Capítulo 11: Marceline y Bonnie.

-¿Finn?-preguntó Minerva con un toque de sorpresa. Finn se adelantó rápidamente con una sonrisa nerviosa en su rostro.

-Perdón, llegué tarde, tuve que hacer unas cosas…-dijo, claramente improvisando.

-¿Qué cosas?-preguntó su madre ligeramente preocupada al notar su tono evasivo.

-Nada, mamá. Estaba...-dijo tratando rápidamente de cambiar el tema-resolviendo algo, pero ya está-se quedó en silencio un momento antes de agregar con una mirada furtiva hacia su profesora-ya saben, cosas de la escuela-

Minerva arqueó una ceja claramente poco convencida por la respuesta de su hijo pero decidió no presionar ni insistir tan abruptamente.

-Siéntate, Finn. Estábamos hablando de algo muy importante-le indicó señalando una silla vacía junto a ella.

Bonnie permaneció en silencio, observando la actitud de su estudiante y captó que algo no estaba bien pero prefirió no presionar más en ese momento. Minerva, por otro lado, no se dejaba engañar tan fácilmente. Mientras Bonnie hablaba sobre qué podían hacer para ayudarlo a pasar el año, Minerva notó cómo Finn evitaba hablar de sus calificaciones o de cualquier asunto que podría haberlo retrasado.

Finn, por otro lado, se dejó caer en la silla intentando parecer interesado en la conversación que su madre y profesora tenían. Pero su mente lo traicionaba, llevándolo de regreso al incidente de hace unos minutos.


*Flashback*

Había salido de la clase de matemáticas con prisa, buscando llegar a tiempo a la reunión. Pero cuando estaba en el pasillo, unos bullies lo interceptaron bloqueándole el camino con sus risas burlonas.

-Miren quién anda con prisa-dijo uno de ellos cruzándose de brazos con una sonrisa maliciosa-¿a dónde crees que vas, fenómeno?-

Finn no le respondió, intentando ignorarlos; pero fue inútil, otro lo empujó contra la pared.

-¿Tan rápido te vas? ¿ni siquiera nos vas a saludar?-se burló.

Antes de que Finn pudiera reaccionar sintió que lo sujetaban por los hombros y lo llevaban hacia la salida trasera. El aire fresco lo golpeó justo cuando se dio cuenta de que se encontraban en el estacionamiento de los profesores y de lo que planeaban hacerle.

-¡Oigan, suéltenme!-gritó Finn luchando por liberarse sin éxito.

-Vamos, no te pongas así. Es solo una inofensiva broma-dijo uno de los bullies mientras levantaban la tapa de un contenedor de basura. En cuestión de segundos, lo arrojaron dentro y cerraron la tapa con un estruendo.

-¡Ayuda! ¡déjenme salir, idiotas!-gritó el chico rubio moviéndose entre la basura, las risas resonaron mientras Finn golpeaba el interior del contenedor, furioso y humillado-¡saquenme de aquí!-

Dejó de gritar y golpear el interior del contenedor cuando escucho cómo entre los tres pateaban el contenedor desde afuera provocando que cayera de espaldas sobre unas bolsas cerradas. Los pasos se alejaron, al igual que las risas y Finn tardó varios minutos en encontrar la manera de salir de ahí por su cuenta ya que debido a las patadas el contenedor se había volteado. Para cuando logró salir, estaba cubierto de polvo, raspones y con la ropa llena de manchas de dudosa procedencia pero no tenía tiempo para lamentarse, tampoco podía volver al baño a intentar limpiar un poco su ropa. Sin perder más tiempo corrió hacia el laboratorio, al llegar a la puerta, hizo todo lo posible por recomponerse antes de entrar.

*Fin flashback*


De vuelta en el presente, Finn apretó los puños bajo la mesa recordando la humillación. Apenas escuchaba lo que Bonnie y Minerva decían, pero cuando su madre lo llamó, se sobresaltó.

-¿Finn?-repitió Minerva mirándolo con expectación-¿has estado prestando atención?-

-Uh… s-sí... sí, claro-murmuró aunque no tenía idea de qué era lo que habían estado hablando todo ese rato.

Minerva lo observó con una mirada que denotaba preocupación y sospecha pero decidió dejar el tema de lado por el momento.

