Sollozando de nuevo oprimió la carta contra su pecho sintiendo que de nuevo había esperanza… ya no de regresar a lo que era, pero si Draco estaba con él, podría enfrentar lo que fuera.

Se obligó a reaccionar y a poner su cabeza en orden, tomó un baño con agua muy caliente sin lograr con esto calentar su piel; aun así, sintiéndose muy débil, sediento y con el cuerpo muy adolorido dejó el viejo hostal y emprendió el regreso a Londres.

Como en una vieja película de terror, viajó en un viejo carruaje tirado por dos caballos que alquiló a los viejos y que fue conducido por el anciano, la aldea más cercana estaba a un día de distancia y era para colmo un lugar muggle, no había red flú por ningún lado y desaparecerse, ni de broma, no tenía la fuerza suficiente; así que pernoctó en otro hostal y luego siguió su viaje hasta la próxima aldea en donde había una estación en donde pudo abordar un autobús en el que apenas le dio tiempo de esconderse cuando la luz del amanecer le alcanzó.

En cuanto bajó del autobús buscó un lugar donde pasar el día pues se sentía agotado y el cuerpo le dolía, así que se hospedo en un motel y al anochecer emprendió su viaje; tardó dos días y tres noches en regresar hasta que al fin llegó a King Cross al atardecer.

Llevaba una holgada sudadera y la capucha subida, caminaba por pura inercia con la vista fija en el suelo y con la mente fija en una sola meta, llegar a…

-¡Ah!

-Lo… lo siento… -murmuró sosteniendo a la persona con la que había chocado en el andén.

-¿Harry? -Alzó la vista y se encontró nada más y nada menos que con Ginny Weasley, quien salía de gira con las "Arpías de Holyhead" -¿¡Harry estas bien?! –preguntó al ver su rostro pálido ya sin gafas y labios azules.

-Ginny… yo… debo irme.

-¡Harry espera! –Dijo deteniéndolo de un brazo- Siento mucho lo que pasó -¿Lo que pasó?... la miró atónito ¿cómo supo ella lo que había pasado si no se lo había comentado a nadie? –No traté a Draco más que en la escuela pero imagino que era buena persona si tú llegaste a quererlo tanto.

-Espera, espera… -respondio cerrando los ojos debido a la gran jaqueca que se cargaba- No entiendo ¿de qué hablas?

Ella lo miró de una forma que no entendió.

-Harry ¿no lo sabes?

-¿Saber qué?

-Oh por Merlín… -exclamó poniéndose las manos en la boca- Harry…

-Lo siento Ginny, tengo prisa.

-¡Harry espera!

Pero Harry no esperó, se escabulló entre la gente y en cuanto pudo tomar una red flú, llegó a su casa.

-Al fin… -Susurró con un suspiro al salir a su sala encontrando todo a obscuras- ¿Draco?... Llegué, por fin llegué…

Encendió las luces para luego dirigirse a su dormitorio encontrándolo vacío.

-¿Draco?... Tal vez esté afuera… -salió de su habitación y se dirigió con paso rápido a la puerta de la calle, pero cuando estuvo a punto de abrirla, su chimenea crepitó dejando salir a Ron y a Hermione.

-¡Harry!

-¡Ron!... ¿Qué haces aquí? No puedo hablar contigo ahora, yo debo… debo ver a Draco… -exclamó intentando cubrir su rostro.

-Harry espera tenemos que hablar –dijo entonces Hermione- Ginny nos avisó de tu llegada.

-Chicos… -insistió molesto por su insistencia- Por favor, en otro momento… váyanse, necesitamos nuestro espacio.

-Harry, es que no lo sabes –respondió Ron dando un paso al frente intentando ver el rostro de Harry, quien evadía mirarlo a la cara jalando su capucha hacia abajo- Debemos hablar de Malfoy.

Solo entonces Harry levantó un poco la cara para mirarlo.

-¿De Draco?

-Sí amigo, algo… algo sucedió… -Harry sintió una terrible opresión en el pecho, tanto así que se quedó sin hablar un momento, hecho que Ron aprovechó- Hubo un ataque a su laboratorio… o más bien a su persona saliendo de su laboratorio.

