La Esperanza en Medio del Caos

Monólogo de Miklotov


He sido testigo de suficientes cambios de generaciones para comprender la esencia de la humanidad y el curso de sus injusticias. He observado cómo los sistemas y las estructuras caen y se levantan, cómo el poder y la opresión se entrelazan, siempre bajo la sombra de una mano invisible que guía el destino.

He conocido el dolor de la pérdida: la familia real, víctima del culto de la bruja, y mi querido sobrino, que sucumbió a la misma causa. Estas tragedias no son meras casualidades; son reflejos de una verdad más profunda.

El ser humano posee una capacidad única, una cualidad que lo distingue del reino animal: la habilidad de desafiar sus propios instintos.

Mientras que los animales siguen un camino predestinado por la naturaleza, los humanos tienen la facultad de desviar su curso, y en esa desviación, a menudo caemos en la codicia, la envidia y la corrupción.

La humanidad, en su esencia, nace en una dualidad: la corrupción y la bondad son caras de la misma moneda.

El equilibrio entre estos dos polos, el corrupto y el virtuoso, define nuestra existencia.

Aunque somos seres impulsivos por naturaleza, dotados de instintos que a menudo gobiernan nuestras acciones, también poseemos la capacidad de ejercer nuestra voluntad y superar esos instintos. La razón, nuestra mayor distinción respecto a las bestias, es a la vez un instrumento de gran poder y una fuente de gran responsabilidad.

Es una fuerza que puede construir o destruir, elevar o desmoronar.

Desde el principio, comprendí que mis esfuerzos eran insuficientes sin una alianza sólida. El consejo de sabios, creado con la intención de salvar al reino, rápidamente se corrompió en una mera exhibición de poder.

Por eso decidí actuar.

El Reino del Dragón de Lugunica necesita una transformación profunda para prosperar. Mi elección se basa en la creencia de que el campamento de esa chica mantiene el equilibrio que busco: una mezcla de poder y bondad.

Ellos tienen la capacidad de ejercer su voluntad con sabiduría, y la bondad para hacerlo sin abusar de su fuerza.

Esta guerra, aunque dolorosa, era inevitable. Las vidas que se han perdido no serán en vano; son el precio de la verdadera voluntad. No me equivocaré al decir que este sacrificio será el último necesario para lograr nuestro objetivo.

Estoy dispuesto a arriesgarlo todo, mi vida y mi nombre, para apoyar a aquellos que compartan esta visión.

Por ellos, daré todo lo que tengo.

Es un compromiso profundo y sincero, nacido del entendimiento de que solo a través de esta última batalla podremos alcanzar el equilibrio que anhelamos. No hay vuelta atrás, solo el futuro que construiremos con nuestras acciones.

Prólogo

Un Reino en Decadencia.


Para sanar un reino en decadencia, uno debe primero erradicar las raíces de su malestar, como un médico que busca eliminar el veneno que amenaza con consumir un cuerpo. Si dejamos que el veneno se asiente, sin duda llevará a la destrucción.

Así, el reino debe ser atendido con la misma diligencia que uno cuida su propia vida.

Los problemas económicos del reino han estado en un balance débil, sostenidos por políticas que en su tiempo fueron adecuadas. Sin embargo, ahora enfrentamos el grave desafío del crecimiento demográfico desmedido y el deterioro de las infraestructuras públicas.

La sombra de la guerra demihumana aún persiste, y el reino está al borde de una crisis que podría resultar irreversible si no se actúa con decisión.

En este momento crítico, el futuro del reino depende de quien asuma el trono. La capacidad de erradicar el culto y la corrupción se torna crucial.

Mientras acaricio mi barba, observando los cambios que han ocurrido en mi ausencia, siento el peso creciente de mi cuerpo y el desgaste de los años. Incluso el simple acto de sostener mi pluma parece una carga.

