Cuándo quedó solo, la impaciencia lo atormentó de nuevo, deseaba decirle quien era, deseaba tomarlo en sus brazos y hacerle el amor, volver a estar entre sus blancos muslos y entrar en su cuerpo… volver a escuchar sus jadeos al momento de estarlo embistiendo, deseaba volverlo a escuchar decirle "te amo"…
Increíblemente, a la noche siguiente, Dragos no dudó en ir a la celda de Harry, incluso tuvo eso en mente todo el día, le inquietaba, le desconcertaba, pero de alguna manera era intrigante, parecía algo magnético y a pesar de su buen juicio, se encontró de nuevo con él.
-Te propongo acompañarme mañana en mis labores, me toca la cocina, puedes ayudarme a hornear el pan y preparar los alimentos, verás que es una labor muy gratificante.
-No, pero agradezco tu ofrecimiento.
-¿Por qué no sales?... es decir, el Padre Prior dijo que leías pero yo no veo ningún libro aquí.
-Oh… mmm… cierto –respondió sintiéndose pillado- Dragos ¿alguna vez has pensado en renunciar a tus votos? –pregunto entonces.
-¿Renunciar? Claro que no ¿cómo se te ocurre?
-Podrías vivir muchas cosas afuera.
-No necesito eso.
-Bueno si, ya me lo dijiste.
-¿Y entonces porqué la insistencia?
-¿Tienes más familia?
-Mi familia es mi congregación.
-Aparte de esa, hablo de consanguíneos.
-No, soy solo yo.
-¿Y no te sientes solo?
-Hace años me sentí así, solo y perdido… pero Dios me mostró el camino y ahora no me siento solo aunque viva en un claustro donde la soledad en lo primordial.
-¿Ese podría ser un factor por el cual no saldrías, el estar solo en el mundo?
-Mmm… bueno… -declaró un tanto dudoso de cómo responder- Tal vez al inicio de mi apostolado sí, eso hubiera influido, pero ahora no.
-Pero aun no haces votos perpetuos, aun podrías salir de aquí.
-¿Y para qué habría de salir?
-Yo podría enseñarte el mundo -Dragos quedó sin palabras ante tal ofrecimiento, por lo que Harry continuó hablando- Juntos podríamos…
-No –dijo entonces sintiendo al corazón acelerado- ¿Cómo te atreves a hacerme esas proposiciones?... es más que obvio que no hablas de una simple amistad, tampoco creas que soy tan estúpido.
-No creo ni por un momento que seas estúpido, solo deseo sacarte de aquí y llevarte conmigo.
-¿Estás loco? –Dijo poniéndose de pie- Esta es una gran burla y falta de respeto al lugar que te acogió de buena fe, si el padre Prior supiera de tus intenciones ya te hubiera expulsado de aquí.
-Dragos… -exclamó levantándose también.
-Solo buscas divertirte y hacernos perder el tiempo, eres una persona nefasta, sin el más mínimo respeto a los demás.
-Dragos por favor… déjame hablar.
-Solo dices incoherencias, me voy y esta es la última vez que vengo a hablar contigo –concluyó dándose la vuelta.
Entonces Harry lo tomó de un brazo haciéndolo darse vuelta y tomando su rostro entre sus manos le dio un beso.
Dragos lo miró con ojos muy abiertos mientras los labios de Harry aprisionaban los suyos, entonces lo empujó con las manos lo más fuerte que pudo.
-¿¡Cómo te atreves?! –exclamó tocándose la boca- ¿¡Quién te has creído?!
-Te necesito y si me dieras la oportunidad, te darías cuenta de que tu a mí también.
-¡No te acerques a mí de nuevo, mañana te largarás de aquí a primera hora! ¿¡Entendiste?! –dijo mientras se daba la vuelta para salir de ahí.
-Yo te amo Dragos –Exclamó apresurándose a tomarlo del brazo, pero Dragos se soltó.
-¡Estás enfermo, estás mal! ¿¡Por qué elegiste este sagrado lugar para venir a perturbar su santa paz?!
-Yo no lo elegí, fuiste tú, por eso estoy aquí… si hubieras elegido un prostíbulo, igual yo estaría ahí.
Dragos lo miró sin entender nada, pero sobre todo indignado y furioso a partes iguales, así que sin más volvió a girarse para abrir la puerta.
-Déjame explicarte quien soy –dijo apresurándose a interponerse entre él y la puerta.
-Apártate.
-Solo hasta que me escuches.
-¡Escuché suficiente, déjame pasar!
-No, no lo haré y si sabes lo que te conviene me dejarás hablar.
