Cap. 35: Un nuevo comienzo y confrontación.

El amanecer bañaba la habitación con una cálida luz dorada, acompañada por el suave canto de los pájaros y el murmullo del viento que entraba por una ventana entreabierta. Kagami abrió lentamente los ojos, parpadeando varias veces mientras se acostumbraba a la luz del sol.

Con un largo suspiro, se incorporó ligeramente en la cama, sintiendo el calor residual que la cobija había atrapado durante la noche. Sin embargo, al notar un peso adicional a su costado, su corazón se aceleró. Lentamente levantó la cobija para descubrir, con sorpresa y algo de pánico, que Patricia y Miyuki estaban a su lado, durmiendo profundamente.

Kagami llevó una mano a su boca para evitar gritar y pensó, ¿Qué hice anoche? ¿Hicimos algo indebido? Su rostro se tiñó de un intenso rojo mientras intentaba recordar los eventos de la noche anterior.

El movimiento y los suaves murmullos de Kagami despertaron a Patricia, quien abrió los ojos lentamente y se estiró con pereza. Al notar la expresión preocupada de Kagami, Patricia se incorporó ligeramente y dijo: "¿Qué pasa, Kagami?"

Kagami, aún nerviosa, bajó la mirada y murmuró: "Lo siento, Patricia. Siento que hice algo mal... yo..."

Antes de que pudiera terminar la frase, Patricia la silenció con un beso suave en los labios. Kagami se quedó inmóvil, sorprendida, mientras Patricia se separaba lentamente, dejando un delicado puente de saliva entre ambas.

"No hiciste nada malo, Kagami," dijo Patricia con una sonrisa tranquilizadora. "No tienes que preocuparte por nada."

En ese momento, Miyuki, que había comenzado a despertarse por los murmullos, buscó a tientas sus lentes en la mesita de noche. Al ponérselos, miró a Kagami con una sonrisa adormilada y dijo: "Buenos días, Kagami."

Aún ruborizada y sin saber exactamente cómo manejar la situación, Kagami desvió la mirada y respondió con torpeza: "B-Buenos días..."

El ambiente se llenó de una extraña mezcla de calidez, vergüenza y comodidad, mientras el sol continuaba iluminando la habitación, Kagami, todavía intentando aclarar sus pensamientos y organizar sus emociones, desvió la mirada entre Patricia y Miyuki. Aún con el rostro sonrojado, balbuceó con cierta timidez: "Entonces... no hicimos eso, ¿verdad?"

Patricia soltó una suave carcajada y negó con la cabeza mientras le acariciaba el cabello. "No, Kagami. Solo dormimos juntas. ¿Por qué lo preguntas con esa cara tan adorable?"

Kagami frunció el ceño, tratando de ocultar su vergüenza, pero antes de que pudiera replicar, Miyuki, quien también tenía un leve rubor en las mejillas, aclaró su garganta y agregó con torpeza: "Bueno, Kagami, debo admitir que anoche fue un poco... especial. Pero no pasó nada indebido. Lo único que hicimos fue asegurarnos de que descansaras y te relajaras."

Kagami las miró con una mezcla de confusión y curiosidad. "¿Relajarme? ¿Qué fue exactamente lo que me hicieron tomar?"

Patricia esbozó una sonrisa traviesa y respondió: "Fue una mezcla especial. Algo para calmar tus nervios y ayudarte a liberar un poco de tensión acumulada. Y, viendo lo bien que dormiste, parece que funcionó a la perfección."

Miyuki, algo más seria, pero con una sonrisa amable, se acercó a Kagami y le tomó las manos. "Kagami, estabas muy tensa y cargando con tantas emociones. Queríamos que tuvieras al menos una noche en la que pudieras sentirte segura y relajada, sin preocuparte por nada. Fue lo único que hicimos, te lo prometo."

Kagami suspiró, sintiendo cómo una parte de la ansiedad que había cargado desde que despertó comenzaba a disiparse. Miró a ambas y, aún sonrojada, murmuró: "Gracias... aunque todavía me siento algo extraña."

Patricia volvió a reír y añadió con un guiño: "Es normal. Después de todo, esta fue la primera vez que duermes rodeada de dos personas que te adoran."

Miyuki asintió y, aunque su rostro estaba completamente rojo, dijo con sinceridad: "Es verdad, Kagami. Queríamos que supieras que no estás sola. Nunca más."

Después, Patricia se levantó de la cama con elegancia, estirándose ligeramente antes de girarse hacia Kagami, quien también comenzaba a levantarse con cierta vacilación. Miyuki, aunque algo somnolienta, también se puso de pie, ajustándose los lentes con torpeza. Kagami las observó a ambas, sus pensamientos enredados como el cabello desordenado por el sueño.

