-Ha pasado un mes ¿No que ibas a ir por él? –preguntó Dante a Harry.
-Sí, pero quiero que le crezca más el cabello, lo tenía muy corto la última vez que lo vi, recuerda que así permanecerá cuando sea transformado.
-¿Y si se lo corta ahora que no estás?
-No lo hará, no lo sabe pero le di la orden de no hacerlo, así que por eso esperé este tiempo.
-No me engañas, no es solo eso –dijo acomodando mantas en el armario.
-Pues no, es cierto.
-¿Entonces?
-No quiero ver la mirada de miedo y horror que me echó la última vez que nos vimos, creyó que era un demonio.
-Y lo eres ¿para qué negarlo? -Harry solo chasqueó la lengua y fue a tumbarse a la cama- Bueno, ya tenemos todo listo, hay mantas y ropa abrigadora, leña para la chimenea, el piso ya fue alfombrado, hay comida, solo falta el huésped.
-Gracias Dante.
-¿Cuándo irás por él?
-Esta noche.
Dragos había permanecido todos esos días con insomnio y pesadillas, había orado en todo momento y ese demonio había desaparecido, estaba más tranquilo y deseaba no volver a repetir esa horrible experiencia, así que cuando entró a su celda después de la cena se dispuso a descansar, pero apenas dejó la lámpara en su mesa, una voz se escuchó a su espalda haciéndolo girarse sobresaltado.
-Buenas noches Dragos.
Se quedó helado y sin habla al ver a Harry salir de entre la oscuridad y después ya no supo nada de sí.
Cuando despertó se enderezó asustado al no reconocer el lugar.
-Tranquilo, estás a salvo –dijo Harry sentado en su acostumbrado sofá reclinable.
-¿¡Donde estoy, a donde me has traído demonio?! –preguntó replegándose sobre la cama.
-En primera ya es tiempo de que dejes de llamarme "demonio"… no lo soy, no al menos en el concepto que tú tienes en mente, soy un vampiro, ya te lo dije.
-¡Eres el diablo y en nombre de Dios, te ordeno que te alejes!
-Ya te dijo que no es el diablo –dijo un chico entrando.
-¿Qué haces aquí? –preguntó Harry molesto.
-No te enojes, tal parece que tú en lugar de calmarlo, lo asustas más… hola, soy Dante –dijo acercándose a la cama y sentándose en ella mientras Dragos seguía replegado en la pared- estás a salvo, Harry si parece un demonio aunque él diga que no, así que entiendo que ese bruto te asuste.
-¡Oye!
-Pero puedes respirar tranquilo, si te calmas podremos hablar.
Dragos lo miró receloso, aun estaba muy asustado, pero ese chico no tenía el aspecto terrorífico que Harry tuvo alguna vez, además parecía amistoso y amable y aunque ese simple hecho no era suficiente para bajar la guardia, si tuvo un efecto tranquilizante.
-¿En dónde estoy?
-Estás en un castillo al otro lado de la montaña de donde está tu cartuja.
-¿Y qué hago aquí?
-Harry quiere tenerte aquí… creo que ya sabes por qué.
-No, no lo sé, lo único que quiero saber es cuando me dejarán salir de aquí.
-Escucha, aquí estarás bien atendido, no te faltará nada.
-Eso no me importa ¡quiero irme de aquí y quiero irme ya!
-Pues nada lograrás si te pones histérico, comprendo lo terrorífico que es todo esto, pero te aseguro que Harry no es ningún ser demoniaco salido del infierno, no al menos en el sentido eclesiástico que tú le das… es un ser preternatural sí, pero puedo asegurarte que no abrirá las puertas del infierno para dejar escapar a los diablos.
-No te burles de mi –masculló indignado.
-No lo hago, solo te pongo las cosas claras… tú no puedes creerlo pero él es un vampiro, algo que va mas allá de tus creencias; solo te pido que tengas calma, ya podrás comprobar por ti mismo la naturaleza sobrenatural de Harry.
-No me importa comprobar nada, quiero que me dejen ir.
-Ese es el detalle, que no te irás de aquí.
-¿Estoy secuestrado?