«Qué difícil es ser un anciano», reflexiono mientras contemplo mi taza de té y el vapor que se desvanece en el aire. Sumergiendo la pluma en tinta, sigo escribiendo con la certeza de que los acontecimientos están a punto de cambiar de manera drástica.

Uno de los aliados que esperábamos, en realidad, se ha convertido en nuestro adversario. Alguien a quien respeté profundamente por la historia de su familia y sus propios logros. La Familia Mathers, y en particular...

—Roswaal L. Mathers —murmuro, dejando que mi voz se disuelva en la quietud de esta oficina solitaria.

Su actuar no estaba en mis previsiones, aunque una parte de mí sospechaba su verdadera inclinación. Siempre me pregunté por qué Marco Luz nunca buscó ayuda en sus investigaciones o hechizos. Su resentimiento hacia quien se supone debe actuar por el bien me inquietaba, y ahora, esa inquietud se convierte en una amarga realidad.

El reino ha perdido uno de sus pilares más fundamentales. El mago más poderoso se ha vuelto contra nosotros, aliado con un nuevo enemigo, cuya identidad desconocemos pero que debemos temer.

Cierro mi libro de anotaciones, el último testimonio de mis esperanzas, aunque quizás no llegue a ver los frutos de mi labor. Dejo una marca final como el Sabio Miklotov, con la esperanza de que sirva para un propósito mayor.

La señorita Emilia ha expuesto la verdad con claridad. Para llenar el vacío dejado, debemos elevar a Marco Luz al estatus de marqués. Su capital aún tiene mucho potencial; con la tercera máquina a vapor que ha implementado, confío en que mejorará significativamente.

Su poder militar y potencial son claros, pero carece del poder económico y político que otras ciudades poseen. Con las propiedades del marqués transferidas a su nombre, tenemos una oportunidad de luchar, aunque algunas pérdidas sean inevitables.

La carta de Roswaal L. Mathers es reveladora:

"En esta carta renuncio a mi título nobiliario y deserto como marqués del reino de Lugunica. Cedo mis terrenos al conde Marco Luz en su totalidad."

El dinero que poseía ha desaparecido, dejando solo incertidumbre. El capital que una vez tuvo es ahora un enigma, y la situación actual añade más presión a nuestra lucha.

—Erick Costuul... —La única carta que tenemos para desmantelar las maquinaciones de su padre, Harald Costuul. La trampa que nos tendió fue efectiva, afectando a quienes no esperábamos.

El ejército de Irlam sufrió grandes bajas, y su incapacidad para demostrar su inocencia es preocupante. Solo Erick Costuul podría aclarar la situación.

El pueblo duda, y la ausencia del héroe de Lugunica aumenta la incertidumbre. La desaparición de Roswaal aún no puede ser anunciada, y perdimos muchas oportunidades con su favor.

La masacre reciente ha generado resentimiento, con grupos que marchan por los derechos de los demihumanos en la capital.

«Claro, que no es algo tan simple como eso».

Con Bordeaux revelado como parte del culto, la lista de aliados se ha reducido a dos: el jefe de los caballeros, Marcos Gildark, y el sabio Tristán. Marcos confía en sus caballeros imperiales, y aunque he visto a muchos crecer, en este momento solo confío en aquellos que siguen a las candidatas, no en los candidatos mismos.

—Frey Karsten... —Lo he conocido desde su niñez, admirando a sus padres por sus logros. Me duele dudar de ellos, pero temo que Frey Karsten pueda ser una amenaza mayor incluso que Bordeaux. Su fuerza es considerable, y su mente, aguda y estratégica, es un desafío formidable.

Conozco bien sus habilidades, y temo que su ambición pueda ser nuestra perdición.

El apoyo recibido de él no fue con buenas intenciones. Buscaba reconocimiento por atrapar a Flynn, probablemente para ocultar pruebas en su contra. «Eso indica que no teme ponerse en el ojo del huracán».

El plan de Marco Luz aún es un misterio para mí. Al despertar hace dos días, estaba en un estado deplorable. Se está recuperando, y debo actualizarme cuando llegue a la capital. No obstante, su arrogancia podría desatar su peor faceta.

