Época Feudal

Inuyasha

- ¿Lo viste en la fiesta? - pregunté molesto al recordar su nombre y su rostro.

- Si, también vi que estabas hablando con él.

- Hablando se oye demasiado tranquilo, más bien le estaba advirtiendo que se alejara de Kagome.

- Y lo bien que hiciste, coqueto. - suspiró, sentándose en el sofá. - Magatsuhi está tramando algo, de eso no tengo dudas.

- ¿Qué es lo que sabes? - pregunté, comprendiendo el significado de sus palabras.

- Sango me comentó algo que me inquietó bastante.

- Habla. - mi mirada se endureció. - ¿Qué sucedió con Saoto?

Procedió a comentarme una situación en la que el director del hospital estaba involucrado, al igual que su hija, quien aparentemente fue quien atrajo a Kagome y las demás hacia este proyecto, sin embargo no le dijo el porque o para que.

- Lo último que le dijo fue que su amiga, Ayame, sería la encargada de contarle la historia completa.

- Maldición. - murmuré, pasando la mano por mi cabeza.

¿Acaso no se terminarían jamás los problemas?

- Necesito estar en el momento en el que esa tal Ayame le diga las cosas a Saoto.

- Tranquilo, yo le dije lo mismo y accedió, asique sólo tendremos que aguardar su llamada.

Nos quedamos en silencio unos momentos.

- Miroku. - nos miramos. - ¿Qué crees que está sucediendo?

- No lo se con seguridad pero... estoy seguro de que Magatsuhi está en busca de algo... algo importante.

- ¿Crees que esto puede estar relacionado con el secuestro de Zero?

- No se me había ocurrido pero puede ser... ¿has sabido algo de tu padre?

- No. - y, si debía ser honesto, me había olvidado por completo de él. - Mañana le pregunataré a Sesshomaru si tiene novedades.

- ¿Estas bien?

- ¿Qué? ¿Por qué me preguntas?

- Te conozco... hay algo que te mantiene inquieto, lo veo en tus ojos, de hecho me recuerda a cuando me ocultabas tu decisión.

Inicio del flashback.

- ¡Inuyasha! - gritó, regresándome a la realidad. - ¿Qué demonios te sucede?

- ¿Qué? - lo miré algo confundido.

- ¿Acaso no has escuchado nada de lo que te he dicho?

- Bueno...

- ¿Qué te está pasando? Tú no eres así.

Regresé mis ojos al amplio bosque que se elevaba frente a nosotros y suspiré. Miroku era mi amigo desde que éramos niños y, con toda seguridad, podía decir que se trataba de la persona a la que más confianza le tenía, sin embargo la decisión que había tomado estaba a punto de cambiarlo todo.

- No me sucede nada.

- Quizás creas que puedes ocultarme las cosas pero te conozco lo suficiente como para darme cuenta cuando ese dejo de preocupación se asoma en tus ojos.

- Oye, eso suena raro. - entrecerré mi mirada.

- Ni creas que escaparás con esa tontería. - me apuntó con su cetro. - No hagas que use mis poderes espirituales contigo.

- Keh, tienes suerte de ser descendiente de una deidad, de lo contrario te hubieras purificado a ti mismo.

- Nuestra especie escasea pero somos inteligentes, asique no me subestimes.

Sonreí ante su comentario y decidí que era momento de quitarme esa mochila de mis hombros.

- Voy a convertirme en humano. - lancé sin más y lo miré.

Sus ojos estaban ampliamente abiertos y sus labios separados ligeramente, sabía que se había quedado sin palabras, aún así me esperaba que lo que sea que fuese a decir, fuera bueno.

- ¿Qué acabas de decir? - al parecer no logró articular ninguna otra palabra.

- Lo que escuchaste, voy a convertirme en humano. - volví a mirar el cielo. - Utilizaré la Perla de Shikon y me iré a vivir con Kahori en la aldea.

- Vaya, coqueto. - sonrió, sorprendiéndome. - Al parecer te has enamorado bastante.

- Es difícil de explicar. - el rostro de ella pasó por mi mente. - Es la primera vez que siento algo como esto.

A su lado me siento tranquilo, es como si todos mis problemas dejaran de existir, además... ella me acepta tal y como soy, sin juzgarme, sin pedirme que cambie.

