POV de Kenma
El partido contra la Preparatoria técnica de Sarukawa (los monos) fue el segundo del día y jugamos en la cancha C. Nuestra defensa era buena, pero la suya también. Su estrategia durante todo el partido fue cansarme haciéndome correr de un lado a otro. Algo extremadamente difícil: hacer correr a un colocador porque suelen tocar la pelota en segundo lugar. Lo normal es que un saque tenga como objetivo a otro jugador. Hay que tener mucho valor para hacer eso. Querían aplastarme para poder ganar.
Pero yo no estoy solo. Gracias al consejo que Kuroo me dio en primer año de esforzarme un poco y cooperar para llevarme bien con mis compañeros; por todo el esfuerzo que hemos realizado juntos; y los momentos que hemos estado los unos para los otros, ahora siento realmente que mi equipo son mis amigos. Aunque nunca se los he dicho.
Con lo que los monos no contaban, es que todo era parte de mi estrategia. En realidad, su plan era mi plan. Como no hay ningún método de ganar sin que me canse, desde el principio cuando supe sus intenciones, les hice creer que ellos me controlaban haciéndome correr por toda la cancha.
Pero en realidad, yo los controlaba a ellos. Es interesante jugar y realizar estas estrategias. Aunque sería más entretenido estar viendo este partido desde fuera. Una batalla de aguante es tan aburrida.
Mis compañeros aceptaron hacer recepciones malas para hacerles creer que me estaba debilitando. Me sentí algo culpable, porque aunque ellos se preocuparan porque yo me cansaría, ellos la tendrían peor. Tendrían que acostumbrarse a sus ataques y mandar el balón a donde yo quisiera lanzándolo alto. Pero siempre supe que podríamos hacerlo.
Eran demasiado persistentes. Debí pedir que me dejaran descansar para jugar el tercer set. No podría parar de pensar en la gravedad. ¿Por qué existe? Qué rabia da. Sin gravedad el balón no caería. Cae por su culpa.
-Concéntrate, Kenma.
Era Kuroo llamando mi atención. Estaba llegando a mi límite, tanto físico como mental. Mi cabeza daba vueltas por tantas ideas, pensamientos, situaciones.
El partido reinició.
Desde que Tora me dijo una vez que yo no tenía agallas, estuve pensando en lo que eran. Agallas. Odiaba la palabra por ser abstracta. Hoy en día, incluso la sociedad la desprecia, pero se usa como si uno fuera capaz de activarlas a voluntad. Últimamente creo que ponerle agallas es más complicado de lo que creen los que odian la palabra y los que la adoran. Las agallas son una técnica definitiva. Solo pueden usarla los que entrenaron cuerpo y mente. Así como Tora, como Kuroo, como Shoyo y Hikari. Una técnica mortal que yo no puedo usar.
- Ahhh, tengo que concentrarme en el partido- dije desesperado.
Se fijaban en mí y en los atacantes de ambos lados. Decidí ir a lo simple, un pase rápido al centro. Kuroo lo recibió, y anotó. El partido continuó. En medio del punto de partido, vi que Fukunaga estaba a la izquierda. Él es hábil. Anotaría aunque tenga bloqueadores. El bueno no soy yo, son los demás.
Di un paso largo y coloqué para Fukunaga. Con un gran remate, ganamos el partido.
Caí al suelo del cansancio. Todos se reunieron a mi alrededor y empezaron a celebrar.
-Buen pase- me dijo Fukunaga mientras me extendía la mano para levantarme.
Sonreí. Habíamos ganado gracias al esfuerzo de todos.
-Hoy te esforzaste mucho, Kenma- dijo Yaku.
-Hasta propusiste una estrategia que te agotaría aún más- coincido Kuroo.
-Hice lo imposible en el segundo set para no ir a un tercero. No podría aguantarlo. Sarukawa me destrozaría vivo- expliqué.
-Oye, Kenma, ¿el tropezón fue fingido?- preguntó Liev entusiasmado.
-No sería capaz de hacerlo bien.
-Sí, claro- se disculpó Liev.
