Cuando Harry llegó al anochecer, lo encontró dormido, miró el suelo con la comida y trastos rotos esparcidos y sonrió ya habiendo esperado eso, así que dejó la cena en la mesa y se sentó en la cama para mirarlo… los labios sonrosados y entreabiertos parecían invitarlo a probarlos, pero fiel a su palabra se contuvo, en cambio tocó con sus dedos la suave mejilla despertando a Dragos en el acto.
-Tranquilo, soy yo –dijo al verlo alejarse sobresaltado de él- veo que fuiste un chico malo y no me obedeciste… no tomaré otras medidas si comes lo que te traje.
Su estómago gruñó ante el aroma de los huevos revueltos con vegetales, pero aun así se levantó de la cama alejándose de Harry.
-Ya te dije que prefiero morir de hambre y si quieres limpio el piso, límpialo con la lengua si tanto es tu deseo.
La mirada de Harry se oscureció haciendo temer a Dragos por sus palabras, pero su orgullo le hizo levantar la cara retador.
-Pequeño Dragos, no querrás que me enoje contigo, más te vale obedecer.
-Pues no, no lo haré.
En un parpadeo, la mano de Harry ya estaba en su nuca y su cara a un palmo del suelo, encima de la comida.
-Vas a recoger los platos rotos y los pondrás en la charola junto a la comida que tiraste, aquí no tienes sirvientes o tendré que castigarte y créeme, no te va a gustar ¿entendido?
Su corazón palpitaba como loco e hiperventilaba del susto, las palabras susurradas de Harry en su oreja le hicieron estremecer hasta el tuétano y de repente tuvo ganas de llorar.
-¿Por qué?... –susurró sin moverse y sin que la mano de Harry lo soltara- ¿Por qué no me dejas ir?... prometo no decirle a nadie que me secuestraste…
-¿No te lo he dicho ya? –Respondió hablándole al oído- pasé un siglo buscándote y ahora que te encontré, no voy a dejarte ir por absolutamente nada del mundo.
Un sollozo escapó de su garganta al sentir que nada de lo que hiciera iba a servir para escapar de ese monstruo, por lo que sintiéndose roto y desesperanzado, comenzó a recoger los platos rotos en medio de un llanto contenido.
Mas satisfecho, Harry se sentó en la silla viéndolo limpiar sin dejar de llorar y cuando terminó se subió a la cama y abrazando sus rodillas escondió su rostro.
-Qué ¿no vas a cenar?
-No tengo hambre –susurró sin levantar la cara.
Harry suspiró y levantándose se dirigió hasta él, lo tomó del brazo sorprendiéndolo y casi a rastras lo llevó hasta la mesa en donde de un empujón lo sentó frente al plato.
-Come.
-No ten…
-Sí, ya dijiste eso, no te lo estoy preguntando, come.
-Por favor, solo quiero agua.
Harry volvió a suspirar viéndolo duramente y luego susurró:
-Imperius… come -Dragos agarró la cuchara y sin ninguna otra objeción comenzó a comer- te traje leche caliente, es rica con este clima… hace un siglo que no la tomo pero recuerdo que me gustaba mucho.
Dragos terminó la comida, la leche y el pan e incluso una manzana, luego Harry quitó su hechizo y fue a sentarse en su silla mientras Dragos se recomponía en la suya sin haber entendido que había pasado.
-¿Qué me hiciste? –Preguntó al cabo de unos minutos- ¿Qué embrujo demoniaco usaste para que mi voluntad se fuera?
-No fue ningún embrujo demoniaco Dragos, fue un hechizo mágico, es para hacer obedecer a las personas, tú no querías hacerlo y me obligaste a usarlo contigo.
-No tenías ningún derecho –respondió duramente.
-Oh sí, mi hermosura, tengo todo el derecho, no habías comido y no puedo permitir que te enfermes, voy a cuidar de ti muy bien.
