Serina nunca habría imaginado que la gran sala de espera del hospital pudiera llenarse con tantas figuras importantes y reconocidas de Kivotos. El lugar estaba saturado de tensiones, murmullos apagados y un aire de preocupación palpable. A pesar de las diferencias entre ellas, todas compartían un mismo propósito: estar allí, esperando noticias de Sensei.

La sala, iluminada por luces blancas frías que apenas mitigar la pesadez del ambiente, tenía bancos dispuestos a lo largo de las paredes y un espacio central que parecía más vacío por la falta de movimiento. Sin embargo, esa quietud contrastaba con la intensidad de las emociones contenidas en cada rincón.

En un lado, Nagisa, sentada con su habitual porte impecable, intentaba mantener la compostura, aunque su rostro reflejaba una sombra de cansancio poco habitual. A su lado estaban Seia y Mika, pero esta última estaba casi irreconocible. Sus ojos estaban hundidos, rodeados de ojeras profundas, como evidencia de noches interminables sin descanso. Mika mantenía la mirada fija en el suelo, sus manos temblorosas descansando sobre sus rodillas. Era evidente que esta semana había sido un infierno para ella.

Cerca de ellas, el grupo de Trinity se encontraba reunido, aunque el ánimo entre ellas era igualmente sombrío. Hifumi Ajitani sostenía un peluche de Peroro-sama contra su pecho con cuidado, como si fuera el objeto más valioso del mundo. Había insistido en traerlo, creyendo que ayudaría a Sensei a recuperarse más rápido, pero su rostro revelaba que esa esperanza era más una forma de consuelo propio que una certeza real.

Junto a Hifumi estaba Shirazu Azusa, quien parecía estar al borde del colapso emocional. Sus ojos rojos e hinchados delataban que había estado llorando sin descanso, y en sus manos se aferraba a un pequeño peluche de Sensei, uno que él mismo le había regalado. Azusa, usualmente reservada y seria, ahora murmuraba de forma casi inaudible, como si esa única palabra pudiera traerlo de vuelta:

—Sensei…

Koharu Shimoe y Hanako Uruwa intentaban mantenerse fuertes, pero ambas intercambiaban miradas nerviosas, incapaces de encontrar palabras para consolar a sus amigas.

En la esquina más alejada de la sala, el grupo Arius Squad parecía casi fuera de lugar, pero la culpa y el dolor que cargaban eran inconfundibles.

Saori Joumae, con su expresión fría y mirada distante, permanecía inmóvil, como si intentara ocultar el peso de la culpa que la atormentaba. A su lado, Atsuko Hakari observaba en silencio, sus manos cruzadas frente a ella, con un aire de inquietud que era difícil de ignorar.

Misaki Imashino estaba sentada en el suelo, abrazando sus rodillas mientras hundía la cabeza entre sus brazos. Era difícil saber si estaba llorando, pero el temblor ocasional de sus hombros lo sugería. A su lado, Hiyori Tsuchinaga miraba a las demás con una mezcla de incomodidad y tristeza, su mirada desviándose ocasionalmente hacia la puerta como si esperara que alguien entrara para traerles buenas noticias.

Serina observaba la escena con el corazón pesado, intentando encontrar las palabras adecuadas para aliviar, aunque fuera un poco, la tensión que llenaba la sala. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo, el murmullo de la sala fue interrumpido por un alboroto proveniente del pasillo.

—¡Espera! No puedes entrar así sin más. La sala está llena, y el paciente necesita descansar... —se escuchó la voz de una estudiante de la academia, claramente intentando detener a alguien.

De repente, la puerta de la sala de espera se abrió de golpe, chocando contra la pared con un estruendo que resonó por toda la habitación. El ruido cortó las conversaciones y los pensamientos de todos los presentes, dejando un silencio sepulcral.

En la entrada, Sorasaki Hina se erguía como una figura imponente, irradiando autoridad y una presencia que parecía absorber toda la energía del lugar. Su expresión era glacial, sus ojos fijos en el fondo de la sala como si nada más importara. Incluso en ese estado, era imposible ignorar su porte: la líder indomable del Prefect Team, una fuerza que siempre dominaba cualquier lugar que pisara.

Detrás de ella, las integrantes de su equipo la seguían como una escolta personal, cada una manteniendo una postura firme. Había algo en su presencia que hacía imposible apartar la mirada, como si hubieran llegado para reclamar algo que les pertenecía.

