El Peso de las Palabras.

Entonces, la planificación toma forma, tejida con la determinación de Oscar.

Sus manos, ágiles en el arte de la construcción, dirigen el levantamiento de una fortaleza militar que se alza en ambos picos. Pero no todo es sereno en las montañas, pues las mabestias acechan en las sombras, desafiando cada paso hacia el progreso.

A pesar de los peligros, la voluntad de Oscar no flaqueó.

Con astucia y valentía, ellos abrieron un sendero entre la maleza y el peligro, protegiéndose con cristales defensivos hechos por Roswaal. Las criaturas, al percibir el cambio, se retiraron hacia el otro lado de la montaña, agrupándose en la mitad de la montaña perteneciente a Costuul.

La estrategia es clara, pero la incertidumbre se cierne como una nube sobre mi cabeza.

¿Tomarán los enemigos ambas rutas? La incógnita flota en el aire, cargada de tensión y anticipación.

Mientras tanto, en las profundidades del bosque de Elior, la base militar ya ha tomado forma, sus estructuras erguidas como guardianes silenciosos entre los árboles centenarios.

Los corazones de los soldados resuenan con la promesa de proteger su hogar y su gente, cada uno de ellos un pilar de fuerza en la batalla por venir.

Seiscientos soldadoss, entrenados y listos para el combate, se alinean en formación, una fuerza formidable para ser enfrentada. Aunque su número no es abrumador, su determinación y armamento los convierten en una fuerza a tener en cuenta.

Pero incluso en la certeza de la preparación, acecha la sombra del temor. ¿Qué pasará si se encuentran con un enemigo imposible de derrotar? Los nombres de Julius y otros caballeros mágicos se susurran en las conversaciones nocturnas, evocando imágenes de poder y habilidad más allá de la comprensión humana.

Los rumores de que Costuul tiene un haz bajo la manga son grandes, haciendo que el temor sea propio en todo el pueblo.

En medio de la noche, Otto y yo estamos haciendo papeleo en la oficina. Ambos llevamos varios días trasnochando para que todo salga perfecto. Los ministros, todos los jefes de la rama administrativa llevan trabajando duro.

Los días que no trabajemos debemos reponerlos de alguna forma, tenemos que ver los contratos y también todo lo que se tiene que entregar.

Y entonces, en la quietud de la noche, una pregunta se alza sobre mis hombros, pesada como una losa.

¿Serán suficientes las balas y las armas convencionales contra aquellos que pueden desafiar a los caballeros imperiales? —Otto me mira con nerviosismo, sus ojos mostrando el temor en su interior.

—Puede ser, pero no lo aseguraría.

Las respuestas son esquivas, como sombras danzando en la oscuridad. Las balas, diseñadas con precisión mortal, pueden atravesar el acero convencional, pero ¿qué esperanza hay contra el acero fortificado por la magia? un arte dominado por los enemigos de Costuul

En mi mente, la necesidad urgente de un arma capaz de atravesar las defensas mágicas se aferra como una garra. Los cristales anti-maná ofrecen una posibilidad, pero su eficacia a corto plazo es cuestionable, una solución temporal en un mundo donde el tiempo corre como arena entre los dedos.

—Marco, ¿crees que tienen algún as bajo la manga? —Otto me mira con preocupación mientras yo observo los papeles en mi escritorio.

Tenemos información de inteligencia obtenida por el ministerio de prensa. Helena ha conseguido una buena red de información, aunque no es perfecta, nos ha proporcionado algunas pistas sobre lo que está ocurriendo en Costuul.

La tensión en el aire es palpable mientras consideramos las posibilidades y nos preparamos para lo que está por venir.

Parece que reunieron a aproximadamente dos mil demihumanos para la guerra. Si lo que pienso es cierto, es imposible para Costuul proporcionar armaduras mágicas a todos; además, sería un derroche de dinero.

—Ellos tienen cañones mágicos, pero nosotros también tenemos los nuestros; los proyectiles mágicos son letales.

Intenté producir con Beatrice varios proyectiles; aplicar un hechizo a un objeto es complicado, pero con la información de los libros de Echidna sobre los metia, obtuvimos varias pistas.

Puck era el único que podía hacerlo parecer tan fácil, pero al final también lo logramos.

