Shiho se abanicó con los documentos que acababa de firmar antes de volver al escritorio y agarrar un lápiz para recogerse el pelo. Su media melena no le permitía moldearla mucho, pero al menos pudo hacer un pequeño moño para evitar que su nuca empezase a sudar. El verano había llegado demasiado rápido, y dentro de ese laboratorio, el calor solo se concentraba.

Caminó hacia la sala conjunta y se puso unos guantes antes de manipular los compuestos químicos, era la parte más delicada del proyecto y no iba a dejar esa responsabilidad sobre los hombros de nadie más. Estaba sorprendida de ver hasta donde estaban llegando sus estudios científicos, sus padres tenían una mente muy prodigiosa y habían dejado a su mano un sinfín de datos con un valor científico incalculable. Le alegraba ver como los proyectos en los que ellos habían perdido parte de su honor para defender empezaban a ver la luz, en cierta manera, la hacía sentir orgullosa. Su padre no era un loco, era un hombre demasiado listo que había nacido en una generación algo anclada al pasado, y su trabajo, era demostrar que los Miyano eran algo más que unos científicos con ideas imposibles. Su trabajo, era limpiar su nombre. Sin embargo, cada persona involucrada en ello tenía su propio interés, y no era tonta, sabía que la familia Kudo iba a conseguir una gran remuneración si las pruebas finales salían exitosas, pero para eso, todavía tenían que asegurarse que las pruebas con los ratones seguían siendo satisfactorias. La ciencia era un camino que había que caminar despacio, con calma y sin dejar cabos sueltos.

Su teléfono vibró dentro de su bata blanca y ella se quitó los guantes antes de alejarse de la mesa y contestar a la llamada.

"Shiho, soy yo." Habló Shinichi desde el otro lado. "¿Tienes los resultados de las pruebas que te envié?"

Ella suspiró lentamente y apretó el puente de su nariz antes de dirigirse de nuevo a su ordenador para buscar entre las carpetas sin despegar el teléfono de su oreja. "Ya sabes que no debería ser yo quien cotice y analice esto, tu equipo está más que preparado para hacer este trabajo. Con esta mala costumbre, un día de estos me meterás en problemas."

"Lo sé, lo siento. Es culpa tuya que tú criterio y análisis sean buenos para completar mis deducciones." Se defendió intentando sonar amable.

"Si tratas de alabarme, no vas bien encaminado con esas palabras." Le cortó ella. "Te lo he enviado ahora mismo por correo." Contestó volviendo a la otra habitación. "¿Necesitas algo más? Por que yo también tengo trabajo que hacer." Preguntó provocándole una breve risa.

Shiho rodó los ojos cuando lo escuchó reír por el otro lado de la línea y apoyó las caderas en la mesa esperando que la llamada no la entretuviese mucho más.

"El cansancio te pone de muy mal humor." Contestó él. "Te recogeré en una hora, hoy cenamos fuera."

"Supongo que no puedo negarme" Comentó ella.

"Heiji y Kazuha están en Tokio, le pedí que esperara a mañana cuando me llamó para decírmelo, pero Heiji ha insistido en que nos veamos hoy."

"Está bien, espérame abajo cuando llegues, puede que tarde unos minutos más."

"Si empiezo a aburrirme puede que suba a tu laboratorio a cambiar todas las etiquetas de tus químicos." Bromeó de buen humor.

"Está bien, lo he entendido. No tardaré." Contestó rodando los ojos antes de colgar la llamada.

Era raro escuchar ese tono tan calmado y cálido que había utilizado al hablar con ella. Era como estar en una falsa etapa de luna de miel que había llegado con efecto retardado, y aunque fuera extraño, él parecía sentirse a gusto estas semanas y se sentía agradecida de que no hubiesen habido peleas ni momentos demasiado incómodos. Llegar a ser amigos con derecho a roce, si así podían llamarse, había sido un punto intermedio al que jamás imaginaba estar, pero los tenía ambos en paz. Juntos, pero sin mezclar sus vidas, ni mezclar las emociones. Hablar de ellas siempre lo complicaba.