Hina avanzó sin vacilar, ignorando las protestas de los asistentes y el personal médico que intentaban detenerla. Sus pasos resonaban en el suelo de la sala, cada uno de ellos cargado de determinación y una presión casi tangible que parecía aplastar a las personas más débiles de espíritu.

—¿Qué está haciendo aquí? —murmuró alguien en voz baja, demasiado asustado para hablar más alto.

El silencio que seguía a cada uno de sus movimientos solo era roto por el eco de sus botas contra el suelo. Cuando finalmente se detuvo en el centro de la sala, sus ojos recorrieron a cada uno de los presentes antes de fijarse en la puerta cerrada que conducía al cuarto de Sensei.

Por un momento, nadie se atrevió a hablar. Incluso las estudiantes más valientes parecían pequeñas frente a la presencia de Hina. Finalmente, con una voz que era tanto un ruego como una orden, ella habló:

—No vine aquí para esperar. Estoy aquí para verlo. …-El peso de sus palabras cayó sobre la sala como una losa, y todos los presentes supieron que nada podría detenerla.

Hina permanecía en la entrada, inmutable, mientras sus ojos, fríos y calculadores, recorrían la sala. Su mirada se detuvo brevemente en cada rostro conocido, como si estuviera evaluando la importancia de su presencia allí. Era imposible no notar el aura de autoridad que emanaba de ella, una mezcla de fuerza inquebrantable y presión intimidante.

A pesar de que muchas de las personas presentes no tenían una conexión directa con Hina, compartían algo en común en ese momento: la preocupación profunda por Sensei. Pero su aparición, como siempre, traía consigo una tensión difícil de ignorar.

Nagisa, que estaba sentada junto a Seia y Mika, alzó ligeramente una ceja al verla entrar. Aunque mantenía su porte impecable, un ligero destello en sus ojos delataba su incomodidad. Hina, líder de Gehenna, no era alguien que pudiera ignorarse fácilmente, y su mera presencia en un espacio de Trinity siempre levantaba sospechas.

—Incluso Sorasaki Hina está aquí... —murmuró Nagisa, su voz lo suficientemente baja como para que solo Seia y Mika la escucharan. Había sorpresa en su tono, pero también una aceptación resignada. Después de todo, Sensei tenía una habilidad extraña para conectar a personas que, en circunstancias normales, jamás se cruzarían.

Mientras Hina avanzaba por la sala, sus pasos resonaban con firmeza. La estudiante que había intentado detenerla alzó una mano en señal de disculpa.

—L-lo siento, Serina-sempai... intenté detenerla, pero... —balbuceó, claramente avergonzada.

Serina suspiró pesadamente, colocándose frente a la puerta que conducía a la sala de Sensei. Su mirada reflejaba tanto cansancio como determinación.

—Líder de Prefect Team, por favor, no avance más. No debería haber entrado así —dijo Serina, esforzándose por mantener un tono amable, aunque la firmeza en su voz dejaba claro que no toleraría más ese tipo de comportamiento frente a Sensei. .

Hina, sin detenerse, se acercó aún más, con una mirada gélida que parecía atravesar a cualquiera que se interpusiera en su camino.

—No me estorbes, enfermera de Trinity. Quiero ver a Sensei asi que aún lado o te destruiré junto a este hospital..—gruñó, su voz cargada de una frialdad casi mecánica, pero lo suficientemente quebrada como para revelar un trasfondo de desesperación.

El corazón de Serina dio un vuelco. Podía ver, aunque fuera solo un destello, que detrás de esa fachada de fuerza inquebrantable, Hina estaba tan preocupada como cualquiera en esa sala. Pero eso no justificaba el escándalo que estaba causando.

Lentamente, deslizó una mano hacia el bolsillo de su uniforme, donde guardaba un bisturí. No tenía intención de usarlo, pero debía mostrar que no retrocederá tan fácilmente.

Antes de que pudiera hacer algo más, una figura emergió desde la esquina más oscura de la sala. Saori Joumae, la líder del Arius Squad, caminó hacia Hina con pasos firmes.

—Es suficiente —dijo Saori, su voz carente de emoción pero con la autoridad suficiente para captar la atención de todos. Se colocó entre Hina y la puerta, enfrentándola directamente.

—Estamos en un hospital. Incluso Sensei puede estar dormido. No hagas esto más difícil de lo que ya es.

Hina la miró con una mezcla de sorpresa y desprecio no le causaba gracias escuchar eso viniendo de alguien que lastimo a su sensei poniéndole una bala en su estomago.

