Tatsumi respiró profundamente, todavía asimilando el peso de sus decisiones. Había tomado una vida, había sido testigo de la corrupción del imperio, y ahora, frente a Akame y los demás, sus palabras rompieron el silencio:
—Voy con ustedes.
Akame asintió con frialdad, mientras Mine resoplaba y cruzaba los brazos.
—Más te vale no ser una carga —dijo Mine, su tono lleno de escepticismo.
Lelouch, que había permanecido observando desde las sombras, dio un paso al frente.
—Una decisión sabia —comentó con una leve sonrisa—. Pero unirte a Night Raid no es solo una cuestión de voluntad. Deberás probar tu valía.
—¿Y tú quién eres exactamente? —preguntó Tatsumi, girándose hacia Lelouch, aún desconfiado.
—Un aliado. Pero, como tú, soy nuevo aquí. La diferencia es que ya tengo un propósito claro y estrategias en marcha.
—Lelouch tiene razón —intervino Najenda, la líder de Night Raid, con una voz firme y autoritaria—. Si quieres unirte, tendrás que demostrar que puedes ser útil para nuestra causa.
Tatsumi asintió, decidido.
—Lo haré. Haré lo que sea necesario para acabar con este maldito imperio.
Najenda miró a sus compañeros y luego a Lelouch.
—Bien. Entonces volvamos a nuestra base. Allí discutiremos cómo proceder.
El grupo avanzaba por un sendero en el bosque, las sombras de los árboles jugando con la luz de la luna. Tatsumi caminaba junto a Akame, intentando descifrar la actitud distante de la joven.
—¿Siempre eres así de callada? —preguntó Tatsumi, intentando iniciar una conversación.
—Solo hablo cuando es necesario —respondió Akame, sin siquiera mirarlo.
Lelouch, que caminaba unos pasos por detrás, observaba el intercambio con interés. Aprovechó la oportunidad para acercarse a Tatsumi.
—Si me permites un consejo, no intentes ganarte a todos de inmediato. La confianza aquí se gana con el tiempo y las acciones.
Tatsumi frunció el ceño, algo molesto.
—No necesito tus consejos.
Lelouch sonrió, sin tomarse a mal el comentario.
—Eso mismo dijiste antes de aceptar unirte.
Tatsumi se quedó en silencio, recordando lo sucedido.
El resto del camino transcurrió en un tenso silencio, hasta que finalmente llegaron a la base de Night Raid, oculta en lo profundo del bosque.
La base era más grande de lo que Tatsumi había imaginado. Dentro, el grupo comenzó a dispersarse, cada uno atendiendo sus tareas. Najenda los reunió alrededor de una mesa de mapas.
—Antes de seguir adelante, tenemos que saber más sobre ti, Tatsumi. ¿Qué habilidades tienes? —preguntó la líder con mirada inquisitiva.
Tatsumi se rascó la cabeza, incómodo.
—Soy un buen espadachín. Entrené en mi aldea desde pequeño, y he derrotado a varias bestias peligrosas.
—Eso no basta —intervino Mine—. Aquí enfrentamos al imperio, no a simples animales.
—Por eso estás aquí, Mine —replicó Najenda, antes de mirar a Tatsumi—. Te asignaremos entrenamiento específico para mejorar tus habilidades. Y Lelouch, quiero que lo acompañes. Parece que tienes una manera de… motivar a los nuevos.
Lelouch asintió, aunque en su mente ya comenzaba a planificar cómo usar a Tatsumi en sus propios esquemas.
—Por supuesto, Najenda. Me aseguraré de que esté preparado.
Mientras todos se dispersaban nuevamente, Tatsumi se quedó observando el mapa. Sus manos temblaban ligeramente, pero una voz lo sacó de sus pensamientos.
—Tendrás que endurecerte más si quieres sobrevivir aquí.
Tatsumi levantó la vista y vio a Akame mirándolo fijamente.
—No es solo cuestión de pelear. Es cuestión de decidir quién vive y quién muere.
Las palabras de Akame lo golpearon como una fría verdad. Ahora entendía que, al unirse a Night Raid, no solo había decidido luchar contra el imperio, sino también cargar con el peso de esas decisiones.
Desde las sombras, Lelouch observaba. Este grupo no era como sus antiguos Black Knights, pero había potencial. Ahora, su desafío sería unirlos bajo una misma visión… la suya.
