Cuando quedó solo, se quedó sentando en el mismo lugar viendo un punto fijo sin verlo realmente, las palabras de Dante extrañamente le habían dolido y de repente sintió ganas de llorar, pero se contuvo respirando profundo y mirando las llaves que Dante había dejado en la mesa.
-Te busqué durante un siglo ¿eh? –masculló con un nudo en la garganta sintiéndose furioso, pero en ese punto ya no sabía si estaba furioso con Harry o con él mismo por haber de algún modo caído en la telaraña.
Se aclaró la garganta y luego miró el anillo que Harry le había dado, se lo quitó furioso y lo dejó en la mesa, fue al armario y sacó el grueso abrigo y tomando las llaves salió de ahí.
Cuando abrió la pesada puerta de la entrada principal, el sol reflejado en la nieve lo deslumbró y el viento helado que golpeó su rostro le hizo temblar, pero estaba bien abrigado, así que con solo su liturgia en su mano comenzó a caminar; llegar a la cartuja le llevaría horas y no sabía cuántas, incluso si lo lograría ese día, así que sin más demora apretó el paso.
Ya había oscurecido cuando por fin alcanzó a ver a lo lejos su amado monasterio y de nueva cuenta sus ojos se llenaron de lagrimas, sentía que volvía a casa después de mucho tiempo de estar fuera, deseaba abrazar al Padre Prior que siempre había sido una especie de abuelo desde antes de que ingresara a la cartuja, deseaba ver a sus hermanos religiosos y volver a su amada rutina al servicio de los demás; estaba agotado, hambriento, sediento y se había caído varias veces en el camino por lo cansado que estaba, incluso había perdido su liturgia y ni cuenta se había dado, pero ver su hogar le dio fuerzas y avivó el paso.
-Al fin… -musitó sonriendo- al fin estoy en casa.
Llegó a la puerta cerrada a esas horas, pero en lugar de estar cerrada como siempre, estaba entreabierta, por lo que muy extrañado empujo para entrar y lo que vio, le heló el alma.
Cuándo Harry despertó, se sintió muy emocionado de lo que iba a hacer esa noche con Dragos, iba a mostrarle un pensadero en donde vería su interactuar directamente, le mostraría lo poco que había visto a sus padres aunque no fuesen buenos recuerdos precisamente, su historia juntos y muchas cosas más, así que preparó la cena y subió las escaleras, entró a la habitación y la encontró a oscuras; extrañado encendió la lámpara pensando que era muy temprano para que Dragos se hubiese dormido ya, pero al ver la cama vacía fue al baño encontrándolo igual.
-¿¡Pero qué demonios…?! –Exclamó a medio cuarto, entonces bajó corriendo las escaleras- ¡Dante, Dante!
Pero Dante tampoco respondió, así que fue a su ataúd y lo abrió encontrándolo vacío; sintiéndose al borde de la desesperación se mesó los cabellos sin saber que pensar.
-¿Qué pasó?... ¿Qué demonios pasó? –Preguntó caminando de un lado a otro- Basta idiota, tranquilízate…
Aspiró profundo y salió fuera del castillo mirando la noche estrellada.
-Sólo pudo ir a un lugar…
Con su velocidad y fuerzas sobrenaturales, no le tomó mucho tiempo llegar a la cartuja, se detuvo frente a la enorme puerta de madera vieja, empujó y quedó paralizado al ver la infernal imagen que tenía frente a sí.
-Vaya, al fin llegas –dijo Dante sentado frente a él pero como a veinte metros de distancia.
Harry miró a su alrededor sin dar crédito a lo que veía, había una enorme pira ardiente que se elevaba al cielo como buscando la oscuridad, pero lo más aberrante fue que del otro lado de la pira había un montículo de cuerpos, uno sobre otro y encima de todos, el del Padre Prior; sus blancos hábitos estaban sucios de tierra y sangre y era evidente que todos estaban muertos, pero lo que más horror le causó fue ver que junto a Dante, estaba Dragos sentado en el suelo, con las manos encima de su cabeza atadas a una columna de piedra y de inmediato sintió la furia rugir en él como un león azuzado por cazadores.