-No sé si lo habrás notado, pero últimamente Finn está completamente perdido en mi materia. Apenas presta atención en las clases, se duerme en ellas, no se esfuerza en estudiar y me sobra decir que esta es la segunda vez que reprueba un examen que contiene hasta los ejercicios más básicos-explicó Bonnie golpeteando con su bolígrafo magenta el papel que tenía el último examen donde se señalaba con rojo todas las respuestas sin contestas y las que ciertamente el adolescente había fallado en responder por sí mismo-Sra. Campbell, esto es grave, si Finn no recibe ayuda pronto, podría terminar repitiendo el año-explicó con seriedad, observando a Minerva por la reacción. Ella suspiró, recostándose en su silla.

-Lo sospechaba... pero no sabría qué hacer. Finn ha estado tan... ¿cómo decirlo? raro en casa últimamente. Está distraído, pero no he podido obtener una respuesta clara de él. ¿Qué propones que haga?

Bonnie se acercó un poco más bajando la voz para que Finn no la escuchara mientras planteaba su propuesta.

-Quizás deberíamos buscar un tutor para él o un grupo de estudio... no tiene que hacer esto solo, pero necesita encontrar un enfoque diferente si realmente quiere pasar el año.

Minerva asintió lentamente, su expresión cambió a una más reflexiva.

-Entiendo-accedió mientras se levantaba de la silla y la mujer de cabellos rosas hacía lo mismo-de acuerdo, Bonnie. Lo hablaré con él en cuanto salga de la escuela. Gracias por informarme-

Bonnie esbozó una sonrisa profesional y asintió antes de tomar sus cosas.

-Espero que funcione, Sra. Campbell. Si necesitan algo, no duden en decírmelo.

Finn caminaba en silencio al lado de su madre mientras dejaban la escuela atrás. Minerva no había hablado mucho desde que se reunieron con Bonnie, pero su expresión era seria. Finn sabía que estaba en problemas; no obstante, podía encontrar las palabras para romper el hielo.

Finalmente, Minerva se detuvo, obligando a Finn a hacer lo mismo.

-¿Finn?-habló la mujer de cortos cabellos rubios volteándose hacia él con los brazos cruzados.

-¿Sí, mamá?-respondió, tratando de sonar calmado aunque por dentro se moría de nervios.

-¿Podemos hablar un momento antes de volver a casa?-preguntó Minerva señalando una banca cercana. Finn tragó saliva, sabía que algo no andaba bien pero simplemente obedeció y siguió a su madre, se sentó junto a ella mientras intentaba evadir su mirada-¿se puede qué está pasando contigo últimamente?-

Finn levantó la vista pero evitó mirarla directamente.

-Nada, mamá-contestó el adolescente-solo… ya sabes, cosas de la escuela-

Minerva negó con la cabeza, claramente frustrada.

-No, Finn. No son solo cosas de la escuela. Estuve hablando con tu profesora, me dijo que has estado reprobando exámenes, que no prestas atención en clase. Y hoy llegaste tarde a nuestra reunión ¿qué está pasando?

El chico tragó saliva, buscando desesperadamente una excusa que sonara convincente.

-Es que… estaba ocupado con algo. Me retrasé un poco, eso es todo-dijo Finn para luego guardar silencio.

Minerva no parecía convencida, dejó escapar un profundo suspiro, una clara muestra de decepción.

-Finn, ¿qué más me estás ocultando?-preguntó Minerva con su tono aún más serio.

-Nada, mamá. De verdad, no es gran cosa-respondió finalmente, aunque sabía que aquella respuesta no sería suficiente-es que… estaba ocupado con algo. Por eso me retrasé un poco-

-¿Por qué no me dijiste que reprobaste Química otra vez?-preguntó la mujer con un tono de voz más decepcionado que molesto-¿cuántas cosas más me estás ocultando, Finn?-

El adolescente de cabello rubio sintió que el nudo en su estómago se apretaba.

-No quería preocuparte, mamá. Sé que estás ocupada con el hospital y… pensé que podía manejarlo.

Minerva dejó escapar un suspiro profundo, pasándose una mano por la frente.