"Entonces... lo que pasó anoche..." comenzó Kagami, su voz algo temblorosa mientras evitaba hacer contacto visual. "No sé qué debería hacer al respecto... ¿Sobre nosotras?"

Patricia, con una expresión calmada y una sonrisa juguetona, se acercó a Kagami y puso suavemente un dedo en sus labios, silenciándola. "No te preocupes por eso ahora," dijo con una voz cálida pero firme.

"Pero aun así..." replicó Kagami, moviendo su rostro ligeramente hacia un lado para poder hablar.

"Yo quería hacerlo," admitió Patricia con una pequeña risa, "pero por respeto a las demás, no lo hice."

Kagami parpadeó, su confusión evidente. "¿Las demás?"

Antes de que Patricia pudiera responder, Miyuki, completamente sonrojada y claramente incómoda, tartamudeó: "Eso... eso te lo explicaremos después."

Kagami frunció el ceño, sus pensamientos ahora aún más confusos. Quería hacer una avalancha de preguntas, exigir respuestas y aclarar qué significaba todo esto. Pero la mezcla de emociones, la calidez de la noche anterior, y el ambiente todavía relajado la hicieron retroceder.

"Está bien... pero no crean que olvidaré preguntarlo más tarde," dijo Kagami, cruzando los brazos en un intento de parecer seria, aunque su rostro ligeramente ruborizado traicionaba su actitud.

Patricia rió suavemente mientras se dirigía hacia la puerta. "Por ahora, vamos a preparar algo de desayuno. Te hará bien pensar con el estómago lleno."

Miyuki asintió rápidamente, deseando salir del tema. "Sí, sí, un buen desayuno ayuda a despejar la mente."

Después de un rato de preparación la mesa del desayuno estaba cuidadosamente puesta: tostadas doradas, mermeladas de diversos sabores, y tazas de té humeantes. Kagami, sin embargo, apenas prestaba atención a la comida frente a ella. Sus ojos se movían nerviosos entre Patricia y Miyuki, su rostro encendido en un rubor constante que delataba su incomodidad.

Patricia notó la mirada insistente de Kagami y rompió el silencio con una risa suave. "Kagami, ¿por qué no dejas de mirarnos como si fuéramos a comerte?" dijo con tono juguetón, apoyando el mentón en una mano. "Te prometo que no vamos a hacer nada... al menos por ahora."

Kagami se estremeció ante el comentario, su sonrojo intensificándose. "¡No estoy pensando en eso!" exclamó rápidamente, aunque su voz traicionó un leve nerviosismo.

Patricia soltó una carcajada, disfrutando de la reacción. "Oh, tranquila, Kagami. ¿Verdad que no la vamos a comer, Miyuki?"

Miyuki, quien estaba intentando mantener la compostura mientras se concentraba en untar mermelada en su tostada, se congeló al escuchar su nombre. Miró a Patricia y luego a Kagami, su rostro completamente rojo. Incapaz de formular una respuesta coherente, simplemente asintió con torpeza.

Patricia, satisfecha con la reacción, continuó, ahora con una sonrisa traviesa. "Y eso que tú la besaste más que yo anoche, Miyuki."

"¡¿Qué?! ¡Eso no es verdad!" Miyuki casi gritó, golpeando ligeramente la mesa con ambas manos. "Estoy tratando de no pensar en eso ahora mismo, ¡y tú lo mencionas!"

Patricia rió aún más fuerte, mientras Kagami, atrapada entre ambas, tartamudeaba intentando calmar la situación. "E-esperen un momento... ¡Dejen de pelear por eso! Fue... fue extraño, eso es todo."

"¿Extraño?" Patricia alzó una ceja, fingiendo estar ofendida. "¿Acaso estás diciendo que nuestros besos no fueron buenos, Kagami?"

"¡N-no dije eso!" Kagami agitó las manos frente a ella, cada vez más avergonzada. "Sólo... sólo no estoy acostumbrada a esto, ¿de acuerdo?"

Miyuki suspiró, llevándose una mano al rostro. "Patricia, ¿puedes dejar de molestarla al menos durante el desayuno? Es... incómodo."

"Está bien, está bien, me detendré," dijo Patricia con una sonrisa tranquila, levantando las manos en señal de rendición. "Aunque debo admitir que estás adorable cuando te sonrojas, Kagami."