-Alto, alto… -dijo Dante sonriendo como si estuvieran en un juego y levantándose para colocar en la garganta de Dragos una afilada daga- antes de que hagas cualquier cosa, debes saber que le cortaré el cuello si mueves un solo dedo.
-Dante…
-Adelante chicos -Tres jóvenes salieron de entre la oscuridad y se colocaron a su lado- eres veloz Harry, pero no tanto como para evitar que le corte la garganta como a un maldito cerdo, así que yo que tú sería… mmm… digamos "amable" con estos chicos.
Harry vio a los jóvenes que lo habían rodeado, evidentemente ya eran vampiros y no de una reciente noche, habituarse a ello no era cosa de horas.
-Y ni siquiera pienses conjurar algún hechizo raro, de esos que hacen obedecer, si veo tu boca moverse tan solo un milímetro, también le corto la garganta, pero si te portas bien, te prometo soltarlo antes de que acabe la noche.
La daga estaba pegada al cuello de Dragos, que lo miraba aterrado; el riesgo era demasiado, así que solo levantó las manos.
-Bien pensado Harry -Los tres jóvenes se apresuraron a taparle la boca con cinta para embalar y lo arrastraron a una columna que estaba a un par de metros y lo sujetaron ahí con cadenas- Y bueno, ya que estamos todos los invitados ¿Por qué no platicamos? –Continuó volviéndose a sentar -¿Puedes creer Harry, que el estúpido de aquí, creyó que lo que estabas haciendo con él, lo habías hecho con muchos otros?... yo se lo dije y el muy idiota se la tragó completita.
Los ojos de Harry ya estaban de un encendido color rojo mientras sus músculos tensos eran sujetados por esa fuerte cadena, algo que no pareció asustar a Dante en lo más mínimo, por lo que siguió hablando como si nada.
-Es algo curioso, según te detesta pero pude ver la decepción en sus ojos cuando supo que había habido muchos otros antes que él… Pero aun así me creyó, aunque realmente eso no me sorprende, es solo un religioso campesino que solo sabe de vacas y rezos, no es de sorprenderse que sea tan ingenuo… Pero no me veas así Harry, cuando la culpa de todo esto es tuya… si, tuya –continuó cambiando su divertida expresión a una de rabia- Por cambiarme por éste como si yo fuera un zapato viejo… ¿Qué si me lo advertiste? Si, lo hiciste, pero ¿Qué esperabas que hiciera con todo lo que yo sentía por ti?... ¿crees que es tan fácil usar a la gente y ya?... Pudiste advertírmelo sí, pero antes de ser vampiro, soy humano… ¡y tú pasaste por alto todo lo que yo sentía, todo lo que yo te amaba y di por ti!... y tú, pequeña escoria… -dijo de repente dirigiéndose a Dragos, quien solo se encogió sobre sí mismo al verlo hincarse frente a él para mirarlo a los ojos más de cerca- No eres tan inocente en este asunto, tu mera existencia arruina mi vida… ¿sabes lo que tuve que tragarme todas esas incontables veces en las que Harry miraba el vacío recordándote?... lo que sentí cuando dijo que le gustaban mis ojos de invierno… ¿pero que no era el invierno que él buscaba?
Las lágrimas corrían por sus sucias mejillas al ver a aquel psicópata hablarle de cosas que no comprendía, ciertamente entendía todo, pero él nunca buscó ser el afecto de un vampiro que hablaba de vidas pasadas, él era feliz sirviendo en su cartuja sin dañar a nadie y ayudando a quien pudiera, y ahora sin saber cómo había desembocado todo, estaba aquí… con sus hermanos muertos y a ese loco culpándolo de cosas de las que no tenía idea.