-No se trata de si puedes manejarlo o no, Finn. Soy tu madre. Estoy aquí para ayudarte, pero no puedo hacerlo si me mientes o me ocultas cosas.

Finn bajó la cabeza, sintiéndose cada vez más pequeño.

-Lo siento…

Minerva lo observó por un momento, evaluando sus palabras. Finalmente, habló, pero su tono seguía siendo firme.

-Escucha, necesito que tomes tus estudios en serio. Por eso he decidido que no irás al festival con Phoebe.

Cuando Minerva anunció su decisión, Finn se dejó caer nuevamente en la banca, su frustración era palpable.

-¿Qué? ¡no, mamá!-exclamó Finn, alzando la voz con desesperación-¡no puedes hacerme esto!-

-Puedo y lo haré. A menos que demuestres que estás comprometido a mejorar, no tienes derecho a ir al festival con tu amiga-sentenció su madre con un tono de voz firme que denotaba que no estaba dispuesta a cambiar de opinión.

-¿Y si me esfuerzo más?-propuso el chico de repente, con un tono de voz casi suplicante-¿y si paso el examen de recuperación? Te lo prometo, voy a estudiar y sacare una mejor nota…-pero la mujer levantó una mano para detenerlo.

-Lo siento, Finn. Pero no puedo confiar en tus promesas si no cumples con tus responsabilidades, a menos que...-continuó ella-si te esfuerzas de verdad y apruebas tu examen de recuperación, reconsideraré mi decisión. Pero quiero que tomes esto en serio. Además, vas a tener tutorías dos veces por semana durante las tardes después de la escuela con un chico que está cerca de aquí-

Finn frunció el ceño, claramente incómodo.

-¿Tutorías? ¿con quién?-preguntó confundido.

-Con un chico llamado Fern. Es nuevo en el área y está dando tutorías para cubrir sus gastos.

Finn sintió que el nombre resonaba en su mente, deteniéndolo por un momento. Recordó la noche en el autobús, cuando su mirada se cruzó con la de un chico rubio de cabello desordenado y mechones verdes, con una guitarra descansando en su regazo.

-¿Fern?-repitió Finn en un murmullo, tratando de no parecer demasiado sorprendido. Minerva lo observó, intrigada por su reacción.

-¿Lo conoces?

Finn negó rápidamente, desviando la mirada.

-No… bueno, creo que lo he visto antes, pero no lo conozco bien.

Minerva asintió, sin darle demasiada importancia.

-Entonces será una buena oportunidad para que lo conozcas mejor-le dijo ella-y para que te concentres en tus estudios-

Finn suspiró, sabiendo que no tenía otra opción si quería ir al festival.

-Está bien, lo haré. Pero si apruebo el examen ¿me dejarás ir al festival con Phoebe?

Minerva asintió lentamente, aunque su expresión seguía siendo seria.

-Si demuestras que puedes cumplir con tu palabra y apruebas, entonces puedes ir al festival. Pero quiero resultados, Finn. No más excusas.

Finn asintió resignado pero determinado.

-Gracias, mamá-exclamó abrazándola-te prometo que no te voy a decepcionar-

Mientras caminaban hacia casa, su mente seguía dándole vueltas al nombre de Fern, preguntándose cómo sería trabajar junto a alguien que, aunque apenas recordaba, había dejado una pequeña impresión en él. No pudo evitar sentir su corazón acelerarse al tiempo que sus manos comenzaban a sudar dentro de los bolsillos de sus jeans y su respiración se tornaba un tanto acelerada. En eso comenzó a cuestionarse por qué una simple mención podía alterar tanto su ritmo.

Por otra parte, Minerva no pudo evitar sentirse aliviada por haber llegado a un acuerdo con su hijo, aunque en el fondo sabía que aún quedaba un largo camino por recorrer para que Finn entendiera la importancia de sus responsabilidades.

El bullicio en el centro de la ciudad envolvía a Marceline mientras caminaba con su bajo colgado al hombro. Había pasado toda la mañana ayudando a su padre y aunque el día prometía ser largo, estaba ansiosa por perderse en la música con su banda. Cuando dobló en una esquina, la figura de cierta joven de cabellos rosas se hizo evidente a lo lejos, Marceline intentó ignorarla al principio enfocándose en sus propios pensamientos, pero no pudo evitar que sus ojos se chocaran con los de Bonnibel. La tensión fue inmediata haciendo que el sonido de la ciudad se desvaneciera casi al instante.

