Capítulo 14 Las Teigus

Base de Night Raid - 8:00 am. (Habitación de Tatsumi)

El sol comenzaba a asomarse sobre el horizonte, y sus primeros rayos dorados se filtraban a través de la ventana de la habitación de Tatsumi. El castaño frunció ligeramente el ceño mientras la luz acariciaba su rostro. Con un leve murmullo, abrió los ojos, espantando los vestigios del sueño que lo había envuelto hasta ese momento. Lentamente, se incorporó en la cama, estirando los brazos hacia el techo y dejando escapar un largo bostezo.

"Aaaah, dormí como un tronco". Comentó Tatsumi mientras se frotaba los ojos. Luego, dirigió una sonrisa hacia el Teigu que descansaba junto a su cama. "¿Y tú, Onyx? ¿Cómo pasaste la noche?".

Sin embargo, Onyx no respondió. Un inquietante silencio llenó la habitación. Tatsumi ladeó la cabeza, extrañado, pero finalmente decidió no darle mayor importancia.

"Debe estar reflexionando sobre lo que vamos a hacer hoy. Mejor lo dejo tranquilo". Pensó mientras comenzaba a desperezarse por completo.

Se levantó y empezó a prepararse para el día. "Hay mucho por hacer antes de hablar con el equipo". Murmuró para sí mismo, pero su monólogo fue interrumpido por una voz conocida.

"¿Sobre qué quieres hablar con nosotros, Tatsumi?". Preguntó.

El joven se giró rápidamente hacia la fuente de la voz y se encontró con Sheele, quien estaba recostada tranquilamente junto a él en la cama. Sorprendido, Tatsumi tardó unos segundos en reaccionar.

"¡¿Sheele?!. ¿Qué haces aquí?" Preguntó, completamente desconcertado.

Sheele se sentó y se frotó los ojos, bostezando ligeramente antes de responder con su característica tranquilidad.

"Hoy me toca entrenarte, así que pensé que era una buena idea venir a despertarte". Dijo, esbozando una suave sonrisa.

"Oh, eso es… muy amable de tu parte". Comentó Tatsumi, correspondiendo la sonrisa.

Al intentar levantarse, los lentes de Sheele cayeron al suelo, y sin ellos, su visión se volvió borrosa. Confiada pero desorientada, se giró hacia una estatuilla de madera que estaba sobre un mueble cercano.

"¡Vamos, tenemos que esforzarnos hoy!". Dijo con entusiasmo, haciendo una reverencia frente al mueble.

Tatsumi observó la escena, entre divertido y perplejo, hasta que decidió intervenir.

"Sheele, estoy aquí".

Ella se giró hacia él, parpadeando confusa, y al darse cuenta de su error, un intenso rubor cubrió sus mejillas.

"¡Oh, mis lentes!". Exclamó avergonzada mientras se agachaba para buscarlos a tientas.

Tatsumi se inclinó, recogió las gafas y se las entregó con una sonrisa amable. "Aquí tienes".

"Gracias". Dijo Sheele, aliviada, colocándose los lentes nuevamente. Una vez que recuperó la visión, miró al castaño con una sonrisa radiante. "Buenos días, Tatsumi".

"Buenos días, Sheele". Respondió él con el mismo tono.

Sheele se levantó y caminó hacia la puerta, animada.

"Hoy entrenaremos velocidad, así que prepárate".

"Claro, te alcanzaré en un momento. Necesito cambiarme primero". Dijo Tatsumi.

Sheele asintió y salió de la habitación. Tatsumi dejó escapar un largo suspiro de alivio.

"Por poco descubre a Onyx". Murmuró para sí mismo. Luego miró al Teigu que permanecía en silencio. "Aunque se que tarde o temprano tendré que hablar con ellos sobre ti. Pero, creo que será mejor hacerlo juntos, no creés?". Preguntó el castaño a su amigo.

Onyx no respondió. Tatsumi, acostumbrado ya a esa actitud reciente, simplemente sacudió la cabeza y se puso de pie.

"Tal vez sigue recuperándose de lo de Zank. Lo dejaré tranquilo por ahora". Dijo mientras abría su cómoda para sacar algo de ropa.

Se vistió con un polo blanco, pantalones azul claro y sus botas marrones. Ajustó una correa negra alrededor de su cintura y comenzó a buscar algo.

"¿Dónde está mi suéter?". Se preguntó, hasta que recordó lo ocurrido la noche anterior. "Ah, cierto. Fue destruido durante la batalla con Zank".

Su expresión se ensombreció. Aquella prenda no era cualquier suéter; era un regalo de su hogar, un recordatorio de su familia y su aldea. Perderlo le provocaba una mezcla de tristeza y nostalgia, pero Tatsumi decidió no dejar que esos sentimientos lo detuvieran.

"Bueno, tendré que ir sin él". Murmuró, resignado. Antes de salir de la habitación, tomó a Onyx y lo colocó en su espalda. "Vamos, amigo. Tenemos mucho por hacer hoy".

Con esas palabras, trató de animarse. Aunque eso sería difícil. Y no era solo algo en el silencio de Onyx que le resultaba inquietante. Tampoco era la pérdida del suéter lo que pesaba en su corazón. Si no era algo más se cernía sobre él, algo que pronto debería enfrentar. Pero por ahora, su enfoque estaba en el entrenamiento con Sheele.

Base de Night Raid - 9:00 a.m. (Comedor de Night Raid)

En el tranquilo comedor de la base de los rebeldes Night Raid, los primeros rayos de sol se filtraban por las ventanas, iluminando la modesta estancia. Lubbock y Najenda estaban sentados a la mesa, probando algunos platillos que Akame y Tatsumi habían preparado temprano esa mañana. Entre los platos destacaba una fuente llena de trozos variados de frutas frescas, que aportaban un toque de color al ambiente.

Lubbock tomó un pedazo de fruta y, mientras lo masticaba, dirigió una pregunta a su líder. "¿Crees que fue una buena idea dejar que Tatsumi entrenara con Sheele?".

Najenda, con la mirada fija en la fruta que acababa de morder, respondió con calma. "No te preocupes. Estoy segura de que se llevarán bien. Es más, creo que harán un buen equipo".

Lubbock arqueó una ceja, claramente intrigado. "¿Por qué estás tan segura?".