—Asquerosa terrorista... —gruñó, apretando los puños mientras clavaba sus ojos en Saori. El odio era palpable. Saori, la misma persona que en el pasado había herido gravemente a Sensei, estaba ahora en su camino evitando ver a Sensei.

-...acaso tu tuviste algo que ver en esto….Joumae?...-gruñe Hina

-...- Saori solo permanecía en silencio pero su mirada no se inmutaba ante la frialdad de Hina.

-...porque si es así…te juro que usaré todos mi poder para cazar y destruir a cada Arius que me encuentro empezando con tu equipo….-gruñe Hina sorprendiendo a todas por la frialdad y la amenaza de Hina

Sorasaki Hina por algo era conocida por siempre cumplir sus amenazas incluso si causaba daño colateral en el proceso.

Hifumi, Hanako y Koharu se puso adelante de Azusa, después de todos era una ex Arius y no iba a dejar que Hina le pusiera las manos encima

El grupo de Saori se sentía ahora más tenso y Saori no le causaba gracias esa amenaza, tanto que su mano estaba para agarrar el arma de su funda

-...Inténtalo líder de Gehenna….puedo ser más difícil de tratar…..-gruñe Saori enojada, no solo causaba un escándalo en el hospital donde Sensei este durmiendo si no que incluso amenaza a su única familia que le quede.

Estaba dispuesto a luchar contra todos Kivotos si hace falta.

Todas estaba ahora en una situación tensa mientras Nagisa miro como Mika estaba a punto de querer entrar ya que sus puños temblaba de la ira.

Por más confiable que sea Hina a los ojos de sensei….una Gehenna siempre será Gehenna y Mika no toleraba una Gehenna cerca de sensei

El intercambio de miradas y amenazas entre ambas era como un duelo a punto de iniciar, lleno de una tensión tan densa que parecía succionar el aire de la habitación.

El resto de las personas presentes miraban la escena con cautela, el grupo de Saori se preparaba para luchar si es necesario, no tenían sus armas pero si sus pistolas incluso Atsuko sacaba un cuchillo.

Hifumi y las demas estaba en cualquier momento de sacar a Azusa a la mínima que empezara la pelea

Todas estaba lista ya que cualquier movimiento en falso podría desencadenar un conflicto innecesario.

Serina, que aún sostenía el bisturí en su mano, dio un paso adelante. Aunque su corazón latía con fuerza, habló con una voz firme, llena de la autoridad que le otorgaba su posición como enfermera y como alguien igualmente preocupada por Sensei.

—¡Basta ya! —exclamó, su voz resonando con un eco que atravesó la sala. Sus palabras parecieron romper el hielo entre Hina y Saori, aunque ninguna de las dos apartó la mirada.

—Esto no es un campo de batalla ni uno de sus entrenamientos. ¡Es un hospital! Y Sensei está en recuperación. Si quieren discutir y luchar , háganlo afuera, pero no aquí…..no frente a Sensei…..-exclamó Serina a punto de llorar

Se sentía tan inútil no tenía el poder y la fuerzas como las grandes estudiantes como Hina o Mika….pero no quería que Sensei despertara por esto….

Por una razón tan estúpida como culparse entre ellas por algo que no tuvo control sobre si misma.

La sala quedó en completo silencio tras las palabras de Serina. Incluso Hina, que no era alguien que cediera fácilmente, parecía haber sido alcanzada por la intensidad de su tono. Respiró profundamente, pero no dijo nada.

Sus ojos se desviaron hacia la puerta detrás de Serina, su expresión todavía rígida, pero con un brillo de frustración que no podía ocultar.

Saori también retrocedió ligeramente, bajando la guardia aunque mantuvo su postura firme. Sabía que cualquier acción violenta en ese momento sería contraproducente, tanto para ella como para el resto del grupo.

Serina bajó lentamente su bisturí, manteniéndolo aún en su mano por precaución. Dio un paso atrás, asegurándose de que ambas entendieran que no permitiría más interrupciones.

—Todas estamos aquí por la misma razón. Pensemos en Sensei primero, no en nosotras….sensei no esta muy bien la verdad…—agregó, su tono ahora más suave, pero no menos firme.

La sala permaneció en silencio, pero agradecía profundamente por la intervención de Serina ya que por un instante, la tensión pareció disiparse, aunque el aire seguía cargado de emociones contenidas.