Roswaal también colaboró, ya que él es experto en este tipo de aspectos.

Los costes son elevados, pero dedicamos gran parte a la investigación. Para producir un solo proyectil, son necesarios diez kilos de cristales lamicta del material que se va a tener el efecto.

Los costes no solo son asombrosos, sino que también es necesario reunir los materiales. Por suerte, debido a la máquina a vapor, tenemos acumulados varios cristales de diferentes tipos.

—Diez proyectiles mágicos, lo que esperamos sea capaz de diezmar en caso de que haya algún peligro latente. —Miro hacia el techo, pensando en qué planes tienen.

Las espadas normales no les ganan a las balas, pero las espadas mágicas sí.

Por eso mejoré las armas, pero todavía no es suficiente. Si tuviese más tiempo, estoy seguro de que podría mejorarlas. Casi tengo un año desde que vine, en unos meses el invierno llegará.

Que en un año pasen tantas cosas...

—Si tienen algo planeado, tiene que ver con los sabios. Miklotov no me ha informado de nada relevante, parece que ya están sospechando de él.

Claramente no le van a contar nada relevante, el aplazar la guerra un mes no solo es conveniente para mí, sino para ellos. La guerra está a solo una semana; ahora, es necesario que todo salga bien.

Lo que sea que tengan planeado no parece iluminar mi camino en absoluto. La novela no me proporciona información, por lo que, en esta ocasión, tendré que esperar a ver qué sucede.

—Tenemos que mantenernos fuertes; nuestros capitanes están bien entrenados.

Quizás no sean buenos en peleas cuerpo a cuerpo, pero en la toma de decisiones, puntería y otros aspectos, son soldados altamente entrenados.

Una vez que esta guerra termine, planeo tomarme unas vacaciones. Quiero salir con Beatrice y pasear por Lugunica. Supongo que podríamos hacer campaña mientras lo hacemos.

Con los ministros ocupados, mi carga de trabajo administrativo ha disminuido bastante.

—¿Crees que Rem regresará? —pregunta Otto, con un dejo de desánimo en su voz. Lo último que sabemos de Rem fue a través de una carta que le llegó a Ram, diciendo que está bien.

—La noticia de la guerra apenas comienza a difundirse. Estoy seguro de que no podrá regresar debido a los bloqueos que estamos implementando desde ahora.

Con el fin de evitar espías, hemos cerrado las rutas comerciales y permitimos solo la entrada y salida de personas escoltadas por soldados. Rem podría entrar, pero pedí especialmente que no se le permita hacerlo.

No quiero involucrarla ahora que está persiguiendo su sueño.

El problema es que Costuul ha copiado nuestra estrategia y también ha bloqueado sus rutas.

—Es probable que ella vaya a la capital o a algún pueblo cercano a esperar noticias.

Gracias al auge de la prensa en Lugunica, hemos logrado establecer varias formas de compartir información y mantener a las personas conectadas.

Aunque aún no hemos desarrollado métodos de transmisión de información a larga distancia, los periódicos son solicitados entre nuestros aliados y se hicieron popular en varias ciudades.

Proporcionamos información sobre Lugunica e Irlam.

La gente parece aceptar y disfrutar de la edición quincenal del periódico, que es lo que más o menos nos cuesta reunir información de diferentes partes de Lugunica.

No es costoso producirlo, y gracias a la máquina de impresión automática, podemos generar una cantidad considerable de periódicos.

La máquina de vapor siempre será importante, y la tercera versión ya está casi terminada.

Más compacta y eficiente, incorporando varias piezas de acero y mejoras mágicas que aumentan su potencia. Es incluso más barata de producir que la segunda versión, cuya poca optimización hacía que sus costos se elevaran.

Claro, no la voy a vender todavía. Esperaré un año, cuando ya tenga una cuarta versión o algo mejor a utilizar para Irlam.

Camino por Irlam, viendo que todos parecen estar ocupados, un pueblo vivo y lleno de todo tipo de personas. Los puestos, los edificios en construcción. Cada vez más gente va a venir a Irlam, estoy seguro en algún punto pasaremos de ser un pueblo a una ciudad.

Una ciudad pequeña, pero pronto seremos más grandes.