- Bien, si esa es tu decisión, yo te apoyo. - definitivamente el peso que tenía se desvaneció al escucharlo. - Pero... ¿Sesshomaru y tu padre lo saben?

- Lo sabrán cuando mi aroma cambie.

- ¿No piensas decirle?

- ¿Crees que dejarían que hiciera una locura como esta?

- Buen punto. En fin, si la decisión ya está tomada... espero que me dejes visitarlos.

- No tengas dudas de eso, Miroku.

Fin del flashback.

Me quedé en silencio a sabiendas de que no podría ocultar por demasiado tiempo el secreto del embarazo de Kikyo, lo cual sin dudas me costaría mi estadía en SexPlay.

- ¿Sabes algo de Kahori? - entrecerró sus ojos, comprendiendo que estaba evadiendo el verdadero tema.

- No, la verdad que no tengo idea. - por suerte siguió con mi plática. - ¿Volviste a verla en la fiesta?

- Si. - suspiré, sentándome a su lado en el sofá. - Y... me dijo que se llamaba Himari.

- ¿Himari? - asentí. - ¿Llegó a decirte su apellido? - negué.

Lo siguientes minutos de silencio me hicieron notar que él se había quedado pensativo. Quizás no articulaba palabra, pero su expresión no mentía.

- ¿Qué es lo que sabes? - nuestros ojos se encontraron. - Y ni siquiera intentes mentirme.

- Hay una clienta... una mujer que pidió a uno de mis empleados hace alrededor de dos años para una despedida de soltera.

- ¿Y eso que tiene que ver?

- Cuando la investigué supe que tenía dos hijas... y una de ellas se llamaba Himari.

Me erguí de inmediato, fijando con mayor intensidad mis ojos en los suyos y sintiendo mi corazón comenzar a repiquetear con fuerza en mi pecho.

- Si te acuerdas de ella, entonces tienes registros de lo que dices, ¿Cómo es posible que no hayas notado que una de sus hijas era idéntica a Kahori?

- Jamás vi las fotos de su familia, sólo de su esposo. - hizo una pausa. - De hecho... fue demasiado complejo, incluso para mi, el poder encontrar algo sobre su vida.

- ¡¿Y eso no te pareció extraño?!

- ¡Por supuesto que si! ¡¿Pero por qué debía asociarlo con Kahori?!

Tenía un punto, después de todo estaba seguro de que pocas veces él se habría acordado de ella en todos estos años, aún así mi desesperación había aumentado al saber que tenía una mínima información sobre como volver a encontrarla y comprender que sucedió con ella.

- ¿Cómo se llamaba la mujer y quien fue a verla?

- Se llamaba Urasue y Koga fue quién se encargó de ella.

Me quedé helado al escuchar su nombre. ¿Qué si la conocía? Por supuesto, pero jamás pensé que iba a volver a saber de ella. ¿Había posibilidades de que Miroku no supiera quien era? Demasiadas, ya que yo la conocí por Kahori, amén de que se pasaba sus días lo más alejada del mundo exterior posible.

Estaba a punto de decir algo cuando el timbre de mi departamento sonó.

¿Acaso hoy todo el mundo evitaba al portero?

Pensé, mientras me dirigía a la puerta, preguntándome quien podía ser. Al abrir me quedé sorprendido.

- Kikyo. - pronuncié. - ¿No venías más tarde?

- Lo siento. - me sonrió incómoda. - Pero no aguantábamos las ganas de verte.

- ¿Aguantábamos? - volteé al escuchar a Miroku pronunciar aquellas palabras. - Buenas tardes, señorita Kikyo. - le sonrió.

Maldición... ni se te ocurra preguntarle el porque dijo eso.

Aún así, lo que más me había impactado era darme cuenta de que no había sido capaz de percibir su aroma al acercarme a la puerta, ¿Por qué?

Kagome

Abrí la puerta y me encontré con sus hermosos ojos celestes y aquella sonrisa tan tierna que lo caracterizaba.

- Hola, bonita. - me abrazó y correspondí su acción.

- ¿Cómo estas?

- Nuevamente me disculpo por venir así, pero en compensación traje unas galletas. - elevó la bolsa, ampliando mi sonrisa.

