Esa mañana se sorprendió al ver que quien le llevó el desayuno no fue Harry sino Dante quien puso la charola en la mesa con una sonrisa comprensiva.

-Hola –pero Dragos no respondió- imagino cómo te sientes, sé lo que Harry hizo y créeme, le dije que hizo muy mal en espiar tu intimidad -Dragos hizo una mueca y giró el rostro avergonzado- No te sientas mal, todos nos masturbamos.

-¿Puedes dejar el tema por favor? –exclamó molesto y exasperado, pero sobre todo avergonzado.

-Sí, lo siento… creo que eso es privado, perdón –Dragos no dijo nada, solo abrazó sus rodillas y ocultó el rostro- Te traje huevos con jamón y queso, creo que están buenos, Harry los preparó.

Solo que Dragos permaneció igual.

-Oye ¿podrías comer? Harás que él se moleste conmigo.

-¿Y eso te afecta mucho? –dijo al fin levantando la cara.

-Sí, créeme que no te gustaría verlo enojado… aunque yo creo que nunca se enojaría contigo al grado de castigarte como lo ha hecho conmigo.

En ese punto la curiosidad le hizo mirarlo con atención.

-El dijo que eres un vampiro.

-Sí, lo soy.

-Y que también eres su amante.

-Solía serlo.

-¿Ya no lo eres?

-No desde que te encontró.

-Oh… bueno pues lo siento, créeme que no es mi intención –exclamó sarcástico.

-Lo sé… de hecho yo debí haberme ido hace tiempo pero quería conocerte.

-¿A mi?

-Sí, conocer a aquel a quien me parezco tanto.

Cuando mencionó eso, notó que realmente si se parecían mucho, como si fueran hermanos.

-¿Por qué dices eso?

-Tú y yo nos parecemos mucho, te has dado cuenta.

-¿Y eso que se supone que significa?

-¿Qué edad crees que tengo?

-¿Unos veinte?

-Esa fue mi edad de mortal, realmente tengo cincuenta años, Harry me transformó hace treinta -Dragos se sorprendió, no esperaba que ese chico tan joven tuviera esa edad- Y solo lo hizo porque me parezco a ti.

¿Porque te pareces a mí? –repitió extrañado.

-Sí, Harry te buscaba con tanto afán que en cuanto me vio, yo le recordé tu rostro… soy en pocas palabras, un sustituto de ti.

-Bueno, pues lamento eso, pero no es culpa mía, yo ni siquiera quiero estar aquí.

-Sí, eso también lo sé.

-¿Tú lo amas? –preguntó un tanto incrédulo.

-Sí ¿Por qué te sorprende?

-¿Amas a ese monstruo? –volvió a preguntar.

-Es lindo cuando le das una oportunidad.

-Sí, claro.

-Lo amé desde que yo era mortal y he pasado treinta años deseando que me vea a mí y no a ti cuando me ve y cuando hacemos el amor.

Dragos giró el rostro, avergonzado de tratar esos temas, pero Dante pareció no darse cuenta y continuó hablando:

-Yo era consciente de que solo por eso me transformó, me lo advirtió antes de hacerlo, que solo te buscaba a ti y que mis ojos de invierno no eran el invierno que él buscaba.

-¿Y por qué no me dejas ir? –exclamó esperanzado, gateando sobre la cama hasta quedar cerca de él- Así tú podrás quedártelo y todos tendremos lo que queremos.

-Menos él.

-Te tendrá a ti.

-¿Acaso no escuchas?

-¡Pero tú lo amas y yo no!

-Harry me desollaría cien veces antes de arrojarme al sol ¿acaso crees que estoy deseoso de morir así?

-¡Pero no soy quien cree que soy, está loco!

-Pues entonces deberías saber que vampirismo y locura no son buena combinación ¿no crees?

-Es un asco de persona, vampiro, lo que sea, no me importa.

-Tal vez si dejaras de ser tan arisco con él, podrías empezar a conocer su lado bueno.

