Naruto se echó sobre su escritorio mientras escuchaba la clase del señor Hatake. Lo único que lo mantenía despierto era el dolor aún constante en su pómulo y sus labios, recordatorios visibles de la pelea de hace unos días.

Su mente atribulada se movía veloz. A una parte de él le molestaba que el instituto y las clases siguieran su curso normal, sin embargo otra parte lo agradecía, porque pese a que durante los últimos días todos estuviesen hablando de Sasuke y Sakura escapando, era un alivio que al menos los profesores fingieran que todo estaba bien.

Especialmente cuando todo lo que escuchaba en los pasillos y ratos libres eran teorías y rumores sobre la parada de Sasuke y Sakura.

No quería admitirlo, pero se sentía con el corazón roto.

No supo lo muy enamorado que estaba de Sakura hasta que se enteró que la tenían retenida y tuvo la ferviente necesidad de sacarla de allí lo antes posible. Por lo que, después de llegar a casa esa noche y llamar reiteradas veces al teme para que lo actualizara sobre la situación, decidió tomar un taxi a la estación de policías para ir a rescatarla de allí él mismo.

Su sorpresa fue grande cuando se percató de que un efectivo de búsqueda se estaba realizando para localizar a la joven que se había escapado con el joven Uchiha. Luego, la sorpresa fue aún mayor cuando escuchó la conversación entre quien parecía ser Neji y alguien mayor de su familia (quien luego sabría, era el padre de Hinata) conversar sobre las implicancias del posible homicidio de Uzumaki Karin.

Naruto había quedado helado. Su mundo se sacudió cuando escuchó de un tercero que era posible que Hinata o Sakura hayan cometido el homicidio accidental de nadie más que su propia prima.

No, no eran tan cercanos. Al menos en este punto de su vida no, pero cuando sus madres estaban vivas, él y Karin eran casi hermanos. Eso hasta que a ella la mandaron con un familiar de su padre, Orochimaru, un reconocido académico, mientras que a él lo mandaron con su padrino, Jiraiya.

Esa noche corrió al hospital y no pudo hacer más que sentarse, aguardar por noticias, odiarse por seguir pensando en Sakura y odiar a Sasuke por ser quien se la llevó. Se odió más por desear haber sido él quien la rescatara de allí.

—Uzumaki, atención al pizarrón —dijo el profesor Kakashi cruzándose de brazos.

El rubio volvió a incorporarse, mirando cabizbajo. Cuando iba a rendirse y volver a echarse sobre sus brazos, una mirada celestina se topó con la propia.

Yamanaka Ino le dio una mirada compasiva desde el frente del salón.

Recordó que el lunes -el día siguiente del incidente-, ella tenía el rostro tan cansado como él. La directora los había reunido a varios de los que estaban en la piscina a darles una reprimenda y asegurarles que se sabría quién había sido quien accedió a las instalaciones y sería expulsado sin derecho a alegación.

Cuando alguien señaló que había sido invitada por la capitana de porristas, la directora Tsunade informó que la policía descartó durante la noche la participación de Haruno como organizadora del evento. Esto, por supuesto, no evitó que Ino anotara en su mente el nombre del imbécil soplón. Las venganzas llegarían juntas e Ino estaba recolectando los nombres de los traidores.

Ya era viernes, cinco días habían transcurrido y la gente aún hablaba de la romántica aventura entre Haruno y Uchiha, la prensa ya tenía una versión escandalosa de los hechos -en donde la policía estaba en el centro principal de críticas- y a susurros, a veces, todos seguían hablando de Karin.

La Yamanaka se reincorporó en dirección al pizarrón y Naruto perdió sus ojos de vista. Nuevamente era él en su soledad. Casi no alcanzó a agachar la cabeza antes de volver a ver a Ino voltearse, esta vez más enérgicamente.

La directora entraba por la puerta anunciando noticias.