Najenda sonrió de forma enigmática antes de responder. "Digamos que Tatsumi tiene un talento especial para llevarse bien con las mujeres, especialmente con las mayores".

En ese momento, Leone entró al comedor con otra fuente de frutas y la colocó sobre la mesa con un golpe ligero. Había alcanzado a escuchar la conversación y decidió unirse al intercambio. "Es cierto, jefa. Tatsumi es encantador a su manera. Por cierto, yo seré la siguiente en entrenarlo". Anunció con entusiasmo, levantando una mano como si estuviera haciendo una declaración importante.

Najenda se giró hacia Lubbock con una expresión de "te lo dije". "¿Lo ves?. Es como si tuviera un don natural para esto".

Lubbock soltó un gruñido, llevándose ambas manos a la cabeza. "¡¿Qué demonios?!. ¡No es justo!". Se quejó, visiblemente molesto y, quizás, un poco celoso de ésto.

Najenda, ignorando el drama del joven, continuó mordiendo su fruta y bromeó. "Tatsumi no solo cocina bien; también es excelente limpiando, entrenando y haciendo cualquier cosa que se le pida. Es un chico... multifuncional".

El comentario provocó miradas incómodas de parte de Leone y Lubbock.

"¿Qué?. ¿Dije algo gracioso?". Preguntó Najenda, mirando a ambos.

Pero el silencio y las expresiones que recibió le dieron la respuesta.

"Supongo que no". Murmuró antes de volver a concentrarse en su fruta.

En ese momento, Akame salió de la cocina con un aire sereno y su característico semblante serio. "El almuerzo será arroz con carne y tofu". Anunció, dirigiéndose al grupo.

Leone y Najenda intercambiaron miradas aprobatorias, mientras Lubbock hizo una mueca de leve desagrado. "Oye, Akame, ¿no crees que esa combinación es un poco...". El intentó argumentar, pero fue interrumpido rápidamente por las dos mujeres.

"Suena perfecto". Respondieron al unísono Leone y Najenda.

Lubbock parpadeó, sorprendido. "¿Qué?".

"Ah, también estaba pensando en agregar una guarnición de pollo frito". Añadió Akame con total naturalidad, como si lo que decía no fuera algo particularmente pesado para un almuerzo.

La cara de Lubbock se torció aún más. "Pero si ya tenemos carne y tofu, ¿no crees que...?".

"Suena perfecto". Repitieron Leone y Najenda al unísono, cortando de nuevo sus opiniones.

Akame asintió con determinación y regresó a la cocina. "Entendido. Lo prepararé ahora mismo".

Lubbock suspiró, resignado, y apoyó la frente en la mesa. "Las mujeres de Night Raid son implacables... especialmente cuando se trata de comida". Murmuró para sí mismo, antes de tomar otro pedazo de fruta.

El comedor quedó en silencio por un momento, salvo por los sonidos de las frutas siendo mordidas y el distante ruido de Akame preparando el almuerzo en la cocina.


La base de Night Raid - 9:30 a. m.

A las afueras de la guarida de los asesinos, junto a un río caudaloso, un joven se encontraba nadando contra la corriente. Vestía lo que parecía ser una armadura pesada, sus movimientos determinados a pesar de la dificultad evidente. Desde una roca cercana, una mujer de cabello lila y vestido del mismo color lo observaba con atención. Al lado de ella estaba una espada junta a su funda. La mujer ajustaba sus lentes cada pocos minutos mientras seguía con curiosidad el progreso del joven.

Tatsumi, jadeando ligeramente, avanzaba con esfuerzo pero sin rendirse. A pesar del peso de la armadura que llevaba, mantenía un ritmo constante y, finalmente, logró llegar a la orilla del río. Con un salto decidido, salió del agua, haciendo resonar el sonido metálico de la armadura empapada. Respiraba con dificultad, pero una sonrisa de satisfacción cruzó su rostro. "¡Lo logré!. Exclamó con orgullo, aunque aún le faltaba recuperar el aliento.

"No lo haces nada mal". Comentó Sheele desde su lugar. Su voz era tranquila, casi distraída, pero en sus palabras había un reconocimiento genuino. "Incluso con esa armadura, nadaste como si no fuera un obstáculo".

"Gracias, pero…". Tatsumi señaló la pesada armadura que llevaba puesta. "Cuando mencionaste que entrenaríamos la velocidad, pensé que te referías a correr o esquivar obstáculos".

Sheele llevó un dedo a su mejilla, adoptando una expresión pensativa.

"Eso también habría estado bien". Respondía como si considerara la opción en ese momento. "Pero este ejercicio también es importante. El entrenamiento con peso mejora tus habilidades de movimiento y resistencia. Como no tengo otras tareas en la base, puedo concentrarme en entrenarte".

Tatsumi la miró, intrigado. Era cierto que, entre todos los miembros de Night Raid, Sheele era quien menos participaba en las actividades domésticas. Pero, movido por la curiosidad, decidió preguntar. "Oye, Sheele, ¿por qué no haces nada en la base?. ¿Es que no te dejan?".

Sheele bajó la mirada, ajustándose los lentes antes de responder. "Bueno, verás...". Dijo, pensando un momento. "La verdad es que lo he intentado, pero… cada vez que ayudo, algo sale mal. Una vez traté de cocinar con Akame y… Hizo una pausa, mirando hacia el cielo como si reviviera un recuerdo. "Quemé la carne que había preparado. Akame se enfadó mucho conmigo. Luego intenté limpiar junto a Bulat, pero tropecé con el balde de agua y dejé la base peor de lo que estaba. Y cuando Leone me pidió que comprará sal, me equivoqué y compré bolsas de azúcar. Ella no paró de reírse por horas".

Sheele se detuvo por un momento, ajustando de nuevo sus lentes.

"Ah, y también hubo una vez que ayudé a Mine con la ropa… por accidente, la metí a ella en la lavadora y me olvidé de ella durante dos horas. Cuando lo saqué, bueno… no estuvo muy contenta".

Tatsumi abrió los ojos sorprendido. Ahora entendía por qué los demás evitaban que Sheele participara en las tareas.

"Bueno, eso explica muchas cosas". Dijo con una sonrisa comprensiva.

