Le había asombrado, su nueva creación había podido asombrar al hombre más frío e imperturbable que conocía. Quien ni siquiera ella y sus travesuras podían sacarlo de sus cabales. Jinx al principio sólo quería molestar a Sevika en una pronunciación de rebeldía ante la decisión de Silco para que esta última la cuidara y mantuviera en vigilancia. Cosa que Jinx detestaba, aunque no podía negar que muy, pero muy dentro de ella disfrutaba de la compañía de su enojona cuidadora. Por lo que la mejor idea que se le podía ocurrir era robar un poco de la preciada sustancia que tenía a la entera Zaun a los pies de Silco: El Brillo.
Robarlo fue demasiado sencillo, era tan fácil como escabullirse en el lugar donde empezó todo, La Última gota, donde se sintetizó por primera vez por un científico gracias al patrocinio de quien ahora fungía como su figura paterna. Al menos era todo lo que Jinx recordaba porque no ponía demasiada atención a esas historias que Silco le contaba. Le recordaba demasiado a Vander. Aquel hombre quien protegió a ella y a su hermana Vi. Era una pena que los hubiera matado.
Llegada a su guarida, asegurándose de que Silco no la viera. Se sentó inmediatamente en su escritorio improvisado lleno de artefactos de todo tipo que armaba en sus abundantes tiempos libres. Al verlo recordó la discusión que habían tenido recientemente Sevika y Silco:
- Al menos debería trabajar para ti o algo… No hace nada en todo el día, sólo se la pasa en la turbina haciendo quién sabe qué cosas.
- Todo a su debido tiempo, tiene un potencial enorme que aún no florece completamente. Por lo mientras tú serás quien la cuide cada que salga de aquí ¿Está claro? – Respondió Silco. Sevika sólo asintió mientras bufaba en frustración. El recuerdo le trajo una sonrisa burlona a Jinx.
Con entusiasmo tomó una de las bombas que había hecho recientemente, o al menos un bosquejo de una. No tenía nada de color y constaba de dos cilindros unidos por uno de los extremos mientras que el otro estaba recortado con forma de fauces con afilados dientes. Faltaba todo el mecanismo y el explosivo. Función que perfectamente podía llevar a cabo el brillo color verde que había tomado. De forma errática y sin dudarlo un segundo se puso manos a la obra uniendo engranajes, colocando resortes, inyectando brillo y, desde luego, no podía faltar algo de color. Por lo que tomó un pigmento morado para colocarlo cerca de la carga explosiva y pintura para darle su propio toque al exterior de la bomba usando pintura verde y morada neón.
Después de poco menos de 2 horas Jinx miraba con admiración su propio trabajo. Deleitándose ante la fabricación de su más nuevo modelo de bomba. Mientras miraba la tenue iluminación verde amarillenta escapando entre los dientes de la bomba. Brillo que inevitablemente le recordó el brillo de aquellas piedras azules. Jinx se perdía en la tenue luz dentro de la fría y rígida cápsula las voces dentro de su cabeza se manifestaban e incrementaban a medida que sus recuerdos de una vida pasada la asechaban. Pensaba en como se debió haber visto esa masiva proyección de luz azul como su pelo en el reflejo de los ojos de Vander, su protector, de Claggor hasta del pesado de Mylo ¿Cuáles habrán sido sus pensamientos en esa fracción de milisegundo? ¿La culparían?
- Es tu culpa – Comenzó la voz de Mylo a acecharla. Posteriormente esa voz se uniría con la voz de Claggor
- ¿A quién matarás ahora? No tienes a nadie más quien destruir
- ¿Para qué usarás esa bomba? ¿Para matarte? – Jinx no podía respirar mientras las voces de sus víctimas la aterrorizaban en su cabeza a un nivel ensordecedor. En un acto reflejo, sin soltar la bomba, colocó sus manos y apretó contra sus oídos en busca de atenuar las voces. El problema es que no lograba nada.
- Asesina – Reprochaba Mylo
- Mataste a tu familia – Arremetía Claggor
- No vales ni muerta – Añadía su hermana Vi
-Activa el mecanismo – Gritaron al unísono
-Mátate
- Mátate
- Mátate – Jinx no soportaba más. Con lágrimas en los ojos y en un berrido desgarrador tomó la bomba y tomo con sus dedos el pin mientras dirigía su mirada hacia sus peluches representativos de aquellos que mató, los cuales se encontraban abandonados a unos 10 metros de distancia. Apenas podía verlos debido a la cantidad de lágrimas vertiendo de sus ojos. Su respiración era superficial y errática, sentía un peso absurdamente grande en el pecho. Mientras seguía escuchando los reproches en su cabeza.
