Cuando terminamos la llamada Edward me propone planes para el día de hoy.

Comenzamos haciendo algo de ejercicio en el gimnasio exterior para terminar dando un paseo hasta San Carlos y volviendo a casa para comer.

Hace 25 grados, por lo que convenzo a Edward para usar la ducha exterior del jardín por primera vez este año. Hemos tenido que dejar las duchas exteriores durante el invierno por motivos obvios.

El agua sale templada pero es agradable que refresque nuestra piel sudorosa y acalorada por el sol tras el paseo.

-¿Puedo enjabonarte?- le pregunto cogiendo la pastilla de jabón natural que compramos a un artesano local.

Edward se gira bajo la enorme alcachofa de la ducha permitiéndome pasar la pastilla por su espalda haciendo espuma.

Sus músculos están mucho más formados que hace un año al igual que los míos.

El invierno ha sido largo y el gimnasio que tenemos en casa ha sido uno de los pocos lugares donde podíamos distraernos de todo.

Acaricio sus hombros cubiertos de tatuajes.

Sus costados.

Sus glúteos firmes.

La cara posterior de sus piernas.

Sin girarse comienzo a limpiar la parte delantera de su cuerpo. Sus rodillas, sus muslos, sus ingles, su abdomen, su pecho. Vuelvo a pasar la pastilla de jabón por sus glúteos y esta vez mi mano jabonosa acaricia el espacio que hay entre ellos.

Oigo su respiración detenerse mientras acaricio su ano y perineo.

Su mano comienza a masturbarle.

-Yo lo hago- le digo sustituyendo su mano por la mía.

Continuo acariciando su culo con suavidad al mismo tiempo que mi otra mano se desliza por su falo.

Edward se gira haciendo que mis manos caigan de su cuerpo.

Me besa con fuerza y me muerde el labio.

Su pene choca contra mi abdomen y lo agarro con mi mano rápidamente.

La boca de Edward es implacable contra la mía. Sus manos sujetan mi cara con firmeza impidiéndome alejarme de él.

Tengo que hacer fuerza para separarnos pero en cuanto mi boca está libre de la suya ataco su cuello.

Le beso, le muerdo, succiono.

No me importa dejarle marcas porque nadie nos va a ver.

Su mano busca mi clítoris pero le aparto de un manotazo.

-Quieto- le digo antes de besar su cuerpo en dirección a su pelvis.

-No es justo que no me dejes tocarte- se queja.

Me río.

-Cuando termine contigo me dices si es justo o no- le propongo antes de besar la punta de su pene.

Comienzo a hacerle una mamada arrodillada en el suelo pero siento que Edward está siendo demasiado pasivo y no me gusta.

-Agárrame la cabeza- le pido poniendo sus manos sobre mi pelo- quiero que me folles la boca.

Su pene da un latigazo hacia arriba al escucharme.

Sonrío al verlo.

-No voy a romperme- le recuerdo antes de introducirme de nuevo su polla en mi boca.

Mi smartwatch empieza a sonar con el aviso de una llamada entrante.

Paramos un momento y vemos que es Garret.

-Ignórale- me pide Edward continuando a lo que estamos.

Su móvil suena desde el interior de los bolsillos de su pantalón pero mi lengua está acariciando sus testículos y no lo hacemos ni caso.

Le doy placer como a él le gusta y aunque al principio le cuesta finalmente sus manos se apoderan de mi cabeza y me presiona contra su pelvis introduciéndose por completo en mi garganta.

Cuando termina se corre en mi pecho y mi cuello pero el agua se lleva su semen rápidamente.

Su respiración es acelerada, su abdomen sube y baja con fuerza.

-Quiero darte placer a ti- me pide cogiéndome en brazos levantándome del suelo y besándome.

-No puedes- le recuerdo- pero obtengo placer al dártelo a ti.

-No es justo- se queja.

Me río y le beso de nuevo.

-En unos días. Créeme que yo también echo de menos el sexo- confieso.