Sheele asintió en silencio, su expresión tranquila pero algo apenada.

El joven castaño desvió la mirada hacia el paisaje que los rodeaba. El sonido del agua y la luz del sol creaban una atmósfera pacífica, casi irreal. Tras unos segundos de contemplación, volvió a hablar.

"Oye Sheele, hay otra cosa que quería preguntarte".

"¿Qué cosa?". Respondía ella, curiosa.

"Cuando los conocí por primera vez , no te vi en la misión. ¿Por qué no estabas?"

Sheele frunció el ceño ligeramente, intentando recordar.

"Creo que hubo una razón, pero… no lo recuerdo bien". Admitió, con un toque de vergüenza.

"No pasa nada, no te preocupes". Dijo Tatsumi, tratando de tranquilizarla.

Sheele se levantó lentamente y comenzó a hablar de nuevo. "Perdóname por ser tan...". Pero antes de continuar, sus lentes cayeron al suelo.

"¡Oh, mis lentes!". Exclamó, agachándose para buscarlos.

Tatsumi también se inclinó, recogiéndolos antes que ella. Al extendérselos, sus miradas se cruzaron fugazmente. Los ojos violetas de Sheele lo sorprendieron, haciéndolo ruborizarse.

"Aquí tienes". Dijo, desviando la mirada rápidamente.

Sheele tomó sus lentes con una sonrisa agradecida y se los puso nuevamente. Tatsumi, todavía algo nervioso, cambió el tema con rapidez.

"Sheele, ¿qué te llevó a unirte a Night Raid?".

Ella ajustó sus lentes una vez más y suspiró. "Para explicártelo, tendré que empezar desde el principio…". Dijo Sheele mientras ajustaba sus gafas. "Nací en el distrito central de la capital. Desde que era pequeña, siempre fui torpe. Nunca me dijeron que había hecho un buen trabajo, y la gente solía decirme que me faltaba un tornillo suelto en la cabeza".

Tatsumi la miró, visiblemente afectado por sus palabras. Había algo en la forma en que hablaba que le provocaba tristeza, y también enojo, al imaginarse cómo otros la habían menospreciado injustamente.

Sheele continuó, con un tono melancólico. "Pero, a pesar de todo, tenía una amiga que me quería por lo que era. No importaba cuánto me equivocara o cuánto desastre causara, ella nunca se burlaba de mí ni me llamaba un problema. El tiempo que pasaba con ella era lo único que me hacía sentir verdaderamente feliz".

Una leve lágrima rodó por la mejilla de Sheele al recordar a su amiga. "Todo eso cambió el día en que su exnovio irrumpió en su casa". Dijo, su voz temblando levemente. "Estaba furioso porque ella lo había dejado. Entró gritando, destrozando todo a su paso, y luego, el empezó a estrangularla frente a mis ojos. Yo sabía que tenía que hacer algo para salvarla, así que agarré un cuchillo que estaba cerca y lo apuñale en el cuello. Fue directo a una arteria, y murió casi al instante".

Tatsumi escuchaba, conmocionado por lo que estaba escuchando, pero sin atreverse a interrumpirla.

"Lo más curioso de todo fue que, durante el incidente, me sentí extrañamente tranquila". Continuó Sheele. "Mientras mi amiga temblaba de miedo, yo, yo no sentía nada. Simplemente, lo vi como algo necesario. Algo bueno".

"¿Qué sucedió después?". Preguntó Tatsumi, incapaz de contener su curiosidad.

Sheele suspiró, mirando al suelo.

"Hubo un juicio, pero se consideró defensa propia, así que no me presentaron cargos. Sin embargo, mi amiga, nunca volvió a buscarme. Después de ese día, desapareció de mi vida. Y como si eso no fuera suficiente, unos días después, un grupo de hombres me rodeó en la calle. Eran amigos del hombre que había matado. Me dijeron que ya habían asesinado a mis padres y que yo era la siguiente".

Tatsumi contuvo la respiración, sintiendo cómo el peso de la historia de Sheele se hacía más pesado con cada palabra.

"Pero no tuve miedo". Dijo ella con frialdad. "En lugar de eso, usé el cuchillo que había empezado a llevar conmigo y los maté a todos. Fue entonces, cuando comprendí algo. Ese tornillo suelto del que todos hablaban, esa parte de mí que no encajaba, era lo que me hacía útil. Podía hacer algo que nadie más quería hacer. Eliminar la basura de la sociedad".

Sheele cerró los ojos por un momento antes de continuar. "Después de eso, trabajé como asesina independiente en la capital por un tiempo, hasta que el Ejército Revolucionario me reclutó. Y esa es toda mi historia".

"Por los dioses…". Susurró Tatsumi, incapaz de procesar completamente lo que acababa de escuchar. En su mente, pensaba en cuánto habían sufrido cada miembro de Night Raid para llegar hasta donde estaban ahora. "Todos aquí, han pasado por tanto".

Sheele bajó la cabeza, la nostalgia y la tristeza reflejándose en su rostro al recordar a su amiga.

Tatsumi, notando su tristeza, se acercó a ella. El sonido de su armadura pesada resonó con cada paso que daba.

"Sheele, escucha". Dijo, inclinándose un poco hacia ella. "Lamento mucho lo que tuviste que pasar. De verdad, Pero creo que te equivocas en algo".

Sheele la miró, confundida. "¿En qué, Tatsumi?".

"Tú no eres una útil, al menos no para mí". Dijo él con una sonrisa sincera. "Eres una gran compañera y maestra. No solo sirves para matar, también puedes enseñar y ayudar. Estoy seguro de que, si te lo propones, podrás hacer mucho más que solo eso".

Sheele lo miró sorprendida, sus ojos violetas llenándose de una suave calidez.

"¿En serio?". Preguntó, su voz temblando ligeramente.

Tatsumi asintió con determinación. "Mírame". Dijo, señalándose con una sonrisa. "Si yo puedo nadar con esta armadura pesada, entonces tú puedes lograr cualquier cosa".

Sheele no pudo evitar sonreír, un ligero sonrojo apareciendo en sus mejillas. "Gracias, Tatsumi". Dijo suavemente.

Ambos compartieron un momento de cálida camaradería. Tatsumi se rascó la cabeza, un poco nervioso.

