Forjando el Futuro.

Como prometió, Otto confrontó a Emilia y la convenció de prepararse para la guerra. Él era la persona idónea para esta tarea, ya que ambos comparten la misma ideología de evitar el conflicto. Otto decidió mantener en secreto toda la información sobre Roswaal, limitándose a compartir lo que saben acerca de los Sabios.

Pasaron dos días de intensos debates sobre el curso de acción a seguir. Fueron jornadas agotadoras para él, pero finalmente las cosas comienzan a moverse.

En este momento, una carta llega a la mansión, procedente de la ciudad de Costuul.

Me encuentro en el laboratorio junto a Emilia y Beatrice. Es de noche, y nos disponemos a descansar, pero como es costumbre, compartimos un momento juntos, solo los tres.

—Aun así, debemos priorizar la vida de la gente —afirma Emilia, mirándome fijamente a los ojos con determinación—. No permitiré que les ocurra nada.

Sonrío, asintiendo ante sus palabras.

—Por supuesto, nuestra prioridad es proteger a todos —aseguro, viendo cómo se relaja su expresión.

A medida que avanzamos en esta situación, Emilia se vuelve más segura y activa, sin temor a expresar sus pensamientos, especialmente cuando se trata del bienestar de los demás.

Esto me hace feliz.

Mientras tanto, sigo peinando el cabello de Beatrice, que se encuentra en mis piernas. En el laboratorio, logro sentirme un poco más tranquilo, aunque sigo buscando alternativas a la guerra, parece que la decisión ya está tomada.

El problema radica en que Roswaal no me ha proporcionado ninguna información al respecto. Necesito que él me llame para darme detalles y poder actuar en consecuencia.

—Betty no quiere que Marco siga poniéndose en peligro, de hecho —se queja Beatrice.

—Pero ahora soy más fuerte que antes —respondo, terminando de peinarla y abrazándola para sentir su calor.

—Aun así, sigues enfrentando situaciones peligrosas, supongo —comenta Beatrice mientras coloca sus manos sobre mis brazos, aceptando mi abrazo—. Betty teme que llegue el día que no pueda volver a verte de hecho.

Emilia nos observa a ambos y sonríe.

—Estoy de acuerdo con Betty, continúas metiéndote en situaciones peligrosas.

Ante las respuestas de ambas, solo puedo encogerme de hombros. No es que quiera luchar, simplemente deseo una vida tranquila y segura.

—Para lograr nuestros sueños, a veces debemos enfrentar riesgos.

—¡Hmpf! —resoplan ambas al unísono.

Me pregunto cómo le está yendo a Rem. Seguramente intentará regresar cuando se entere de las noticias, pero hasta entonces, espero que encuentre lo que busca.

—En cualquier caso, debemos estar preparados para minimizar el impacto en Irlam, lo último que necesitamos es que la gente sienta miedo —digo mirando fijamente a Emilia—. Nuestra responsabilidad es asegurarnos de que nuestra gente no tema, tenlo claro.

—¡Sí! —Emilia aprieta sus manos con determinación—. Haré todo lo que esté a mi alcance.

Tras conversar un rato, Emilia sale del laboratorio y se dirige a su habitación. Debe sentirse sola sin Puck, evidentemente nos tiene a nosotros, pero también debe extrañarlo. Lo mismo ocurre conmigo, al igual que con Beatrice.

—¿Cuándo me vas a decir dónde está? —pregunto a Beatrice, tomándola de las orejas.

Ella reacciona rápidamente, agarrando mis manos e intentando quitármelas.

—¡No te lo diré, de hecho! —exclama Beatrice, quitando mis manos y mirándome con molestia—. Mejor préstale atención a Betty, supongo.

Beatrice se recuesta en mi pecho y ambos nos acostamos. La luz del laboratorio se apaga, y yo cierro mis ojos, tratando de conciliar el sueño. Abrazo a Beatrice y nos acomodamos para dormir.

—Buenas noches. —Siento la pesadez en mis ojos.

—Descansa, supongo.