El tiempo es crucial, y el reino está al borde del abismo. La verdad sobre la candidata al trono, Felt, es un rayo de esperanza en medio de la oscuridad. Sus planes permanecen ocultos, incluso para alguien de mi experiencia, y solo puedo reconocer una verdad inmutable:

—Marco Luz está preparado para cambiar el destino del reino.

Capítulo 1

Un Día antes de Partir.


Abro mis ojos lentamente, sintiendo un peso cálido en mi pecho. La abrazo con calma, dejándole descansar plenamente. Después de dos días de descanso, todavía no me acostumbro a ver el techo de mi habitación.

Lo extrañaba mucho.

Aún no he hablado completamente con Emilia; de hecho, creo que ni siquiera quiero hacerlo. Sé que debo, pero honestamente tengo un poco de miedo; que me cuente todo, saber detalladamente qué fue lo que hice.

«No caeré por ello, pero tampoco necesito saberlo».

Maté a María, eso nunca va a cambiar. La maté, así como maté a quien llevaba en el vientre. Sin embargo, no es algo que pueda cambiar. Hasta recién me di cuenta de que estuve trabajando con cristales lagmita, hasta ahora me di cuenta de que ya estaba expuesto al miasma.

«Desde que nací estuve destinado a venir a este mundo».

Quizas por eso tengo más resistencia a este que el protagonista; tras haber sufrido sus efectos por un largo tiempo y luego salir de ellos, mi cuerpo se hizo más resistente. Mis padres sabían que mi destino no estaba en su mundo.

«De alguna forma me reconforta, aunque mi padre nunca lo sabrá».

La razón por la cual Satella me desea, la razón por la cual vine a este mundo.

«Hay dos almas en mi cuerpo».

No sé exactamente que es el alma, pero si intento darle palabras; solo puedo pensar que se trata de mi consciencia. Más que solo el ADN, el alma es quien conecta nuestra puerta con el maná.

Por eso puedo usar dos elementos, y por eso fui perseguido.

Esa persona que lo está controlando, junto con la pregunta que me hizo Emilia antes: "¿Qué significa regresar?" No necesito otra pista, con eso me basta para reconocer quien es.

Subaru Natsuki, estoy seguro de ello.

Escapó antes, concordando las fechas con la fecha en la que fui transportado. Eso significa una de dos: Es alguien capaz de viajar a través del tiempo y espacio, o traspasó su alma al cuerpo del Subaru de mi realidad.

Sea como sea, debo descubrirlo.

Lo que hice no va a cambiar, todo lo que destruí en mi mundo no va a volver. Hice un daño irreparable al ser controlado por alguien más.

«Y seré castigado por la eternidad».

Como seré castigado en la eternidad no me queda de otra que disfrutar el ahora. No soy un héroe, pero si ya destruí un mundo entonces debo intentar salvar este. No para expiar mi pecado, sino porque las personas de aquí lo necesitan.

Pero para eso debo plantearme una pregunta:

«¿Cuáles son los motivos de Subaru Natsuki?»

No me da la cabeza para pensar que es el mismo que leí, además, esta meticulosidad no es algo que pueda hacer solo con ser un poco más adulto. Por lo que me dijo Emilia, parece alguien más inteligente de lo esperado.

De lo que recuerdo, me ayudó con las mejoras a la máquina, asi que también posee conocimiento técnico.

«No hay estándar al conocimiento con el poder de volver de la muerte».

Probablemente ha muerto miles de veces, incluso, puede que pueda controlar el retorno por muerte. Su forma de actuar me dice que ha fallado en algo, y que está alma tiene que ver con ello.

El que yo tenga el retorno por muerte ahora no significa que el no fuese un portador. A mi modo de ver, las realidades parecen estar relacionadas entre sí. Del mismo modo que mis recuerdos son plantados en mi yo pasado, quizás el desarrolló algo similar.