—o—

C10: lo peor siempre está adelante


Sakura sintió un profundo agradecimiento con la vida cuando abrió los ojos y vio el perfil relajado del Uchiha durmiendo a su lado. Su respiración acompasada le transmitió una tranquilidad infinita de la que no quería salir. Había algo especial con desaparecer, con no pertenecer a ningún lado, sin embargo lo que lo hacía tan especial era la presencia del muchacho a su lado. Ella podía asegurar que ambos se pertenecían el uno al otro y eso era mucho mejor que pertenecer a algún lugar.

Eso, sumado a los espesos árboles que alcanzaba a ver por la entrada de la carpa en la que estaban durmiendo y el ruido de la brisa entre las hojas, solo ayudaban a que se sintiera en paz. Había estado contando los días superficialmente, y si sus cálculos no le fallaban, era viernes. Probablemente antes de las 7 AM por el cielo recién alboreado.

Como si un hilo invisible los uniera, Sasuke abrió los ojos en ese instante y por un momento Sakura pudo ver como la desorientación y luego la comprensión de lo que estaba sucediendo cruzo por los ojos negros del chico.

Fue solo un momento de desespero en los ojos del muchacho, como si absolutamente toda esa semana se le hubiera olvidado durante ese segundo previo a estar cien por ciento despierto, pero fue suficiente para oprimir el estómago de Sakura.

Ante eso, le regaló una pequeña sonrisa y besó el dorso de la mano que la estaba rodeando. Fue entonces en que él la miró de vuelta, y por ese breve instante los ojos de él se suavizaron de puro instinto, su cuerpo completo volvió a un estado de relajo y la apretó contra él.

Con sus dedos, de la manera más gentil posible, Sakura quitó una pequeña hoja de la mejilla del chico y él le regaló una pequeñísima e ínfima sonrisa de vuelta.

—Buenos días —dijo con voz ronca y medio adormilado.

Sakura recibió con gusto el beso que plantó el joven en su boca. Admiró con profundidad sus ojos oscuros, intensos. Esa mañana había despertado especialmente triste por la situación siendo plenamente consciente del extremo en el que estaban.

Era su quinto día moviéndose por Japón, el día anterior Sasuke había abandonado el auto en un garaje de Tokio y se habían movido en tren al bosque de Okutama. Beneficiados por las olas de calor del verano, no hubo complicaciones de dormir en la noche, se refugiaban bajo los brazos del otro y la pequeña carpa era una ayuda contra el viento.

Ninguno de los dos había dado algún paso antes de esto, pero esa primera noche que pasaron durmiendo entre los árboles y la naturaleza de la frondosidad del bosque, Sasuke le hizo el amor con fervor a Sakura.

Se había deleitado con la humedad de su centro, con la presión alrededor de su miembro cuando entró en ella, con los besos deseosos, la suavidad de su piel, sus gemidos contenidos. Estuvieron horas tocándose, reencontrandose con el otro hasta que sus cuerpos, humanos, cedieron a la exhaustación.

A Sasuke le recorrió un escalofrío de placer de recordar la noche anterior y al mirarla supo que ella pensaba igual.

—Vamos al lago, —susurró suave al oído del chico— a buscar agua.

Llevaban poca comida consigo y, al menos Sakura, intentaba no pensar demasiado en el futuro. Tampoco intentaba pensar en el pasado. La sombra de Karin, herida, la seguía de cerca.

Caminando detrás de Sasuke, el camino rocoso iba de bajada en dirección al pequeño lago que habían encontrado el día anterior. Las caminatas en la frondosidad de ese mar verde la ayudaban a conciliar la idea de que no vería más a una de sus compañeras, pensaba en los hubiera, en los debí.

"Hubiera hecho esto por ella"

"Debí ser más atenta con ella"

Inmersa en sus pensamientos, a pocos metros del lago, Sakura resbaló. Y estando tan poco preparada para el ambiente rocoso y duro del bosque, la caída le provocó una herida grande en la rodilla que comenzó a sangrar de inmediato. Con ambas manos evitó golpearse la cara, pero no pudo evitar los rasguños en las palmas y muñecas.

Evidentemente preocupado Sasuke llegó en dos pasos a ella.