-No me interesa conocer su "lado bueno" –dijo haciendo comillas con los dedos- es un ser demoniaco y yo me estoy ganando el infierno por su culpa.

-¿En serio no recuerdas nada?

-Sólo los sueños que he tenido y créeme, no confío en que sean mis recuerdos, creo que él los implantó en mi cabeza, no me sorprendería para nada.

-No lo creo, él no haría eso.

-¡Oh sí, es taaan bueno!

-Me refiero a que él nunca te engañaría, es rudo pero no mentiroso.

-¡Uy pues que alivio!

-Es en serio… si lo del vampirismo es algo increíble y sin embargo lo estás viendo con tus propios ojos ¿Por qué lo de la reencarnación no puede ser posible?... ¿es acaso por lo que dicta tu religión?

-Sí –respondio con firmeza.

-¿Solo por eso?

-Pues si… es decir… yo confío en la doctrina que me enseñaron.

-Hay miles de doctrinas en el mundo ¿todos ellos irán al infierno solo porque no creen lo mismo que tú?

-Claro que no, pero lo de la reencarnación es… es… no es posible que yo sea quien cree que soy y menos si es un hombre.

-¿Te avergüenza ser gay?

-¿Quién dijo que soy gay?

-No lo has negado.

-Pues no lo soy.

-¿Seguro?... ¿Qué te calienta mas, un pito o una vagina?

-¡Ninguno de los dos, soy un religioso!

-Un religioso humano por cierto.

Exasperado solo giró el rostro para ya no estarlo mirando.

-No entiendes nada.

-Ser gay no es algo de lo que tengas que avergonzarte, así naciste, no es algo que podamos elegir, créeme que si eso se pudiera, muchos elegirían ser heteros para evitarse muchos problemas.

-¡Pero es que no es correcto!

-Entiendo que pienses eso, no eres más que un pueblerino y los pueblos pequeños están más llenos de prejuicios que las grandes ciudades.

No necesito vivir en una gran ciudad para saber lo que está bien y lo que está mal.

-Solo digo que no te mientas a ti mismo, te gustan los pitos, no las vaginas.

-Independientemente de eso, ese asunto no importa, yo nunca me meteré con ese vampiro psicótico ¿entiendes? Nunca.

-Pues tú sabrás –respondio exhalando un suspiro- solo intenta ampliar más tu criterio ¿de acuerdo? Ahora come o él se molestará y no quiero tratar con un Harry enojado.

Dragos miró el plato y sin poner más objeciones, comenzó a comer.

-¿Y si nunca recuerdo nada? –pregunto mientras comía.

-El cree que tarde o temprano lo harás.

-Solo pierde su tiempo y mientras tanto yo pago los platos rotos… insisto en que deberías dejarme ir.

-Se enojaría conmigo, él es muy peculiar, a veces parece muy calculador, a veces muy violento, a veces tierno y a veces… mmm…

-Atolondrado –completó metiéndose la cuchara a la boca quedándose petrificado.

-¿Cómo sabes eso?

-Yo… yo… pues nada, solo se me ocurrió –respondió bebiendo apresurado su café con leche… ¿tú podrías traer la comida al rato? No quiero verlo.

-Claro, no le gustará pero lo convenceré.

-Gracias.

A la hora de la comida, para su alivio fue Dante quien apareció.

-Qué bueno que eres tú –dijo aliviado.

-Hizo berrinche pero me salí con la mía –respondió sonriendo.

-Gracias, de verdad no quiero verlo.

-Te ha buscado durante un siglo, sé comprensivo.

-Me sacó de mi vida y me encerró aquí sin poder siquiera abrir la ventana ¿cómo me pides que sea comprensivo?

-Selló la ventana porque amenazaste atentar contra tu vida ¿lo harías?

-Me sentí desesperado, no lo haría, mi vida no es mía, es de Dios, no puedo quitármela.

-Pues él se la creyó.

-Me he dado cuenta.

-¿Y has leído algún libro de los que te trajo?

-No, me la paso orando –respondio cortando un trozo de la tortilla de papas.

-Deberías, son libros interesantes.