Nagisa se paró finalmente para poder estar frente a la líder de Gehenna

—Hina, ya basta —dijo Nagisa con un tono firme, pero sin dejar de ser compasiva

-...Nagisa Kirifuji….Líder de la academia Trinity…-decia de manera fría frente a Nagisa

-...siento que tengamos que reencontrarnos en esta circunstancia pero……-Nagisa tenia una expresión seria pero tranquila mirando a Hina

—. Culparte no hará que Sensei mejore. No estamos aquí para buscar culpables, sino para asegurarnos de que se recupere. Si realmente quieres ayudar, entonces controla tu ira y tu desesperación. No estamos solos en esto, y todos estamos sufriendo por lo que ocurrió.-dijo de manera tranquila

Las palabras de Nagisa hicieron eco en la habitación. Mika y Seia asintieron ligeramente, mostrando su apoyo, mientras que Hifumi se abrazó más fuerte a su peluche, buscando consuelo en el caos emocional que invadía la sala. Azusa observó a Hina con una mezcla de empatía y firmeza, manteniéndose firme en su postura.

Hina bajó la mirada por un momento, sus labios apretados en una fina línea. La culpa seguía presente en sus ojos, pero las palabras de Nagisa lograron, aunque fuera por un momento, apaciguar la tormenta en su interior. No obstante, aún parecía atrapada en una lucha interna, incapaz de encontrar una salida a su dolor.

Serina aprovechó el breve silencio para intervenir.

—Lo mejor que pueden hacer por Sensei ahora es estar aquí para él, pero de una manera constructiva. Si siguen llenando esta sala de tensión, solo harán que la situación sea más difícil para todos, incluido para ustedes mismos. Por favor, confíen en el personal médico. Haremos todo lo posible para que se recupere.

Saori, que hasta ese momento había estado en silencio, dio un paso hacia Hina, mirando a la líder de Gehenna directamente a los ojos. —Hina, entiendo lo que sientes. Yo también cometí errores que llevaron a que Sensei terminara así.

Pero no podemos permitir que nuestra culpa nos paralice. Si realmente queremos enmendar lo que hemos hecho, entonces debemos mantenernos fuertes para él.

Hina respiró profundamente, como si estuviera tratando de tragar todo el peso de sus emociones. Al final, asintió lentamente, aunque no dijo nada. Ako, aún a su lado, le dio un apretón suave en el brazo, intentando brindarle un poco de consuelo.

Serina solo podía suspirar de alivio de poder calmar la situación en cual basto para dar una orden silenciosas a las demás enfermeras del lugar para darles bocadillos y bebidas dado que no se irían y ni se separaría de sensei

Cada una se enfrentaba a una nueva situación y realidad ahora que Sensei puede que no vuelva a ser el mismo

El daño a su cuerpo quedó tan dañado que es no posible vivir su vida normal .

Había perdido un ojo por el cual estaba ciego de un ojo, su brazo derecho seguían sin encontrarlo y su único brazo solo quedó 3 dedos

Mika tuvo que dormir un rato dado que Nagisa lo ordenó, en su mente recordando algo muy amargo

Flash back

Sangre salpicando a una pared, Sensei se encontraba encadenado y atado a una pared de un calabozo ubicado en la academia Trinity

Sensei solo podía escupir sangre...su frente no paraba de gatear Sangre

-...Mika...no tiene porque hacer eso...-decía Sensei cansado mirando a una chica cuyo halo estaba rojo como la sangre

Tenía la apariencia de una hermosa ángel pero...parecían una bruja, sus puños cubiertos de la sangre de sensei

El sonido de las cadenas resonaba en la fría y húmeda celda, cada movimiento de Sensei era acompañado por un leve tintineo metálico. Mika, con el rostro enrojecido por la ira, se erguía frente a él, sus manos temblorosas y manchadas de sangre. Su halo, usualmente brillante y sereno, brillaba con un tono escarlata que parecía vibrar con su furia contenida. Cada respiración que tomaba estaba cargada de resentimiento y frustración.

—¡No entiendo! ¿Por qué? —gritó, su voz quebrándose entre la rabia y la desesperación—. ¿Por qué sigues acercándote a esas... cosas? A esas de Gehenna... ¡no me prometiste que estaria conmigo! ¿Acaso no te importa lo que pienso? ¿acaso soy un juguete para ti?...-Decía Mika al último un con un tono de sollozo

Sensei, encadenado y apenas consciente, levantó la mirada con dificultad. Su ojo bueno apenas podía enfocarse, y la sangre que goteaba de su frente nublaba su visión. Tosió, escupiendo más sangre al suelo

-...(Mika)...-pensó sensei con mucha pena, entre todas las chicas de Kivotos que cuidaba, Misono Mika era la más inestable mentalmente y al depender emocionalmente de él no hacia mas que empeorar su estado mental.

