"Rosalie Cullen y Emmett McCarty vivieron un amor de cuento en su adolescencia, pero la brecha entre sus mundos —ella, heredera de una dinastía multimillonaria, y él, un chico humilde con un futuro incierto— terminó separándolos cuando los padres de Rosalie intervinieron. Años después, sus vidas han tomado caminos muy diferentes: Rosalie regresa a su ciudad natal para inaugurar una fundación infantil con la esperanza de dejar un impacto positivo, mientras que Emmett, ahora mecánico, lucha por salir adelante tras perder a su hermana en un trágico accidente. Convirtiéndose en el tutor de su sobrina de 8 años, Emmett combina carreras ilegales y peleas para mantenerse a flote. Sus mundos chocan de nuevo cuando Rosalie y Emmett se reencuentran en la fundación, trayendo consigo recuerdos dolorosos, secretos del pasado y una chispa que nunca se apagó. ¿Podrá su amor superar las heridas del tiempo y las barreras de sus realidades actuales?"

CAP 1

Rose POV

-Rose, querida.- esa era mamá. Hablábamos todas las noches y, hoy no iba a ser una excepción.-¿Estás segura de que es buena idea? Mira que la compañía ya te quita mucho tiempo. No sé si es positivo que te embarques en un proyecto de tal envergadura.

-Mamá.-suspiré mientras me sentaba en el tocador de mi habitación y comenzaba a desmaquillarme después de una jornada agotadora.-Jasper y Edward también tienen sus proyectos aparte de la compañía.-explique tranquila.- Y a ellos no les pones tantas pegas.-dije algo molesta.

-Pero es que no es lo mismo cielo.-trató de hacerme razonar. Antes de que empezara con la conversación de los hijos y la familia mi padre llegó a la habitación.

-¿Cómo está mi princesa?-vi como se acercó al teléfono para saludarme. Yo le di la mejor de mis sonrisas. Él, sin duda, era mi cómplice, siempre me apoyaba.

-Papi.-dije divertida.-¿Tú qué opinas del proyecto de la fundación?

Mi padre sonrió orgulloso. Carlisle Cullen, aparte de un gran empresario, había estudiado medicina y había hecho voluntariado en África, América Latina, Indonesia e incluso en conflictos armados en Europa. Así que estaba encantado con que su hija también quisiera llevar a cabo una labor social.

-¿Qué, qué opino?- sonrió mientras le pasaba el brazo por detrás a mi madre.-He financiado ese proyecto.-dijo como algo obvio.

-Yo solo digo.-mamá continuó.-Que va a absorberte demasiado.

-Esme.-papá sonrió divertido.-Deja a la niña que se autodescubra por su cuenta ¿quieres?

Mamá rodó los ojos y yo reí. Papá y yo siempre conseguíamos ponerla de los nervios. Pero era parte de nuestro encanto.

Terminé de hablar con ellos y me senté en mi escritorio. Mañana tenía un día de locos. Iría a supervisar la obra del nuevo proyecto que tenía entre manos, una fundación de ayuda a niños con problemas de exclusión social en mi pueblo natal. Acogeríamos a niños y niñas de todas las zonas colindantes y ayudaríamos a sus familias a encontrar casa y trabajo, para que pudieran tener esa normalidad que tanto se merecen lo antes posible.

Antes de acostarme revisé mi teléfono. Tenía varios mensajes. Pero ninguno realmente importante. Suspiré poniéndome mi antifaz y tras hacer mi rutina de meditación me fui a dormir. Mañana me esperaba un viaje.

El avión se posó en la pequeña pista de aterrizaje del pueblo. Respiré profundo el aire fresco y húmedo, un cambio refrescante después de mi vida en la ciudad. Mi pequeño proyecto de fundación estaba a punto de hacerse realidad, y no podía esperar para poner manos a la obra.

Ben, mi chófer, me esperaba con la camioneta. Mientras nos adentrábamos en el camino rural, mis pensamientos se centraban en los planos y los detalles de la construcción. De repente, un fuerte golpe nos sacudió, y el vehículo se detuvo con un chirrido.

-¡Oh, no!- Exclamé, viendo cómo la rueda delantera izquierda se desinflaba lentamente. Ben bajó a revisar el daño, pero pronto regresó con una expresión de perplejidad.

-Creo que se nos olvidaron las herramientas, señorita Rosalie

¡Genial! Justo lo que necesitaba. Con paciencia fingida, llamé a la aseguradora y en menos de lo que esperaba, un camión de asistencia se detuvo a nuestro lado. Un hombre enorme y robusto con tatuajes que cubrían sus brazos, manos y cuello con una mirada intensa, se acercó a la ventana.

-Hola, ¿Usted es Rosalie Cullen?-preguntó, su voz profunda resonando en el aire.

Lo miré detenidamente. Era realmente alto, con una mandíbula marcada y unos ojos de un color oscuro que me resultaba familiar, pero no conseguía ubicarlo.

-Sí... Sii soy yo.-Tartamudeé un poco-¿Y usted es...?-respondí, frunciendo el ceño recobrando la compostura.

Sonrió, una sonrisa que me puso un poco nerviosa. -El mecánico. No se preocupe, en un momento tiene su llanta cambiada.

Asentí y me bajé del auto a tomar aire. Algo en él me resultaba familiar, pero no podía ponerle nombre. Tal vez era la forma en que me miraba, con esa intensidad que me hacía sentir incómoda. Era como si me estuviera escaneando de arriba abajo, evaluándome. Aparté la mirada y me metí en el auto de nuevo. Decidí concentrarme en el paisaje que se extendía ante mí.