Debo ser fuerte, en este momento no puedo detenerme. Seré capaz de sobrellevar esta situación, y si lo logro, podré acercarme a donde quiero llegar. Este mundo quiere consumirme, pero no lo permitiré.

Soy fuerte, cada vez me vuelvo más fuerte. Consumiré este mundo por completo.

La mañana llega. Siento el cálido abrazo de Beatrice mientras respira lentamente en mi pecho. Acaricio su cabeza y con extremo cuidado retiro sus brazos, evitando que se levante.

Después de salir, me dirijo a tomar una ducha y, para mi sorpresa, Ram está fuera de la entrada al baño.

—¿Quieres darte un baño conmigo? —pregunto a Ram, a lo que ella me lanza una mirada amenazante.

—¿Quién querría bañarse contigo? —responde, haciendo que le sonría maliciosamente.

Tomo una toalla y la sostengo en mis manos, fijando mi mirada en los ojos de Roswaal.

—Bueno, supongo que será con Roswaal entonces, lástima que no puedas entrar. —Abro la puerta de la ducha y, antes de entrar, añado—: Buenos días.

Cierro la puerta tras de mí y entro en el baño, donde veo a Roswaal sumergido en la gran tina. Se inclina hacia adelante y sus ojos se encuentran con los míos.

—¡Vaa~~ya! —Roswaal alza su mano en un gesto amistoso—. Pensar que estarías aquí.

Es raro coincidir en momentos como este, por lo general, evito entrar cuando él está en el baño, pero hoy decido aprovechar la oportunidad para averiguar si hay alguna novedad.

La carta de Costuul seguramente ya está en su oficina.

—No puedo permitirme perder ni un minuto. —Me deshago de la ropa y me dirijo hacia la ducha artificial—. Supongo que tú también debes estar ocupado.

Roswaal sonríe ante mis palabras, encogiéndose de hombros como si disfrutara de un reciente respiro.

—Últimamente me he sentido más libre~~. Gracias a ti, que te has encargado de mantener las propiedades en perfecto estado, he logrado disponer de bastante tiempo libre.

Activo el lamicta, permitiendo que el agua comience a caer sobre mi cuerpo. Mientras el agua fría me envuelve, continúo hablando.

—Pronto organizaré un equipo de personas para que yo también pueda disponer de más tiempo.

La verdad es que he estado sumamente ocupado con todo el papeleo. Incluso con la máquina de escribir, ha sido un trabajo extenuante. Otto y yo apenas damos abasto con todas las tareas que hay que realizar.

Ya he seleccionado a las personas adecuadas; solo me falta hacer el anuncio, y por supuesto, eso lo haré hoy. No puedo permitir más retrasos. El nacimiento de un nuevo ministerio es esencial si quiero tener todo en orden para concentrarme en mis proyectos de invención y las mejoras que planeo implementar.

Por la guerra también, teniendo gente que se encargue de las cosas me permitirá tener un rol más activo.

Roswaal guarda silencio y luego se levanta.

—He recibido noticias importantes, necesito hablar contigo. Ven a mi oficina cuando termines. —Sin sus usuales muletillas, sale del baño sin añadir más palabras.

No entiendo del todo a ese hombre, no sé si sigue todas las reglas al pie de la letra, pero algo definitivamente ha cambiado. Debo descubrir qué es.

Termino mi ducha, me visto rápidamente y me dirijo hacia la oficina de Roswaal. Allí, ambos me miran fijamente.

—Tardé un poco más de lo esperado. —Camino hacia el sofá y me siento—. ¿Sucedió algo en la capital?

No hay tiempo que perder; debo ir directamente al grano. El ambiente se torna cada vez más tenso, y siento el ambiente pesado.

Actuando como si no lo supiese, simplemente debo seguir los pasos que harán a Roswaal creer que va por buen camino. Ram entonces me entrega una carta, la carta que Miklotov me mostró una vez.

Leo su contenido y noto ligeras modificaciones.

—¿No necesitan tu aprobación para otorgarme las tierras de Irlam? Están en una ubicación central respecto a tus posesiones, es un tanto precipitado concederme la propiedad de Irlam, incluso siendo un vizconde.

