One Piece NO ME PERTENECE. Solo hago esto para mi diversión y su entretenimiento.


Chapter 1: Más allá del hombre y la mujer


Zoro observaba con irritación el bulto que sobresalía de sus pantalones. Recordaba perfectamente lo que había pasado en la fiesta y para colmo, había soñado con aquello, lo que lo tenía en su situación actual. No podía creer el poco autocontrol que había tenido y que seguía teniendo para encontrarse en dicha situación. Como mínimo, podía admitir que se sentía atraído por Robin. No recordaba cuándo fue la última vez que su cuerpo reaccionó de esa manera ante la estimulación femenina. El simple hecho de pensarla, lo estremecía. ¿Cómo se supone que disimulara?

El cielo estaba plagado de estrellas. Lo que significaba que había dormido todo el día. Inspeccionó el apartamento en el que se estaban quedando hasta que le entregaran su nueva embarcación. No había nadie, por lo que, podría solucionar su problema sin ningún tipo de interrupciones. No le tomaría mucho tiempo y no quería que alguien lo viera en semejante situación. Se acostó en su cama designada, suspiro sonoramente mientras apartaba el pantalón y la ropa interior.

Cerró los ojos, para concentrarse e imaginar lo más vívido posible lo que lo llevaría a su liberación. Se sorprendió con lo diligente que estaba siendo su mente, no sólo recordando las sensaciones de tener su cuerpo junto al suyo la noche anterior, también estaba mostrando recuerdos donde recordaba haberla visto más que atractiva. El primer gruñido salió de su boca al recordar la primera vez que la vio en Alabasta. Tal vez no era el atuendo más bonito, pero dejaba ver su silueta y eso era más que suficiente para que acelerara la velocidad de su mano. Esa mujer lo estaba matando.

―Robin…

― ¿Sí? ― no esperaba que respondiera. Detuvo toda actividad, cubriéndose con la almohada más cercana que encontró.

― ¿Qué haces aquí?

― Vivo temporalmente aquí, al igual que tú.

―Sabes que no me refiero a eso…― gruñó entre dientes. Robin sonrió de medio lado.

―Pues…Nami me envió por una blusa limpia, ya que, nuestro capitán ensució la que tiene. Y mientras me dirigía a nuestra habitación, te escuché…llamándome. ¿Necesitas mi asistencia, kenshi-san? ― Zoro tragó en seco. Robin se adentró en la habitación. El espadachín retrocedió en el colchón hasta que su espalda tocó la pared detrás suya. Recomponiéndose y manteniendo el orgullo, su faceta de "chico malo" volvió a las andadas.

―Es lo mínimo que puedes hacer…al ser la causante de esto. ― la sonrisa que le dedicó la pelinegra envió un escalofrío por todo el cuerpo. Se acercó lentamente, acentuando sus pasos con ayuda de sus tacones negros. Zoro tragó en seco cuando por fin, las rodillas de la joven se encontraron con el colchón. La expectativa lo estaba matando, anticipándose a la imagen que acontecería pronto.

―Totalmente de acuerdo contigo. ― fue lo último que escuchó antes de recibir la primera descarga de placer. Robin había optado por ser directa y proporcionarle placer con su boca, con la clara intención de torturarlo de la manera más placentera que se le ocurriese, manteniendo contacto visual en todo momento y volviéndolo loco en el proceso. Se concentró en el techo, sabiendo que, aunque de todas maneras no duraría mucho ante el excelente trabajo que estaba realizando su compañera, verla ejecutar la actividad era demasiado para sus sentidos. ― ¿Qué pasa, kenshi-san? ¿No te gusta lo que ves? Pensé que te gustaban los retos… ― a la mujer le gustaba jugar con su orgullo y él se dejaba manipular. ― Si no aprecias el espectáculo, no voy a seguir… ―Como vaticinó ante la vista, no duró mucho después de aquello. La imagen frente a él era demasiado erótica como para que cualquier hombre pudiese soportar tener a semejante belleza practicándole sexo oral. El gruñido que escapó involuntariamente de su garganta le hizo sentir orgullosa, maravillándose con la imagen del atractivo espadachín preso del placer. ― ¿Y bien, kenshi-san? ¿He excedido tus expectativas?