-¿Qué dices? –exclamó llegando hasta él y tomándolo de los brazos- ¿Cómo está, está en San Mungo? Oh Dios, debo ir a verlo –concluyó soltándolo y dirigiéndose a la chimenea, pero entonces la mano de Ron se cerró en su hombro.

-Espera Harry, él no está en San Mungo.

-¿Entonces donde está? ¡Habla claro, por Dios!

Ron suspiró suavemente antes de decir:

-Ven, sentémonos.

-¡No quiero sentarme, habla ya, dime donde está!

-Harry… -dijo entonces Hermione acercándose y tomándolo de un brazo- Draco murió.

Harry la miró sin decir nada por unos momentos, luego sonrió y cerró los ojos negando con la cabeza por haber oído mal.

-No, ya en serio ¿Dónde está?... –dijo borrándosele la sonrisa- esto es muy grave como para andar con estúpidas bromas.

-No es una broma –dijo entonces Ron- fue hace tres días… tres hombres lo atacaron saliendo de su trabajo.

Harry lo miró de nuevo en silencio, eso no podía ser verdad, él había respondido su carta… todo era un terrible embrollo que debía aclarar ya.

-No, esto… esto está mal, si es verdad que fue atacado, déjate ya de estupideces Ron y dime de una maldita vez en donde está.

-Harry es verdad, Draco falleció –intervino Hermione con gesto angustiado al verlo en negación- cariño, le lanzaron una maldición y convaleció un par de días por lo que sabemos y…

-¿Por lo que saben? –interrumpió haciendo una mueca.

-Lucius Malfoy se lo llevó de San Mungo –respondió Ron- dijo que le daría la mejor atención y los sanadores no pudieron impedirlo, pero supimos que no sirvió de nada… hoy… hoy fue el sepelio en Malfoy Manor, pero fue privado, solo un auror estuvo ahí por la investigación abierta -Harry lo miró en silencio fijamente, solo entonces Ron tuvo la oportunidad de ver su rostro- Harry ¿Qué te pasó? Te ves muy mal, debemos ir a San Mungo –añadió tomándolo de los brazos.

Pero Harry se soltó y salió corriendo a la calle en donde el frío de la noche le golpeó el rostro.

Cuando llegó a Malfoy Manor, miró la imponente reja de hierro forjado y comenzó a golpear con el aldabón una y otra vez por lo que le pareció una eternidad hasta que un elfo domestico se apareció por fin.

-Buenas noches señor, la familia Malfoy no puede recibir a nadie esta noche.

-Me importa una mierda, quiero hablar con Lucius Malfoy –respondio sujetando los barrotes con ambas manos.

-Lo lamento señor, el amo no puede recibir a nadie, pero le daré su mensaje.

-¡Lucius Malfoy!... ¡abra la puerta, quiero ver a Draco!

-¡Señor por favor!

-¡Lucius Malfoy no me iré de aquí hasta ver a Draco! ¡Draco, Draco estoy aquí!

-¡El amo se enfadará, ha dado una orden, váyase por favor! –suplicó el elfo.

-¡¿Draco puedes oírme!? ¡Te sacaré de aquí! ¡No me iré sin ti, no me iré sin ti!

-¡Señor váyase, no será recibido!

-¡Draco! –Continuó gritando con todas sus fuerzas sin ningún resultado, entonces sacó su varita y se aplicó un Sonorus con el cual su voz resonó por los solitarios jardines de Malfoy Manor- ¡Draco he venido por ti, te sacaré de aquí!

-¡Señor retírese por favor!

-Esta bien Dembry –Dijo entonces Lucius Malfoy atrás del elfo, haciéndolo girarse asustado- retírate, yo atenderé al señor Potter.

-Sí amo.

Harry desactivó su hechizo y se pescó de nuevo a la reja.

-Señor Malfoy, sino me deja ver a Draco levantaré una acusación por secuestro.

-¿Amenazándome por secuestrar a mi hijo? –respondio alzando una ceja.

-Sí y le advierto que no me iré sin hablar con él, así tenga que gritar aquí toda la noche.