Kagami solo pudo cubrirse la cara con las manos, sintiendo que su rostro iba a explotar de lo caliente que estaba. Mientras tanto, Miyuki suspiró nuevamente, tratando de concentrarse en su tostada, y Patricia, aunque relajada, no dejaba de sonreír divertida. Al terminar de desayunar, las tres salieron juntas y comenzaron a caminar por el vecindario. Kagami caminaba detrás de Patricia y Miyuki, con la cabeza baja y la mirada fija en el suelo. Su mente estaba llena de pensamientos sobre lo que había ocurrido la noche anterior. Cada vez que recordaba algo, su rostro se encendía de un intenso rubor. No podía creer que todo eso hubiera sucedido.

De pronto, escuchó que la llamaban. Al levantar la vista, vio a Patricia frente a ella, con una sonrisa juguetona en su rostro.

"¿Estás pensando en lo de anoche?" preguntó Patricia, con una risa ligera.

"¡N-no!" tartamudeó Kagami, agitando las manos de manera torpe.

Patricia ladeó la cabeza, manteniendo su sonrisa mientras se inclinaba un poco hacia Kagami. "¿De verdad? Porque tienes esa cara de alguien que está recordando algo... interesante."

Kagami se ruborizó aún más y dio un paso atrás. "¡Te digo que no es eso!" exclamó, aunque su tono nervioso la traicionaba por completo.

Patricia rio suavemente y añadió: "Sabes, Kagami, debo admitir que me sorprendiste. No pensé que fueras capaz de tomar la iniciativa de esa manera."

"¿Iniciativa?" preguntó Kagami, confundida.

"Claro," dijo Patricia, cruzándose de brazos y adoptando una expresión un poco más seria. "Lo de anoche. Fuiste tú quien nos besó más a nosotras que al revés. Pero claro, justo cuando las cosas empezaban a ponerse interesantes, te quedaste dormida."

"¡¿Qué?! ¡Eso no es cierto!" Kagami gritó, totalmente avergonzada, mientras agitaba las manos frente a su rostro.

Patricia soltó una carcajada al ver su reacción y dio un paso hacia ella, acortando la distancia entre ambas. Kagami intentó retroceder, pero Patricia le tocó ligeramente la mejilla, deteniéndola.

"No te preocupes, Kagami," dijo Patricia, con una sonrisa que esta vez parecía más sincera que burlona. "Lo que pasó anoche fue hermoso. Me sorprendió, sí, pero también me hizo muy feliz. Gracias por ser tan sincera con nosotras."

Kagami abrió la boca para responder, pero las palabras no salían y finalmente, balbuceó: "E-es que... ustedes se veían muy lindas... No pude evitar relajarme al estar con ustedes..."

Al decir eso, Kagami se llevó las manos a la boca, horrorizada porque había hablado en voz alta. "¡L-lo siento!" exclamó rápidamente, tratando de ocultar su rostro avergonzado.

Patricia se sonrojó ligeramente, pero mantuvo su sonrisa mientras se inclinaba hacia Kagami y decía con suavidad: "Sabes, eso es lo más lindo que alguien me ha dicho. Gracias, Kagami."

Después de lo que acaba de decir, Miyuki de repente se detuvo, giró sobre sus talones y regresó corriendo hacia ella. Antes de que Kagami pudiera reaccionar, Miyuki levantó la mano y le dio un golpe en la cabeza.

"¡Oye! ¿Por qué me golpeas a mí?" exclamó Kagami, llevándose las manos a la cabeza mientras la veía con una mezcla de confusión y nerviosismo.

Miyuki, con el rostro totalmente rojo, se inclinó levemente en una disculpa. "L-lo siento, Kagami. Es que... ¡dijiste algo tan vergonzoso que me puse nerviosa y reaccioné sin pensar!"

Patricia, quien había presenciado la escena, no pudo evitar reírse. "No esperaba que fueras tan directa, Miyuki, y mucho menos que le pegaras a Kagami. ¡Eso fue inesperado incluso para mí!"

Kagami, aun sobándose la cabeza, bajó la mirada con las mejillas encendidas. "Lo siento... No fue mi intención decir algo tan raro," dijo, tratando de ocultar su vergüenza.

Miyuki negó rápidamente con las manos, acercándose un paso. "No, no te preocupes. Está bien, de verdad... Y además, gracias por lo de anoche," dijo, mirándola a los ojos con una sonrisa cálida antes de rodearla con los brazos y abrazarla.

Kagami se quedó completamente paralizada al sentir el calor del cuerpo de Miyuki contra el suyo. Pero lo que realmente la dejó sin aliento fue notar cómo el pecho de Miyuki se presionaba ligeramente contra ella. Su rostro se tornó de un rojo intenso mientras sus manos temblorosas se alzaban, intentando corresponder al abrazo.

"M-Mi... Miyuki... tus... pe-" tartamudeó Kagami, incapaz de formar una frase coherente mientras su mente entraba en caos total.

