Lo que se Entrevera en las Sombras
Mi padre me relató sobre un pequeño pueblo, uno que amenaza con consumir todo lo que mi familia Costuul ha construido. Irlam, un pueblo bajo el dominio del Marqués Roswaal. L Mathers.
Solo escucharlo causó temor en mí.
No soy alguien muy valiente, aunque tenga que fingir que lo soy, siempre tengo temor de todos.
A pesar de mi cobardía innata, anhelo la comodidad que solo el riesgo puede ofrecer.
Incluso intentaron forjar una alianza con nosotros. Somos Costuul, una de las ciudades más importantes del reino. Todos desean estar en buenos términos con Costuul y hacer uso de nuestras fábricas.
Sin embargo, en los últimos meses, aquellos con quienes tenemos contratos han estado buscando excusas para romperlos.
"Los costes soy muy altos", alegan las personas buscando escusas viles.
Las máquinas a vapor son un producto similar al que tenemos en Costuul.
Pero no pudimos anticipar el cambio. Las máquinas de producción, una vez un monopolio nuestro, ahora se venden en todas partes. Irlam ha acumulado materiales de todo Lugunica y controla su producción a gran escala.
Tienen métodos de producción que desconocemos, además de estar mejorando y lanzando nuevas cosas al mercado cada mes.
A diferencia de nosotros que teníamos que resguardarlas ellos estaban expandiendo su influencia.
Son los dueños de las maquinas, entrenan y ganan porcentajes en productos materiales.
Eso hizo que Irlam pronto tuviese gran parte en acumulación de materiales de todo Lugunica.
Las maquinas a vapor se hicieron famosas, y Irlam tiene el control sobre su producción.
Compramos varias intentando desmantelarlas, pero desarrollaron un metía capaz de hacer que sea imposible de hacerlo. Los mejores magos del continente intentaron hacerlo, pero fue imposible.
Encontraron la forma de venderlas sin que pudiesen ser robadas.
Si tuviésemos ese metía habríamos hecho lo mismo, pero claro, no contamos siempre con la atención del mejor mago de Lugunica.
Desde la competencia con la candidatura nuestra atención se vio centrada en Frey Karsten, tomamos la decisión de apoyarle ya que no apoyaríamos a una medio demonio.
Los demihumanos están para servirnos, nosotros los humanos siempre seremos superiores.
Por eso en esta ciudad los acogemos para hacerles trabajar para nosotros.
Aunque esa es solo la idea que vende mi padre. Yo habría tomado una decisión diferente.
En medio de un ambiente tenso, mientras me cambian, empiezo a sentirme más y más ansioso. Mi corazón late con fuerza porque sé que nuestros actuales enemigos no son cualquier cosa.
Derrotaron al culto de la bruja, además fueron los que le dieron un gran golpe final a la gran ballena blanca.
—Apresúrate, es necesario reunirme con padre ahora —exclamo con urgencia, mirando a la demihumana que me está vistiendo. Mi mente se inunda con pensamientos sobre el plan que tiene padre para la guerra.
El plan es perfecto. Costuul nunca se ha visto en la necesidad de formar un ejército, pero en secreto tenemos una fuerza conformada por demihumanos.
Gracias a esto y a la protección del reino, no teníamos grandes enemigos. Cualquier organización o gremio que amenace la producción de Costuul es erradicado al instante.
Así es la vida, así funcionan las cosas. Los fuertes reinan y los débiles caen. Por eso, no puedo mostrar debilidad, aunque el miedo se apodere de mí.
Una vez cambiado, camino por los largos pasillos de mi castillo. Observo cómo el orden que reina es amenazado por unos enemigos repentinos.
Con el objetivo de disminuir sus probabilidades de ganar, mi padre, un marqués decidido, optó por no participar directamente en esta contienda, obligando al Marqués de su lado a no participar.
Seré yo, en contra del enigmático vizconde de Irlam. Se dice que posee una fuerza desconocida, y los rumores sobre él se multiplican. Luchó contra el caballero Julius Juukulius y fue capaz de plantarle cara.
Su armamento sigue siendo un misterio. Los espías enviados a Irlam no logran comprenderlo ni obtener información valiosa. Terminan siendo descubiertos y posteriormente asesinados.
Además, sus almacenes están protegidos con los metías, lo que los hace inaccesibles. La situación es cada vez más desafiante.
Abro las puertas que dan a la oficina de mi padre, al entrar, puedo verlo sentado con una mirada molesta. Al verme, suspira, como si la situación no estuviese saliendo del todo bien.
—Es un honor verle hoy, marqués Harald —me arrodillo, inclinándome hacia él.
