A la noche siguiente, se miraba al espejo sintiéndose nervioso mientras examinaba su ropa, llevaba una gruesa chamarra sobre la camiseta, no porque realmente sintiera mucho frio, sino porque sería extraño que no lo sintiera dado la nieve que caía; pantalones de lana y gruesas botas.

-Te ves bien –dijo Dante recargado en el marco de la puerta- nos alimentamos ayer, así que tienes mejillas sonrosadas.

-Gracias.

-Y bien ¿Cuál es el plan?

-No sé cuanto tarde en venir –dijo pasando sus dedos entre su cabello sin prestarle mucha atención a su pregunta- escucha Dante… -añadió girándose para verlo y caminando hacia él- si te impacientas, recuerda que no estás obligado a esperarme.

-Ya lo sé –respondio sonriendo cuando Harry le puso las manos sobre los hombros- Pero ya te dije, me gustaría conocerlo.

-Decidas lo que decidas, cuenta conmigo… y ahora me voy –concluyó dándole un beso en los labios y saliendo por la puerta.

-Suerte.

Después de rezar las completas, Dragos se santiguó y se levantó de su reclinatorio para disponerse a dormir pues ya habían dado las 7:00 pm, entonces unos toquidos en su puerta lo sorprendieron pues era inusual que alguien llamara a esa hora, así que fue a abrir.

-Buenas noches hermano Dragos –saludó un hombre anciano, como de unos ochenta años aproximadamente.

-Padre Prior… buenas noches –respondió sorprendido no solo de tener al superior de la cartuja en su puerta, sino de estar acompañado de un hombre que no pertenecía a ella.

-Quiero presentarte al hermano Harry, viene a conocer la espiritualidad de nuestra orden, quiero que lo ayudes a entender lo que sea necesario, pasará aquí un tiempo, acomódalo en la celda que está a un lado de la tuya y proporciónale lo que necesite.

-Lo que usted ordene padre Prior ¿Qué necesita que haga? –respondió con prontitud, disimulando su confusión.

-Habla con él, quedas dispensado de rezar los maitines, por el día él estará confinado en su celda leyendo libros que yo considero necesarios, así que solo estará libre por las noches, horario en el que tú debes estar con él respondiendo todas sus dudas.

Más que sorprendido, Dragos estaba perplejo y Harry pudo darse cuenta.

-Yo… claro Padre Prior, pero… ¿Cuántas noches no rezaré los maitines?

-Las que sean necesarias, pero no te preocupes, la labor que te encomiendo también es muy importante.

-Sí Padre Prior, por supuesto ¿será en la biblioteca?

-No hermano, será en tu celda o en la suya, no importa y te pediré que sacrifiques un poco de tu descanso nocturno.

-Oh… sí, claro.

-Bien hermano Harry, lo dejo en buenas manos –concluyó el anciano alejándose de ahí.

Harry había utilizado un Imperius con el anciano, el cual se fue dejándolos solos en medio de un silencio incómodo.

-Bueno, ya lo dijo el Padre Prior, soy Harry –dijo extendiéndole la mano.

-Y yo soy el hermano Dragos –dijo respondiendo el gesto- por lo pronto vamos a acomodarlo en su celda, permítame tomar las llaves.

Harry lo vio entrar a la celda y salir segundos después con una lámpara de aceite en la mano.

-Puedes hablarme de "tú" somos jóvenes, eso claro sino te molesta.

Dragos no respondió al momento, la verdad es que estaba descolocado, primero no reconoció a Harry en el hombre con el que había tropezado; segundo, es que desde que él estaba en la cartuja solo una persona había llegado para saber más de su espiritualidad y había sido atendido por el Padre Prior, nunca le habían encomendado otra tarea más que la de alimentarlo y el huésped solo había permanecido una semana, mucho menos dispensarlo de las oraciones de la noche, sin embargo si el Padre Prior se lo ordenaba, él estaba obligado obedecer sin chistar, pero eso no evitaba que lo hiciera sentir incómodo, hacía años que no convivía con un extraño de forma tan cercana, como el tenerlo en su propia celda, sin embargo se obligó a responder con cortesía.

-No hay problema hermano Harry.

Harry lo siguió el corto camino a la celda contigua sintiéndose nervioso y sin saber que decir.

-Eee… ¿cómo es que tú tienes las llaves?

-Tengo todas las llaves de esta sección del monasterio, por mantenimiento, solo el padre Razvan y yo habitamos este sector, su celda esta al final del pasillo.

Se detuvieron y Dragos abrió la puerta de madera y entró seguido de Harry, ya ahí encendió otra lámpara y se volvió diciendo:

-Voy a la ropería por la ropa de cama.

-Claro, aquí te espero.

Dragos volvió diez minutos después con un par de mantas y una almohada.