Mientras él trabajaba, no pude evitar sentirme observada. Cada vez que levantaba la vista, lo encontraba mirándome fijamente. Era como si estuviera esperando que lo reconociera.

Finalmente, el trabajo terminó y el mecánico se subió a su camión. Antes de irse, se volvió hacia mí y dijo: -Espero que el resto de su viaje sea más tranquilo, señorita Cullen.

Asentí sin decir nada y me giré hacia la ventana. Sentía una extraña mezcla de curiosidad y desasosiego.

¿Quién era ese hombre? ¿Por qué me miraba así?

En fin Ben y yo continuamos nuestro camino y Leah mi mejor amiga y mi socia en este proyecto estaba esperándome.

-¡Oh Rose! ¡Por fin estás aquí!-Nos unimos en un abrazo. -Y cuéntame, ¿Qué fue lo que pasó? Porque tú eres muy puntual siempre.

Le conté sobre lo que había sucedido.

-¿Y al menos ese mecánico era guapo y sexy?-Levanto las cejas juguetonamente.

-No sé, Leah, la verdad es que me puso un poco nerviosa. Tenía una mirada... intensa.

-Entonces la respuesta es si.-Rió divertida.-Mírate que para ponerte nerviosa...-Chasqueó.

Justo en ese momento, mi teléfono vibró en mi bolso. Ví la pantalla. Era Demetri.

-¿Me disculpas un momento?-la miré mientras le enseñaba la pantalla. Ella me miró divertida.

-Claro.-respondió sin más.-Te ayudará a quitarte los nervios que te ha provocado ese sexy y misterioso mecánico.-dijo alzando las cejas juguetonamente. Yo la miré mal.-Además, yo aprovecharé para avisar a mamá de que ya llegué.-sonrió y yo con ella recordando a la dulce y divertida Sue Clearwater.

Ella siempre nos hacía galletas para estudiar y nos recogía de las fiestas cuando todo se iba de madre. Era genial. Leah y ella estaban muy unidas. Sobre todo después de la muerte de su padre cuando ella aún estaba en el instituto. Harry definitivamente nos dejó demasiado pronto. Aún así, su mamá sacó a sus dos hijos adelante y continuó con la compañía de su marido para darles todo lo que necesitaban y más. Era una mujer independiente y todoterreno. Todo lo que yo aspiraba a ser.

-Salúdala de mi parte.-sonreí y tras un gesto por parte de mi amiga, respiré hondo y contesté.-Hola cariño.-sonreí.-Perdona que no te haya llamado todavía pero justo acabo de llegar.

-Hola hermosa.-dijo divertido. Pero inevitablemente me vi comparando su voz con la de ese otro hombre. Sacudí mi cabeza.-¿Rose?

-¿Decías?-miré la barra de la cobertura. Al completo.-Es que no hay mucha cobertura aquí. No te oigo bien, amor.- mentira. Pero había perdido el hilo y no quería que se molestara por eso.

-Decía.-hizo una pausa para reírse.-Que comprendo que ahora no puedas hablar, pero que en menos de una semana estaré allí contigo y podrás enseñármelo todo ¿de acuerdo?-Suspiré, él siempre sabía qué decir y el momento perfecto para hacerlo.

-Claro.-yo asentí sonriendo.-Me muero de ganas.

-Yo también nena.-sonrió.-Nos vemos pronto ¿si? Cuídate.

Tras respirar hondo volví junto a mi amiga y nos pusimos manos a la obra. Nos reencontramos con la directora de obra y nos enseñó planta por planta. Leah y yo, junto con el arquitecto y diseñador de interiores íbamos comentando todas las estancias. Me gustaba trabajar con ella. Hacíamos buen equipo, nos complementábamos bastante bien. Además, ambas estábamos muy ilusionadas por llevar este proyecto a flote.

Emm pov

El sol del mediodía golpeaba el capó del camión mientras cambiaba la llanta del elegante coche. No podía evitar sentir una punzada de nostalgia al ver a Rosalie en persona luego de 12 años nuestros caminos volvían a encontrarse.

Y ahí estaba ella, más hermosa que nunca, aunque con un aire de mujer de negocios elegante que la hacía parecer aún más inalcanzable.

La miré fijamente, tratando de memorizar cada detalle de su rostro. Su cabello dorado, sus ojos azul violeta, siempre tan brillantes, seguían siendo la característica más llamativa de su rostro. Y esa sonrisa... la misma sonrisa que me había robado el aliento tantas veces.

-S... Sí... soy yo.-Tartamudeó un poco lo cual me hizo sonreír.-¿Y usted es...?" preguntó, con una voz suave y melodiosa.

-El mecánico.-Respondí. No quise decirle mi nombre.

Mientras trabajaba, no pude evitar sentir una mezcla de emociones. Por un lado, estaba feliz de verla. Por otro lado, sentía un dolor agudo al recordar cómo todo había terminado.

Rose había sido mi primer amor, mi primera desilusión. Nunca la había superado. A lo largo de los años, la había seguido de lejos, viendo sus redes sociales, revistas en las que había salido. Incluso me había hecho algunos tatuajes en su honor.

Al verla ahora, tan elegante y sofisticada, me di cuenta de que era aún más inalcanzable que nunca. Pero eso no me desanimaba. Al contrario. Quería meterla en mi cama de nuevo, tal vez las cosas ahora entre nosotros serían diferentes.

Flashback

Andábamos en el garaje de la mansión de Rose. Ella seguía insistiendo en que le eseñara.

-Oh venga.-dijo de nuevo poniendo ese puchero que me volvía loco.-¿Por qué no me dejas que te ayude?