«Debo descubrir su pasado, hablaré con Echidna».

Extiendo mi mano, rozando con mis dedos su sedosa cabellera plateada, mi corazón late con calma, pero a la vez con tristeza. Betty no tiene mucho tiempo, por eso debo actuar para recuperarla.

Sé que puedo hacerlo, asi que confiaré en el futuro.

Escucho la suave respiración de Emilia mientras yo miro las palmas de mis manos.

Logré destruir el libro de la bruja, pero no pude escapar de las predicciones del futuro. Ahora que sé que hay alguien controlando todo en las sobras, ahora que sé que todo lo que hice fue parte de sus planes.

—No me queda de otra que reírme. —Suspiro, sonriéndole al mundo. No importa si mi futuro está escrito, haré que se cumpla mi voluntad a como dé lugar. No importa si estoy limitado, no importa que.

«Tomaré el control de mi destino y patinaré sobre lo incontrolable del futuro».

Emilia empieza a despertar, estira sus brazos y tras un largo bostezo levanta un poco su cabeza, mirándome con sus hermosos ojos adormitados.

—Buenos días~~ —murmura mientras se frota los ojos. Yo la miro con una sonrisa, viendo que ha dormido bien.

Su maná parece seguir creciendo, pero esta vez noto su flujo más calmado. He adquirido nuevas habilidades que quiero explorar para sacarles provecho.

—Buenos días, Lia. —Cierro mis ojos, abrazándola y colocándola a un lado. Me levanto, viendo que ya mi fuerza física se ha recuperado por completo.

«Parece que mi cuerpo está bien».

Nunca había tenido unos músculos tan definidos, ni siquiera durante mi tiempo en el ejército. Mi índice de grasa corporal debe ser inferior al 10%, sin duda, la magia realmente hace milagros.

No puedo decir que sea solo por entrenamiento ya que la dieta que sigo no es estricta. El entrenamiento de maná potencia mis músculos, eso, más el estar luchando y, junto con el miasma, potencian mi cuerpo y requieren de energía para funcionar.

Aunque realmente no me gusta que me crezcan mucho los músculos, pues a la larga eso disminuye la movilidad del cuerpo.

Miro hacía Emilia, quien me observa con curiosidad mientras yo juego con mis músculos. Estiro los brazos hacía abajo para luego subirlos y apretarlos, haciendo que se vean más grandes.

—¿No te gustan mis músculos? —pregunto con una sonrisa, y ella me mira fijamente. Sonríe y se levanta sin decir nada hasta estar en frente de mí. Con una mirada calmada levanta su brazo, colocando su mano en mis bíceps.

—¿Qué ha...? ¡Oye! —Aprieto mis manos, sintiendo una corriente eléctrica recorrer todo mi brazo. Con el brazo acalambrado la miro, entrecerrando un ojo para contener el dolor.

Ella sonríe, riéndose levemente y haciendo mí misma pose.

—Jeje, sigo siendo más fuerte. —Sonríe, mirándome con arrogancia.

—Solo soy un pobre humano, eso es hacer trampa. —La miro unos segundos, para luego hacer una expresion seria. Ella se sorprende, y yo aprovecho para dar un paso y rodear su cintura con mi brazo.

La acerco a mí, mirándola fijamente a los ojos.

—¿Y ahora? —pregunto, mirándola mientras sus orejas se enrojecen levemente.

Abre sus ojos en sorpresa, mirándome fijamente. Sus mejillas y orejas se tiñen en un leve rosa. Sus labios tiemblan, y tras unos segundos ella cierra los ojos y me toma de las mejillas, estirándolas.

—No te tengo miedo.

Aún no puedo creer lo mucho que ha cambiado, no puedo decir que Emilia sea más la Emilia que una vez conocí, pero tampoco me importa. Esta Emilia es la que me sacó del abismo en el que vivía.

«La que me dio otra oportunidad».

La que me trajo de verdad a este mundo.