-¿Eres lento o tienes una especie de retardo? ¡Es obvio que estás secuestrado!
Dragos lo miró atónito, era más que cierto que un demonio no secuestraria a nadie en el más estricto sentido de la palabra… pensar eso sería en verdad algo ridículo, por lo que su situación aunque ya desde otra perspectiva, no dejaba de ser grave.
-¿Por qué? –dijo al fin.
-Ya vamos de gane –dijo Dante mirando a Harry- ya aceptó que no eres un demonio… al menos no a los que él se refiere –luego volvió si atención a Dragos- Harry ya te lo explicó hace tiempo, te dijo quien eres en realidad.
-Ah sí… esa estupidez de la reencarnación –respondio comenzando a darse cuenta de que había sido secuestrado por dos locos con ideas absurdas pero no por eso, menos peligrosos, tal vez si se calmaba lograría engañarlos en algún momento y escapar de ahí.
-Sí, esa estupidez de la reencarnación, mira Draco…
-Dragos –interrumpió muy serio- Mi nombre es Dragos.
-Ok Dragos –continuó Dante muy paciente- Solo habla con Harry y no enloquezcas queriéndote arrojar por la ventana, te advierto que estamos a más de veinte metros de altura y bueno, yo creo que con eso mi ayuda fue suficiente, me voy.
-Espera… ¿vas a dejarme con él?
-Sí pero tranquilo, no hace nada… mientras no lo provoques claro.
Y con esa frase nada tranquilizadora salió del cuarto.
Cuándo quedaron solos, Dragos abrazó sus rodillas y miró a Harry en silencio.
-No te lastimaré, pero volviendo al tema del vampirismo ¿recuerdas cuando saltamos encima del muro? ¿qué persona normal podría hacer algo así? Y no me digas que un demonio por favor.
Pues sí, era cierto que ese salto no era en lo absoluto normal y de hecho lo había olvidado con el furor del secuestro, pero ya que lo traía a colación, debía aceptar que algo raro pasaba ahí.
-Ven –dijo Harry abriendo la ventana, pero Dragos no se movió- anda ven, quieres comprobarlo por ti mismo ¿no?
Por supuesto que deseaba comprobarle que estaba loco, pero para nada deseaba acercarse a ese demente, y Harry lo atendió, por lo que se armó de paciencia, ya vería después qué medidas tomar y viendo que Dragos no se acercaría, subió una pierna a la ventana y sonriendo, saltó por ella.
Dragos se quedó perplejo por un instante, luego saltó hasta la ventana encontrándose con la negrura de la noche.
-¿¡Pero qué…?!
-Aquí estoy –respondió a su espalda haciéndolo girarse con el corazón latiendo a mil- Soy muy rápido, con el tiempo agarras práctica.
Dragos lo miraba atónito aun sin decir nada, luego Harry se sentó en su sillón y murmurando un Wingardium Leviosa sin varita, un libro flotó hasta su mano, luego miró a Dragos que continuaba mirándolo con ojos como plato.
-Ya te lo había dicho, soy un vampiro, pero antes de eso fui un mago… realmente tengo ciento veintiséis años de edad y de eso, llevo buscándote un siglo.
Sintiendo las piernas de gelatina fue a sentarse a la cama sin dejar de ver a Harry, comprendiendo que en verdad Harry era más que un loco, algo más que un simple humano y el moreno lo entendió, vio que por fin su verdad estaba entrando en la cabeza de Dragos, por lo que decidió hacer más demostraciones; transformó el libro en una copa y apareció agua con un Aguamenti, luego invocó un Patronus que voló en toda la habitación… por la expresión de Dragos comprendió que al fin le creía.
-¿Y bien?
-De acuerdo –dijo entonces mirándolo duramente- sería muy cerrado de mente si me negara ante pruebas tan evidentes que la magia existe.
-¡Bien! –Exclamó animado- Ahora vamos con el tema del vampirismo, te conté mi historia, el cómo llegué a ser así… ¿eso ya lo crees también?
-Sí eres un vampiro entonces te alimentas de sangre ¿no es así?
-Sí.
-Entonces también eres un asesino ¿cierto?