-¡Pero yo no te lo he pedido, no quiero que me cuides! –exclamó levantándose y caminando frenético por el cuarto.
-Hace miles de noches me lo pediste… después de hacer el amor me susurraste al oído que nunca te dejara ir…
-¡Basta! –Gritó tapándose las orejas con las manos- ¡No soy yo! ¿¡Qué no lo entiendes?!
-Quién no lo entiende eres tú, eres mío y yo soy tuyo… podrías tener el mundo a tus pies con solo pedírmelo.
-¡Cállate demonio!... ¡nunca! ¿¡Entendiste?! ¡Nunca te pediré nada, primero me muero y me arrojo por esa ventana!
Esas últimas palabras borraron la sonrisa de Harry y moviéndose tan rápido que la vista de Dragos no pudo seguirlo, tomó al rubio por la mandíbula y empujándolo con fuerza en la pared dijo:
-No te atrevas… no atentes contra tu vida, porque tu vida es mía y si lo que quieres es no volver a ver la luz del sol, eso tendrás –y sin más lo soltó y dirigiéndose a la ventana murmuró algo que Dragos no entendió- Listo… -dijo volviéndose a él- esta ventana no se abrirá aunque le arrojes la mesa ¿querías estas encerrado por completo? Felicidades, lo lograste- y sin decir más, salió de ahí cerrando con un fuerte portazo haciéndolo estremecer.
Corrió a la ventana intentando abrirla con todas sus fuerzas viendo que cualquier esfuerzo era inútil, por lo que comenzó a golpearla con los puños.
-¡No, no, ábrela, ábrela!... ¡quiero salir, quiero irme de aquí! –balbuceó en medio de sollozos que le hicieron derrumbarse en el suelo.
Fuera de ahí, recargado en la puerta, Harry miraba la pared… no disfrutaba verlo llorar así, no disfrutaba verlo caer en la desesperación, pero estaba dispuesto a llegar al final de todo.
Siendo media noche, después de haber regresado de cenar, Harry entró al cuarto de Dragos encontrándolo dormido ya, se acercó a él y lo miró dormir por unos minutos… entonces sacó un alfiler y se pinchó un dedo y la pequeña gota carmesí que brotó, la dejó caer en los labios entreabiertos y después se fue.
Velas flotantes… murmullos de una multitud… una larga mesa y personas sin rostro, todo eso perturbaban el sueño de Dragos, que se movía inquieto en la cama sin despertar, tuvo sueños raros toda la noche que le hicieron entrar en una agotadora duermevela, despertó sintiéndose cansado.
-Buenos días estrellita, el mundo te dice hola.
-Vete al diablo.
-¿Qué pasa, porqué de tan mal humor, no dormiste bien? Además esas palabras no son propias de un cartujo –Dijo Harry entrando con el desayuno- Mira, te traje panqueques calientitos, miel de maple, café y un tazón de fruta ¡yummy! -Dragos giró el rostro por toda respuesta- vas a desayunar ¿verdad?
Dragos volteó a verlo y su rostro sonriente y empalagosa amabilidad le dio escalofríos, así que recordando el día anterior, decidió que comer era lo mejor.
-Buen chico –dijo al verlo ir a sentarse- este platillo era tu favorito para desayunar, te encantaba que te lo llevara a la cama –Dragos no contestó- ¡Oh! ¿Vas a aplicarme la ley del hielo?... será que quieres que te haga entrar en calor y te descongele.
Una mirada furibunda fue lo que se ganó por toda respuesta, así que decidió hablarle de su pasado mientras él comía en silencio.