Sí, mi padre, el marqués Harald Costuul, dueño de toda la ciudad de Costuul y el hombre más fuerte que he visto. Mi padre no es un hombre cualquiera; para él, nosotros no somos más que piezas de un juego.
El honor de la familia Costuul lo es todo. Los fuertes sobreviven, mientras que los débiles son enviados a trabajar y despreciados por el resto de la familia.
Eso lo sé muy bien.
Por eso pude levantarme sobre los demás, sin importar si mis hermanos son asesinados o si tengo que hacer que caigan.
Mi padre me hace señas con las manos para que tome asiento. Su mirada es severa, carente de cualquier asomo de aprecio, una mirada vacía, impulsada únicamente por la ambición.
—La guerra ha sido aprobada, como era de esperar, el Marqués y el vizconde han dado luz verde a la guerra. —Su mirada severa me hace helar mi sangre, solo su mirada indica que cualquier mal acto puede llevarme a la muerte.
Asiento con solemnidad, sin pronunciar palabra alguna.
Mi padre continúa, sus palabras resonando en la habitación cargada de expectación:
—La batalla se llevará a cabo en un mes a partir de hoy. Prepararemos nuestras tropas, pero esta no será una batalla ordinaria, —afirma, haciendo que mi mirada se fije en la ventana a su lado.
Luego, iro a mi padre con una sonrisa, comprendiendo que esta lucha será diferente, repleta de desafíos por resolver.
En ese momento, mi padre toma algo de su escritorio y me lo muestra con solemnidad.
—Pronto llegará un discípulo de uno de los diez grandes sabios. Estará en la lucha y su deber será protegerte en todo momento. —Mi padre me lanza el objeto.
Al atraparlo, observo un cristal azabache, emanando una extraña aura que causa un estremecimiento en mi cuerpo.
—Contamos con casi dos mil combatientes para esta batalla. —Mi padre señala al sirviente demihumano a su lado, quien parece imperturbable ante la magnitud de la situación—. No hay forma de que puedas ser derrotado.
Un suspiro de alivio escapa de mis labios.
Dos mil demihumanos no son cifras que deban tomarse a la ligera.
Según la información que manejamos, el ejército de Irlam consta de aproximadamente entre quinientas y setecientas personas, lo que significa que están en clara desventaja.
Mi padre continúa, su expresión seria, sus manos apretando con determinación:
—Nuestro objetivo es claro. Tomaremos su territorio, apresaremos a ese bastardo y extraeremos toda la información que necesitamos. —Su mirada de odio no desaparece, su ceño fruncido como si se tratase de una ofensa hacía él. A pesar de eso, sonríe arrogantemente—. Todo por gracia de la asquerosa medio demonio esa.
Detrás de él está su sirviente estrella. Un semihumano que antes era un mercenario. Su poder es notable, es el más alto entre todos los semi humanos que he visto. Una persona fuerte e inteligente que fue reducida a nada después de ser derrotado por mi padre.
La figura de un león yace detrás de la sonrisa de mi papá.
—Padre... en el improbable caso de que logren derrotarnos... ¿estamos realmente dispuestos a otorgarles nuestra parte de la montaña y una extensión de la ciudad? —Mi padre me mira sin decir nada. Sudor frio empieza a caer de mi frente, siento la sangre helarse y mi corazón latir con fuerza.
Muevo mis manos, intentando calmar estos nervios—. Las luchas entre territorios deben ser equitativas, y nuestro objetivo es el pueblo completo, junto con los planos que fingimos haber perdido.
El silencio se cierne sobre la sala mientras espero la respuesta de mi padre, consciente de que esta guerra decidirá el destino de nuestra familia y nuestro legado.
Ellos, en contraparte, pusieron en juego su territorio por la otra parte de la montaña, la cual no hemos podido usar debido a la gran cantidad de mabestias que la habitan, además de la extensión más lejana de nuestra ciudad, que es apenas poco más del tamaño de su pueblo.
Mi padre me mira con cierta molestia, como si mi pregunta le sacara de quicio.
—Son tierras inútiles, no necesitamos inútiles en nuestro territorio. Es una excusa perfecta para deshacernos de esa montaña y hacerla su responsabilidad. —Apunta hacia la ventana, que ofrece una vista a la imponente montaña—. Las personas que viven cerca no son más que estorbos, los únicos que valen la pena son los que están en la ciudad trabajando.
No estoy de acuerdo con su afirmación.
Creo que cualquier persona puede ser de utilidad si se encuentra la manera adecuada de aprovechar sus habilidades. Darles territorio en el hipotético caso solo los hará más populares.