Irlam está creciendo exponencialmente, por eso necesito poder político. La reunión con Hermod se atrasó por la guerra, pero todo va viento en popa. La idea es también formar relaciones con los otros países, relaciones positivas que tengan beneficios para Irlam.

Me encuentro en un restaurante, mientras veo a las personas que me están esperando. Crusch y Emilia me hacen señas con la mano, mientras que Beatrice me mira con una sonrisa.

Una vez me siento, estas empiezan a hablar.

—¿Viste las noticias de la capital? —pregunta Crusch—. Parece que tras la expansión del periódico varias personas están desconfiando en las decisiones de Costuul, varias personas afectadas han protestado por lo sucedido, alegando que les hicieron lo mismo que a nosotros.

Está claro que la situación de Costuul no es buena tampoco, por eso la guerra es un determinante crucial.

—Pronto las prácticas de Costuul serán reveladas, si bien no son prácticas moralmente buenas, la verdad es que no hicieron nada completamente ilegal —indico, explicando a Emilia—. Pero será un gran golpe a sus relaciones pequeñas.

Compradores menores, nobles honestos. Si ganamos la guerra, expondremos más de sus prácticas, y la gente querrá hacer más contratos con Irlam.

"Personas morirán por la ambición de los que están en el poder." Esa frase que mi mente me trae me borra la sonrisa del rostro.

Es cierto, no debo estar alegre por la guerra. Lo que está sucediendo traerá consecuencias malas para ambos. La vida de los soldados y de todo el pueblo están en juego. No tiene caso, así siempre ha sido el mundo.

Hay cosas que no puedo cambiar por mucho que quiera. Pero si quiero hacer algo, necesito más poder.

Poder político.

—Sigo estando en contra de la guerra... —Emilia mira con tristeza hacia la gente que está en el restaurante—. Creo que todos deberían mediar las situaciones con palabras, así menos gente se vería afectada.

Lo que Emilia quizás no entienda es que las palabras son peores que la guerra.

Sí, las palabras pueden evitar que mucha gente muera directamente, pero cuando se trata de destrucción, una sola palabra puede causar un caos peor que cualquier guerra.

Las decisiones se toman con palabras, la guerra es solo un medio para evitar las palabras. Las palabras son el arma más destructiva de todas.

—Algún día, cuando seas gobernante, podremos cambiar todo esto

Mis palabras vienen con un peso hacia ella, y un peso hacia Crusch. Emilia sonríe, determinada a seguir.

—¡Sí!

Beatrice se sienta en mis piernas, mirándome para que la acaricie.

Durante este mes, no hemos hecho más que trabajar en el desarrollo de la producción de proyectiles, la mejora de los cañones y la creación de la tercera versión de la máquina a vapor.

No he tenido mucho tiempo para hablar, ni se diga para pasear o divertirnos.

—Cuando esto acabe, nos iremos de viaje. —Abrazo a Beatrice, apreciando el momento.

Tengo que ganar esta guerra, por eso, debo hacer todo lo posible para ello.

El destino de Irlam pende de un hilo mientras nos preparamos para enfrentar el conflicto que se avecina.


Mis valientes soldados se encuentran ante mí, ansiosos por escuchar mis palabras. La guerra está al borde de estallar, y siento cómo mi corazón late con fuerza en mi pecho.

A pesar del temor que se esconde en mi interior, en mi rostro solo se refleja una determinación inquebrantable.

—¡Soldados! —exclamo con voz firme, dirigiendo mi mirada hacia cada uno de ellos— ¡La guerra está a punto de comenzar!

En sus rostros, puedo percibir el miedo y la incertidumbre que atormenta sus pensamientos. Todos parecen estar reflexionando sobre lo que está por acontecer.

—Quiero que mantengan en sus corazones el motivo de nuestra lucha —continúo, apretando los puños para mostrar mi determinación—. Luchamos para proteger. Esos desalmados de Costuul quieren destruir todo lo que hemos construido.

Quieren diezmar a nuestro pueblo y arrasar con todo.

Mis soldados me miran con ojos llenos de fuerza, forjando una determinación inquebrantable en sus semblantes.

—Ustedes son la última línea de defensa de los inocentes. Son la fuerza que guía a Irlam —expreso, extendiendo mis manos con solemnidad—. Son el ejército de Irlam, y es por eso por lo que debemos proteger lo que amamos.