-El colegio de magia y hechicería era donde los magos y brujas íbamos a estudiar cuando cumplíamos once años, te conocí en la tienda de Madame Malkin, fuiste el primer niño mago que conocí y luego nos volvimos a encontrar en el expreso de Hogwarts, Hogwarts era el nombre del colegio… ahí te portaste como una verdadera mierdecilla cuando te burlaste de Ron y su familia, me ofreciste la mano y yo la rechacé, no iba a ser amigo de un verdadero cabrón como tú, nos detestamos durante toda nuestra educación, quien iba a decir que terminaríamos enamorados ¿te molesta si fumo? –como Dragos no respondio, encendió su cigarrillo y continuó su plática mientras se arrellanaba en su reclinable- el colegio estaba dividido en cuatro casas, eran Hufflepuff, Ravenclaw, Griffindor y Slytherin, era un colegio de internado y vivíamos ahí por periodos escolares, al entrar nos derivaban a una casa mediante el sombrero seleccionador… un viejo sombrero que hablaba, yo fui a Griffindor y tu a Slytherin…
Harry habló y habló incluso cuando terminó de comer, por lo que sentándose en la cama solo se cruzó de brazos y miró al frente en silencio.
-¡Qué bien, comiste todo! eso me gusta –dijo al cabo de dos horas de hablar y hablar- Entonces me voy a dormir, regresaré a la hora de la comida ¿de acuerdo? Pórtate bien hermosura, nos vemos -Dragos le volteó el rostro por toda respuesta y finalmente volvió a quedar solo.
Al atardecer fue la misma rutina, lo mismo que en la noche, Harry contaba cosas de su vida en Hogwarts mientras Dragos comía en silencio, le contó sobre Ron y la familia Weasley, de Hermione y su guerra con Voldemort, le habló de Crabbe y Goyle, de Pansy y Zabini; del torneo de los tres magos, de Dumbledore y del profesor Snape, de cómo le robó su recordadora a Neville y de cómo les gustaba jugar Quidditch; eso fue durante una semana entera y todas las noches cuando ya estaba dormido, lo visitaba y dejaba caer una gota de su sangre en su boca.
Y todas las noches soñaba con rostros cada vez más claros, con un castillo con un gran lago negro y un bosque que aun en sus sueños le pareció aterrador, vio criaturas fantásticas y que más de una vez le hicieron despertar sobresaltado bañado en sudor, esa mañana Harry lo vio con ojeras y rostro cansado.
-¿No has dormido bien? Te veo cansado.
-Como si te importara.
-Claro que me importa, todo lo que te pasa me interesa, cuéntame ¿Qué sucede?
-¿Es en serio? –Preguntó sonriendo incrédulo- Me tienes aquí secuestrado y ¿te atreves a preguntarme qué es lo que me molesta?
-Sí, dímelo, tal vez pueda ayudar.
-Sí claro.
-Pruébame.
-Tengo pesadillas ¿puedes arreglar eso genio?
-¿Qué tipo de pesadillas? -Dragos lo miró con fastidio, Harry hablaba como si fuera doctor y toda la situación fuera de lo más normal- vamos, no tienes nada que perder ¿o sí?
Después de unos momentos, decidió hablar de mala gana.
-Sueño con un castillo, pero no este, ese está… no sé, con vida, es decir… hay gente dentro, pero mucha gente, todos vestidos de negro, largas túnicas negras… hay un bosque con criaturas horribles y ayer tuve un sueño particularmente feo.
-¿Qué soñaste?
-Que yo estaba dentro del cuerpo de un animal, un animal pequeño y todos me perseguían.
Ante eso Harry comenzó a reír, por lo que Dragos lo miró ceñudo.
-No es gracioso.
-Sí lo es, cuando fuiste convertido en hurón fue algo épico.
-¿De qué hablas?
-Tus sueños no son pesadillas… son recuerdos.
-¿Qué?
-Sí, el castillo que ves es Hogwarts, la gente de negro son estudiantes, el bosque es el bosque prohibido… dime ¿has soñado alguna vez con un par de chicos gordos o un chico de color?... o tal vez un pelirrojo.
Con el último comentario quedó helado ¿cómo supo que el sueño de esa noche fue con alguien de rostro difuso, pero con un inconfundible cabello de color rojo?
