One Piece NO ME PERTENECE. Solo hago esto para su entretenimiento y mi diversión.


Chapter 4.0: Ella, tan aparente


Dos años de concentración, dos años de arduo entrenamiento para ser dueño de su mente y alma. Un segundo de reconocimiento y pensó que perdería todo tipo de autocontrol adquirido y mejorado durante su estadía con Mihawk. ¿Cómo…demonios…hizo…para volverse…aún más atractiva? Robin estaba más hermosa desde la última vez que la vio. Su pelo había crecido, sus ojos parecían irradiar un azul más intenso y su silueta era más atrayente; sospechaba que cierto esfuerzo físico estuvo haciendo durante los años de separación. Los colores vibrantes le sentaban fenomenal. Solo bastó que sus ojos se encontraran para que sintiera como su corazón se aceleraba sin remedio. Sufriría un infarto, si las cosas seguían este ritmo. Estaba peor de lo que pensó en un inicio.

― Mucho tiempo sin verte, kenshi-san. ― Zoro se mantuvo observándola, manteniéndole la mirada. Los demás se encontraban hablando de unas cosas que le tenían sin cuidado. Robin le había saludado como si hablaran del clima. Tan casual, casi como si no existiera camaradería. Había puesto distancia desde el minuto uno. Él siendo quien era, le daba igual sus intenciones. El espadachín la atrajo hacia él, sacándola de la vista de todos. En un movimiento fluido, la atrapó entre sus poderosos brazos.

―Tenemos un problema. ― la oración salió más seria de lo que intentó. Robin se había tensado en el momento que la atrajo hacia él, pero disimuló lo mejor que pudo. ―Han pasado dos años…y el capricho sigue. ― Ante la inacción por parte de su compañera, Zoro afianzó el abrazo, sintiendo como la figura de Robin luchaba para mantener la compostura. ― ¿Qué vamos a hacer?

― Kenshi- san, no es gracioso…

― Mi nombre es Zoro. ― corrigió con poca delicadeza como era habitual en él. ―Han pasado dos años, no tuvimos contacto alguno. ¿Se sigue considerando un capricho? ― Zoro lo dijo con su tono y expresión característico, como si no estuviera expresando una situación monumental para la dinámica, no solo de ellos, de la tripulación. Sin contar, la carga emocional que suponía para él.

― No es divertido…

― Sabes bien que no soy de los que bromean con este tipo de cosas. ― Se rehusaba a romper el contacto hasta que obtuviera una reacción genuina. Tenía que socavar los prejuicios que detenían a la arqueóloga.

― No sé qué esperas que diga…

―La verdad, sé honesta conmigo…Te pasa lo mismo, ¿o me equivoco?

―Es irrelevante.

―No lo es para mí. Me costó bastante aceptar esto; fue difícil para mi orgullo. Lo mínimo que puedes hacer es ser honesta con alguien que lo está siendo contigo.

― ¿Pretendes que sigamos los mismos patrones de hace dos años?

―No pongas palabras en mi boca, Robin. No hago nada al azar. Ya resultas una distracción, lo mínimo que puedo hacer es tener cierto control en esto. Le he dado paso a esta experiencia en mi vida, por más difícil que me resultase aceptarlo y lo adversa que parece la situación.

― Lo haces sonar como una maldición...

―Puedo vivir con eso.

― Zoro…― las manos femeninas pasaron a sujetarse de su faja.

No era la acción que esperaba, pero lo consideraba una buena señal, especialmente, porque lo llamó por su nombre. La mujer era terca; la batalla entre ceder y no hacerlo se la narraba el cuerpo femenino que se rehusaba a ceder ante el abrazo que ella también quería. Estos dos años fueron tan difícil para ella como lo fueron para él. Las voces de los demás se estaban esparciendo en el aire; era cuestión de tiempo para que los encontraran. Zoro, muy a su pesar, rompió el contacto. Decidió que debía apurarse y demostrar su punto. Buscó dentro de su ropa. En pocos segundos, Robin tenía frente a ella una hortensia blanca.

― Tómala. ― fue una orden, nada sutil ni dulce. ― La vi en cuanto llegué al archipiélago, me acordó a ti. ― la arqueóloga tomó la flor de sus manos, Zoro miraba a otro lado, tratando de disimular el sonrojo que surcaba sus mejillas. Tanto que lo ensayó y, aun así, no le salió como quiso. ― Como te dije, esta vez, será diferente…Haré todo lo que un hombre debe hacer…luego de que nivele las cosas. No creas que se me ha olvidado el favor que me hiciste hace dos años. ― Se alejó de la arqueóloga a paso firme, sin constatar su reacción ante la advertencia sugerente. Poco tiempo después, Nami decidió que era momento de interactuar con Robin.

― ¿Y esa flor?

―Un regalo…inesperado. ― Por el momento, Zoro se conformaría con esa definición. El espadachín respiró aliviado ante lo "decente" que salió la primera interacción. Puede que algo brusco y autoritario, pero así era él, era lo mejor que podía ofrecer. Este solo era el inicio. Roronoa Zoro nunca se daba por vencido.


Gracias por el review Denis, me alegro de que la historia te esté gustando.