Capitulo 24: El Despertar y un nuevo poder.
En el campo de batalla, el sonido del hierro resonaba en el aire mientras las espadas y lanzas chocaban violentamente. En medio de este caos, Kotaro, gravemente herido, luchaba por mantenerse en pie. De repente, un golpe certero lo lanzó hacia atrás, haciéndolo caer pesadamente al suelo.
"¿No dijiste que me ibas a vencer?" rugió el hombre de la lanza, su voz cargada de burla y desprecio.
Kotaro, tumbado en el suelo, respiraba con dificultad. A pesar del dolor que recorría su cuerpo, una leve sonrisa se dibujó en su rostro. "Si me acerco... podría morir," pensó, consciente de su condición crítica pero también de la trampa que aún podría tender.
La sangre de Kotaro manchaba el suelo mientras él, con una fuerza de voluntad inquebrantable, trataba de incorporarse. Sus ojos, aunque debilitados, aún mostraban una chispa de determinación.
A pesar de todo, Kosuke se levantó, con la katana en mano. Haciendo girar la hoja con destreza, dijo con voz firme: "Poco a poco me estoy adaptando a ti."
El hombre de la lanza soltó una carcajada. "Eso lo veremos" respondió antes de lanzarse de nuevo al ataque.
En medio del intercambio furioso, Kosuke, con una agilidad impresionante, logró encontrar una apertura. Con un movimiento rápido y preciso, su katana cortó ligeramente al hombre.
El hombre de la lanza se detuvo, sorprendido. "¿Qué?" exclamó, mirando la pequeña herida que ahora adornaba su cuerpo.
Kotaro, viendo la oportunidad, se incorporó con gran esfuerzo y dijo: "Empecemos... la verdadera pelea comienza aquí."
Kosuke y el hombre de la lanza se lanzaron de nuevo el uno hacia el otro. Kosuke, ahora más adaptado al ritmo del combate, esquivaba los ataques con mayor precisión, cortando al hombre poco a poco. Cada corte, aunque pequeño, empezaba a sumar.
El hombre, furioso, abalanzó su lanza hacia abajo con una fuerza brutal. Kosuke lo recibió de lleno, sintiendo el peso abrumador del arma. "Esto pesa demasiado," murmuró entre dientes, mientras sus músculos se esforzaban al máximo.
Con un grito de esfuerzo, Kosuke logró cortar la lanza en dos. Sin perder el impulso, fue hacia el hombre, pero éste lo detuvo con el resto de su lanza, utilizando la punta rota como un arma improvisada.
"Aún no has visto nada" dijo el hombre con una sonrisa sádica. "Aún no he mostrado mi verdadero poder." Pateando a kosuke haciéndolo retroceder.
Kosuke retrocedió, una sonrisa temblorosa en sus labios. "El tallo volvió a crecer" dijo, su voz cargada de desafío. "Pienso tumbar ese gran árbol que se interpone en mi camino."
El hombre de la lanza soltó una carcajada y se lanzaron de nuevo el uno contra el otro. Kosuke notó que la lanza se movía más rápido que antes, un borrón que era casi imposible de bloquear completamente. Cada intento de encontrar una abertura se veía frustrado por la velocidad y precisión del hombre.
De repente, el hombre se agachó y con la lanza rota golpeó las costillas de Kosuke con fuerza, mandándolo contra la pared con un crujido doloroso. "¿Piensas seguir?" se burló el hombre.
Kosuke, jadeando por el dolor, respondió con determinación. "No... porque no puedo ser el hombre más fuerte… si no estoy dispuesto a morir."
El hombre de la lanza esbozó una sonrisa respetuosa. "Por ser un contrincante fuerte, y porque gracias a ti he podido darme cuenta de mi verdadero potencial, te acabaré en un segundo."
Kosuke apretó los dientes, sus ojos ardían con una mezcla de furia y resolución. "Eso lo veremos," dijo, su voz firme.
Los dos se prepararon para el enfrentamiento final, con la tensión en el aire intensificándose con cada segundo que pasaba.
De regreso a la cabaña:
Tsukasa se encontraba absorta en la tranquila luz plateada de la luna que bañaba su habitación. Sus pensamientos se dirigían a su hermana, preocupada por su bienestar en medio de los acontecimientos turbulentos que se desarrollaban fuera. "Me pregunto si estará bien".