-Ya es hora de dormir –dijo Dragos- Cuándo sea hora de los maitines regresaré ¿de acuerdo? Son a las 11:30 pm.

-Claro, claro –respondio presuroso, dándose cuenta de que estaba sobre excitado, no en el aspecto sexual, sino emocionalmente, se sentía torpe y no sabía que decir, ver al hermano Dragos frente a él hacía que quisiera trepar por las paredes de pura emoción.

Cuando el monje se fue, Harry se puso las manos en la boca… ese hombre era Draco, cada vez estaba más seguro, su cara, sus modos, su caminar, incluso su mirada aunque la actitud fuera muy distinta, no había nada que ver esta persona con el chico arrogante que alguna vez conoció en Hogwarts; ya eran casi 7:30 pm y sabía que era la hora de acostarse de los cartujos, realmente tenía muchas dudas y debía esperar un par de horas, así que sin más se puso a acomodar las mantas en la cama que en si era una cama muy sencilla sin colchón, solo una base de madera y había también un hábito blanco.

-Oh Draco… muero por conocerte otra vez –musitó abriendo la ventana y respirando el aire helado.

La campana sonó a las 11:25 pm haciendo a Harry ir comprendiendo el horario, así los religiosos estarían listos para sus oraciones, por lo que mirando su reloj se dispuso a esperar; pero después de veinte minutos, ya caminaba de un lado para otro conteniéndose de ir a tocar la puerta de al lado, preguntándose molesto el porqué todavía no había sido visitado.

-Ok… -exclamó exhalando un suspiro mientras se frotaba las manos sin dejar de caminar- esperaré diez minutos más, sino viene iré a su celda.

Pero cuando pasaron diez minutos y nada, caminó hasta la puerta y tomó la perilla, pero al estar a punto de girarla, unos suaves golpes se dejaron oír, espero unos momentos para abrir.

-Soy yo hermano Harry, puedes venir a mi celda.

Harry solo asintió y lo siguió a la celda de al lado.

-Yo… -dijo cerrando tras de sí- pensé que irías a las 11:30, con lo que dijo el Padre Prior eso fue lo que entendí.

-Sí, él dijo que estaba dispensado de los maitines, pero los maitines son a las 11:45, tenemos quince minutos de oración personal.

-¡Oh! ya veo –dijo de pie en medio de la celda en tanto el hermano Dragos se sentaba en su cama.

-Puedes tomar asiento –señaló la silla.

-Perdón, estoy nervioso –respondio tomando la silla, mirando el rostro que tenía frente a sí.

El hombre en el que veía a Draco tenía el cabello muy corto, casi a rape, pero era evidente que era rubio pues su capucha estaba bajada, su rostro, sus ojos grises…

-Dragos… -dijo entonces sin dejar de mirarlo- variante de "Dragomir" que significa "precioso"

Dragos se removió en su asiento sintiéndose incómodo por la forma en que ese hombre había dicho aquello.

-Sé la etimología de mi nombre –dijo entonces- y bueno ¿Por qué estás aquí?

-Busco al amor de mi vida.

-¿Cómo?

-A Dios claro, busco ser mejor persona.

-Creo que ese no es buen motivo en realidad.

-¿Por qué lo dices?

-No estamos aquí para ser mejores personas, sino para agradar a Dios… todo eso conlleva ser mejor persona obviamente pero nos motiva ser mejores para Él, no para nosotros mismos.

-Claro, claro… ¿puedo saber más de ti?

-¿De mí? –repitió extrañado.

-Sí, es decir… como llegaste aquí, que te atrajo de esta vida… -Dragos se quedó en silencio un momento, era cierto que el Padre Prior le había encomendado a este hombre, pero no pensó que eso incluyera hablarle de sí mismo, sin embargo terminó concluyendo que si, pues tal vez eso resolviera dudas de esta persona- ¿Cuál es tu nombre completo? –preguntó fascinado de poder estar hablando con él sin ninguna prisa ni a escondidas.

-Me llamo Dragos Petrescu.

-¿Qué edad tienes?

-Veintiséis.

-¿En serio? –preguntó sonriendo.

-Sí.

-Es increíble, es el destino.

-¿Por qué?

-Yo también tengo veintiséis.

-Ah…

-¿Cómo es que llegaste aquí?

-Bueno, de hecho yo no vivía muy lejos de aquí, mis padres vivían en una cabaña a unos kilómetros, mi padre se ocupaba de llevar y traer cosas que los monjes del monasterio necesitaban, todo a cambio de un pago y víveres, yo comencé a acompañarlo y a ayudar a los monjes con el mantenimiento, entonces comencé a conocer su espiritualidad y estilo de vida y me gustaba mucho.

-Así que decidiste entrar.

-No precisamente, mis padres murieron en un accidente, hubo un deslave y nuestra casa quedó sepultada bajo un alud de tierra y nieve… yo estaba aquí ocupándome de algunas cosas y pues… era hijo único, así que solo quedé yo.