La sangre brotó incesablemente del corte de su rodilla deslizándose por su pierna y cayendo en una hilera a la tierra. Con ambas manos Sasuke estabilizó la pierna y observó la herida, pero Sakura no pudo seguir viendo la sangre salir con tanta facilidad. Como la cabeza de Karin.

—Vamos a llevarte al agua —Sasuke cargó a Sakura con la facilidad de siempre y avanzó a paso cuidadoso el resto del recorrido.

Sakura tenía su rostro escondido en el cuello de él, hundiéndose del aroma tan tranquilizante que era inherente a él. Una vez en el lago, Sasuke le limpió la herida, siendo especialmente cuidadoso con no exponerla demasiado.

Por detrás, el pelinegro la fue ayudando a quitarse prenda por prenda. Primero la blusa, luego los shorts, las zapatillas, calcetines, ropa interior. En un acto natural y tremendamente sencillo, Sasuke levantó a Sakura del suelo. Eso la distrajo, dejó de ver el rostro de Karin y luego solo podía ver los ojos oscuros del chico, que la miraban preocupados. Ambos estaban físicamente exhaustos, pero no pudieron evitar lo que vendría a continuación.

Plantó un beso en su boca, los labios un poco secos de la chica cobraron vida ante la invitación y sus piernas se envolvieron alrededor de la cadera de él. Sasuke se introdujo levemente al lago, sin soltarla y sin dejar de besarla.

Los cuerpos de ambos estuvieron sumergidos en menos de un minuto, él con un abrazo firme la sostuvo cerca de sí en todo momento. Sasuke se movió, con ella encima, por la orilla hasta ubicarse en un sector bajo la copa de un árbol pequeño y frondoso. El cielo tenue permitía que ambos estuviesen casi ocultos, siempre que los rayos del sol aún nacientes no les apuntasen.

Sakura no quería pensar, no quería ver rojo, ver sangre le recordaba al cabello de Karin, los ojos de ella cerrándose, su vestido blanco manchado y su cabeza resbalosa por el líquido sanguíneo.

Profundizó el beso y Sasuke sabía qué significaba. Su miembro ya estaba duro, cerca de su entrada y solo necesitaba esa señal para entrar de lleno en ella. Sakura se soltó de su agarre y se inclinó hacia atrás, quedando contra tierra firme. Su torso exhibido así fue un placer visual para Sasuke, sus dos manos apretaron con fuerza la cintura de la chica y la embistió con fuerza a un ritmo pausado.

Ella se mordió el labio gustosa, sintiéndose completamente llena de él y queriéndolo en todos lados. Un gemido ronco e involuntario escapó de su garganta al verla así, en un frenesí erótico que lo dejaba al borde del límite, que jugaba con su autocontrol.

Sasuke embistió y ella se dejó rellenar, una mano en tierra firme y otra acariciando sus propios pechos.

Su centro palpitaba con vida propia, dichoso de recibir exactamente lo que estaba buscando hacía meses. El miembro de él palpitaba también dentro de ella, cada vez más jugoso.

Sasuke se inclinó y dio una mordida suave al pecho que ella no estaba tocando. Luego su lengua se movió alrededor del botón rosado de la chica, ambas manos grandes con un agarre tan firme y fuerte en su cintura que dejarían marcas. En liberación absoluta, Sakura no pudo reprimir un gemido de goce. Llegó con fuerza con las embestidas y la adoración del joven, y él, casi fuera de sí, derramó cada gota de sí dentro de ella.

Sasuke no se movió de encima, ambos se entregaron a los residuos del orgasmo compartido. Él la mantuvo cerca de él durante unos minutos más hasta que sintió que la chica estaba lista para moverse.

—Te amo —Sakura le susurró contra sus labios.

Él le sonrió y sin salirse dentro de ella, unió los labios en un silencioso "yo también".

—o—

De vuelta al lugar donde tenían su precario e improvisado campamento, se toparon con la ingrata sorpresa de la destrucción total del lugar. La carpa derruida y la poca comida que traían consigo dispersa en todos lados a medio comer.

Sasuke acercó a sí a Sakura, cubriéndola con uno de sus brazos. Inspeccionando todo rápido, la conclusión más obvia era que tendrían que moverse.