Por primera vez, Dragos se dio cuenta de la posición en la que estaba, era fuerte, el trabajo diario lo había fortalecido, pero era obvio que ese hombre lo era aun más, lo había percibido en su fuerte agarre, así que sin saber qué hacer, simplemente se quedó callado.
-Te preguntas quien soy y porqué estoy aquí… es más que claro que no solo estoy para molestar ni perturbar la paz de este lugar… estoy aquí porque te he buscado durante años.
-¿A mí, de que hablas? Ni siquiera te conozco.
-Me conoces más de lo que tú crees.
-Nunca te había visto, no sé quién eres.
-Es verdad, nunca me habías visto… no al menos en esta vida.
-¿De qué hablas?
-No crees en la reencarnación, lo sé… pero tú más que nadie eres la prueba fehaciente de que eso puede ocurrir.
-Estás loco –exclamó viéndolo como si fuera un enfermo mental.
-Yo te conocí Dragos, te conocí en otra vida y tu nombre era Draco… Draco Malfoy…
-Estás mal, definitivamente estás enfermo de la cabeza… una cosa es que creas en la reencarnación, puedes creer lo que se te pegue la gana, pero otra cosa es que vengas aquí a tratar de intimidarme y hacerme partícipe de tus locuras… te lo advierto por última vez, déjame pasar.
Harry lo miró unos segundos más sin decir nada, pero entonces se hizo a un lado y él pudo salir de ahí con paso veloz y cerrando de un portazo que cimbró el silencio reinante.
-Muy bien Dragos –pensó Harry caminando lentamente hasta la cama para sentarse en ella- esta noche te dije quien eras… mañana te diré quién soy yo.
Cuando entró a su celda, comenzó a caminar de un lado para otro sintiéndose furioso, nunca nadie lo había tratado de esa manera… ¡un beso! ¿Cómo se había atrevido ese extraño a robarle un beso?... y no solo eso, sino a decirle más incoherencias como que lo conoce de una vida pasada.
Estuvo caminando así un rato hasta que comenzó a calmarse y por fin poder respirar tranquilo, fue entonces que tocó sus labios… a pesar de todo aun podía sentir la suavidad de aquellos labios tocando los suyos y tragó en seco dándose cuenta de que estaba deseando haberlos sentido un poco más… de haber probado la lengua de esa boca…
-¡Dios mío! –gimió hincándose en su reclinatorio y entrelazando sus dedos para pegarlos a su frente mientras oraba desesperado- ¡aleja de mí esos pensamientos mundanos y pervertidos!... ¡oh mi Dios, sostenme en mi debilidad, te piedad de mí, ten piedad de mí!... dame fuerzas en esta prueba…
No se acostó, estuvo rezando hasta las 6.30 am y solo se dio cuenta de la hora por el sonido de la campana que tocaba para despertarlos a todos, se quedó un rato más deseando que quien estaba a un lado de su celda, se fuera ese mismo día y no regresara nunca.
-Padre Prior ¡Padre Prior! –Se apresuró a alcanzar al anciano al salir de la iglesia- Necesito hablar con usted.
-Claro, vamos a mi despacho.
En cuanto estuvieron ahí, el Padre Prior se giró diciendo:
-No expulsaré al hermano Harry de aquí.
Dragos se quedó boquiabierto, primero porque el Prior ya parecía saber el asunto que quería tratar y segundo, por esa extraña cerrazón a escuchar sus razones.
-Pero… Padre Prior… ¿Usted sabe quién es ese hombre en realidad y que es lo que quiere?
-Eso no importa hermano Dragos.
-¿Pero cómo no va a importar si esta perturbando este sagrado lugar?
-¿Estás cuestionando mi criterio? -Por un momento no contestó, sabía que debía obedecer a su superior, tenía un voto sobre eso, pero ¿cómo era posible que le diera el lado a Harry en todo momento?- Escucha hermano –dijo el anciano poniéndole una mano en un hombro- Dios tiene un plan para ti, tu solo déjate guiar.
-Pero…
-Obedece a tu superior.
-Pero Padre Prior… -dijo viéndolo caminar hasta su escritorio y sentarse en él sin hacerle el menor caso.
Así que sin más salió de ahí y se dirigió enfurecido con paso firme a la celda de Harry, iba a gritarle hasta de lo que se iba a morir, sin embargo al llegar a la puerta se quedó de pie ante ella sin hacer nada… si hacia eso estaría desobedeciendo a su superior y él había prometido obediencia en todo, pero la situación era algo fuera de lo común ¿Qué hacer entonces?