Hacía casi tres semanas había comenzado a notar molestias en la garganta y cuando fui al médico me recetaron amoxicilina para tratar la amigdalitis que me provocaba ardor, dolor y dificultad para comer o beber. Tras terminar el tratamiento de diez días había comenzado a sentir molestias durante la penetración, después llegó el picor vaginal insoportable y finalmente la secreción que manchaba mi ropa interior me confirmó que la amoxicilina me había causado candidiasis vaginal.

Así que en total llevo tres semanas con medicación y ocho días sin nada de sexo. El médico nos había recomendado evitar las relaciones sexuales para no pasarnos los hongos el uno al otro. La verdad es que el picor vaginal que sentía era tan molesto que lo último que me apetecía era follar.

He de confesar que me sentí muy ignorante cuando no supe reconocer los síntomas al principio. Lo achaqué a unos tangas nuevos que había comprado para hacer deporte y después pensé que era por una reacción alérgica a la tela. Me sentí como cuando me vino la regla por primera vez y no sabía qué esperar.

Edward me había ayudado en todo momento haciéndolo ver como algo normal y aunque me negué los primeros días, después era él el que me colocaba la crema intravaginal cada noche y cada mañana.

-En cuanto te encuentres bien y tengas ganas…- me promete.

Ambos nos reímos y nos besamos.

-Voy a llamar a Garret- le digo separándome de él.

-Garret pude esperar 10 minutos- me rebate tirando de mi brazo para ponerme de nuevo bajo el agua.

Ahora es él el que pasa la pastilla de jabón por todo mi cuerpo y aportándome mucho placer al masajearme el pelo.

.

Edward fríe el pollo mientras yo llamo a Garret apoyada en la isla de la cocina.

-Hola Garret- saludo con el manos libres.

-Hola Bella, ¿está Edward por ahí?

-Sí, está en altavoz.

-Bien porque tenemos un festival. Mediados de julio.

Miro a Edward sonriendo y él sigue a lo suyo con la sartén.

-¡Qué bien! ¿Dónde?-

-Taiwán.

-¡Vaya!- digo intentando localizarlo en el mapa mentalmente.

-Tienes toda la información en el email Bella. Tendrías que ir tú con él obviamente, hay cuarentena de 14 días pero… es un show ¡por fin!

Sonrío contenta.

Escucho un llanto por detrás de la línea y Garret se despide prometiendo llamar a la noche cuando hayamos leído el email.

-¿Estás contento?- pregunto rodeando la isla de la cocina y poniendo mis manos en sus costados.

Él se encoge de hombros.

Frunzo el ceño.

-¿No quieres ir?

-¿Tú crees que debo?

-Como manager creo que sí, creo que tienes que volver a dejarte ver sobre el escenario.

-¿Y como mi novia?

-Como novia digo sí también- afirmo.

-¿Y si la cuarentena se alarga? ¿Y si nos toca pasar allí… no sé, un mes?

-Yo voy a estar contigo- le prometo- pero no hay que decidir nada aún. Comemos, leemos el email, valoramos y la decisión final será tuya como siempre- le digo besándole la espalda.

-Lo haces sonar fácil- me responde girándose y cogiéndome de la mano.

-¿Y por qué no iba a serlo?

-Porque Garret directamente me habría dicho ''este día a esta hora en el aeropuerto. Trabajo es trabajo''

Me río imaginando a Garret diciendo eso y no me es difícil conseguirlo.

-¿Tengo que ser más dura?- le pregunto en serio.

-No, me gusta así. Me gusta que me des toda la información antes de agendarme nada.

-No voy a agendarte nada que tú no quieras- prometo besándole- pero sí voy a matarte si quemas la comida- me río separándonos.

Por la tarde y en la mesita de café que hay en nuestra habitación, junto a un té para mí y un café para él, valoramos la opción de formar parte del festival o no.

Edward me pide recabar más información sobre las medidas de salud que hay que tomar así que escribo varios emails a la organización planteando sus dudas.

-Si acepto quiero poner una serie de condiciones- me dice él golpeando el papel con el boli donde hemos ido apuntando cosas relevantes del email.

-¿Cómo cuáles?- respondo tecleando.

-Quiero un jet privado, vuelo directo Ibiza – Taiwán. Quiero solo agua embotellada y comida cocinada. Habitación de hotel doble y coche privado para ir al festival. Test de antígenos y mascarillas para ti y para mí. Ir, hacer cuarentena, actuar y volver. Nada de cenas, nada de ruedas de prensa, nada de meet and greet, ni si quiera quiero camerinos, nada.