Se la pasaron platicando un buen rato hasta que Dante tuvo que irse.

-Nos vemos, dormiré un rato.

-Adiós y gracias por no dejar que viniera.

Pero a la hora de la cena no tuvo tanta suerte, pues quien apareció por la puerta fue Harry.

-Hola –saludó recibiendo solo silencio por respuesta- sé que estas molesto, lo siento.

Pero Dragos no respondió solo abrazó sus rodillas escondiendo su rostro en ellas, entonces Harry se sentó en la cama y le tocó un pie mientras hablaba.

-Lamento mucho haberte avergonzado tanto, lo que menos quiero es hacerte sufrir.

-Pues entonces déjame ir –dijo levantando el rostro.

-Te amo y no puedo hacerlo -Por toda respuesta giró el rostro torciendo la boca- Pero dejaré que abras la ventana, Dante habló conmigo y me hizo ver que fui un idiota al no dejar que ni te dé el sol.

-Ya eras un idiota desde antes cara rajada.

-¿Cómo me llamaste?

-Que desde que me trajiste aquí demostraste que eres un maldito idiota –respondio enojado sin percatarse de la expresión de Harry- ¿hasta cuándo durará esta maldita farsa?

-Yo… no sé –respondio con una pequeña sonrisa en los labios- pero si comes te tengo una sorpresa.

-Tu sorpresa puedes metértela por el…

-¡Bravo! el religioso está enojado.

Al decir eso, Dragos se dio cuenta de las palabras soeces que había estado a punto de decir.

-Tú sacas lo peor de mí.

-Anda, esta rico lo de hoy y no usé carne –exclamó levantándose muy alegre y acercando la mesa a la cama- es un filete de pollo sazonado con hierbas finas, una ensalada de tomate y aguacate para acompañar, pan recién horneado y café, también traje crema por si quieres agregarle, no recordaba lo relajante que es cocinar.

-¿Todo lo hiciste tú?

-Sí, incluso hice un horno rústico para hornear pan.

Dragos no dijo nada, su sorpresa de ver todo lo que había hecho se la guardó para sí mismo, así que sin más comenzó a comer.

-¿Esta bueno?

-No esta tan mal.

-Era uno de tus platillos favoritos, aunque el pan lo comprábamos en la panadería de la esquina, vendían pasteles excelentes.

Dragos no respondía, sabía que no tenía sentido, pero por alguna razón no estaba tan tenso ante su presencia, tal vez la plática con Dante lo había tranquilizado de algún modo y así transcurrió el resto de la cena.

-¿Listo?

-¿Para qué?

-Te dije que te tengo una sorpresa –respondio abriendo el armario y sacando un grueso abrigo de lana- quiero que me acompañes a lo alto de la torre, a la azotea, pero hace mucho frio, ponte esto.

-¿Y si no quiero?

-Vamos Dragos no quiero pelear ¿no puedes por una sola vez llevar la fiesta en paz?

Dragos pareció meditarlo un momento, por lo que luego con cara de resignación se puso el abrigo; Harry entonces abrió la ventana y se asomó haciéndole una seña, sin saber que pensar se acercó y entonces Harry le pasó el brazo por la cintura estrechándolo contra sí y salió por la ventana; se aferró a él viendo el oscuro vacio a sus pies.

-¿¡Qué haces?!

-Tranquilo mi hermosura, nunca te dejaría caer –respondio trepando por la pared sujetando con fuerza su preciosa carga.

Pero aquello era demasiado para Dragos, por lo que mejor cerró los ojos con fuerza aferrándose a él; en un santiamén llegaron hasta el techo en donde solo abrió los ojos hasta que sus pies tocaron suelo firme y Harry lo soltó.

-¡Estás loco, debiste avisarme!

-Listo, la vista es hermosa ¿no?

El panorama solo era iluminado por la luna llena, estaba oscuro pero ciertamente era fascinante, la blancura de la nieve y la luz de la luna hacían que todo eso pareciera resplandecer; se quedó mirando sorprendido, nunca había visto la montaña desde esa altura y menos con esos factores que la hacían algo así como mágica.