La hora que había prometido Shinichi pasó más rápido de lo que a ella le hubiese gustado, y aunque no podía decir que había acabado, no le quedó más remedio que apagar el ordenador y salir antes de que él decidiese irrumpir su laboratorio para atrasar más su trabajo. Él estaba donde prometía, justo en la salida del edificio, con la ventanilla bajada y una pegadiza canción que sonaba en la radio de fondo.

"Espero que después de todo, me lleves a un sitio caro." Comentó ella subiendo al asiento copiloto.

Él sonrió y arrancó el coche cuando escuchó el cierre de su cinturón. "¿Cómo ha ido el día?"

"Cansado." Contestó suspirando fatigada a la vez que apoyaba el codo en la ventana. "¿Y el tuyo?"

"Mejor después de recibir tus resultados. He de reconocer que hay veces que no sé donde te vienen esas ideas o teorías con solo ver las fotos que te envío." Sonrió sin dejar de mirar a la carretera.

"El lugar del que vengo, hace que mi visión sea algo distinta a la tuya." Contestó ella recordando sus días dentro de la organización.

"Sin embargo, ahora circulamos la misma carretera." Añadió Shinichi con cierto doble sentido, intentando que ella no se sintiese incómoda. Había muchas cosas que ninguno de los dos podía olvidar ni obviar, pero habían encontrado la manera de vivir con ello caminando en un terreno seguro.

Shinichi tarareó la canción hasta que llegaron al aparcamiento y bajó del coche alisando su americana. La pareja les esperaba en la entrada del restaurante cuando llegaron, y él, entrelazó sus dedos con los de su compañera para entrar después de saludarse.

"¿No crees que deberías comprarte una segunda residencia en Tokio?" Preguntó Shinichi bromeando después de darse cuenta de que Heiji se pasaba las semanas en la carretera de Tokio a Osaka y viceversa.

"Que va, para eso ya tengo tu casa." Bromeó de vuelta Heiji sentándose en la silla junto a su mujer.

"Yo también le molesto con eso muchas veces, con el dinero que gasta en transporte, creo que al final no será tan mala idea del todo." Intervino Kazuha con una sonrisa simpática en la cara. "A lo mejor, vosotros deberíais comprar también una en Osaka." Dijo recordándole al joven de Tokio los mismos viajes que él hacía en sentido contrario.

"Puede que lo haga." Sonrió Kudo de vuelta. "¿Qué os a traído por Tokio esta vez?" Preguntó sabiendo que no era por trabajo.

Kazuha se sonrojó ligeramente y Heiji alzó la mano para llamar a camarero y pedir la comida, ahorrándose así contestar a su pregunta. Shinichi y Shiho compartieron una botella de vino, pero sus amigos se decantaron por un par de refrescos.

"¿Cómo va el trabajo?" Preguntó Heiji.

"Me gustaría decirte que tranquilo, pero ya sabes cómo es esto." Contestó Shinichi antes de posar la copa sobre sus labios para darle un sorbo.

"¿Algo interesante o algún caso inquietante?"

"Nada destacable." Comentó Shinichi algo aliviado de que la saturación de trabajo le diese un respiro. "¿Y por Osaka como va?"

"Nada nuevo en el trabajo." Contestó Heiji. "Sin embargo, Kazuha y yo estamos pensando en mudarnos a otra casa, pero todavía no tenemos nada claro. Estamos mirando."

"Bueno, hemos estado visitando más casas de las que imaginaba, sé que tu amigo es un indeciso, pero no sabía que lo era tanto cuando se trata de decisiones importantes." Intervino Kazuha sonriéndole a Shinichi.

"Lo sé". Sonrió Kudo recordando el tiempo que había tardado en declararse.

"Kazuha, ya lo hablamos. La casa que te gustó a ti, no tiene un jardín grande, y las habitaciones no me convencen." Se defendió el moreno.

"Eso son tonterías, solo necesita una buena organización." Protestó ella cruzando los brazos. "¿Y tú para que quieres un patio grande?"

