Con su nueva vida por delante, dispuso de todo el tiempo y nuevas habilidades para buscar a los atacantes de Draco y lo que no pudo o no quiso hacer el departamento de aurores, él lo hizo sin ayuda de nadie… capturó a los tres hombres responsables de la muerte de Draco y no solo eso, hizo algo más que nunca en su vida mortal hubiese hecho de ninguna forma.

-Y bueno, aquí estamos… -dijo Harry, recargado en el marco de piedra de una ventana en una de las torres sin techo del castillo Dunluce, en Irlanda del Norte, al tiempo que se giraba para mirar a las personas que se encontraban en tres grandes jaulas de hierro, cerradas con grandes candados, y luego fijar su vista en otras tres jaulas más pequeñas, pero éstas se hallaban colgadas de un trozo de techo, como si fueran canarios y dentro de éstas, había un hombre en cada una, sentados y tomando los barrotes de las jaulas con sus manos, mirando con terror y desesperación a aquel hombre cuya capucha de su chaqueta se hallaba en su cabeza impidiéndole ver claramente su rostro pocamente iluminado por las antorchas en la pared.

-Michael Duffin –continuó Harry mirando a un hombre de treinta años que lo miraba con el sollozo atorado en la garganta- Walter Johnson –dijo dirigiendo sus ojos a otro hombre, éste más joven- y por ultimo tenemos a Gregory Heard… -este ultimo de cincuenta años.

-Por favor… -dijo quedamente Gregory, sujetando con desesperación los barrotes de su pequeña prisión- No sé qué te hicimos… pero por favor deja ir a nuestras familias.

Harry miró las tres jaulas que estaban en el suelo y que aprisionaban a trece personas y luego miró a Gregory.

-No lo haré y definitivamente nadie va a salir con vida de aquí.

Al decir eso, varios gritos contenidos y sollozos escaparon de las jaulas grandes, pero Harry hablaba con tanta serenidad que los tres hombres colgados en sus jaulas dudaron por un momento que eso fuera a suceder… tal vez lograran dialogar con aquel hombre extraño que los había secuestrado y llevado a aquel castillo abandonado junto al mar.

-Bueno, como dijo Jack "el destripador"… -continuó Harry charlando como si nada- Vayamos por partes.

-¿¡Quién eres y por qué nos tienes aquí?! –exclamó Walter, el hombre de veinticinco años.

-Tal vez si te callaras y me dejaras continuar… debes saber que no estoy de muy buen humor, no he comido en semanas… bueno si, si me he alimentado, pero solo de liebres y ciervos como si yo fuera un simple perro salvaje… pero eso hoy va a cambiar.

-Por favor –dijo Michael- No sé qué te pasó, pero por favor dialoguemos, lleguemos a un acuerdo, no le diremos nada a los aurores si solo nos dejas ir.

Harry exhaló un suspiro mientras cerraba los ojos y se masajeaba las sienes… tenía una fuerte jaqueca que le había durado semanas y su humor era como una tormenta que podía amainar o arrasar todo en minutos.

-Ustedes tres… -dijo bajando su capucha y continuando su masaje en las sienes.

-Por Merlín… -susurró Walter sintiendo si acaso era posible, más miedo del que ya sentía- eres Harry Potter.

Michael y Gregory lo miraron incrédulos y luego vieron al hombre que suspiraba y bajaba sus manos.

-Dios… -musitó Gregory dándose cuenta de golpe de que iba tratando aquel asunto.

Sabían bien quien era Harry, no solo por ser el "Niño que vivió" y el "Salvador del mundo mágico" sino por saber lo que todo el mundo sabía… que era la pareja amorosa de Draco Malfoy, hecho más que comprobado por haberlo vigilado durante semanas para llevar a cabo su "venganza" contra aquel mortífago, pero había algo más… ese Harry Potter no era el mismo que vieron en compañía de Draco un sinfín de veces… o sí lo era, pero era distinto, había algo que no alcanzaban a discernir.