-Porque las niñas como tú, no arreglan autos.-le dije sin más desde debajo del coche. Ella molesta se acercó a mi. Aún así todavía no podía verla.

-¿Las niñas pijas como yo?-dijo molesta.-Oye, mira, no sé cómo pensaréis en paletolandia.-escupió en un siseo.-Pero aquí, en el mundo real, una mujer puede hacer lo que quiera.

-En el mundo real donde te regalan un BMW por tus 16.-dije devolviéndosela. Senti como ella suspiró y se sentó junto a mi.

-Ahí tienes un punto.-divertido salí del auto para mirarla. Era jodidamente perfecta.-Entonces…¿me enseñas?-pidió de nuevo.-Es importante que sepa cómo cuidar de mi nuevo auto.

-Está bien.-dije tras un suspiro y ella celebró su victoria. Ahí, justo en ese momento, fue cuando adentré a Rose en el mundo de las carreras ilegales y de la mecánica. Otra cosa más por la que su familia de snobs me odiaba e hizo todo lo posible para separarnos.

Fin del flashback

Más tarde pasé a recoger a Maddie mi sobrina a la escuela iba emocionada contándome cómo había ido su día, incluso pasamos al parque y compartimos un helado.

Finalmente regresamos a casa. La pequeña estaba exhausta del día y se quedó dormida en el asiento trasero. La cargué con cuidado y la llevé a su habitación. Fui a saludar a mi madre, que estaba en la cocina preparando la cena.

-Hola cariño, ¿Cómo ha ido tu día?- Me preguntó.

-Lo de siempre, arreglando coches. -Evité entrar en detalles sobre mi encuentro con Rose.

-Ah, sí.- respondió distraídamente. -¿Viste a alguien interesante hoy?

Me tensé ante su pregunta. ¿Acaso sospechaba algo?

-No, nadie en especial. ¿Por qué? -pregunté, tratando de mantener la calma.

-Es que me enteré de un rumor. Dicen que Rosalie Cullen ha vuelto al pueblo.-dijo con una sonrisa.

Mi corazón dio un vuelco. No podía creer que mi madre se hubiera enterado tan rápido.

-Ah, sí. La vi hoy. Tuvo un pequeño problema con su coche. -respondí con indiferencia, aunque por dentro estaba hirviendo.

-¿Y qué te dijo? ¿Hablaron? ¿Intercambiaron números de teléfono?-Me empezó a bombardear con preguntas.-¡Imagínate! La ricachona de Rose Cullen, de vuelta en nuestro pequeño pueblo.- dijo con ojos brillando de emoción.-Con todo ese dinero que tiene seguro podría echarte una mano y ayudarnos con las deudas.

Me molestó su comentario. ¿Acaso solo veía a Rose como una fuente de ingresos? Siempre había sido así, superficial y materialista. Y eso la había llevado a casarse con el imbécil de mi padrastro que gracias al cielo ese hombre abusivo ya estaba muerto.

-Ma, no creo que sea buena idea contar con la ayuda de alguien solo por su dinero. -dije, tratando de sonar lo más firme posible.

-Pero, Emmett, es Rosalie Cullen. Tiene millones. Podríamos arreglar la casa, comprar un coche nuevo... -continuó ella, sin hacerme caso.-Incluso otra casa.

Suspiré. No tenía sentido discutir con ella.

-Además, Maddie necesita una madre, y estoy segura que Rosalie encajaría perfectamente en ese rol. Sino mira, la fundación que tiene es sobre niños, es obvio que los adora.

-¿Qué estás insinuando?-Frunci el ceño. -¿Piensas que ella va a querer casarse conmigo?-Bufé. Eso era absurdo. A lo más que aspiraba era a una aventura con ella. ¿Matrimonio? ¡Ni soñarlo! Éramos de dos mundos completamente diferentes.

-¿Por qué no?-Dios mi madre se había puesto insoportable.-Piensa en nosotras también. Algo se te ocurrirá.

-Ma, tengo que irme. Tengo unas cosas que hacer.- dije, poniéndome mi chaqueta.

-Está bien, cariño. Cuídate y piensa en lo que hemos hablado.-Insistió.

Mientras conducía hacia el lugar donde me reuniría con mis amigos para las carreras ilegales, no podía dejar de pensar en Rose. Era hermosa, inteligente y exitosa. Pero también era inalcanzable. Y el hecho de que mi propia madre estuviera tan obsesionada con su dinero me hacía sentir aún más frustrado.

Decidí que necesitaba despejarme la cabeza. Las carreras siempre habían sido mi escape. Y esta noche, más que nunca, necesitaba sentir la adrenalina corriendo por mis venas.

-Bueno, bueno, bueno…-escuché una voz tras de mí. Estaba preparándome para correr.-Pero si Mcarthy se ha dignado a honrarnos con su presencia.-Jacob Black, el líder de la banda de lobos de la Push apareció sonriendo.-¿Vas a correr?-preguntó ofreciéndome una birra.

-Voy a ganarte, de hecho.-dije con superioridad. Él miró con una amplia sonrisa y rio encantado.

-¡Menos mal que te lo has pensado mejor!-me abrazó dándome un par de palmadas.-Sin ti esto es una basura.

Empezaron a sonar las bocinas y todo se estaba preparando para empezar. Tanya apareció para explicar las normas. Me parecía realmente absurdo, ya que todos los que estábamos presentes llevábamos años corriendo carreras ilegales. Pero los que pagaban, ricachones que se ocultaban tras sus millones pero que se divertían con un espectáculo de la plebe, querían asegurarse de que, pasase lo que pasase, su dinero y su reputación estaban a salvo.