Roswaal sonríe, encogiéndose de hombros como si estuviera resignado.

—Intenté negarme, pero ofrecieron una ciudad a cambio, una ciudad bastante estratégica cerca de la capital. Nos conviene tenerla bajo nuestra posesión.

La ciudad de Hanumas se encuentra a escasa distancia de la capital, lo que nos permitiría mejorar nuestras relaciones comerciales en ese sentido. También nos abre la puerta para iniciar operaciones de expansión en esa zona, creando una conexión entre Irlam y Hanumas.

—Aun así, lo siguiente es...

Roswaal suspira, se pone de pie y camina hacia la ventana. Los recuerdos de una conversación pasada comienzan a aflorar en mí, la primera vez que le hablé sobre el libro de la sabiduría.

Mis manos empiezan a temblar levemente, recordando el dolor de ver a Beatrice abrazándome por primera vez.

—Costuul y mi familia siempre han mantenido buenas relaciones. La máquina mágica de automatización de Costuul fue creada por un antepasado mío. —Roswaal se gira y me mira a los ojos—. Aunque no es tan impresionante como tu máquina a vapor mejorada, pero definitivamente contribuyó al crecimiento de su ciudad. Lo que antes era un pequeño pueblo se convirtió en la ciudad líder en avances de todo el país.

Lo más cercano a lo que pretendo lograr en Irlam. Sin lugar a duda, Costuul es nuestro principal competidor, pero en términos de conocimiento fisico, estamos a la delantera.

—Han avanzado considerablemente, especialmente en el ámbito de las máquinas mágicas, están décadas por delante de nosotros.

Sí, tienen la ventaja en ese aspecto, pero eso no explica su desesperación.

—La última generación de la familia Costuul nos ha estado presionando para obtener mejoras en su máquina. Sin embargo, al haberse aliado con la familia Karsten, decidí rechazar sus demandas.

El ambiente se torna cada vez más tenso, como en una trama de suspenso de Edgar Allan Poe, donde cada palabra oculta un significado profundo y oscuro. Roswaal guarda secretos, y es mi deber descubrirlos.

La familia Karsten ha tomado las decisiones en Costuul, pero fueron los Mathers quienes les brindaron oportunidades para avanzar.

—El Marqués de Costu~ul, Robert Costuul, es una figura notori~amente avariciosa. Desde que la máqui~~na a vapor se hizo pública, ha intentado ponerse en contacto conmigo en repetidas ocasiones. Sin embargo, debido a nuestra actual campaña política, he rechazado todas sus solici~tudes.

Por supuesto, hacer un trato con Costuul no sería beneficioso en absoluto. Lo que él desea es precisamente lo mismo que yo pretendo conseguir.

—En la biblioteca de la mansión principal, es posible que se encuentren los planos, aunque mi sirviente no ha logrado dar con ellos. No estoy seguro si están ocultos o si, de hecho, solo los posee Costuul.

«O tal vez estás mintiendo para forzar una confrontación.» —pienso para mi mismo, sin mostrar expresion alguna.

En un mundo donde no existen patentes, cualquier invento puede reclamarse como propio, pero también es posible acusar de robo, todo depende del poder que ostentes.

Es una realidad que se repite en todas partes.

—La guerra es inminente. —Fijo la mirada en Roswaal con determinación. Él abre los ojos, visiblemente sorprendido, pero intenta decir algo que interrumpo.

—No permitiré que pongan sus manos en Irlam. Vamos a entablar negociaciones, pero si ellos intentan dañarnos, pagarán un alto precio. —Coloco mi mano sobre mi pecho—. Yo, Marco Luz, asumiré todas las responsabilidades que esto conlleva. Para lograrlo, necesito que me cuentes todo lo que sabes.

Roswaal cierra los ojos por unos instantes, haciendo que mi corazón se acelere. El futuro se vuelve incierto.

—Interesante... —Roswaal finalmente se sienta en su escritorio y me mira a los ojos—. ¿Estás seguro de que esta es tu decisión final?