Antes de que pudiera decir algo más, Patricia dio un paso adelante y, con una sonrisa juguetona, dijo: "¡Hey, no me dejen atrás!" Se colocó detrás de Kagami y la abrazó también, atrapándola en un cálido y apretado abrazo doble.

El calor de Patricia y Miyuki rodeándola era abrumador. Kagami sentía el contacto de ambas al mismo tiempo, y su rostro comenzó a emitir un calor tan intenso que casi parecía que iba a explotar. Las orejas de Kagami se pusieron rojas, y un ligero temblor recorrió su cuerpo.

"¿P-por qué... están haciendo esto...?" tartamudeó Kagami, mientras pequeñas nubes de "humo" parecían salir figurativamente de su cabeza.

Patricia apoyó suavemente su mentón sobre el hombro de Kagami y susurró con un tono pícaro: "Porque te veías muy linda cuando te sonrojabas. Y no vamos a dejar que Miyuki se lleve toda la diversión."

Miyuki, también ruborizada, pero riendo con nerviosismo, añadió: "T-te lo dije antes, Kagami... Tú no estás sola. Y esto es para que lo recuerdes."

Kagami, atrapada entre ambas, no sabía si gritar de vergüenza, reír por la absurda situación o simplemente rendirse al abrazo cálido que ahora sentía. Sus manos temblorosas finalmente se movieron y, con mucha vacilación, abrazó tanto a Miyuki como a Patricia.

"Ustedes dos... son imposibles," dijo finalmente, su voz apenas audible mientras enterraba su rostro en el hombro de Miyuki para ocultar lo roja que estaba.

Patricia y Miyuki intercambiaron una sonrisa cómplice. "Te queremos, Kagami," dijeron al unísono, haciendo que el corazón de Kagami latiera aún más rápido.

Mientras Patricia y Miyuki seguían abrazando a Kagami, la atmósfera cálida comenzó a disiparse. Patricia fue la primera en retroceder, soltando el abrazo con una sonrisa tranquila. Miyuki la imitó, aunque su expresión era más nerviosa, con un leve rubor aún en sus mejillas.

De repente, Patricia dio un paso adelante hacia Kagami, inclinándose ligeramente, como si intentara besarla. Kagami sintió su respiración acelerarse, pero en ese instante, algo cruzó por su mente: los rostros de Minami y Misao. Los recuerdos la golpearon como una ráfaga de viento frío, y en un impulso, levantó las manos y apartó a Patricia suavemente.

"Lo siento... ahora no es un buen momento," dijo Kagami, desviando la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de confusión y arrepentimiento.

Patricia se rió con suavidad, su tono despreocupado pero comprensivo. "Qué lástima... Pero si es lo que quieres, Kagami, no me molesta en absoluto. Solo recuerda que estamos aquí para ti."

Antes de que el ambiente pudiera volverse más incómodo, Miyuki llamó desde unos pasos adelante, tratando de romper la tensión. "¡Chicas! ¡Sigamos caminando, vamos! No nos atrasemos más."

Kagami suspiró aliviada y asintió, pero justo cuando dio un paso adelante, su celular comenzó a sonar. Lo sacó rápidamente del bolsillo y al contestar escuchó una voz ansiosa al otro lado de la línea.

"Kagami, ven aquí rápido, es urgente," dijo Kosuke, su tono lleno de urgencia.

Antes de que Kagami pudiera responder, una voz inconfundible interrumpió. "¡Vas a flipar con lo que vas a ver, Kagamin! Así que date prisa y ven ya," dijo ryoko con su habitual entusiasmo.

Kagami frunció el ceño, intrigada pero también preocupada. "Está bien, voy enseguida," respondió con firmeza antes de colgar.

Patricia, que había estado observándola, inclinó la cabeza curiosa. "¿Qué pasa, Kagami? ¿Algo importante?"

Miyuki se acercó también, mirando a Kagami con una mezcla de preocupación y expectación.

Kagami guardó el teléfono y suspiró profundamente. "Kosuke y ryoko me llamaron. Parece que hay algo urgente... aunque con Kyoko nunca se sabe."

Patricia sonrió, apoyando una mano en la cintura. "Bueno, ¿y qué esperas? Vamos contigo."

Miyuki asintió rápidamente, mostrando su disposición. "No vamos a dejarte ir sola."

Kagami dudó por un momento, observando a ambas. Finalmente, suspiró, rindiéndose. "Está bien, pueden venir. Pero dense prisa, parece que quieren que llegue lo antes posible."

Mientras caminaban, Kagami de repente tuvo una idea. Miró a Patricia y Miyuki con una sonrisa un poco nerviosa.