Shinichi volvió a beber de su copa para no ponerse a reír mientras sus amigos discutían y se giró para aprovechar y contemplar a su compañera. "Estás diferente"

"¿Qué?" Preguntó ella volviendo su atención en él a la vez que agarraba su copa.

"El peinado." Especificó. "Te queda muy bien." Dijo Shinichi en un tono bajo mientras la miraba beber el vino lentamente y ella se sonrojó al percatarse de que todavía tenía el lápiz recogido en el moño de su cabeza. Tuvo el impulso de quitárselo para arreglar su pelo, pero él la frenó. "No te lo quites."

Shiho frunció el ceño extrañada y algo avergonzada, pero no se deshizo el recogido. El camarero volvió al poco rato con sus platos y ella sintió el hambre que tenía cuando percibió el buen olor de la comida. Hablaron de trivialidades y de los casos que habían sucedido las últimas semanas, pero tanto Shiho como Shinichi, se percataron de que la pareja parecía algo nerviosa por algo.

"¿No vas a decírmelo entonces?" Preguntó Kudo cansado de que su amigo cambiase todos los temas de conversación. "Escúpelo ya y no hagas que empiece a preocuparme."

"Kudo, lo que pasa...es que, bueno..." Intentó decir.

"Lo que pasa es que vais a ser tíos." Contestó Kazuha por él, con una sonrisa nerviosa plantada en la cara.

"¿Tios?" Preguntó Kudo sin acabar de procesar las palabras.

"Enhorabuena entonces, vaís a ser muy buenos padres." Contestó Shiho a ver que Shinichi se quedaba callado.

"¿Vas a ser padre?" Preguntó Shinichi entendiendo la oración a la vez que clavaba la mirada a su mejor amigo. "¿Estás embarazada?" Preguntó girando la cabeza hacia Kazuha.

"Sí." Contestó ella tímidamente

"¿Estás bien, Kudo?" Preguntó Heiji al ver que parecía perplejo.

"Sí, sí." Contestó rápidamente volviendo en sí. "Es que no me lo esperaba, siempre has sido un irresponsable, Heiji."

"Oye, cállate la boca." Protestó Heiji. "No me hables tú de ser responsable."

"No discutáis." Se adelantó Shiho. "Es una buena noticia, ¿no?"

"Es una buena noticia." Afirmó Shinichi con una sonrisa en la cara. "Va a ser mi sobrino consentido, lo sabéis, ¿verdad?"

Heiji y Kazuha suspiraron al ver que el shock de Shinichi desparecía para plantar una sonrisa de alegría en su rostro.

"No te voy a dejar malcriarlo." Contestó Heiji. "Te tendré bien vigilado."

Se comieron el postré y el té mientras hablaban de todos los planes de futuro que se les avecinaba a la pareja de Osaka, la cual estaba ilusionada y feliz por esa nueva etapa que irrumpía en sus vidas. Era una etapa dulce, de cambios, de unión y de un fuerte sentimiento de familia.

"Os deseo lo mejor, de verdad." Comentó Shinichi cuando se despidieron. "Subiremos a veros pronto a Osaka."

"Más te vale." Sonrió Heiji dandole un golpecito en el hombro a su amigo. "Cuídate."

Las dos parejas marcharon cada una en un sentido distinto, la de Tokio volvió a su coche y Shinichi condujo en silencio hasta llegar a casa.

"Vaya, desde luego que no me esperaba que la cena fuese a acabar con esa noticia." Comentó Shiho bajando del coche.

"Ha sido toda una sorpresa." Asintió él cerrando el coche antes de salir del garaje. "Kazuha será una buena madre."

"¿Acaso crees que Heiji no será un buen padre?" Preguntó ella dejando sus cosas y los zapatos en la entrada.

"No es eso, no me mal interpretes, sé que va a querer y cuidar a su hijo como el que más." Comentó sin saber explicarse. Imaginaba que Heiji le recordaba a él, pero que él no se sintiese preparado de ser padre, no significaba que su amigo no fuese capaz.

