La Realidad Oculta.
Cuando abro mis ojos, quedo maravillada una vez más por la grandiosa vista que se despliega ante mí.
El cielo azul se extiende como un lienzo infinito, tan amplio como todo un mundo en sí mismo. Las nubes flotan majestuosamente, indicándome que me aguarda otro desafío por delante.
En lo alto de una colina, la veo a ella, con una sonrisa fingida en el rostro. Sé que me odia, pero sinceramente, yo no siento lo mismo hacia ella. Aun así, no me preocupo por ello.
Al fin y al cabo, es ella quien se está perdiendo algo.
—Has llegado rápido —comenta Echidna, su mirada fija en el horizonte mientras me da la espalda. Parece que ella también está lista para lo que está por suceder.
Sin embargo, hay algo que me intriga, algo que necesito preguntar.
—¿No tienes miedo? —inquiero, observando su perfil.
Echidna reacciona ante mi pregunta, girándose para enfrentarme directamente.
—¿De qué debería tener miedo? —responde con voz neutra, extendiendo su mano hacia mí—. No te equivoques, esto no representa ningún peligro. De hecho...
Echidna esboza una amplia sonrisa que me resulta un tanto perturbadora.
—...estar junto al candidato a sabio será bastante interesante. Ya que conozco su mundo, me intriga ver hasta qué punto puede transformar el nuestro. —Sus manos se iluminan, y el mundo a nuestro alrededor comienza a desmoronarse—. Estas dos pruebas pueden no suponer un desafío real para ti, pero si piensas que por estar con ustedes me convertiré en tu aliada, estás muy equivocada.
Es cierto. Aun no comprendo del todo por qué Echidna me guarda tanto rencor.
Tal vez Marco tenga alguna pista al respecto, así que tendré que preguntarle. Pero estoy segura de que, de una forma u otra, todo está relacionado con Satella.
Mi corazón tiembla por un instante, pero entonces lo recuerdo; el calor reconfortante de su abrazo envolviéndome por completo.
Mis dedos tocan mis labios, esbozando una sonrisa que se niega a desaparecer. Aún puedo sentirlo, su calor sigue impregnando mi piel. Mis manos cubren mis mejillas, incapaces de contener la oleada de felicidad que me embarga.
Echidna me observa con una expresión entre sorprendida y desconcertada, pero en este momento, nada de eso me importa en lo más mínimo.
—Eso es asqueroso.
De repente, mi visión se nubla y las sensaciones en mi cuerpo comienzan a desvanecerse. Siento como si estuviera flotando en el vacío, sin control alguno. En lugar de sentirme nerviosa, pienso en todos ellos.
Ellos están luchando para avanzar, y yo debo hacer lo mismo. Un zumbido invade mis oídos, y una voz que parece surgir de ninguna parte comienza a resonar en mi mente.
"Mira un presente probable", dice una voz tímida, como la de una joven adolescente.
Soy bañada por los rayos del sol. Una vez más, el cielo azul se extiende sobre mí. Aunque puedo verlo, no siento el calor del sol en mi piel. El murmullo de la gente y el traqueteo de las carrozas me hacen pensar en Irlam.
«Marco me dijo que la prueba es sobre presentes que nunca sucedieron, así que solo debo verlo y esperar a que acabe».
Cuando giro mi cuerpo, me encuentro en lo alto. Es una vista verdaderamente impresionante, algo que nunca había presenciado antes. La capital de Lugunica se muestra en todo su esplendor.
Contemplo maravillada esta grandiosa vista, nunca imaginé verla de esta manera. La capital es realmente vasta, aquí viven cientos de miles de personas. Cientos de miles de vidas, cada una con sus propias historias y sueños.
Aprieto mis manos con determinación, consciente de que lo que tengo frente a mí también es un objetivo que debo proteger.
Cuando me convierta en reina no me conformaré con simplemente cumplir mis objetivos.
«Estoy segura de que puedo lograr mucho más».
Aunque no puedo moverme como deseo, parece que no es necesario. Mi cuerpo comienza a moverse por sí solo, recorriendo la plaza hasta llegar a un lugar que conozco muy bien: aquel callejón donde lo vi por primera vez.
Una vez dentro, me quedo esperando su llegada. Desde aquí puedo ver todo, excepto la entrada. No puedo girar mi cabeza ni un ápice, como si la prueba quisiera que permaneciera aquí, anclada en este momento.
Entonces, escucho unos pasos, y mi corazón se ablanda al instante.
Debe ser en ese momento, cuando él llegó a este lugar. Espero por unos minutos, hasta que los pasos se hacen más fuerte y, al ver a la persona que se sienta, frunzo el ceño con confusión.
No logro entender lo que está sucediendo.
Lleva puestas unas prendas extrañas, propias del mundo de Marco. La persona frente a mí no es Marco. Su bolsa de plástico confirma que viene del mismo mundo que él, además ese teléfono celular se ve viejo, como el del padre de Marco.
—Unas papas, ramen instantáneo y mi celular —comienza a gritar la persona—. ¡Al menos denme una mísera espada sagrada Excalibur!
«¿Espada sagrada Excalibur?» No logro comprender las intenciones de esta prueba, si se supone que era una presente probable, entonces... «¿Quién es esta persona?»
Supongo que solo puedo seguir observando.
Después de una batalla con los bandidos, esta persona queda completamente destrozada, igual que Marco. Felt también pasa, llevando mi insignia consigo. Incapaz de hacer más, parece que van a golpearlo hasta dejarlo inconsciente.
—¡Deténganse, villanos! —escucho mi voz, y entonces comprendo que, ciertamente, Marco no existe en ese mundo.
"¡Si tan solo otra persona hubiese venido a este mundo!" Las palabras de Marco se hacen realidad aquí. De alguna forma, alguien más ha llegado a este mundo.
Rechazo esa idea en mi mente, después de todo, no tiene sentido ver algo que nunca ocurrió.
«Con el estoy bien, no necesito a otra persona».
El solo imaginar un mundo sin Marco ahora hace que mis lagrimas quieran brotar. No puedo, simplemente no puedo imaginarlo ahora mismo.
Un sentimiento de perdida me acoge de solo imaginarlo.
—No me miren demasiado, quieren... —mi amado padre, mi segundo padre, a quien amo tanto. Su actitud alegre y su sonrisa llenan mi alma de calor—. Me hacen sonrojar.