"Aunque… aún no estoy seguro de poder estar de acuerdo con eso de matar". El admitió, bajando un poco la mirada.

Sheele sonrió con ternura.

"No te preocupes". Dijo con un tono ligero, levantando un dedo como si diera una lección. "A diferencia de mí, eres muy bueno limpiando, cocinando y lavando".

"¡Y también sé bailar!". Agregó Tatsumi con humor. Esté comentario hizo arrancar una risa de ambos.

De repente, una voz resonó desde el río. "¡Vas muy bien, Tatsumi!"

Ambos voltearon hacia la dirección de la voz, solo para ver a Bulat emergiendo del agua del río, sin camisa, haciendo una pose dramática mientras sonreía y extendía los brazos.

"Hola, hermano". Saludó Tatsumi alegremente, mientras Sheele no podía evitar reír suavemente ante la teatralidad de Bulat.

"Esto es tan agradable, ¿no crees, Onyx?". Tatsumi habló mentalmente con su Teigu mientras contemplaba el río y el entorno sereno. Esperaba escuchar una respuesta mordaz o algún comentario sarcástico, como solía hacer Onyx. Sin embargo, el silencio fue su única respuesta.

El castaño frunció ligeramente el ceño. Había algo extraño en ese mutismo. Onyx, su Teigu que siempre tenía algo que decir, fuera una crítica, un consejo o una conversación, permanecía inquietantemente callado. Tatsumi en un principio, pensó que quizás estaba distraído, pero la falta de reacción incluso cuando Sheele había compartido su historia de manera torpe. Especialmente la parte sobre Mine y la lavadora, que normalmente habría provocado una risa sardónica, lo inquietaba.

"Onyx, ¿estás ahí? ¿Me escuchas?". Tatsumi insistió, intentando obtener algún tipo de respuesta. Al menos, una palabra. Pero el silencio persistió, tan profundo como el río que fluía a su lado.

El joven apretó los puños, sintiendo cómo la preocupación comenzaba a crecer en su interior. Onyx era más que un arma para él; era su amigo, había desarrollado un vínculo tan fuerte que podía presenciar en su mente. La idea de que algo pudiera haberle sucedido al Teigu lo llenaba de inquietud.

"¿Tatsumi, estás bien?". Sheele lo miró con curiosidad, notando la expresión seria en su rostro.

"Ah, sí, estoy bien". Tatsumi sonrió de forma forzada, intentando ocultar su preocupación. "Es solo que, estaba pensando en algo."

Sheele lo observó por un momento, pero no insistió. "Bueno, si necesitas hablar, estoy aquí".

Tatsumi asintió agradecido, pero su mente seguía centrada en Onyx. Algo no estaba bien, y tenía que averiguar qué era. Decidió intentar conectarse de nuevo con su Teigu más tarde, cuando estuviera a solas. Por ahora, debía mantener la calma y no preocupar a Sheele ni a los demás. Aún no era el momento de revelarles a ellos sobre Onyx. Todavía no.

Mientras regresaban hacia la base, el castaño no podía evitar preguntarse. ¿Qué le está pasando a Onyx?. ¿Es esto solo una pausa momentánea?. ¿O, había algo más grave que estaba ocurriendo?.


Base de Night Raid - 5:30 pm.

Tras un intenso entrenamiento junto a Sheele, los miembros de Night Raid regresaron a la base. Tatsumi, aunque físicamente presente, estaba inmerso en sus pensamientos. La inusual ausencia de comunicación por parte de Onyx lo tenía intranquilo. Al principio, el joven había asumido que Onyx seguía afectado por el enfrentamiento con Zank. Sin embargo, conforme transcurría el tiempo, esa justificación perdía peso, y la inquietud en Tatsumi crecía a cada segundo.

Esa tarde, todos los integrantes, incluida Najenda, estaban reunidos en la sala de reuniones de la base. Mientras los demás conversaban con entusiasmo, Tatsumi, con Onyx en su espalda, no podía compartir su alegría. La preocupación que cargaba se reflejaba claramente en su rostro.

"Me alegra verlos a todos aquí, especialmente a ti, Tatsumi". Dijo Najenda con una sonrisa, dirigiendo su atención hacia él.

Tatsumi levantó la mirada, pero su mente seguía sumida en sus pensamientos. Najenda notó su actitud ausente y frunció levemente el ceño.

"Tatsumi, ¿te ocurre algo?". Preguntó, esta vez con un tono más serio.

El joven apenas registró la pregunta. "¿Disculpe?. ¿Qué dijo?". Replicó, confundido.

"Te pregunté si estás bien". Repitió ella, sin apartar la mirada.

"Ah, sí... solo estoy distraído". Contestó Tatsumi con un tono que no convenció a nadie.

Najenda decidió no insistir por el momento, aunque estaba claro que algo lo perturbaba. En su lugar, cambió de tema para abordar el motivo principal de la reunión.

"Bueno, dejando eso de lado, quiero compartir una noticia importante. Hoy es un día especial. Tatsumi, hemos decidido otorgarte tu propio Teigu". Y con estas palabras, extendió su brazo mecánico y abrió la mano, revelando el Teigu que había pertenecido a Zank.

Tatsumi abrió los ojos de par en par. "¿De verdad van a darme un Teigu?". Preguntó con incredulidad. Luego miró al resto del equipo. "¿Y ustedes? ¿Están seguros de esto?".

"No te preocupes". Intervinió Bulat con una sonrisa confiada. "Cada uno de nosotros ya tiene un Teigu".

"Exacto". Añadió Lubbock, ajustándose sus gafas. "Además, controlar un Teigu requiere mucho esfuerzo físico y mental. Solo puedes usar uno a la vez".

Tatsumi observó el Teigu en la mano de Najenda. Aunque la idea de tener un Teigu propio lo emocionaba, la duda lo invadió. Sabía que este era el arma que Zank había utilizado para dañar a muchas personas. Esa carga emocional le pesaba.

"Ya tengo a Onyx". Pensó. "No creo que pueda...". Tatsumi iba a seguir protestando. Sin embargo, recordó una conversación pasada con Onyx sobre los Teigu. En esa charla, Onyx le explicó que, aunque una persona solo podía usar activamente un Teigu a la vez, era posible llevar otro sin consecuencias, siempre y cuando no se activaran simultáneamente. Sin embargo, usar dos Teigu al mismo tiempo era extremadamente peligroso y casi imposible debido a las exigencias físicas y mentales.