"¿Qué les parece si las llevo yo? Así llegaremos más rápido," propuso, aunque en su tono se podía notar cierta duda.

Patricia levantó una ceja, claramente intrigada. "¿Llevarnos tú? ¿Cómo planeas hacer eso?"

Miyuki, por su parte, miró a Kagami con un toque de preocupación. "¿Estás segura? No queremos ser una carga..."

Kagami suspiró, ajustándose el cabello detrás de la oreja. "Confíen en mí. Solo necesito que una se ponga delante y otra detrás."

Patricia fue la primera en moverse, colocándose detrás de Kagami. "Esto va a ser interesante," dijo divertida.

Miyuki, un poco más indecisa, finalmente se colocó delante de Kagami, abrazándola tímidamente. Sin embargo, cuando ambas se acomodaron, terminaron tan pegadas a Kagami que esta se puso completamente roja.

"¡Chicas, no tan cerca!" protestó Kagami, nerviosa. "Si se mueven mucho, las dejo aquí."

Patricia se rió detrás de ella. "Tranquila, Kagami. No nos moveremos."

Miyuki también soltó una risita nerviosa. "Sí, sí, está bien... aunque esto es un poco embarazoso," admitió, aferrándose un poco menos fuerte.

Con ambas en posición, Kagami respiró hondo, enfocándose. Flexionó ligeramente las piernas, y de repente, con una explosión de energía, saltó al aire con las dos a cuestas. Miyuki y Patricia soltaron pequeños gritos de sorpresa, pero pronto se aferraron con más fuerza mientras Kagami saltaba de un tejado a otro con agilidad y rapidez.

"¡Esto es increíble, Kagami!" exclamó Patricia, disfrutando del viaje.

"¡Sí, pero avísanos antes de saltar así de alto!" agregó Miyuki, aunque su tono tenía un toque de emoción.

Kagami, a pesar de su nerviosismo inicial, se sintió más confiada al ver que podía manejarlas sin problemas. "¡Sujétense bien! No quiero que una de ustedes termine cayéndose," dijo, aunque su voz tenía un tinte divertido.

Kagami, comenzó a moverse rápidamente entre los edificios, dejando atrás el bullicio de la ciudad. Cada vez que sus pies tocaban el suelo, el impacto hacía que Patricia y Miyuki se movieran ligeramente, acercándose aún más a Kagami, quien no podía evitar sentirse incómoda pero determinada a no detenerse.

"¡Kagami, esto es una locura!" exclamó Patricia desde atrás, sorprendida por la velocidad con la que se desplazaban.

"¡Es como estar en una montaña rusa!" añadió Miyuki desde el frente, aferrándose un poco más fuerte.

Kagami, intentando mantener la compostura, respondió con una voz algo nerviosa. "¡No se muevan tanto! Si se mueven, será más difícil mantener el equilibrio."

Sin embargo, a pesar de su advertencia, cada vez que Kagami saltaba, el movimiento hacía que Miyuki y Patricia se pegaran aún más a ella al caer, lo que aumentaba su nerviosismo.

Antes de que se dieran cuenta, las luces y el ruido de la ciudad habían quedado atrás, y ahora estaban rodeadas por la tranquilidad de un bosque. Patricia, mirando alrededor con asombro, comentó: "¿Cuándo salimos de la ciudad? ¡Esto es increíble!"

Miyuki, aún algo sorprendida, agregó: "No puede ser que hayamos llegado tan rápido…"

Kagami, entre respiraciones controladas, sonrió ligeramente mientras seguía corriendo por los senderos del bosque. "No es para tanto. Solo tomé un atajo y, bueno… ya estábamos cerca del bosque desde el principio."

El viento fresco del bosque hacía que el viaje fuera aún más emocionante, pero también ponía a prueba a Kagami. Cada vez que saltaba entre los árboles o esquivaba obstáculos, sentía cómo el contacto de sus compañeras se hacía más fuerte, lo que la ponía cada vez más nerviosa.

"¡Chicas, de verdad, dejen de moverse tanto!" protestó nuevamente, aunque sin detener su paso.

Patricia rió detrás de ella. "No es nuestra culpa, Kagami. Tú eres la que está saltando como loca."

Miyuki, aunque también avergonzada, intentó calmarla. "¡Perdón, Kagami! Prometo que no me moveré más…"

Cuando Kagami, Patricia y Miyuki llegaron finalmente a su destino, Kagami disminuyó la velocidad y realizó un último salto ágil para aterrizar en el suelo con precisión. Patricia se bajó rápidamente, su rostro iluminado por la emoción.

"¡Eso fue increíble, Kagami! ¿Podemos hacerlo otra vez algún día?" dijo Patricia, riendo mientras estiraba los brazos hacia el cielo.