«¡Puck!» Mi corazón anhela volver a verlo, lo extraño tanto, deseo hablar con él, pasear juntos. Marco me dijo que tras ayudarle usando su odo puede que se haya refugiado en alguna parte, que realmente deberemos buscar por cielo y tierra para encontrarlo.
Puck necesita mucho maná para mantenerse, así que, si está en algún lugar, no podremos ni oírlo ni verlo.
Pero sé que podré encontrarlo.
«Incluso su cara enojada se ve tan adorable», piensa aquella persona, su pensamiento resonando en lo alto antes de desmayarse.
«¿Cómo que adorable?» Rechazo esa idea, aunque puede que de verdad me vea así. Aun enojada, no parezco ni un poco molesta.
«Por eso Marco y Puck se burlaban siempre cuando me enojaba».
Entonces lo veo recostado en las patas de Puck, mientras yo espero a que despierte. Cuando finalmente lo hace, una sonrisa pervertida es lo único que veo.
Después de rechazar su insistencia por acompañarme, este individuo sigue intentando. Realmente no se ve como alguien confiable. Aunque, a pesar de su apariencia intimidante, no parece ser malvado.
—¡Es cierto! Mi objetivo es hacer al menos una acción buena al día —declara con determinación.
Recuerdo que Marco había mencionado que podía averiguar dónde estaba mi insignia, basándose en una sensación que tenía con él. En ese momento, estaba tan preocupada por la insignia que no presté mucha atención.
Por eso nunca profundicé en el asunto.
En cambio, esta persona parece desorientada, sin saber dónde está ni con quién está hablando.
Acepto su propuesta, y todo se vuelve oscuridad.
—¡Mi nombre es Natsuki Subaru! —la luz regresa, y mi yo se encuentra nuevamente frente a esta persona. Están en la parte alta de una edificación, parece que ambos han buscado por un tiempo considerable.
Su postura es peculiar, pero de alguna manera me resulta familiar. No puedo recordar de dónde lo conozco, mi memoria no alcanza más allá.
—Si hay algún tipo de lugar donde se reúnan ese tipo de personas, quizás sería apropiado buscar allí —opina, buscando una solución lógica a la situación.
«¿Por qué no pude pensar en ello antes?» Si lo hubiera hecho, quizás no habría aceptado la oferta de Marco, ni habría permitido que me acompañara…
«Menos más no lo pensé», agradezco en mi interior a mi yo de antes.
—Mi nombre es… Satella.
Al pronunciar ese nombre, veo la expresión confundida en el rostro de Subaru al ver cómo cambia el ambiente, así como la decepción reflejada en el rostro de Puck. Es evidente que tampoco sabe quién soy, o quien es Satella.
En ese entonces solo quería alejarlo para que evitase el peligro.
Pero ambos decidieron bromear al respecto.
Continuan caminando sin un rumbo claro. Luego de que fallara en animar a la niña perdida, Subaru logra hacerlo de forma perfecta. Y con eso todo converge, el hombre nos da información de inmediato.
Aunque su mirada pueda resultar intimidante, su actitud alegre y jovial me contagia una sensación de alegría.
«Es tan diferente de Marco», reflexiono. Mientras que Marco suele transmitir calma y paz, Subaru irradia una energía diferente, más alegre y contagiosa.
Aun así, para mí, Marco sigue siendo superior.
Después de un largo tiempo, la noche cae sobre nosotros. Nos damos cuenta de que hemos tardado bastante en llegar a algún lado. Entonces, todo se vuelve oscuro.
La luz de la luna ilumina el paisaje, permitiéndome ver de nuevo.
Observo un bazar destruido, con todos de pie. Reinhard sostiene una espada que comienza a desintegrarse por sí sola. Parece que, en esta realidad, fue Reinhard quien puso fin a la batalla.
Esa Emilia está distraída, viendo que ya todo ha acabado. Aliviada, mira a todas partes, buscando a Felt. Todos hablan, felicitando a Subaru, hasta qué.
En ese momento, Elsa emerge de entre los escombros con una mirada decidida a acabar conmigo.
«¿Por qué quería matarme?» «¿Como sabía que tenía esa insignia?» Las preguntas invaden mi mente mientras observo su rostro en busca de alguna respuesta. Una respuesta que mi corazón no quiere aceptar.
Pero justo cuando la situación parece volverse desesperada, Subaru aparece frente a mí. Con rapidez, agarra el mazo de Rom y lo utiliza como escudo para protegerme del ataque de Elsa. Su valiente acto me deja sin aliento, y en ese instante, sé que me ha salvado la vida sin lugar a duda.
Luce débil, realmente no parece tan musculoso o hábil como Marco en ese momento. A pesar de todo fue capaz de hacerlo sin dudar un solo segundo. En cuestión de instantes tomo el maso y me salvó, probablemente sin si quiera pensarlo bien.
Después de ese acto heroico, es claro que esa yo siente una abrumadora necesidad de hacer algo por él. Después de todo, me ha rescatado de una situación potencialmente mortal.
Pero su actitud me toma por sorpresa.
—Quiero que me digas tu nombre —me pide, con una mirada confiada, como si hubiera alcanzado un gran logro al hacerlo.
«¿Solo eso?», lo miro pensando en cómo reaccionará mi yo de esa realidad.
—¿Solo eso? —pregunta, haciendo que sonría por adivinarlo. Luego tras revelar mi nombre todo parece tranquilizarse.
Sin embargo, cuando Reinhard toma el arma y ve que fue cortada, en ese mismo momento, el estómago de Subaru se abre y cae al suelo, expulsando una gran cantidad de sangre. No puedo evitar preocuparme, pero dudo ese sea el final.
De repente, todo se vuelve oscuro y me encuentro transportada de vuelta a la mansión.
Supongo que lo llevé conmigo, después de todo, me salvó la vida en aquel momento de peligro. No lo dejaría solo habiendo sacrificado su vida por mí, sin importar la persona que sea.
«¡Hmpf! Marco pudo caminar por su cuenta». Aunque esta persona me salvó también. «Se que mi yo de esa realidad le agradecerá debidamente.»
Cuando Subaru despierta se encuentra rodeado de todos, este es llevado a conversar con Roswaal para decidir qué hacer con él.