Bonnibel fue la primera en moverse, cruzó la calle para dirigirse hacia Marceline con paso decidido, aunque su expresión delataba la incomodidad que sentía.

-Hey, Marcy-dijo ella con un tono de voz firme pero más suave de lo que pretendía ser.

-Bonnie-contestó la joven de largo cabello oscuro inclinando la cabeza, ajustó la correa del estuche de su bajo como si estuviera preparándose para lo que sea que viniera a continuación.

El silencio que siguió fue denso, lleno de palabras no dichas. Bonnie fue la primera en romper esa tensión, incapaz de soportar por mucho más tiempo la distancia que sentía.

-Hace mucho que no hablamos-comentó aunque sabía que aquella frase no iba a alivianar la carga.

-Sí, supongo que ambas hemos estado ocupadas con nuestros asuntos-respondió Marceline con un tono de voz neutral casi frío. Bonnibel bajó la mirada por un momento antes de volver a elevarla para observar a Marceline, con una mezcla de nostalgia y duda. El silencio volvió a instalarse entre ellas, pero esta vez, Marceline fue la que decidió enfrentarlo-¿por qué me estás hablando ahora, Bonnie?-

-Supongo que…-Bonnibel titubeó buscando las palabras adecuadas-quería asegurarme de que estuvieras bien-

-¿Ahora te importo?-preguntó Marceline soltando una risa seca, aunque sus ojos no reflejaban burla ni diversión.

-Siempre me importaste, Marcy-Bonnie dio un paso hacia atrás, como si aquellas palabras la hubieran golpeado físicamente-solo… no sé si lo hacía de la manera correcta-

El comentario desarmó a Marceline por un momento pero en lugar de dejar que la emoción la dominara, enderezó los hombros y sacudió la cabeza.

-Tengo que irme. Mi banda me espera-sin darle tiempo a Bonnie para responder, Marceline se giró y comenzó a caminar, dejando a la joven de cabello rosa sola en medio del bullicio de la ciudad. Bonnibel la observó marcharse, con un peso en su pecho que sabía no desaparecería tan fácilmente. En eso, la joven de largo cabello oscuro frenó en seco antes de girarse hacia Bonnie, su mirada se mostraba más relajada aunque aún contenía rastros de tensión-está bien. Tal vez deberíamos hablar en serio de lo que pasó entre nosotras… algún otro día-

Bonnie, sorprendida por la respuesta, asintió lentamente.

-Me parece bien. ¿Te parece si te escribo para ponernos de acuerdo?

-Claro-Marceline volvió a ajustar la correa de su bajo, intentando mantener la compostura-pero no te hagas demasiadas expectativas. No sé si esto cambiará las cosas-

-A veces no se trata de cambiar-Bonnie dio una leve sonrisa más esperanzada que antes-sino de entender-

Marceline no respondió, simplemente levantó una mano en señal de despedida antes de reanudar su camino. Aunque la interacción había sido incómoda, la promesa de un futuro encuentro dejaba una puerta abierta a algo más.

El sonido del bajo resonaba suavemente en la bodega mientras Marceline afinaba las cuerdas, ajustando los últimos detalles antes de comenzar el ensayo. El resto de la banda estaba lista: Georgy golpeaba las baquetas contra sus piernas al ritmo de una melodía improvisada, Wendy junto con Phoebe y otra chica más repasaban algunas estrofas en el papel donde se encontraba la letra de la canción que tocarían, y Booboo repasaba algunas notas en su trompeta.

Marceline miró hacia la puerta, esperando que Fern apareciera en cualquier momento.

-¿Y Fern?-preguntó Booboo alzando la voz por encima de los ruidos dispersos. Marceline se encogió de hombros, sin dejar de afinar su bajo.

-Seguramente se quedó dormido otra vez. Ya saben cómo es él.

El baterista soltó una carcajada.

-Es un clásico-comentó Georgy sin dejar de reírse-¿crees que se acuerde de que teníamos ensayo hoy?-

-Si no aparece en los próximos cinco minutos, lo llamo-Marceline suspiró dejando el bajo a un lado mientras cruzaba los brazos.