Con este conocimiento en mente, Tatsumi tomó una decisión. Lentamente, extendió su mano y aceptó el Teigu de Najenda.

"Bien hecho". Dijo Najenda, con una leve sonrisa de satisfacción.

Aunque Tatsumi también sonrió, la incertidumbre seguía reflejándose en su expresión.

"No tenemos mucha información sobre las habilidades de este Teigu". Continuó Najenda, cruzando las piernas mientras se recostaba en su asiento. "Por eso, queremos que lo pruebes y descubras qué puede hacer".

"Puede leer las mentes". Intervino Akame, dando un paso al frente. "Intenta leer la mía".

Tatsumi asintió, aunque todavía dudaba de sus habilidades. "De acuerdo, lo intentaré". Cerró los ojos y se concentró en activar el Teigu. Después de unos segundos abrió los ojos.

"¿Quieres... carne?". Dijo finalmente, algo inseguro.

Akame asintió, sorprendida. "¡Eres compatible!".

"En realidad, ni siquiera la activaste". Intervino Leone, cruzando los brazos y riendo ligeramente.

Tatsumi suspiró, apenado. "Lo siento, chicos".

"No te rindas tan rápido". Dijo Mine, con determinación. "Ese Teigu tiene cinco habilidades. Intenta explorar otra".

Tatsumi respiró hondo y cerró los ojos nuevamente, enfocándose completamente. Esta vez, dejó de lado sus preocupaciones por Onyx y dedicó todo su ser a activar el Teigu. De repente, el ojo del Teigu se abrió, brillando con intensidad. Tatsumi sintió una energía extraña fluir a través de él, y finalmente pudo ver algo a través del poder del Spectador.

Los miembros de Night Raid lo observaban con curiosidad y expectativa.

Tatsumi abrió los ojos, y lo primero que notó fue el color rojo. Un carmesí intenso llenaba su campo de visión, desorientándolo. Parpadeó varias veces, esperando que la imagen se aclarara, pero el rojo persistía. Confundido, decidió girar lentamente sobre su eje, buscando algún punto de referencia. Fue entonces cuando aparecieron otros colores: verde, plateado, rosa, amarillo, negro y púrpura. Intrigado, entrecerró los ojos, intentando discernir qué era lo que estaba viendo.

A medida que su atención se enfocaba, comenzó a comprender. Su respiración se aceleró y una leve sonrisa cruzó su rostro. Finalmente, dejó escapar una risa suave y triunfal.

"¡Funciona!". Exclamó con entusiasmo.

En la oscuridad que lo rodeaba, resonó la voz de Mine, curiosa. "¿Tatsumi?. ¿Qué pasa?. ¿Lo activaste?".

"¡Sí, lo hice!". Respondía con éxito en su voz. "Puedo ver sus colores".

"¿Nuestros colores?". Preguntó Leone, sorprendida. "Eso sí que es nuevo".

"Intenta algo más". Sugirió Akame, su tono sereno pero expectante.

"De acuerdo". Respondía Tatsumi mientras cerraba los ojos, buscando concentrarse nuevamente.

Sintiendo el poder del Teigu, Spectador, fluir a través de él, el mundo comenzó a cambiar de nuevo. Los colores vibrantes se desvanecieron, devolviendo el lugar a su estado original. Tatsumi abrió los ojos, esperando algo diferente. Sin embargo, lo que vio lo dejó perplejo: ropa. Pero no cualquier ropa. La vestimenta frente a él era extremadamente delgada, casi transparente. Parpadeó, confundido, y retrocedió ligeramente su mirada. Fue entonces cuando comprendió que estaba viendo a Mine.

El alivio de reconocerla se desvaneció rápidamente cuando notó que podía ver su ropa interior. Un sonrojo profundo comenzó a cubrir su rostro. Intentó procesar lo que estaba pasando.

"¿Qué está pasando?". Murmuró para sí mismo.

"Tatsumi, ¿qué estás mirando?". Preguntó Mine, inclinándose hacia él con curiosidad.

Tatsumi no pudo responder. Estaba congelado, intentando evitar el contacto visual directo. Giró la cabeza rápidamente hacia Akame, pero al hacerlo, el efecto del Teigu reveló también la ropa interior de ella. El shock aumentó.

"¿Tatsumi?. ¿Estás bien?. La voz calmada de Akame comenzaba a mostrar preocupación.

Antes de que pudiera reaccionar, Sheele se acercó para observarlo más de cerca. El castaño, ya abrumado, dirigió su mirada hacia ella. Los tonos morados de la ropa interior de Sheele lo dejaron sin palabras. Incapaz de articular una explicación, desvió la vista hacia el techo.

"¿Qué haces, Tatsumi?". Preguntó Leone, arqueando una ceja, divertida y curiosa.

"Solo... estoy estudiando el techo. ¡Es muy interesante!". Improvisó, tratando de desviar la atención.

En su mente, sin embargo, el pánico creció. "No puedo decirles lo que está pasando. Si descubren que no tengo control del Teigu, definitivamente se enfadarán. Debo desactivarlo como sea."

Concentrándose intensamente, cerró los ojos con fuerza, tratando de apagar el Teigu. Pero, por más que lo intentaba, Spectador seguía activo. Una creciente frustración se apoderó de él.

"¡Desactívate, maldita sea!". Murmuró entre dientes.

Los demás miembros de Night Raid lo observaron, confundidos por sus acciones. Akame se acercó más.

"¿Qué sucede, Tatsumi?". Preguntó la pelinegra con seriedad.

Sin responder, Tatsumi continuó luchando con el Teigu. Cansado y frustrado, Tatsumi intentó una vez más apagar el Teigu. Al abrir los ojos, creyendo haberlo logrado, vio a través de la madera de la pared, el cielo crepuscular comenzando a oscurecerse. Esto lejos de aliviarlo, solo incrementó su frustración. Al borde del colapso, finalmente, agotado y casi al borde de perder los estribos, gritó con todas sus fuerzas.

—¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡DESACTÍVATEEEEEE!!!!