Harry ya no respondió, eso ya no le importaba, su consciencia ya no existía desde hacía muchos años, sin embargo la mirada acusatoria de Dragos le hizo temer su juicio, el único juicio de la única persona que le importaba en todo el mundo.
-Sí, lo soy –respondió ya sin sonreír pero tampoco con expresión de culpa- Debo alimentarme.
-¿Asesinando a otros?
-¿Esta conversación significa que me crees? -Dragos solo se mesó los cabellos ya más largos para complacencia de Harry- Dragos…
-¡No lo sé!... lo de la magia es una cosa, lo del vampirismo es otra…
-Te mostraría como me alimento pero creo que esa lección sería demasiado para ti, al menos por ahora… ¡Ah ya sé! –Exclamó levantándose y yendo a su buró de dónde sacó una daga- Puedo cortarme, me regenero, podrás verlo con tus propios ojos.
Y sin más se hizo un corte en el antebrazo, un corte profundo que de inmediato comenzó a sangrar y que para sorpresa de Dragos, no tardó en comenzar a cerrarse.
-¿Lo ves? -Dragos no dijo nada, sus ojos no lo habían engañado y debía aceptar que no solo la magia existía, sino también esos seres chupasangre de los cuales solo leyó en libros, sin embargo era demasiado… era demasiado reconocer que había sido secuestrado no solo por un loco, sino por un mago vampiro loco… incluso el solo pensar en esa combinación se le hizo muy bizarro- Y si en nada he mentido, comprenderás que lo que dije de ti también es verdad.
Levantó la mirada para verlo, una cosa era aceptar que el tipo era un fenómeno y otra muy distinta, aceptar que él mismo era la reencarnación de ese tal Draco Malfoy; eso ya era meterse con sus creencias, era hilarante aunque… eso de la magia y el vampirismo ¿no lo eran también?
-No –dijo entonces- acepto lo demás, pero no aceptaré que te metas conmigo… yo no soy tu Draco, soy Dragos Petrescu y quiero que me dejes ir.
-Necio como una maldita mula… si, definitivamente eres tú, bueno, te diré las reglas de la casa.
-¿Las reglas de la casa?
-Sí, vas a estar aquí un tiempo, así que es mejor que sepas como va a estar el asunto.
-El Padre Prior reportará mi desaparición.
-Por favor Dragos, ni siquiera se acuerda de ti, ni él ni ninguno de los demás cartujos.
-¿Qué?
-¿El Prior se acordaba de mí? Recordarás que no- Dragos lo miró sintiendo un hueco en el estómago- Bueno, yo duermo de día, pero no hay problema en permanecer despierto de día mientras no me dé el sol, así que estaré aquí en el día también acompañándote para que no te sientas solo.
-Por mí puedes irte a acompañar a tu madre al infierno.
-¡Dragos! –Exclamó con una sonrisa- ¿Qué boquita es esa? No sabía que un religioso como tú podía decir esas cosas –ante el gesto ceñudo de éste, decidió continuar- Bueno, te advierto que no podrás salir de la habitación, estarás bajo llave y de la ventana ni se te ocurra saltar, puedes abrirla si, pero estamos muy alto, morirías con la caída; yo te traeré de comer, hay leña para la chimenea si sientes frío, hay mantas y adapté el baño con una letrina mágica, no olerá mal y todo lo que deseches desaparecerá, genial ¿no? -Un resoplido fue toda la respuesta que recibió- Te mostraré algo.
Fue a su armario y sacó un pequeño baúl, del cual sacó una fotografía mágica y se la mostró; Dragos vio un marco con una fotografía con Harry y un chico rubio, exactamente igual a él, en la que sonreían y se daban un ligero beso.
-¿Qué es esto?
-Somos tú y yo en una salida al cine.
Volvió a mirar la fotografía negándose a creer que ese chico que se veía tan feliz, fuese su "yo" del pasado, así que se la regresó conservando su mismo gesto serio.
-Sí vas a tenerme aquí, entonces déjame dormir.
-¿Ya tienes sueño?
-Sí, mucho.