- Muchas gracias por tus detalles. Ven, pasa. - ingresó y cerré la puerta, dirigiéndome hacía la cocina. - Puedes ponerte cómodo.

Preparé el té y reparé en que él se había sentado en la sala y se había quedado en completo silencio, casi como si estuviera pensando en algo. Terminé de preparar las cosas y regresé, sentándome frente a él.

- Se ve espectacular. - sonrió.

- Me alegra mucho que te guste. - le devolví el gesto, extendiéndole la taza. Los siguientes minutos transcurrieron en silencio y si me preocupaba. - ¿Todo bien?

- ¿He? - al parecer lo saqué de sus pensamientos. - Si... bueno, en realidad hay algunas cosas que me gustaría hablar contigo.

Por algun motivo me sentí nerviosa, pero accedí.

- Si, claro, dime que sucede.

Nuevamente permaneció en silencio, quizás buscando la manera en la que decir aquellas palabras, algo que no ayudó mucho a mi nerviosismo.

- ¿Qué es lo que hay entre tú y Taisho?

- ¿Qué? - definitivamente aquella pregunta me sorprendió más lo que me hubiese esperado. - ¿Con Inuyasha?

- Si, los vi en la fiesta... - no puede ser... - Es por eso que quiero saber lo que verdaderamente sucede entre ustedes.

Espera, ¿dijo fiesta? Pero... ¿Qué hacía en la fiesta?

- ¿Estabas ahí anoche? - pude notar que se dio cuenta de que había dicho algo que no quería. - ¿Qué fuiste a hacer?

- No importa, el punto es que los vi...

- Bueno, a mi si me importa porque yo no te vi.

- ¿Por eso fuiste con él? - me quedé sin saber como responder.

- Koga, no quiero discutir pero...

- No, no me malentiendas Kagome, no te estoy reclamando ni nada de eso, sólo quiero saber que hay entre ustedes porque ya sabes lo que siento.

- Si, entiendo pero... no me respondiste, ¿Qué hacías en la fiesta?

- Fui con un amigo. - respondió con seriedad. - Él me invitó y yo accedí.

Por alguna razón aquella respuesta no me terminó de convencer, sin embargo sabía que él no iba a decir más, por lo que me tocaba responder a mi.

- Inuyasha y yo nos conocimos hace un tiempo... luego, por azar o cosas del destino, comenzamos a trabajar juntos en un proyecto del hospital y... estuvimos juntos un par de veces pero... no fue más que eso.

- ¿Sólo sexo?

Prométeme que, aunque estés con Koga o quien sea, seguirás siendo mía.

Mi pecho se apretó un poco al recordar sus palabras, pero no podía decirle a Koga todo lo que habíamos atravesado, ni siquiera que él me había salvado de Bankotsu.

Maldición, tampoco tiene idea de él.

- Si, sólo sexo.

- ¿Sientes algo por él?

Demasiadas cosas.

- Ya te dije que fue sólo sexo.

- De acuerdo, te creo. - eso no me hacía sentir bien para nada. - Entonces... ¿pensaste en lo que te dije la última vez que nos vimos?

- Si, lo pensé y... creo que antes de entrar en una relación lo mejor sería pasar más tiempo juntos.

Él me sonrió de inmediato.

- Sabes que amaría estar contigo, Kag. No hay nada que me haga más feliz que estar a tu lado.

Sonreí ya que me daba demasiada ternura su sincera felicidad y sabía que iba a pasarla bien a su lado.

Sin embargo él no es Inuyasha. Me es imposible sentir lo mismo que siento cuando estoy con él, pero demasiadas cosas nos separan.

- Bien, supongo que deberé hacer más méritos para ganarme su corazón, preciosa. - tomó mi mano. - Pero prometo hacer que te sientas la mujer más feliz del mundo.

- Koga, no es necesario que...

- Te amo, Kag. - besó el dorso de mi mano. - Tu felicidad será mi prioridad.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, ya que verdaderamente hacía mucho que no sentía que alguien me quisiera de una manera tan sana y segura.

Si, Inuyasha me quiere, de eso no tengo dudas, pero... cuando pienso en él no puedo recordar a Kikyo y Kahori... por más que a su lado me siento a salvo, se que no soportaría el amor que él siente hacía Kahori.