Tras horas de caminata, finalmente volvieron a la estación de tren que los llevaría de vuelta a la ciudad. Luego de comprar dos boletos, Sasuke notó la mirada perdida de Sakura. Su desconexión total del mundo, la ansiedad se la estaba comiendo viva.

Una parte de él sabía que lo único que la mantenía de pie, era él. Su voluntad por escapar y avanzar, de no soltarla. No lo haría, seguirían en fuga el tiempo que fuese necesario, vivirían de la tierra o del mar, o se largaron de país, lo que sea con tal de cuidarla de acabar tras las rejas.

Luego de vacilar un poco, optó por lo que le parecía más reconfortante para él en ese momento. Dejando a la pelirrosa a cargo de las pocas pertenencias que les quedaban, se dirigió a una de las cabinas telefónicas de la estación y marcó un número que se sabía de memoria.

Luego de dos pitidos, habló—Aniki.

Del otro lado, Sasuke sintió como su hermano contuvo la respiración por un segundo antes de responder. —Otouto, no podemos hablar demasiado antes de que te rastreen. Tienes que volver a casa, Uzumaki Karin despertó.

Esta vez fue turno de Sasuke de contener las respiración. No alcanzó a abrir la boca antes de volver a escuchar la voz de su hermano mayor.

No hay tiempo. Debes volver. Ahora, otouto.

El mayor colgó sin esperar respuesta.


—o—

Para el día lunes Hinata ya era una paría social categorizada. Era más invisible que nunca, pero al mismo tiempo, tremendamente visible.

No importó lo mucho que lloró para que no la enviaran al instituto, a las 8 en punto ya estaba pasando por las puertas principales obligada por su padre.

Por suerte para ella, su padre había llegado a un trato con el cuidador de Karin, una cuantiosa, jugosa y enorme cantidad de dinero para evitar levantar cargos contra ella. Karin no mencionaría esto a la prensa, no diría su nombre, no tendría relación alguna con el casi-delito y quedaría como un crítico accidente.

El dinero podía comprar muchas cosas, pensó Hinata, y esperaba eso pudiese comprar su reputación de vuelta, incluso si eso significaba volver a ser una sombra en ese instituto. Después de todo, ella nunca pidió esto. No pidió ser porrista, no pidió ser amiga de Haruno Sakura, no pidió ser invitada a esa maldita fiesta. Ella sólo quería dos malditos boletos para el baile.

Caminó entre pasillos casi vacíos, siendo las 8 AM ya todos los estudiantes estaban en sus aulas y eso le dio un alivio momentáneo. Por un segundo dudó de continuar, quizás podría saltarse las clases, evitar ser presa del escrutinio público, pero pronto la profesora Yuhi la vio. Ella también iba atrasada, y con una sonrisa simpática la guió hasta el salón en donde tendría su primera clase de la semana.

Apenas entró por la puerta, pese a que la profesora entró con gran entusiasmo y relatando a viva voz lo quería sería la clase de hoy -con una disculpa por su tardanza incluida-, las miradas de casi todos se posaron sobre ella. Hinata evitó a toda costa mirar a nadie demasiado y acudió pronto a la única silla vacía.

El cuchicheo se mantuvo vivo por unos segundos más hasta que la profesora Yuhi hizo callar a todos. La clase comenzó, pero al menos la mitad de la clase estaba en sus teléfonos dando la noticia de que, sí, Hyuuga Hinata había asistido a clases, contra todo pronóstico.

Hinata se quiso morir.

La clase avanzó, pero nada malo realmente sucedió más allá de la habladuría a sus espaldas. Nadie tampoco se acercó a ella, pese a que faltó a clases toda aquella semana posterior al accidente y solo volvió por… el afortunado despertar de Karin.

Como si la hubiese invocado, del otro lado del pasillo su cabellera roja destacaba entre las cabezas que se aproximaban. Karin se veía radiante pese a la venda que le rodeaba la cabeza, sonriente y rodeada de chicas -tanto porristas, como no-. Casi todas hablaban al mismo tiempo, contándole detalles de la semana y haciéndole preguntas sobre su estado. El bullicio y la presencia casi santa de Karin, llamó la atención de todos quienes pasaban.