Su actitud juvenil y enérgica no me molesta en absoluto, al contrario, pienso que alguien como él me haría muy feliz en aquel entonces cuando me sentía tan sola. En ese entonces hubiese sido una gran compañía.
E incluso ahora sería un gran amigo; estoy segura de que a Marco también le agradaría.
«Se parece un poco a Otto, pero mucho más inocente».
Los días pasan, y noto que Subaru actúa con tanta energía que se empieza a ver mal. Parece preocupado por algo, pero no logra encontrar una solución. Su mirada se empieza a perder, actúa con miedo, un miedo irracional que oculta dentro de sí.
«A este ritmo, va a colapsar», pienso, mirando que todos lo notan extraño.
Recuerdo cómo en aquel entonces Marco también estaba preocupado, aunque no lo demostraba de la misma manera. Quizás Subaru siente lo mismo, pero su transparencia emocional lo hace más evidente.
Esa Emilia nota su actitud, interviniendo de inmediato.
«Jeje, no soy tan despistada como dice Marco». Si pudiera moverme, estaría adoptando una pose orgullosa, aunque siento que mi nariz está creciendo.
Veo a la otra versión de mí misma arrodillada, diciéndole a Subaru que se recueste en mis piernas. El me mira por unos segundos, pero a la vez me doy cuenta de que mi mirada es solo de preocupación maternal; al parecer, lo que necesita. Es evidente que está interesado en mí, puedo notarlo ahora con claridad.
Sus ojos no pueden mentir.
La forma en que se comporta Subaru es sin duda curiosa para mí; lo veo como un niño que necesita ser mimado. Es como cuando estoy con Petra, su forma de ser es similar a ella también.
Si me contó que viene de otro mundo entonces con más razón, no dejaría a alguien solo, más si se siente mal.
—Ha sido duro, ¿verdad? —tras esas palabras, Subaru comienza a llorar desconsoladamente mientras yo lo observo con cuidado.
No me esperaba esta reacción, debo admitirlo. En situaciones similares, fui yo quien lloraba, pero ahora estoy viendo todo lo contrario. Lo que me costó tanto con Marco lo estoy experimentando de forma tan rápida con él.
Luego, la escena cambia. Veo a Subaru corriendo con Rem en sus brazos, mientras Ram los acompaña. Huyen a toda velocidad con mabestias persiguiéndolos. Finalmente, Subaru entrega a Rem y voltea decidido.
Su determinación está en sus ojos, pero sus piernas tiemblan ligeramente. Tras hablar con Rem, quien se echa la culpa por querer hacerle daño, este se lanza en contra de las mabestias.
Supongo que debe tener algún plan: «probablemente hizo algo con Puck como Marco, o debe ser lo suficientemente fuerte como para enfrentarse solo». El corre y justo cuando está en frente de la gran mabestia grita con todas sus fuerzas:
—¡Shamack! —Una densa nube negra se extiende por el lugar. Subaru se adentra en su hechizo y clava la espada rota en el cuello de la mabestia.
«¡No será suficiente!» Observo cómo la mabestia se recompone, gruñendo con fuerza. Esa persona no parece ser hábil ni con la magia ni físicamente, aunque muestra una valentía impresionante.
Cuando parece que no hay escapatoria, aparece Roswaal. Él acaba con la mabestia, y Subaru termina desmayado en los brazos de Rem.
Suspiro aliviada, viendo que todo terminó bien.
Supongo que yo estaba curando a toda la gente del pueblo con Betty.
Entonces, veo otra escena, esta vez en el pueblo. Subaru está solo, pero al ver el pueblo, no puedo evitar querer llorar. Mi mirada se queda fija en ver todo el pueblo.
«No ocurrió el incendio, no hay muertos».
Incluso lo puedo ver a él, la persona que murió por mi error. La persona que yo arrebaté de este mundo por mi arrogancia. Están todos en el pueblo sonriendo, todos parecen alegres practicando ejercicio con Subaru.
Natsuki Subaru, parece ser el héroe que salvó a la aldea.
Solo que, sin baja alguna, sin destrucción alguna. Dejando todo sin cambio.
«¿Por qué nuestra realidad es tan diferente?»
Veo que esa yo y Subaru se hacen muy cercanos. Igual con Rem, ambos pasan la mayor parte del tiempo juntos. En cambio, yo me mantengo estudiando y estudiando, aunque el siempre viene a pasar el tiempo conmigo, intentando alegrarme el día.
No digo que este mal, pero ahora veo que estaba haciendo todo de forma incorrecta.
Si no fuese por Marco nunca habría intentado algo practico.
Todo parece mantenerse a través del tiempo, todos alegres y llenos de vida.
Entonces, soy transportada a lo alto del árbol Flugel. Mi mirada se maravilla del increíble paisaje que me rodea. Sin embargo, mi vista es dirigida hacia abajo, donde veo un grupo congregado debajo del árbol.
Parecen caballeros, muchos de ellos. Crusch está presente, pero no logro escuchar lo que dicen, supongo que está ayudando a Subaru junto a Frey, que debe estar en la frontera. Luego, soy llevada a otra parte del árbol, donde veo a Rem y Subaru juntos.
Ambos están observando la organización de los caballeros, todos se están formando, preparándose para la batalla. También veo a otros tipos de personas.
Mis ojos se abren en sorpresa, sin poder creer lo que veo.
Los mercenarios de Anastasia, vestidos de forma diferente a los caballeros de Frey, están presentes. Los grandes cañones mágicos son colocados, pero no veo al ejército de Irlam por ninguna parte.
De hecho, no logro encontrarme a mí misma en ningún lugar.
«¿Dónde podría estar en un momento tan importante?», me pregunto, con cierta molestia en mi mirada.
Ambos parecen bastante melosos, tanto Rem como Subaru se muestran con una gran química. La mirada de Rem es tan dulce, algo que no he visto en ella desde hace mucho tiempo.
Aunque, creo que, antes de irse, la vi otra vez.
—¿El culto de la bruja irá hacia el pueblo, atacando a todos? —pregunta Rem, a lo que Subaru asiente.
«Asi que ellos lograron enterarse con tiempo». Suspiro aliviada, viendo que no sufrirán el mismo destino que nosotros, lograrán proteger a todos a tiempo.
—Debemos protegerlos a todos, por eso necesitamos acabar con este monstruo primero. —Subaru mira al cielo, haciendo que mi mirada y la suya se encuentren—. Para proteger a Emilia también.