Justo cuando estaba a punto de sacar su teléfono, la puerta de la bodega se abrió de golpe. Fern entró casi corriendo, su cabello desordenado y el estuche de su guitarra golpeando su espalda mientras trataba de recuperar el aliento.

-¡Lo siento, lo siento!-dijo entre jadeos levantando una mano como si eso bastara para calmar las miradas que lo observaban.

-¿Dormiste demasiado o qué?-preguntó Marceline arqueando una ceja divertida pero también un poco exasperada. Fern negó rápidamente, dejando su guitarra en el suelo mientras buscaba algo en su bolsillo.

-No, no es eso. Es que... tuve que resolver unas cosas en el camino. Pero ya estoy aquí.

Marceline lo observó por un momento, notando el sudor en su frente y cómo evitaba mirarla directamente. Decidió no presionarlo, al menos no en ese momento.

-Está bien. Solo espero que no vuelvas a llegar tarde. Vamos a comenzar desde el principio.

Fern asintió, colocando su guitarra en posición mientras el resto de la banda se preparaba. A pesar del retraso, todos estaban listos para perderse en la música y prepararse para el festival. A medida que el ensayo continuaba, Marceline intentaba concentrarse en los acordes de su bajo pero su mente vagaba hacia el encuentro con Bonnibel unas horas antes. No podía evitar pensar en las palabras de Bonnie, especialmente esa frase:

"A veces no se trata de cambiar, sino de entender."

No sé cómo explicar esto pero… se siente extraño imaginarme volviendo a hablar con Bonnie de forma tranquila, como si todo pudiera resolverse con una simple conversación. Y es que pasaron tantas cosas entre nosotras que la idea de enfrentar de nuevo estos viejos sentimientos me hace sentir muy incómoda.

-¡Marcy!-la voz de Fern la sacó bruscamente de sus pensamientos.

-¿Qué?-respondió ella, alzando la mirada.

-Te estás adelantando al ritmo otra vez-dijo Fern con una sonrisa maliciosa-¿qué pasó? ¿ahora tú decides romper las reglas?-

-¿Ah, sí?-la joven de largo cabello oscuro frunció el ceño visiblemente irritada-¿y tú quién eres para hablar de romper el ritmo, Fern? ayer te adelantaste como tres veces-

-Bueno, al menos yo no estaba pensando en quién sabe qué mientras tocaba-respondió Fern, sin perder la oportunidad de molestarla. Aquel comentario generó una reacción inmediata en Marceline, quien dejó el bajo a un lado, cruzando los brazos mientras lo miraba con los ojos entrecerrados.

-¿Quieres seguir burlándote, o prefieres que ensayemos en serio?

Fern levantó las manos en un gesto de rendición, aunque su sonrisa burlona seguía presente.

-Relájate, Marcy. Solo digo que deberías seguir tus propias reglas, ¿no?

Antes de que la discusión pudiera escalar, Wendy, la tecladista, intervino con un tono divertido.

-¿Van a seguir peleando como niños pequeños, o podemos retomar el ensayo?

La interrupción fue suficiente para romper la tensión. Marceline y Fern intercambiaron una mirada antes de soltar una carcajada al unísono.

-Está bien, está bien-dijo Marceline volviendo a tomar su bajo-pero cuidado, Fern. Si te adelantas, no voy a perdonarte tan fácil-

-Lo mismo digo, jefa-respondió él ajustando su guitarra con una sonrisa.

El ensayo continuó con más energía, y aunque la tensión inicial había quedado atrás, Marceline no podía evitar que, de vez en cuando, su mente regresara a Bonnibel y a la posibilidad de volver a verla pronto. Mientras Marceline y Fern intercambiaban miradas desafiantes, el resto de la banda los observaba con una mezcla de diversión e impaciencia.

-¿Van a seguir así todo el día?-preguntó Wendy cruzando los brazos con una sonrisa sarcástica-porque, si quieren, podemos poner un ring aquí mismo para que se desahoguen-

Fern rió entre dientes, pero Marceline no estaba dispuesta a dejarlo pasar tan fácilmente.