El grito resonó en la habitación, y para sorpresa de todos, Spectador salió disparado de la frente de Tatsumi, cayendo al suelo con un sonido seco. El Teigu se apagó de inmediato.

Todos en la sala quedaron boquiabiertos. Tatsumi, exhausto, cayó de rodillas, jadeando.

"Tatsumi, ¿qué demonios fue eso?". Preguntó Leone, incrédula.

"Solo, un pequeño, problema técnico". Murmuró, tratando de recuperar la compostura.

Mientras tanto, Bulat cruzó los brazos, observando la situación con una mezcla de sospecha y preocupación.

"¿Estás bien?". Preguntó Akame, al ver al castaño todavía de rodillas, recuperándose.

Tatsumi simplemente asintió. Necesitaba unos momentos para recomponerse. Lo que sea que haya pasado, lo había dejado muy agotado.

Najenda observó a Tatsumi con una calma inquebrantable, incluso después del grito del joven y la expulsión de Spectador.

"Esa Teigu y tú son incompatibles". Dijo finalmente, su voz firme pero comprensiva.

Mine, todavía procesando lo ocurrido, intentó encontrar una explicación. "Creo que esa "expulsión" fue la Teigu rechazándolo". Comentó la pelirosada, cruzándose de brazos mientras miraba a Tatsumi.

Najenda se levantó de su asiento y recogió el Teigu del suelo con cuidado.

"La llevaré al cuartel del ejército revolucionario para que sea analizada. Tal vez allí puedan descubrir más sobre su naturaleza". Explicó mientras guardaba la Teigu con destreza.

Akame se acercó a Tatsumi y le extendió la mano.

"Vamos, levántate". Dijo con su tono neutral pero alentador.

Tatsumi aceptó su ayuda y se puso de pie, aún algo agotado.

"¿Lo van a enviar al ejército revolucionario?". Preguntó, limpiándose el sudor de la frente.

"Sí. Aunque somos un equipo de asesinos, nuestra misión también incluye recuperar las Teigus". Explicó Akame con seriedad. "Las quitamos de manos enemigas, como hicimos con Zank. Pero si eso no es posible, las destruimos".

Tatsumi abrió los ojos, sorprendido. La idea de destruir una Teigu lo alarmó, especialmente al pensar en Onyx. Pero, pese a su preocupación, intentó enfocarse en lo positivo.

"Entonces, su objetivo es recuperar las Teigus". Dijo, tratando de mantener la calma.

Najenda asintió mientras volvía a sentarse y sacaba un libro de entre sus cosas. Lo entregó a Tatsumi.

"Toma, lee este libro. Contiene información sobre las Teigus".

Tatsumi lo recibió con curiosidad y comenzó a hojear sus páginas. Las ilustraciones y descripciones detallaban Teigus de diversos tipos, tamaños y habilidades. Muchas ya le eran conocidas gracias a Onyx, pero aun así se detuvo a estudiar algunas. Sin embargo, una pregunta lo acosaba. Tras un momento, levantó la vista hacia Najenda y preguntó.

"Jefa, según este libro y lo que usted sabe, ¿Cuál cree que es la Teigu más poderosa?". Preguntó con genuino interés. Para Tatsumi era Onyx. Pero el quería saber cual pensaba que era psra su líder.

Najenda se tomó un momento para reflexionar. Su mano robótica tocó su barbilla mientras sus ojos parecían buscar algo en el pasado.

"Eso depende del usuario y su compatibilidad con la Teigu. Pero si tuviera que elegir...". Su voz se volvió más grave mientras continuaba. "Diría que la más poderosa es la que controla el hielo. Por fortuna, su usuaria no está en la capital".

El tono de Najenda cambió. Su voz ahora reflejaba una mezcla de miedo, dolor y rabia. "Ella está conquistando el Norte".

"¿El Norte?". Preguntó Tatsumi, intrigado.

"Sí. Su príncipe, Numa Seika, es conocido como el héroe del Norte. Nunca ha perdido una batalla con su lanza. Es un estratega astuto y feroz, que carga con las esperanzas de su pueblo. Ha convertido su ciudad en una fortaleza impenetrable, desde donde planea invadir la capital. La capital, incapaz de ignorar la amenaza, lanzó una campaña para conquistar el Norte".

Najenda hizo una pausa, su expresión endureciéndose. "Pero esa gente no podrá resistir. Y menos con ella allí".

"No te preocupes". Intervino Lubbock, intentando calmar a su líder. "Aunque hayan enviado a esa mujer, mientras esté fuera del Imperio, no representa un problema para nosotros".

Najenda asintió lentamente, su expresión relajándose un poco.

Mientras tanto, Tatsumi continuó revisando el libro hasta llegar a la última página. Confirmó lo que temía. "No hay nada acerca de Onyx". Murmuró, algo desanimado.

El sostuvo el libro entre sus manos, observando sus páginas con seriedad. Él había esperado encontrar información sobre su Teigu, pero no había nada. Tatsumi pensó en cómo las Teigus eran armas increíbles con habilidades únicas. Si tan solo pudieran reunirlas todas, quizá podrían evitar más derramamiento de sangre. De repente, una idea lo golpeó, haciéndolo sonreír. "¡Sí!, Si encontramos todos los Teigu, podemos guardarlos y dárselos a personas que quieran ayudar a cambiar la capital. ¡Solo tenemos que encontrarlos a todos!". La sonrisa del castaño se hizo más grande. Su expresión no pasó desapercibida para los demás.

"¿Qué estás pensando, Tatsumi?". Preguntó Leone, notando su entusiasmo.

"En algo bueno". Respondió, con una chispa de determinación en los ojos. "Vamos a reunir todas las Teigus. Cada una de ellas.

"¿Y de dónde viene tanto ánimo?". Insistió la leona, con una sonrisa curiosa.

La sonrisa de Tatsumi se desvaneció lentamente. Sabía que había llegado el momento de hablar sobre Onyx. Sentía un nudo en el estómago, pero también una determinación inquebrantable.

"Espero que puedan entenderlo y aceptarlo". Pensó, mientras reunía el valor para lo que estaba por venir.

Tatsumi respiró profundamente, reuniendo el valor necesario antes de hablar. "Chicos, tengo algo que confesarles". Anunció con una mezcla de duda y determinación en su voz. Sus palabras llamaron la atención del grupo que se encontraba en la sala de reuniones.