«¿Protegerme? ¿Será que algo sucedió conmigo?»
Entonces, la batalla estalla ante nosotros. Observo cómo él, sin un poder mágico destacado ni una fuerza física sobresaliente, se sumerge en la batalla. Sin embargo, su actitud valiente logra inspirar a todos los presentes y darles fuerza.
En cambio, me frustro, me molesta ver que no estoy haciendo nada ante tal situación.
Tras la lucha hace un plan completamente arriesgado. Ahora, se encuentra en frente de la gran ballena blanca. En su cuerno, este la mira sin temor. Yo solo puedo mirar asombrada, viendo que aún sin habilidades para volar ha hecho algo tan peligroso.
Sus manos tiemblan, sus labios también. Es evidente que el miedo lo acecha, pero su determinación es inquebrantable.
—Desde esta distancia te ves horrible —Subaru se lanza hacia el vacío, pero justo cuando está a punto de hablar, un zumbido ensordecedor llena mis oídos. Cierro los ojos y, al abrirlos de nuevo, me encuentro con la mabestia persiguiéndolos.
¡BOOM!
Explosiones gigantes arrasan con el árbol Flugel, derribándolo por completo. No puedo creer que recurran a algo tan drástico para destruir a la gran ballena. Desconozco cuántas bajas ha habido, pero parece que son numerosas. Cuando ambos regresan, los sanadores se afanan en atender a los heridos.
«¿Por qué no estoy ayudando? ¿Dónde está Betty en medio de todo esto?»
Luego, se enfrentan al culto con la ayuda de ambos campamentos. Es una idea esplendida, pero se me hace extraño que nos ayuden. Quien sabe que habrán pedido a cambio de ayudar.
Subaru usa mi traje para ocultar su identidad e ir hacía la mansión.
Me sorprende que haya tantas cosas sucediendo a mi alrededor y yo ni enterada. Me enfurece y entristece ver que no confían en mí.
Por lo que he visto parece que Subaru y mi yo de esa realidad están peleados.
No sé el motivo, pero Subaru se está culpando a sí mismo.
Al regresar al pueblo, noto que todo permanece igual, sin cambios aparentes. Se ve como Subaru se ha ganado la confianza de la gente del pueblo, y luego, tras un discurso todos le terminan siguiendo.
"Es culpa de la medio demonio en la mansión", tenía tiempo de no escuchar esas palabras, pero bueno, no los puedo culpar.
La ignorancia hiere, pero, si me dejo afectar, seré igual de ignorante que ellos. Además, en mi mundo ya no es así; todos me quieren y aprecian por quien soy.
Todos están preocupados mientras abordan las carrosas. Los caballeros organizan a la gente y establecen guardias para avanzar. El plan queda hecho cuando Subaru les explica todo el procedimiento a seguir.
Julius y Subaru se dirigen a la mansión para ir a verme.
«¿Y yo qué estoy haciendo?»
He visto que ha pasado por un gran número de momentos críticos, pero en ninguno estoy yo. No me he visto curando a las personas, ni me he visto ayudando durante el ataque de la ballena, mucho menos ahora.
Cuando llegan a la mansión escucho mis propias quejas, deseando contribuir. Subaru, usando mí traje para ocultar su identidad, me impide reconocerlo. A la vez, veo mi rostro, pero sé que mi deseo por ayudar sería mayor a cualquier cosa.
«Aun si la culpa me está comiendo por dentro».
Miro mi rostro de preocupación y culpa, pero aun asi, no me atrevo a hacer nada. Un fuego empieza a viajar desde mi estomago a mi corazón.
«¡Has algo!», grito en mi interior. «¡Ve a luchar, a ayudar!»
Luego, se le pide que se quede en el carruaje, con la excusa de que se necesita de alguien para proteger a los niños. Es algo valido, y considero que es necesario proteger el carruaje de los niños por sobre los demás.
«Pero, no veo necesario expulsar a los niños hacía afuera, debieron ir al santuario si es lo que querían hacer». Me molesta, me molesta ver como arriesgan la vida de los niños exponiéndolos a tal situación, claramente evitable.
La protección de los niños aun conmigo no es completamente segura. No tiene sentido, y no veo lógica enviar a múltiples personas a través del campo de batalla. Si se instalaban dentro de los pasajes de la mansión, si entraban a todos a la biblioteca prohibida eso sería más fácil.
Se aprovecharía la unión de los caballeros y mercenarios para hacer un mejor plan de defensa.
«Además, como puedo ver, Roswaal…»
El carruaje avanza con suavidad por el sendero, pero siento el peso de la decepción aplastando mis hombros. Podrían haber asignado más caballeros al carruaje, podrían haberme incluido en el grupo principal, pero una vez más me siento apartada, como si mi valía fuera pasada por alto.
«¿Por qué nadie me pide que ayude?», murmuro para mí misma, la frustración palpable en mis palabras. «¿Por qué todos me tratan como si fuera una copa de cristal?»
No soy frágil, no lo soy en absoluto. Puedo ser útil, puedo luchar y contribuir a reducir las bajas. Sin embargo, parece que nadie reconoce mi capacidad, mi deseo de ser parte activa en la lucha.
«Y mi yo que no es capaz de imponerlo solo se queda quieta, esperando a ser rescatada».
Entonces, todo vuelve a oscurecerse. Me encuentro en el carruaje, rodeada de niños asustados. Mi mirada se llena de preocupación al ver a las personas luchando fuera. Sé que es mi momento de intervenir, de hacer algo para ayudar.
—¡No! ¡No te dejaremos bajar! —gritan los niños, aferrándose a mí con miedo en sus ojos.
Es una experiencia terrible para ellos, una que conozco demasiado bien por el miedo que sintieron los niños durante el ataque del culto en Irlam. Puedo imaginar su dolor, su angustia al tener que huir de sus hogares por un posible ataque, de tener que escuchar los cañones y las balas.
—¡Subaru nos dijo que no te permitiéramos salir! —los niños me miran con temor, mientras que Petra se ve molesta, aunque se ve tan tierna como siempre.
«¿Le dijo que no podía salir? ¿Por qué no quiere que ayude?», me pregunto con cierta molestia. Reconociendo que es el quien me ha estado ocultando las cosas. «Si en todo este tiempo nunca me ha pedido ayuda, entonces no debe quererme lo suficiente».