-Escucha… -dijo entonces Gregory- No sé qué te hayan contado por ahí pero… pero esto es un error…

-No hay error en esto –respondio Harry- Mi Legeremancia es mejor que nunca y sé que fueron ustedes los responsables de la muerte de Draco Malfoy.

-¿Y qué pretendes hacer con nuestras familias? –Preguntó entonces Walter con voz desesperada- ¡Mi hijo tiene tan solo tres años! ¿¡Que pretendes reteniéndolo aquí?!

-Díganme… -dijo Harry dando pasos lentos- ¿Quién de ustedes fue el que ideó todo?

Los tres hombres se miraron entre sí e inmediatamente Walter y Michael señalaron a Gregory.

-El fue –dijo Michael con la esperanza de salvar a su familia y a él mismo- Gregory fue el que nos propuso asesinar a Draco Malfoy.

-¡Maldito mentiroso, no es verdad!

-¡Es cierto! -exclamó entonces Walter- ¡Sí no hubiera escuchado tu estúpido plan, no estaríamos aquí!

-¿Y qué pretendes entonces? –exclamó Gregory exaltado viendo a Harry- ¿llamar a los aurores? ¡Entonces hazlo y acaba con este maldito juego!

Harry sonrió y ese pequeño gesto hizo estremecer a los hombres.

-¿Aurores? –repitió entonces- ¿Y para qué querría yo llamar a los aurores?... de hecho yo era uno… pero ya no más.

-De acuerdo –dijo Walter intentando razonar de algún modo- esto es venganza y lo entiendo… pero ¿nuestras familias que tienen que ver?... son inocentes, más los niños… hay seis niños aquí ¿Qué piensas hacer con ellos?

Harry miró a su alrededor antes de responder, tomándose su tiempo para desesperación de todos.

-Este castillo está abandonado, solo viene turismo en ciertas épocas del año y esta no es una de ellas, pero incluso si lo fuera, puse un hechizo en donde nadie puede acercarse… ni mago ni muggle, siéntanse libres de gritar todo lo que quieran damas y caballeros, nadie nos interrumpirá.

-¡Responde! –gritó Walter exasperado.

Harry lo miró como si le prestara atención por primera vez, con una calma y aparente paz desesperante para todos.

-¿Que qué pretendo? –dijo entonces acercándose a la jaula con paso lento hasta detenerse justo enfrente de ella- pretendo llevarlos a la locura provocada por el dolor y desesperación… pretendo alimentar mi odio y saciar mi sed de venganza con sus lágrimas… convertir sus lamentos en música para mis oídos… que deseen arrancarse el corazón para no sentir tanto dolor… eso, mi querido amigo, es lo que pretendo.

Los llantos de las mujeres y niños abrazados a ellas se dejaron oír al escuchar las palabras de Harry.

-Mi familia… -dijo Walter aferrado a los barrotes- ellos no tienen culpa de nada… mi esposa, mi hijo… ¡el solo tiene tres años, por Dios!

-¿Y acaso crees que me importa?... el buen corazón que alguna vez tuve fue asesinado junto con Draco Malfoy.

-Es-escucha… -dijo entonces Gregory- aquí me tienes… ¿para qué secuestrar a mi esposa, mis dos hijas, a mi yerno y a mis dos nietos?... como dijo Walter, son inocentes…

Harry sonrió y miró entonces a Michael, que se había quedado en silencio.

-¿Y tú?... ¿no vas a suplicar por tu familia?

Michael miró la jaula que contenía a su familia, su esposa, su madre, sus gemelos de diez años y su hija de cinco lo miraban llorando de terror.

-Sí quieres… -dijo entonces con voz trémula, percibiendo que Harry ya no era más el mago bonachón que salvó el mundo mágico, sino algo siniestro que helaba el cuerpo- puedo suicidarme como tú quieras… arrojarme del acantilado, cortarme el cuello, lo que tú desees… pero por favor, deja libre a mi familia.

Harry comenzó a reír con ganas para luego decir con una sonrisa bailándole en los labios:

-Interesante… ¿Quién da más?