Optó por tomar las cosas con calma, así que fue a su propia celda a dejar sus libros y se metió de lleno a sus labores orando en cada momento del día, sin embargo no podía dejar de pensar en que la noche llegaría y estaba conflictuado sobre lo que debía hacer; no quería ir a esa celda y al mismo tiempo deseaba saber… ¿saber qué? no tenía idea, sin embargo también tenía miedo, algo extraño pues las proposiciones del hombre solo debían negarse y ya, pero…
-Demonios… -masculló cuando el filo del cuchillo le hizo una herida en el dedo al estar picando cebollas.
El hermano que estaba cerca lavando vegetales volteó a verlo sorprendido al oírlo, por lo que avergonzado, solo se inclinó disculpándose.
-Perdón.
Y más tarde, cuando fue la hora de la comida, ni siquiera se pasó por ahí, pero al anochecer, simplemente no pudo salir de su celda, se quedó sentado en la cama, quieto y con la espalda erguida sintiéndose tenso, dio la hora señalada y de plano no se movió, fue entonces que unos toquidos en su puerta se escucharon sobresaltándolo.
-Dragos sé que estas ahí ¿puedo pasar?
Se quedó callado, incapaz de responder y con el corazón acelerado, sabía que debía obedecer a su superior pero de plano no podía moverse; no podía negarlo, estaba asustado, pero a ese punto ya no sabía de que, si de sus impulsos carnales o de Harry.
-Dragos por favor, debo decirte algo.
Decidió que lo mejor era no abrir, ya mañana le diría al Padre Prior que le había desobedecido pero por ahora lo mejor era mantenerse alejado de aquel hombre peligroso, pero se levantó como impulsado por un resorte al verlo entrar a su celda… ¿pero cómo si estaba cerrado con llave y ni ruido había oído?
-¿Qué haces aquí? No te di permiso de entrar –exclamó intentando ocultar su miedo… porque si, había algo en ese tipo que hacía que sus sentidos le gritaran que era peligroso.
-Te dije que debo hablar contigo.
-Pero yo no.
-¿Desobedecerás al Padre Prior?
-Eso no es asunto tuyo.
-Muffliato –Susurró acercándose con paso lento- Me gusta esa actitud, me recuerda a quien solías ser.
-Basta de estupideces, vete de aquí.
Como si no hubiese dicho nada, Harry se sentó en la cama con total tranquilidad, ante eso Dragos se dirigió a la puerta.
-Bien, entonces yo me voy… -Pero al intentar abrir la puerta no pudo, nervioso sacó su llavero e intentó abrir otra vez con el mismo resultado.
-No se abrirá, lo mejor será que regreses aquí.
-¿Qué le hiciste a la puerta? –exclamó enfurecido.
-No importa, ven aquí.
-¡Déjame salir!
-Tranquilízate, no te haré daño… no tomaría tu cuerpo a menos que tú me lo pidieras.
-¿Qué? –exclamó escandalizado e indignado a partes iguales.
-Pero si tú quieres, puedo besarte y hacerte el amor.
-¡Basta!... ¡basta de tus malditos y sucios juegos! ¿¡Qué es lo que pretendes?!
-Solo que te sientes y me escuches.
-No escucharé ninguna de tus sucias palabras ¡Déjame salir! –exclamó girando la perilla con desesperación.
-No se abrirá.
-¡Gritaré pidiendo ayuda!
-Nadie te oirá.
Permaneció un rato más intentando abrir hasta que se dio cuenta de que no lo lograría, entonces se giró a verlo aun respirando acelerado y sin más remedio dijo:
-Sí te escucho ¿te irás?
-Puede ser.
-No, debes irte si t accedo a escucharte.
-Pero Dragos, no tienes opción, debes escucharme, esas encerrado conmigo ¿A dónde irás? –Dragos no respondio, por lo que añadió- No te haré daño, lo prometo.
Pasaron largos segundos antes de que con paso lento comenzara a acercarse a la silla y se sentara en ella.
-Déjame contarte una historia –dijo entonces Harry con toda calma sentándose en la cama- Hay muchas cosas que no conocemos, que existen y nunca llegamos a enterarnos de ello… cosas fantásticas e increíbles que solo existirían en nuestra imaginación, una de ellas es la magia –Dragos exhaló un suspiro exasperado- No, no hablo de vudú ni de esas cosas –añadió sonriendo- Eso es muy aparte, yo te hablo de un mundo maravilloso que yo descubrí cuando tenía once años…
Procedió a contarle la historia de su vida, que el mundo mágico existía y que él formó parte de ello, le contó sobre Voldemort, sobre Hogwarts, sobre su vida en el colegio y la relación entre ellos, para terminar una hora después con Dragos viéndolo extraño.