- Jala el pin y paga por tus pecados
- Tus cosas funcionan cuando se trata de arruinar las cosas, Powder. – Al escuchar lo último jalo el pin con expertise y velocidad para después lanzar la bomba hacia los peluches mientras gritaba con todas sus fuerzas:
- ¡Cállense, carajo! Gritó tan fuerte que casi se quedó sin voz ni aliento mientras arrojaba la bomba la cual no tardó mucho en resultar en una explosión un poco similar a la de aquella noche. Sin embargo el estruendo y el radio era algo menor e irradiaba una nube espesa de color morado. Era hermoso, por fin había logrado fabricar una bomba funcional y replicable, no como la otra bomba que había hecho Powder años atrás con esa técnica tan floja y poco meticulosa – "Por eso nada te salía bien, por idiota" – Pensó Jinx al recordar a su antiguo ser – No obstante, no pudo pensar ni hacer más al sentir la onda expansiva de la bomba alcanzarla. Expulsándola hasta estrellarse con una de las lisas y frías paredes de su escondite.
Jinx no podía respirar bien recién despertada. Sentía dolor y fatiga en todos lo músculos de su espalda y con trabajos lograba mover las extremidades como ella quería. Mientras abría los ojos notó que de la gran explosión que había generado, sólo quedaban remanentes de pintura morada en el suelo y algunas paredes de su escondite. Mientras su vista se iba aclarando de lágrimas y restos de la explosión notó que Silco entraba a la habitación con su clásica y perturbadora tranquilidad. Tantos años junto con él le habían enseñado a leerlo y a aprender a descifrarlo, pero observaba y hasta cierto punto comprendía la desesperación e impotencia de algunos por no saber exactamente en qué estaba pensando. Esta vez pensaba en algo bueno.
- Veo que estabas trabajando. – Comentó Silco mientras se le acercaba a la joven con relativa prisa. – ¿Estás bien? – Preguntó mientras se agachaba para tomar las manos de Jinx y ayudarla a reincorporarse.
- Eh… ya sabes, encontré este brillo tirado por ahí y una cosa llevó a la otra… jeje – Rio incómodamente, con apenas la fuerza para mantenerse parada, ante la mirada intimidante de Silco quien la observaba con atención. Afortunadamente la onda expansiva de ese artefacto no fue lo suficientemente buena para matarla. Pero sí lo suficiente para dejar varias cicatrices, cortaduras y golpes. Finalmente esbozó una sonrisa mientras pensaba y se mantenía en silencia lo cual aumentaba más la ansiedad de Jinx.
- Perdón, sólo que las putas voces no se callaban la boca. Quería callarlas y, al menos por ahora no estarán jodiendo. – Justificó precipitadamente Jinx mientras miraba con ternura a Silco. Sabía perfectamente que esa era su debilidad.
- Ven conmigo a mi despacho para curarte todo eso. – Dijo mientras le ofrecía la mano para luego seguir – Creo que tengo una idea.
Jinx, feliz de que su explicación haya funcionado, tomó su mano como se de una niña pequeña se tratase y caminó a su lado lentamente por el dolor y debilidad que sentía. Silco la esperó pacientemente y caminó a su ritmo mientras pensaba y meditaba la nueva tarea de Jinx. El momento para usar su potencial había llegado.
Caminando por el corredor, Jinx no pudo evitar sentir ansiedad por lo que Silco tenía que decirle. Parecía estar contento por lo que había hecho a pesar de que había adquirido ese Brillo sin su autorización, a escondidas incluso. Acaso habrá sido que le asombró las capacidades que tenía el Brillo, que tenía habilidad para hacer bombas que funcionaran. Ante ese último pensamiento, Jinx sonrió de inmediato, había logrado hacer algo que funcionara y al primer intento. Comparó la obra de su anterior ser y la que había hecho. Parecía que había un par de piezas que siempre había puesto mal. – "Niña imbécil" pensó burlonamente mientras pasaban por el umbral de la puerta que daba acceso al despacho de Silco. Sin decir una palabra Jinx se sentó con las piernas cruzadas sobre el escritorio de un salto y esperó a que él tomara su lugar en el asiento. Habiéndose sentado, abrió un cajón, mismo del que tomó dos objetos y los puso sobre la parte del escritorio que se encontraba a un lado de Jinx quien miró los objetos con atención: Se trataba de un botiquín grande y de una caja negra con un seguro plateado.