-Recuerden que si aparece la policía. Están solos.-recordó Tanya cerrando los planos de la carrera en su tablet.

-¿No untaron a la poli esta vez?-pregunté divertido.

-Los inversores están más que protegidos.-Ella explicó.-Ustedes no.-hizo una pausa.-Así le da más emoción. Así que ya sabes qué hacer.-dijo mirándome provocativamente mientras se iba.

-La tienes en el bote.-Black rio mientras se colocaba en el asiento del conductor.

-Oh, por favor…-bufé.-Tú también te has acostado con ella.-rodé los ojos.-Yo solo estoy comprometido con esta preciosidad de aquí.-dije dándole un par de golpecitos al volante de mi coche. De repente la imagen de Rose volvió de nuevo a mi cabeza. Sacudí mis pensamientos y me concentré en el sonido de los motores y las bocinas que envolvían el ambiente.

Y así, se dio comienzo a la carrera.

Rose Pov

El día de la inauguración de mi fundación era un día especial para mí. Había estado trabajando duro durante meses para hacer realidad este sueño, y finalmente estaba a punto de ver los frutos de mi esfuerzo.

El salón estaba lleno de gente. Estaba nerviosa, pero también emocionada por compartir mi visión con el mundo.

Subí al escenario y tomé el micrófono. Empecé a hablar, explicando los objetivos de mi fundación y cómo planeaba ayudar a los niños de la comunidad.

Mientras hablaba, sentí una mirada penetrante sobre mí. Miré hacia abajo y vi a un hombre alto, corpulento y atractivo parado en la multitud. Un momento, ¿Era el mecánico?

Continué con mi discurso, tratando de ignorar la mirada del hombre. Pero era imposible no sentir su presencia. Era como si me estuviera perforando con sus ojos.

Cuando terminé mi discurso, bajé del escenario y me dirigí hacia la multitud para saludar a la gente.

-Leah.-Me acerqué de repente a mi amiga.-Ahí está ese hombre otra vez.-Susurré.

-¿Quién?-Preguntó siendo nada disimulada.

-El mecánico del otro día.- Al ver la cara de asombro de mi amiga.-Sisee.-Shh. Viene para acá.

-Enhorabuena por su discurso, señorita Cullen.-dijo con una voz profunda y seductora.

-Gracias. -respondí, sintiendo mi corazón latir con fuerza.

-¡Emmett!-Chilló Leah de repente emocionada.-¡Oh por Dios! ¡¿Eres tú?! Debes estar jodiendome.-Se abalanzó a sus brazos.-Mira qué cambiado estás hombre.-Soltó después del abrazo.-Con ese look no te reconocí a la primera, grandulon.

Yo ahora me quedé de piedra. Y me puse helada. ¿Ese era Emmett? ¿Cómo es que no me di cuenta? Solo él podía ser así de enorme y corpulento. Bueno aunque la barba le daba un aspecto más rudo, eso y los tatuajes. Aún así estaba muy atractivo ahora.

-¿Y tú no me saludas, mi ángel?-Me sonrió. Esa maldita sonrisa de galán. Sentí una punzada en el corazón cuando me llamó así.

Justo cuando iba a hablar sentí a alguien rodearme por detrás sacándome del shock.

-¡Sorpresa mi amor!-Era Demetri.-Pude venir a tiempo.-Me besó ahí delante de Emmett y yo me sentí incómoda. Así que corté el beso.

Sentí la mirada intensa de Emmett tras de mí. Leah se dio cuenta así que lo sacó de allí con la excusa de que le pusiera al día de todo. Solo ella era capaz de ser tan indiscreta todo el tiempo. Suspiré y miré a mi novio.

-¡Amor!-sonreí mientras lo abrazaba. Aún así, sentía como Emmett no me quitaba la mirada de encima. Y no solo a mi. Demetri evidentemente había llamado su atención. Y ahora yo, por su culpa, no podía pensar con claridad. Ese hombre tan grande había aparecido de nuevo en mi vida solo para ponerla patas arriba. Estaba segura de ello.-No esperaba que pudieras llegar.-sonreí mientras colocaba su corbata.-Estoy muy contenta de que estés aquí.

-¿Cómo no iba a estar aquí apoyándote?-sonrió encantador. Como él solo sabía serlo.-Sé lo mucho que has trabajado en este proyecto. No podía no estar aquí.-sonrió.-Además, te he traído algo.-sacó un ramo de rosas.

-Oh.-sonreí encantada. Olvidándome por un momento de la mirada penetrante de Emmett.-¡Están hermosas! Me encantan, cielo. Gracias.

-Lo mejor para ti siempre, hermosa.-sonrió encantado y yo con el.

-Si me disculpas.-sonreí.-Tengo que seguir atendiendo a los invitados.

-Claro.-sonrió.-Estaré con tu familia.-señaló a la mesa donde estaban mis padres junto a mis hermanos: Edward y Jasper. Suspiré. Luego enfrentaría eso.

Necesitaba hablar con Emmett. Algo en mi interior me lo pedía. Así que le pedí a Leah que me cubriera. Y salí pasando junto a él haciéndole una seña para que me siguiera afuera.

Vi como el sonrió con suficiencia.

Cuando por fin estábamos lejos y solos exploté.

-¡¿Qué demonios haces aquí?!

Él me vio divertido alzando las cejas.-Vivo aquí.-Dijo cómo algo obvio.-Tú eres la que te fuiste.-Respondió de vuelta.

-¿Y qué querías que hiciera?-alcé las cejas.-¿Quedarme aquí contigo?-Bufé y él me vió enojado.-Tú me dejaste plantada.-Él se acercó a mí, lo cual me hizo estremecer.

