Atención Este capítulo contiene escenas eróticas con contenido sexual. Leer bajo su propia responsabilidad.

Los personajes no me pertenecen son creación del gran Akira Toriyama. La trama e historia si son idea original mía.

Hay tanto que quiero contarte, hay tanto que quiero saber de ti. Ya podemos empezar poco a poco, cuéntame: ¿Qué te trae por aquí?

No te asustes de decirme la verdad, eso nunca puede estar así tan mal. Yo también tengo secretos para darte y que sepas que ya no me sirven más hay tantos caminos por andar

Dime si, tú quisieras andar conmigo... Cuéntame si quisieras andar conmigo...—. Andar conmigo, Julieta Venegas

Vegeta se hallaba de muy buen humor, después de varios días de no estarlo. Tenía pocas semanas que había regresado del espacio exterior, de su infructuosa búsqueda de Kakaroto como el llamaba a Gokú por el espacio.

Se hallaba de buenas pues el entrenamiento al que se estaba sometiendo con ayuda de Bulma y su padre, estaba resultado bastante fructífero. Con ese buen talante se encontraba, y se dirigió a su cuarto para darse un merecido baño después de su arduo entrenamiento, cuando estaba apunto de tomar una buena ducha se percató que la insolente muchacha terrícola había tenido las agallas de molestarlo en su propia habitación...

—Ah sí que ya acabaste de entrenar... Al menos deberías también encargarte de lavar tu ropa Vegeta...— Decía Bulma, mientras se recargaba en la puerta del baño de la habitación del saiyan.

La mujer terrícola exasperaba a Vegeta, nunca hacía lo que le pedía, era grosera, altanera, y jamás le mostraba miedo.

Esa actitud lo sacaba de quicio y le generaba intriga a la vez. Muchas veces habían peleado fuertemente, a ella le gustaba empujarlo al borde del abismo. Vegeta se había hallado muchas veces al límite, a punto de aplastar esa apetecible garganta.

Cuando ella lo exasperaba demás, lo hacía preguntarse cómo se sentiría cerrar su mano sobre ese fino cuello, sentirla estremecerse debajo de su tacto, de sentir su respiración agitarse mientras dejaba de recibir el oxígeno que necesita para vivir, de mirar sus ojos desorbitarse al sentir la falta de respiración, le hacía querer ver el terror en ellos. La parte en él que aún clamaba sangre deseaba verlo, deseaba intentarlo.

Pero había otra parte de él que se preguntaba que pasaría con él después de que apagara su vida, pues su estancia en la tierra se volvería demasiado aburrida, sin ningún reto, sin ningún escándalo, ni nadie que le molestara, pero tampoco sin nadie que le hiciera segunda en sus locuras.

El científico padre de la mujer gritona, e irreverente, claro que lo apoyaba pero era más por su naturaleza gentil y que como científico que era le interesaba hacer nuevas creaciones pero nada más.

En cambio ella, desde que el príncipe saiyajin había aceptado la invitación a vivir en su casa, se había percatado que su emoción e interés por sus peleas y el apoyo que ella le había dado era genuino.

Realmente ese interés y emoción por apoyarlo se sentía completamente diferente, incluso cuando él se empezaba a desesperar en su entrenamiento, ella llegaba con más actualizaciones y nuevos robots que solo alimentaban el hambre de superarse de Vegeta.

Y era por eso que aunque una parte de él quería ver el miedo por fin emerger en la cara de esa mujer altanera, el resto de él se rebelaba.

Pero eso no quería decir que no quisiera medio matarla en momentos como estos, cuando altiva entraba en sus dominios, y lo retaba de esa forma.

Vio a Bulma recargada en la puerta de entrada de su cuarto de baño, acababa de salir de bañarse y solo cubrían sus caderas una toalla, eso era todo lo que lo separaba de la desnudez completa.

El carácter agresivo de la hembra le gustaba, sobre todo desde que algunas semanas después de su regreso a la Tierra, ella había echado a patadas al debilucho ese que tenía como amante.

La vio terminar con él y no aceptarlo de regreso, no debería importarle esa situación al saiyan, pero se había sentido inmensamente feliz de no tener que lidiar más con él, pululando por los alrededores de la corporación cápsula.