-Lo siento mucho.

-Gracias.

-¿Entonces así fue como viniste aquí?

-Sí, el Padre Prior me dejó quedarme aquí a cambio de trabajo y alimento, pero con el tiempo sentí mi llamado espiritual y fue así como llegué a ser hermano converso.

-¿Hermano qué?

-Hay dos clases de monjes, los padres cartujos, que reciben la ordenación sacerdotal y los hermanos cartujos, que no la reciben; Dentro de los hermanos, pueden ser hermanos conversos, que hacen la profesión de votos igual que los padres, y los hermanos donados, que no hacen votos solemnes de por vida.

-¿O sea que no eres sacerdote?

-No, no lo soy –respondio haciendo a Harry esbozar una pequeña sonrisa- Pero a diferencia de un hermano donado, yo tengo votos solemnes de por vida –Y la sonrisa de Harry desapareció.

-Ah… vaya… así que has estado toda tu vida aquí.

-Sí, aquí hice mi curso vocacional, mi noviciado y mi profesión de votos.

-Y bueno ¿Por qué no eres sacerdote?

Ante esa pregunta Dragos sonrió, pues hace años, el Padre Prior le había preguntado lo mismo.

-Los hermanos conversos son un cuerpo religioso bajo estricta disciplina monástica encargado de cubrir la necesidad de mano de obra de las abadías en tareas agrícolas, granjas, construcción y mantenimiento de los edificios para permitir a los monjes centrarse en sus actividades espirituales y litúrgicas… me gusta la vida religiosa, pero también me gusta servir a Dios ayudando a los Padres a vivir su vida de claustro… si el término se te hace más familiar, soy un simple hermano lego.

-Los únicos legos que conozco, son los juegos de armar –respondio Harry sonriendo- Ok no –dijo al ver a Dragos mirarlo confuso- ¿Y piensas ser sacerdote algún día? -Dragos lo miró resistiéndose a hablar, esa la consideraba una pregunta muy personal, además hablar de sus cosas era algo a lo que no estaba muy acostumbrado, pues a pesar de participar en las convivencias semanales con los demás miembros de la orden, no solía compartir asuntos personales- ¿pregunta indiscreta? –dijo Harry percibiéndolo- Sí es así, discúlpame, no era mi intención ser invasivo, es solo que ardo en deseos de saber de ti, es decir, de tu vida, de tus experiencias, que fue lo que te inclinó a elegir esta vida… ¿Por qué no saliste de aquí?... es decir, ir a vivir al pueblo, estudiar algo, no sé… si no quieres hablar de eso, está bien, y si de nuevo soy entrometido, me disculpo otra vez.

Dragos sonrió, era cierto lo de sentirse invadido en su espacio, pero el extraño parecía darse cuenta y al mismo tiempo exponía sus razones de serlo, así que por alguna razón le cayó bien, así que decidió hacer un esfuerzo y hablar de su vida.

-Tengo estudios, pero presentaba exámenes semanales en el pueblo, aunque de hecho solo fue la educación básica, mis padres eran pobres y no podían costearme estudios profesionales, pero aquí me han preparado y estudié la universidad a distancia, con mis superiores como maestros.

-¡Vaya! –Exclamó impresionado- ¿Qué carrera?

-Filosofía.

-Eres toda una caja de sorpresas.

-Aunque yo hubiese estado más que conforme con aprender lo que sabe el boticario del pueblo –confeso sorprendido de sí mismo por ese arrebato de sinceridad con el extraño, pues ni con sus hermanos religiosos había platicado aquello- me gusta mucho la botánica, hacer remedios usando la herbolaria… mi madre sabía mucho de eso y me enseñó bien.

-Cómo un pocionista –dijo sonriendo.

-Algo así –asintió sonriendo- de hecho tengo un invernadero de hierbas medicinales.

-¿En serio?

-Ajá… con eso preparamos jabones artesanales que llevamos al pueblo a hacer trueques, además con eso ayudo a los hermanos con dolencias sencillas.

-Eres todo un mago.

-Gracias, pero el mérito no es mío, es de Dios y todo es para él.

-Claro.

-¿Y tú?... también puedes hablarme de ti, que te trajo hasta aquí, no es común que un joven como tú llegue hasta este lugar, aunque claro, los caminos de Dios son insondables.

-Pues soy británico, era policía en mi país pero dejé de ejercer hace mucho, comencé a viajar por el mundo en busca de algo muy importante para mí.

-¿Qué cosa?

-El sentido de mi vida –respondió mirándolo intensamente, tanto así que Dragos se sintió turbado- aquello que me completa y me hace feliz.

-Bueno… -dijo ladeando la cabeza y mirando a un lado, como buscando las palabras- No puedo decir con exactitud cómo se presenta el llamado vocacional en cada persona, pues Dios nos habla de manera personal a cada uno de nosotros y nosotros debemos discernir esa voz… como con el profeta Elías.