-¡Suéltame!-Chillé cuando me haló hacía él con fuerza.-¿Qué crees que estás haciendo?-Dios. Ahora podía sentir todos sus músculos.

-Yo no te dejé sola.-Volvió a verme hacía abajo sin soltarme.-Me tendieron una trampa.-Aflojó un poco su agarre.

-¿Una trampa?-Bufé.

-¿No me crees?-Suspiró.

-¿Piensas que voy a creerte? Por...

Sin más se inclinó y estampó sus labios contra los míos. Su beso me tomó por sorpresa. Por un momento me dejé llevar pero volví en sí al recordar que mi novio estaba ahí adentro con mi familia. Así que como pude lo empujé y me separé de él.

-¡¿Qué haces?!-dije escandalizada.-¡¿Te has vuelto completamente loco?! ¿De verdad te crees que después de 12 años puedes plantarte aquí y hacer como si nada?-dije molesta mientras le miraba.-Pues estás muy equivocado.

-¿Todavía lo sientes?-me preguntó sonriendo de forma socarrona.

-Eres un idiota.-bufé molesta.-Y yo más por siquiera escucharte.-dije decepcionada.

-Ángel…-él trató de hablar pero lo paré.

-No quiero saber nada, Emmett.-dije tajante.-Estuvimos juntos, fuiste mi primer amor pero ya.-hice una pausa.-Nuestros caminos se separaron y, al menos yo, he rehecho mi vida.-expliqué.-Estoy con alguien que es perfecto para mi.

-Alguien que puede mantener tu nivel de vida.-escupió molesto.

-No salgas con esas porque sabes que no soy así.-dije molesta.-Demetri es atractivo, elegante, atento, sensible y dedicado.-enumeré las grandes cualidades de mi novio.

Él bufó molesto.-Estoy seguro que no te conoce ni la mitad de lo que yo lo hago. Ni te hace sentir lo que yo te hacía sentir.

-¡Éramos adolescentes!-dije exasperada.-Ya no soy la misma y seguro que tú tampoco. Solo te pido que no te interpongas en mi camino. Te deseo lo mejor y me alegro que estés bien. Pero ya. Somos viejos amigos. Nadie tiene por qué enterarse de más.

-Y con nadie, te refieres al estirado de tu novio.-dijo rodando los ojos.

-Me alegro de que nos entendamos.-sonreí satisfecha.

Di media vuelta y me marché aún sintiéndome algo aturdida por su presencia, su beso, todo. Pero no iba a demostrarlo, no iba a darle ese gusto a Emmett.

Antes de ir a encontrarme con mi familia decidí ir al baño. Dios. Me ví en el espejo. Aún seguía ruborizada.

-¡Ahí estás!-Chilló mi amiga de repente.

-¡Ay Leah!-me llevé una mano al pecho. -¡Vas a provocarme un infarto!-Me quejé.

-Andas muy sensible hoy rubia.-Rió.-¿Y bien qué te dijo el grandulon?-Alzó las cejas sugestivamente.

-Es un idiota.-Resoplé acomodando mi cabello.

-Mirame, mírame. -Insistió ella y entrecerró los ojos.-Algo me estás ocultando.

-Ya Leah deja de delirar.-Salí del baño con ella pisándome los talones y fui a encontrarme con mi familia.

-Estoy muy orgullosa de ti, princesa.-Mi padre me abrazó y dejó un beso en mi frente.

-Gracias papi.-luego se acercó mi madre.

-Yo también pero ¿dónde te habías metido, querida?-Esa fue mi madre.

-Tuve que atender una llamada importante.-Contesté.

Edward se acercó a nosotras y me vió desaprobatoriamente.

-Mira Rosalie más te vale que te olvides y te alejes de ese... Ese vago.-Advirtió

-¿De qué estás hablando, mamá?-Susurré no quería que hiciera una escena frente a Demetri.

-Sé que "ese"-dijo con desdén.-Sigue viviendo aquí.

-No tienes de qué preocuparte.-expliqué tranquilamente. Decidí hablarle en clave. Ya que parecía que ella no iba a dejarlo pasar.-Ya me he hecho cargo de eso, má.-sonreí.

-Más te vale.-dijo de nuevo asegurándose de que Demetri estaba demasiado ocupado hablando con mi padre.-Porque Edward dice que te ha visto irte a hablar con él. A solas.-me miró sin creerse nada de lo que le decía.-Y ya sabemos cómo te embaucó la primera vez. Si eres una mujer inteligente, no volverás a tropezar con la misma piedra.

-Edward delira mucho, má.-hice un gesto con mi mano restándole importancia.-Además, está celoso. Como siempre que alguien que no es él tiene el foco de atención.-dije disimuladamente tomando un canapé.

Mi relación con Edward era complicada. Éramos bastante competitivos el uno con el otro. La verdad, era un grano en el culo. Y, por supuesto, como toda mi familia, no tenía una gran devoción por Emmett.

-¡Rose!-Leah había aparecido con su novio, Sam. Era encantador y guapísimo. Además, era el socio mayoritario de uno de los concesionarios más importantes del país. Se conocieron cuando Leah y yo estábamos en la universidad, y desde entonces habían sido inseparables.

-¡Hola Sam!-sonreí encantada.-Gracias por venir.

-Lo que sea por mis chicas favoritas.-dijo divertido pasando un brazo por los hombros de su novia. Ella sonrió encantada y lo besó haciendo reír a todos.-Señor Cullen, ¿cómo van las cosas con la compañía?