"Yo... tengo un Teigu".

Un silencio abrumador cayó sobre la sala, pero no duró mucho. En cuestión de segundos, las risas resonaron entre los miembros del Night Raid.

Leone fue la primera en soltar una carcajada, sujetándose el estómago mientras lloraba de risa. "¡Qué buen chiste, Tatsumi!". Dijo entre risas.

Mine tampoco se contuvo. "De verdad, ¿un Teigu? Eso sí que es gracioso".

Lubbock se unió al coro, riéndose sin parar. "Tatsumi, ¿esperas que creamos eso? Es imposible que tengas un Teigu y ninguno de nosotros lo haya notado".

Incluso Bulat, normalmente más serio, se permitió reír. "Tatsumi, no tienes que mentirnos para impresionarnos".

Tatsumi frunció el ceño, intentando mantener la calma ante las burlas. "No estoy mintiendo". Dijo con firmeza, aunque su tono revelaba un leve temblor. "Es la verdad. Tengo un Teigu".

Las risas continuaron, aunque Najenda, Akame y Sheele permanecieron en silencio, observándolo con expresiones serias.

Mientras tanto, Mine, todavía entre risas, le preguntó. "¿De verdad? ¿Y cómo se llama?".

"Se llama Onyx: Ultimate Protection, el Teigu número 49". Explicó Tatsumi. Su voz era firme, pero las risas de sus compañeros solo se intensificaron.

"¿Onyx, Ultimate Protection?". Repitió Mine, burlona. "¿Qué clase de nombre es ese?".

Tatsumi apretó los puños. No le gustaba que se burlaran de Onyx, aunque supiera que no lo hacían con mala intención. De todas formas, no estaba dispuesto a permitirlo.

"No se burlen". Dijo alzando un poco la voz, logrando que las risas comenzaran a apagarse. Leone fue la primera en calmarse.

"De acuerdo, lo siento, Tatsumi. Pero tienes que entender que es difícil de creer. Es algo ridículo pensar que tienes un Teigu y nunca nos dimos cuenta". Dijo con una sonrisa indulgente.

Bulat asintió. "Exacto. Si realmente tuvieras un Teigu, ya lo habríamos notado".

Tatsumi suspiró, reconociendo que su incredulidad tenía sentido. Pero a pesar de ello, necesitaba convencerlos. Tras unos momentos de reflexión, encontró la manera.

"Si no me creen, puedo demostrarlo". Dijo con confianza renovada. "Les diré algo que sólo podría saber alguien que conoce los secretos de sus Teigu".

Las risas desaparecieron por completo. Aunque todavía lucían expresiones escépticas, todos prestaron atención.

"Adelante". Dijo Lubbock, cruzándose de brazos con una sonrisa desafiante.

Tatsumi comenzó. "Primero, tú, Lubbock. Tu Teigu, Cross Tail, es un par de guantes conectados a carretes de hilos ocultos bajo tu ropa. Tu carta de triunfo consiste en esconder los hilos dentro de tus dientes para usarlos como una última defensa".

Los ojos de Lubbock se abrieron de par en par. "¿Cómo sabes eso?". Preguntó, incrédulo. Pero Tatsumi continuó antes de que pudiera decir algo más.

"Leone, tu Teigu es Lionel, Rey de la Selva. Es un cinturón con una hebilla de piedra que te permite transformarte en una criatura mitad bestia, mitad humana. Tu carta de triunfo es la regeneración acelerada, que activas comiendo carne de bestias peligrosas".

Leone, quien había dejado de reírse desde que Tatsumi comenzó a hablar, lo miró con seriedad. Ella nunca le había contado sobre su capacidad de regeneración.

Tatsumi se giró hacia Bulat. "Tu Teigu, Incursio, es una armadura que mejora tus habilidades físicas. Tu carta de triunfo es la invisibilidad, que puedes mantener por un tiempo limitado".

Bulat lo observó con una sonrisa tranquila, impresionado por los detalles que daba.

Luego, Tatsumi miró a Sheele. "Tu Teigu, Extase: Cortador de la Creación, son unas tijeras gigantes que pueden cortar cualquier cosa, incluso otros Teigu. Tu carta de triunfo es un destello de luz cegador que puedes liberar al activarlo".

Finalmente, volteó hacia Akame. "Tu Teigu, Murasame, es conocido por todos aquí. Sin embargo, tu carta de triunfo, Pequeño Cuerno de Guerra, es un secreto no. Al activarlo, te unes completamente con tu Teigu, aumentando enormemente tu poder, pero también soportando un dolor inimaginable. Por eso no activas".

La sala quedó en completo silencio. Todos los miembros del Night Raid lo miraban, serios y asombrados. Incluso Akame, normalmente imperturbable, tenía los ojos levemente abiertos por la sorpresa.

Tatsumi bajó la mirada, inseguro de si había hecho bien al revelar esos secretos. Onyx le había confiado esa información con la condición de usarla sólo en situaciones extremas, pero no había encontrado otra forma de hacer que lo tomaran en serio.

Tras unos segundos de tensión, Najenda rompió el silencio. "Parece que estabas diciendo la verdad, Tatsumi". Su tono era calmado, pero cargado de curiosidad. "¿Nos mostrarás a Onyx?". Ella al parecer le había creído al castaño.

Tatsumi levantó la cabeza, sintiéndose aliviado, porque su líder le haya creído. "Sí". Respondió con firmeza. "Se los mostraré".

Tatsumi desenvainó a Onyx, la peculiar espada que llevaba en su espalda, y la sostuvo en alto con un gesto teatral ante sus compañeros de Night Raid. Con una sonrisa orgullosa y entusiasmo desbordante, proclamó. "¡Aquí tienen, les presento a Onyx, la Teigu número 49!".

Los miembros de Night Raid intercambiaron miradas curiosas, algunos escépticos, otros intrigados. Najenda, su líder, se adelantó con su habitual semblante sereno. "¿Me permites verla más de cerca?". Preguntó, extendiendo una mano".

Tatsumi asintió de inmediato y entregó la espada a Najenda, quien comenzó a examinarla con cuidado. Observó el filo, su diseño extraño y muy poco común lo hacían resaltar mucho. "Esto no es una espada común". Afirmó, recorriendo cada detalle con mirada analítica.