La carroza se detiene abruptamente, y me quedo perpleja al ver quién está entrando. Subaru se une a nosotros en el carruaje, y nuestros ojos se encuentran, comunicándonos mucho sin necesidad de palabras.
Subaru saca unos tablones y una bolsa llena de cristales lagmita de fuego. No puedo evitar reconocer el distintivo tono rojizo.
—Subaru. —Ese yo coloca las manos sobre su pecho, mirándole preocupada—. ¿Por qué estás haciendo esto?
Subaru sale del carruaje y coloca la bolsa en el cuerpo de la ballena.
¡Boom!
Todo se oscurece, para luego ver a Subaru y a mí misma en una colina. Él descansa en mis piernas, rodeado por la mirada expectante de muchas personas. Parece haber ganado el respeto de todos, incluso de los más distinguidos como Wilhelm, Félix y Julius.
No estoy segura de lo que ha hecho, pero todos lo miran con camaradería y respeto. Es similar a mi realidad, pero no veo a Frey por ninguna parte.
Parece que Subaru y yo estamos distanciados, pero tras su disculpa, esa yo se quiebra por completo.
Aun sigo molesta, pero, he de admitir que no sé qué está pasando por completo.
Después de hablar y expresar lo que sienten, puedo entenderlo. Puedo sentir la emoción que late en el corazón de esa versión de mí misma. Admiración, cariño, respeto. Todo está reflejado claramente en sus ojos mientras miran a Subaru.
Pero no me gusta, no me gusta en absoluto.
Veo el cristal en su cuello, lo que significa que Puck está con ella en ese momento también.
«Parece que esa yo está sintiendo cosas por Subaru, pero no se ha dado cuenta».
Mi mundo vuelve a oscurecerse, para luego iluminarse lentamente. Reconozco el lugar de inmediato, estamos dentro del santuario. Yo me veo demacrada, como si no hubiese podido dormir.
«Me recuerda a cuando ellos vinieron a mi habitación».
Aun así, Subaru me mira con unos ojos tan brillantes como el sol mismo, como si estuviese viendo a la mujer más hermosa del universo.
La oscuridad en mi vista es similar a la oscuridad que vi en Marco. El brillo en Subaru es similar al brillo que quería darle a Marco. Los papeles parecen diferentes, en este mundo no hago más que llorar y quejarme.
Puedo verlo, no he cambiado nada en todo el tiempo que llevan.
—¿Por qué rompiste tu promesa? —pregunta mi otra versión, y yo entiendo de inmediato hacia dónde se dirige todo.
La rabia burbujea dentro de ella, emergiendo como un torrente de palabras hirientes que se estrellan contra Subaru. Cada insulto, cada autodesprecio que lanza refleja la confusión y la frustración que ella siente en lo más profundo de su ser.
—¡Soy una inútil!, nunca hago nada cuando se me necesita. —Ella llora desconsoladamente, mientras sigo insultándome.
Se repite asi misma que es inútil, que no vale nada por no haber intervenido.
«¿Cómo pueden esperar que ella haga algo si nadie le dice que problemas hay?», grito en un arranque de desesperación, tratando de dejar ir mi angustia.
Pero él también comienza a gritar, admitiendo esa verdad incómoda con sus propias palabras llenas de veneno y dulce. Cada insulto suyo me golpea como una bofetada, y ella no puede evitar si no responder con más palabras afiladas.
«Él no tiene el derecho de decir esas cosas, cualquiera lo tiene sin saber la situación, pero Subaru la sabía y nunca pidió ayuda». Miro la situación con molestia, puesto que ciertamente yo no me daría cuenta de esas cosas.
No comprendo cómo espera que actúe si nunca le dan la oportunidad de hacerlo. Es evidente que se sentirá inútil si no le permiten tomar las riendas, si no le dejan aprender de sus propios errores.
«¿Cómo se supone que aprenderé a tomar las riendas si nunca me las dan?», murmuro entre dientes, sintiendo cómo el peso de la culpa se cierne sobre mí. «¿Tan difícil es comunicarse?».
Se que mi yo del pasado tenía muchos problemas, pero incluso en ese entonces no era una pieza de porcelana que solo se debía de apreciar, ni una muñeca con la que solo se debía jugar.
«Yo quería despegar, que alguien me diera la oportunidad de esforzarme asi sea en contra de mi voluntad»
—¿Por qué siempre te arriesgas tu solo sin decirme nada? —Por fin pregunto, y me quedo viendo su respuesta—. ¿Por qué no me muestras cuando estas mal?
—Te amo, y siempre me quiero ver genial para ti, protegerte de todos los males. —Su respuesta me desconcierta, y entonces entiendo la principal diferencia, entiendo mi molestia.
«Tenemos conceptos de amor diferentes».
La pelea alcanza su punto álgido, y siento que ya no puedo más. Los ojos de esa Emilia se llenan de lágrimas, probablemente preguntándose por qué sigue a su lado si todo es tan complicado.
—¿Por qué estás conmigo entonces? —su voz tiembla con dolor, consciente de que el contrato con Puck también se ha roto, dejándola en la oscuridad.
Subaru la mira con ternura, sus ojos reflejando un amor profundo y sincero que me estremece.
—Por qué te amo.
Sus palabras hacen que mi corazón se agite, mezclando el enojo con la felicidad.
«Aun a pesar de todo, puede verme y seguir amándome», pienso mientras intento procesar sus palabras.
Puedo ver que realmente me ama, a su manera peculiar y única. Aun así, la duda persiste en mi mente, la incertidumbre sobre lo que estoy viendo. Puedo entender que tenemos conceptos de amor diferentes, pero a la vez se que a mí no me basta con eso.
Incluso en ese entonces, siempre vi que el amor se basa en ayudarse entre sí.
«Padre Guise y madre Fortuna siempre me lo mostraron». Incluso cuando me escabullía y ambos estaban mal se apoyaban el uno al otro. «Pero ciertamente es algo bonito, en especial para esa Emilia que debe sentirse sola y abandonada»
El amor de Subaru debe ser lo suficientemente abrumador como para hacerla despertar.
—Si no quieres, aléjate —le dice con un hilo de voz temblorosa, viendo como la toma de los hombros con determinación.
Sus ojos se encuentran en un instante cargado de emociones encontradas. La mirada nerviosa de ese yo me reconforta, su labios se unen en un beso lleno de pasión y amor.