-¿El profeta Elías?

-Sí, el Señor le dijo "Sal fuera y quédate de pie ante mí, sobre la montaña; en aquel momento pasó el Señor y un viento fuerte y poderoso desgajó la montaña y partió las rocas ante el Señor, pero el Señor no estaba en el viento; Después del viento hubo un terremoto, pero el Señor tampoco estaba en el terremoto y tras el terremoto hubo un fuego, pero el Señor no estaba en el fuego; Pero después del fuego se oyó un sonido suave y delicado, al escucharlo, Elías se cubrió la cara con su capa y salió y se quedó a la entrada de la cueva, en esto llegó a él una voz que le decía: ¿Qué haces ahí, Elías?"

Harry se dio cuenta de que tenía la boca abierta, embelesado ante las suaves palabras, así que la cerró y carraspeó y se acomodó en su asiento.

-Creo que estoy en el lugar indicado.

-Eso Dios ya te lo hará saber de un modo o de otro, solo silencia tu corazón y tu mente de las cosas del mundo para que puedas escucharlo.

-Eso haré… y dime ¿Qué hacen aquí? Es decir… el horario, la convivencia y esas cosas.

-Bueno, nuestra actividad comienza a las 11:30 pm, hacemos oración en nuestra celda, a las 11:45 son los maitines de la Santísima virgen, a las 12:15 am son…

-Perdona… -interrumpió- ¿qué son los maitines?

-Es el oficio religioso nocturno que se celebra entre la medianoche y el amanecer, antes que laudes y que constituye una de las horas canónicas.

-Ah ya, puedes seguir.

-Bueno, a las 12:15 am son los maitines seguidos de laudes, pero esto ya es en la iglesia.

-Ah… ok.

Dragos lo observó un momento y luego dijo:

-Las Laudes son el oficio religioso diurno que se celebra al amanecer, después de maitines y antes que prima y que constituye una de las horas canónicas.

-Mmm ya veo.

-Y Prima: primera hora después del amanecer, sobre las 6:00 de la mañana. Tercia: tercera hora después de amanecer, sobre las 9:00. Sexta: mediodía, a las 12:00 después del Ángelus en tiempo ordinario o el Regina Coeli en pascua.

-Sí, sí, perdón –exclamó riendo Harry- sé que se nota mi ignorancia a kilómetros.

-No hay problema con explicarte, para eso estoy aquí –respondio amable- lo que me extraña es que hayas llegado hasta este paso sin saber que son estas oraciones… por lo general alguien que desea discernir su vocación ya ha vivido cierto nivel de religiosidad y practicado la liturgia.

-Bueno si, es verdad, pero he vivido mi espiritualidad por mi propia cuenta, nadie me ha enseñado la liturgia de la iglesia.

-Ya veo… bueno, no te preocupes, tómate tu tiempo, abre el corazón y Dios sabrá como guiarte, eso claro, solo si tú lo dejas.

-Y tú me ayudas.

-Eso intentaré de todo corazón.

-Gracias, ahora puedes continuar, lamento tanta interrupción.

-No te preocupes, para eso estoy aquí, para aclarar cualquier duda.

-¿Dónde nos quedamos?

-En los maitines y laudes en la iglesia, dependiendo de los días, estos oficios duran entre dos y tres horas, pero en tiempo ordinario es como media hora, después regresamos a la celda y nos acostamos para levantarnos a las 6:30 y así estar listos para la hora de prima, que es a las 7:00, a esa hora rezamos el Ángelus… El Ángelus se puede rezar tres veces al día: a las 06:00, 12:00 y 18:00 horas yconsiste, básicamente, en tres Ave Marías, jaculatorias y una oración final, se reza durante todo el año, excepto en el tiempo de Pascua, cuando se sustituye por el Regina Coeli, es una oración sencilla y hermosa -Harry lo escuchaba embelesado, viéndolo hablar con una serena pasión por decirlo de alguna manera- hay un tiempo entre el Ángelus y la misa, que es a las 8:00 am, en ese rato hacemos La Lectio Divina, la Lectio Divina es la lectura meditada de la Biblia, también se puede dedicar este tiempo a Oración.

-¿Tú qué prefieres?

-Ambas, después el horario cambia para los padres y los hermanos conversos.

-¿Por qué, cuantos hermanos conversos hay?

-Somos cuatro hermanos conversos y hay veinte padres.

-¿Y por qué los horarios cambian para unos y otros?