-De ti me ocuparé más tarde… -susurró en su oído haciéndolo estremecer, luego se volvió a Harry- La noche aun es joven, hay que divertirnos un rato.
A una seña suya, uno de los jóvenes le clavó una lanza en el estómago a Harry, quien no lo vio venir por estar atento a Dragos.
-¡Mmm! –gimió retorciéndose de dolor ante la desesperación de Dragos.
-¡No, no le hagas daño!
-Tú cállate pueblerino estúpido –respondio dándole una bofetada que le rompió la boca.
La lanza había sido clavada con tal fuerza que le rompió la columna vertebral haciéndolo caer sobre su propio peso, siendo sujetado por las cadenas que lo ataban.
-Chicos, ya saben lo que sigue… Harry, vamos a hacer algo con lo cual esperamos tu atenta colaboración.
Acto seguido agarró a Dragos por el cabello haciéndole la cabeza hacia atrás para exponer nuevamente su cuello.
-Recuerda, si haces algo, mi daga cortará su cuello.
Uno de los chicos retiró la cinta y dijo:
-Abre la boca.
-¿No escuchaste Harry? Dijo que abrieras la boca, no voy a arriesgarme a que pronuncies algún hechizo… cortaremos tu lengua y sino obedeces, se la cortaré a él.
Ante eso Harry lo miró ansioso y luego miró a Dragos… Y entonces abrió la boca ante la satisfacción de Dante, así que uno de los chicos tomó su lengua y el otro cuchillo en mano, la cortó; Dragos cerró los ojos ante tal acción haciéndolo sollozar incontrolablemente.
-¿Por qué lloras estúpido? ¿No que lo odiabas?
Dragos abrió los ojos al escuchar los jadeos de Harry solo para ver como los tres chicos habían caído sobre él apuñalándolo incontables veces.
-¡No, no por favor, por amor a Dios deténganse!
Un nuevo golpe que literalmente le oscureció la vista por unos segundos lo calló.
-Basta chicos –ordenó haciéndolos detenerse después de un rato.
Aun con la lanza en el estómago, Harry alzó su vista enturbiada para ver si Dragos estaba bien.
-Sí, sí, sigue vivo –exclamó Dante con hastío y rodando los ojos comprendiendo el gesto de Harry- Te diré lo que haré… es más que obvio que te mataré, lo sabes ¿no? –Exclamó con naturalidad, como si hablara de cualquier tema- y te prometí que dejaría vivo a tu religioso de mierda… tranquilo, cumpliré mi palabra –añadió al verlo agitarse- él se irá… pero no se irá incólume –añadió con una sonrisa.
Ante el espanto de Harry, lo vio soltarle las manos a Dragos y acostarlo en el suelo, sujetar sus manos con una mano y con la otra…
-¡Mgh! –jadeó sacudiendo su débil cuerpo al verlo desgarrar su ropa y él mismo bajarse los pantalones.
-¡No, suéltame, suéltame! –gritaba Dragos forcejeando inútilmente mientras Dante se situaba entre sus piernas abiertas.
-Recuerda esto para siempre Dragos… no me vayas a olvidar –exclamó antes de enterrarse con fuerza en ese cuerpo virgen.
Harry escuchó con horror el fuerte grito de Dragos al ser penetrado por Dante, vio como el vampiro comenzó a embestirlo con fuerza mientras sujetaba sus manos contra el suelo.
-¡No, no! –Gritaba Dragos entre lágrimas- ¡No por favor!
Pero Dante no se detenía, seguía clavándose en ese tierno culo como si no hubiera un mañana, sintiendo el placer del orgasmo no precisamente por la fricción de su pene en ese apretado ano, sino por los gritos y sollozos de Dragos.
-Sí maldito… grita para mí… llora lo que yo lloré durante años…
Harry ya no supo de sí, una ira cegadora le hizo sentir que le estallaba la cabeza y sus cadenas se rompieron haciéndolo caer al suelo.