Porque si, estoy segura de que sus sentimientos aún están latentes.

- No llores. - se puso de pie y me abrazo. - Lo siento si dije algo que te hizo sentir mal.

- No, no es eso, sólo que... no estoy acostumbrada a las palabras lindas. Mi última relación terminó de mala manera.

- No conozco a tu ex pareja, sólo me queda claro que fue un idiota si te dejó ir.

Tomó mi rostro entre sus manos y besó suavemente mis labios mientras una lágrima rodaba por mi mejilla. Al separarnos, coloqué mi frente sobre la suya y le agradecí. Segundos después, él regresó a su lugar.

- Bien, ¿Qué tal estuvo tu domingo?

Inuyasha

- ¿Dije aguantábamos? Me disculpo, no me di cuenta. - sonrió y yo solté el aire que tenía contenido. - Quise decir que ya no aguantaba el verlo.

- Entiendo. - los ojos de Miroku se posaron sobre mi. - Tienes suerte, Inuyasha, al parecer la señorita Kikyo te quiere mucho.

Imbécil.

Entrecerré mi mirada, dejándole claro mis pensamientos.

- Bien, te llamaré mañana y terminaremos nuestra platica, ¿te parece? - asentí. - Un placer verla, señorita Kikyo.

- Igualmente, joven Miroku. - le sonrió. - Qué tenga buena noche.

Salió del departamento y cerré la puerta. Volteé a mirar a Kikyo y me llamó la atención que ni siquiera me hubiese saludado, después de todo ella siempre se lanzaba a mis brazos en cuanto tenía oportunidad.

- ¿Esta todo bien? - di un paso hacía ella.

- ¡No! - retrocedió. - No te me acerques. - aquello me confundió más y eso se reflejó en mi rostro. - ¿Puedo bañarme antes de saludarte?

Okey, definitivamente hay algo raro aquí.

- Kikyo, ¿Qué pasa? Tú jamás te comportaste de esta manera.

- Lo se, pero créeme que necesito ducharme. - en sus ojos podía ver un dejo de miedo, por lo que finalmente terminé accediendo. - Bien, puedes ir.

- Gracias... ¿tienes algo que pueda ponerme?

- ¿Qué hay de tu ropa?

- Inuyasha...

- Esta bien, esta bien. - elevé mis manos y comencé a caminar hacia mi habitación.

Su actitud no me agradaba nada, sin embargo la veía demasiado intranquila como para tratar de averiguar algo, por lo que decidí que lo mejor sería hacerlo más tarde u otro día directamente.

Extra

Kikyo

Estaba aterrada y no encontraba la manera de no levantar sospechas en Inuyasha, por lo que no me quedó más remedio que resignarme a dejar que pensara lo que fuera con tal de dejar que me quitara esto de encima.

Inicio del flashback.

Tiempo atrás.

- ¿Seguro que esto no es peligroso para mi también, Naraku? - pregunté, observando el pequeño frasco entre mis manos.

- Para nada, preciosa, eso sólo esconderá tu aroma de los demás demonios.

- ¿Y por qué no de ti?

- Digamos que... - elevó su brazo, dejando ver que en su interior, residía algo extraño. - Tengo mis trucos. - sonrió.

Volví mis ojos a aquel objeto, observándolo con desconfianza.

- ¿Vas a matarlo?

- ¿Disculpa?

- Si vas a matar a Inuyasha. - nuestras miradas se encontraron.

- No soy yo el que quiere matarlo, Kikyo, eso es cosa de Magatsuhi, yo sólo... le estoy facilitando las cosas.

- ¿Por qué no matarlo él mismo? Suena muy cobarde...

- No lo entiendes, pequeña. - se acercó y me abrazó, dejando un beso en mi hombro. - Y hay algunas cosas que es mejor que no sepas si es que no quieres verte más involucrada de lo que ya estas.

- Y esto... ¿lo matará lentamente?

- Hay venenos que no parecen dañinos en pequeñas cantidades... pero te van destruyendo de a poco.

- Lo se. - suspiré. - ¿Qué hay si me descubren?

- Tranquila, yo estaré siempre para protegerte.

- ¿Y cómo me lo quitaré después?