-No tienes que verme como el diablo si te digo que te ofrezco el mundo… -dijo recargándose en la pequeña barda dándole la espalda- Es solo que deseo vivir contigo todo lo que no pudimos…

Dragos se acercó a él y se recargo en las piedras viendo también el paisaje helado.

-¿Y si pasa el tiempo y no pasa lo que tú quieres?... ¿me encerrarás de por vida?

-Recordarás… -respondio volteando a verlo sonriente- sé que lo harás -Por toda respuesta Dragos solo exhalo un suspiro- De entre los recuerdos que te he dado, lamento no poder darte de tus padres… si los vi en persona, pero tampoco es como que maneje los recuerdos con total exactitud.

-Háblame de ellos.

-¿En serio?

-De algo hay que hablar ¿no? –respondio alzándose de hombros.

-Tú padre se llamaba Lucius Malfoy y tu mamá era Narcisa Black, tú te llamabas Draco Lucius Malfoy Black y vivías en una enorme mansión ancestral llamada Malfoy Manor… tus padres te amaban mucho aunque estuviesen equivocados.

-¿Por qué?

Harry suspiró profundo sin dejar de mirar al frente.

-Cuándo tú y yo nos enamoramos y nos fuimos a vivir juntos, ellos enloquecieron, tu padre amenazó con sacarte de su testamento si no me dejabas…

-¿Y qué hice? Y te aclaro que no estoy aceptando nada, es solo para darte por tu lado.

-Ok –dijo sonriendo cansinamente- a ti no te importó perder tu herencia, tú me amabas y te fuiste a vivir conmigo sin importar nada… todos estaban contra nosotros, incluso mis amigos… mis amigos… -repitió con una mueca de amargura que no pasó desapercibida para Dragos.

-¿Qué pasó con ellos?

-Ron y Hermione, ellos fueron mis amigos en Hogwarts, eran como mi familia.

-Pues no se ve que hables con afecto de ellos.

-Pues no… llegué a odiarlos y con el tiempo, llegué a olvidarlos.

-¿Por qué? –preguntó realmente intrigado.

-Cuando fuiste atacado, yo estaba de misión –respondio girando el cuerpo para verlo sin tener que girar la cara, pero con el codo recargado en la pequeña barda de piedra- fue cuando fui convertido en vampiro… yo regresé como pude y te busqué en nuestra casa y no te encontré, ellos llegaron y me dijeron lo que había pasado, no les creí y fui a buscarte a Malfoy Manor en donde me recibió tu padre y confirmó lo que ellos me habían dicho… que habías muerto… regresé a casa y los confronté.

-Pero ellos no eran culpables.

-No, pero no me avisaron de tu ataque y no lo hicieron porque nunca estuvieron de acuerdo con nuestra relación.

-¿Tanto así?

-Sí.

-¿Pero porqué?

-Por cosas estúpidas… cosas del colegio y cosas de la guerra, pero todo eso no fue culpa tuya sino de tus circunstancias, como sea ellos no me avisaron, dejaron que murieras conmigo lejos.

-Tal vez no pudieron.

-El caso es que si podían, hay medios mágicos Dragos, medios que son muy efectivos para comunicarse con otro mago y ellos no lo hicieron… moriste lejos de mi… llamándome.

Esas últimas palabras le hicieron estremecer a pesar de estar bien cobijado y simplemente desvió la mirada de Harry.

-¿Y qué pasó entonces?

-Pues nada, les grité lo mierdas que eran y luego me fui de ahí para siempre y nunca más los volví a ver… la vida me hizo un monstruo Dragos, no siempre fui así, dame una oportunidad de demostrártelo, ayúdame a recordar quién era antes.

-Yo… -respondió sin saber que decir, por lo que Harry siguió hablando.

-Cuándo me despedí de ti para ir a esa misión, te había dicho que te tenía una sorpresa para cuando regresara… tú estabas muy ansioso por saber que era –sonrió con nostalgia- No tuve oportunidad de decirte que era –continuó sacando algo de su bolsillo.