-El cartujo es un ermitaño que vive en comunidad, pasando la mayor parte del día en su ermita, de donde sólo sale para la Misa, el canto de Vísperas a media tarde y los Maitines y Laudes que se cantan en la iglesia a media noche; en la ermita ora, estudia, trabaja, come y duerme, todas las ermitas están adosadas al claustro y completamente separadas unas de otras, junto a la puerta de la ermita hay un ventanillo en el que se deposita la comida, nosotros la preparamos y la depositamos ahí, hacemos todo lo que ellos como ermitaños no pueden, vamos al pueblo cuando es necesario… los ayudamos en lo que podemos.

-¿Entonces ellos solo se dedican a rezar?

-Sí.

-¿Y ustedes hacen todo?

-No todo –respondió notando cierta inconformidad mal disimulada en Harry- Junto a la celda hay un pequeño taller donde el monje puede trabajar la carpintería, la herrería, la encuadernación, incluso tenemos a un hermano sastre que es el que confecciona todos nuestros hábitos y en la parte trasera hay un pequeño jardín donde cultivan hortalizas, cuando las cosechan ponen todo en cubos fuera de su puerta y nosotros las tomamos.

-Entonces casi no conviven.

-Muy poco, pero lo suficiente para disfrutar la convivencia y la vida en claustro, hay convivencias semanales donde salimos a caminar fuera del claustro, cuando es verano y otoño y el clima es bueno, llevamos un pequeño refrigerio, en invierno lo hacemos en el comedor.

-Es… complicado, no creí que a esto fuera así, es decir… -añadió como buscando las palabras correctas- sé que viven aquí sin ningún contacto de medio de comunicación, radio, diarios y mucho menos teléfonos, pero…

Dragos sonrió al verlo quedarse callado, por lo que dijo:

-La vida del cartujo tiene que enhebrar cosas tan opuestas como la vida eremítica y la vida comunitaria, la soledad y la vida fraterna, el silencio y la cordialidad… en la síntesis está el equilibrio.

-Ya veo… y bueno, entonces cuéntame de tu horario en específico, el de los otros monjes ya me lo contarás.

-Los otros tres hermanos y yo ya tenemos las ocupaciones correspondientes de cada quien, así que dependiendo de la actividad del día, ponemos manos a la obra.

-¿Mañana que toca por ejemplo?

-Mmm… toca ordeñar a las vacas y hacer queso mientras otro hermano hornea pan y prepara la comida, cuando hay que hornear pan, lo hacemos entre dos, cuando solo es la comida es solo uno.

-¿Tienen vacas? –pregunto sorprendido.

-Sí, dos.

-¿Y tú que harás?

-Yo ordeñaré a las vacas y haré el queso.

-Eres muy trabajador.

-Hago lo que puedo, por cierto, mañana a las 12:30 pm te traeré de comer, los trastes que uses lávalos y déjalos en la puertecilla que está a un lado de la puerta cuando termines, así yo los tomaré y te volveré a dar alimento.

-Correcto.

-Y a las 5: 45 pm te traeré la cena, es más modesta que la comida.

Harry lo miraba hablar mientras disfrutaba cada palabra y cada gesto, todo era igual que hacía un siglo y verlo hacer eso después de tantos años, era simplemente embriagador, pero entonces Dragos bostezó.

-¡Oh lo siento! –Exclamó viendo su reloj- ¡son las 2:30! Se me pasó el tiempo sin darme cuenta, discúlpame por favor.

-No, no te disculpes –respondió restándole importancia al asunto- Solo estoy un poco cansado porque apilé la leña que teníamos de reserva, pero estoy bien.

-Te dejaré descansar –dijo poniéndose de pie- ¿Nos vemos a la misma hora de hace rato, después de tu oración de las 11:30 pm?

-Sí hermano Harry, ven a esa hora… ¡ah lo olvidaba!

-¿Sí?

-Junto con tu ropa de cama llevé también un hábito, deberás usarlo mientras estés aquí, no te preocupes, es de lana y es muy abrigador en esta época.

-Gracias Dragos, que descanses.

-Igualmente hermano, Dios bendiga tu sueño.

Harry salió y se dirigió a su celda, solo ahí pudo sonreír con euforia tratando de guardar el más absoluto silencio.

Al día siguiente, después de la misa de las 8:00 am, Dragos se dirigía a su celda para dejar su Liturgia, cuando el padre Prior le detuvo.

-Hermano Dragos.

-Buen día Padre Prior ¿en qué puedo ayudarle?

-Veo que pronto irás con el hermano Ferka para tu recorte de cabello ¿verdad?

-Sí –respondió extrañado de la pregunta.

-No lo hagas.

-¿Cómo?

-Deja crecer tu cabello de nuevo, es una orden, obedece y ejercitarás la humildad –concluyó diciendo para darse la vuelta y alejarse de ahí dejándolo entre extrañado y confundido; así que sin saber que pensar se dirigió en silencio a sus ocupaciones.

Esa tarde empujaba un carrito con los respectivos alimentos para las celdas hasta llegar a la de Harry, metió la llave y abrió la puertecilla y metió un vaso de latón, con un tazón lleno de arroz cocido con verduras, una rebanada de pan y un trozo de queso, cerró la puertecilla y siguió con su camino.

