Notas: Estoy muy emocionada por los capítulos que vienen porque serán muy importantes así que les agradezco mucho que hayan continuado conmigo hasta acá! Un detalle más, agradezco mucho todos sus reviews y aprecio mucho la pasión que redactan en ellos pero por favor evitemos los insultos o el hate a un personaje u otro, recuerden que esta historia es para que la disfruten y pasen sus ratos libres de forma agradable. Muchas gracias y nos vemos en un rato, si todo sale bien, hoy podré traer doble actualización
XI
Ni siquiera se molestó en ponerse de pie cuando fue traído frente a él aquel viejo molinero quien lo miraba con cautela y evidente nerviosismo.
—¿M-me ha mandado a llamar, mi Lord? —preguntó el hombre que, vestido con ropa de manta y desgastadas botas de trabajo, debía estar cerca de los cuarenta años de edad.
—Kyoya, quiero presentarte a Lord Kirinmaru y a Sir Jaken —apuntó con educación a sus invitados quienes sí se habían levantado de sus sillas para recibir al recién llegado—, lord chamberlain y consejero de su majestad
—Es un honor, mis señores —Kyoya saludó a ambos con una reverencia—. Estoy a sus órdenes.
Kirinmaru miró un poco de reojo al molinero antes de hablar:—Le hemos pedido a Lord Takemaru que le mandase llamar porque nos ha contado un asunto…inquietante…
—¡Espantoso! —interrumpió Sir Jaken.
—Lord Takemaru nos ha dicho que su alteza real, el príncipe InuYasha, le ha expresado su deseo de casarse con…la hija de usted —Kirinmaru retomó la palabra pasando por alto la interferencia del consejero real.
A pesar de ser pleno otoño, el hombre de barba oscura sacó un pañuelo de su bolsillo para limpiarse el repentino sudor de su frente—. InuYasha…¿príncipe?...quiero decir, sí, algo me ha mencionado mi hija…
—¿Y por qué no ha venido a contármelo a penas sucedió? —Lord Takemaru por fin se puso de pie y miró al señor Kyoya con reproche.
—¡Me lo ha dicho hoy, mi señor! Y-yo estaba de viaje…
—¡Pero esta tontería no ha comenzado hoy!, mi hijastro no hubiera decidido casarse por un capricho de un día para otro, la simple sospecha de que se entendían debía serme informada inmediatamente —espetó Takemaru, decidió que toda la responsabilidad de que InuYasha se fijara en esa pueblerina era solo culpa de un padre imprudente.
—¡Le ruego me perdone, mi señor! —el viejo Kyoya hacía nudos con su pañuelo entre las manos por los nervios—, siempre pensé que era una amistad sin importancia. Pero le juro que no he aceptado el compromiso cuando mi hija me lo mencionó…
—Es inaceptable, por supuesto —Takemaru enderezó la espalda para denotar su autoridad—. Además, su hija y el príncipe no volverán a verse jamás.
—¿Cómo dice, mi señor?
—Sir Jaken y yo hemos sido enviados por su majestad con la clara instrucción de llevar a su hermano menor frente a él —explicó Lord Kirinmaru con calma—. Su alteza el príncipe está comprometido en matrimonio con la hija de una importante familia del este.
—N-no lo sabía mis señores —respondió Kyoya.
—Pronto todo el reino lo sabrá, no se preocupe, mi amable señor —le tranquilizó Kirinmaru—. Pero, entenderá, su hija representa un inconveniente que esperamos nos ayude a solucionar.
—Le aseguro que Kikyo no les causará más problemas —respondió rapidamente el hombre de cabellos oscuros—. Hablaré con ella y…
—No es suficiente —Takemaru retomó el liderazgo de la conversación—. Kyoya, dime, ¿tienes más hijos además de…Kikyo?
—Una hija menor, mi señor, también un joven huérfano del que me he hecho cargo desde hace unos años y al que quiero como a otro hijo.
—Entonces por el bien de todos ellos, de tu molino y de todo tu patrimonio. Escúchame con mucha atención y quiero que hagas exactamente lo que voy a decirte —Takemaru endureció fuertemente su mirada, frunciendo el ceño.
—Sí, sí claro, mi Lord…
El sol ya comenzaba a ocultarse en el horizonte, coloreando las paredes del salón de armas de un tono naranja oscuro. En completo silencio, InuYasha observaba el estandarte colocado en el centro de la pared, justo encima de la chimenea ya encendida: una luna roja atravesada por una alabarda dorada en un cielo verde. Era el emblema de los Takemaru.
Bajó un poco la mirada y se encontró con un segundo estandarte, éste era un poco más sencillo: en un cielo azul marino, un aro bordado en color plateado tomaba todo el protagonismo. Representando una noche sin luna. El estandarte del antiguo señor de los molinos, el estandarte de la familia de su madre…
—InuYasha —la voz de su amigo, Miroku, le regresó a su cuerpo—. Te buscan de parte de Lord Takemaru. Ya van a recibirte.
El peliplateado respiró tan profundo como su pecho se lo permitió.
—Va a ser un trago muy amargo volver a ver a ese arrastrado de Kirinmaru…
—Seguramente sí, pero mejor apresúrate.
—¿Por qué?
—Vi al padre de Kikyo salir del despacho de tu padrastro.
Sintió sus ojos abrirse más de la cuenta por la sorpresa y se apresuró a salir del salón de armas donde esperaba que le llamasen.
Aceleró el paso al recorrer el pasillo que llevaba al despacho de Takemaru cuando vio al hombre robusto de estatura media retirándose del palacio siendo escoltado por dos guardias del señorío.
—¡Señor Kyoya! —interceptó a los tres hombres—, ¿Qué hace aquí?, Kikyo me dijo que estaba de viaje.
—S-sí llegué hace un rato… —respondió el hombre pelinegro evidentemente nervioso.
—Aún no me ha contestado que hace aquí…
—Lord Takemaru quiso hablar conmigo d…de cosas del molino, hijo, quiero decir, alteza —Kyoya tartamudeó y saltó de miedo cuando uno de los guardias tras él le empujó—. Y disculpame, pero me tengo que retirar.
A InuYasha no le quedó más remedio que hacerse a un lado y dejarlos pasar. llegó a su boca un sabor amargo en la boca cuando lo llamó con el tratamiento real, pero decidió tragarse la sensación
No fue capaz de creerle al pobre hombre su respuesta pero tenía el presentimiento que pronto se enteraría de la verdad.