-Mostraste tus agallas, Kenma- dijo Tora.
-No. Yo no puedo activar las agallas.
-¿Ah?
-No sé cómo explicarlo, pero sentía que era mi deber. Ustedes se esforzaban recibiendo el balón, así que tenía que hacer mi parte.
-A eso se le llaman agallas, ¿no?- refutó Tora.
-¿Acaso es necesario decir que me esforcé?-pregunté molesto. ¿Es que no puedo?
-¿Por qué te enojas?- inquirió Kai. En el partido parecías enojado con la nada.
-Cuando te cansas, tu personalidad cambia radicalmente- agregó Tora.
-Necesitas más azúcar, come una banana- ofreció Kuroo.
-¡¿Está mal esforzarse por tus amigos o qué?!- grité molesto mientras me comía la banana- ¡¿Es que yo no puedo hacerlo?!
Todos se sorprendieron y querían abrazarme. No quería que nadie se me acercara. No estoy acostumbrado al contacto físico. ¿Acaso es tan raro esforzarse por mis amigos? Sé que cuesta creer que llame amigo a alguien…tal vez, no merezco llamarlos así. Tal vez creer que son mis amigos cuando yo no soy un buen amigo, es algo de lo que debería avergonzarme. Aún así…fue entretenido jugar hoy.
-Sigo odiando las agallas, son muy complicadas para mi. Pero…subí de nivel. Cuando se juega, lo interesante es enfrentarse a un jefe fuerte. No puedo esperar a enfrentarme a Shoyo- concluí.
Al regresar a nuestras habitaciones, Tora me dijo que quería hablarme. Desde que veníamos de regreso, sentí que estaba mareado, pero no quería hacerlo sentir mal y decirle que no quería hablar. A pesar que mi cabeza diera tantas vueltas. Salimos un rato afuera y nos quedamos en frente de la puerta de la habitación.
-Oye, Kenma. Tú dices que tú no puedes activar las agallas. Pero yo creo que no es así.
Recuerdo que una vez Tora me dijo que antes se molestaba mucho porque a pesar de que yo era un holgazán, era buen jugador. Pero cuando entendió que yo no tenía motivación ni espíritu, sino que lo que me movía era que detestaba perder, comprendió que aunque nadie me observara, profesores o mayores, casi siempre llegaba al final. Y que yo me esforzaba a mi modo.
Pero no dije nada, solo lo miraba. Ya no quería seguir pensando. Me dolía tanto la cabeza que apenas podía estar parado.
-¿Por qué siempre te haces de menos? Dices que ganamos por los demás, pero también ganamos por ti. ¿Por qué no puedes valorarte un poco?
-Porque…-mi cabeza no paraba de dar vueltas- yo no tengo ningún valor. Lo que le da valor al equipo son ustedes.
-¡¿Cómo?! ¿Por qué dices una tontería así?- dijo molesto agarrandome del cuello de la camisa.
Tora siguió hablando, pero ya no podía escucharlo. Lentamente, empecé a caer hasta perder el conocimiento.
El termómetro marcaba 39. No me desplomé en el suelo porque Tora pudo sostenerme a tiempo. Eso es tener suerte. El entrenador decidió llamar a mi casa para ver si preferían que me llevaran a un hospital, pero mi papá dijo que no. Le dijo al entrenador Nekomata que mejor iría por mí y me dejaría en la casa para que pudiera descansar para recuperarme y poder seguir jugando al día siguiente. Claro, sería una molestia tener que llevarme y gastar en algún medicamento.
Mi papá vino a recogerme y solo pensaba como yo era una molestia, una carga para él. Por si fuera poco, me dijo que hoy necesitaba trabajar de corrido toda la noche, por lo que no fuera a molestarlo solo si era necesario. Tenía que regresar a la oficina.
Me sentía tan mal que no respondí, solo cerré los ojos hasta que entramos a la casa. Me recosté en mi cama y cerré los ojos. No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando los abrí, Hikari estaba sentada en el sillón de mi cuarto leyendo un libro.