-Bueno, ya son las 4:35 am, creo que si debes descansar, todo lo que necesitas para tu aseo esta en el baño, hay pasta dentífrica, cepillo, toallas, jabón –Por toda respuesta solo giro el rostro- Bien pequeña mula rebelde te dejo descansar.
-¿¡Cómo me llamaste?!
-Pequeña mula rebelde… mula que yo me encargaré de domar y que al final montaré con gusto.
-¡Lárgate de aquí! –grito aventándole el libro.
Salió de ahí riendo dejándolo enfurecido.
-Estás aquí… ¡al fin estas aquí! –dijo feliz mientras bajaba las escaleras.
Cuando quedó solo, se levantó rápidamente para intentar abrir la puerta y aunque ya lo esperaba, tenía que intentar abrirla, obviamente sin ningún resultado.
-Dios mío, ampárame en esta hora de oscuridad...
Se asomó a la ventana y solo el frio de la noche azotándole el cabello le hizo cerrarla aceptando al fin que no había por donde escapar, estaba en manos de…
-Un vampiro… -dijo en voz alta, como para terminar de aceptar esa loca idea de que los vampiros existían- Mi señor protégeme de ese ser infernal…
Se hincó a un lado de la cama y entrelazando sus dedos comenzó a orar.
-Es como mi gemelo… -pensó Dante sentado en la cama de su habitación mirando negro cielo- Solo un poco mayor, si alguien nos viera no dudaría que somos hermanos.
La mañana lo sorprendió con el olor de huevos fritos con tocino, un vaso de café y un trozo de pan.
-Buenos días –saludó Harry alegremente- te traje el desayuno.
Se frotó la cara y luego miro la charola que Harry colocó en la cama.
-Huevos y tocino, espero te guste.
-No como carne.
-¿Eres vegetariano?
-No idiota, los cartujos no comemos carne.
En lugar de enojarse cada que lo insultaba, se ponía feliz recordando al antiguo Draco.
-¿Por qué?
-¿En realidad te importa?
-Todo lo tuyo me importa.
-En todo caso prefiero morirme de hambre a recibir algo tuyo.
-Ya tendrás hambre –respondio alzándose de hombros y sentándose en su sillón.
-¿Y qué esperas sentándote ahí?
-Solo quiero platicar contigo, conocerte más.
-¿Pues no que ya me conoces?
-Sí pero ahora tienes otra vida y otras experiencias, todo eso forja a una persona, quiero conocer a la persona que eres ahora… quien iba a decir que ibas a ser un religioso.
-¿Y qué tiene de extraño?
-No eras muy religioso antes.
-Es una pena que no creas en Dios.
-¿Por qué crees que no creo en Dios?
-De lo contrario tendrías temor de él, de perturbar a uno de sus hijos consagrados y de darte cuenta de que tú mismo eres una aberración.
-Pero yo creo en Dios, Draco… -dijo cruzando una pierna y encendiendo un cigarrillo.
-¿Ah sí?
-Sí –respondió dando una calada- dime ¿qué es la fe? Y no me des una respuesta teológica, dame la respuesta sencilla.
-La fe es la confianza en Dios.
-Exactamente… y yo creo en Dios, creo que existe… solo que ya no confío en él.
-¿Por qué?
-En mi larga vida he visto demasiadas cosas… cosas que me hacen aborrecer a la humanidad y decepcionarme de ese Dios que tanto amas.
-¿Ahora viene la pregunta de todos, el porqué permite el sufrimiento?
-¿Tienes respuesta a eso?
-¿Te satisfará cualquier respuesta que te dé?
-Inténtalo.
-No estoy aquí para entretenerte.
-Pero soy un alma descarriada ¿no? es tu deber cristiano tratar de volverme al buen camino.
Draco lo observó unos segundos y después sonrió negando con la cabeza ante la desfachatez de Harry, quien siguió esperando.
-Hay muchas respuestas pero no creo que te guste ninguna.
-Dime una.
-No hay respuesta –Harry hizo una mueca de extrañeza ante la simplicidad de ese cuestionamiento- que, ¿te sorprende?
-Pensé que me dirías que lo permite para probarnos, para hacernos fuertes o alguna mierda de esas.