Mi padre lo recibió encantado y comenzaron a hablar sobre negocios. En ese momento, mi hermano Jasper, que había permanecido al margen, se acercó. Él era el más comprensivo de todos. Me sentía a gusto con él.

-Y... ¿Cómo te sientes?-Pasó un brazo sobre mis hombros.

-Odio a Edward.-Me quejé.-¿Por qué tiene que ser tan chismoso?-La verdad es que se comportaba como si él fuera el menor de nosotros 3 cuando en realidad era el más viejo.

Jasper escondió una sonrisa mientras dejaba un beso en mi cabeza.

-Ay hermanita ha sido bastante obvio.

Yo volví a verlo alarmada y el sonrió divertido.-Bueno, Leah ha logrado a entretener muy bien a nuestro padre y a tu novio. Pero el resto, notamos cuando te marchaste a solas con él.-Explicó.

-¿Y cómo no íbamos a ver a semejante bestia de dos metros que iba contigo?-Ahi estaba Edward de nuevo metiéndose en lo que no le importaba.

-¿Y a ti quién te llamó?-Volví a verlo enfadada.-Estaba hablando con Jasper no contigo.

-Soy tu hermano mayor. Tengo derecho a intervenir si es necesario.

-Bueno ya tranquilos.-Ahi estaba Jasper, cómo siempre intercediendo entre nosotros 2.-No vamos a discutir por algo sin importancia.-Dijo para destensar el ambiente.-Rose no cometerá ninguna locura, ¿No es así, hermanita?-Volvió a verme y yo asentí dándole la razón. El amargado de Edward rodó los ojos. No sé cómo Bella lo soportaba.

-¿Estás bien?-Demetri apareció por detrás rodeándome. Yo le miré sonriendo.-Te noto algo nerviosa.

-Todo está bien.-sonreí mientras acariciaba su rostro y lo observaba. Era tan guapo y elegante. Nada que ver con el aspecto rudo y sexy de Emmett. Me sorprendí de nuevo con él en mi cabeza. Maldije interiormente.-Es solo que hemos trabajado tanto en esto, que no me creo que se haya hecho realidad.-dije sonriendo. De verdad estaba tan orgullosa de haber podido lanzar el proyecto.

-Te lo mereces.-sonrió dejando un beso en mi frente.-Eres una mujer increíble, Rose.

-Esos son los ojos con los que tú me ves.-dije divertida pero encantada por sus halagos. Él era así. Tan tierno y educado. Era el hombre perfecto. Pero yo no podía sacarme de la cabeza la conversación con Emmett. ¿Me habría dicho la verdad? ¿Le tendieron una trampa y por eso me dejó tirada aquella noche antes de que yo me fuera a estudiar a NY? Tenía demasiadas preguntas que necesitaban respuesta. No podía solo dejarlo estar. Tal vez mañana podría pasarme por la comisaría a ver a Charlie. Tal vez él podría sacarme de dudas.

-¿Podríamos irnos a casa?-le pregunté a mi novio disimuladamente susurrando en su oído.

-¿Estás cansada?-preguntó sorprendido.

-No.-reconocí mirándole con un puchero.-Solo quiero estar a solas. Contigo.-dije simplemente. No iba a reconocer que mi encuentro con Emmett me había dejado bastante cachonda. Vi como Demetri tragó duro y disimuladamente comenzó a despedirse de mi familia, disculpándonos.

-¿Te vas ya, zorra?-Leah se acercó divertida mientras sostenía mi ramo de rosas y yo me colocaba el abrigo.-¿Aprovechando el tiempo perdido?-alzó las cejas divertida, yo le pegué un manotazo.

-Callaté, ¿quieres?-le dije molesta.-Solo necesito estar a solas con mi novio.

-No sé qué te ha dicho Emmett.-dijo divertida.-Pero él es el que te ha puesto como una moto.-dijo riéndose. Yo la miré mal.

Sin más, nos despedimos de todos y me fui de allí con Demetri. No sin antes dedicarle una última mirada a Emmett. Él me miró de vuelta. Joder. Era demasiado sexy. Sacudí mi cabeza y me centré en Dem.

Emmett POV

Definitivamente amanecer en la comisaría no estaba entre mis planes.

Me levanté de la banca y me estiré un poco. Mi espalda me estaba matando

-Oye Charlie, ¿Cuánto tiempo más pasaré aquí?-Grité desde la celda.

Oí los pasos pesados acercándose.

-Eso lo hubieras pensando antes de romeperle la nariz a Royce.-Soltó viéndome molesto.

-¡Oh vamos, se lo merecía Charlie!-Él simplemente rodó los ojos y dió media vuelta. -¿Cuándo vas a sacarme de aquí?

-¡Hasta que pagues la fianza!-Exclamó.

Ya me estaba desesperando porque Jacob no venía con el dinero para sacarme de aquí. Volví a sentarme en la banca. Y cerré los ojos. Recordando el beso que le había dado anoche a Rose.

Eso era lo único que había valido la pena de anoche.

¡Y vaya beso! Había sido como una descarga eléctrica, como si el tiempo se hubiera detenido.

De repente escuché a Charlie acercándose así que abrí los ojos.

-Estás de suerte Mccarthy.-Resopló de mala gana.-Eres libre.

-Voy a matar a Jacob por tardar tanto.-Salí a toda prisa y me detuve en seco.

-Buenos días Emmett.-la voz de Rose me golpeó. ¡¿Qué demonios hacía ella aquí?! Vaya buena impresión le estaba dando. El segundo día que nos encontrábamos, estaba detenido en la comisaría. Al parecer, hay cosas que nunca cambian.-Gracias Charlie.-le sonrió encantadora al oficial.