Intento mantener la compostura, aunque no importa cuán fuerte me haya vuelto, en este momento, no soy rival para Roswaal. Él domina todas las ramas de la magia y posee habilidades y conocimientos que superan ampliamente los míos.

En una pelea física, quizás podría vencerlo, pero estoy convencido de que sería impotente en un enfrentamiento mágico.

—Ellos ansían arrebatarnos todo. —Me acerco, clavando mi mirada en ellos con un odio profundo—. ¡No permitiré que nadie nos arrebate Irlam! Aunque los hechos estén consumados, si la lucha es inevitable, la enfrentaré.

Roswaal esboza una sonrisa mientras entrelaza sus manos.

—Entonces, permíteme respaldarte en todo lo posible.

Me acomodo en el sofá, ansioso por escuchar sus planes.

—Las bata~llas por territorio son moneda corriente; inclu~so se celebran comba~tes en coliseos para dirimi~r la posesión de tierras, con el objetivo de evitar pé~rdidas innecesa~rias. —Ram me ofrece una taza de té, aunque su mirada refleja cierta molestia.

Le sonrío agradecido por su gesto de preocupación. Ram, sin duda, es una gran hipócrita. Entonces, es hora de que le diga mis pensamientos.

—Costuul desea poner fin a Irlam. Nuestras acciones trascendentes y el crecimiento exponencial de los contratos con nosotros los tienen temerosos de quedarse atrás.

Roswaal asiente, confirmando uno de los principales motivos.

—En Costuul, a pesar de la utilidad de sus inventos, existe un marcado atraso en comparación con los avances de la época debido al incremento de la población.

Las mejoras se centran en la magia, ya que no comprenden con detalle los principios físicos. Su enfoque es la optimización mágica o la suplantación de estos principios. Solo de imaginar la cantidad de cristales piroxeno que deben consumir, me duele el bolsillo.

—Importamos cristales Lamicta de fuego a Costuul, que utilizan en su fábrica de forjado.

Revela otro de los grandes secretos: la fábrica donde se producen las monedas santas y el acero mágico.

—Ahora bien, lo que quiero saber. —Cruzo las manos, tratando de vislumbrar la respuesta—. ¿Qué puedo obtener de esta guerra? No solo debemos evitar que lleguen a Irlam, sino que debemos transformar la guerra en un beneficio.

El ambiente se carga de expectación mientras aguardo las palabras de Roswaal.

En medio de la tensión palpable, Roswaal se sume en un breve silencio, mientras el ambiente, denso y desolador, parece conspirar para perturbar mi calma. Con gesto reflexivo, llevo la taza de té que me ofrece Ram a mis labios, en un intento de aplacar la tormenta de pensamientos que asola mi mente.

—La perspectiva de perder vidas a causa de estos inventos no será bien recibida, y la razón por la que utilizan al ejército revolucionario es para implicarte de forma más expedita —comienza Roswaal, abandonando sus usuales muletillas—. Deberás acusarlos de algo similar.

Ya vislumbro el sendero que pretende trazar.

—Correr el rumor de que están vinculados al culto de la bruja.

La ironía no se pierde en mí; ellos nos señalan por estar asociados con el ejército revolucionario, el mismo que guarda lazos con el culto. Debemos conducir esta batalla de acuerdo con los principios que hemos defendido hasta ahora.

Parece que Helena, nuestra periodista, tendrá una ardua tarea por delante.

—Como era de espe~rar, comprendes la situa~ción con rapidez —afirma Roswaal, señalando hacia la montaña—. Costuul podría realme~nte tener esas conexio~nes, pero por ahora, son solo suposicio~nes mías. Si decides cre~erme o no, dependerá de tu jui~cio.

Todo encaja en su lugar. La conexión con el culto es una realidad latente. Era de esperar que los sabios estén entrelazados con la organización. En este instante, buscan utilizar elementos de Costuul para inculparme.

Sin embargo, ellos no prevén que prevalezca en esta contienda. Pero si lo hago, tendría la capacidad de desmantelar a Costuul por completo, y eso también redundaría en su beneficio.

Fingen ser los conejos, esperando que yo sea el cazador. Pero en su astucia, planean devorarme por completo.