-No es verdad, quieres volverme loco.
-No Dragos, todas las noches te he dado de beber una gota de mi sangre.
-¿Qué? –exclamó horrorizado.
-Con ello comparto mis recuerdos contigo, pero son recuerdos que yo viví contigo, no puedo darte recuerdos solo tuyos, como de tus padres o tu vida en Malfoy Manor, que de hecho sí conocí, pero vivencias solo tuyas no puedo.
Dragos lo miraba boquiabierto, a esas alturas ya había aceptado que cualquier cosa aparentemente imposible, no lo era.
-Entonces tú... estás sugestionándome con recuerdos falsos.
-Claro que no, todo eso lo viviste hace mas de cien años.
-¡Qué yo no soy tu Draco Malfoy, yo soy Dragos Petrescu! ¿¡Cuando demonios lo vas a entender?!
Lejos de enojarse por el exabrupto, Harry sonrió acomodándose en su sofá.
-Tengo también otros recuerdos… unos que me complacerá mucho compartir contigo.
-¿Por qué no te largas y me dejas en paz?
Para su sorpresa Harry se puso de pie y sonriéndole de una forma que no le gustó nada, salió del cuarto.
-Buenas noches Dragos, que duermas bien.
Esa noche trató de mantenerse despierto lo más que pudo para no permitir la aberración de beber una gota de su sangre, pero al final cayó presa del cansancio, por lo que no pudo evitar la ya acostumbrada visita de Harry.
-Ok mi hermosura… -susurró pinchándose el dedo- es hora de que recuerdes otras cosas.
Unos labios en su piel… una lengua en su cuello acompañado de palabras ininteligibles que aun sin saber que decían exactamente, se sentían cargadas de deseo… una mano en su miembro que lo hizo despertar abruptamente con la respiración entrecortada, miró hacia abajo y vio que tenía tremenda erección.
-Dios mío… -musitó saliendo rápidamente de la cama y corriendo al baño en donde abrió la ducha adaptada mágicamente para dar servicio en ese lugar tan apartado y jadeó al sentir el frio morder su piel, pero estaba bien, todo con tal de enfriar sus ánimos.
-Buenos días mi hermosura ¿descansaste? –preguntó poniendo una charola con ensalada de pollo, un razón de avena dulce caliente, café y pan.
Dragos lo miró con mala cara para después exclamar:
-Eres un demonio aunque seas de carne y hueso.
-¿Por qué lo dices?
-Me has hecho soñar…
-¿Qué? –Pregunto al verlo quedarse callado- ¿Qué es lo que te he hecho soñar?
Furioso y avergonzado a partes iguales, Dragos solo puedo torcer la boca y girar el rostro.
-¿Son sueños sexuales? –Dragos no respondió ni lo miró, solo sintió como las orejas se le pusieron calientes- porque vuelvo a lo mismo de ayer Dragos… no son sueños, son recuerdos y esos recuerdos puedo dártelos porque era cuando tú y yo hacíamos el amor.
-¡Cállate, no digas esas cosas!
-Te hablaré de ello así como te hablé de Hogwarts.
-¡No necesito escuchar tus palabras sucias!
-Palabras sucias eran las que te gustaba que te dijera en la cama.
-Vete al diablo –respondió tapándole las orejas como un niño, cosa que a Harry no le importó.
-Cuándo hacíamos el amor, yo recorría con mis labios tu cuerpo desnudo de pies a cabeza… besaba tu suave piel y tú gemías para mí… -Dragos permanecía con las manos en sus orejas y los ojos cerrados, pero era inútil porque la voz de Harry se escuchaba claramente- chupaba tus pezones y tú los míos hasta ponerlos duros… besabas mi vientre y llegabas a mi pene…
-Cállate.
-Lo lamías y lo besabas para luego meterlo en tu boca…
-Cállate.