Por otro lado, Miyuki bajó con más cuidado, su rostro pálido y ligeramente mareado por el viaje. Dio un paso hacia el suelo, pero tambaleó. Kagami reaccionó al instante, sujetándola por la cintura antes de que pudiera caer.

"Ten cuidado," dijo Kagami con una mezcla de preocupación y firmeza.

Miyuki levantó la mirada hacia Kagami, dándose cuenta de lo cerca que estaban. Ambas se miraron fijamente por unos segundos antes de que el rubor se apoderara de sus rostros.

"¡L-Lo siento!" tartamudeó Miyuki, retrocediendo un poco mientras intentaba estabilizarse.

"No, no, fue mi culpa," respondió Kagami, mirando hacia otro lado, igualmente sonrojada.

En ese momento, Patricia, quien había estado observando la escena, señaló algo alarmada. "¡Kagami! ¡Tu nariz está sangrando! ¿Estás bien?"

Kagami rápidamente llevó una mano a su rostro, notando un leve rastro de sangre. "¡Ah, esto... no es nada! Es por otra cosa…" dijo, evitando el contacto visual mientras se limpiaba apresuradamente con la manga, claramente avergonzada.

Desde la distancia, una voz familiar interrumpió la escena. "Kagami, como siempre, eres rápida," dijo Kosuke, acercándose con las manos en los bolsillos.

Kagami suspiró aliviada, agradecida por la interrupción. "Sí, bueno... solo hice lo que pude," respondió, volviendo a la compostura.

Ryoko, quien estaba junto a Kosuke, añadió con una sonrisa. "Y veo que trajiste a tus amigas."

Kagami asintió mientras giraba hacia Patricia y Miyuki. "Sí… insistieron en venir conmigo."

Kosuke miró a ambas y luego regresó su atención a Kagami. "Bueno, entren. Los demás ya están esperando."

"¿Los demás?" preguntó Kagami, arqueando una ceja mientras seguía a Kosuke hacia el edificio.

Ryoko sonrió enigmáticamente antes de seguir caminando. "Lo verás pronto."

Al entrar al lugar, Kagami fue recibida por un animado coro de voces. Konata, Misao, Ayano, Minami y las demás se encontraban reunidas, y todas se alegraron de verla.

"Kagami, ¡finalmente llegaste!" exclamó Konata, con su característico entusiasmo.

Antes de que Kagami pudiera responder, Misao se lanzó hacia ella con los brazos abiertos, abrazándola fuertemente. "¡Kagami! ¡Lo siento tanto!" exclamó.

Kagami parpadeó, desconcertada. "¿Disculparte? ¿Por qué, Misao?"

Misao la soltó y bajó la mirada, visiblemente avergonzada. "Por lo que te hice aquella vez... Ya sabes, fui demasiado lejos. Me he sentido culpable desde entonces."

Kagami recordó vagamente el incidente y, tras un breve momento de reflexión, sonrió con calma. "Está bien, Misao. No tienes que preocuparte por eso ahora."

Sin embargo, Kagami adoptó de repente un tono más serio, mirándola fijamente. "De hecho, me gustaría hablar contigo después. Hay algo de lo que quiero conversar."

Misao se quedó boquiabierta, con las mejillas encendidas. Tartamudeó nerviosa, "¿C-Conversar conmigo? E-Está bien... Cuando quieras."

El cambio en la dinámica no pasó desapercibido para las demás. Konata, Ayano, Minami, Patricia y Miyuki la miraron al unísono con una expresión amenazante y un tono firme. "Misao..."

Misao retrocedió un paso, levantando las manos como si intentara defenderse. "¡Chicas, no es lo que parece! Me tomó completamente desprevenida, ¡lo juro!"

Minami suspiró, cruzando los brazos. "No creo que se trate de eso. Más bien, parece que Kagami quiere discutir algo importante."

"Sí," intervino Konata, apoyando la barbilla en su mano con una sonrisa astuta. "Aunque, Misao, no olvides el trato que hicimos entre todas."

Todas, incluidas Ayano, Miyuki y Patricia, asintieron solemnemente.

Misao tragó saliva, todavía nerviosa pero también un poco curiosa. "No lo olvidaré, lo prometo..." murmuró mientras se alejaba para unirse a la conversación con las demás.

Kagami, observando la escena, no pudo evitar sentir una mezcla de confusión y curiosidad. Había algo más ocurriendo entre ellas, algo que claramente no le habían revelado todavía. Mientras tanto, Patricia y Miyuki se colocaron a su lado, dándole miradas de apoyo silenciosas.

"Bueno," dijo Konata de repente, rompiendo el silencio, "¿qué tal si nos ponemos al día mientras esperamos?"