Dante se detuvo y miró como Harry tomaba la lanza clavada en su estomago y la sacaba en medio de un grito desgarrador.
-¿¡Qué esperan idiotas?! ¡Sujétenlo!
Los tres hombres se abalanzaron sobre él aprovechando que no podía levantarse por su espalda rota o al menos eso creyeron, pues Harry agarro a dos por la garganta con cada una de sus manos y les arrancó la tráquea de un solo movimiento; el tercero se quedó quieto por unos segundos sin saber qué hacer, finalmente se le abalanzo siendo recibido por la lanza que le habían clavado; para su sorpresa el moreno se levantó sin soltar la lanza y de un golpe le arrancó la cabeza, luego miró a los otros dos vampiros que luchaban por sobreponerse de sus terribles heridas y sin más les aplastó la cabeza con los pies.
-¡Vaya! –Exclamó Dante levantándose subiéndose el pantalón dejando a Dragos hacerse un ovillo- Tal parece que aun tienes sorpresas escondidas -Pero Harry no respondió, la sangre que manaba de su boca hacia más que evidente que no podía, por lo que Dante se acercó a él de un enorme salto que los situó frente a frente- Apenas te sostienes en pie ¿Qué pretendes enfrentándome?
Las manos de Harry se lanzaron a su cuello, pero Dante tenía razón, estaba muy herido y había perdido mucha de la sangre con la que se había alimentado hacía una noche y Dante era mucho más fuerte que los vampiros que habían sido transformado hacía apenas unas semanas; comenzaron una lucha que los llevó al suelo mientras Dragos se enderezaba y miraba con terror la lucha entre los dos vampiros, como pudo se puso de pie y se ocultó tras una columna.
Harry sabía que si no acababa con Dante, Dragos terminaría muerto para el final de la noche, no había cumplido su promesa de protegerlo de todo, no iba a fallarle ahora, pero sus fuerzas habían disminuido con el ataque previo, sin embargo no en vano era un vampiro más viejo, pero sobre todo, se iba a asegurar de que Dragos no fuera lastimado de nuevo así le fuera la vida en ello; por lo que tomó a Dante de las solapas mientras miraba el fuego.
-¡No te atreverás! –Gritó Dante forcejeando intuyendo la mirada de Harry- ¡No tienes las agallas!
Harry miró a Dragos, quien se asomaba por detrás de la columna y le sonrió mientras sus ojos rojos derramaban una lágrima sangrienta.
Y sin más, se arrojó a la pira ardiente con Dante, quien aterrorizado intentaba zafarse con todas sus fuerzas sin lograrlo.
-¡No! –gritó Dragos saliendo de detrás de la columna- ¡no, no, no!
Miró el fuego alzarse furioso contra el cielo mientras dos figuras parecían realizar una danza macabra.
-¡Dios mío, Dios mío, no! –gritó mientras se mesaba los cabellos caminando de un lado a otro viendo el fuego arder avivado por alguna fuerza demoniaca; entonces se detuvo al ver surgir las dos figuras envueltas en llamas sin poder reconocer quien era quien, solo vio horrorizado como seguían peleando mientras trepaban por paredes y techos como arañas de fuego.
Corrió por debajo de ellas mirando atento, intentando reconocer a Harry en aquellas figuras de fuego sin lograrlo; solo se detuvo abruptamente cuando una cabeza salió desprendida cayendo delante de él y rodando hasta sus pies; quedó estático viendo aquella cosa deforme y negra humear, entonces alzó la vista para ver caer a ambas figuras y quedarse quietas en el suelo; miró a su alrededor y salió corriendo al pozo que estaba a la vuelta de la edificación y regresó con un cubo de agua que vació en los cuerpos dejando dos masas negras humeantes.
-¿¡Harry, Harry?! –gritó frenético intentando tocar los cuerpos calientes, deseando que el que se encontraba completo, fuese el del moreno.