-Y luego comenzabas a mamarlo…
-¡Cállate, cállate, cállate! –Gritó alejándose al otro extremo del cuarto- ¡Cierra tu sucia boca y guárdate para ti tus malditas palabras!
-Oh vamos Draco, te encantaba hacerlo.
-¡Mi nombre es Dragos, mi nombre es Dragos!
-¿Sabes también que te gustaba?... te encantaba que lamiera tu entrada… ese bonito ano apretado que tenías y que temblaba de deseo cada vez que yo iba a penetrarte.
-¡Oh mi Dios, protégeme! –exclamó hincándose ante su cama y entrelazando sus dedos.
-Yo metía mi pene despacio y tú te abrías para mí.
-Pater noster, qui es in caelis…
-Y te encantaba que te montara duro…
-Sanctifictur Nomen Tuum…
-Y yo acariciaba tus hermosas nalgas mientras permanecías en cuatro delante mi…
-Por favor… por favor… -susurró a punto del llanto sin abrir los ojos- déjame en paz por favor…
Harry se quedó callado observándolo, mirando como su cuerpo temblaba mientras permanecía hincado.
-Descansa mi hermosura –dijo poniéndose de pie- nos vemos luego.
Una boca en su pene mamando con fuerza le hizo jadear de tal modo que despertó sobresaltado y el cuerpo sudoroso.
-Dios mío no, no, no… ayúdame a vencer la tentación tal como tú la venciste en el desierto… -Oró hincándose en su cama para luego caminar hasta el baño y tomar una ducha helada.
Esa mañana Harry lo encontró aun en la cama hecho un ovillo.
-Buenos días Dragos… ¿Dragos? –Se acercó y al verlo con los ojos cerrados y el rostro sudoroso, le puso una mano en la frente encontrándolo con fiebre- Demonios, Dragos despierta… -dijo tomándolo en sus brazos y sentándolo.
-Déjame en paz, me duele la cabeza –respondio manoteando y soltándose del agarre para luego volver a acostarse.
-Estás enfermo, parece que te resfriaste, no entiendo cómo… -dijo levantándose y revisando la ventana- el frio no entra y la chimenea siempre está encendida- Bueno, como sea, te traeré medicina.
-No la quiero.
-Lo malo es que es de día, no puedo salir –contestó sin hacer caso a Dragos.
-Deja que me muera, no me importa.
-Ya reina del drama, no te vas a morir, yo nunca lo permitiría –respondio sentándose en la cama- estoy aquí para cuidarte -Ante la cercanía del cuerpo, Dragos se hizo más a la orilla- Y mira, que suerte tenemos, hoy te traje sopa de pollo con verduras, dicen que es buena cuando estás enfermo, eso realmente no lo sé, creo que es para que estés hidratado, como sea… anda come, esta buena, también te traje pan dulce y leche caliente o café si quieres, tu dime que deseas y yo me encargaré.
-Deseo que abras la ventana y tomes un buen bronceado.
Harry estalló en carcajadas y palmeándole el trasero se levantó diciendo:
-Qué buena broma, anda come.
A pesar de su tremendo dolor de cabeza, se levantó indignado al sentir la palmada en su trasero.
-¡No te atrevas a volver a tocarme así!
-Oh eso no fue nada, anda come, esta bueno… creo, hace mucho ya no tengo un sentido del gusto normal, pero creo que me salió bien.
-¿Acaso eres tú quien cocina?
-¿Y quien más podría ser? A Dante se le quema hasta el agua, además nosotros no necesitamos cocinar.
-Ese tal Dante… ¿también es un vampiro?
-Sí.
Ya no dijo nada, realmente la historia del chico no le importaba, solo quería que ese dolor de cuerpo y de cabeza se le quitara, además también decidió sentarse mientras Harry le acercaba la mesa a la cama, ya había aprendido que negarse a comer no le serviría de nada.
-¿Ya viste que ser buen niño es mejor?