Si mi llegada a este mundo ya estaba planeada, entonces todo lo que haga ya está escrito, pero, honestamente, no me importa.

«Alcanzaré el futuro que quiero. En este momento no hay nada que me detenga».

Ya no sé qué va a suceder por completo; esas cadenas por fin se han ido, dejándome en libertad.

—Quien diría que la futura reina sería tan atrevida. —Beso su frente, haciendo que ella cierre los ojos y, halándome, me da un gran beso en la mejilla.

Ella se zafa de mis brazos, caminando hacía la puerta y, tras inclinarse, saca la lengua.

—Me voy a bañar, recuerda la reunión de hoy. —Emilia abre la puerta y sale de la habitación.

Cierro mis ojos, sosteniendo el collar con mis manos. Intento sentir una conexión con mi hija, pero no hay respuesta alguna. Para ayudarla debo ir a Gusteko, pero para ello necesito ver a Hermod.

El evento de la tercera maquina a vapor se pospuso por el juicio, lo que también retrasa mi reunión con él. Debo tener una conversación a profundidad con Echidna, asi como debo trazar el curso a seguir.

Mis manos tiemblan, recordando aquella batalla.

Roswaal es demasiado fuerte, incluso si hubiese estado con Beatrice dudo que pudiésemos ganar. Tengo que mejorar las armas, mejorar la tecnología actual.

Necesitamos ser más fuertes.

Aprieto mis manos, transformando ese miedo que siento por fuerza.

«Ahora que estoy aquí, con la gente que quiero, todo va a salir bien».

—Supongo que desayunaré, Emilia de seguro va a desayunar en Irlam. —Tomo mi camino hacia la cocina. Tenemos sirvientes para cocinar, pero realmente me siento más a gusto preparando mi propia comida.

«Que estrés que este lugar sea tan grande». Demasiado molesto caminar por varios minutos solo para cocinarte algo, es simplemente tonto.

La gran mayoría de las habitación vacías, solo por gusto.

Miro por la ventana, donde se puede ver el sol recién iluminando este mundo. Los pájaros empiezan a cantar, iniciando así un nuevo día. «Levantarse temprano para ver el amanecer me llena el corazón».

Llego a la cocina, viendo que también está Rem, por lo que levanto mi mano para saludarla.

—Buenos días. —La miro con una sonrisa, y ella me responde de la misma forma.

—Buenos días, Marco. —Rem termina de servir una sopa en un cuenco, lo coloca en una bandeja y empieza caminar—. ¿Ya tus heridas están bien?

—Si, al menos físicamente —mi respuesta va con una mirada hacía la sopa—. ¿Cómo está Ram?

Su mirada se decae un poco, dirigiendo su mirada hacía la ventana mientras que el delicado vapor de la sopa viaja por el aire.

—Emilia la curó, pero su cuerpo aún está en recuperación —responde, para luego dar un gran suspiro.

Miro hacía Rem, reconociendo la culpa en su situación. Aunque no puedo hacer nada, me entristece.

Ram fue quien sufrió más daño de todos; su vientre fue atravesado y solo por suerte su columna no. Emilia dijo que un poco más tarde y hubiese muerto. Si no fuese porque Rem pudo conectar con ella y darle maná, realmente no podría estar viva ahora.

Aun así, lleva dos días en coma.

Los daños a su cuerpo ya fueron en su mayoría reparados, pero en su mente no, los daños a su alma fueron superiores. Rem da media vuelta y se aleja, pero algo en mi me hace caminar, siguiéndola. Sé que tengo muchas cosas que hacer, pero prometí no ignorar a las personas que aprecio solo por mi deber.

—Te acompaño. —Sonrío, viendo que Rem mantiene una sonrisa cálida.

—Gracias.

Ambos caminamos uno al lado del otro, sin decir una palabra, pues no hace falta; lo que importa es que sobrevivimos. Para Rem también debe ser doloroso darse cuenta de todo lo que sucedió, estoy seguro de que Otto ya le contó todo lo que sabe sobre Roswaal.