Al atardecer, Harry se levantó más temprano aprovechando que la luz no entraba a la celda, tomó los trastes y los puso en la mesita de madera que estaba junto a la ventana, agarró la cuchara y probó el arroz ya frío para ese entonces y lo degustó antes de abrir la ventana y escupirlo por ahí, luego pasó su mano por los alimentos desapareciéndolos; agradecía la hospitalidad pero era por demás conservarlo ahí si no iba a comerlo, solo lo probó por curiosidad y lo encontró sabroso… sabroso dentro de lo que cabía pues su gusto por los alimentos había cambiado desde que era un vampiro, toda la comida se había tornado insípida y habría que agregarle todo un salero lleno para volver a tomarle sabor, también podía ingerir unos cuantos bocados para luego tener que vomitar a los pocos minutos pues su estomago ya no los aceptaba, pero muy de vez en cuando saboreaba uno que otro bocado más por añoranza que por otra cosa; lavó los trastes usando la pequeña bomba de agua que estaba en la habitación contigua y colocó los trastes donde le había indicado Draco; se recostó otro rato y a las 5:50 pm alcanzó a oír a través de la puerta, el sonido del carrito que se acercaba… sonrió recordando el carrito de dulces de Hogwarts, entonces la puertecilla se abrió y los trastos desaparecieron, luego una mano metió un vaso y un trozo de pan y volvió a cerrarla; curioso tomó el vaso viendo que era té, el cual tiró por el lavabo de piedra.

-Agradezco tus alimentos Draco, pero no puedo comer esto- pensó enjuagando el vaso, pero sintiendo que el hambre también ya comenzaba a hacerse presente- ¿Qué comeré, un monje al horno? –pensó riendo de su propio chiste mientras se secaba las manos.

Ciertamente matar a uno de los monjes resultaría muy sencillo, con eso de que casi ni se veían, también podía decirle al Padre Prior que diera cualquier excusa sobre su ausencia; total, podía ordenarle cualquier cosa, como lo del cabello de Dragos por ejemplo… después de irse Dragos la noche anterior, él había acudido a la celda del Padre Prior y le había ordenado que ordenara a Dragos dejarse crecer el cabello, pues aunque así le gustaba, le gustaba más con el cabello más largo, como cuando vivían juntos; pero no… morder a un anciano nunca le había gustado, no era agradable clavar sus colmillos en la flácida piel de un viejo, por eso siempre buscaba victimas jóvenes, pero en esa cartuja Dragos era el más joven, entonces ¿Qué hacer?... para el caso, terminaría bajando la montaña para buscar a algún aldeano, cazador o campista, lo que apareciera primero, pues deseaba tener su atención completa en Dragos y no estar incómodo por tener la panza vacía, tal vez lo hiciera esa noche o la siguiente, ya lo decidiría más tarde, por lo pronto se volvió a acostar pues era muy temprano y Dragos todavía tardaría en llegar.

Caminaba de un lado a otro mientras se acomodaba el hábito de color blanco, Dragos llegaría en cualquier momento y ya ardía en deseos de volverlo a ver, entonces unos toquidos se dejaron escuchar, por lo que carraspeó y abrió la puerta con gesto sonriente.

-Hola Dragos.

-Buenas noches hermano –respondió Dragos entrando a la celda- ¿Hay problema en que esta vez platiquemos aquí?

-No, para nada.

Dragos dejó su lámpara en la mesa y se sentó en la silla y Harry lo hizo en la cama.

-¿Podrías hablarme de ti? –pidió Harry apenas estuvieron sentados.

-¿De mí? –Repitió extrañado pues de eso ya habían hablado la noche anterior, pero pensando que tal vez eso ayudaría en algo, accedió- ¿Y qué quieres saber? Ya te hablé de mí.

-Sí, me dijiste que tus padres murieron en un deslave, pero ¿cómo era tu vida, eras feliz?

-Sí, vivíamos muy modestamente, eso me molestó mucho cuando era un adolescente, deseaba riquezas y me frustraba que mi familia fuera muy pobre, pero luego comencé a ayudar a mi padre en el monasterio y comencé a cambiar mi forma de pensar poco a poco.

-Dices que tienes veintiséis años ¿tienes mucho tiempo aquí?

-Bueno… -dijo poniendo un dedo en sus labios y mirando al techo en una actitud que a Harry se le antojó adorable- Veamos… el postulantado dura un año, el noviciado dura dos años, los votos temporales son otros tres años y la renovación de votos son otros dos años antes de la profesión solemne… fui postulante a los diecinueve años, ya estoy en la renovación de votos, el próximo año por fin profesaré mis votos perpetuos.

-Ya veo… y cuéntame ¿alguna vez tuviste novia?