Ni siquiera le respondio, solo comenzó a comer en silencio.
-¿Y qué tal dormiste? Espero que ahora si hayas descansado.
-¿Podrías callarte y dejarme comer en paz? –exclamó exasperado.
-Claro belleza, claro.
-Y ya no me llames así.
-Pero eso eres… eres hermoso con ese cabello tan rubio y tus ojos de invierno… tu piel tan blanca y tan suave.
-Solo… ¿podrías callarte? –dijo mirando fijamente su plato.
-No entiendo el enojo, solo digo la verdad, seguro que bajo de toda esa ropa hay un cuerpo hermoso.
-¡Cállate ya, no me interesa nada de lo que tengas que decir! –gritó mirándolo con furia.
-Ok me disculpo –respondió mostrando las palmas- no pensé que te molestara tanto… a veces olvido que tu crianza fue mojigata.
-No soy un mojigato.
-¿Entonces por qué te da tanta vergüenza hablar sobre sexo?
-Nunca hemos hablado de sexo, solo me has echado en cara tus sucias perversiones, eso no es hablar de sexo.
-Ok entonces hablemos de sexo correctamente, dime ¿Qué piensas del sexo gay? -Dragos oprimió los labios y la cuchara por igual sin dejar de mirar su plato… la verdad es que si le daba vergüenza hablar de cualquier tipo de sexo- Dragos…
-No quiero hablar.
-Anda hombre, solo dime qué piensas.
-Que es incorrecto ¿está bien? Es mi opinión y a nadie le interesa.
-A mi me interesa lo que piensas… ¿crees que es incorrecto porque lo dice la iglesia? –Preguntó recibiendo solo silencio- porque yo creo otra cosa.
-Qué sorpresa.
-No, en serio, a pesar de no tener fe en Dios, yo creo que él no prohibiría el amor entre dos personas que nacieron así… ¿no dicen que nos envió a ser felices? Si eres gay ¿cómo podrías ser feliz reprimiendo lo que eres? Además yo creo que a él le interesa más que seas buena persona que con quien te encamas.
-No voy a discutir contigo, así de simple.
-Vamos Dragos, quiero que el día en que yo esté entre tus piernas, tú estés sin remordimientos ni sentimientos de culpa, eso pudre el alma.
-¡Tú no…! –Exclamó levantándose furioso que casi vuelca la mesa- yo nunca voy a enredarme con alguien como tú ¿entendiste? –y sin más se dirigió furioso al baño cerrando de un portazo.
En la comida y en la cena, se mantuvo en silencio dejando que solo Harry hablara, pero lejos de enojarse, Harry parecía muy divertido, hablaba y hablaba de su rivalidad del colegio hasta que llegó la hora de dormir.
-El resfrío fue leve, ya no tienes fiebre y eso que no tomaste ningún medicamento… ok, ya entendí, me voy, que descanses hermosura -Y se fue sin recibir respuesta.
Cuando quedó solo, pudo relajarse, la verdad es que no deseaba dormir, no quería volver a tener esos sueños húmedos y tampoco quería darse otra ducha helada, realmente eran muy molestos, lo mejor era permanecer en vela y así no soñaría… hasta que el sueño lo venció a las cuatro de la mañana.
-Mmm… -Gimió entre sueños al sentir unos labios en su cuello y unas manos en su cintura atrayéndolo hacia un cuerpo cálido que se amoldaba perfectamente al suyo- ¡Ah…!
Esas manos bajaron a sus nalgas y luego a sus muslos separándolos con gentileza… despertó sudoroso y con la respiración entre cortada; se quedó mirando el techo sin moverse, la erección que tenía era dolorosa y sentía una especia de frustración en el pecho… así que dándose perfecta cuenta de lo que iba a hacer, metió la mano dentro de su pantalón de dormir y tomó su pene… la ultima vez se que masturbó tenía veinte años, llevaba seis en total abstinencia de esa simple acción de autocomplacencia.