—¡COMO ORDENE MI GENERAL! —exclaman al unísono, sellando su compromiso con un grito unívoco.

Alsten toma la palabra y da las órdenes con decisión.

—¡Todos a sus posiciones! —grita, marcando el inicio de una organización frenética. Los carruajes los llevarán a cada uno a su lugar designado.

Los cañones están listos, y la guerra está a menos de un día de distancia. Mañana, cuando el sol asome, comenzará el conflicto.

Este es el plan acordado, y ahora debemos asegurarnos de que todos los soldados estén preparados. Según mi información, Erick se encuentra en el castillo más cercano a la salida de la ciudad.

El ataque debe ser rápido, un golpe que nadie espera.

Los medios de comunicación están estratégicamente distribuidos. Emilia permanecerá en la base central, donde atenderá a los heridos. Todos los ciudadanos están bajo toque de queda; durante la guerra, deben permanecer resguardados en sus hogares.

Cualquier intruso será tratado con severidad.

Las fábricas han cerrado sus puertas y están bajo protección. En este momento, todo me recuerda al día en que luchamos contra el culto. Aunque parezca lejano, el recuerdo más significativo de ese día sigue fresco en mi mente.

Su abrazo...

Entonces, Crusch me dirige una pregunta seria, interrumpiendo mis pensamientos:

—¿Estás listo?

Ella parece más preparada que todos, supongo que ya ha atravesado por situaciones como estas.

—Nunca estaré preparado para algo así, pero no me queda más opción que enfrentarlo —susurro, dejando que mis pensamientos se deslicen como sombras en la penumbra.

No soy un hombre de sangre fría; aborrezco la idea de matar y el sufrimiento humano me disgusta. Sin embargo, sé que debo cumplir con lo que se me encomienda, aunque mi mente sufra en el proceso.

No es mi primera batalla después de todo.

Mis ojos se posan en los escudos que adornan mis mangas, confeccionados en acero, diseñados para protegerme de los letales golpes de espada.

Aunque su uso conlleva el riesgo de fracturar un brazo, son nuestra mejor defensa en este combate despiadado.

Tendré que enfrentarme a enemigos desconocidos, cuyas habilidades y estrategias son un enigma para mí. No pude obtener información sobre la persona que resguarda a Erick. En este momento, estamos en la oscuridad, sin saber contra qué nos enfrentaremos.

—Será una batalla difícil —murmuro, girando mi mirada hacia Crusch, quien coloca su mano sobre mi hombro con una expresión igualmente sombría.

—Debemos prevalecer, por nuestros objetivos —afirma Crusch, alzando el puño en un gesto decidido.

Nuestros puños chocan, sellando nuestro compromiso mientras nos separamos para cumplir con nuestras responsabilidades.

Luan está lista para asumir su rol de estratega junto a Alsten en el campo de batalla principal.

Todo lo que sé, se lo he enseñado.

Alsten liderará el frente de batalla junto a Luan, actuando de acuerdo con las indicaciones de Luan.

Me sorprende su fuerza; es, sin lugar a duda, la persona más poderosa en el ejército, a excepción de Crusch y yo, por supuesto.

Su agilidad y destreza son innegables.

Mientras sostengo la mano de Beatrice, observo cómo los carruajes comienzan a moverse, transportando a nuestros valientes soldados hacia sus posiciones designadas.

No temo por mi vida; después de todo, poseo este poder.

Aunque mi corazón alberga sus propias dudas, sé que tengo la capacidad de regresar.

El regreso de la muerte, incluso si mi magia se ve afectada, me permitirá luchar una vez más, sin lugar a duda.

—Marco... —Beatrice me mira, como si quisiera compartir algo conmigo. Con lentitud, introduce su mano en su bolsillo y me observa fijamente. Después de unos segundos de silencio, suspira y añade—: No es nada, supongo.

Beatrice tiene una tarea vital: proteger el globo de cualquier proyectil que se acerque. Confío en que pueda defenderse sin problema, y podrá utilizar mi maná si es necesario.

Ahora, mi misión está clara. Debo intentar secuestrar a Erick Costuul o, en el peor de los casos, acabar con él.