Hinata se quedó de piedra, como un siervo contra la luz de una camioneta. Ni siquiera fue capaz de hacerse a un costado, ni notar como el cuchicheo aumentaba. En un instante se vio a pasos de ella, y pronto se armó un silencio.

Hinata abrió la boca, brutalmente avergonzada, incapaz de decir una palabra pero queriendo extender una disculpa. ¿Pero qué decir en una situación así?

"Hey, ¿qué tal? Disculpa por casi matarte y culpar a tu amiga"

"¿Recuerdas esa vez que te rompí la cabeza y casi te mueres? Sin resentimientos, ¿verdad?"

Hinata abrió la boca, esta vez más determinada, avanzó un paso en su dirección solo para ser detenida por la mano delgada de la pelirroja.

—Te perdono, —dijo Karin, altiva y con una ceja puntiaguda. No la iba a dejar decir una palabra, no le daría ese privilegio. —y creo que hablo por todas -incluyendo a mi capitana- cuando digo… que ya no eres parte de nosotras.

El silencio era afilado. Hinata intentó a toda cosa no mirar a Sakura, quien se encontraba levemente apartada del grupo de porristas y observaba todo con ojo crítico. Su cadera estaba inclinada contra la pared que daba a un salón de clases, ambas piernas elegantemente sobrepuestas una sobre la otra. Sus brazos cruzados y su mirada fija en la figura curvilínea de la pelinegra.

La pelirrosa había pasado toda la mañana con Karin, pero nunca siendo realmente parte de la conversación, solo estando presente y manteniéndose al margen del protagonismo. Para Sakura, Karin se merecía todo el amor y atención que había estado recibiendo esa mañana.

Sakura dejó asomar una pequeña sonrisa.

—Sin resentimientos —dijo Haruno. Luego, con un movimiento de mano, apuntó a una chica de segundo año que estaba cerca de Hinata. —Ayame-chan, lleva los libros de Hinata.

La chica obedientemente (y mascullando un "¿¡se sabe mi nombre!?") se acercó y tomó los libros de la pelinegra. Hinata pestañeó dos veces, no sabiendo exactamente qué era lo que sucedía.

¿La estaba perdonando?...

—Oh, ¿no quieres hacerlo, Ayame-chan? —Sakura sonrió, una sonrisa demasiado dulce para ser honesta, casi malvada, confundiendo a varios presentes, pero no a sus compañeras porristas. —No te preocupes, no todas podemos perdonar. Bótalos.

La orden implícita dejó de piedra a Ayame, pero obedeció, leyendo perfectamente el lenguaje corporal de Sakura. Los libros cayeron frente a la Hinata. Sus ojos vidriosos anclados en la pelirrosa y su pequeña sonrisa.

Sakura se despegó de la pared en la que estaba reclinada para acercarse a paso felino a la Hyuuga, aquellas personas que rodeaban la interacción contuvieron la respiración.

"¿Qué tanto de los rumores eran ciertos?" Se preguntaban.

—Karin y yo… te perdonamos Hinata-chan. —Sakura esta vez dirigió su voz al resto, mirando a los ojos a la gran mayoría de quienes las rodeaban. —Pero no todos tienen el corazón de nosotras. Entenderemos si el resto… no te puede perdonar.

A Hinata se le oprimió el vientre y un mareo casi la desbalanceó. Sus manos temblaron levemente.

—Como Kawari, que nunca le ha gustado tu cabello –La pelirrosa alzó una mano en dirección a otra chica, esta vez de tercero y luego a otra más —o a Jin, que cree que fuiste muy cruel al estar con Sasuke-kun.

Pronto, varias chicas se fueron aproximando, y pese a que Hinata dio un paso hacia atrás para alejarse del agarre de una de ellas -y luego de otra y de otra-, le fue imposible cuando eran demasiadas chicas rodeandola. Cuando volvió su mirada hacia el frente, Sakura se estaba volteando en dirección a las porristas con un giro elegante, como si todo el peso de la conversación, como si lo que acababa de provocar no le pesara en absoluto.