Miki salió al encuentro del grupo con una expresión seria. A su lado estaban Matsuri e Inori, quienes también mostraban rostros tensos. Miki miró a los presentes y dijo: "Ya pueden entrar, pero prepárense para lo que van a ver. Y tú, Konata... no te vayas a asustar, ¿ok?"

Konata alzó una ceja, claramente desconcertada, pero asintió con cautela. "Está bien. ¿Qué sucede?"

"Lo entenderás en cuanto lo veas," respondió Miki antes de girarse y abrir completamente la puerta, dejando que el grupo pasara al interior.

Cuando todos ingresaron, la atmósfera cambió drásticamente. El lugar estaba en penumbra, iluminado solo por un par de lámparas que lanzaban sombras inquietantes sobre las paredes. En el centro de la sala, lo que vieron les cortó la respiración.

Sentada en una silla y rodeada por cadenas gruesas y dispositivos de seguridad estaba Kanata. Su estado era impactante: su cabello había perdido el brillo y estaba casi completamente canoso, su piel lucía arrugada y pálida como la de una anciana, y su cuerpo parecía haber perdido fuerza, mostrando signos evidentes de deterioro. Respiraba con dificultad y tenía la cabeza inclinada hacia un lado, inconsciente.

Konata fue la última en entrar y, al verla, sintió que el mundo se derrumbaba a su alrededor. Su corazón se detuvo por un segundo antes de latir con fuerza. "Ma... mamá..." murmuró, incapaz de apartar los ojos de la escena. Dio un paso al frente, pero el impacto emocional fue tan fuerte que sus piernas temblaron, obligándola a sostenerse del marco de la puerta.

Patricia y Miyuki reaccionaron rápidamente para sostenerla. Patricia la agarró por los hombros, mientras Miyuki sujetaba una de sus manos, tratando de transmitirle algo de calma. "Konata, respira. Estoy aquí contigo," dijo Patricia con voz suave.

Pero Konata apenas escuchaba. Sus ojos estaban fijos en Kanata, y las lágrimas comenzaron a caer por su rostro. "¿Qué... qué es esto? ¿Qué le pasó? ¡¿Por qué está así?! ¡¿Por qué está encadenada?!" Su voz era un grito de angustia.

Miki avanzó con una expresión grave. "La encontramos desmayada en una carretera. Estaba completamente sola, y en este estado. No sabíamos qué podía pasar si despertaba, así que tomamos precauciones."

"¡Precauciones! ¡Pero es mi madre!" exclamó Konata con desesperación, intentando avanzar hacia Kanata. Patricia y Miyuki intentaron detenerla, pero la fuerza de sus emociones la impulsaba. "¡Ella no haría daño a nadie! ¡No tenían que hacer esto!"

Matsuri, que permanecía al fondo junto a Inori, apretó los labios, su mirada reflejando culpa. "Konata... no es tan sencillo. No sabemos qué le ocurrió durante el tiempo que estuvo desaparecida."

Konata se detuvo, apretando los puños con tanta fuerza que sus uñas se clavaron en sus palmas. "¿Qué quieren decir con eso? ¿Qué le pasó a mi mamá? ¡Alguien tiene que decirme la verdad!"

Miki suspiró profundamente antes de hablar nuevamente. "Su cuerpo muestra signos de un envejecimiento acelerado, como si hubieran pasado años en semanas. Y además..." Miró a Matsuri e Inori, quienes intercambiaron una mirada incómoda. "Hay algo más."

Konata la miró, su rostro reflejando confusión y angustia. "¿Qué más? ¡Habla, por favor!"

Inori se adelantó con una expresión seria. "Cuando intentamos moverla, comenzó a murmurar cosas incoherentes, como si estuviera atrapada en otro lugar. También notamos que, al intentar examinarla, su cuerpo reaccionó de formas... extrañas. No sabemos qué está ocurriendo con ella."

Konata se giró hacia Kanata nuevamente, su mente llena de preguntas y miedo. Dio un paso adelante, extendiendo una mano temblorosa hacia su madre. "Mamá..." murmuró, con la esperanza de recibir alguna señal, algún indicio de que todo esto era un malentendido o una pesadilla. Miki observó la angustia de Konata con una mirada de comprensión y le dijo suavemente: "No te preocupes, Konata. Puedes acercarte si quieres. Es seguro."

Konata dudó un momento, pero finalmente avanzó hacia Kanata, sus pasos temblorosos reflejaban su incertidumbre. Se arrodilló junto a su madre, mirando con detenimiento su rostro desgastado. En ese momento, inesperadamente, Kanata abrió los ojos, aunque parecían débiles y llenos de cansancio.