Y de algún modo puedo reconocer en ese rostro deformado, calvo y carbonizado a Harry.
-¡Oh Dios! –balbuceó intentando tocarlo, hincado a su lado- ¡Harry no te mueras, no te mueras! -Pero aunque suplicaba eso, era más que imposible que ese cuerpo carbonizado y humeante tuviese siquiera una pizca de vida- ¡Harry por favor!... ¡no me dejes solo de nuevo!... Harry… -sollozó abrazando el cuerpo duro ignorando el dolor de lo caliente que estaba- por fin recordé… Harry mi amor… soy yo… tu Draco…
Y era cierto, había sido una especie de epifanía al verlo arrojarse al fuego y prácticamente despedirse de él; el dolor de su pérdida fue tan abrumador que le hizo dar vueltas la cabeza mientras todo se acomodaba como si fuera un puzle en su cabeza, algo tan abrumador que por poco se desmaya, solo el terror de la situación le hizo sacar fuerzas de flaqueza ante algo tan grande que sintió por un momento que se volvería loco… pero era algo tan extraño, no era como un viaje en el tiempo pues ni por un momento había borrado su vida actual, de hecho se sentía tan parte de la cartuja como cuando ingresó por primera vez.
-Harry… mi Harry… -continuó sollozando mientras acariciaba con dedos trémulos la cara deforme.
Sollozó con fuerza alzando la vista viendo solo muerte a su alrededor, sin nadie que le ayudara ¿pero qué clase de ayuda hubiesen podido brindarle?... perdió la noción del tiempo mientras lloraba sin moverse, con aquel cuerpo carbonizado sobre sus piernas, entonces miró al cielo viendo que ya estaba a punto de amanecer dando fin a aquella noche infernal, con la pira ya sin llamas, solo con el humo subiendo al cielo, el montículo de monjes muertos, los tres vampiros muertos por segunda vez y el cuerpo decapitado de Dante a unos metros de ahí.
Llorando suavemente se levantó y arrastró el cuerpo de Harry al interior del monasterio, lo llevó a la celda más cercana y cerró la ventada dejando todo a oscuras, encendió la lámpara y miró el cuerpo sollozando de nuevo con fuerza.
-Harry… -dijo sentándose en la cama donde lo había puesto- Me encontraste… después de un siglo me encontraste… -Tomó una de las manos, ya sin dedos y se inclinó a besarla temiendo romper el brazo y desprenderlo- Estoy aquí, estoy aquí para ti…
Se sentó en el suelo y recargó su cabeza en la cama sin soltar la mano y sin dejar de llorar, parecía que estaba derramando todas las lágrimas que en su actual vida no había llorado y poco a poco fue quedándose dormido.
Un fuerte dolor de cabeza fue el que lo despertó, la levantó sintiendo el cuello dolorido, miró a Harry y sintiendo de nuevo sus ojos llenarse de lágrimas se levantó.
-¡Oh! –Gimió sintiendo no solo el cuello, sino todo el cuerpo dolorido, incluido su culo haciéndolo recordar el ultraje de Dante; miró a Harry percibiendo que la celda se había llenado con el olor de carne quemada, pero sin importarle en lo absoluto le besó la frente- Vuelvo en un rato Harry, hay cosas que debo hacer.
Salió de la celda viendo que ya había oscurecido, así que volvió por la lámpara y caminó hasta la cocina, iba como un zombi pero con la mente clara de lo que debía hacer y lo primero era alimentarse, hacia casi dos días que no había comido y se sentía a punto del desmayo.