Desde entonces la fémina lo había torturado muchas veces, pues la descarada osaba masturbarse casi a diario, con las ventanas de su balcón abiertas, haciendo que los sonidos de sus lujuriosos gemidos mientras se daba placer a sí misma se escucharan perfectamente desde la habitación del príncipe saiyajin.

Las últimas noches habían sido un infierno para él debido a ese concierto incitante que ella le daba, terminaba tan duro que tenía que ir al baño a darse placer así mismo, así había sido su calvario noche a noche antes de dormir.

La miró ahí tan altiva, tan arrogante y sensual como siempre, la mirada de Vegeta se paseó en forma descarada por todo su cuerpo, iba vestida con precioso vestido negro bastante corto que dejaba ver sus esplendorosas piernas blancas, tan suaves tan deseables, bastante a la vista.

La descubrió haciendo lo mismo, recorriendo con su mirada azul el cuerpo del príncipe guerrero, de una forma tan impúdica, sobre todo por que él solo tenía una corta toalla que envolvía sus caderas, únicamente dejando su hombría oculta detrás de ella, alzó su ceja y se rio malicioso al verla morderse el labio mientras la mirada azul se perdía en sus abdominales.

— Así que ¿Esa es tu patética excusa para entrar en mi cuarto sin pedir permiso, mujer vulgar?—

Decía en tono malicioso mientras con su pregunta la hacía perder su concentración y mirarlo nuevamente a los ojos.

Se acercó agresivo an ella pretendiendo amedrentarla, pero Bulma quería eso, buscaba de alguna forma ser dominada por el saiyan. Le atraía muchísimo y cada vez su curiosidad por él, por entenderlo la llevaba cual oveja al matadero a acercarse, a ser quién se ofreciera a ser degollada para ese dios exigente; a proponerse para ese sacrificio.

Ella contestó mostrándose tan altanera como siempre como si la excesiva cercanía del saiyan que técnicamente estaba en cueros no le molestara.

— No soy tu sirvienta y mi madre tampoco lo es... no vamos a estar recogiendo tus trapos sudorosos y mugrientos por toda tu habitación, deberás ponerlos en el canastilla de la ropa sucia que hemos puesto ahí — Decía mientras señalaba el cesto de mimbre color café que habían puesto para esa función.

La sonrisa ladina del hombre se extendió, — ¿Y si no lo hago que harás?¿Como me obligarás, mujer vulgar? — Decía mientras la acorralaba contra la pared de la habitación, la tenía encerrada entre sus brazos y la espalda de la fémina chocaba contra un lado de la recámara, el saiyan la miraba de frente.

A pesar de hallarse en desventaja ella seguía manteniendo la frente en alto, el desafío de esos ojos lo atraía, le gustaba. Pronto se dio cuenta que su bestia interior ya no le exigía la sangre de ella, quería domarla, sí. Dominarla, lograr su sumisión y quebrarla pero ya no por medio del dolor, ya no viendo el terror en esos azules ojos y mientras la vida se escapaba de ellos.

Tenerla tan cerca había despertado a su cuerpo, a su propia sensualidad dormida... como sucedía cada noche cuando escuchaba el concierto de gemidos que esa descarada le daba. Y ahora su bestia interior la quería tenerla sumida a sus deseos egoístas, gritando su nombre mientras él enterraba su cabeza entre las piernas de la fémina y probaba el adictivo olor a esencia femenina que de ahí surgía.

Bulma había estado coqueteando con el peligro últimamente, le encantaba provocar a Vegeta, y a pesar de lo sensual y descarada que muchas veces era, realmente nunca malició que sus constante provocaciones por fin la podrían en una situación como esa, teniendo al príncipe de los saiyajines técnicamente desnudo y respondiendo en forma bastante agresiva y sugerente a sus usuales provocaciones.

Aunque sí había sido su intención molestarlo, provocarlo, jamás creyó que el orgulloso príncipe terminara respondiendo de esa forma a sus constantes insinuaciones, lo sintió abrazar su cintura y dejarla realmente pegada a él, mientras la pequeña prenda que representaba la toalla caía al suelo.