-Oh, claro, Wendy. Pero no hace falta un ring cuando Fern ya sabe que no tiene oportunidad conmigo-comentó la chica de forma provocadora y desafiante.

-¿Eso crees?-Fern arqueó una ceja, tomó su guitarra eléctrica verde y colocó las manos sobre las cuerdas-¿quieres que lo comprobemos ahora mismo? porque estoy seguro de que puedo tocar mejor que tú incluso con los ojos cerrados-

El resto del grupo comenzó a reír mientras Marceline entrecerraba los ojos, aceptando el desafío sin palabras.

-De acuerdo, señor guitarrista estrella-dijo ella apoyando el bajo contra su pecho y señalándolo con una sonrisa desafiante-si tienes tanto talento, ¿por qué no demuestras lo que vales?-

Fern no necesitó más invitación. Comenzó a tocar una melodía rápida y compleja, sus dedos moviéndose con destreza sobre las cuerdas de la guitarra. Los demás se quedaron en silencio, impresionados por su habilidad, pero Marceline no se dejó intimidar. Cuando el adolescente terminó, Marceline tomó su bajo y, con una mirada de pura confianza, empezó a tocar una línea rítmica que complementaba perfectamente a la melodía de Fern, añadiendo un toque personal que dejó al resto de la banda boquiabierta.

-Bueno, supongo que ambos son buenos-interrumpió Wendy levantando las manos para detener el duelo musical-pero si terminan de presumir, tal vez podamos ensayar la canción completa, ¿no?-

Marceline y Fern se miraron, todavía con sonrisas desafiantes pero finalmente comenzaron a reír.

-Está bien, está bien-dijo Fern levantando las manos en señal de rendición-Marcy, eres una digna oponente-

-Y tú no tocas tan mal para alguien que siempre llega tarde-bromeó Marceline mientras ajustaba el ritmo de su bajo.

El ensayo avanzó con ritmo constante, las melodías y los acordes llenaban la bodega con una energía casi palpable. Marceline, sin embargo, seguía inquieta. Mientras ajustaba las cuerdas de su bajo entre canciones, su mirada se posaba en su cuaderno de letras, que había dejado descuidadamente sobre una mesa al fondo de la sala.

Wendy notó su distracción y decidió intervenir.

-¿Qué sucede, Marcy? estás más pensativa que de costumbre.

-Nada, estoy bien-respondió Marceline rápidamente pero Wendy no parecía convencida.

-¿Tiene algo que ver con ese cuaderno?-preguntó señalando el objeto con un gesto casual.

Marceline se tensó, pero sabía que no podía esquivar la conversación por mucho tiempo.

-Tal vez…-murmuró levantándose para tomar el cuaderno. Lo sostuvo entre sus manos por un momento antes de mirar a sus compañeros-quiero decirles que he estado trabajando en algo… una canción-

El grupo guardó silencio, sorprendido hasta que Fern fue el primero en hablar.

-¿La famosa canción secreta?-preguntó el chico de cabellos rubios con las puntas teñidas de verde arqueando una ceja.

-Sí, esa misma-admitió Marceline pasando las páginas con cuidado-no estaba segura de si debía mostrárselas, pero creo que ya es hora de ponerla en práctica-

La banda reaccionó con entusiasmo, formando un semicírculo alrededor de Marceline mientras ella les explicaba el ritmo y el tono.

-Hay una parte aquí-dijo la joven señalando las líneas en el cuaderno-donde pensé que podríamos hacer un dúo-dirige su mirada hacia Fern-Fern, me gustaría que la cantaras conmigo-

Fern se acercó para leer lo que estaba marcado en el cuaderno, su expresión cambió de una de curiosidad a interés.

-Esto se ve genial, Marcy. Me encantaría, pero…-miró la hora en su teléfono y su rostro se ensombreció ligeramente-ya no tengo tiempo. Tendrá que ser otro día-

-¿Qué? ¿por qué?-preguntó Marceline visiblemente apenada. Fern tomó su guitarra y se colocó la correa alrededor de los hombros.

-De verdad lo siento, me gustaría quedarme más tiempo pero tengo que ir a trabajar-respondió el adolescente-empiezo hoy mismo-

El comentario captó la atención del resto del grupo.