-Por piedad… -dijo entonces una mujer de una de las jaulas- deja ir a mis hijos, ellos no te han hecho nada.

Harry se volvió y vio que quien había hablado era la esposa de Michael, quien abrazaba a su hija de cinco años mientras su suegra abrazaba a los gemelos… y lo deseó… en verdad deseó sentir esa piedad a la que tanto apelaban… pero sin sorpresa vio que no sentía nada.

-Tú… -dijo entonces girándose y señalando a Gregory- fuiste tú quien ideó todo, eso no los hace menos culpables, se los aclaro –añadió señalando a los otros dos- pero por ser tú quien dio inicio a esta tragedia que nos afecta a todos, serás el primero al que le arranque el corazón… pero no de forma física –añadió al oír los gritos de la familia de Gregory- haré que desees arrancarte la piel y escapar de tu propio cuerpo… te haré llorar y gritar de desesperación como tú me hiciste gritar a mí.

-¿Qué vas a hacer? –Exclamó Gregory al verlo caminar hacia una de las jaulas- ¡¿Qué vas a hacer?!

Harry no respondió, lo que hizo fue abrir la jaula y tomar del brazo a la hija mayor y madre de los dos niños que había ahí; los demás familiares intentaron defenderla pero la fuerza mágica de Harry los inmovilizó sin que siquiera sacara su varita.

-¡No, no, déjala, maldito déjala! –gritó Gregory sacudiendo los barrotes de su jaula.

Harry caminó con ella hasta el centro de la amplia habitación.

-Mi última misión salió mal –comenzó a decir Harry como si fuese una plática casual- me enfrenté a un nido de vampiros y perdí… ya no soy humano, al menos no uno normal… ahora me alimento de sangre y a pesar de que llevo semanas convertido en… esto –añadió con resignación- la única sangre que he probado ha sido de animales ¿y saben por qué?... porque me juré a mi mismo que la primera sangre humana que bebería sería la de uno de ustedes, pero eso no tendría chiste, haría las cosas muy aburridas… esto es mejor.

-¡Por piedad, déjala! –Gritaba Gregory sacudiendo los barrotes desesperado- ¡Toma mi vida pero no la lastimes!

-En verdad tengo sed –continuó mirando a la chica, que lloraba mientras tironeaba su brazo intentando soltarse.

-¡Suéltame, suéltame!

Harry la tomó del cuello y sin más lo expuso para clavar sus colmillos.

-¡No! –gritó Gregory y su familia al ver a la chica luchar sin ningún resultado- ¡No, no, suéltala!

Cuando el primer sorbo de sangre humana resbaló por su garganta, sintió muchas cosas y una de ellas era la paz que transmitía ese liquido caliente llenando su boca y revitalizando su cuerpo, esa sensación de que todo estaba bien… ¡ah era tan apacible!... nada importaba en esos momentos, ni la lucha de la chica, ni los gritos de horror y miedo que todos lanzaban, nada… solo esa sangre deliciosa saciando su sed y su hambre… nada que ver con la sangre de los ciervos, nada que ver… Pero era nuevo en esos menesteres y sin querer apretó de más rompiéndole el cuello a la chica- demonios… -Masculló viendo su error y dejándola caer al suelo mientras se limpiaba los labios con su manga.

Gregory quedó mudo y con los ojos muy abiertos viendo a su hija muerta en el suelo.

-Aun no sé medir mis fuerzas.

-Maldito… maldito… ¡Maldito! –gritó llorando a todo pulmón.

Harry solo sonrió y fue de nuevo a las jaulas, pero esta vez a la de la familia de Michael.

-¡No, no, no!

-¿Quién quieres que se vaya primero? –pregunto señalando a los prisioneros, que solo atinaban a apiñarse y abrazarse entre sí.

-¡Por piedad Potter! ¡Haré lo que quieras! ¡Perdón por lo que hice! ¡No los lastimes!