—¿Estás conmigo porque me amas? —le pregunta con los ojos brillando de esperanza y amor.
—Así es —responde él, su mirada reflejando la misma ternura que veo en la mía.
Ambos se miran, viendo en el otro un reflejo dl otro.
No puedo evitar sonreír.
«Siento que puedo concluir algo que no sabía estaba en mi».
En ese momento, comprendo que esté presente, aunque nunca sucedió, es uno en el que soy verdaderamente feliz. E incluso, podría ser que, durante el camino hacia este destino, encontrara una felicidad aún mayor.
Al salir del santuario, veo una escena inusual. Una densa nevada cubre todo el paisaje, como si el invierno hubiera llegado de golpe. Frente a mí, los habitantes del pueblo los reciben con sonrisas cálidas y miradas llenas de orgullo.
Parece que he superado las pruebas, y Subaru está a mi lado, su presencia reconfortante como un rayo de sol en medio del frío.
Mi corazón se hincha de alegría al ver a Betty, su rostro radiante de felicidad. Subaru ha sido capaz de ayudarla, y eso me llena de admiración por él.
Es verdaderamente increíble cómo ha logrado resolver todo sin perder a nadie en el camino.
«Es un héroe en el verdadero sentido de la palabra, aunque parece que Puck ya no está conmigo».
Entonces, veo cómo finalmente ese yo se suma a la lucha, cómo se enfrentan a una de las imponentes mabestias con la ayuda de Betty. Luego, tras una charla con todos, incluso tras ver que Roswaal y Ram están bien tras pelearse.
«¿Esa mabestia, también atacará?». Teóricamente hablando, esto es el futuro, un futuro que no podré presenciar. Las acciones que hicimos han cambiado todo, por lo que realmente no puedo saber si esto sucederá.
Subaru y yo quedamos a solas en las frías escaleras del santuario.
—¡El bebé en mi vientre! —ese pequeño detalle que me hace sonrojar de alegría y nerviosismo.
«Esa Annerose...», pienso, recordando la vergüenza que sentí cuando Marco me explicó todo sobre los bebes.
Luego, todos están reunidos en un festín, con Roswaal, Ram y los demás. Es evidente que han superado todas las adversidades, que nadie ha salido herido. Todos irradian felicidad y unidad, incluso Garfield y su hermana están juntos, compartiendo risas y momentos divertidos.
«Yo sé, en el fondo de mí, que ese festín no va a suceder». No podemos hacer una fiesta, y tampoco quiero hacerla.
Incluso Otto, con sus dos manos intactas, es parte de la celebración. El pueblo rebosa de vida y alegría, como si la tragedia nunca hubiera ocurrido.
No veo a Luan o a Crusch, tampoco a los herreros…
No veo a la gente que rescatamos de los barrios bajos, ni a Helena, o a algunos ministros. No puedo ver a tanta gente que conozco que de alguna forma lo entiendo. Muchos seguirán con sus vidas sin nuestra intervención.
«Los herreros encerrados en la capital…». Nada ha cambiado, porque no se ha hecho nada para hacerlo.
La situación con Roswaal parece resuelta, y Rem está presente, luciendo su traje de sirvienta con gracia y elegancia, «aunque parece haberse quedado dormida».
Han logrado todo eso, sin perder nada en el camino. Natsuki Subaru, esa persona extraordinaria, lo ha logrado todo sin sufrir ninguna pérdida. Su valentía y determinación los ha llevado a ese momento de triunfo y felicidad.
Mi visión se sumerge en la oscuridad y, al volver a abrir los ojos, me encuentro nuevamente en mi propio cuerpo. Escudriño el entorno, esperando ver a Echidna, pero en su lugar diviso a una figura completamente diferente.
Me acerco a ella, percibiendo la ansiedad en su rostro mientras avanzo. Sus ojos son como dos rubies, contrastando con la suavidad de su cabello rosa que cae en delicadas ondas hasta la cintura. Su rostro, de facciones delicadas, destila una ternura que me conmueve profundamente. Sus extremidades, esbeltas y delicadas, parecen pertenecer a una princesa noble.
A pesar de su apariencia juvenil, detecto una luz interior que emana de su ser, aunque no le doy demasiada importancia en este instante.
Me detengo frente a ella y sus labios comienzan a moverse con vacilación.
—T-Tú —aprieta con fuerza la tela de su falda mientras me observa con timidez—. ¿Q-Qué opinas? ¿Sigues queriéndole?
La pregunta me toma por sorpresa y mis cejas se arquean involuntariamente, mientras una sonrisa se forma en mis labios. Antes de que pueda responder, diviso a Echidna aparecer a mi lado, observándome con una expresión llena de expectativa.
—¿Qué te pareció? —Echidna sonríe, sus ojos brillando con complicidad—. Te veías feliz. Te aman tal como eres, con todos tus defectos. Un mundo perfecto, ¿cierto?
Cierro los ojos, asimilando sus palabras con calma y aceptación.
—Fue una historia hermosa —respondo, desviando mi mirada hacia Carmilla, quien observa a Echidna con atención, pero sin decir una palabra.
Mi respuesta brota de lo más profundo de mi ser; no hay necesidad de cuestionar algo que nunca sucedió.
Al dirigir mi mirada, encuentro a Echidna aun sonriéndome, y siento una oleada de gratitud hacia ella por permitirme experimentar esta revelación. Aunque creo que quien me hizo esta prueba fue esa niña a mi lado.
—Fuiste feliz. Feliz la mayoría del tiempo. Nadie sufrió pérdidas irreparables, no hubo angustia a tu alrededor. Todos irradiaban felicidad y se brindaban apoyo mutuo. Aunque no fueran las mismas personas que en tu mundo, sus corazones palpitaban con una alegría más pura y sincera —Echidna se acerca, notando mi serenidad ante sus palabras—. Y te diré más. Esa persona es capaz de hacer que todo funcione, de evitar tragedias y conflictos. Logra que todos se acepten tal como son, sin reservas ni juicios. No les obliga a cambiar, ni mucho menos lo ve necesario.
Interrumpo a Echidna con un gesto de mi mano, haciendo que esta se detenga molesta. Su mirada es la de alguien que ha perdido, y puedo ver ella también lo sabe.