Mientras Night Raid discutía los planes para integrar a Tatsumi, Lelouch se apartó del grupo, reuniéndose con sus aliados cercanos: Kaito, Selene y Ryo, quienes aguardaban pacientemente en una sección apartada de la base.
Kaito, un hombre alto y de mirada severa, cruzó los brazos mientras observaba a Lelouch acercarse.
—¿Así que este chico es la nueva pieza en el tablero? —preguntó con tono grave, haciendo un gesto hacia Tatsumi.
—Exacto —respondió Lelouch—. Tiene potencial, aunque todavía está verde. Será una tarea nuestra moldearlo.
Selene, quien estaba sentada sobre una mesa, jugueteando con un pequeño cuchillo, frunció el ceño.
—Algo me dice que estos "Night Raid" no son tan unidos como quieren parecer. Hay tensión en el aire. Y ese Akame... tiene un instinto asesino afilado como su espada.
Lelouch asintió.
—Justamente por eso debemos ser cautelosos. Night Raid puede ser un recurso valioso, pero no debemos olvidar que también son asesinos despiadados. Si alguna vez sospechan de nuestras verdaderas intenciones, no dudarán en intentar eliminarnos.
Ryo, el más joven del grupo, quien apenas había hecho ruido hasta ahora, habló en voz baja.
—He estado observando la base. Hay puntos débiles en su seguridad. Si llegara a pasar algo, podríamos usar eso a nuestro favor.
Lelouch sonrió, satisfecho con la información.
—Excelente trabajo, Ryo. Por ahora, manténganse alerta. Kaito, encárgate de reforzar nuestras defensas dentro del grupo. Selene, quiero que observes de cerca a Najenda y Akame. Ryo, asegúrate de que nuestros movimientos pasen desapercibidos.
Los tres asintieron y se dispersaron, dejando a Lelouch nuevamente al frente.
De vuelta con Night Raid, Tatsumi terminó de responder a las preguntas de Najenda, Akame y los demás. Finalmente, la líder del grupo lo miró con una ligera sonrisa.
—Bien, entonces queda decidido. A partir de ahora, eres un miembro de Night Raid.
Tatsumi asintió, con una mezcla de determinación y nerviosismo. Justo entonces, Lelouch se acercó junto a sus tres aliados, proyectando su usual aura de autoridad.
—Si él está con nosotros, debo asegurarme de que sea útil —declaró Lelouch—. Kaito, acompáñalo en su primer entrenamiento. Quiero ver de qué está hecho.
Kaito dio un paso al frente, mirando a Tatsumi con una expresión severa.
—Espero que estés listo, chico. No habrá piedad.
Mientras Tatsumi seguía a Kaito, Lelouch dirigió su atención a Najenda.
—¿Y bien? ¿Qué opinas de nuestro nuevo recluta?
Najenda lo miró con cuidado antes de responder.
—Es prometedor, pero necesita tiempo. Aunque eso mismo podría decirse de ti y tus aliados. Espero que sepas que no toleraremos traiciones.
Lelouch esbozó una ligera sonrisa, como si las palabras no lo intimidaran en absoluto.
—Lo mismo puedo decir de nosotros.
Con eso, las alianzas comenzaban a formarse, pero también las tensiones. Cada lado se estudiaba, consciente de que en un mundo lleno de asesinos y conspiraciones, confiar era un lujo que pocos podían permitirse.
El sol comenzaba a caer en el horizonte, bañando el campamento de Night Raid en una tenue luz dorada. Mientras Tatsumi entrenaba con Kaito en un claro cercano, Selene se movía silenciosamente entre las sombras, observando los movimientos de Najenda y Akame. Ryo, por su parte, se encargaba de explorar los alrededores, asegurándose de que los miembros de Night Raid no descubrieran los puntos de vigilancia que Lelouch había ordenado establecer.
Kaito golpeó a Tatsumi con la parte plana de su espada, enviándolo al suelo por tercera vez en menos de diez minutos.
—¿Eso es todo lo que tienes? —gruñó Kaito mientras retrocedía, dejando que Tatsumi se levantara una vez más—. Si quieres sobrevivir aquí, tendrás que aprender a pelear como si tu vida dependiera de ello. Porque, créeme, lo hará.
Tatsumi, jadeando, se levantó lentamente, su cuerpo ya cubierto de magulladuras.
—¡Puedo hacerlo! Solo necesito... más práctica.
Kaito levantó una ceja, claramente escéptico.
—Práctica no es suficiente. Necesitas mentalidad. Cada golpe que recibas debe recordarte lo que estás protegiendo. ¿Por qué estás aquí, Tatsumi?