Mientras yo estaba recuperándome todo se seguía moviendo, cada uno haciendo lo que puede.

Rem ya está bien, puedo ver que su maná se ha recuperado por completo; es una demonio después de todo. Llegamos a la habitación, y lo que veo no es más que a Ram cubierta por una manta hasta su cuello, solo sus manos levemente saliendo de estas.

Su cuerpo y rostro están pálidos, sus manos han perdido carne y ciertamente parece bastante desnutrida a pesar de que la están alimentando bien. Me acerco lentamente, viendo que su rostro está aún peor, con leves huecos en sus mejillas.

Se le está suministrando maná, pero solo el de Emilia es capaz de mantenerla estable, supongo por la cantidad y calidad.

Yo no lo he intentado, quizás mi maná, al estar mezclado con el de un espíritu sea mejor. El problema es que no he aprendido a hacer eso por andar recuperándome.

—Parece que no va a despertar —Analizo su cuerpo nuevamente, pero el maná en ella es tan escaso como aterrador. Busco fuentes de turbulencia, como las que causaría el miasma, pero ciertamente no veo nada de ello—. Al menos está viva.

A diferencia de Roswaal, ella parece estar limpia.

—Como me alegro... —suspiro, tomando a Ram desde la espalda, y acomodándola en la cama para sentarla. Lo mejor es posicionarla como en una silla para que se alimente y digiera bien la comida.

—Si mi querida hermana estuviese despierta le agradaría que la ayudases —comenta Rem, y yo solo la puedo mirar con incredulidad.

Sonrío levemente, sin saber si se trata de una broma o de sus verdaderos pensamientos.

—Si tu hermana estuviese despierta y yo la levantara de esta forma, me habría dado la paliza de mi vida. —Acaricio levemente la cabeza de Ram, para luego cerrar mis ojos.

No parece que va a recuperarse fácilmente, supongo que hay que darle tiempo.

—Me entristece verla así —Miro hacía Ram, pensando en las veces que hemos peleado.

Mi corazón siente un leve punzón, el arrepentimiento de no haber forjado una mejor relación con ella por mi odio hacía Roswaal. Ahora que está así me duele, me gustaría verla y apoyarla en lo que pueda.

Para ello hay un primer paso.

«Te sacaré... No, te haremos salir de tu cárcel llamada Roswaal L. Mathers».

—Creo que me mudaré —dice Rem, tomándome por sorpresa. Ella me mira a los ojos, habiendo terminado de darle la sopa a Ram—. Compré una casa en Irlam, me mudaré hoy en la noche. No es muy grande, como lo son las más caras, pero allá estaremos mejor, puedo mantener la empresa y estar más cerca de ella.

Ciertamente, ahora que Rem no planea viajar por la condición de Ram lo mejor que puede hacer es ir a Irlam. Allá también hay médicos entrenados por Emilia, así que incluso si no está ella, habrá gente un poco más capaz que Rem en sanación.

Ella se mueve hasta colocarse al lado de su hermana, para luego acariciar su cabezo con suavidad.

—No creo que la mansión sea el ambiente correcto para su mejora —dice Rem, y yo asiento—. Cuando despierte, quiero que vea más allá de lo que veía antes, de esa forma podrá empezar a sanar la herida en su corazón.

«Así que se van...»

—La mansión...

—No me trae buenos sentimientos estar en el mismo lugar del hombre que intentó matar a mi hermana. —Siento la hostilidad de Rem, una sed de sangre pesada que se filtra desde su mirada—. Ya no me trae felicidad este lugar; he vivido aquí desde que era una niña, viví y crecí siguiéndolo y admirándolo.

Su mirada se ve decaída, pero, en el fondo, una chispa de esperanza parece mantenerla firme.

—Tuve buenos recuerdos, no puedo decir que sea una decisión fácil. —Ella me mira, sonriendo levemente—. Pero es hora de partir de un lugar al que ya no pertenezco.