- Empecemos con tu brazo izquierdo. – Dijo Silco mientras buscaba dentro del botiquín material de curación básico.
- ¡Pero el alcohol duele mucho! – Exclamó Jinx ante lo que estaba viendo hasta que Silco le contestó con demasiada prontitud.
- Esta vez no usaremos eso, Jinx – Respondió tranquilamente mientras sacaba un tubo de ensayo conteniendo un líquido brillante púrpura contenido por un tapón metálico en la parte superior. – ¿Sabes exactamente lo que "Encontraste tirado por ahí"?
- Brillo, aquella cosa que desarrolló el científico con tu patrocinio y… – Se quedó en trance mientras trataba recordar lo que le había contado incontables veces, sobre todo mientras el proyecto comenzaba.
- Esto que ves es un diferente tipo de brillo – Dijo mientras enrollaba un a venda alrededor de su brazo con delicadeza. – Ese que usaste es la primera que se desarrolló, adictiva y potente – Concluyó mientras apretaba el vendaje que estaba realizando haciendo que Jinx se moviera y dejara un quejido.
- ¿Y el de aquí? – Cuestionó mientras señalaba aquel extraño tubo con líquido púrpura, tratando de soportar el pequeño dolor ante el apretujón.
- Este es nuevo, una forma… más refinada por así decirlo. El problema es que, dependiendo del proceso puede ser adictiva o una de aumentación. – Anotó mientras le ofrecía el tubo a Jinx, quien sólo lo tomó entre sus delgadas y pálidas manos, analizando su contenido.
- Y esta es de… – agrego Jinx con el fin de que Silco elaborara. Este procedió a explicar
- Aún no sabemos todos ni el alcance de los efectos, pero uno que si conocemos es que adapta al cuerpo, lo mejora de forma temporal. Tómalo. – Ordenó con extraña suavidad que sólo mostraba ante la joven.
Jinx observó el líquido y como reaccionaba a los movimientos, se comportaba como el clásico Brillo verde que ya conocía, a excepción del color, claro. Debido a la confianza que depositaba en su protector, removió la tapa metálica y bebió el contenido. Era ligeramente burbujeante, de sabor y sensación ácida-amarga que sentía como le escaldaba la lengua y el resto de la boca. Habiendo terminado de tomarlo le devolvió a Silco, quien había terminado de vendarle ambos brazos, el frasco junto con la tapa y esperó en silenció para sentir algún tipo de efecto. Antes de que pudiera decir algo sintió un ardor intenso en los brazos, en el abdomen, ambas rodillas y en la cara. Uno que casi la tira del escritorio si no fuera por Silco quien la detuvo oportunamente y la abrazo, soportando la fuerza de Jinx quien , en un intento por soportar el ardor devolvió el abrazo, pero apretando lo más fuerte que podía.
De pronto Jinx dejó de sentir ardor quedando con sensación de hormigueo como efecto residual. Lentamente dejó ir a Silco quien también la soltó para facilitarle el movimiento. Antes de que pudiera hacer algún otro movimiento o percatarse de algún cambio, Silco ordenó:
- Ahora quítate las vendas. Dijo mientras buscaba algo sobre el escritorio junto a ella. Jinx reveló con cautela sus brazos los cuales recordaba llenos de cortadas, moretones y raspones. Pero al quitar el vendaje no encontró nada de eso, su piel estaba exactamente como antes de que se lesionara. Al voltear a ver a Silco, él ya estaba preparado con un espejo para mostrarle la imagen de su rostro también carecía de cualquier lesión, se veía como si no hubiera pasado nada en su guarida y que no voló por los aires para llegar a estrellarse a la pared.
- ¡No lo puedo creer! – Exclamó emocionada – ¿No se podrá utilizar para acá arriba? – Preguntó mientras señalaba su cabeza con el dedo. Silco sólo la vio, suavizó la mirada antes de contestar.
- No lo necesitas ni te cambiaría por nada, eres perfecta. – Jinx, consumida por ternura le dio un dulce abrazo estando casi al borde de las lágrimas.