Lucius lo miró en silencio, si notó su mal semblante no dijo nada al respecto, entonces suspirando y apretando los labios asintió.

-De acuerdo, lo verás.

Harry exhaló un suspiro de alivio soltando las rejas, éstas se abrieron dejándolo pasar; Lucius lo miró pasar y tomándolo de un brazo desaparecieron de ahí.

Cuando sus pies pisaron suelo firme, hizo un verdadero esfuerzo para no caer al suelo debido a su debilidad, entonces alzó la vista esperando estar en la habitación de Draco, pero lo que vio en cambio lo desconcertó por completo… estaba en una amplia estancia con piso y paredes de mármol blanco y amplios ventanales, había columnas de brillante madera de un metro de altura sosteniendo jarrones con rosas rojas contrastando con la blancura del lugar.

-¿Qué es esto? –Dijo mirando a Lucius con enojo- Dijo que me llevaría con Draco.

-Y eso hice Potter… ahí está –respondió señalando la pared.

Solo entonces Harry prestó más atención al lugar y vio que la pared que Lucius señalaba eran placas de acero con grabados en ellas, sin entender se acercó para mirar viendo el nombre de Draco y unas fechas en ella, entonces se giró para encarar a Lucius.

-No entiendo… ¿Dónde está Draco?

-Sí entiendes, pero no quieres aceptarlo –respondio sin moverse de su lugar- Pero es muy claro.

-No, no… yo… -dijo cerrando los ojos, molesto por la luz que provocaba que su jaqueca se multiplicara por dos- Ron me dijo que Draco fue atacado, que estuvo en San Mungo pero que usted lo sacó de ahí, bien ¿Dónde está? Quiero hablar con él –concluyó mirándolo fijamente.

Lucius lo miró quedándose de nuevo en silencio, detestaba esa presencia ahí pero incluso él mismo no terminaba de comprender todo ese asunto infernal, así que solo dijo:

-Mi hijo no hablará contigo.

-Ya le dije qué…

-Mi hijo está muerto Potter –interrumpió tratando de controlar su voz y el cúmulo de sentimientos que amenazaban con romper su careta.

-No, no es verdad, usted solo quiere…

-¡Ahí está su maldita lápida! –Interrumpió señalando de nuevo la pared detrás de Harry- su cuerpo está ahí y si esperas que abra su ataúd para que puedas comprobarlo, ya puedes irte yendo al infierno –concluyó con amargura.

Harry lo miró en silencio, con esas palabras entrando en su cabeza como si fuera la primera vez que las escuchaba… quiso hablar pero el dolor en su corazón y la opresión en su pecho le robaban las palabras, por lo que solo miró a Lucius con expresión suplicante y confundida.

-Yo… -dijo entonces mojándose los labios resecos, como buscando palabras, pero en lugar de ello, solo pudo emitir un sollozo.

-Fue atacado saliendo de ese maldito trabajo… cuando me enteré fui a San Mungo y los sanadores no podían hacer más, así que lo trasladé aquí y mande traer a los mejores de Gran Bretaña… fue inútil, su vida se fue apagando momento a momento.

-No… -dijo entonces sujetándose las manos contra el pecho, viendo a Lucius con vista borrosa, empequeñeciéndose a los ojos del patriarca de la familia- Es un error… él no puede estar muerto, no puede…

-Pues lo está –respondió admirándose él mismo de no quebrarse ante Harry Potter- Mi hijo murió y está enterrado aquí, en su hogar, de donde nunca debió salir.

Harry no escuchó lo ultimo o si lo hizo no dijo nada al respecto, solo fue bajando la mirada al piso hasta caer en cuenta de que gotas rojas caían a sus pies, entonces se tocó una mejilla dándose cuenta de que esas gotas sangrientas eran sus lagrimas.

Se giró a mirar la lápida y se acercó con pasos lentos, puso su mano en la fría tapa mirando las letras grabadas en ella.

-No… tú no puedes estar ahí… en ese frio lugar… dijiste… dijiste que me esperarías… no, tú no estás muerto… -dijo poniendo ambas manos en la lápida, manchando con sus lágrimas la placa impoluta.