—Entonces ¿Cómo piensas obligarme?— en forma descarada dijo mientras ella sentía la firme erección del saiyan encajarse sobre su abdomen, misma que no pudo ver, a pesar de que se había caído la toalla, pues la tenía tan fuertemente abrazada a él, no dejando así espacio entre ellos para que pudiera espiar.

El sonrojo se hizo presente en las mejillas de la peliazul, al sentir la dura virilidad empujar sobre su cuerpo; Bulma se volvió a morder el labio, suspiró profundamente mientras la mirada decidida volvía a ella, y le sonreía presuntuosa de regreso.

— Tu tienes tus armas Vegeta... y yo tengo las mías...— Arrogante decía mientras cerraba el espacio entre ellos y se apoderaba de la boca del saiyan.

Vegeta se sorprendió ante ese sorpresivo ataque, el beso inicial lo dominó Bulma, y aunque no sabía él lo que ella pretendía al atacar su boca no se separó, le gustó eso de unir sus labios, aún cuando nunca antes lo hubiera hecho. Le encantó el sabor que ese beso tenía, el sabor a fresas que esa boca sensual ofrecía.

Las pocas veces que había tenido sexo en alguno de los planetas dedicados al placer sexual, se había sólo tratado de eso, satisfacer el instinto normal de cualquier saiyan adulto, sin ningún tipo de caricia suave, siempre todo se había reducido a una transacción comercial para la mujer en cuestión y un descargo de energía y de exceso de simiente de su cuerpo para el saiyajin.

Ese ataque sorpresivo a su boca fue toda una provocación y aún así gustoso aceptó el reto; y agresivo, demandante, respondió a la declaración de guerra propiciada por la fémina.

Rápidamente tomó el mando de la situación cargando a Bulma contra la pared, obligándola a abrazar con sus suaves, torneadas y blancas piernas sus caderas desnudas, clavando así su eje desnudo sobre las bragas que apenas cubrían y contenían la exhuberante femineidad de la hembra terrícola.

La tenía así recargada contra la pared mientras continuaba ese condenado beso que sería la perdición de ambos.

Para cuando pudieron razonar, él ya le había arrancado el vestido, y se encontraba solamente en su ropa interior.

— Yo... Vegeta... espera... — Tarde se dio cuenta que había comenzado un juego que ya se le había salido de las manos, pero el saiyan no la escuchó, continuó besándola, bajando ese río de besos por su mentón, probando la suavidad de ese cuello blanquecino que se le ofrecía, mientras deliciosos jadeos salían de la hembra.

Acarició ansioso las suaves y torneadas piernas, mientras esa mano traviesa subía y conquistaba esas opulentas y apetecibles caderas.

Continuó bajando sus besos hasta llegar al nacimiento de esos esplendorosos senos cubiertos por un pequeño sostén que apenas si los contenía. Bulma sintió cuando el saiyan se deshizo de éste...

— Espera Vegeta... Yo... no deberíamos...— Se sabía temeraria pero definitivamente se había metido en una empresa demasiado grande para ella.

—¿Qué pasa mujer? Has estado provocándome todas las noches con tus vulgares sonidos de placer— Le decía en tono ronco al oído Vegeta.

— Me cansé de jugar... — remató mientras la mirada llena de obscuridad la contemplaba atentamente como si de ese duelo de miradas dependiera quien ganaría el siguiente movimiento.

Bulma se sentía muy excitada pero tenía miedo de que todo se saliera de su control. Aún así parte de ella deseaba llevar todo hasta las últimas consecuencias.

—¿Te portarás en forma más educada y dejarás de ser un idiota conmigo y mis padres?— Decía con voz bastante sugerente mientras ofrecía sus senos suaves y turgentes a la boca del saiyajin.

Nunca en toda su vida Vegeta había tenido una mujer tan parecida a su raza, Bulma era exquisita, sublime, una princesa de cuentos en toda regla, había fantaseado con ella, le atraía demasiado pero siempre la supo fuera de sus límites, y ahora por fin la tenía entre sus brazos.