- Un simple baño bastará. - lo miré, arqueando una ceja ante sus palabras. - Kikyo, a veces los problemas más complejos poseen las soluciones más simples.

Fin del flashback.

En aquel momento sólo pensaba en una cosa: convertirme en yokai y permanecer toda la vida al lado de Naraku, asegurándome no solamente su protección si no todas las comodidades que, siendo humana, jamás podría conseguir.

Pero... ahora que el tiempo pasó y conocí mejor a Inuyasha...

Regresó con su ropa en la mano y me la entregó. En el mismo instante en el que nuestras miradas se encontraron, mis ojos se llenaron de lágrimas. Quería abrazarlo fuertemente, confesarle todo y decirle que me había enamorado de él, pero no podía... el simple hecho de hacer algo como eso sólo significaría perderlo.

Y es algo a lo que no estoy dispuesta.

- Muchas gracias. - tomé las prendas, tratando de evitar a toda costa el contacto con su piel e ingresé al baño casi corriendo.

Alrededor de media hora después por fin salí y lo primero que sentí fue el olor a comida proveniente de la cocina. Me acerqué a ella y sonreí al verlo preparar lo que seguramente iba a ser la cena.

- Inuyasha. - volteó. - ¿Puedo poner mi ropa a lavar?

- Claro.

Ya conocía el lugar en donde se encontraba la lavadora, por lo que sólo fui y coloqué mis cosas. Al regresar no dudé en acercarme y abrazarlo por la espalda, provocando un respingo de su parte.

- Lo siento, ¿te asusté?

- Algo así. - volteó y se quedó mirándome fijamente. - ¿Segura que estas bien?

- Si, nada que no pueda solucionarse, ¿te ayudo en algo?

En ese momento comencé a sentir mi estomago revolverse, seguramente producto de la mezcla de olores que chocaron mi nariz una vez que me acerqué y, sin dudarlo, regresé corriendo al baño.

- ¡Kikyo! - podía escuchar su voz al otro lado de la puerta mientras vomitaba lo que había comido horas antes. - ¿Necesitas ayuda?

Me senté en el suelo y suspiré.

Esto será más complicado de lo que pensé.

Finalmente Inuyasha entró y se sentó a mi lado.

- ¿Estas bien? - corrió un mechón de mi pelo, dejando mi cara al descubierto.

- Si, no te preocupes. - sonreí. - Al parecer será más difícil de lo que creí.

- Es normal. - me atrajo hacia él, apoyando mi mejilla en su hombro y rodeándome con su brazo.

Permanecimos en aquella postura unos momento y, cuando finalmente lo miré de reojo, pude notar un dejo de preocupación en la expresión de su rostro.

- ¿Estas bien? Luces preocupado.

- Si, es sólo que hay algunas cosas que debemos hablar sobre... el bebé.

- Si, creo que te dije que en la semana iría al doctor, ¿vendrás conmigo?

- Si, por supuesto que iré. - me miró, sonriendo. - Siempre estaré para mi hijo.

Inuyasha...

No aguanté y lo besé, acariciando su mejilla mientras le agradecía internamente por haber aparecido en mi vida.

Inu No Taisho

Mis ojos estaban fijos en el atardecer, el cual se ocultaba en el horizonte lo suficientemente lento como para permitirme disfrutarlo con creces. De un momento a otro percibí su aroma y sólo esperé a que se posicionara a mi lado.

- Señor. - hizo una reverencia la cual no vi, pero no era necesario, siempre la hacía.

- Myoga. - respondí sin mirarlo. - ¿Todo esta bien por allá?

- Bueno... más o menos.

- ¿Qué es lo que sucede?

- Señor, ¿cree que es seguro el no decirle al amo Inuyasha y Sesshomaru donde se encuentra?

- Mientras menos sepan ellos, más seguros estarán.

- Pero... ¿ha logrado dar con la señorita Zero?

- Aún no, pero se que está aquí, pude percibir su aroma al llegar, luego desapareció.

- ¿Qué? ¿Cómo es eso posible?

- Al parecer el hecho de haber pasado tanto tiempo lejos de esta época ha provocado que mis cristales fallen un poco ante la Fuyouheki.

- Amo, no lo estoy comprendiendo.