-No hay de qué, linda.-sonrió.-Todo por las amigas de Bella.

-Sobre eso…-Rose hizo una pausa.

-No le diré nada.-rio Charlie.-No te preocupes.-vi como Rose suspiraba aliviada.

-Gracias, de nuevo.-sonrió y se colocó el abrigo. Luego me miró.-¿Vas a quedarte ahí?

-¿Dónde pretendes que vaya?-dije confundido. ¡Dios! Me dio una punzada en la cabeza. Ella llamó a su "chofer" que le acercó su bolso. Saco una aspirina y una botella de agua y me las dio.

-He pagado tu fianza.-dijo tranquila.-Me lo debes.-se dio de hombros.

Tomé lo que me dio. Me ayudaría con la resaca de mierda que cargaba y con el dolor muscular que me había provocado la pelea de anoche. Al menos, había ganado. Podría usar ese dinero para pagar un par de deudas que teníamos pendientes en casa. Suspiré y volví a mirarla. El destino me la había mandado para burlarse de mí. Eso seguro.

-Tengo que trabajar.-dije sin más.

-Yo también.-respondió seca.-No te quitaré mucho tiempo.

-¡Hey tío!-Jacob venía corriendo como un loco.-¡No sabes cómo ha sido llegar hasta aquí! He logrado cobrar lo de…-se detuvo cuando vio a Rose. La mandíbula le llegaba al suelo. Si no hubiera estado jodido ya de por sí, me había reído de él.-Así que los rumores son ciertos…-dijo sorprendido.

-Hola Jacob.-Lo saludó.

-Cielos, Rosalie. No sabía que habías regresado.-Balbuceó.- ¿Vienes sola? Quiero decir, ¿Leah?

-Ajá.-Rose lo vió divertida.-Ella también estará aquí por un tiempo.

Vi como al idiota de Jacob le brillaron los ojos. Aunque yo no lo culpaba me pasaba lo mismo con Rose. Al verla tan hermosa, y delicada como siempre.

Yo aclaré mi garganta. -¿Entonces?-Volví a verla.-¿Qué quieres que hagamos?

-Bueno...-Jacob por fin se dió cuenta que sobraba ahí.-Fue un gusto verte Rosalie. Saluda a Leah.-Rose sonrió y asintió.-Te veo luego Emmett.-Me guiño Jacob.

-¿Tienes hambre?-Yo parpadeé muchas veces. ¿Acaso estaba alucinando? ¿De verdad me estaba invitando a comer?

Para ser honesto mi estómago estaba rugiendo ya-¿No vas a meterte en problemas por estar conmigo?-Alcé una ceja.

Ella rodó los ojos. -Solo estoy siendo amable. No malinterpretes las cosas.

-Está bien. Acepto tu atenta invitación.

-Ok. Sígueme.-Y obedientemente hice lo que me pidió.

Y aquí estábamos en una cafetería bastante alejada del pueblo.

Mientras yo estaba arrasando con toda la comida del lugar ella siemplemente me observaba de vez en cuando mientras bebía de su jugo de naranja.

Me limpié con una servilleta.-¿Qué?

Ella negó.-Nada.

Seguro estaba juzgándome en silencio por todo lo que había comido. Pero la verdad es que no me importaba. Yo amaba comer.

-Hablé con Charlie...-Dijo de repente.

Fruncí el ceño.-Así que lo sabes.-Ella no dijo nada pero me sorprendió lo que hizo. Estaba acariciando mi cara ¿Con ternura?

-Esa pelea no fue para tanto.-Le resté importancia y ella apartó su mano. Maldije interiormente. Ya me estaba acostumbrado a su toque.

-No sobre eso.-Me corrigió.-Ya sé que eres un revoltoso.-Se dió de hombros. Y yo fruncí el ceño y ella suspiró.-Sino sobre lo que pasó aquella noche.

Ahora colocó su mano sobre la mía. Dios. Estaba disfrutando de cada roce pero no quería distraerme y perder el hilo de la conversación.

-Y…-yo hice una pausa pensando en que iba a decirle. No quería cagarla y que se fuera. Así que decidí dejarla hablar y que me contara lo que necesitase.

-Me dijiste que no pudiste llegar a donde íbamos a encontrarnos.-dijo sin más mirándome fijamente. Había intensificado su agarre en mi mano. Rose era así. Se comunicaba por el tacto. Era su manera de sentir. Y a mí no me molestaba en lo más mínimo. Eso significaba que aún sentía algo por mí, por los dos, por lo que fuimos. Yo asentí a sus palabras.

-Ya te dije.-dije sin más.-Me tendieron una trampa.-me di de hombros. Ella no dejaba de mirarme. Esas orbes azul-violeta analizándome atentamente, en alerta para detectar cualquier movimiento inapropiado.

-¿Qué tipo de trampa?-ella ya lo sabía. Pero quería oírlo de mi. Estaba dolida y quería confirmar si sus sospechas eran ciertas. Levanté mi mano y coloqué un mechón de pelo tras su oreja pasando mis dedos por su mejilla y barbilla, haciéndola suspirar. Sonreí interiormente.

-Ya lo sabes.-dije sin más.-Charlie te lo habrá enseñando en los informes.-dije seco.

-Quiero que tú me lo digas.-dijo sin más suplicante. Me recordó a la Rose de 16 años. Tan perfecta, adorable y malditamente sexy a la vez.