Era un pequeño estuche de terciopelo negro, el cual abrió dejando ver una argolla de platino con delicados grabados de flores.

-Iba a pedirte matrimonio… -dijo con voz baja sin dejar de mirar la argolla- es un anillo muy sencillo, pero sé que a ti te hubiera encantado… pero no pude hacerlo –continuó alzando la vista asustando a Dragos al ver sus ojos anegados de sangre- Alguien te arrancó la vida… y a mí mi humanidad… -Harry bajo la vista dejando que las lágrimas carmesíes corrieran por sus mejillas- sé que para ti no significa nada, pero… pero para mí significaría tanto que ahora lo aceptaras, tranquilo… no estoy pidiéndote matrimonio, solo quisiera que lo usaras… ¿harías eso por mí?

Se quedó sin saber que decir ante la suplica de Harry, ver sus lagrimas sangrientas y el dolor reflejado en sus ojos verdes le estrujó el corazón, así que sin saber porqué, asintió en silencio.

-Gracias –dijo tomando el anillo y colocándoselo en su dedo anular- significa mucho.

Después de eso hubo un silencio que curiosamente no fue incómodo, solos los dos recargados en la barda mirando el helado paisaje, con Dragos girando la argolla en su dedo mientras miraba el silencioso paisaje.

-¿Puedo pedirte algo? –dijo entonces.

-Lo que sea.

-¿Podrías no darme más gotas de tu sangre ni espiarme en las noches?

-Puedo hacerlo, pero no te prometo que no soñaras.

-¿Y eso porqué?

-Porque ya desaté tus recuerdos Dragos, es como la corriente de un rio al cual le han quitado el dique que lo contenía… pero tranquilo, te prometo que no te espiaré.

-Pues gracias –dijo sarcástico.

Harry sonrió.

-¿Ya quieres regresar al cuarto?

-Sí pero como la gente normal, no quiero ir por las paredes como un insecto.

-Lo que ordene mi hermosura –respondio comenzando a caminar en dirección a las escaleras siendo seguido por Dragos, quien para su complacencia, esa noche durmió tranquilo.

Al día siguiente el desayuno se lo llevó Dante y lo encontró mirando el paisaje con la ventana abierta.

-Buenos días, veo que dejó que abrieras la ventana.

-Sí, estaba a punto de volverme loco.

-Lo imagino, ven desayuna.

-Gracias.

Cuándo Dragos se sentó y tomó la cuchara, Dante notó el anillo y supo de inmediato quien se lo había dado, pero más le sorprendió que Dragos no se lo quitara; sin embargo no dijo nada y hablaron de cualquier cosa, como el país de nacimiento de Dante y sus diversos viajes.

En la tarde y cena fue lo mismo, Dante fue quien le llevó de comer, eso hizo que preguntara sobre Harry.

-Piensa que debe dejarte descansar de él y creo que tiene razón.

-Ya veo.

-¿Qué ya quieres verlo?

-¡Claro que no!

-Pues pareció que si –dijo riendo.

-No, claro que no, solo me pareció raro, tu presencia es muy reconfortante.

-Pues gracias.

Esa noche se acostó esperando descansar como la noche anterior, pero de nuevo los sueños se hicieron presentes, solo que esta vez no fueron eróticos… esta vez vio a una mujer, una hermosa mujer rubia de ojos azules que parecía hablarle con cariño, también vio a un hombre, también rubio y de un gran porte… aun en medio de su sueño sintió mucha tristeza y nostalgia y se despertó llorando sin saber porqué.

-¿Puedo preguntarte algo? –dijo al día siguiente, con Harry habiéndole llevado el desayuno.

-Adelante.

-Te advierto que no estoy aceptando nada y que es solo una coincidencia pero… tuve unos sueños…

-¿Eróticos?

-¡No!

-Ah bueno, yo pensé –respondió riendo.

-Sí sigues así ya no te contaré nada.

-Ok, ok perdón, pregúntame.

-Soñé con una mujer, una mujer rubia de cabello largo y hermosos ojos azules… también con un hombre.