-¿Trabajar?-preguntó Phoebe ladeando la cabeza-¿desde cuándo tienes trabajo?-

Fern sonrió con nerviosismo, evitando las miradas directas.

-Desde ahora.

-¿Y qué tipo de trabajo es?-intervino Georgy claramente intrigado.

-Solo un trabajo pequeño para ganar algo de dinero-respondió Fern encogiéndose de hombros-nada importante-

Marceline lo observó, captando que había más en la historia, pero decidió no presionarlo.

-Bueno, supongo que será para la próxima vez. Pero me debes una, Fern.

-Siempre te debo una, Marcy-respondió él con una sonrisa antes de salir de la bodega. Mientras la puerta se cerraba tras él, Marceline regresó al centro del grupo respirando hondo.

-Está bien, entonces por ahora tendré que practicar sola. ¿Están todos listos?

Los demás asintieron con entusiasmo y la música comenzó. A pesar de la temprana ausencia de Fern, la canción fluía con una intensidad emocional que llenó la bodega. Aunque al principio dudaba, Marceline pronto perdió la vergüenza y dejó que su voz y su bajo hablaran por ella.

[Letra de "Inmortal"]

Tengo aquí bajo el vestido bien escondiditos tus besos malditos

Mariposas que al alba de regreso a casa se venían conmigo

Yo tengo aquí bajo la cama cada madrugada que la deshicimos

Tengo tantas cosas y ninguna está en su sitio

El sol comenzaba a ocultarse, alumbrando las calles de la ciudad de un cálido tono anaranjado. Fern corría con pasos firmes pero también algo apresurados, aún sentía el peso del ensayo y la energía que había dejado atrás. Con su guitarra colgando en la espalda y las manos en los bolsillos de su chaqueta, miraba distraídamente los escaparates y a las personas pasando a su alrededor.

Tengo aquí dentro de un vaso la primera ola de aquella mañana

Tengo en uno de mis rizos el ritmo del tango que siempre bailabas

Yo tengo escrito en un suspiro aquellas palabras que nunca dijimos

Tengo tantas cosas y ninguna está en su sitio

El camino hacia el edificio donde vivía no era largo, pero esa tarde parecía eterna, la idea de comenzar a trabajar lo ponía más nervioso de lo que quería admitir. Aunque el dinero escaseaba y lo necesitaba desesperadamente, dar tutorías a niñatos de preparatoria era algo que a Fern difícilmente podría gustarle hacer.

Después de ti entendí que el tiempo no hace amigos

Que corto fue al amor y que largo el olvido

Al llegar subió las escaleras hasta el piso donde le habían asignado una sala para las sesiones. El ambiente era tranquilo y el eco de sus pasos resonaba suavemente en los pasillos, no había muchas personas merodeando a esa hora, supuso que la mayoría de los profesores se encontraban fuera cumpliendo con su jornada laboral o realizando otras actividades. Fern ajustó la correa de su guitarra, pensando en cómo abarcaría la clase.

Seré tu luz, seré un disfraz

Una farola que se encienda al pasar

Cualquier mariposa, la estrella polar

Que viene sola y muy solita se va

Seré el sabor de un beso en el mar

Un viejo proverbio sobre cómo olvidar

Seré inmortal porque yo soy tu destino

Cuando finalmente llegó a la sala, empujó la puerta con cautela y apoyó su guitarra en una esquina de la habitación. Fue entonces ahí cuando lo vio: sentado en una silla, revisando su teléfono, estaba Finn. Fern se detuvo en seco, su mente lo llevó de nueva cuenta a aquella noche cuando se conocieron en el autobús.


*Flashback*

Se volteó para ver a aquel chico, este se dio cuenta de que lo estaban observando y otra vez intento ocultar su rostro con la capucha de su chaqueta negra pero eso no funcionó.

-¡Oye!-Finn se levantó de su lugar y camino hacia el chico-yo te conozco… eres el chico que vi al salir de la escuela-

-¡Me descubrió!-pensó Fern-¿y ahora qué hago? ¿debería responderle o simplemente ignorarlo? no lo sé-

-Hey, ¿acaso me estás escuchando?-preguntó Finn sacando a Fern de sus pensamientos.