—Si pierdes, no tendrás que preocuparte por eso —declara mi padre con frialdad.
Mis ojos se abren de par en par ante su afirmación, mis manos tiemblan mientras mi corazón late con fuerza. No es difícil entender su insinuación.
Básicamente, si pierdo, estoy muerto.
Me levanto de mi asiento y camino hacia la salida, pero justo en ese momento alguien entra. Es un hombre de casi la misma edad que mi padre, con un aspecto demacrado, sus mejillas hundidas y ojeras tan profundas como sacos de monedas.
Viste una túnica maltrecha y desgastada que sugiere que no se ha bañado en mucho tiempo.
Intento ocultar mi expresión de desagrado mientras contengo el miedo en mi interior. Con una sonrisa forzada, me inclino ante el recién llegado.
—Es un placer verlo, señor Flynn —murmuro con respeto.
Sin embargo, Flynn pasa de largo, sin prestar atención a mi saludo. En cambio, se acerca a mi padre sin mostrar el menor signo de temor.
—Tengo lo que querías —anuncia Flynn, entregando un saco maloliente pero imbuido de una inquietante aura—. El señor Frey fue claro: si deseas hacer uso de esto, deberás pagar un precio. Este producto está incompleto, así que no debes esperar mucho.
El ambiente en la sala se vuelve aún más tenso con la llegada de Flynn y la misteriosa entrega. El futuro es incierto, y las decisiones tomadas en los próximos momentos tendrán un impacto irreversible en nuestra familia y en el destino de todos nosotros.
Frey Karsten, una figura enigmática que se oculta entre las sombras. Su poder militar es por mucho superior al de Irlam. Sin embargo, dijo que no iba a actuar debido al tratado de no agresión que tienen entre ellos.
La familia Karsten es la más cercana al reino, por lo cual, solo el hecho de estar con su candidatura nos da el impulso hacía más poder.
Está claro que es el preferido de todos.
Aunque su semi-alianza con la candidata nos impide combatir junto a él, aún podría ser de ayuda.
—Esto será suficiente para la mitad de las provisiones, bien hecho. —Mi padre toma la bolsa y la guarda en un cajón. La mira de mi padre es arrogante, llena de confianza—. Ya quiero ver a esos desgraciados sin oportunidad ni siquiera de reír.
Mi padre irradia confianza, pero yo no comparto su seguridad. Siento que hay algo más en juego, un temor latente, una sensación de que nuestros adversarios son impredecibles.
—¡Erick! —mi padre exclama mi nombre.
Ante su llamado, me levanto y lo miro. Él señala a Flynn y me dirige una mirada llena de enojo.
—Este hombre velará por tu seguridad. El centro de comando será el castillo auxiliar, que está más cerca de la salida de Costuul.
El castillo auxiliar se encuentra en lo alto de una montaña, lo que lo convierte en un lugar estratégico para resguardarnos. Si nuestros enemigos intentan subir, solo tienen un camino estrecho para hacerlo, lo que sería su perdición.
—Estaré bajo su protección, señor Flynn —declaro mientras me inclino, y él asiente un poco incomodo.
Entonces, Flynn añade con firmeza:
—Mientras estés bajo mi resguardo, nadie te hará daño.
Es uno de los magos ocultos de Lugunica, aunque su aspecto actual dista mucho del hombre que recordaba.
Supongo que no debería preocuparme por su apariencia, parece que algo está consumiéndolo desde adentro. Tengo preguntas, pero es evidente que este no es el momento adecuado para hacerlas.
La estrategia aún no está completamente trazada, pero no parece ser una tarea insuperable.
—Revelaré los detalles de la estrategia una semana antes de la batalla para evitar filtraciones. Lo prepararé todo. —Mi padre me mira, sin dar indicios de confiar plenamente en mí—. Espero que puedas seguir el plan. Invertiremos mucho en armamento, pero si no puedes cumplir, ya sabes cuál será la consecuencia.
Si no puedo hacerlo, lo mejor es que no regrese.
Eso, solo si tengo la oportunidad de escapar. Debo continuar haciendo lo que él desea, si quiero arrebatarle todo, debo seguir siendo parte de su retorcido juego.
Lo odio, oh… lo odio con una intensidad insondable.
Si tan solo pudiera eliminarlo de este mundo, lo haría en este mismo instante. Pero mi padre es fuerte, extremadamente fuerte. A menudo oculta su verdadera fuerza, pero yo he sido testigo de ella.
Si quisiera, podría competir con los mejores caballeros, incluso superar al mismísimo jefe de los caballeros.