-¿Recueras como era el hombre?

-No recuerdo sus rostros, solo los ojos de ella, pero él también era rubio… y unos jardines enormes…

-Estás describiendo a tus padres, al menos los de tu vida pasada y que conste que yo no te los describí.

Dragos quedó literalmente con la boca abierta, por lo que Harry continuó:

-Sí tuviera una fotografía de ellos, te la mostraría, pero solo tengo la fotografía que te mostré, tampoco quiero mostrarte recuerdos en un pensadero, no son recuerdos gratos, lo siento.

-No, no, está bien, solo era curiosidad… ¿y qué es un pensadero?

-Un recipiente donde se depositan recuerdos y puedes verlos directamente ¿quieres que te muestre?

-No –respondió con un tono un tanto cansado.

-¿Ya leíste los libros que te traje?

-No, aun no, no tengo cabeza ni ánimo para eso.

Harry se entristeció al oírlo hablar así, por lo que sonrió de repente sacando su varita de su escritorio con llave.

-¿Quieres ver algo divertido?

-¿Cómo qué?

Harry extendió su varita y una ráfaga de mariposas comenzaron a volar a su alrededor dejándolo sorprendido y maravillado; luego un patronus que pasó por entre las mariposas alborotándolas; Harry vio su expresión maravillada y sonrió sintiendo su corazón henchirse más de amor, entonces extendiendo más su magia hizo que los pequeños objetos de la habitación comenzaran a flotar en un tranquilo torbellino haciéndolo reír.

Fuera de la habitación estaba Dante recargado en la pared con los brazos cruzados, al oír las risas en el interior del cuarto, solo suspiró y bajó las escaleras.

Cuando llegó la hora de la comida, Harry volvió a llevarla y cuando fue hora de cenar, Dante se ofreció a hacerlo

-No, gracias –respondió Harry- este día ha sido magnifico, no me ha insultado y no hemos peleado, creo que vamos por buen camino.

-Me alegro por ti.

-El día de mañana le mostraré un pensadero, hoy dijo que no pero creo que ya está listo para eso.

Dante quedó sorprendido por la decisión de Harry.

-¿Estás seguro?

-Sí, me lo dice el corazón.

-¿Lo harás en el desayuno?

-Sí.

-Mejor hazlo en la noche, estará más cansado y tendrá más disponibilidad para aceptar esos recuerdos.

-Pero no creo que se canse, está encerrado y no puede hacer nada.

-Pues si de verdad ya se llevan bien, yo creo que él no verte en todo el día hará que te extrañe.

-¿Tú crees?

-Sí.

Harry meditó esas palabras y luego asintió sonriendo.

-Tienes razón, entonces ¿puedo pedirte que te ocupes de él mañana?

-Claro.

-Gracias Dante, por lo pronto le llevaré de cenar.

-Y hablando de cenar, yo haré lo mismo, nos vemos mañana.

-Adiós.

Cuando Harry entró con la cena, encontró a Dragos leyendo uno de los libros que le había llevado.

-¿Te está gustando?

-No está mal.

-Edgar Allan Poe era de tus autores favoritos.

-Admito que es bueno –respondio alzando los hombros mientras dejaba el libro en la cama.

-Hice bollos rellenos de queso, están crujientes y calientitos… -dijo colocando la charola en la mesa mientras Dragos se sentaba en la silla- a veces añoro poder comer comida, realmente se me antojan por el aroma que desprenden.

-¿No puedes comer nada de comida?

-No.

-¿Sólo sangre?

-Sí.

-¿Qué pasa si comes comida normal?

-Mi estómago la rechaza y termino vomitando.

-¿Y a que te sabe la sangre?

-No creo que sea un buen tema cuando vas a cenar ¿no crees?

-Tienes razón.

-Pero pruébalos, quiero tu opinión.

Realmente el aroma de aquellos bollos ya había hecho que comenzara a salivar, pero disimuladamente tragó el exceso de saliva y tomó uno… el sabor fue algo que nunca había probado en su campesina vida.