De regreso en el campo de batalla, Konata, atónita, murmuró entre dudas y emociones encontradas: "¿Mamá?" Observaba con incredulidad cómo Kanata les apuntaba con su katana, una figura que parecía surgir del pasado.
Misao, confundida por la situación, no pudo evitar preguntar con voz temblorosa: "¿Esa es tu mamá? ¿Por qué está ayudando al enemigo?"
Miyuki, con una expresión de preocupación, recordó en voz alta: "¿No había muerto hace un tiempo ya?"
El corazón de Konata latía con fuerza, incapaz de articular una respuesta inmediata. Lentamente, descendió del lobo que la transportaba y se acercó a Kanata, su madre, con lágrimas en los ojos y la voz quebrada por la emoción: "Soy yo, soy tu hija..."
Las palabras apenas salían de sus labios, cargadas de una mezcla abrumadora de alegría y tristeza acumuladas durante años de ausencia. "Tengo tanto que contarte..."
Antes de que pudiera avanzar más, el lobo reaccionó bruscamente, apartándola de Kanata. "¡Bájame!" exigió Konata, su tono mezclando la molestia por la interrupción y la urgencia de su necesidad de respuestas.
En ese instante, sintió un leve ardor en su mejilla izquierda. Llevó instintivamente la mano hacia la zona afectada, descubriendo una pequeña herida superficial con una ligera mancha de sangre. "¿Eh?" exclamó sorprendida viendo a Kanata que ya se encontraba en el extremo opuesto de donde estaba antes. Patricia, desconcertada, exclamó: "¿En qué momento se movió? ¡No la vi para nada!"
En otro lugar del distrito:
Genzo y Koji, en el centro del campo de batalla, se enfrentaban a un hombre de 1,75 metros que utilizaba una fuerza bruta y velocidad casi superior a los graduados. Cada movimiento del enemigo era mas rápido y contundente, dejando poco margen de error.
Genzo lanzó un corte horizontal con su espada, apuntando al torso del enemigo. Esta vez, sin embargo, el 1,75 logró seguirle el ritmo. El oponente saltó hacia atrás, esquivando la hoja afilada, pero Genzo ya estaba preparado para el siguiente movimiento.
"¡Es más rápido de lo que pensaba!" exclamó Genzo, sus ojos llenos de determinación.
Koji se abalanzó con un puñetazo, pero el enemigo lo esquivó con un giro rápido. "Tenemos que encontrar una manera de ralentizarlo, sus golpes son demasiado potentes" dijo Koji, lanzando otro golpe que fue bloqueado por la pura fuerza del enemigo.
El enemigo sonrió con arrogancia, sus movimientos eran fluidos y precisos. "¿Es esto todo lo que tienen?" se burló, esquivando otro ataque de Genzo y lanzando una patada que casi derriba a Koji.
"No me subestimes" respondió Genzo, bloqueando un golpe con su espada y contrarrestando con un corte rápido. Esta vez, logró cortar ligeramente al enemigo.
Koji, viendo una oportunidad, gritó: "¡Genzo, por la derecha!" y atacó desde el flanco derecho. El enemigo retrocedió unos pasos, obligado a replegarse por la fuerza combinada de sus atacantes.
"¡Lo tenemos!" exclamó Koji, lanzando una serie de golpes rápidos.
El enemigo, sin embargo, no estaba acorralado. Giró sobre sus talones y contraatacó con una ráfaga de golpes que obligaron a Genzo a retroceder. "No se crean demasiado" dijo con una voz llena de determinación. "Esta pelea recién comienza."
Genzo y Koji intercambiaron una mirada, ambos sabían que esta batalla iba a requerir todo su esfuerzo y más. Ajustaron sus posturas, listos para la próxima ronda de ataques.
"Vamos a darle nuestro mejor esfuerzo," dijo Genzo, levantando su espada.
Koji asintió, sus puños listos para el combate. "¡A por él!"
El combate continuó con una ferocidad renovada. Genzo lanzó un golpe descendente, que el enemigo desvió con su brazo, mientras Koji aprovechaba para intentar un gancho de izquierda. El enemigo giró, esquivando el puñetazo y contraatacando con una patada giratoria que Genzo apenas logró bloquear con su espada.
"¡Es como pelear contra el muro!" exclamó Koji, lanzando un nuevo ataque.