-¿Q-qué? s-sí, claro… quiero decir, si, te estaba escuchando-respondió Fern despreocupadamente-como sea ¿qué haces aquí a estas horas? no es que quiera saberlo ni nada pero se me hace extraño que cada vez que voy a alguna parte tengas que aparecer de repente-

-Lamento si te estoy incomodando pero, no podía dormir así que salí de mi casa para pensar un poco-mintió Finn, pensó que aquel chico se creería su mentira pero eso no paso.

-No te creo, veo tu mirada y sé que me estas mintiendo-comentó Fern-eres malo para mentir ¿no es así? es más, estoy casi seguro de que te escapaste de tu casa para ir a alguna parte sin el permiso de tus padres-

-E-eso no es cierto, estoy diciendo la verdad-dijo Finn con nerviosismo le asustaba la idea de que ese chico pudiera meterlo en problemas, en más de los que ya estaba-s-solo salí de mi casa, no me escape para ir a ninguna parte ¿no me crees?-

-Sí, por supuesto que te creo y como dije antes creo que eres muy malo mintiendo… pero… yo puedo enseñarte a mentir apropiadamente si quieres.

-No gracias, suficiente tuve con verte al salir de la escuela y que me trataras mal. Es más ¡ni siquiera se tu nombre! ¿cómo te llamas?

-¿Acaso importa mi nombre? ya te dije que no quiero decírtelo, no debería interesarte tanto saber mi nombre.

-¡Si me interesa!-dijo Finn casi gritando, Fern lo miró y enseguida desvió la mirada avergonzado-cuando… cuando conoces a alguien… tienes que decirle cómo te llamas, si no nunca sabrás con quien hablas o cuando volverás a ver a esa persona que acabas de conocer y… y… por eso yo te dije mi nombre-

-Y ¿quién te crees que eres para decirme como debo comportarme cuando hablo con una persona? ¿mi mamá? Jajaja, no lo creo-respondió Fern con cierto deje de sarcasmo en la voz.

-No, pero solo intento darte un consejo. No sabía que ibas a tomarlo así, lo siento-dijo Finn, cuando dijo el "lo siento" lo hizo en voz baja para que ese chico con el cabello teñido de verde no lo escuchara-por cierto ¿a dónde te diriges tú a esta hora de la madrugada?-

-Iré a una fiesta, mis amigos me están esperando allí-respondió Fern.

-¿No crees que ya es un poco tarde para ir a una fiesta?

-Oye, nunca es tarde para ir a una fiesta-dijo Fern un poco molesto por las preguntas del chico, giró su cabeza para ver el paisaje nocturno por la ventanilla del autobús.

Después de eso ninguno de los dos volvió a dirigirse la palabra, de vez en cuando cruzaban miradas pero eso hacía que Finn se sintiera un poco incómodo y rápidamente volvía a desviar la mirada hacia otro rincón del autobús. Solo esperaba que su madre no supiera que se escapó de casa para ir a la misma fiesta a la que estaba yendo ese chico sentado junto a él, él no era así, nunca antes había desobedecido a su madre y tenía miedo de que se metiera en problemas al volver.

-Hey, ¡hey tú!-lo llamo el chico junto a él trayéndolo de vuelta a la realidad-s-solo… solo quería decirte que… me llamo Fern. Me lo preguntaste en la mañana y yo… bueno, solo quería responderte-

-No importa, tu dijiste que no querías que supiera tu nombre así que… supongo que no había necesidad alguna en decírmelo-dijo Finn encogiéndose de hombros. Fern solo se limitó a reírse un poco por la actitud del chico-hey, no te rías ¡estoy hablando en serio!-

-No me estoy riendo de ti, tonto. Me rio de lo mal que quedas intentando ser cool-le contestó Fern sin dejar de reírse, eso molesto un poco a Finn quien le dio un golpe en el brazo-¡auch! oye ¿por qué me golpeas?-

-Eres un idiota ¿lo sabías?

*Fin flashback*


Reconoció al chico al instante: el cabello rubio, la postura ligeramente relajada, y esa expresión de alguien que estaba donde no quería estar.

Finn levantó la vista al escuchar la puerta abrirse y, por un segundo, sus ojos también mostraron reconocimiento.

-¿Tú?-preguntaron al unísono.