Harry no preguntó de nuevo, esta vez sacó a la madre de Michael e hizo lo mismo haciéndolo gritar de desesperación; luego, para horror de Walter, lo vio ir a la jaula de su familia, ahí solo estaban su esposa y su pequeño hijo de tres años.

-¡Solo es un niño… solo es un niño! –Sollozó derrumbado en la jaula- ¡por lo que más quieras… no les hagas daño!

-Lo que más quería ustedes lo mataron –respondio recargado en la jaula.

-¡Perdón!... ¡perdón!...

Harry ya no dijo nada, lo que hizo fue abrir la jaula y para espanto y horror de todos, arrancó al niño de brazos de su madre y con él en brazos se situó en medio de la habitación, pero en esta ocasión solo le pasó la mano por el rostro al pequeño para adormecerlo, en medio de su locura no iba a hacer sufrir al niño, sin embargo tampoco se contuvo de clavar sus colmillos en el suave cuello y beber su sangre… Michael quedó pasmado viendo la escena sin poder hacer nada, luego el pequeño cuerpo fue a dar con los otros dos que estaban en el suelo.

-¿Y bien? –Dijo con su sed más que satisfecha- ¿ya desean escapar de su propia piel para huir del dolor?

Nadie dijo nada, solo sollozos se oían en el lugar.

La fiesta sangrienta de Harry duró tres días o más bien, tres noches, beber tanta sangre no era posible, así que fue dosificando a sus víctimas hasta exterminarlas a todas y aun así llegó a sentirse mal por el exceso de sangre, al parecer había muchas cosas que tenía que aprender de su nuevo estado; pero eso no impidió terminar una a una con la vida de todos sus prisioneros dejando a los tres hombres mirar todo.

-Siempre cargaré con estas muertes –dijo Harry habiendo asesinado al último de los prisioneros de las jaulas grandes- pero eso ya es asunto mío… sepan que la desgracia que cayó sobre sus familias, fue culpa de ustedes… su sangre también está en sus manos.

Y a continuación hizo una pira con todos los cuerpos y con un hechizo encendió el fuego, fuego que se alzó como queriendo alcanzar el cielo, luego los cerrojos de las jaulas se abrieron a un gesto suyo.

-Son libres… hagan lo que quieran, pueden saltar al acantilado o irse a formar otra linda familia, bye.

Se fue de ese lugar sin siquiera dar una última mirada, no supo que lo que único que atinaron a hacer aquellos hombres, fue lanzarse al acantilado, uno a uno.

Lo siguiente que hizo fue buscar a los vampiros sobrevivientes de su fatídico ataque, ahí se tomó su tiempo pues lo tenía de sobra, además eran más hábiles y experimentados que él, pero a fin de cuentas no por nada era "El niño que vivió" y uno a uno los cazó; finalmente su cruzada personal terminó y por fin pudo detenerse a lamer sus heridas, pero eso solo fue para retomar otro asunto que debía llevar a cabo.

Un año, dos, tres… treinta, cuarenta… y así sucesivamente hasta llegar a un siglo de vida como vampiro… ¿cómo había podido vivir tanto?

-Vivir no… -se corrigió sentado en su sofá, frente a la ventana en su castillo en los Cárpatos- Más bien sobrevivir…

Y dio una calada a su cigarrillo recordando que era aquello que le había permitido vivir ese siglo sin haberse lanzado al sol desde hacia docenas de años…

"cuando abrió la puerta de cerezo para salir del mausoleo, Lucius dijo:

-Se resistía… se negaba a dejarse vencer, solo… solo por estar esperándote –Dijo odiando tener que revelar la lucha de su hijo ante una muerte inminente- Pero su cuerpo no pudo más y me hizo prometer que te daría un mensaje cuando llegaras, algo que sólo hago porque se lo prometí a mi hijo.

Harry se giró para verlo.

-Lo intenté… -dijo Lucius con voz gélida, repitiendo las palabras de su hijo moribundo- pero ya no pude esperarte, no al menos en esta vida… pero si hay otra, búscame… búscame que siempre te estaré esperando"

Harry solo contuvo otro sollozo y salió de ahí.