—Entonces, no hay más que decir. —Me pongo de pie, mi mirada fija en la imponente montaña—. Declararemos la guerra y enviarás una carta a Costuul negando estas conexiones, lo que nos dará tiempo para actuar. Comenzaré a movilizarme de inmediato.

Inclino mi cabeza en señal de respeto ante Roswaal y salgo de su oficina.

¿Este es el camino correcto?

Me asalta la curiosidad acerca de lo que alberga aquel misterioso libro y qué futuro planea para nosotros. Sin embargo, en este momento, no tengo otra opción que continuar avanzando.

Una vez en Irlam, me dirijo a mi despacho. Al ingresar, observo a Otto conversando con Beatrice y Emilia, quienes guardan silencio al verme.

—Buenos días —saludo, adentrándome en la habitación y encaminándome hacia mi escritorio.

En medio de la urgencia que nos apremia, comenzamos a coordinar los intrincados detalles de nuestro plan, conscientes de que el destino de Irlam pende amenazadoramente sobre nosotros.

—Hoy se llevará a cabo la investidura de los ministros. Ya han sido convocados a la plaza para la ceremonia. —Observo a Otto con determinación—. Ve y organiza todo para que tenga lugar esta tarde; debemos concretar este paso si pretendemos concentrarnos en el asunto de la guerra.

Consciente de la necesidad de aligerar nuestra carga de trabajo, identifico diversas tareas que Otto y yo podemos delegar. Baltazar y su asistente serán responsables de aprobar todas las operaciones mineras y los asuntos relacionados con la herrería.

Helena, quien ha demostrado un desempeño excepcional con la imprenta, tiene la misión crucial de expandir nuestra influencia más allá de las fronteras de Irlam, una meta que aún no se ha alcanzado por completo.

Sin embargo, mi intento de establecer contacto con alquimistas ha resultado infructuoso hasta el momento. Aunque sé que en Gusteko abundan, me veo obligado a esperar por alguien llamado Hermod, con la esperanza de que pueda proporcionar la ayuda que necesitamos.

El campo de la química, en el que Beatrice y yo nos estamos quedando rezagados, exige un avance inminente.

En el ámbito militar, Alsten y Crusch, han asumido el mando de las operaciones de expansión, liberándome de esa responsabilidad.

El aumento de la población nos obliga a considerar la creación de una fuerza policial encargada de mantener el orden público, y tengo la intención de anunciar las postulaciones hoy mismo.

Frederica se encarga con empeño de los asuntos relacionados con la academia. Su labor en la contratación de expertos de diversos lugares para impartir enseñanzas sobre la magia ha hecho que la academia gane renombre progresivamente.

Es evidente que pronto será necesario segmentar a los estudiantes por edades y niveles de conocimiento, y quizás incluso considerar la creación de una universidad, un instituto técnico que prepare a los nuevos talentos para las fábricas y sus respectivos modos de operación.

La apertura del Centro de Patentes, aunque próxima, se retrasará por un motivo que mantengo en secreto, un plan que tengo en mente y que podría resultar en ganancias significativas.

En medio de esta abrumadora lista de tareas, Emilia interrumpe con una pregunta que refleja su inquietud:

—Marco, ¿estás seguro de que es prudente establecer un hospital? —Su mirada se posa en mí, teñida de preocupación.

En medio de una cuidadosa y laboriosa búsqueda, hemos logrado reclutar a varios magos sanadores, desde novatos hasta expertos, que han decidido buscar oportunidades en nuestras tierras.

Además, hemos establecido una clase impartida por Emilia para enseñarles los fundamentos de la medicina en Irlam.

Este proceso de reclutamiento ha llevado tiempo, ya que estos magos sanadores son escasos y muchos de ellos están afiliados a gremios o casas nobles.

La mayoría de los magos sanadores más experimentados han optado por asumir roles de investigación, con el propósito de fusionar sus métodos de manera más efectiva.

Esta labor se lleva a cabo en nuestra academia y son pagados por ello.

Sin embargo, mi ambición va más allá. He concebido la idea de establecer una cadena de hospitales, con el objetivo de que cualquier persona pueda acceder a servicios médicos de calidad.