- Aw, ¿de verdad? Eres el mejor, en serio. Yo tampoco te cambiaría por nada. – Dijo mientras veía la caja negra que él había puesto sobre la mesa por lo que no pudo evitar preguntar.
- Eh… y ¿qué hay en la caja? Pregunto con genuina intriga era una caja relativamente grande. Sería algún artefacto para poner en su propio escritorio, otros peluches puesto que había pulverizado los anteriores, no tenía idea y la duda le empezaba a carcomer por dentro. Silco con su parsimonia característica, tomo la caja ceremoniosamente y se la entregó en las manos. Jinx la tomó con las dos manos para poder medir el peso de la caja. Era más pesada de lo que esperaba. No esperó demasiado para abrirla y revelar su contenido. Era una pistola, pero con algunas cosas raras, no era como las armas que olían portar los que trabajaban para Silco. Esta era especial, con bordes redondeados un arco dorado con un patrón de tira hecha de triángulos adornando la cámara y detalles de cuero en el mango. Era ligera y no tenía mira. Jinx la vio y la analizó, moviéndola de lado a otro. No sabía qué pensar de este regalo por lo que preguntó:
- ¿Es… para mí? Preguntó extrañamente temerosa.
- Así es, después de lo que acabas de hacer me has dado una excelente idea. Ya que tenemos un nuevo tipo de Brillo, todos los rivales estarán encima de nosotros para obtener un poco. Por lo que necesitaremos más seguridad en las fábricas y mientras la distribuimos. Esto último debido a que tu amigo, decidió no trabajar más para nosotros. – No necesitó explicar más para que Jinx entendiera de quién hablaba. Los ojos de esta última se abrieron de más, no había sabido nada de él por un tiempo desde que lo desechó de su vida. Se sentía fatal por el hecho de que lo hubiera golpeado, pero si no podía entender que ya no era aquella niña, no podía tenerlo cerca. Ella era una máquina de caos ahora, alguien que, en efecto, mataba a quien sea y cuando sea. Alguien que no sólo arruina todo, sino que lo destruye con sus propias manos. Él no debía estar cerca de alguien como ella. Ella debe permanecer sola porque es como debe ser, es cómo funciona Jinx. Ekko merece una buena y larga vida junto con alguien que no le traiga problemas ni violencia, ya ha sufrido mucho. En cambio, ella, ella se había convertido en la violencia.
- No es mi amigo, solo un viejo conocido. – Respondió secamente mientras apretaba el mango de la pistola con demasiada fuerza. Con intención de ocultar la súbita y rápida opresión en el pecho que pronunciar aquellas palabras le hizo sentir.
- Además de que has encontrado algo valioso, el Brillo que usaste es una fuente de energía que se puede usar a nuestro favor. Pide el material que quieras y lo tendrás para seguir produciendo tus invenciones con Brillo, incluso tu nueva arma si lo deseas. Tenemos más enemigos ahora y debemos estar preparados y armados. Tú, Jinx, eres la indicada para ese trabajo. – Dijo lentamente mientras tomaba la mano de la joven. – Usa tu don para nuestra causa. – A Jinx le brillaron los ojos por la sensación de ser útil por lo que apenas pudo contestar.
- No te fallaré, Silco. Ni a ti ni a nuestra causa. – Aseguró mientras apretó cariñosamente su mano igual de delgada pero más grande.
- Busca a Sevika, no debe estar lejos. Trabajarás con ella en un principio para enseñarte todo lo que debes saber. ¿Sabes disparar? – Preguntó Silco para evaluar la posibilidad de que él mismo le enseñara a disparar. Mas su sorpresa fue mayúscula cuando Jinx dio media vuelta entusiasmadamente y disparó a un ave que pasaba a bastante distancia de la ventana del despacho de Silco, rompiendo el cristal en el proceso. El ave cayó muerta inmediatamente tras el estruendo de su arma.
- ¡Claro! Muchas gracias, Silqui; la mira me estorbaba en realidad, es perfecta. – Dijo esto último antes de darle un beso a la parte lateral del cañón.
- Buscaré a Sevika. Te quiero. – Dijo antes de abalanzarse hacia Silco plantándole un cariñoso beso en la mejilla. Inmediatamente después salió corriendo del despacho de su cuidador para comenzar la búsqueda de su nueva mentora.