-¿Y bien?

-Yo… mmm… están deliciosos –respondio con una sonrisa avergonzada.

-¡Lo sabía! No he perdido mi toque, te fascinaba que los hiciera no solo para cenar, sino para desayunar, almorzar, merendar… y más cuando untaba especias encima, solo que ahora me faltan algunas, intentaré conseguirlas para tí.

Pasaron el resto de la cena en una amena plática sobre comida hasta que llegó la hora de dormir.

-Te dejo descansar ojos de invierno, buenas noches.

-¿Ojos de invierno?

-Sí… ese es el invierno que yo buscaba.

Cuando estaba a punto de apagar su lámpara de aceite, unos suaves toquidos en su puerta se escucharon y en seguida Dante ya la había abierto.

-Hola.

-Hola –respondió extrañado.

-Ya ibas a dormir, lo siento.

-Esta bien ¿Qué sucede?

-Nada, solo quería darte esto.

Dragos vio el libro que Dante le extendía y sus ojos se iluminaron.

-¡Mi liturgia!

-Sí, pensé que te agradaría tenerla para hacer tus rezos debidamente.

-¡Sí, te lo agradezco! –Respondió tomándola con emoción- gracias .

-Por nada, adiós.

-Adiós.

Cuando quedó solo, miró su viejo libro con cariño y alegría, así que aun ignorando la hora exacta, se dispuso a rezar.

Cuando amaneció, se sintió contento de contar con su liturgia para realizar sus oraciones matutinas, así que de nuevo se hincó ante la cama y abrió su libro, rato después llegó Dante con el desayuno.

-Te veo de buen ánimo.

-Sí y es gracias a ti.

Dante sonrió al verlo alzar su libro y simplemente comenzó a platicar trivialidades mientras Dragos comía, pero cuando terminó se sentó frente a él en la mesa mostrándole su puño cerrado.

-¿Imaginas que tengo aquí?

-No, ni idea.

Acto seguido abrió la mano mostrando un par de llaves.

-Estas son las llaves de tu cuarto y de la puerta de la entrada.

-¿Y por qué me las muestras? –preguntó serio.

-Porque puedo dártelas, tu cartuja queda al norte.

-¿Es en serio?

-Sí… mira, yo siempre creí que la obsesión de Harry no es sana, me hizo pasar por lo mismo que tú cuando nos conocimos y así ha hecho con muchos, cuando se aburre se deshace de ellos, pero yo me enamoré de él y le pedí que no me abandonara aun sabiendo que él seguiría con su extraña obsesión, sé que te dije otras cosas antes pero es que ya tenemos esta rutina ensayada y la verdad tu me has caído mejor que los otros… los otros han sido malas personas, como prostitutos o ladrones, gente que nadie extrañaría, pero tú no eres así, eres un religioso y eso ya es meterse con buenas personas… aunque claro, tú tienes la última palabra, puedes irte o quedarte, debo confesar que también es muy esplendido, te llenará de riquezas y placeres como no tendrás en tu vida y cuando hace el amor, te hace gritar de placer.

Dragos giró el rostro incómodo con esa última afirmación, pero dejó que Dante continuara hablando.

-Es sincero cuando dice que te quiere, pero no sé cuanto dure… si decides quedarte, está bien, tal vez en algún momento podamos hacer un trío.

-¡Por supuesto que no! –exclamó escandalizado.

-Ya lo hemos hecho, es genial, tranquilo… él no te obligaría a hacerlo hasta que estés listo.

-Nunca haré eso –respondio firme.

-Me voy, tú decides si te vas o te quedas.

-Pero si me voy me encontrará en la cartuja de nuevo.

-No lo hará, yo me encargo de eso.

-¿En serio?... ¿de verdad podrás detenerlo?

-Sí, a menos claro, que quieras quedarte, yo no te culparía, tiene unos ojos hermosos y atrae como el fuego a una polilla… pero tú sabrás, si te quedas, cuenta conmigo como un amigo, así no estaré tan solo –y sin más se levantó y salió de ahí.