-Dilo.
-Bien, estás loco –exclamó cruzándose de brazos- es buena historia, deberías escribir un libro, a los niños les gustaría.
Harry sonrió sabiendo que una historia así no sería fácil de creer.
-Soy un mago y tú también lo eras, ahora eres muggle pero no me importa.
-Bien, te escuché ¿ahora te irás?
-Aun no termino.
-Pues hazlo y lárgate.
-Te conté la historia de mi amado, que fue asesinado… te dije que tú eras la reencarnación de él -Dragos solo sacudió la cabeza impaciente- Pero no te dije lo que pasó en los últimos días de nuestra vida… verás, hay criaturas mágicas nefastas… nefastas y peligrosas y una de ellas son los vampiros.
Ahí si ya no pudo contener una risa sardónica.
-Definitivamente necesitas un hospital –dijo viendo a Harry- Vienes y me hablas de reencarnaciones, de magos ¿y ahora de vampiros?... amigo, necesitas un hospital, puede que estés esquizofrénico.
-Era obvio que no me creerías, pero déjame terminar la historia… yo era un auror, lo que es un policía en el mundo muggle cuando fui enviado a una misión en la que desgraciadamente fui emboscado y transformado en un vampiro –Dragos volvió a sonreír y a inclinar la cabeza mientras negaba con ella- fue cuando fuiste atacado… fue cuando no llegué a tiempo y moriste, pero antes de hacerlo me dejaste un mensaje… me dijiste que te buscara, que en esa vida ya no podríamos estar juntos pero en otra sí, pero que no dejara de buscarte y eso Draco, eso hice y tardé cien años en encontrarte.
Dragos lo miró ya sin sonreír, el tipo sí que estaba loco y asustaba, era un psicópata que se creía un vampiro buscando a su amor de hacía un siglo, un loco peligroso y estaba solo con él en su celda.
-No me crees y para serte sincero, yo tampoco lo haría –dijo levantándose y abriendo la ventana de par en par dejando que el frio del exterior se colara haciendo a Dragos sentir un escalofrío- acércate, te mostraré algo.
Sin más remedio pero con recelo, se levantó y se acercó a la ventana intentando estar lo más lejos posible de él, pero sin previo aviso Harry lo tomó de la cintura y salió dando un fuerte salto que los llevó hasta lo alto del muro en donde permanecieron de pie, con el viento helado bajándole las capuchas.
Dragos estaba azorado y sin palabras ¿Qué acababa de suceder, como podían estar en un muro de veinte metros de altura?
-Yo te sostengo, no tengas miedo –dijo sujetándolo con fuerza por la cintura- ¿Qué dices? ¿Saltamos al vacío, crees que nos estrellemos como sandias?
Pero Dragos no contestó, estaba demasiado aturdido para poder decir una sola palabra, entonces Harry saltó a la oscuridad haciéndolo gritar y cuando sus pies tocaron el suelo y Harry lo soltó, cayó al piso mirándolo con horror.
-¡Eres… eres un demonio!
-¿Eso es lo que vas a decir? –dijo dando un paso hacia él.
-¡No te acerques demonio, en el nombre de Dios aléjate! –gritó haciéndose hacia atrás con las manos.
-Vamos Draco, despierta… despierta y mira quien soy –dijo suplicante, pero Dragos se había hincado y había comenzado a orar con fuerza mientras entrelazaba sus dedos.
-¡Ave María, gratia plena, Dominus tecum…!
-¡No, deja de orar maldita sea! –Gritó tomándolo de una muñeca haciéndolo gemir de dolor- ¡No soy un demonio, soy Harry, tu Harry! ¿¡Acaso no me ves?! -Dijo tomándolo de los brazos y acercándolo a él.
Pero lo único que Dragos vio, fue aquellos ojos antes verdes, ahora de un brillante color rojo y entonces no pudiendo resistir más, se desmayó; Harry quedó con su cuerpo desmadejado en sus brazos y solo atinó a lanzar un fuerte grito que resonó en la oscuridad.
Cuando le depositó en su cama le acarició una fría mejilla y le besó una mano.
-No quería asustarte así, perdóname mi amor, me he convertido en un bruto… ¿o siempre lo fui? Tú solías decirme eso, sobre todo cuando te hacía el amor.
Se quedó mirándolo un rato sin decir nada, solo sosteniendo su mano mirando su suave respiración, entonces le dio un beso en los labios y salió de ahí.