Tatsumi apretó los dientes. Pensó en sus amigos, Sayo y Ieyasu, en cómo habían sido víctimas de la crueldad del Imperio.
—¡Estoy aquí para cambiar las cosas! ¡Para asegurarme de que nadie más tenga que sufrir como ellos!
Kaito se detuvo un momento, como si estuviera evaluando la sinceridad de las palabras de Tatsumi. Finalmente, bajó su espada.
—Eso es un comienzo. Pero las palabras no valen nada si no puedes respaldarlas con acción. Mañana al amanecer, empezamos de nuevo.
Mientras Kaito entrenaba a Tatsumi, Selene seguía a Akame desde una distancia prudente. Observaba cómo la joven asesina realizaba su mantenimiento rutinario a Murasame, su letal espada.
Selene se apoyó contra un árbol, cruzando los brazos.
—Esa espada tuya... parece especial.
Akame no levantó la vista, pero habló con su tono usualmente frío.
—Murasame no es una espada para admirar. Es un arma para matar.
Selene sonrió levemente.
—Eso pensé. Pero no solo eso. Tú también eres interesante. Tu postura, tu enfoque... No eres como el resto de Night Raid.
Akame levantó la vista esta vez, sus ojos rojos perforando a Selene.
—¿Qué quieres decir?
—Nada en particular. Solo que tú y yo no somos tan diferentes. Ambos sabemos cuándo alguien es una amenaza, ¿verdad?
Akame no respondió, pero Selene sintió que había sembrado una semilla de duda.
Najenda observaba un mapa detallado de la región en su oficina improvisada cuando Lelouch entró en silencio, sus movimientos calculados como siempre.
—¿Pensando en nuestra próxima misión? —preguntó Lelouch, tomando asiento frente a ella.
Najenda lo miró por un momento antes de responder.
—Así es. Hay un convoy del Imperio que transporta suministros críticos. Planeamos interceptarlo.
Lelouch asintió lentamente, analizando la información.
—Un objetivo sencillo pero estratégico. Perfecto para medir las habilidades de Tatsumi.
Najenda entrecerró los ojos.
—Pareces muy interesado en él. ¿Es solo eso, o tienes otro motivo?
Lelouch mantuvo su sonrisa enigmática.
—Siempre tengo motivos, Najenda. Pero, por ahora, todos apuntan a un mismo objetivo: acabar con el Imperio.
Najenda no parecía convencida, pero decidió no presionar más.
—Muy bien. Pero recuerda: en Night Raid, la confianza se gana, no se exige.
—Por supuesto —respondió Lelouch mientras se levantaba—. Lo mismo aplica para mí y mis aliados.
Cuando salió de la oficina, Lelouch encontró a Selene esperando fuera, con una ligera sonrisa en los labios.
—Akame es más observadora de lo que parece, pero tengo la impresión de que no confía plenamente en nadie. Tal vez podamos usar eso.
Lelouch asintió.
—Perfecto. Prepárate. Si todo sale según lo planeado, esta próxima misión será nuestra primera jugada importante en este tablero.
Mientras tanto, en la distancia, Ryo observaba el campamento del convoy imperial desde lo alto de una colina, su rostro tranquilo pero alerta. Con una última mirada, desapareció entre las sombras, listo para reportar sus hallazgos.
La partida estaba en marcha, y Lelouch sabía que cada movimiento contaba. En un mundo lleno de traiciones y conflictos, solo los más astutos sobrevivirían.
La noche envolvía el campamento de Night Raid, sumido en el silencio, mientras los miembros de la organización se preparaban para el ataque. Los alrededores del campamento estaban plagados de sombras, pero en el interior de la tienda donde se reunían, la concentración era palpable. Lelouch se encontraba frente a un mapa detallado del territorio, sus dedos trazando líneas imaginarias mientras escuchaba atentamente las sugerencias de los demás.
Kaito, Selene y Ryo, los nuevos aliados de Lelouch, observaban junto a los veteranos de Night Raid: Najenda, Akame, Bulat, Lubbock, Mine y Sheele. A pesar de la reciente incorporación de Lelouch y su grupo, todos reconocían su destreza táctica. Sin embargo, había algo diferente en él, algo que no podían identificar con claridad.
—Ryo, ¿qué descubriste durante tu reconocimiento? —preguntó Lelouch, sin apartar la vista del mapa.