-...RESPONDE DE UNA VEZ!...-grito Mika enojada

—Mika... Ellas... no son lo que piensas... No todo es como... como lo ves..-decía Sensei para volver a escupir sangre…..-se sentía cansado y aún aturdido

Increíble lo que él cuerpo humano puede soportar, los golpes de Mika pueden prácticamente romper paredes como si nada y doblar metales

Solo Mika es la estudiante con más fuerza bruta de todas pero ahora su fuerza se incrementó de manera bestial

El primer golpe casi sentía que Mika le quería sacar la cabeza del hombro, realmente le dio escalofríos.

-...(olvide que no son humanas….si ellas quisieran podía habernos conquistados y volvernos sus esclavos…porque no lo hizo?)...-pensó Sensei escupiendo un diente resultado del primer golpe que dio Sensei

Kivotos prácticamente podía haber conquistado el mundo lateralmente pero no lo hizo….solo quería vivir en paz

Podía ver a Mika llorando, sus lágrimas como cascada saliendo de sus ojos

-...porque no quiere estar conmigo….no solo Gehenna….también Abydos, Millennium, Shanhaijing….incluso adoptaste a esas sucias terroristas de Arius…-Dijo Mika enojada

-...Mika….no es así….yo te quiero…pero no eres la única estudiante con problemas…..soy un sensei…tengo que velar por la seguridad de mis estudiantes, todas ellas necesitan mi ayuda para que puedan madurar….-Decia Sensei con la intención de calmar mejor a mika

Su intento de calmarla solo avivó las llamas dentro de Mika. Apretó los puños con fuerza, temblando mientras sus emociones se desbordaban. Dio un paso adelante y, sin dudarlo, lanzó otro golpe directo a la cabeza de Sensei, que resonó con un sonido sordo.

—¡Cállate! —gritó, sus ojos llenos de lágrimas golpeando un segundo puñetazo a la cabeza con mayor fuerza, violentamente casi girando su cabeza a un lado mientras salió una herida de corte en la mejilla

Su boca salía mucha sangre

Se sentía bastante mal…podía escuchar que ese golpe causó un crujido a la cabeza.

—. No necesito tus excusas. ¡Necesito tu amor y cariño! Si no me la da por las buenas... entonces lo haré a mi manera…-grito de manera furiosa Mika para luego agarrar la pierna derecha de sensei

-...M-Mika….-Susurra sensei muy herido pero Mika con un puñetazo, rompió la rodilla derecha de Sensei quedando en un ángulo bastante grotesco

Sensei solo podía apretar los dientes con fuerza….ese golpe a su rodilla incluso fue más doloroso que sintió, más doloroso que el disparo de Saori en su abdomen

Ante que Sensei pudieran finalmente gritar de dolor, Mika lo durmió de un puñetazo a la mandíbula pero esta vez no más fuerza como el anterior

Sensei quedo inconsciente colgándos en sus cadenas

-...Sensei es suyo….haz lo quiero con el….-decía Mika con disgustó y enojo para salir de la celda dejando a la una estudiante quien había permanecido en las sombras ubicada en la oscura esquina de la celda

Nakamasa Ichika

sensei, ese anillo que me diste...acaso nuestra promesa fue unas de tus tantos promesas que le hiciste a otras...muy mala jugada sensei~...susurró Ichika cuya expression era frialdad y ira

Fin del flashback

Mika solo podía llorar por dentro, sus puños aún tenía sangre seca de su maestro…..su principe, su amor….estaba tan mal que no podía dormir debido a esos amargos recuerdos lleno de dolor

Podía recordar todas las veces que Sensei estuvo para ella…tomando té con ella….salir a hacer compras, incluso podía recordar esa vez

Donde Sensei todo herido se tuvo que lastimarse para ir a consolarla

"Mika….no eres una bruja, eres un ángel….un ángel que cuidara Trinity con su propia fuerza….puede ser mejor que esto Mika porque yo soy tu sensei y tú mi princesa puedes cambiar para el bien….-la imagen de Sensei dando su mano para que lo siga

Eso basto para que Mika llorara..

Nagisa y Seia se acercaron para hacerle compañía después de todos son las únicas amigas que Mika le quedaba.

Sensei……perdón….por ser una bruja