—¿Y qué me darás a cambio?— decía sugerente mientras inhalaba y respiraba el dulce olor que despedía la sensual humana de su cuello.

Ella rodeó con sus brazos el cuello de Vegeta mientras abrazaba más fuertes las caderas de éste y restregaba su intimidad sobre él, y sentía como esa virilidad al desnudo se encajaba entre la V de sus piernas, como si estuviera desesperada de ingresar a su hogar.

La nariz de Vegeta rozó los senos ahora al desnudo de la preciosa mujer. Le volvía loco el mirarlos tan grandes, tan suaves y sugerentes, le volvía loco ver esos pezones, casi color durazno, deseaba probarlos.

Mientras recorría con su nariz la suave y esponjosa área de los pechos, seguía esperando la respuesta de la humana, no tocaría más allá a la mujer hasta que no tuviera su permiso específico.

— ¿Y bien?— urgió desesperado.

— Si aceptas lo que pido y mantienes tu palabra me tendrás a mí...— decía Bulma entre respiraciones entrecortadas.

Bulma a pesar de ser una científica demasiado inteligente no lo era tanto en los temas del amor.

Y acababa de firmar un contrato con el diablo sin leer las letras pequeñas.

— Hecho...— fue todo lo que él dijo para después entregarse al placer de amantarse de los senos suaves y núbiles de la hermosa mujer.

Jadeos suaves salían de ella mientras él seguía con su tortuosa labor contra los mismos.

— Ahh — era todo lo que de ella salía.

Vegeta quería enseñarle obediencia como había deseado su lado más salvaje, hacerla más sumisa a sus deseos, verla beberse su simiente, pero ahora era él quien se encontraba borracho, intoxicado de deseo.

No supo en qué momento la llevó hasta su cama para cuando ella pudo tener un atisbo de cordura él ya la había desnudado, lo miró dedicarle una mirada maliciosa, mientras abría sus piernas y miraba en forma impúdica la perfecta femineidad que se escondía entre las piernas de la hembra y que se hallaba escondida debajo de aquel pequeño mechón azul de enredados rizos azules, muy bien recortados en forma triangular.

Bulma quiso negarse pero el saiyan fue más rápido enterrando su cara, y su legua en ella, bebiendo su esencia y nublando la mente de la peliazul, quien en ese momento solo sentía todas las sensaciones a flor de piel.

Jadeos suaves salieron de ella mientras ella misma empujaba más la cabeza del saiyan entre sus piernas y poco a poco montaba, restregaba su sexo en la boca de él al sentir el calor recorrerla debido a las maravillas que esa boca pecaminosa, que esa lengua hacía en ella.

El grito de su orgasmo llenó todo el cuarto y la hizo temblar cuando no pudo resistir más la intensidad de emociones que esa lengua le provocaba.

Vegeta le sonrió presuntuoso, mordiendo suavemente todo su cuerpo mientras subía por él, marcándola de alguna forma con sus besos.

Besó a Bulma en forma hambrienta haciéndola saborearse en ese beso.

— ¿Estás lista para sellar nuestro trato?— Decía con voz más que ronca mientras paseaba su miembro por los resbaladizos labios inferiores de la fémina.

— Yo... Vegeta...— Bulma sabía que lo que estaba por hacer era una locura, éste no era Yamcha, el lobo del desierto era fácil de predecir y de manejar.

Éste era Vegeta, el despiadado y mercenario príncipe de los saiyajines, que no dudaría en matarla an ella y a cualquier persona.

— Tampoco harás daño a ninguno de mis amigos ni de la gente de la Tierra... mientras sea tuya mantendrás tu promesa...—

Decía mientras tomaba la cara del saiyan con sus manos.

— Siempre que esa protección excluya a Kakaroto...— Fue todo lo que el saiyan respondió mientras seguía paseando su miembro por todo el sexo de Bulma, incitándola a darle una respuesta positiva.

Bulma solo asintió mientras capturaba de nueva cuenta la boca del saiyan, un jadeo más fuerte salió de ella mientras sus precioso ojos azules se abrían al sentir la endurecida virilidad del saiyan abrirse paso dentro de ella.