"Entonces relájate y deja de preocuparte. Limítate a apoyarle, a ayudarle en lo que necesite y a ser el tío Shinichi que quieren que seas." Comentó entrando a la habitación que habían empezado a compartir sin darse cuenta, dirigiéndose al armario para buscar una prenda más cómoda con la que dormir. "Yo tomo la anticonceptiva, así que tú no vas a tener ese problema."

Él asintió a la vez que se sonrojaba con su declaración y se dirigió al baño para cambiarse el traje por unos pantalones de pijama cuando vio que ella ya había empezado a cambiarse en la habitación.

No quería darle más vueltas, pero pese a ya ser un joven adulto, le seguía sorprendiendo cuando sus allegados le daban noticias como esa. Puede que fuese porque no quería desterrar de su interior al adolescente que había sido en un pasado o porque pese a convivir con casos, desgracias y sangre todos los días, le aterraba algo tan natural como la familia y la paternidad. Ella tenía razón, ese no iba a ser su problema, no con ella, no así.

Los días de vacaciones eran como un soplo de aire fresco en la cara. Cuatro días no daban para mucho, pero para él, era más que suficiente para poder desconectar. Tenía ganas de salir de Tokio, alejarse de la multitud y de recargar su energía. Había sido difícil para él entender de que de vez en cuando, como cualquier otro humano, necesitaba desconectar hasta de sus preciados y queridos casos. Al principio de su carrera no se permitía parar ni un instante, consideraba cada minuto preciado y valioso para malgastarlo en algo como descansar, sin embargo, con el paso del tiempo, comprendió que eso también le ayudaba a mantener la cabeza cuerda y activa.

Se levantó de la cama pasadas las diez, tenía las marcas de las sábanas marcadas en la cara de dormir tantas horas y tuvo que dirigirse a la ducha para apartar la somnolencia que le quedaba con ayuda del agua fría.

Bajó escaleras abajo sintiendo solo el eco de sus pasos, la casa estaba muy silenciosa, pero no era extraño, Shiho se había marchado a trabajar hacía ya varias horas y estaba seguro de que no volvería hasta entrada la noche. Se sirvió un café y se sentó en el taburete de la cocina para leer el periódico con calma. Era extraño que la mañana fuese tranquila, normalmente no le daba mucho tiempo de acabarse el café, por lo tanto esa mañana lo disfrutó y saboreó. Leyó un libro, reordenó su escritorio e hizo los quehaceres del hogar como buenamente pudo. Lo malo, fue cuando el aburrimiento lo acabó venciendo pocas horas después.

Decidió salir a dar un paseo a media tarde, el verano empezaba a apagarse, pero todavía se podía pasear tranquilamente sin la necesidad de cargar con nada con lo que arroparse. Caminó sin rumbo en mente, pagó una bebida fría en una de las máquinas expendedoras que encontró por el paseo y entró a su librería favorita para ojear entre los últimos libros que habían traído para salir de ahí con una lectura nueva bajo el brazo. Definitivamente, no estaba acostumbrado a tanta calma y resopló al ver que todavía le quedaba día que gastar.

El sol empezó a anaranjar el cielo, y como última idea, decidió pasar por un supermercado para comprar ingredientes para hacer la cena. No estaba seguro de que saliese un buen resultado, pero no quería hacer cocinar a su compañera después de pasarse todo el día en el laboratorio. El supermercado no estaba lejos de su trabajo, así qué después de comprobar la hora, decidió acercarse para recogerla. Entró al edificio saludando al vigilante como de costumbre, pero esta vez le frenaron a medio camino.

"¿Has venido a recoger a la señorita Miyano?" Preguntó Sota antes de que cruzase el sistema de seguridad y Shinichi asintió lentamente sin entender por qué le hacía esa pregunta tan evidente. "Se ha marchado hace poco más de media hora. Un hombre ha venido a recogerla." Explicó.