-Tenía que hacer una entrega en La Push antes de recogerte. Todo estaba perfectamente atado. Llegaba, entregaba el paquete, cogía el dinero y nos iríamos.-expliqué.-Pero cuando llegue, la policía estaba allí. Me detuvieron y me quedé casi una semana en el calabozo hasta que consiguieron demostrar que esa droga no era mía.-me di de hombros.

-Es imposible que estuvieran ahí.-dijo incrédula.-Alguien tuvo que dar un chivatazo.-ella misma estaba sacando sus propias conclusiones. No sería yo el que la enfrentara de nuevo a su familia. De repente, algo hizo clic en su cabeza y me miró horrorizada.

-¿Acaso...?-Sacudió la cabeza.-Imposible...-Yo solo la observé en silencio.-Y tú, ¿Por qué no me buscaste después?

-Fue una época complicada-Hice una mueca.-Mi mamá estaba sufriendo mucho con ese imbécil.-Escupí molesto recordando al maldito padrastro que tenía en esa época.-Además, mi abuelo enfermó gravemente y pues mi madre finalmente decidió dejar a ese imbécil y tuve que hacerme cargo de ella y de mi hermana.-Suspiré no pude evitar sentirme triste al recordarla.

A Rose pareció pasarle el enfado un poco y me miraba compasiva.

De repente su teléfono comenzó a sonar. Se sobresaltó y vió la pantalla, luego simplemente le dió vuelta al teléfono para que yo no lo viera. Seguro era el imbécil de su novio.

-¿No vas a contestar?-Señalé su aparato.

-No, estoy hablando contigo.-dijo sin más.-Siento lo de tu hermana, por cierto.-dijo sonriendo mientras colocaba su mano sobre la mía y dejaba un ligero apretón.

-Gracias.-le sonreí de vuelta.-Al menos nos dejó una pequeña copia de ella.-le dije. Ella me miró sorprendida.

-¿Acaso…?-se quedó en silencio. Midiendo sus palabras.

-Sí, tuvo una nena preciosa. Justo un año antes de irse.-sonreí recordando a mi sobrina.-Prácticamente la hemos criado entre mamá y yo.-me di de hombros y saqué mi móvil para mostrarle una foto.

-Es hermosa.-dijo encandilada.-Tiene tu sonrisa.-dijo sonriendo. Su teléfono volvió a sonar. Interrumpiendo la conversación.-Disculpa.

-Deberías contestar.-dije algo molesto.-No querrás preocupar a nadie.-dije sin más.

Ella me vió apenada pero me hizo caso.-Hola cariño-Me contuve a rodar los ojos.-Sí, es que estoy ocupada ahora.-Rió angelicalmente.-¿Ah sí? ¿Hablas en serio?-Al parecer esa conversación se había puesto más interesante que la nuestra y yo no iba a soportar eso así que decidí marcharme.

-Es mejor que me vaya.-Me puse de pie y ella pareció volver sí. "¿Te vas?" Gesticuló.

Yo asentí.-Gracias por la comida.-La verdad es que no me apetecía estarla viendo hablando enamorada con el idiota de su novio.

Mientras salía a la calle, ella me alcanzó.-Emmett. -Me llamó.-¿No quieres que te acerque al taller o algo?

-No gracias.-Contesté.-Iré caminando.

-No seas absurdo y deja que te lleve.-Insistió.Me quedé admirándola por un momento. Dios. Estaba tan hermosa.

-Lo que es absurdo es que lleves a un chófer contigo, cuando yo mismo me aseguré de que no tuvieras problemas al volante.-Guiñé y ella adorablemente se ruborizó. Eso era una buena señal. Aún la hacía sentir cosas, tal vez después de todo si podría tenerla conmigo una vez más.

-Eres un idiota.-respondió cuando volvió en si. Pese a eso, trato de esconderse tras sus gafas de sol para que no viera lo que habían generado mis palabras en ella. ¡Tonterías! Era inevitable. Era obvio que no podía imaginarme un futuro con ella. Ni siquiera cuando éramos adolescentes lo había hecho. Pero lo que estaba claro, es que entre los dos había una química increíble. Y, que tanto ella como yo, éramos imanes deseando estar el uno con el otro. Tarde o temprano algo acabaría pasando. Pero no sería yo el que forzara nada. Su propia presencia me valía. Era mi ángel, mi diosa personal, mi criptonita. Siempre lo había sido.-Si todo esto es porque te parece demasiado que Ben nos lleve puedo decirle que se vaya y llevarte yo misma.-dijo sin más.

-No seas así hombre.-dije divertido.-Deja que el pobre hombre haga su trabajo.-ella inevitablemente rio. Esa risa. Era un regalo del cielo.

-Venga.-insistió.-No seas obstinado ¿si?-bajó sus gafas para verme mejor.-Te acerco al taller.-antes de que dijera nada se fue entrando en el auto.-¡Me pilla de camino!-gritó mientras me daba la espalda. Era tan cabezota, siempre conseguía lo que quería conmigo. Y a mí no me molestaba en absoluto. Así que sin más me monté con ella en el coche rumbo a mi trabajo.

¡Bienvenidos al final del primer capítulo de esta nueva historia! Comenzamos este proyecto con mucha ilusión y, por supuesto, con el apoyo incondicional de mi súper co-escritora, sin quien nada de esto sería posible.

Nos emociona compartir con vosotros este viaje literario, y esperamos que os guste tanto como a nosotras. Que estas páginas os ofrezcan una pequeña escapatoria, un respiro del ritmo frenético del día a día. ¡Estamos deseando seguir subiendo capítulos y compartir la evolución de estos dos personajes que nos tienen completamente enganchadas! Gracias por acompañarnos en este camino. ¡Disfrutad mucho de la historia y de los momentos que vendrán!