Sakura lo confirmó entonces: Odiaba a Hinata.

Y Hinata también lo sabía, las odiaba a todas ellas. Habían dicho ser sus amigas y la abandonaron pese a sus intentos de una disculpa, un intento pobre, pero un intento al menos.

Hinata fue arrastrada a un baño y las cabezas que estaban asomadas por las ventanas para ver la interacción y quienes no se unieron a la trifulca, se fueron dispersando con la ida del grupo de chicas.

Sakura ignoró esa voz en la cabeza que le reclamaba por lo que había hecho. Hinata ya no era su problema.

Miró hacia su costado y Karin le dedicó una mirada insegura, pero le hizo un asentimiento dándole apoyo en la decisión que acababan de tomar. Estaban juntas en esto. Harían justicia por sus manos.


—o—

N/A: Entre la fiesta y la vuelta a la normalidad pasaban demasiadas cosas y decidí no agregarlo, aunque tengo mucho escrito… Está la escapada desde Konoha a Tokio y sus días en la gran ciudad, la semana de clases del resto, la impresión de la familia Uchiha y los medios,

Por eso, para quienes leen las notas de autor, les dejo un pedacito que me gustó especialmente escribir pero no entró en el capítulo final:

¡Escríbeme un comentario si te gustó!

—o—

Cuando Sakura asomó la cabeza por la puerta de la habitación no supo que todo este tiempo había imaginado un escenario derruido allí dentro. Imaginó a Karin ojerosa y sangrante, al borde de la muerte, quizás un doctor severamente preocupado y a varias personas alrededor llorando por su recuperación. En cambio, se topó con una cantidad obscena de orquídeas, claveles y crisantemos en una mesita de noche y distribuidos por el piso.

Sentada en la cama estaba Karin, con el cabello perfectamente liso y brillante, como si hubiese pasado por la peluquería antes de decidir despertar de su sueño. Como si estar al borde de la muerte no fuese un excusa para estar desarreglada.

Sakura se mordió el labio para reprimir el llanto y entró a la habitación, esta vez menos violentamente que como había entrado al hospital. —Así que… estás viva.

Karin la miró, desviando la mirada de su otro visitante. —Muy emotivas palabras, me haces sentir tremendamente especial. —dijo rodando los ojos.

Sakura soltó una carcajada, y sin poder evitarlo, se lanzó a ella en un abrazo apretado. Karin estaba escandalosamente avergonzada. Su cara más roja que su cabello.

—Me dijeron que estabas muerta.

—Nunca estuve tan grave —dijo ella una vez deshicieron el abrazo. —El doctor me explicó que mi cerebro quedó tan conmocionado que mi amígdala se desactivó por demasiado tiempo. —Hizo un chasquido de dedos para ejemplificar. —Pero ahora entiendo por qué te escapaste. Maldita zorra no querías pagar por mi crimen.

Sakura volvió a soltar una carcajada y una pequeña lágrima escapó de sus ojos. Un peso gigante había desaparecido de sus hombros y sabía que por primera vez en esa semana, podría dormir tranquila.

—Cof, cof, —una tos las distrajo a ambas. Sakura por primera vez en esos minutos se percató que en la sala, en la esquina al lado de una mesita con flores, estaba Uzumaki Naruto mirando la interacción. —me alegro que estés bien, Sakura-chan. Nos vemos en el cole.

El rubio se incorporó de la silla y se fue de la habitación con ambas manos detrás de la cabeza y aparentemente tranquilo.

Karin tomó del brazo a Sakura y la jaló hacia sí misma —Necesito saberlo todo. ¡¿Por qué mi primo te mira con ojos de perrito?! ¡¿Es cierto que Sasuke y tú se escaparon?! ¡¿Qué pasó estos seis días?!

Sakura abrió los ojos con sorpresa. —¡¿PRIMOS?!

Karin soltó el agarre de su brazo y se reclinó contra sus almohadones. Un suspiro dramático salió de sus labios a la par en que decía contenta: —Hay demasiados chismes para estar muerta.