"¿Un hombre?" Preguntó Shinichi frunciendo el ceño extrañado. "¿Sabe como se llamaba?"

"No lo sé, parecía extranjero, de eso estoy seguro." Contestó apoyando su pulgar en su barbilla mientras recordaba. "Tenía el pelo muy claro y los ojos verdes."

Kudo sintió como se tensaba al escuchar sus palabras y el rostro de Gin apareció en su mente de repente, haciendole negar con la cabeza rápidamente. Gin estaba muerto, no podía ser él. La cantidad de sangre que habían encontrado confirmó su muerte hacía ya un tiempo. ¿Era capaz de que reviviese? No, no lo era. No podía ser posible.

"¿Sabe a donde se dirigieron?" Preguntó algo nervioso.

"La verdad es que no, pero por la conversación que estaban teniendo, parecía que iban a tomar algo." Explicó Sota sin darle tanta importancia. "Después de una larga jornada, una cerveza bien fría es del todo gratificante." Comentó recordando lo bien que le sentaba una copa una vez acababa su turno.

Shinichi cogió la información que pudo y se despidió antes de marcharse. Tokio estaba lleno de establecimientos, restaurantes y cafeterías. Shiho podía estar en cualquier lugar y Sota podía estar perfectamente equivocado con su teoría. Aún así, no desistió y echó un ojo por los establecimientos cercanos, a esa hora, los bares estaban llenos de gente ebria. Sota tenía razón, mucha gente acostumbraba a beber después de trabajar, puede que más de lo saludable. Pero conocía mínimamente a Shiho como para saber que a ella no le atraían esos lugares, ni esas costumbres.

Recorrió toda la manzana, y cuando estuvo a punto de rendirse y dirigirse al metro para comprobar si había llegado a casa, reconoció su pelo en el interior de una de las cafeterías. Suspiró de alivio al ver que estaba bien, tomaba de su té con calma mientras parecía escuchar con atención a la persona que había al otro lado de la mesa. Lo que no le gustó, fue la compañía con la que la encontró. Rei Furuya. Apretó los puños y respiró lentamente mientras contaba hasta diez. Conocía muy bien las intenciones de Rei como para no molestarse. Rei era un policía inteligente que había entendido rápido el tipo de matrimonio que tenían ellos dos, pero eso no le daba derecho a intentar camelarla a cada oportunidad que encontraba, ya había sido difícil para ellos dos encontrar ese periodo de "paz" como para que ahora se atreviese a irrumpirlo. Entró dentro sin pensárselo y se quedó sin saber que decir cuando se acercó a su mesa.

"Shinichi." Dijo ella sorprendida de encontrárselo ahí. "¿Qué haces aquí?"

"Estaba por la zona. Te he pasado a buscar al laboratorio, pero Sota me ha dicho que te habías marchado." Explicó brevemente.

Rei, sonrió sin mirarle a la cara y bebió de su cerveza con la cabeza bien alta, y ella, guardó algo dentro de su bolsillo antes de levantarse de la silla.

"Podemos irnos si quieres, nosotros ya hemos acabado de hablar." Dijo pasando al lado de Furuya para apoyar una mano en su hombro. "Yo pago la cuenta. Te agradezco que hayas venido." Comentó antes de dirigirse al mostrador para pagar las bebidas.

Shinichi le mandó una mirada de pocos amigos a Rei antes de dar media vuelta y salir al exterior junto a la pelirroja.

"¿Cogemos el metro?" Preguntó ella buscando la boca de metro más cercana y él la siguió con ambas manos dentro de su bolsillo y una línea recta en los labios.

El viaje en metro fue corto pero silencioso y ella frunció el ceño cuando salieron y se percató de la bolsa que él cargaba.

"¿Has ido a comprar?" Preguntó.

Shinichi asintió sin decir nada, no quería ser desagradable, pero no le había gustado nada encontrarse a Rei. El resto del camino continuó en silencio, y cuando llegaron a casa, ella se dirigió a la ducha y él a la cocina. No era algo difícil lo que tenía que cocinar, pero tenía que tener cuidado con no pasarse con el puto de la carne, y eso solo lo consiguió agobiar más.

