quería, terminaban pereciendo entre mis dedos... y Kagome no sería la excepción.

Tienes suerte de que aún me interesas, pequeña.

El teléfono sonó, sacándome de mis pensamientos. Lo tomé y respondí sin saber de quien se trataba.

- ¿Quién habla?

- Bankotsu.

- ¿Naraku? - me sorprendí. - ¿Qué demonios haces llamándome?

- Necesito que me hagas un favor.

- ¿Yo? ¿Hacerte un favor a ti? Debes estar loco.

- No olvides que puedes perder lo que obtuviste en ese momento en sólo dos segundos. - sus palabras hicieron que mi sonrisa se esfumaba. Odiaba profundamente que jugara con eso.

- Habla.

- Averigua que esta haciendo Midoriko en este época.

- ¿Midoriko? - al parecer la noche estaba plagada de sorpresas. - ¿Verdaderamente eso es posible?

- Kahori esta con vida.

Definitivamente me quedé sin palabras, podía esperarme demasiadas cosas, más no todo lo que acababa de escuchar.

- ¿Sabes si se encontró con Inuyasha?

- Eso es lo de menos, idiota... averigua lo que te pedí o despídete de esa estupidez. - cortó.

- ¿Estupidez? - lancé el móvil sobre el sofá. - Mi Banryu no es una estupidez.

Me quedé en silencio mientras aquella secuencia atravesaba mi mente.

Inicio del flashback.

Las estrellas resplandecían en lo alto y, mientras esperaba noticias suyas, el olor a la sangre llegó a mi desde la distancia.

- Vaya, el maldito finalmente lo hizo...

- ¿Tenías alguna duda?

Volteé rápidamente ante su voz, sorprendiéndome de que, a pesar de que se encontraba sólo a unos metros de mi, no había podido percibir su aroma.

- ¿Cómo demonios lo hiciste? - pregunté al ver sus manos repletas de sangre. - El olor a su sangre viene a través del viento, ¿por qué no percibo la sangre de tus manos? - entrecerré mis ojos. - Ni siquiera percibo tu olor, Magatsuhi.

- Un pequeño secreto de familia. - guiñó su ojo. - ¿Estas listo?

- Por supuesto. - mis ojos viajaron a la Perla de Shikon que descansaba sobre sus dedos.

- Un Sakana siempre cumple sus promesas, pero recuerda... si haces algo indebido, te rebanaré el cuello con el.

- Si, si, lo que digas...

Dejé mi Banryu sobre el suelo en el mismo instante en el que él colocó la perla sobre su hoja, la cual se envolvió rápidamente en aquel poder.

- Listo. - la tomó nuevamente. - Tu arma jamás volverá a ser la misma. - sonrió. - Y descuida... sólo una sacerdotisa podrá percibir su energía.

- Eso es lo de menos. - sonreí, tomando mi arma y sintiendo aquel poder que atravesó mi cuerpo.

- ¿No sientes remordimiento? - lo miré confundido.

- Entregaste a la novia de tu amigo... - aquellas palabras fueron pronunciadas con orgullo.

- Ella no significaba nada para mi. - me encogí de hombros. - En esta vida sólo sobrevivirá el más fuerte y ese no será Inuyasha. - sonreí.

Fin del flashback.

- Maldita seas mujer... espero que no recuerdes nada de lo que pasó en aquella época o yo mismo tendré que callarte para siempre.

Porque si, la presencia de Kahori era incluso más peligrosa que la de la misma Midoriko.


La canción a la que hace alusión Kagome se llama "Deseos de cosas imposibles" de La Oreja de Van Gogh y Abel Pintos (artista Argentino).

Muchas gracias a todos los que se están tomando el tiempo de leer esta historia, espero que les siga gustando y muchas gracias por su apoyo constante :)