-¿Eh? –exclamó sorprendido por la pregunta.

-O… novio tal vez.

Las pálidas mejillas se sonrojaron con fuerza mientras apretaba los labios sintiéndose invadido en su privacidad.

-No –repitió firme.

-¿Te molesté?... si es así, me disculpo –dijo sin sentir un ápice de culpa- es solo que alguien como tú debió tener muchas chicas, digo… con ese rostro y ese cuerpo…

Dragos se sintió ofendido, pero más que nada enojado ¿cómo se atrevía a hablarle de esa manera tan… indecente?

-Tú comentario me parece sumamente inapropiado ¿estás aquí para hablar de Dios? o de lo que yo pude o no haber hecho en mi juventud.

-Ambas –respondió con naturalidad- ¿Qué hay de malo en conocer tu vida mundana?... eso me ayudaría muchísimo a comprender tu llamado vocacional -Dragos estaba enojado, sin embargo había algo en ese hombre que en lugar de desear salir de ahí, solo deseaba arrojarle un florero en su greñuda cabeza- Por cierto… -continuó Harry como si nada- ¿Por qué se rapan la cabellera?

Esa pregunta lo tomó desprevenido y sirvió para disiparle un poco el enojo.

-Significa nuestra renuncia al mundo y la dedicación a la vida religiosa –respondio de mala gana haciendo a Harry reír con ganas- ¿Qué te parece tan gracioso?

-Estás enojado, lo puedo ver.

-Pues ya que lo mencionas, si… no lo negaré.

-¿Y por qué?

-¿Y aun lo preguntas? ¡Dices cosas inapropiadas!

Harry estaba más que feliz, este Dragos enojado era lo más cercano a "su Draco" del pasado.

-Solo es curiosidad natural Draco.

-¿Cómo me llamaste?

-Perdón, me equivoqué –respondió sinceramente desconcertado por su desliz, pero se recuperó al instante- Pero sé que no naciste siendo monje, viviste en el mundo rodeado de cosas que seguramente disfrutaste como cualquier otro joven, solo deseo saber cómo lo afrontaste, el cómo es renunciar a una pareja por ejemplo, como controlas tus deseos… esos deseos carnales que es normal tener, deseos de besar, de tocar… de…

-Ya te entendí –interrumpió sonrojado, sintiendo mucha vergüenza de esos temas pues hacía años que no hablaba de eso con nadie… aunque de hecho nunca había hablado de eso ni con los monjes, ni con sus padres y mucho menos sus amigos, amigos que se podían contar con una sola mano y le sobraban dedos, así que era una especie de tema tabú.

-¿Y bueno? ¿Cómo controlas tu temperamento? ¿Está permitido masturbarse?

-¡Claro que no! –Exclamó escandalizado- ¡debes controlar esos deseos, para eso debes recurrir a la oración!

-¿Tú recurres a ella cuando lo necesitas?

-Por supuesto.

-Entonces sientes deseos carnales.

Dragos lo miró fulminándolo con la mirada, era como si Harry pretendiera provocarlo a propósito pues el muy cretino hablaba sin ningún desparpajo, incluso podía notar un brillo malicioso en sus ojos y una pequeña sonrisa que se asomaba y desaparecía tan rápidamente que incluso dudó por un instante haberla visto; ciertamente estaba fuera de su zona de confort, pero tampoco iba a caer en provocaciones.

-Soy un simple ser humano con debilidades y defectos como el más torpe servidor de Dios, tuve, tengo y tendré deseo carnales hasta el día en que muera… aceptar mi vocación es aceptar renunciar a todas esas cosas mundanas, incluso el sexo, no porque sea malo, sino porque si estoy aquí es porque quiero entregar todo mi ser, renunciar a mí mismo, que todos mis pensamientos sean para él.

-Deseo que todos tus pensamientos sean míos –pensó celoso- quien lo iba a decir… ahora estoy celoso de Dios.

-Nunca estaremos libres de esos deseos, pensar que sí sería demasiada arrogancia de nuestra parte.

-¿Pero tuviste novio?... renunciar a algo que ya conoces debe ser más complicado que renunciar a lo que desconoces pues no lo añoras.