Ella sonrió cuando lo vio poner los platos sobre la mesa y se apartó el pelo húmedo de la cara antes de sentarse en la mesa. "Huele bien." Le alagó.

Él medio sonrió y sirvió el vino antes de dar el primer bocado. La carne no estaba seca ni cruda, así que eso ya era todo un logro para Shinichi. Siguieron cenando compartiendo la tranquilidad, y aunque no solían hablar mucho mientras comían, esta vez él se sintió algo incómodo. Shiho se adelantó a recoger la mesa y preparar el té y él se quedó sentado dándole vueltas a la cabeza.

"Bébelo con cuidado, está muy caliente." Advirtió ella cuando le sirvió una taza.

"¿De qué habéis estado hablando?" Preguntó él repentinamente.

"¿Qué?" Preguntó ella frunciendo el ceño.

"Con Furuya." Especificó. "¿Por qué te ha ido a buscar al trabajo?"

Ella rodó los ojos y esbozó una media sonrisa antes de dar el primer sorbo a su té. "¿Estás celoso?"

"Tsk. ¿Por qué debería estarlo?" Preguntó chasqueando los dientes con un tono que no le gustó nada a ella. "Pero conozco a Rei."

"Yo también lo conozco, Shinichi." Contestó ella dejando el vaso sobre la mesa. "No le des vueltas, ha venido por trabajo."

Él no la creyó, pero se mantuvo callado para intentar frenar su molestia. Había pasado unas semanas desde la última vez que habían discutido fuertemente, y no le apetecía volver a esa rutina.

"Me voy a dormir." Contestó ella recogiendo su vaso con el rostro más serio y desapareciendo del comedor sin volver a mirarle.

Shinichi se quedó junto a su taza de té hasta que se enfrió por completo y ella subió escaleras arriba para cerrar la puerta de la habitación detrás de ella y rebuscar entre los pantalones que había usado ese día para sacar un colgante de uno de los bolsillos. Era un colgante de oro fino que en el centro se podía apreciar la forma de unos kanjis en dorado, lo había visto pocas veces en su pasado, pero tenía más que claro de quien pertenecía, se había pasado varias veces conteplando ese brillo en el cuello de su hermana.

"No me preguntes como lo pude conseguir, pero creo que debería estar en tus manos." Comentó Rei dejando el colgante sobre la mesa.

Ella acercó la mano sorprendida, tocando el colgante con todo el cuidado del mundo, como si fuese de cristal y se pudiese romper en cualquier momento. No pudo evitar sonreír y tampoco entendía como algo material podía hacerle sentir tan cerca de alguien por un segundo.

"Vale la pena correr riesgos si esto te hace sonreír así." Comentó él observándola con una sonrisa. Shiho se ruborizó ligeramente, pero intentó poner su rostro serio. "Te ves mejor que la última vez que te vi. ¿Te trata bien?"

Ella se mordió el interior del labio y apartó la mirada sabiendo perfectamente a que se refería. "Furuya, no voy a hablar de él contigo."

"Solo quiero que seas feliz, Shiho."

"Soy feliz." Contestó todavía sin mirarle a la cara.

"No suenas convincente." Dijo poniendo su mano sobre la suya. "Me preocupo por ti."

"Entonces deja de hacerlo, porque no necesito que nadie lo haga." Contestó girándose para mirarle. Sus manos eran finas, no parecían tener la obligación de empuñar un arma todos los días, pero ella acabó apartando las manos para volver a su vaso de té. "Tienes que dejarlo estar de una vez."

Él sonrió suspirando. Podía hacer cualquier cosa, pero no podía pedirle eso.

Shiho se dirigió al espejo de la habitación después de recordar el encuentro con Rei y posó superficialmente el colgante sobre su cuello. Nunca le iba a quedar tan bien com a su hermana, pero no iba a desprenderse de él jamás. Se acercó a su mesita de noche para guardarlo y se metió en la cama.