Tras unos segundos de silencio, Najenda dirigió su atención nuevamente a Tatsumi. "Dices que esta es una Teigu, pero según los registros, solo existen 48 Teigus originales. No entiendo cómo esto podría ser la número 49". Comentó con escepticismo.

El castaño respondió con firmeza. "Entiendo sus dudas, jefa. Pero le aseguro que Onyx es una Teigu. Fue creada junto a las otras por el primer emperador. Es una pieza única y extremadamente poderosa". Afirmó con convicción.

Najenda frunció el ceño, aún más intrigada. "¿Poderosa?. Muy bien, entonces, ¿cuáles son sus habilidades?".

Tatsumi extendió una mano para recuperar la espada. "Permítame mostrárselo". Dijo educadamente.

La líder de Night Raid le entregó la espada, y el joven volvió a sostenerla con ambas manos, levantándola por encima de su cabeza. Dijo con voz fuerte. "¡Vamos, Onyx, muestra tu poder!". Gritó con entusiasmo.

Todos mirando a la espada con expectación y esperando a que algo pasará.

El silencio llenó la habitación.

Nada ocurrió. Ni un destello, ni una vibración. La espada permaneció inmóvil en sus manos.

Confuso, Tatsumi bajó los brazos y miró fijamente el arma. "¿Onyx?. ¿Estás ahí?". Preguntó en voz alta. Nuevamente, no hubo respuesta.

Los demás miembros del grupo compartieron miradas de incomodidad. Aunque ya habían presenciado antes a Tatsumi hablando solo, verlo hacerlo con una espada sin resultado alguno resultaba, un poco, perturbador.

"Vamos, amigo, no me dejes en vergüenza". Susurró Tatsumi, ahora intentando comunicarse mentalmente. Pero Onyx continuó en silencio, dejando al castaño profundamente preocupado.

Leone, cruzando los brazos, decidió intervenir. "Tatsumi, ya basta. Esto está siendo incómodo". Dijo con un tono mezcla de molestia y lástima.

"¡No, tienen que creerme!. Onyx es una Teigu". Replicó el joven con desesperación. Agitó la espada en el aire, intentando provocar alguna reacción. "¡Vamos, transforma tu apariencia! ¡Conviertete en algo, cualquier cosa!". Suplicó el joven.

Pero la espada permaneció inerte. El castaño esperó unos segundos antes de finalmente, bajar la cabeza, abatido. "No responde". Murmuró, sintiendo las miradas de sus compañeros cargadas de escepticismo y pena. "Ellos no me creen". Dijo en su mente.

En ese momento, una voz tranquila pero firme rompió el tenso silencio. "Yo te creo". Dijo Akame, captando la atención de todos. Ella había visto la expresión del castaño y pudo deducir lo que estaba pensando.

Tatsumi alzó la vista, lleno de esperanza. "¿De verdad?". Preguntó, sorprendido.

Akame asintió con seriedad. "Probemos tu espada". Sugirió, desenvainando a Murasame de entre sus ropas. La hoja mortal relució bajo la luz de la habitación. "Atácame". Ordenó, adoptando una postura de combate.

Tatsumi dudó por un instante, pero la determinación en los ojos de Akame lo animó. Esta era su oportunidad de demostrar la verdad sobre Onyx. "Muy bien". Dijo, preparándose.

Los demás miembros de Night Raid retrocedieron para darles espacio. Aunque algunos estaban preocupados, Najenda decidió permitir el enfrentamiento. Ella también deseaba conocer la verdad sobre Onyx.

Tatsumi respiró hondo y avanzó, blandiendo a Onyx con determinación. La tensión en la habitación era palpable, cada miembro de Night Raid observaba en silencio, conteniendo la respiración. Cuando la espada del castaño se cruzó con el arma mortal de Akame, el impacto fue inmediato y estruendoso. El sonido metálico del choque resonó en las paredes, pero fue seguido por un ruido inesperado. El crujido de algo metálico rompiéndose.

El sonido detuvo a todos en seco. Los ojos de los presentes se abrieron con sorpresa mientras buscaban el origen del quiebre. Tatsumi y Akame, inmóviles en sus posiciones de combate, también miraron con asombro. Para sorpresa de todos y contra todo pronóstico que tenía el castaño, el sonido no provenía de Murasame, la temida hoja mortal conocida por ser indestructible. Sino, el sonido provenía de,...Onyx.


¡Hola a todos! Antes de entrar en detalles sobre este capítulo, quiero desearles a todos un ¡Feliz Año Nuevo!. Qué mejor forma de comenzar este año que con un poco de intriga y emoción sobre el universo de Akame ga Kill. Este episodio está cargado de misterio, y estoy seguro de que dejará muchas preguntas abiertas para ustedes.

Con respecto al contenido de este capítulo, la trama sigue de cerca lo que vimos tanto en el anime como en el manga, aunque, como es de esperar, hay algunas diferencias notables. Estas variaciones añaden un toque único a la historia, algo que espero disfruten y analicen a profundidad. También dejo a su interpretación lo que podría estar sucediendo con Onyx. Aquellos que hayan leído el capítulo anterior probablemente ya tengan una idea clara de lo que está ocurriendo, pero no se preocupen, todo se irá revelando poco a poco.

Lo realmente importante aquí será ver cómo esta situación afectará a Tatsumi. ¿Lo hará más fuerte, lo llenará de dudas, o quizás despertará en él un sentimiento de resentimiento? Esto será clave en el desarrollo de la historia, y estoy seguro de que tendrán sus teorías al respecto. En el próximo capítulo podrán descubrir cómo Tatsumi enfrentará lo que está ocurriendo con Onyx y qué decisiones tomará.

Antes de despedirme, les quiero agradecer por seguir esta historia. No olviden dejar sus comentarios sobre este capítulo, compartir sus opiniones y, si aún no lo han hecho, añadir esta historia a sus favoritos para que no se pierdan nada. Cada mensaje y cada reacción de ustedes me motiva a seguir escribiendo y creando este fascinante universo.

¡Cuídense mucho y disfruten del año que comienza! Espero seguir compartiendo con ustedes muchas más historias y momentos inolvidables.