Ryo, conocido por su astucia, dio un paso al frente, señalando los puntos clave en un plano que había estudiado meticulosamente.
—El convoy está compuesto por cuatro carruajes. Dos transportan suministros, uno lleva guardias y el último parece ser para un oficial del Imperio. El terreno entre las colinas es estrecho, lo que limitará sus maniobras. Las probabilidades de que nos descubran son mínimas si atacamos en el momento adecuado.
Lelouch asintió, satisfecho con la información. Sin embargo, su mente ya estaba cinco pasos adelante, ideando el plan perfecto.
—Esto será fácil si seguimos las rutas correctas. Vamos a dividirnos. Kaito, Selene, acompañen a Akame y Bulat. El resto se encargará de las maniobras de distracción. —Lelouch miró a Najenda, quien, aunque escéptica al principio, finalmente mostró una leve sonrisa de aprobación.
—¿Cómo planeas manejar al oficial? —preguntó Najenda, sin perder de vista al estratega.
Lelouch levantó la mirada, sus ojos oscuros brillando con determinación.
—No es el oficial lo que nos interesa, sino la información. Necesitamos saber hacia dónde se dirigen sus suministros. Si el oficial es nuestro objetivo, podemos obtener una ventaja en futuras batallas. Pero debemos tomarlo con cautela, no podemos arriesgar a todo el grupo en una confrontación directa.
Akame, que se había mantenido callada hasta ese momento, intervino.
—¿Qué haremos si el plan se complica?
—Si las cosas se complican, nuestra prioridad será siempre la retirada. Este no es un enfrentamiento para arriesgar vidas sin sentido. Nuestra ventaja es la sorpresa, no la fuerza bruta. —Lelouch mostró una leve sonrisa, casi calculadora.
Con eso, todos comenzaron a moverse, cada uno cumpliendo su rol en silencio. La noche era su aliada, y la oscuridad, el velo perfecto para esconder sus movimientos.
El convoy del Imperio avanzaba lentamente por el estrecho desfiladero, sin saber que una emboscada perfectamente ejecutada se cernía sobre ellos. Los caballos galopaban suavemente, y las ruedas de los carruajes crujían contra el suelo polvoriento. Los guardias se mantenían alerta, pero la confianza en su superioridad numérica los mantenía relajados.
Desde las colinas, los miembros de Night Raid y los nuevos aliados observaban. La operación estaba en marcha. Kaito, alto y sombrío, se posicionó junto a Bulat en una de las colinas para cubrir el flanco izquierdo del convoy. Akame se movió sigilosa como una sombra, siempre un paso adelante, mientras Selene, con su instinto afilado, se mantenía en el terreno más alto, vigilando el campo de batalla.
Ryo, en su faceta de sigiloso experto, se deslizaba por el terreno como un espectro, mientras Mine cubría el frente con su rifle. Cada miembro sabía cuál era su objetivo y cómo debía ejecutar su tarea sin dudar.
Lelouch, de pie detrás de una roca, observaba cómo se desarrollaba el plan. No iba a participar directamente en la lucha; su trabajo era asegurar que el objetivo fuera alcanzado sin sacrificar la misión.
Un sonido repentino de cascos alertó a todos. El convoy llegó a su zona de ataque. El primer carruaje pasó por el punto marcado, y justo cuando la última rueda cruzaba el límite, las sombras se movieron.
Lubbock, con su agilidad, lanzó los hilos hacia los primeros guardias, atrapándolos en una red invisible de cuerdas. Al mismo tiempo, Akame se lanzó desde las sombras, cortando con precisión a los soldados más cercanos. Los primeros disparos de Mine retumbaron en el aire, derribando a los guardias que intentaban tomar posiciones.
Tatsumi, junto a Bulat, avanzaba rápidamente por el frente, protegiendo a los miembros de Night Raid mientras atacaban los carruajes. El equipo se movía como una máquina bien aceitada, con cada miembro aportando su habilidad única para garantizar el éxito de la operación.
Lelouch, desde su posición, observaba todo con calma. Sabía que lo más importante era la información que podían obtener. Mientras la batalla se desataba, él mantenía su mirada fija en el oficial del convoy, esperando el momento oportuno para actuar sin que nadie sospechara sus intenciones.
La lucha fue rápida pero feroz. A medida que los guardias caían uno tras otro, el oficial finalmente intentó escapar, corriendo hacia el último carruaje, pero fue detenido por Kaito, quien lo alcanzó antes de que pudiera reagruparse.