"Konata... hija, ¿eres tú?" murmuró Kanata con una voz apenas audible.

Los ojos de Konata se llenaron de lágrimas, una mezcla de alivio y felicidad. "¡Sí, mamá! ¡Soy yo! ¡Qué bueno que despertaste!" exclamó, tomando la mano de su madre con cuidado.

Kanata sonrió débilmente, pero su mirada se tornó seria. "Konata... necesito pedirte algo. Trae aquí a la chica de coletas de ahi. Es importante, no hay tiempo que perder."

Konata parpadeó confundida, volviéndose hacia el grupo. "¿La chica de coletas?"

Todos intercambiaron miradas hasta que Konata señaló directamente a Kagami. "¿Kagami? Mamá quiere hablar contigo."

Kagami se señaló a sí misma, claramente desconcertada. "¿Yo? ¿Por qué yo?" preguntó nerviosa.

Konata insistió: "Por favor, ven. Mamá dice que es importante."

Con algo de duda, Kagami avanzó hacia Kanata. Sin embargo, apenas Kanata comenzó a mover su cuerpo hacia Kagami, algo extraño sucedió. Una intensa presión llenó la sala, como si una fuerza invisible hubiera caído sobre todos los presentes. La tensión era tan abrumadora que casi instintivamente todos adoptaron poses de batalla y desenvainaron sus armas.

Miyuki se puso en modo de defensa, mientras que Misao y Ayano empuñaban dagas y rifles, respectivamente. Incluso Kosuke e Inori se prepararon con movimientos rápidos y precisos. Pero entre todos, Konata, Patricia y Minami permanecieron inmóviles, observando la situación con asombro.

"¡¿Qué está pasando?!" exclamó Ayano, sus ojos fijos en Kanata, apuntando.

La madre de Konata alzó ligeramente una mano, su voz débil pero firme. "No se preocupen. No tengo intención de atacarlos. Esa no es mi misión."

A pesar de sus palabras, el ambiente seguía cargado. Todos dudaron, pero lentamente comenzaron a bajar sus armas, aunque permanecían alerta.

Kanata miró directamente a Kagami, sus ojos agotados pero intensos. "Tú... eres Kagami, ¿verdad?"

Kagami tragó saliva, aún sintiendo la presión. "Sí... soy yo."

Kanata asintió con lentitud, como si confirmara algo en su mente. "Kagami, tú eres nuestra única salvación. Eres la clave para todo esto."

Kagami dio un paso atrás, completamente desconcertada. "¿Salvación? ¿Clave? ¡¿De qué estás hablando?!"

Kanata esbozó una leve sonrisa y, con un esfuerzo visible, extendió su mano hacia Kagami. "Quiero pedirte que pelees conmigo... Que con mi ayuda detendrás lo que está por venir."

El rostro de Kagami se contrajo en confusión total, mientras levantaba ambas manos al aire. "¿Ehhhhhhhhhhhhhhhhh?"

Capítulo 36: Kagami vs kanata.

En este capítulo será pura pelea extensa, hasta que lo termine por que ya estamos cerca de acabar esta historia.

Nota: Nueva actualización de los nuevos fics que vendrán próximamente.

El de sakurako se actualizará dentro de poco (seguirá actualizándose) ósea la descripción ya que eh estado pensando bastante en la historia y noté que lo que escribí anteriormente no esta tan bueno, pero lo que estoy pensando ya es mucho mejor que el anterior, lo diré en unos capítulos adelante, porque aún lo sigo pensando.

El nuevo fic: lucky star de Kagami y el titulo será "Kagami ¡elige!"

Un día, después de recibir un balonazo en la cabeza durante una actividad escolar, Kagami Hiiragi quedó inconsciente. Aunque despertó aparentemente normal, al día siguiente su vida cambió drásticamente. Mientras realizaba tareas cotidianas, apareció frente a ella un extraño tablero flotante que le presentaba preguntas con opciones para elegir. Kagami descubrió que tenía solo 30 segundos para responder, y si no lo hacía, un dolor insoportable en el corazón comenzara a manifestarse, para cuando el contador llegue a cero hay una alta probabilidad de que muera.

Este tablero, que aparece en cualquier momento y lugar, comienza a interferir en su vida diaria, planteándole decisiones desde lo más trivial, como qué desayunar, hasta lo más crítico, como elegir entre las personas que más le importan. Kagami deberá enfrentarse a dilemas inesperados, encuentros y malentendidos con sus amigos e intentar comprender el origen de este fenómeno y luchar por mantener su vida bajo control mientras busca desesperadamente una forma de liberarse de esta macabra condición.

Géneros: yuri, misterio, psicológico y suspenso.