Cenó de forma tranquila, sin apresurarse… no había motivo para eso; cuando terminó salió al atrio del monasterio para mirar el desastre sangriento que había ahí, caminó hasta los restos de Dante encontrando solo polvo, lo mismo que los cuerpos de los otros vampiros, el sol se había encargado de terminar el trabajo; luego caminó hasta el montículo de cuerpos y ahí fue cuando sus ojos se llenaron de lágrimas otra vez… sus hermanos muertos yacían ahí, ya con las moscas haciendo de las suyas; entonces se dejó caer de rodillas hasta quedar sentado sobre sus talones recordando a cada uno de ellos, sus hermanos conversos, demás sacerdotes y al Padre Prior y los buenos y malos momentos, cuando cada uno de ellos lo ayudó en sus momentos de angustia y soledad, en los juegos que hacían en la convivencia semanal, las clases que recibió cuando estudió filosofía… dolía tanto que daban ganas de arrancarse el corazón… fue ahí cuando comprendió todo lo que le había dicho Harry, fue ahí cuando alzo el rostro al cielo gritando su furia y frustración… pero también comprendía que la maldad provino de aquellos seres malvados y sollozando solo pidió el consuelo.
No tenía sueño y tampoco había otra cosa que hacer, así que fue por una pala y un pico yendo a la parte trasera de la cartuja, comenzó a cavar tumbas para sus hermanos; acostumbrado al trabajo duro pasó toda la noche cavando hasta que su cuerpo no pudo más, no logró hacerlas todas, eran en total dieciséis religiosos muertos y solo había hecho cinco, sabiendo que debía darse prisa por lo de la descomposición, se apresuró a enterrar a cinco de ellos comenzando por el Padre Prior, con gran trabajo bajó los cinco cuerpos y los depositó en una carretilla y así los llevó hasta su lugar de descanso, cuando terminó de sepultar al último ya despuntaba el sol; así que dejó las herramientas ahí y fue a desayunar, después regresó a la celda.
-Sepulté a cinco de mis hermanos –dijo entrando y encendiendo la lámpara, ya que ahí estaba oscuro- descansaré un rato más y comenzaré con las otras tumbas, no quiero que se pudran a la intemperie, es lo bueno del invierno, eso me ayudará.
Entonces se sentó en la cama y tocó la áspera mejilla sin sentir ni un ápice de repulsión ante esa cara quemada sin labios que mostraba los dientes y tenía la boca abierta como en un grito silencioso.
-Nadie se dará cuenta de lo que ha pasado aquí, nadie viene en meses… estamos solos.
Suspiró sintiendo como nunca antes en todos sus años de existencia una tremenda soledad, estaba consciente que él era el único ser vivo en todo el monasterio, pero no sentía miedo, solo un gran dolor y tristeza; miró el rostro negro y entonces se le ocurrió hacer algo… se levantó y tomó un pequeño cuchillo que estaba cerca y se hizo un corte en la muñeca.
-Oh! –gimió arrugando el ceño, entonces dejo caer el liquido carmesí en la boca abierta de Harry, espero hasta que se llenó y comenzó a derramarse, solo entonces apretó su muñeca para luego vendarla con un trozo de su hábito.
¿Por qué había hecho aquello? No lo supo, solo fue algo que se le ocurrió pensando que aun había esperanza, que aun no todo estaba perdido… pensar en que todo había terminado hacia que se le apretujara el estómago; miró atento si la sangre en la cavidad disminuía, señal de que era consumida… pero nada pasaba por mas minutos que transcurrían, exhaló un suspiro de cansancio, decidió no gastar energías esperando, lo mejor sería descansar y luego lo intentaría de nuevo; acomodó unas mantas en el suelo y durmió a un lado de la cama.
Después de un par de horas se levantó dispuesto a seguir enterrando a sus hermanos, pero antes miró ansioso la boca de Harry para ver si la sangre seguía al mismo nivel… desanimado vio que si, por lo que con la cabeza gacha fue a continuar con su trabajo.
Esa tarde sepultó otros cinco y regresó por la noche a la celda después ocuparse del par de animales que tenía y de cenar, acomodó su cama en el suelo mientras le platicaba su día a Harry, fue entonces que ansioso acercó la lámpara al rostro carbonizado para ver que la sangre vertida en la mañana ya no estaba.