Con un movimiento preciso, Kaito lo inmovilizó y lo llevó de regreso al centro del campo, donde Lelouch esperaba. Los soldados caídos ya no eran una amenaza, y el convoy había sido neutralizado. Sin embargo, Lelouch no había revelado ninguna de sus cartas más fuertes. Su verdadera jugada aún estaba por comenzar.
—¿Algo que decir, oficial? —preguntó Lelouch mientras observaba al hombre con una fría intensidad.
El oficial, ahora desarmado, solo podía mirar a Lelouch con desesperación.
—¿Qué quieren de mí?
Lelouch se acercó lentamente, sin revelar su poder, solo con una presencia que parecía aplastante.
—Solo necesitamos una cosa: tu información. Y te aseguraremos de que salgas con vida. Pero si decides mentir… las consecuencias serán peores para ti.
El oficial, sabiendo que estaba atrapado, finalmente comenzó a hablar, revelando lo que Lelouch necesitaba saber.
Tras la operación exitosa, todos los miembros de Night Raid regresaron al campamento, satisfechos con el resultado. Nadie cuestionó la manera en que Lelouch había manejado la situación, ni cómo había logrado obtener la información crucial sin necesidad de hacer alarde de su poder. La victoria había sido limpia, eficiente y calculada, exactamente lo que Lelouch había prometido.
Mientras el grupo se reunía alrededor de una fogata, Najenda se acercó a Lelouch, mirando con una mezcla de respeto y curiosidad.
—Tu forma de operar es… diferente. Pero lo lograste.
Lelouch le dirigió una sonrisa sutil, casi imperceptible.
—A veces, la mejor forma de ganar es nunca mostrar todas tus cartas.
La mañana siguiente se levantó fría y gris, con una ligera niebla que cubría el campamento de Night Raid. Los miembros descansaban tras la exitosa emboscada, pero el ambiente seguía cargado de tensión. Aunque la misión había sido un éxito rotundo, todos sabían que aún quedaba mucho por hacer. El Imperio no perdonaría tan fácilmente la pérdida de uno de sus convoyes, y Lelouch lo sabía mejor que nadie.
A lo lejos, el sonido de los cascos de los caballos resonaba en la quietud de la mañana. El primer convoy no había sido una simple misión de sabotaje. Era solo una pieza en un juego mucho más grande. Si todo salía según lo planeado, Lelouch no solo tendría la información que necesitaba, sino que también habría dado un golpe directo a la cadena de suministros del Imperio.
La tienda de estrategias, usualmente llena de mapas y planos, ahora estaba aún más sombría debido a la tensión en el aire. Los miembros de Night Raid se habían reunido nuevamente, con Lelouch al frente, observando con detenimiento la información obtenida del oficial capturado. Los demás estaban sentados en silencio, conscientes de la importancia de cada palabra que pronunciaba Lelouch.
—Lo que hemos conseguido no es solo un golpe a sus suministros. El oficial nos reveló que este convoy era parte de un plan mayor. —Lelouch señaló un punto en el mapa, donde un gran complejo industrial se ubicaba en una región clave del Imperio—. Este es el siguiente objetivo. Un depósito de armas avanzado que abastece a varias unidades de élite del Imperio. Si lo destruimos, no solo afectaremos su capacidad de respuesta, sino que también ganaremos una ventaja estratégica considerable.
Najenda, siempre pragmática, levantó una ceja, claramente interesada pero también cautelosa.
—¿Crees que podemos hacerlo con tan pocos recursos? La guarnición en ese depósito está bien fortificada. No será una misión fácil.
Lelouch no dudó.
—No se trata de hacerlo fácil, se trata de hacerlo correcto. El problema con el Imperio es que confían demasiado en su poder militar. Pero si actuamos con inteligencia, tenemos una oportunidad. —Miró a los miembros de Night Raid, cuyos rostros reflejaban tanto escepticismo como confianza en su líder—. Kaito, Selene, Ryo y yo lideraremos un equipo de infiltración. El resto de ustedes se encargará de la distracción. El depósito está bien vigilado, pero su punto débil es la subestimación. No esperarán que un grupo como el nuestro ataque tan directamente.
Akame, quien había estado observando en silencio, asintió.
—Entendido. Yo me encargaré de la distracción junto a Bulat y Lubbock. Mine, Sheele y yo atacaremos desde el flanco, mientras tú te infiltras por la entrada principal.
Lelouch asintió, satisfecho con la disposición del equipo. Miró a Kaito, Selene y Ryo, que estaban de pie a su lado, listos para la misión.