Tenía tantas cosas pasándole por la cabeza, ninguna muy puritana que se dijese. El tono con el que le hizo la obvia pregunta le entregó una idea de lo poderosa que se sentía y no podía decir que no lo mereciese. Lo que acababa de hacer fue más que impresionante y lo tenía totalmente atontado. Tal vez se había quedado dormido y su mente le había materializado el mejor escenario posible. Robin gateó hasta que sus narices se tocaron. Imitando sus acciones en el pasado, lo tomó de las mejillas, pero ella decidió no ser tan brusca. Notaba que seguía aturdido por su orgasmo y ella tenía que volver pronto para que su navegante no fuese por ella. Así que, le besó, suave, apasionado y breve, haciendo que el espadachín dudase si realmente estaba ocurriendo. Zoro sintió como su corazón volvía a acelerarse, una sensación cálida se expandió por su pecho, siendo la primera vez que la sentía. Sus alientos se entremezclaban mientras ella le sonreía de manera diferente, con ternura, y él se quedaba embobado en el par de infinitos azules que se encontraron con los suyos. Solo cuando escuchó la puerta principal cerrarse, Zoro se permitió respirar profundamente. Esto era muy malo para él.


Zoro no había podido dormir. La situación con Robin lo estaba asustando de cierta manera; el espadachín no podía permitir que las cosas avanzaran, a pesar de la fuerte atracción hacia la arqueóloga. Muy en lo profundo de su ser, sabía que la resistencia que sentía era porque no quería ser él que estuviese "rendido a los pies de alguien", su orgullo no le permitía. Sospechaba que Robin lo veía como un simple muchacho que rozaba los veinte, uno no experimentado que quería descubrir lo que era estar con una chica mayor. Para él, estaba muy claro que le gustaba la morena, incluso podría llegar a decir que se estaba enamorando – lo venía sospechando desde que Robin se unió a la tripulación-, pero sabía…que la historia de ella era diferente.

No tenía los detalles, pero esos 20 años no pudieron ser fáciles. Independientemente de que no demostrase abiertamente su tristeza, era una herida que no se podía cerrar tan fácilmente. Una niña de ocho años buscada por la Marina, no podía convertirse en una mujer feliz de la noche a la mañana. No quería ni imaginarse lo que tuvo que hacer o las cosas que tuvo que soportar para sobrevivir por tanto tiempo; el hecho de que no lo compartiera decía mucho. Le daba curiosidad, pero tampoco era tan directo como para preguntarle, menos ahora, con la situación en la que estaban. Por estar pensando en todo el embrollo mientras deambulaba por Water 7, se perdió y terminó de niñera de un montón de niños que no conocía y para colmo, cada uno de sus compañeros estaban empecinados en complicarle la situación.

―Vaya…pareces que estás en problemas.

―Pues sí… ¿cómo me puede pasar esto a mí? ― giro rápidamente. ― ¡¿Eres tú?! ― de todas las personas…La empujó para sacarla del camino mientras está reía con diversión. ―Maldición…― dijo por lo bajo. Podía escuchar la voz de Nami llamándola.

―No te preocupes; no se lo diré a nadie. ― se acercó a uno de los bebés que llevaba el espadachín aferrados a su pecho; el niño parecía estar a punto de llorar. Robin acarició su mejilla de manera sutil mientras le sonreía. Era esa sonrisa de nuevo: la pura y angelical que le aceleró el corazón hace poco. El pequeño comenzó a emitir unos gorgojos de felicidad, contagiando a los otros. ― Por cierto, te ves bien así. ― salió de su estupor, volviendo a la vergüenza de ser descubierto en semejante situación.

Incluso con todos los inconvenientes que tuvo después de aquello, por los pequeños y su madre adoptiva, nunca dejó de pensar en lo adorable que le pareció la interacción entre los bebés y Robin.


Hola! :)