—Vete, tengo asuntos que tratar con el señor Flynn —me ordena, interrumpiendo mis pensamientos.
Asiento en silencio, me despido y me retiro de la habitación. Una sirvienta me espera afuera y me entrega una carta.
Cuando la leo, una sonrisa irradia mi rostro.
"Hoy pude disfrutar de la luz del sol durante cinco minutos. Gracias."
El mundo pertenece a los fuertes, y por eso, los débiles no tienen más opción que ser consumidos.
—Gracias por traerla. Ahora puedes retirarte y descansar —digo a la sirvienta antes de alejarme.
Contemplo el ocaso mientras debato internamente si debo traicionar a mi propio padre.
La ambición me consume; sé que aliándome con el vizconde de Irlam encontraré la oportunidad de adueñarme de Costuul.
Mi familia tiene renombre, y su muerte, aunque la afectaría, no la tumbaría.
Solo así podré rescatarla y forjar la vida que anhelo.
Aprieto mis manos, atrapado en un dilema, sin saber qué camino elegir.
Mientras tomo un sorbo de un delicioso té, observo a la persona en frente de mí, completamente desquiciada. Sus ojos oscuros, mientras un líquido siniestro brota de sus labios, resultan fascinantes.
Él lucha desesperadamente por salir de la jaula, pero cada esfuerzo resulta inútil.
Golpea y maltrata su propio cuerpo, rompiendo primero sus manos y luego utilizando sus brazos y piernas. Cuando ya no le queda nada, la muerte se va apoderando de él rápidamente.
—Señor Bordeaux Zellgef, ha llegado una carta. —Mi sirviente me entrega el mensaje y se retira rápidamente.
El demihumano continúa mordiendo con ferocidad la jaula, sus dientes se quiebran, y la sangre fluye, mostrando su debilidad.
Tomo nota meticulosamente en mi libreta los efectos, constatando que el experimento ha sido un rotundo fracaso. No hay mejora; la concentración de esta energía resulta demasiado poderosa para cualquier ser ordinario.
Una vez que el ser deja de moverse, abro la jaula, observando cómo su piel se desprende lentamente. Un semi humano reducido a nada más que una masa inerte y suave.
Es intrigante, los efectos de esta sustancia son sumamente extraños, pero resulta útil en dosis pequeñas.
Esta droga se convierte en una herramienta valiosa para mis planes, además de asegurar que aquellos que la consuman perezcan sin piedad. Si uso está arma podré iniciar mi plan.
La medio demonio que aún cree que puede prevalecer, me resulta repulsiva.
—Asqueroso. —Escupo en dirección al demihumano, aplaudiendo para que mis sirvientes lo retiren de la escena.
Miklotov ha aplazado la guerra un mes, lo cual me conviene.
Ahora, con la mitad del tiempo restante, si puedo perfeccionar esta droga al máximo, mi plan de exterminio se llevará a cabo sin contratiempos.
Aunque algunos en el consejo, de los diez que somos, se oponen, estoy decidido a dominar a la raza semi humana y arrebatarles sus derechos.
En medio de la oscuridad, planeo mi siguiente movimiento. Observo con atención la carta que sostengo en mis manos, buscando señales de que todo va según lo planeado en Costuul.
La guerra se avecina, y cualquiera de sus posibles resultados me resulta conveniente. Si Irlam cae derrotada, deberemos tomar medidas para apoderarnos de sus recursos.
Sin embargo, hay un nombre me atormenta: Marco Luz.
De alguna manera, este individuo ha logrado acumular innumerables logros y ganarse el respeto y admiración de las masas.
Es el creador de la máquina de escribir y la máquina de vapor, un genio cuyo ingenio parece no tener fin.
Es por eso por lo que necesito someterlo.
Cuando mi droga esté completa, me ocuparé de él sin inconvenientes.
En medio de mis pensamientos, mi leal sirviente, Flynn, se arrodilla frente a mí.
—Maestro —susurra con reverencia—. Los preparativos están completos, y la versión que he creado es compatible.
Acaricio mi barba con cuidado, reflexionando sobre la posibilidad de que su afirmación sea cierta.
Ya verán, una vez que haya terminado con Miklotov, tendré el control absoluto de todo. Marcus debe perecer, Reinhard debe ser excluido. Debo transformarlo todo si deseo alcanzar mi objetivo.
Para ello, la primera persona que debe caer bajo mi mando es Marco Luz. Si lo conquisto, el mundo estará a mis pies.
Mientras elaboro mis maravillosos planes, no puedo evitar pensar en una pequeña niña. Espero que también esté preparada, ya que será mi candidata clave en mi maravilloso plan.