Vegeta sintió que su mente quedó en blanco... Todos los lados dentro de él, se combinaron: el lado sanguinario, su lado guerrero, su lado como príncipe se unieron a su naturaleza saiyajin, a la exigencia sensual de su hombría... todos clamaban por lo mismo, querían que la sed que había estado creciendo a lo largo de los años en él se llenara, se contuviera, se calmara.

Lo jadeos de placer de Bulma eran bebidos por el mientras los besos continuaban, la cargó, sentándola sobre él, mientras la veía completamente desnuda, únicamente adornada por los rizos, por los caireles azules de su ondulada cabellera que caía libre sobre sus hombros, y su mirada perdida en el deseo le decía lo mucho que ella estaba disfrutando de ese momento.

Ella gritó por tercera vez en orgasmo y el sintió como las contracciones dentro de ella lo llevaban a su propio clímax, dejando salir su simiente caliente en ella, marcando a la hembra como suya...

Cayeron exhaustos y sudorosos en la cama, no importándoles el enredo de piernas y brazos en los que se hallaban, simplemente se quedaron dormidos.

Se levantaron algunas horas después, mientras se miraban ambos a la cara, una vez que el momento de pasión, de desenfrenada locura había pasado y la razón dominó de nuevo sus sentidos, se vieron frente a frente con un ligero rubor en la mejilla de ambos, sin saber bien que decir.

O al menos de lado de Bulma, hasta que lo vio levantarse, recoger su ropa tirada y aventarla al cesto de ropa, lo siguió al baño y decidió arriesgarse a tomar una ducha con él.

No pusieron etiquetas ni nombres a eso que acababa de comenzar, fue el acuerdo tácito que ambos tuvieron, de alguna forma a pesar de no tener un título para lo que había entre ellos, se sabían de ahora en adelante exclusivos...

—Estaré en el laboratorio el resto de la tarde...— Dijo a manera de comentario mientras se secaba en cuerpo con la toalla. — Supongo que irás a entrenar...¿Llegarás a cenar con nosotros?— Preguntó dudosa, estaban en un terreno desconocido y no quería asustar a Vegeta con demasiadas exigencias.

Él solo asintió confirmando de esa forma, pero no diciendo nada más en voz alta...

Lo vio ponerse la armadura, y creyó que ya no le diría nada más, pero estaban a puerta cerrada así que el saiyan se acercó a ella sorprendiéndola y robándole otro efusivo beso.

Nunca antes de Bulma y de este encuentro que habían tenido el saiyan había besado, era su primera vez con respecto a los besos, aunque el sexo lo conociera, se sintió todo diferente, porque ella lo había hecho con él por así quererlo y no porque hubiera una transacción comercial de por medio, el sexo le sabía distinto.

De alguna forma por primera vez tuvo "algo" una relación con alguien diferente a lo que conocía; algo que era completamente suyo y era por eso que ese lazo tan íntimo que esos besos representaban para él le había fascinado.

Siguió besándola pero tuvo que dejarla ir pues de nuevo se había excitado, pero tenía un entrenamiento que hacer, — Si por algo no termino mi entrenamiento a tiempo y debo permanecer en la cámara más tiempo del necesario, no me esperen y cenen; en cuanto salga iré a tu habitación, mantén la ventana de tu alcoba abierta.—

Fue todo lo que dijo para después terminar se ponerse sus guantes y salir de su habitación. No hubo palabras románticas, no hubo promesas eternas, y de alguna forma ese último beso, le había hablado a Bulma de un compromiso más serio entre ellos, sin ataduras sin etiquetas pero más exclusivo que cualquier relación que ambos hubiesen tenido en el pasado con alguien más, ambos salieron de la habitación del príncipe para continuar con sus actividades normales, todo parecía normal en la corporación cápsula pero ya nada sería lo mismo.

Una nueva realidad había nacido, una que en un comienzo solo atañía a ellos dos... pero que a futuro, producto de sus pasionales encuentros generaría un lazo, una unión que traería una nueva vida a ellos y que los uniría de una forma aún más permanente ...

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¡Hola a todos!

Hay mil forma de imaginar esos inicios y esta es una de ellas, ¿Qué piensas del one shot? Déjenme saber sus comentarios