-Vale, ¿puedo preguntarte por qué eres tan… cerrado?

-Quiero trabajar pero quiero volver aquí cuanto antes, no quiero arriesgarme a contagiarnos y quedarnos allí más de lo necesario.

Asiento.

-Lo pondré en el email.

-Y quiero que si algo te abruma me lo digas- me pide mirándome serio.

-¿Abrumarme?

-En el sentido de que te sientas agobiada o estresada.

-Me siento emocionada, voy a estar bien- le prometo guiñándole un ojo.

El festival era a mediados de julio así que casi nada más volver tendríamos que asistir a la boda de David.

Garret me iba guiando día a día en todos los aspectos que había que tener cubiertos para viajar pero al final una vez allí yo sería la única responsable de que todo saliera bien.

La ansiedad por ello me impidió dormir la noche de antes de coger el avión.

Tan solo llevábamos una maleta con ropa para ambos y una mochila donde Edward cargaba el portátil.

Dejamos el coche en el parking de larga estancia del aeropuerto de Ibiza y pasamos el control para vuelos privados.

Cuando nos subimos al pequeño avión me carcomían los nervios.

-¿Qué te pasa nena?- pregunta sentándose a mi lado tras dejar la maleta en el compartimento de arriba.

-Es la primera vez que hago un vuelo transoceánico desde hace un año.

-Yo también.

-Es la primera actuación internacional que te llevo y nada puede salir mal.

-Lo estás haciendo estupendamente- me asegura besándome la mano.

-Si la cago me tienes que avisar- le pido.

Él suelta una carcajada antes de asentir prometiéndomelo.

Antes de despegar Garret nos hace una videollamada. En Los Ángeles es de madrugada pero está despierto porque está dando el biberón a su hija de un año.

La pequeña India nos tiene a todos locos son su cara adorable, su pelo rubio como su madre y sus ojos marrones como su padre. Es risueña y extrovertida.

A Garret y a Giselle se les cae la baba con ella y a Edward y a mí también con cada vídeo que nos envían por el grupo.

-¡Suerte chicos! Estoy a una llamada si necesitáis algo- nos asegura.

-Gracias Garret.

-Bella, lo más complicado de este trabajo es aguantar a Edward y tú ya le manejas así que digamos que tienes unas probabilidades de éxito del 100%- me asegura antes de cortar la llamada.

Durante el viaje hago trampas y me tomo una de esas pastillas para dormir que Edward me ofrecía cuando iba a visitarle y tomaba un vuelo transoceánico.

Una vez llegamos allí dos chicos que trabajan en la organización del festival nos recogen en un coche privado como Edward pidió y nos llevan al hotel.

Ambos tenemos jet lag y nos encontramos desubicados.

El checkin le hacen por nosotros y antes de podernos acomodar en la suite, dos personas con trajes de buzo nos realizan primero un test rápido y después una PCR cuyos resultados nos serán enviados mañana por email.

La cuarentena de 14 días es obligatoria pero dudo que tengamos muchos problemas en pasar 14 días en esta suite que tiene de todo, incluida piscina en la terraza.

-Tenemos una reunión online en dos horas- le recuerdo- ¿quieres dormir hasta entonces?

Niega.

-¿Ducha?

Niega de nuevo.

Me río pero él no.

-¿Qué pasa?- le digo acercándome a él que está tirado en la cama.

-¿Y si los test salen positivos? Creo que no deberíamos haber venido.

-Edward no. Los test van a salir negativos, igual de negativos que salieron los que nos hemos hecho esta mañana o ayer o cuando haya sido antes de dejar Ibiza. Hay que volver a trabajar tarde o temprano cariño- le recuerdo- en 16 días vamos a estar de nuevo en casa, con el subidón del festival, solos, a salvo.

-Ya estoy contando los días para volver- confiesa riendo antes de besarme.

-Es raro haber viajado a la otra parte del mundo- le digo poniendo mi cabeza en su pecho.

-Para mí también lo es.