Estos hospitales serán financiados mediante impuestos, pero estarán disponibles para todos, con médicos dispuestos a atender a quienes los necesiten.

La decisión de llevar a cabo esta empresa es compartida con Emilia, a quien miro con determinación.

—Si crees que puedes manejarlo, entonces podemos hacerlo —le digo, y su rostro se ilumina con emoción mientras aprieta sus manos.

Emilia tiene una profunda pasión por la sanación y la medicina, a pesar de que no sea su elemento principal. Sus contratos con los espíritus parecen ser suficientes para respaldar esta vocación, aunque Puck sea un mejor recurso en este sentido.

No obstante, no dudo en respaldar su sueño y ambición.

Siento que esto no solo la ayudará a forjar su propio nombre, sino que también le otorgará una responsabilidad invaluable en su futuro como gobernante. Ahora se ocupará de vidas humanas y deberá aprender a administrar, además de enseñar a los futuros practicantes.

Le he transmitido todos mis conocimientos sobre medicina, aunque no sean muy extensos. He utilizado artículos y libros para ampliar su comprensión. A partir de aquí, Emilia superará mis conocimientos y deberá trazar su propio camino.

En cuanto al Ministerio de Agricultura, ya he encontrado a alguien capaz de encargarse de él.

Entre la densa trama de decisiones y responsabilidades que asumo como líder, no puedo pasar por alto la presencia de los otros ministros. Son una parte esencial de este proyecto y no quiero subestimar su importancia.

Esta colaboración nos permitirá avanzar hacia la consolidación de reglas de calidad y la creación de normativas más rigurosas para nuestra industria. No me dejaré detener, sin importar las dificultades que se presenten.

En medio de mi reflexión, una voz suave y suplicante me arranca de mis pensamientos. Es Beatrice, con una expresión tímida en su rostro mientras me hala de la chaqueta.

—Marco... ¿Podemos ir hoy a ese restaurante? —me pregunta, con un brillo de deseo en sus ojos.

La mirada de Beatrice logra que mi corazón ceda, casi sin que lo piense.

—Siempre que mi princesa lo desee —respondo con ternura, tomando sus manos y cargándola en mis hombros—. ¿Vienes con nosotros? —añado, dirigiendo una mirada a Emilia, quien asiente con entusiasmo.

Decidimos almorzar fuera, en un restaurante nuevo de estilo familiar que ofrece una amplia variedad de platos de este mundo. Tras satisfacer nuestros apetitos, me sumerjo junto a Otto en los preparativos que nos esperan. Una vez estamos listos y organizados, observo cómo la gente comienza a congregarse.

Helena, Shane, Karl, Rost, Jahir, Pearl y Crusch, todos los nombres que han demostrado ser influyentes y altamente capacitados para sus futuros roles, están presentes en este momento crucial.

Después de varios minutos, una multitud se ha reunido, y siento que es el momento adecuado. Subo hacia la tarima, observando a la multitud que se muestra sonriente, bien alimentada y elegantemente vestida. Sus ropas son simples, sin el lujo ostentoso de la mayoría de los nobles, pero tienen un estilo único que refleja la influencia de la tienda de Rem.

Una sonrisa se forma en mis labios mientras contemplo con alegría a mi gente.

—¡Habitantes de Irlam! —anuncio con voz firme, provocando que el silencio se imponga, cargado de expectación—. Hoy, puedo afirmar que estamos cumpliendo con nuestra primera promesa.

Tras estas palabras, los futuros ministros se unen a mí en la tarima, todos erguidos y listos para recibir su nombramiento.

—Estoy inmensamente orgulloso de lo que estamos construyendo. Cada uno de ustedes ha desempeñado un papel esencial en este logro —añado, inclinando mi mano hacia atrás y señalando a todos los presentes—. Por eso, quiero rendir homenaje a estas personas.

La emoción y la expectación llenan el aire mientras el momento culminante se acerca. Las miradas de los presentes reflejan un profundo sentido de logro compartido, como si todos estuvieran tejiendo juntos un futuro brillante.