Me mantengo de pie, mirando la ventana con una sonrisa. Me gusta ver a las personas trabajar, moverse de un lado a otro porque asi sé que el negocio está avanzando.
El mundo lo mueve el hambre, y el hambre la quita el dinero.
¿No es fascinante?
La puerta de mi despacho se abre, haciéndome girar para ver quien es. Al ver mi a mi gran caballero sonrío, pero parece que él no trae buenas noticias.
—Señorita Anastasia, debe ver esto. —Julius me entrega una carta—. Viene de la capital.
Mis ojos se abren con cierta sorpresa mientras tomo la carta con mi mano. En mi mesa veo aquel invento que trajeron usando el papel que les di. Es un invento del cual obtengo grandes ganancias, pero no creo mis ganancias sean superiores a las de ellos en esto.
Un invento que llamaron periódico.
Inventaron una ingeniosa forma de imprimir escritos, incluso incluyen imágenes y logos. Todo el proceso se hace con máquinas, por lo que realmente no es muy costoso producirlo.
Tomaron furor rápidamente, incluso ahora mismo está de moda cargar con un periódico. Entre los nobles, se hacen grupos de discusión sobre los temas del periódico.
Fue entonces cuando entendí la poderosa arma que han creado.
Abrieron sedes en la capital y aquí en Kararagi. Las fábricas están custodiadas por miembros del ejército. Incluso descubrí que tienen explosivos para destruir todo en caso de que haya un altercado.
Si tener el arma de la información es ya algo grande, tener el arma de manipular la información es el arma definitiva.
—Antes de mirar la carta… —suspiro, viendo que no hay forma de hacerlo rentable sin maquinas—. ¿Crees que debí ser más amable con el vizconde Marco y la candidata?
Sus logros no son pocos, incluso la candidata, Emilia ha ido tomando popularidad entre los magos sanadores.
Han estado transformando todo y haciendo que los negocios se vuelvan una batalla feroz.
Julius ojea el periódico, para luego mirarme a los ojos.
—Conociéndolo, estoy seguro de que habría terminado peor. —Sus palabras de reconfortan, pero no sé si es cierto.
Mantenemos una relación formal, pero siempre me siento en guardia con él. Es como si pudiera leerme, un hombre verdaderamente peculiar. Aunque debo admitir que no me desagrada.
Mi instinto nunca se equivoca, es alguien que puede rivalizar conmigo en negocios.
El problema es que no es solo bueno en ello.
Abro la carta y devoro su contenido con avidez. Una sonrisa aflora en mis labios.
—Parece que esta vez tendremos un buen espectáculo —digo mientras observo el periódico, donde en primera plana destaca un anuncio sobre actividades inusuales en Costuul.
Ahora comprendo su estrategia.
Julius me mira con sorpresa
—Señorita Anastasia, ¿cree usted que Marco haya robado algo de Costuul?
Niego con la cabeza de inmediato. Si Irlam fuera el culpable, habrían actuado de manera diferente. Esto es una pantalla, algo planeado por alguien más.
—Lo que desean no es simplemente Irlam; hay algo más. Creo que el vizconde Marco podría estar en peligro —agrego con una sonrisa mientras observo el amanecer que se acerca—. En cualquier caso, no tenemos otra opción que esperar y ver qué sucede.
Luego, mis ojos se posan en la otra página del periódico, donde se anuncia el lanzamiento oficial de la segunda versión de la máquina a vapor en dos semanas.
Una versión más eficiente y avanzada que la anterior, pero también más costosa.
—Una guerra con Costuul… —Julius parece preocupado por Marco, desde su presentación durante la selección lo ha tenido en alta estima—. Espero que no salga mal.
En una guerra, no hay ganadores; económicamente, solo hay perdedores. Pero Marco debe tener sus razones, y yo también tengo las mías.
Miro el libro en mi mesa.
—Si Marco puede ganar esa guerra, creo que tendremos mucho más trabajo por hacer. Si quiero conquistar el mundo, primero debo protegerlo. —Miro a Julius, quien comprende mis palabras—. Quizas, ellos sepan más sobre esto que nosotros.
"Diario de Hoshin, segunda edición," susurro para mí misma mientras entrecierro los ojos. Mi corazón late con intensidad, después de todo, ahora hay algo que me preocupa más que los negocios.
Si lo que dice aquí es cierto, entonces la carrera por el trono no es más que un objetivo entre muchos. Obtener Lugunica como reina no lo hará mío.
Primero, debo aprender cómo protegerlo.
Te envío mis mejores deseos, Marco Luz.
Si ganas, será hora de que haga una visita a Irlam.