Dragos lo miró sorprendido no por la pregunta en sí, pues era muy lógica, sino más bien porque asumió sin más ni más que sería "novio" y no "novia" lo que hubiese podido tener… y es que esa parte de si mismo nunca se la confió a nadie; sí llegó a tener una novia en el pueblo cuando tenía quince años, era una chica de diecisiete que era muy hermosa, realmente bonita y sin embargo nunca se propasó con ella a pesar de que ésta le hacía insinuaciones cada vez que estaban solos, incluso cuando una vez tuvo la oportunidad de tener sexo con ella en el establo del padre de la chica no consiguió una erección, por lo que esa misma tarde ella terminó con él, algo que paradójicamente les salvó el pellejo a ambos, pues el hermano de ella llegó minutos después, así que no haberse detenido a tiempo, los hubiese encontrado en una situación verdaderamente bochornosa… pero lo que realmente le resultó bochornoso, fue descubrir que quien le provocó la erección, fue justamente el hermano de la chica, un joven de veinte años, alto y de brillante cabello negro; estuvo angustiado por mucho tiempo dándose cuenta de que su curiosidad por ver vergas de otros chicos era más que eso… no era solo curiosidad, era deseo… simple y llano de deseo de ver y tocar cuerpos de otros hombres, no de mujeres, así que decidió que tenía suficiente de noviazgos, que sus anhelos desviados debían de mantenerse ocultos hasta suprimirlos al grado de olvidar que los tenía... hasta ese momento, claro.

-Yo tuve un amor… -Continuó Harry al verlo quedarse callado- un hombre maravilloso… era un imbécil bastardo cuando se lo proponía –exclamó mirando a un lado sonriendo, hablando con tal añoranza que a pesar de sonreír, su rostro reflejaba tristeza- Tozudo como él solo… pero también dulce como la más deliciosa fruta; él dejó todo por mí, sus padres, su fortuna… sus amigos… todos nos rechazaron por habernos elegido el uno al otro, pero no nos importó, éramos felices nosotros solos contra el mundo… vivíamos juntos y nada nos importaba más que vivir nuestra vida sin afectar a nadie… y todo era perfecto –continuó clavando su mirada en aquellos ojos grises que lo miraban sin poder desviar la vista- Tan perfecto… -dijo con una sonrisa amarga- que debí suponer que el destino nos tenía una broma.

-¿Qué pasó? –pregunto sin poder evitarlo, deseoso de pronto de saber cómo terminaba aquella historia.

-Fue asesinado.

-Oh… lo… lo siento. –exclamó impresionado.

-Y con ello me asesinaron también… ¿Tienes idea lo que es que la otra parte de tu alma te sea arrancada sin misericordia?... ¿Lo que es vivir la vida con dolor, deseando cada día morir para ya no sentir esa ausencia que te machaca el corazón?... aprender a vivir sin él… fue como aprender a vivir sin aire.

Dragos lo miraba como hipnotizado, deseando por un momento ser el objeto de un amor así, entonces carraspeo espantado de sí mismo, por lo que se puso de pie.

-Yo… ya es hora de…

-Por favor –dijo tomándolo de la muñeca haciéndolo sentarse de nuevo- No te vayas, quiero seguir hablando contigo.

-Pero este tipo de conversación no nos lleva a ningún lado, no al menos al que tu quieres… es decir, es más que claro que aquí no es tu lugar, el desear escapar del mundo no es el motivo correcto para esta vocación.

-Pero yo no deseo escapar del mundo… yo deseo comérmelo.

-¿Cómo dices?

Harry sonrió sin responder, solo lo observó por unos segundos, viendo que Dragos se negó esta vez a dejarse intimidar, lo que le hizo sonreír más ampliamente.

-¿Y tu Dragos, te has enamorado alguna vez?

-No.

-¿Y no te da curiosidad por saber que se siente estarlo?

-No lo estoy de un ser humano, pero lo estoy de mi señor.

-Claro –exclamó exhalando un suspiro.

-¿Se te hace menos válido ese tipo de amor?

-No, claro que no.

-No me trates de idiota, puedo ver que si –dijo sin alterarse.

-Lamento si di esa impresión.

-Yo deseo que cada respiración mía sea para él, que cada latir de mi corazón, cada paso que doy, cada palabra, cada momento del día sean para él… deseo agradarle y hacerlo feliz aunque él no lo necesite… aun así deseo pertenecerle con cada poro de mi ser… por eso canto, por eso oro, por eso le sirvo a través de mis hermanos… y él me responde llenando mi corazón con su amor, con la vida que me da, con cada respiro, con cada latir… esta soledad que me rodea no me hace sentir solo -Y ahora quien miraba como hipnotizado era Harry- Soy suyo, le pertenezco… le amo con todo lo que soy.

Harry esbozó una pequeña sonrisa sardónica mientras agachaba la cabeza… ¿competir con Dios?... buena la tenía.

-Dragos… -dijo entonces mirándolo de nuevo- El hombre del cual me enamoré era un cabrón, pero para un cabrón, cabrón y medio.

-¿Eh?

-Y yo siempre consigo lo que quiero.

-¿De qué hablas? –preguntó sin entender el cambio de actitud, pero sobre todo, de conversación.

-No importa que no me entiendas, con el tiempo lo harás.

-No lo creo –dijo levantándose- mañana le diré al padre Prior que no tienes vocación para la vida religiosa.

-Bien… veremos que dice el buen padre Prior.

Sintiendo un raro escalofrío, se retiró de la celda sin decir una palabra más.