Cerró los ojos mientras su mano recorría su miembro, sintiendo la humedad que ya brotaba… así que se bajó los pantalones a media nalga y comenzó a frotarlo con suavidad; estaba conflictuado y sintiéndose una mierda, pero ese deseo estaba corroyéndolo como si fuera una termita a un árbol, que decidió hacerlo, ya rezaría después por el perdón, por ahora…
-Ah… mmm…
Pero contrario a lo que había pasado en su juventud, el desahogo no llegaba, así que lo intentó con más energía sin ningún resultado a pesar de estar erecto y con los testículos hinchados… gruñó de frustración pues ya le dolían las bolas por no poder eyacular, así que lo intentó un rato mas sin poder llegar al culmen.
-¡Mierda! –masculló dándose por vencido, así que se subió los pantalones y se dispuso a intentar dormir ¿pero cómo hacerlo si el deseo frustrado le punzaba en los genitales? Como fuese, no había de otra más que intentar conciliar el sueño.
Una blanca sonrisa se esbozó en la oscuridad.
Por la mañana Harry entró con la acostumbrada charola de alimentos y de al parecer de muy buen humor.
-Buenos días corazoncito.
-Eran buenos.
-¿Estás de mal humor?
-¿Y cómo puedo estar si estoy encerrado aquí?... además me duele la cabeza.
-¿Por qué, aun tienes fiebre? –preguntó intentando tocarle la frente recibiendo un manotazo por respuesta.
-Estoy bien.
-Entonces habrá sido porque no dormiste bien.
El rubor tiñó sus mejillas negándose a responder, así que mejor se sentó a comer sin decir nada en tanto Harry comenzaba su cháchara diaria.
-Había una competencia llamada "El torneo de los tres magos" y fue una total locura…
Pasó dos horas con él hasta que por fin se levantó llevándose los platos sucios; cuando quedó solo se pasó toda la mañana rezando y pidiendo perdón por su debilidad, no se sentó ni un momento y no se dio cuenta del transcurso de las horas hasta que Harry llegó con la comida y unos libros.
-Hola, hora de comer.
Comió en silencio en tanto Harry limpiaba la habitación y su ropa con magia y hablaba sin esperar respuesta.
-Me disculpo por no haberte traído libros antes –dijo habiendo terminado y sentándose en su silla reclinable- estaba tan emocionado de tenerte aquí que lo olvidé, aunque no sé que tipos de lectura te gusten ahora, lo que hice fue traerte tus autores favoritos de tu vida pasada… ¿no dices nada? –preguntó recibiendo silencio como respuesta- No quiero enojarme contigo, estoy siendo gentil.
-¡Oh muchas gracias por ser amable cuando fuiste tú quien me trajo a la fuerza! –dijo con una sonrisa.
-Veo que estas de mal humor, mejor me voy –respondió levantándose y saliendo de ahí.
Cuando quedó solo, no leyó, de nuevo continuó con sus oraciones de penitencia hasta la hora de la cena, que transcurrió exactamente igual que la comida, por lo que pronto se quedó solo de nuevo y así llegó la hora de dormir, solo que otra vez no quería hacerlo, por lo que rezando un rosario caminó por horas en el cuarto; pero le bastó recostarse un momento para descansar que cayó profundamente dormido.
Y de nuevo los sueños húmedos se hicieron presentes llevándolo a despertar con el mismo "problemita" de la noche anterior…
-No lo haré –se dijo a si mismo levantándose a apagar la luz y acostarse hecho un ovillo y cerrando los ojos con fuerza y rezando sin cesar hasta que el sueño lo venció de nuevo… y de nuevo los sueños se hicieron presentes.
-¡Ah…! -suspiró sintiendo su cuerpo arder y su pene erecto- No, no…
Pero la urgencia era tanta que terminó bajando su pantalón y tomando su miembro con una mano para darse un poco de alivio, solo que ese alivio tampoco llegó… estaba frustrado y deseoso de culminar pero por más que lo intentaba nada pasaba, sus testículos ya le dolían y su cuerpo ardía de deseo.