Otto sube a la tarima, sosteniendo una caja de madera negra, elegantemente decorada con un listón dorado. Su mirada se posa en el pueblo con un brillo de anticipación.

—¡Hoy nombraremos a los ministros de Irlam! —Sonrío, aceptando que por fin podré tener más tiempo para dedicarme a mis proyectos—. Personas del pueblo que poco a poco fueron escalando, individuos que, con su esfuerzo, talento e inteligencia, han llegado a donde están hoy.

Alzo mi mano, señalando hacia el cielo como un símbolo de aspiración compartida.

—Estas personas tendrán una responsabilidad con ustedes, serán los encargados de administrar diferentes ámbitos importantes en Irlam. —Empiezo a aplaudir, y el aplauso se propaga como un torrente de entusiasmo—. ¡Un aplauso a los nuevos ministros!

Los aplausos se mezclan con los vítores de la multitud, creando una sinfonía de alegría. Este proyecto ha sido un desafío que he enfrentado con determinación, desde la redacción de reglas hasta la navegación de la burocracia.

—Pronto se abrirán más puestos administrativos, y solo aquellos que superen los exámenes serán aprobados. —Aprieto mi puño, transmitiendo la importancia de la preparación—. Estudien, investiguen, inventen, recuerden que en Irlam, los méritos y las acciones te abrirán puertas, sin importar tu raza o tu sexo. ¡Todos tienen igualdad de oportunidades!

Los vítores y los aplausos vuelven a alcanzar su punto máximo, mientras más personas se acercan para escuchar mientras la ceremonia continúa.

—La ministra de prensa, ¡Helena Grandheart!,

Helena da un paso adelante, acercándose a nosotros. Ella sostiene en sus manos la carta que desempeñará un papel fundamental en mi plan contra los sabios, la persona que liderará un grupo de investigación de prensa con la intención de informar al pueblo.

A pesar de la corrupción que aqueja a los medios en nuestro mundo, veo en Helena un potencial noble y lleno de posibilidades que merece ser cultivado.

Tomo la insignia y miro a Helena, quien irradia una sonrisa llena de vida y entusiasmo.

—Felicidades, Helena. Tu abuelo estaría orgulloso de verte avanzar con tus sueños. —Con extremo cuidado, coloco la insignia en su pecho. Brilla con un fulgor que refleja su espíritu apasionado y su incansable búsqueda de la verdad.

—La sabiduría y la búsqueda de la verdad, eso es lo que representas. —Sonrío, mirándola con orgullo y dejando que mis palabras resuenen en la audiencia.

Ella se inclina ante mí con gratitud y humildad.

—Muchas gracias por darme esta oportunidad. Me siento afortunada y le agradezco sinceramente todo lo que ha hecho por mí.

Helena da un paso adelante, inclinándose hacia todos los presentes.

—Si alguno de ustedes tiene información o desea trabajar con el Ministerio de Prensa, las postulaciones deben realizarse en la oficina del Ministerio.

Un nuevo edificio, imponente y majestuoso, se alza en el corazón de la ciudad, más grande que la academia y solo la mitad del tamaño de la mansión de Roswaal. Compramos propiedades y trasladamos a las personas para hacer realidad este sueño. Ahora, cerca del centro de la ciudad, se erige el Ministerio, un lugar donde todos los ministros trabajarán a partir de ahora.

Los aplausos resuenan con fuerza, despidiendo a Helena por su compromiso y valentía.

—La ministra de Educación, Frederica Bauman.

Los aplausos estallan con entusiasmo, los niños vitorean con alegría. Frederica, aunque se muestra sorprendida y algo incómoda ante la ovación, no puede evitar sonreír. Sus dientes afilados hacen una aparición especial, pero a mis ojos, su belleza es innegable.

Ella avanza con pasos elegantes, vistiendo un elegante vestido negro que resalta su cabello dorado. Se coloca frente a mí, con una sonrisa cálida y mirándome a los ojos.

Saco la insignia y comienzo a colocársela. Una insignia dorada con la forma de un libro, símbolo de conocimiento y aprendizaje.