Shiho se despertó con el piar de los pájaros al día siguiente y dio un salto de la cama al ver que su alarma había sonado hacía horas. Se dirigió rápido al baño para asearse y tropezó con la alfombra al salir.

"¿A qué viene tanta prisa?" Preguntó Kudo apareciendo en la habitación. "Estamos de vacaciones."

"No, tú estás de vacaciones. Yo, me he dormido." Contestó abriendo el armario para buscar cualquier prenda.

"Relájate, he sido yo quien ha apagado tu alarma." Explicó con toda la calma.

"¿Y por que mierdas haces eso?" Preguntó molesta a la vez que se quitaba el pijama tras la puerta del armario y le lanzaba una de las zapatillas.

"Ten cuidado, casi me das en la cabeza." Protestó esquivando la zapatilla.

"Esa era la intención." Contestó alejándose del armario para poner bien su camisa.

"Ayer por la noche llamé a mi padre, así que hoy y mañana no tienes porque ir al laboratorio." Explicó haciendo que ella frunciese el ceño cn repentina confusión.

"¿Y por qué hiciste eso?"

"Porque me apetecía salir de Tokio." Explicó sacudiendo los hombros.

"¿Así sin más?" Preguntó ella sin acabar de entenderle.

Él asintió. "Solo serán un par de días. Tenemos una pequeña casa familiar en la costa de Shizuoka, con unas vistas increíbles del monte Fuji."

Ella estaba perpleja, se sentó a los pies de la cama con los brazos cruzados y lo miró con una mirada desafiante. "Podrías haberte dignado a preguntarme antes de organizar nada, esto solo va a conseguir que el laboratorio se atrase y no sabes lo que me ha conseguido estabilizar el trabajo." Protestó.

"El trabajo no lo es todo en esta vida." Contestó sintiendo lo extraño que sonaba eso saliendo de su propia boca. "Desconectar te irá bien."

"¿Supongo que esto no tiene nada que ver a que ayer me encontrases tomando algo con Rei?" Preguntó poco convencida.

"No me importa Furuya." Contestó molesto de que hubiese utilizado su nombre en vez de apellido. "Quería salir de la ciudad y creo que sería raro que yo me fuese de vacaciones si se supone que estamos casados, ¿no crees?" Intentó justificar.

"Lo que tú digas. Prepararé las cosas." Contestó ella resoplando antes de sacar su pequeña maleta.

"El café está preparado, te espero abajo." Añadió Kudo antes de salir de la habitación.

La verdad, es que no esperaba que ella fuese a molestarse, pero no le faltaba razón cuando decía que, como mínimo, debía haber preguntado. La impulsividad le ganaba y esa escapada no parecía empezar tan bien como él hubiese imaginado, sin embargo no se había rendido, todavía tenía tiempo de cambiar su humor. La brisa fresca y la naturaleza seguro que hacían parte del trabajo.

Se subieron al coche nada más acabar el café y ella se quedó callada mientras observaba la ventana. Shizuoka no estaba muy lejos, pero el trayecto de dos horas y media se podía hacer bastante incómodo si ninguno de los dos se dignaba a romper el silencio. Una de las canciones de la radio consiguió hacerla tararear, y Shinichi, aunque apenas conociese la melodía, se animó a hacer el ridícula mientras trataba de acertar la letra de la canción. Ella rió, y el ambiente del coche se sintió relajado de repente.

"Deberías ir a clases de canto." Propuso después de ver que no acertaba ni una. "Si sigues así, solo vas a conseguir estropear este viaje con una buena tormenta."

"No seas cruel. Lo que sientes, se llama envidia." Bromeó haciendo que los dos riesen esta vez.

El paseo mejoró con esos pequeños comentarios y un tiempo después, Shinichi aparcó en la entrada de una pequeña casa, tan cerca de la costa, que se podía escuchar las olas romper desde el portal de la misma.

"¿Te gusta?" Preguntó respirando la brisa salada nada más salir del coche.

"No está nada mal." Contestó con una pequeña sonrisa.