—Recuerden, la clave de este plan es la sorpresa. Nadie debe saber que estamos aquí hasta que sea demasiado tarde. Ningún disparo a menos que sea necesario. Y lo más importante, debemos mantener el control de la situación en todo momento.
Con los roles establecidos, el equipo comenzó a prepararse para lo que sería una misión arriesgada pero crucial. Los nervios eran palpables, pero también lo era la determinación de cada miembro de Night Raid. Después de todo, no se unieron a esta causa para ceder ante el Imperio, sino para luchar por algo más grande.
El avance hacia el depósito fue lento, pero calculado. Kaito, con su altura y su fuerza, avanzaba junto a Lelouch y el resto del equipo, moviéndose con cautela entre las sombras. Selene, que poseía un instinto casi animal para detectar amenazas, se mantenía alerta, observando cada movimiento y cada sonido en el aire. Ryo, como siempre, se deslizaba entre las sombras, sin hacer ruido, mientras analizaba las rutas de escape y las posiciones enemigas.
A medida que se acercaban a la entrada principal del complejo, Lelouch permitió que su mente se centrara en lo que venía. Sabía que cualquier error podría ser fatal, pero también entendía que este ataque era esencial para dar un golpe real al Imperio. Había observado las fortificaciones y comprendía los patrones de los guardias. Tenía un plan, y era el momento de ejecutarlo.
—En posición. —La voz de Selene se oyó en el comunicador, dando la señal de que el equipo estaba listo para avanzar.
Lelouch asintió.
—Comiencen la operación. Todos deben actuar con precisión.
Mientras Lelouch y su grupo se infiltraban, el resto de Night Raid ya había comenzado a implementar la distracción. Akame, Bulat y Lubbock se encargaban de la cobertura, posicionándose a distancia para atraer la atención de los soldados del depósito. Mine, Sheele y el resto del equipo se encargaban de crear caos en los alrededores, atacando con precisión para mantener al enemigo distraído.
Los disparos de Mine resonaron por el aire, atrayendo rápidamente a los soldados del Imperio hacia una zona designada. Sin embargo, la verdadera sorpresa aún estaba por llegar.
Cuando los guardias del depósito comenzaron a mover sus fuerzas hacia el frente, donde los miembros de Night Raid se habían mostrado, Kaito y Lelouch avanzaron rápidamente hacia la entrada principal, con Ryo cubriéndolos desde las sombras. En cuestión de minutos, el equipo estaba dentro del complejo, y la misión estaba en pleno apogeo.
Selene detectó un cambio en el aire, una ligera vibración en el suelo que indicaba que alguien se acercaba. Sin dudarlo, hizo una señal a Lelouch, quien, con rapidez, giró hacia ella.
—Tiempo. Tenemos poco tiempo antes de que la guarnición se reorganice.
Lelouch asintió, señalando a Kaito y a Ryo para que tomaran posiciones estratégicas.
—Adelante, asegurémonos de que no haya sorpresas. El objetivo sigue siendo el mismo: destruir sus recursos sin que nos detecten.
En un abrir y cerrar de ojos, el equipo ejecutó el plan con una precisión mortal. La misión estaba en sus manos, pero el reloj seguía corriendo. El depósito debía caer, y con él, una pequeña pero significativa parte del poder del Imperio.
El depósito cayó con una precisión y velocidad que dejó a los guardias del Imperio atónitos. La explosión que se desencadenó al final fue una obra maestra, una distracción suficiente para permitir que Night Raid se retirara sin ser detectada. Los soldados del Imperio, en su intento por reorganizarse, no tuvieron tiempo de reaccionar antes de que todo se desmoronara.
Mientras Lelouch observaba el humo elevándose hacia el cielo, una sensación extraña lo invadió. No era satisfacción, sino una inquietud persistente. Este éxito había sido solo un paso, pero el juego no había hecho más que comenzar. Sabía que el Imperio no se quedaría de brazos cruzados.
Con los miembros de Night Raid regresando al campamento, Lelouch no pudo evitar pensar en la siguiente jugada. Su mente no descansaba, siempre en busca del próximo movimiento. Esta guerra, como todo lo que había enfrentado, era un juego de sombras, y él estaba decidido a ganar, sin importar los sacrificios que tuviera que hacer.
Muchas gracias por ver, espero les haya gustado este capítulo. Dejen su voto y comentario para que la inspiración siga presente en mi para continuar el fanfic.