—Representas el futuro, el pasado y el presente. En ti reside la responsabilidad de nuestras generaciones futuras, en ti yace la esperanza y los inicios de Irlam. —Termino de colocar la insignia y la miro con una sonrisa sincera—. Tú eres el futuro de Irlam.

Ella me mira con sorpresa, luego entrecierra los ojos y deja escapar una risa ligera.

—Parece que tengo muchas responsabilidades, ¿verdad? —Frederica se inclina en señal de respeto—. Mientras viva, juro que daré mi máximo esfuerzo para crear una nueva generación llena de conocimiento y oportunidades.

Ha trabajado incansablemente, dedicando un gran esfuerzo a estudiar todo lo necesario en la academia para las futuras generaciones de investigadores y trabajadores.

Su compromiso merece todos los honores posibles.

—Aquellos que sientan pasión por enseñar, por criar a las generaciones futuras, por trabajar e investigar, por perseguir sus sueños, los espero en la oficina del Ministerio.

Frederica da un paso atrás, y yo continúo con la entrega de medallas. Karl, el ministro de planeación, encargado de las obras de construcción, avanza con determinación. Su rostro refleja la seriedad de su cargo, y acepta la medalla con orgullo.

Rost, el ministro de ambiente se acerca a recibir su distinción. Su compromiso con la limpieza y el cuidado de la ciudad es evidente en su expresión. Los ciudadanos aplauden, reconociendo su labor.

Pest, el ministro de seguridad pública, es el siguiente en ser condecorado. A pesar de haber perdido una pierna en el cumplimiento de su deber, su determinación es inquebrantable. La audiencia le brinda un cálido aplauso.

Jahir, ministro de alimentos y agricultura, recibe su medalla con humildad. Su responsabilidad de garantizar la calidad de los alimentos es vital para todos. La multitud reconoce su importancia y lo aplaude con gratitud.

Pearl, ministra de trabajo, es elogiada por su papel fundamental en mantener salarios justos y horarios accesibles para todos. La producción solo será exitosa si se trata con equidad, y ella es una pieza clave en ese rompecabezas.

Shane, el ayudante de Baltazar, acepta su posición con responsabilidad. Aunque Baltazar no quiso tomar el cargo de ministro, confía en Shane para ayudar en su labor.

Karl, ministro de obras, su encargo yace en la construcción de Irlam. Todas las obras publicas están a su encomienda. Gracias a él Irlam es tan hermosa.

Alexander, ministro de industria, es reconocido por su tarea en administrar las fábricas y garantizar estándares de seguridad. Su labor contribuye al desarrollo de la ciudad.

Y finalmente, llega el turno de Crusch Karsten, ministra de defensa. Alsten eligió no ser parte del ministerio, aludiendo que Crusch tiene mejores capacidades.

Ella Camina con una sonrisa en el rostro, demostrando su dedicación en mejorar el ejército y proteger a la ciudad. Su uniforme militar refleja su compromiso, y yo no puedo evitar elogiarla.

—Te queda bastante bien, te ves hermosa —le digo con admiración.

Crusch, a pesar de su traje militar, irradia belleza y confianza. Ella sonríe y se inclina hacia mí en señal de respeto. Luego, dirige su mirada hacia la multitud.

—¡Prometo defenderles! ¡Prometo hacer todo en mi alcance para que la paz reine en Irlam! —anuncia con determinación.

Los aplausos estallan, no solo de los soldados, sino también de los adultos presentes. La emoción se siente en el aire mientras Crusch se compromete a proteger la ciudad.

La ceremonia llega a su fin, y me toca dar unas últimas palabras.

—Les recuerdo que, si alguno de ustedes quiere alcanzar una condecoración, un puesto, si desean avanzar en la vida, deben seguir estudiando, investigando. El conocimiento y la creatividad los guiarán hacia el futuro que desean. —Elevo mi mano con determinación, apuntando hacia el cielo—. ¡Por Irlam!

La multitud responde con un fervoroso coro.

—¡Por Irlam!

La ceremonia concluye, dejando en el aire una sensación de esperanza y unidad en esta nueva etapa de Irlam.