-Primera carta a Timoteo 3:16… "Grande es el misterio de nuestra fe" –Harry lo miró intrigado esperando que continuara- Cualquier respuesta que te dé no te va a gustar ¿cómo explicar tanto dolor y aun seguir creyendo?
-Yo te diré lo que creo… creo que Dios es una especie de general, un general que no le comunica sus planes a sus soldados y en parte lo acepto, un general no tiene la obligación de comunicar todos sus planes… por eso calla, por eso guarda silencio antes las dudas del mundo y deja que las personas mueran en medio de sufrimientos aberrantes.
-¿Y qué comanda un general?
-¿Mmm?
-Una guerra ¿no?... pues estamos en guerra, todos estos años hemos estado en guerra.
-¿Y las personas torturadas son las bajas?
-Dicho crudamente… si.
-¿Y cómo después de decirme eso, sigues confiando en él?
-Porque lo amo.
-¿Eso te parece suficiente para confiar en él?... ¿el amor basta?
-Tú me pides que confíe en ti a pesar de que eres monstruoso, dime… ¿el amor basta?
Harry se quedó callado unos momentos antes de darle una última calada a su cigarrillo y apagarlo.
-No es igual.
-Claro que lo es… ¿quieres una respuesta al porqué hay tanto dolor en el mundo?... hay muchas cosas que podría decirte, pero en realidad no hay una que calme el corazón, solo puedo decirte que todo eso algún día tendrá una respuesta y una recompensa ¿Qué eso no les importa a los inocentes que mueren día a día a manos de personas crueles? Si, también es cierto… yo no los culpo por no tener fe, de odiar incluso a Dios… tienen todo el derecho, yo solo puedo creer en su palabra de que todo eso tiene un motivo y algún día lo explicará y la humanidad tendrá una vida nueva… esto es una guerra entre el bien y el mal y desgraciadamente nosotros estamos en medio, no cualquiera resiste, no cualquiera conserva su fe… no cualquiera puede amar a pesar de todo.
-¿Pero porqué guarda silencio?... ¿Por qué deja que todo esto pase?
-Ya te lo dije, hay muchas respuestas, puedes elegir la que calme tu desasosiego… en lo personal sé que hay una razón para que parezca un fantasma ante los terrores del mundo, pero a mí me ha demostrado su existencia y sé que me ama, lo he sentido.
-¿Con el diario despertar?
-No, con detalles de un ser enamorado –respondio ignorando su sarcasmo.
-¿Cómo es eso?
-Cuándo tú enamoras a alguien le das detalles me imagino.
-Así es.
-Pues es lo mismo entre nosotros y entiendo a los que no lo han experimentado nunca, a los que sufren y mueren en medio del dolor.
-¿Y aun así tienes fe?
-Debo creer por los que no creen, esperar por los que no esperan… tú lo dijiste, no solo es creer, es confiar… confiar a pesar de todo.
-Pero… -dijo sin saber que decir exactamente.
-Es un salto con una venda en los ojos a un precipicio oscuro… eso es la fe.
-La fe es un paliativo para esta vida.
-Es la esperanza para esta vida.
-No me convences.
-Lo sé y es una pena.
-Lo es –admitió con aire triste- porque de verdad te envidio… incluso he anhelado volver a sentirla como alguna vez lo hice… veo gente orando y cantando y esperando en él y yo deseo lo mismo… pero no puedo, yo… siento nostalgia de cuando yo creía.
Dragos se levantó y abrió la ventana dejando que entrara la luz, luz que daba de lleno en el sillón de Harry provocando que éste se levantara de ella.
-Lamento oír eso… pero ¿sabes qué? –Dijo volteando a verlo- Una guerra también se gana confiando en tu general aunque ignores sus planes.
Harry sonrió y se acercó a él.
-Pues me gusta tu confianza.
-¿Por qué no te asomas a la ventana?
-Ya lo sabes.
-¿El sol te derrite? –preguntó sarcástico.
-No, no me derrite, me desintegra.
-Pero está nublado.
-Aun así.
-Muéstrame.
Sin realmente esperarlo, Harry expuso su mano a la luz y de inmediato comenzó a salirle humo y a ennegrecerle la piel, por lo que la retiró haciendo una mueca de dolor dejando a Dragos sorprendido.