—Es verdad. Quizás lo que dices sea cierto —digo con serenidad, agachando la mirada para encontrarme con los ojos de Carmilla—. Me aceptan tal como soy, sin pedirme que cambie ni que renuncie a mi esencia. Quieren que siga siendo la misma persona de siempre, y esa otra persona me ama por quien soy, con mis aciertos y desperfectos.
Aquella persona consiguió que la gente del pueblo encontrara la paz y la felicidad, los ayudó a aceptarse y a amarse unos a otros sin condiciones. No han sufrido pérdidas ni fracasos que lleven a la muerte de muchas personas.
Vislumbro esa escena con una ternura infinita, como si fuera un reflejo de un paraíso que me alegra haber visto.
—Creo que hice esta prueba demasiado tarde —confieso, dejando que mis palabras resuenen en el aire con un dejo de melancolía—. Si hubiera sido hace algunos meses, si mi vida hubiera transcurrido de otra manera, habría deseado que ese fuera mi presente.
Llevo una mano a mi pecho, donde palpita el anhelo por volver a reunirme con mis seres queridos.
—En ese mundo mi hija Beatrice esta sana, sin ninguna problema. —La mirada de Echidna se torna tensa, sus cejas temblando—. Incluso Puck, él también está bien a su forma.
Es cierto, y me duele en el alma.
No sé cómo habrá hecho esa persona para lograr todo eso, pero no tengo mucho que decir al respecto. Todo lo que el cambió ya sucedió, lo que mi Marco puede lograr es más que lo que esa persona podrá.
«Eso es lo que pienso, pero eso es sólo para mi realidad». Veo mis dedos, sonriéndome ligeramente. «Ellos tienen su propia realidad, así que, sólo tengo que moverme a la voluntad de esa realidad».
Desde perspectivas diferentes, cada uno tuvo sus logros, pero, a diferencia, Marco no ha logrado salvar a todos. E incluyéndome, tampoco he logrado hacerlo.
Él no está solo, todo lo que sucedió en este mundo también es nuestra culpa. Echidna habla como si Marco pudiese cambiarlo todo, como si tuviese la posibilidad de ser perfecto. No lo necesita, no quiero que lo sea; no hay nadie perfecto.
—Marco es un humano, por eso comete y cometerá errores. —Miro hacía el techo, pensando en si está bien—. Esa persona, Subaru, me ama por quien soy, me ama por como actúo y todos mis errores.
Cuando digo ese nombre siento una energía diferente, puedo ver que la expresion en el rostro de Carmilla cambia, que sus ojos dejan de transmitir preocupación y miedo a transmitir un sentimiento que no puedo ver, un sentimiento que me causa temor. En cambio, Echidna no parece mostrar nada, como si ya supiese algo.
Me sorprendo por un segundo, pero rápidamente me recompongo.
Sonrío, sintiendo agradecimiento hacía el por amar a esa yo. De alguna forma siempre llevé en mi interior el pensamiento de que no sería amada si no cambiaba, pero parece que me equivoqué otra vez.
Miro a Echidna con determinación, colocando mi mano en mi pecho con firmeza, mostrándole quien soy.
—Yo me amo a mi misma, amo en quien me he convertido. —Es una verdad; es lo que soy lo que importa—. Amo ver las cosas que puedo mejorar de mí, amo esforzarme por ayudar, amo ver que supero situaciones que antes no podía superar.
He cambiado tanto, asi como hay cosas que no van a cambiar. Disfruto el cambio, disfruto la incertidumbre que hay en cambiar.
—Además, a pesar de haber cambiado hay personas que me siguen amando, hay personas que han presenciado todo lo que he cambiado y aun así no se alejan de mí. —Miro a Carmilla con usa sonrisa—. Lo amo, amo a Marco Luz con locura. Asi como también amo que mi yo del pasado haya podido encontrar a alguien que le ame.
Ella abre sus ojos y una sonrisa se esboza en sus labios.
—La prueba va de aceptar el presente, de no querer otro, pero eso es innecesario. —Miro a cielo, pensando el todo lo que acabo de ver.
Incluso en Irlam, es frecuente escuchar a todos desear haber corregido errores. Los arrepentimientos son presentes que no existen. Eso es normal, y a veces de eso mismo podemos sacar fuerza para seguir viviendo.
—Todos soñamos con cambiar cosas, cambiar acciones y pensar en las cosas que pudieron mejorar. Al final siempre pensaremos en esas cosas, pero, yo quiero hacerlo y también aceptar la realidad que tengo en mis manos.
Su mundo es dulce, rebosante de alegría, pero está desprovisto de cambios. En ese lugar, nadie sufre ni lamenta sus decisiones. No hay guerras, ni muertes por ambiciones desmedidas.
«Al menos de lo que vi, seguro en otra parte está sucediendo algo peor».
Echidna me mira a los ojos, y una sonrisa empieza a formarse en sus labios.
—Las cosas pueden mantenerse porque nadie necesita cambiar, así como nadie sufre porque esa persona los protegerá. No tiene fuerza, habilidades, ni es tan inteligente como Marco Luz —concluye, y yo acepto sus palabras—. A pesar de todo eso es capaz de superar todas las adversidades y salir adelante sin perder a nadie, sin que nadie más que el necesite cambiar.
«Eso es falso, pude verlo en mis ojos cuando me besó». Desde el momento en el que lo hizo, esa Emilia ya no tenía marcha atrás. Echidna habla sobre ese mundo como si lo deseara, como si fuera perfecto.
El hecho de que al cambiar sucedan cosas malas no significa que todo sea malo.
—Pero ¿qué hay de la gente que Marco ha ayudado? —pregunto, y sus labios dejan de sonreír—. Sé que Marco ha tomado malas decisiones, que gente ha muerto por ellas. No creas que no sufro, ni que nadie sufre por ello. Ese mundo no cambia, pero no creo que eso sea todo.
Las ambiciones de las personas del pueblo, los sueños de cada uno. Todo lo que cada uno desea y por lo que se esfuerza. Los deseos de proteger por los que darían su vida; la gente que solo necesitaba una pequeña oportunidad para despegar.
—¿De verdad todos son felices? Las personas que Marco ha salvado también importan. Hemos rescatado gente de la pobreza extrema, personas tan desnutridas que sus huesos sobresalían y estaban entre la vida y la muerte. —Me levanto, acercándome a ella, y coloco mi dedo en su pecho—. ¿Y qué hay de los mineros? Sus vidas mejoraron con la invención de la máquina a vapor, gracias a los trabajos y normas que Marco proporciona.