Los 14 días de cuarentena obligatoria se hacen un poco más pesados de lo que esperábamos aunque contábamos con todo tipo de servicios y comodidades.

Tuvimos alguna pequeña discusión fruto de estar en el mismo espacio todo el tiempo.

Hicimos videollamada con sus amigos y con los míos. Nuestras familias no se habían tomado muy bien que hubiésemos viajado tan lejos para trabajar.

El día del festival Edward fiel a su costumbre fue a la zona donde estaba el escenario para verlo todo antes.

Había cuadrados pintados en el suelo delimitando el espacio que debía ocupar cada persona para respetar la distancia de seguridad.

Dentro del escenario la cabina del dj estaba cubierta con metacrilato.

-Ahora sí estoy nervioso- confiesa minutos antes de subir al escenario.

-Actuar es natural para ti. Todo fluirá en cuanto te subas ahí- le prometo sentándome entre sus piernas.

Está apoyado en una de esas cajas enormes donde se transporta el material audiovisual.

Estamos esperando a que termine la cuenta atrás para que él salga de este falso suelo en el que estamos medio ocultos bajo el escenario. Una plataforma lo sacará.

-No podría haberlo hecho si no hubieras venido conmigo- me confiesa girándome para quedar cara a cara.

-Lo sé, habrías muerto de inanición por solo aceptar comida envasada y producida en Europa- le digo haciéndole reír recordando una de nuestras discusiones.

Él se había vuelto muy aprensivo con todo el tema del contagio del covid así que medía mucho qué tipo de comida nos traían a la suite. Yo estaba cansada de comer comida enlatada solo porque provenía de Italia y habíamos discutido por ello.

-Solo quiero volver a casa cuanto antes y dar positivo nos retendría aquí dos semanas más.

-No respires- le aviso.

-¿Por qué?

-Voy a exponerte al virus- le aviso antes de bajarme la mascarilla y bajarle la suya para besarle.

-Vamos- le digo tirando de su mano para llevarle a la plataforma elevadora.

-¿Te veo arriba?

Asiento mientras veo como le suben bañado por la luz de la pirotecnia.

Es un set diferente porque no hay descontrol, la gente no baila, no canta, no ríe. Las sensaciones son extrañas.

Aún así Edward está eufórico cuando baja del escenario.

Tanto que se le olvida ponerse la mascarilla al bajar del escenario y le regañan por ello.

Tal y como él pidió tras el show, nos realizamos los últimos test de antígenos y cuando tan solo apareció una raya volvimos al hotel donde nos dimos una ducha conjunta, terminamos la maleta y el coche nos llevó al aeropuerto.

Destino: Ibiza.

Relajados y extasiados tras el show nos tumbamos en el sofá alargado juntos y dormimos a ratos.

Eufóricos por llegar a casa nos subimos al coche tras pagar el escandaloso precio del parking del aeropuerto y volvemos a la villa.

-Como en casa en ningún sitio- le digo cerrando el coche y percibiendo el olor del pinar que nos rodea mezclado con el dulzor del mar.

No tardamos ni 15 minutos en dejar la maleta, denudarnos y meternos a la piscina.

El agua clorada baña cada poro de mi piel y de la de Edward.

-Tengo una reunión con Garret en media hora- le recuerdo.

-No más trabajo por ahora- me dice él abrazándome desde atrás.

-Pero es mi jefe- le recuerdo riendo.

-No lo es, tú jefe en todo caso soy yo.

-Cinco minutos, le despacho rápido- le prometo dejándome flotar en el agua.

-Yo lo hago- responde saliendo de la piscina y cogiendo mi teléfono.

Llama a Garret y le dice que acabamos de llegar pero que estamos agotados y por tanto la reunión se pospone.

Me río cuando él se tira de nuevo al agua llegando hasta mí.

-Solo quiero ser solo nosotros un día, sin trabajo- me pide.

-Está bien- acepto.

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Primer show que ha hecho Edward con Bella como manager ¿ni tan mal no? Incluso parece que le gusta más como organiza Bella los sets que como lo hacía Garret.

¿Qué les deparará el resto del verano? Os leo en los comentarios.

Review = adelanto

¡Muchas gracias!