Aquel aroma llegó a mi nariz antes de darme cuenta y, al voltear, me encontré con sus prominentes ojos dorados.

- Buenas tardes. - sonreí.

- Ya me parecía haber percibido tu olor, Taisho.

- Señora Irasue. - Myoga hizo su reverencia. - Un placer el volver a verla.

- Anciano Myoga, ha pasado demasiado tiempo.

- Ciertamente, no volví a saber de usted hasta que decidió regresar y vivir en esta época.

- ¿Qué puedo decirte? - llevó sus ojos al cielo. - La Época Feudal me ha regalado cosas que no conseguiré en ninguna otra.

- Myoga. - giró y me miró. - ¿Podrías dejarnos solos un momento?

- Si, señor, regresaré con sus hijos. - asentí y él se marchó.

Regresé mi mirada al cielo nocturno, contemplando los últimos dejos del atardecer mientras Irasue se colocaba a mi lado.

- ¿Qué te ha traído por aquí, Taisho?

- No vine a buscarte, si eso es lo que crees.

- No necesito que lo hagas. - sonrió. - Lejos de ti siempre estuve mejor.

- ¿Sabes algo de Zero?

- Mm, entonces ese es el motivo por el que su asqueroso olor comenzó a sentirse hace un tiempo, se encuentra aquí

- Entonces, si puedes ubicarla.

- No es tan sencillo, su aroma desaparece por momentos.

- Eso significa que la Fuyouheki está fallando.

- O están usando algo que proviene de esa piedra, pero no es la piedra.

De repente y sin esperarlo, Inuyasha pasó corriendo frente a nuestros ojos en dirección a la aldea de humanos que se encontraba cerca de nuestra posición.

- Entonces esto es lo que hacía cuando desaparecía del castillo por las noches. - sonreí. - Iba en busca de la mujer que amaba. Es una lástima que no pueda verme.

- Somos seres atemporales, Taisho, no pertenecemos a esta línea de tiempo. - pronunció ella con seriedad. - El pasado se repite como un bucle infinito, más quienes ya lo abandonamos no podemos volver a tener contacto con la parte de nosotros que se quedó aquí. Por más que nos acerquemos a quienes habitan aquí, ellos jamás podrán vernos o hablar con nosotros.

- ¿Has visto a tu yo de esta época?

- Por supuesto. - sonrió. - También te he visto a ti. - me miró. - Te ves exactamente igual.

- No esperaba menos. - sonreí. - Por el momento sólo me interesa encontrar a Zero antes de que se desate una guerra con los Sakana. - mi semblante se ensombreció.

- Me sorprendes, Toga. - no me agradó su tono burlón. - Eres un hombre inteligente, ¿por qué no usas la ventaja de estar en esta época y vas a verlos? Después de todo ellos no pueden verte.

- ¿Sabes? Por estas cosas fue que me enamoré de ti en un principio.

- Al parecer te olvidaste de tu amor cuando esa mujer se atravesó en tu camino. - nuevamente sonrió.

- ¿Siempre usarás la misma técnica?

- Sólo te digo tus verdades. - volteó y comenzó a caminar, alejándose lentamente.

No me gustaba admitirlo pero ella tenía razón, tenía una ventaja muy grande y debía utilizarla, al menos para tratar de atar cabos.


Voy a dejar un par de aclaraciones para quienes no me siguen en la página de Facebook y no leyeron el post en el que hice estas aclaraciones.

1: Kahori no es la reencarnación de Midoriko, ambas están en este mundo y son seres individuales. Más adelante explicaré de que manera están relacionadas.

2: Bankotsu fue quien le reveló a Magatsuhi los planes de Inuyasha y Kahori, ya que este deseaba apoderarse de la Perla de Shikon. Bankotsu ofreció esa información a cambio de aumentar el poder de su Banryu.

3: En esta historia, la Perla de Shikon es capaz de aumentar los poderes demoníacos de ciertos elementos con sólo posarse unos momentos sobre ellos, impregnándolos con su energía (a diferencia del canon, en donde se necesitan los fragmentos)

4: Inu No Taisho e Irasue están en la época feudal pero ya no pertenecen a ella (las palabras que ella pronuncia son muy importantes para comprenderlo). Sería una especie de "viaje en el tiempo" en donde no pueden ser vistos.