Es mejor fallar tras esforzarse que fallar sin hacer nada. Aunque duela más, aprendes de ello. «Esa Emilia no sabe nada del mundo real aún». Estoy segura de que en algún punto eso le va a cobrar factura.
«Una gobernante de papel». Como siempre ha dicho Marco. Aunque también estoy segura de que mejorará a su ritmo.
—¿Lo ves? —La miro con firmeza, y puedo ver que retrocede unos pasos. No puedo evitar dejarlo salir, no puedo controlarme cuando quiere desprestigiar todo el esfuerzo que hemos hecho—. "Es un mundo sin cambios, por eso no hay sufrimiento" —Rechazo con mi cabeza, puesto que esa es una verdad a medias—. Los cambios siempre traen problemas, y la muerte siempre duele.
Nunca entendí por qué Marco era capaz de decirlo de esa forma. Ahora, creo que lo entiendo. Aunque haya cambios, aunque muera gente y duela, siempre va a seguir cambiado todo; por eso hay que seguir adelante por aquellos que aún nos necesitan.
—Siempre hay algo malo en lo bueno, y algo bueno en lo malo —continúo, sin apartar la mirada—. Hay cosas que nunca veremos, cosas que no queremos ver a pesar de todo lo que nos rodea.
Acepto ese mundo, así como acepto el mío. No tengo por qué rechazarlo, hay cosas que no me gustan, así como cosas que sí.
—Marco puede no ser perfecto, puede equivocarse y sus errores pueden tener consecuencias fatales; eso es algo que él sabe muy bien. —Coloco mis manos en mi pecho, sintiendo calor, sintiendo alivio—. Puede no ser igual a esa persona, que aparenta perfección, pero no necesita serlo.
Echidna no dice nada, mientras yo siento que mi corazón está en paz. Siento que mi yo pasado se alegra de lo que ha visto. Que esa niña en mi interior ha tenido su gran momento.
—Aun así, también sé que su corazón es tan, pero taaan grande, como para ayudar a todos a encontrar la mejor versión de sí mismos. Se que, si es necesario, dejará de dormir para cumplir con sus responsabilidades, que si es necesario se pondrá en frente ante cualquier peligro —añado, sintiendo la mirada de Carmilla sobre mí—. Asi como también sé que sufre, también sé que se cansa, que cuando está muy cansado se pone de mal humor, que discute y a veces es hiriente con sus palabras.
«Pero al menos con el tiempo confiaba más en mí, me asignaba tareas confiando que podía cumplirlas». Aun si no me decía de su dolor, aun así, me demostró más confianza que la realidad que acabo de ver. «Ahora incluso me confía su dolor sin temor a que lo vaya a juzgar».
Todo lo que hay en él, asi como todo lo que cambiará.
—Marco no es perfecto, mi realidad no es perfecta. —La miro a los ojos, sintiendo que intenta decirme algo—. Puede no ser perfecto, pero puede mejorar, cambiará. No sé qué nos depara el futuro, pero velaré con mis propias manos porque sea un gran futuro.
«Además, él no me trata como una copa de cristal».
Recibo un trato especial que toca las fibras más íntimas de mi ser, guiándome con delicadeza hacia la mejora y revelándome mis fallos con una sinceridad conmovedora.
Aprendo a valorar cada pequeño paso que hago, y poco a poco comienzo a desear el cambio con una intensidad que antes no conocía.
Disfruto del desafío de enfrentar lo desconocido, hablar con la gente del pueblo, ir con mis amigas a comer. Disfruto mucho pasear por sus calles y ver las vidas de todos, disfruto hablar con los espíritus, disfruto tantas cosas que ahora por fin puedo apreciarlas como son.
Así como disfruto hablar con él, pasear con él, jugar e incluso pelear.
Son cosas que disfrutaba, pero no apreciaba; nunca me había tomado el tiempo de hacerlo.
—Me amo a mí misma, y lo amo a él. —Mi sonrisa se ilumina con la verdad de mis palabras, mientras ella comienza a hablar—. También amo mis amigos y la gente de Irlam. Asi como toda mi realidad. Por muy mal e imperfecto que esté, sigue siendo el mundo en el que vivo; por eso cada vez tengo que poner mi granito de arena.
Ella me mira, Carmilla me mira como si estuviese viendo a alguien que esperaba ver.
Su mirada, suave y cálida, parece penetrar en lo más profundo de mi alma, como si pudiera leer cada pensamiento y emoción que albergo en mi interior. Es hermosa, con una belleza que va más allá de lo físico, realmente encantadora y tierna.
—Has pasado la prueba —las palabras de Carmilla resuenan en el aire, mirándome a mí y a Echidna con complicidad—. Perdón por intervenir en tu prueba, pero necesitaba ver si lo que vi en un principio era verdadero amor.
Echidna permanece en silencio, sus ojos revelando una mezcla de emociones difíciles de descifrar.
—¿Es real lo que vi? ¿Está viva esa realidad? —mi voz apenas susurra la pregunta, temerosa de lo que pueda descubrir.
Carmilla sonríe con dulzura, señalando hacia mi corazón con gesto sereno.
—Od Laguna es quien decide qué pruebas realizar, yo solo he tratado de guiar un poco el camino —sus palabras son un bálsamo para mi alma—. No puedo asegurarte si lo que experimentas es real, pero ahora que la has visto, estará viva en tu corazón para siempre.
Asiento con gratitud, una sonrisa radiante iluminando mi rostro.
—¡Sí! Me emociona saber que incluso mi yo anterior puede encontrar el amor, que también puede tener a alguien que le ame incondicionalmente.
Ahora debo avanzar, dejando atrás el pasado y abrazando el futuro con todas sus incertidumbres y promesas.
Mis amigos me esperan con los brazos abiertos, listos para acompañarme en este nuevo capítulo de mi vida.
La siguiente prueba me aguarda, y aunque siento una mezcla de nerviosismo y emoción, también hay una profunda sensación de confianza en mi corazón. Estoy lista para lo que venga, dispuesta a enfrentar cada desafío con valentía y determinación, sabiendo que cada paso que doy me acerca un poco más a la plenitud y la felicidad que tanto anhelo.