Si le hubiese dicho todo antes, si hubiera confiado en ella, quizás esto no habría sucedido.

—El Roswaal verdadero no la hubiese intentado matar de esta forma. —La razón por la cual Roswaal la mató es porque se lo ordenaron. No tiene que ver mi odio, o el hecho de los horrores que hizo. Este Roswaal fue manipulado para ser convertido en un demente sin posibilidad de volver a ser humano—. Alguien lo convirtió en lo que es.

La razón por la cual la mató en los bucles de Subaru fue porque iba a suicidarse. Roswaal también dependía de ambas, más de Ram que de Rem, por eso no pude predecir que estaría tan demente.

«No creo que este Roswaal sea el real».

De hecho, debo aceptarlo.

«Este es el Roswaal real, pues el otro es solo una historia escrita».

—La persona que manipulo su mente es el enemigo que debemos encontrar. —La miro con determinación, pero sus ojos me sorprenden; una mirada asesina que solo busca venganza.

—Lo voy a matar. —La mirada de Rem no es más que odio, un odio tan puro que sus lágrimas no dejan de fluir.

Tomo impulso y la abrazo, intentando apoyarla, intentando llegar hacía ella. La abrazo con fuerza, y ella corresponde, abrazándome con intensidad. Siento mis lagrimas querer fluir, pero no lo hacen.

Sonrío, viendo que, a pesar de todo, sigo siendo yo.

«Y con eso soy feliz».

—Ahora debes apoyar a tu hermana, no te concentres en Roswaal. —Acaricio su cabeza, mientras ella asiente levemente—. Sé que es difícil, pero tú eres fuerte, tu hermana va a despertar y ambas tendrán que afrontar juntas todo. Lo mejor que pueden hacer es vivir la vida, lo mejor que pueden hacer para vengarse es ser felices, no existir por la venganza.

No veo necesaria su participación. No sé qué secretos esconden sus poderes o si serán necesarios a futuro. De todas formas, lo mejor es que ambas vivan su vida, que exploren todo lo que este mundo puede ofrecerles.

—Siempre que necesiten algo estaré ahí para apoyarlas; son mis amadas amigas después de todo. —Sonrío, saliendo del abrazo y tomándola de los hombros—. Además, puede que también sea hora de que me mude a Irlam; mira si la casa de al lado está en venta, podríamos ser vecinos, jejeje.

Sonrío de oreja a oreja, levantando mi pulgar en aprobación.

Esta mansión es espacio desperdiciado. Pasaré todos los libros que Roswaal dejó antes de irse a la base militar, me quedaré con algunos y los usaré en mi nuevo hogar. Lo llevaba pensando, y las acciones de Rem me hicieron dar cuenta que ya estaba esa decisión en mi corazón.

«Emilia ya me había dicho una vez que quería mudarse a Irlam».

—Esta mansión debe ser renovada para darle un uso que nos haga superar lo que sucedió. —Me levanto, y Rem vuelve a sonreír—. Para que en vez de odio traiga alegrías.

Rem sonríe, mirando a Ram y dándome la espalda.

—Gracias, Marco. —Son sus únicas palabras, y con eso me basta. Salgo de la habitación, dándole un último vistazo a Ram.

«Supongo que comeré algo en el camino». Miro la magnificencia de la mansión, es grande, espaciosa y a la vez me siento atrapado.

Ya Emilia lo sabe, pero supongo no lo estaba considerando hasta ahora. Ya es hora, estoy seguro va a aceptarlo con una sonrisa.

Si ambos compramos una casa, es seguro que podremos experimentar más cosas. Quizas es lo que mi corazón espera.

Por suerte las casas de Irlam tienen cuatro habitaciones por regla, hay casas incluso más grandes, pero de momento lo veo innecesario.

Tener un hogar en Irlam será mucho mejor a vivir en la mansión, después de todo:

—Será el primer lugar de este mundo que podré llamar hogar. —Miro hacia el cielo, alegrándome de decir esas palabras.