-Siento si no te muestro más, pero no quiero que se me caiga la mano… ¿Por qué te sorprendes? Ya habías aceptado lo que soy.
-Pues si pero… es muy raro.
-¿Y entonces, vas a comer?
-No, ya te lo dije, hasta que me dejes ir.
-Ya comerás –concluyó saliendo de ahí.
Dragos se volvió mirar el blanco y nevado paisaje.
Cuando llegó la tarde, Harry entró con la comida pero encontró la bandeja de la mañana intacta y a Dragos hincado ante la cama con los ojos cerrados y las manos entrelazadas orando.
-No comiste -Pero Dragos no respondió, por lo que dejó la comida en la mesa y se acercó a él- esta vez no te traje carne, traje pollo frito con verduras ¿te gusta el pollo, los cartujos lo pueden comer?
Pasaron unos minutos antes de que Dragos se dignara a moverse para mirarlo, se levantó y se sentó en la cama.
-No tengo hambre.
-La tienes, no has comido desde ayer.
-Pues no comeré.
-Pero no es carne.
-Ya te lo dije.
-Sí, si… que no comerás hasta que te deje ir, pues bueno Dragos, ni te irás ni te me morirás de hambre, eso es algo que no pienso permitir.
-¿Y qué vas a hacer, obligarme?
-No quiero llegar a eso, así que sé buen niño o me harás enojar.
-Oh ¿y se supone que debo tener miedo a eso? –preguntó cruzándose de brazos.
Harry sonrió mientras se sentaba en su sillón y se mordía un labio observándolo.
-Me encantas… -dijo al fin- tu actitud retadora en vez de desanimarme, me encanta y excita cada vez más -La última palabra ya no le gustó a Dragos y Harry pareció darse cuenta- No te preocupes, nunca te pondría un dedo encima sin tu permiso.
-Vaya, que respetuoso de alguien que secuestra gente y la mantiene encerrada en una torre.
-Así soy yo de considerado… por cierto, apostaría un brazo a que eres virgen ¿verdad?
El rubor tiño intensamente el rostro de Dragos.
-Eso es algo que no te incumbe.
-No me importaría que no lo fueras, yo he tenido docenas de amantes, incluso Dante es uno de ellos, lo que me mataría es que los tuvieras de ahora en adelante que te he encontrado, ahí si no querrías conocerme cuando me enojo.
-¿No que no me harías daño? –pregunto con sarcasmo.
-No, a ti no… a ellos… bebería hasta la última gota de su sangre después de torturar sus cuerpos.
Algo en su forma de hablar le hizo comprender que no hablaba en sentido figurado, por lo que el miedo llenó su estómago.
-Pero como estoy seguro, no hay porqué preocuparnos por eso.
-¿Por qué?
-Es más que obvio que eres virgen Dragos y en todo caso, estaré más que feliz de desvirgarte cuando llegue el momento- la expresión de Dragos fue de tal horror que comenzó a reír- ¡Pero no te preocupes hermosura! que solo lo haré cuando tú me lo pidas.
-¡Vete de aquí! –Exclamó levantándose y alejándose de él- ¡Lárgate, déjame solo! –gritó aventando la charola de la comida al suelo- ¡Y puedes llevarte tu comida y tragártela tu mismo!
Harry ni se inmutó por el exabrupto, solo sonrió y miró la comida.
-Bien, me voy a dormir un rato, en la noche vendré con tu cena y más te vale haber limpiado todo eso –y sin más se levantó y salió de ahí.
-¿Por qué lo tratas así? –preguntó Dante recargado en la pared del pasillo cuando él salió del cuarto- pensé que querrías enamorarlo, no que te deteste más de lo que ya lo hace.
-Porque es más que obvio que no va a corresponder si trato de enamorarlo, así que no vale la pena perder el tiempo con eso –respondió comenzando a bajar las escaleras seguido por él- así que trato de despertarlo haciéndole recordar lo primero que sintió por mí y créeme… está comenzando a portarse como el Draco que yo conozco, además tengo otros métodos.