Pero entonces cerró la boca y apretó los labios y los puños… si iba a quebrarse no iba a ser delante de Lucius Malfoy, por lo que sintiendo que moría de nuevo por segunda vez, se giró y comenzó a caminar hacia la puerta arrastrando los pies y la cabeza gacha pasando junto a Lucius sin decir nada.

Pero cuando abrió la puerta de cerezo, Lucius dijo:

-Se resistía… se negaba a dejarse vencer, solo… solo por estar esperándote –Dijo odiando tener que revelar la lucha de su hijo ante una muerte inminente- Pero su cuerpo no pudo más y me hizo prometer que te daría un mensaje cuando llegaras, algo que solo hago porque se lo prometí a mi hijo.

Cuando llegó a su casa permaneció de pie en la sala, con la vista clavada en el suelo, como un maniquí; entonces Ron y Hermione salieron de la cocina, ambos habían permanecido ahí seguros de que regresaría.

-Harry… -dijo Ron deteniéndose a unos pasos.

El y Hermione permanecieron en silencio, deseando saber que había ocurrido en Malfoy Manor, si Harry había logrado entrar o qué.

-Amigo…

-¿Por qué? –Interrumpió Harry sin moverse ni alzar la cabeza.

-¿Cómo?

-¿Por qué no me avisaste?

-El jefe intentó comunicarse contigo pero no hubo respuesta… Harry ¿entraste a Malfoy Manor?

-¿Porqué no me avisaste?

-No hubo manera, mi patronus no es tan fuerte como el tuyo, no hubiese podido pasar el cerco mágico y las lechuzas… bueno, se perdían en esa zona y terminaban regresando al cuartel.

-Es verdad que incluso las lechuzas se desorientan con ese cerco mágico que había –dijo Harry aun con la cabeza gacha- pero mi lechuza, Ron… mi propia lechuza por ser de mi propiedad si podía encontrarme estuviese en donde estuviese… tú lo sabes.

-Harry…

-¿Por qué no la enviaste?

-Lo lamento, no se me ocurrió.

-¿En serio? –dijo moviendo su cabeza en su dirección pero sin levantar la cara.

-Harry, todo fue tan repentino –intervino Hermione dando unos pasos en su dirección pero sin tocarlo- el ataque, la investigación… no tuvimos cabeza para enviar tu lechuza a buscarte.

-¿No tuvimos? –Repitió sin mirarla- Pero tú no eres auror ¿cómo es que tú, siendo tan inteligente no pensaste en enviar mi lechuza?

-Lo lamento –musitó estrujándose las manos- perdón Harry, no lo pensé.

-Harry, amigo… lo siento, no se me ocurrió.

-¿¡No se te ocurrió o no quisiste?! –gritó girando tan rápido y tomándolo del cuello que los ojos de sus dos amigos no pudieron captarlo.

-¡Harry! –gritó Hermione al ver a Harry levantar del suelo con una sola mano a Ron, quien solo atinaba a sujetarse del antebrazo de Harry y patalear desesperado ante la falta de aire.

-Tú nunca lo aceptaste… -dijo hablando entre dientes, sin soltarlo- si realmente fueses mi amigo, me hubieras avisado de un modo o de otro y entonces yo… yo hubiese llegado a tiempo.

-¡Ha-Harry! –balbuceó viendo los ojos de su amigo de un color rojo brillante aterrador.

-¡Harry suéltalo! –gritó Hermione tomándole el brazo, pero Harry dejó escapar su magia lanzándola por los aires a un par de metros.

-No sabes lo que me hiciste Ron –dijo con gran amargura- pude haberlo salvado… yo pude… -pero su voz se quebró y se dio cuenta de que ya no valía de nada reclamarle a Ron, así que lo soltó y éste cayó al suelo tosiendo y sujetándose el cuello; Harry caminó hasta la habitación que había compartido con Draco durante casi tres años y salió de ahí un par de minutos después encontrando a Ron y a Hermione aun en el suelo, pero ya juntos y tratando de calmarse mutuamente, pero al verlo aparecer se quedaron mirándolo sin poder decir nada; él solo camino a la puerta y sin siquiera mirarlos salió de ahí… Nunca más lo volvieron a ver.