Así que en su vano intento, su otra mano comenzó a acariciar su trasero, se puso de costado sin dejar de acariciarse hasta que sus dedos rozaron su entrada; se quedó quieto un momento con la mente en blanco pero con el cuerpo ardiendo, así que tentativamente la rozó con un dedo… luego la tocó de lleno dándose cuenta de que nunca la había tocado con esa intención, pero esta vez… la incertidumbre le llenó el pecho y comenzó a hundir su dedo, pero ante la resistencia y el dolorcillo molesto, desistió, sin embargo su cuerpo pedía terminar y por más que se jalaba el pene no lo lograba, así que se mojó el dedo con saliva y lo intentó de nuevo, solo que esta vez comenzó a pasar su dedo encima varias veces como si fuera un masaje y sintiendo excitación por lo que estaba haciendo, comenzó a empujarlo dentro.
Se presentó la misma resistencia y el dolor cuando logró meter la punta de su dedo, cerró los ojos con fuerza pero no lo sacó, más bien se armó de valor y lo hundió más.
-¡Oh!
Dolía, pero también había algo que le enardecía más, por lo que comenzó un mete y saca haciendo que su pecho subiera y bajara rápidamente por su respiración acelerada.
No tardó en desear meter otro dedo, pero esta vez no lo logró, la molestia era demasiada y pensó que tal vez se rasgaría, por lo que siguió con un solo dedo intentando terminar con ayuda de su mano por el frente, pero nada, el alivio no llegaba por más que lo intentara.
-¡Carajo! –exclamó dándole un golpe a la almohada.
-Sí quieres te puedo ayudar.
Se sentó sobresaltado haciéndose para atrás hasta caer de la cama, entonces la lámpara se encendió mostrando a Harry sentado en el sofá con las piernas cruzadas y una maldita sonrisa en su cara.
-Sí deseabas alivio mi hermosura, solo tenías que decirlo.
-¡¿Qué…?! ¡Pe-pero…!
Harry encendió un cigarrillo y después de darle una calada volvió sonreír.
-Conozco esa parte de ti mejor que tú mismo, la lamí cientos de veces, podríamos intentarlo si tú quieres -Dragos no atinaba a decir nada, estaba estupefacto, asustado y avergonzado a partes iguales- No tienes nada de qué avergonzarte, el sexo es algo muy natural, además yo desperté esos recuerdos en ti y como ya te habrás podido dar cuenta, no puedes llegar al clímax… no mientras yo no te dé permiso, conocerás lo que es un verdadero orgasmo solo cuando estés conmigo, no antes.
-Maldito… -exclamó sintiendo sus ojos llenarse de lágrimas nacidas de su rabia e indignación- eres un maldito bastardo y te odio con toda mi alma.
-Alguna vez me amaste con todo el corazón.
-Ojalá y te mueras maldita basura –exclamó limpiándose furiosamente las lágrimas que ya corrían por sus mejillas mientras se levantaba del suelo.
-Eso desee muchas veces, solo tu recuerdo me impedía arrojarme al sol.
-¡Pues hazlo!... ¡hazlo y déjame en paz! –gritó metiéndose a la cama y cubriéndose la cabeza con las mantas como si fuera un niño.
Harry exhaló un suspiro ya sin sonreír, sabía que estaba lastimándolo pero también sabía que eso tendría que terminar en algún momento y Draco por fin recordaría… mientras tanto su determinación era firme, no lo dejaría salir de aquella torre por ningún motivo así fuese ganándose su odio, todo eso sería olvidado cuando por fin recordara.
No supo en qué momento quedo solo, su llanto contenido por fin escapó haciéndolo soltar fuertes e incontenibles hipidos por un buen rato, solo se durmió al amanecer.