-¿Será posible? –susurró atónito con la mano en la boca, pero fuera como fuere esa noche hizo lo mismo antes de dormir esperando que al amanecer la sangre de nueva cuenta hubiese desaparecido.
Ese tercer día se levantó ansioso para mirar la boca de Harry sonriendo ampliamente al ver que la sangre ya no estaba.
-¡Sí! –exclamó jubiloso antes de hacer lo mismo e irse a desayunar, estaba consciente que debía alimentarse bien si iba a estar sangrándose y trabajando duro con las tumbas, así que contrario a sus costumbres cartujas, se alimentó muy bien, con leche, huevos, queso y arroz, después se puso a trabajar hasta la hora de comer y siguió hasta la hora de cenar, esa noche terminó muerto, todo le dolía y después de extraer su sangre se durmió enseguida.
Acostumbrado a levantarse muy temprano, Dragos despertó al alba, miró a Harry e hizo lo de siempre, luego comenzó a platicar con él mientras se vendaba la muñeca.
-Ayer acabe de sepultar a todos mis hermanos y no sé qué debo hacer ahora… Bueno, sé que debo esperar a que te recuperes, porque vas a hacerlo ¿verdad?
Solo silencio hubo por respuesta, por lo hincándose ante la cama besó su mano tiesa y luego se fue desayunar, decidió limpiar el atrio de los rastros de las cenizas del fuego y de los vampiros ya que eran un mal recuerdo y a ocuparse de los animales, luego regresó a la celda para dormir, se sangró de nueva cuenta y se durmió.
Al día siguiente la sangre había desaparecido, pero por más que miraba no notaba ningún cambio en el cuerpo carbonizado, pero sin desanimarse continuó con su faena; al anochecer hizo lo mismo, no podía negar que hacer eso ya le estaba cobrando factura, pero estaba decidido a traerlo de vuelta a la vida, así que después de vendar su muñeca, besó la fría frente y se durmió.
Cuando despertó al día siguiente, se estiró somnoliento antes de levantarse y cuando se sentó se quedó atónito viendo la cama vacía; se levantó de prisa y miró a su alrededor sin encontrar nada, entonces salió corriendo al pasillo encontrando todo silencioso, aunque era de esperarse que no estuviera en el pasillo pues era de día, sin embargo esperaba descubrir algo, una señal, lo que fuese que había pasado.
Corrió sin saber a dónde dirigirse, sentía el corazón querer escapar de su pecho, pero no sabía a dónde ir o que hacer.
-¡Harry, Harry!... –gritó con todas sus fuerzas- ¡Harry respóndeme!
Gritó hasta quedarse sin voz y caer desfallecido en un solitario pasillo.
-¿Dónde estás, que pasó?
Se sentía solo y abandonado, pero al cabo de un rato comenzó a sonreír dándose cuenta de que su plan había funcionado y que lo más probable era que Harry se había ido para recuperarse por su cuenta y que tarde o temprano regresaría por él.
-Bien… -dijo poniéndose de pie- Y yo estaré aquí esperándote.
Todos los días se levantaba, desayunaba, atendía a los animales y luego se ponía a orar, eso le daba consuelo y esperanza; acarreaba leña del depósito, cuidaba su invernadero de hierbas medicinales, una pequeña parcela de tierra para sus legumbres, hacía queso… todo para que los días no se sintieran tan solitarios, días que se convirtieron en semanas y luego en meses.
Sabía que Harry iría por él, pero estaba tardando tanto que las dudas comenzaban a llenar sus días… ¿Y si no lo había logrado? ¿Y si el sol lo había alcanzado por estar tan débil?... cuando esos pensamientos llenaban su cabeza, solo la sacudía y seguía con su trabajo, pero cada día fue tornándose cada vez más sombrío.