No era una casa muy grande, la cocina era algo estrecha, pero no necesitaban más para pasar un par de días tranquilos.

"Mi padre compró esta casa para ayudarle a combatir los bloqueos de la escritura, pero hace muchos años que dejó de venir y tenemos un poco abandonada esta residencia." Explicó percatándose de que pese a la buena limpieza que se mantenía, los muebles y arquitectura ya apreciaban algo anticuados en comparación de la vivienda principal.

A ella no le desagradaba, era la casa perfecta para desconectar de la multitud y tratar de pasar unos días con uno mismo, el ambiente no incitaba a querer hacer nada más que fundirte con esa brisa salada y tocar con lo pies descalzos al suelo. Era extraño e incluso parecía el decorado de una película.

"Puedes dejar las cosas aquí. Yo voy a abrir la llave del agua y encender el generador." Explicó señalándole la habitación principal antes de salir al jardín de la casa.

Shiho se paseó por la casa percatándose de la máquina de escribir que había en uno de los escritorios y del tocadiscos del salón. Todo lo perteneciente a los Kudo, parecía caro y ciertamente exclusivo. Yusaku tenía un gusto más clásico que Yukiko, parecía que se había inspirado en una casa londinense.

"¿Te apetece ir a dar un paseo antes de comer?" Preguntó Kudo apareciendo repentinamente por el marco de la puerta. Ella asintió y él cogió un par de toallas antes de salir de la casa.

"¿Pretendes darte un baño con el aire que hace?" Preguntó ella antes de quitarse los zapatos para caminar descalza sobre la arena. Intentando acomodar tras su oreja un mechón que se movía rebelde con la corriente.

"Sería un delito venir hasta aquí y no probar el agua." Sonrió dejando las toallas cerca del agua antes de quedarse en calzoncillos para darse un baño.

"Ni si quiera nos hemos puesto el bañador." Rodó los ojos Shiho.

"Es lo que tiene improvisar." Contestó antes de acercarse al agua para lanzase sin pensárselo.

Ella acomodó las toallas antes de sentarse en una de ellas y abrazó sus rodillas con los ojos cerrados, sintiendo el aire acariciar su cara. No era mala idea hacerle caso a Shinichi de vez en cuando, estar en ese sitio, simplemente con los ojos cerraos, era cien veces mejor que estar rellenando el papeleo de su trabajo. No quería que se mal interpretara, amaba su trabajo, pero el tiempo para uno mismo también era realmente importante, y eso era algo que solía olvidar.

Shinichi volvió junto a ella para salpicarla con las gotas que caían de su pelo y ella dio un pequeño bote al notar lo fría que estaba.

"Deberías meterte, el agua está buenísima." Sonrió quedándose a su lado.

"¿Estás de broma? No me toques con esas manos mojadas." Protestó sintiendo como su piel se había erizado del frío.

"¿Cómo que no?" Preguntó antes de lanzarse sobre ella para acabar mojando su ropa con su cuerpo mojado.

"¡Idiota! ¡Sal ahora mismo de encima!" Protestó sintiendo como el agua empezaba a calar su ropa.

"Está fresquita." Sonrió él sin apartarse.

Ella le golpeó como pudo hasta que consiguió apartarlo y le miró con el ceño fruncido al percatarse de que se había quedado empapada.

"Ahora ya no tienes excusa para no meterte." Dijo con una sonrisa divertida en su rostro.

Shiho suspiró sintiéndose derrotada, pero finalmente cedió. Se quitó la ropa que había quedado mojada y se levantó para dirigirse al agua. Shinichi se quedó mirándola un rato desde la toalla, no había absolutamente nadie en un radio de varios kilometros, ya no era temporada alta y quedaban días contados para poder disfrutar de la playa sin empezar a congelarte de frío. Pero él estaba agradecido, de no ser por eso no podría estar así de tranquilo mientras la veía meterse en el agua con la lencería oscura que tan bien le quedaba. Le quedaba mejor que cualquier bañador y eso era un punto a favor de su improvisación.