"¡Tenemos que persistir!" respondió Genzo, parando un golpe y contraatacando rápidamente. Su espada logró rasgar la camisa del enemigo, dejando una ligera herida.
El enemigo miró la herida con sorpresa. "Vaya" murmuró, sin poder creer que había siga siendo cortado.
"¡Sí! ¡sigamos así!" gritó Koji con entusiasmo.
Genzo, viendo una nueva oportunidad, atacó con una serie de cortes rápidos. "¡La verdadera pelea comienza ahora!" declaró, su determinación brillando en sus ojos.
El enemigo se agachó, esquivando un corte, y con un golpe brutal envió a Genzo a estrellarse contra una pared cercana. "¡¿Piensas seguir?!" gritó el enemigo, avanzando con una mirada feroz.
Genzo, a pesar del dolor, se levantó lentamente. "No, porque tengo un asunto pendiente con mi mujer" dijo con una voz firme.
El enemigo sonrió, preparando su siguiente ataque. "Te acabaré en un instante" declaró.
"¡Eso lo veremos!" exclamó Genzo, su espada lista para el siguiente asalto.
Después de un largo intercambio de nuevos ataques, tanto Genzo como Koji salieron disparados hacia atrás. Koji, tosiendo por el polvo, preguntó: "¿Estás bien?"
Genzo, recuperando el aliento, respondió: "A pesar de igualar su velocidad, aún me supera. Pero no sé cuánto más podrá aguantar."
Koji, con una expresión de disculpa, dijo: "Lo siento... no puedo hacer mucho."
Genzo negó con la cabeza. "Eso no importa ahora. Gracias a ti, esa chica se fue con las demás para estar a salvo."
Koji sonrió débilmente. "Gracias, supongo."
El hombre de 1,75 metros, viéndolos desde una distancia, se burló: "¿Ya terminaron de despedirse?"
Genzo, con una sonrisa determinada, respondió: "Esto es solo el comienzo."
Koji, juntando sus fuerzas, añadió: "Lo acabaremos, cueste lo que cueste."
El hombre de 1,75 metros sonrió desafiante. "Vamos."
Genzo flexionó las piernas y, con su espada ancha, lanzó un corte vertical que esta vez logró hacer más daño. Koji aprovechó la distracción y atacó por la espalda. Entre ambos, comenzaron a realizar un contraataque rápido, acorralando al enemigo. Justo cuando Genzo iba a dar un corte desde arriba, para el ataque final, el hombre de 1,75 metros, molesto, tomó una gran cantidad de aire y gritó: "¡Ataque de vacío!"
La explosión de energía de ambos puños envió tanto a Genzo como a Koji volar varios metros. El ataque del vacío golpeó a ambos con tal fuerza que salieron disparados. Koji quedó gravemente herido, y Genzo, aunque había intentado bloquear el ataque, también recibió el impacto, rompiendo su espada.
"Este ataque es nuevo…" dijo Genzo, luchando por mantenerse de pie. Al intentar levantarse, cayó al suelo. "maldición…"
Koji también intentó levantarse, pero cayó nuevamente, quedando fuera de combate junto a Genzo.
El hombre de 1,75 metros, observándolos con arrogancia, dijo: "No puedo creer que me hayan obligado a usar mi técnica secreta, los mataría ahora, pero tengo asuntos importantes que hacer." dijo antes de desaparecer lentamente entre los escombros.
Mientras tanto, en la cabaña, ya las 2:30 de la mañana, Yutaka salió porque quería ir al baño. Al regresar, notó una silueta entre los árboles y, curiosa, se acercó para investigar. Sin embargo, cuando llegó a los árboles, no vio nada. "Vaya, no hay nadie," murmuró. De repente, sintió una mano en su hombro y gritó de terror.
Al oír su grito, las luces de la otra cabaña se encendieron. La ventana se rompió y alguien aterrizó frente a Yutaka. Era Tadao, quien se puso en pose de batalla. "¡Identifícate!" exigió.
La silueta salió a la luz y Tadao, al reconocerla, se relajó. "¿Señor Sojiro? ¿Eras tú?"
Sojiro asintió. "Sí, lamento haberlos despertado."
"No hay problema," respondió Tadao. "¿Qué estaba haciendo a estas horas?"
"Solo estaba paseando," dijo Sojiro. "¿Qué pasó con la chica que gritó?"
Tadao recordó y miró a Yutaka, que estaba en el suelo. "Se desmayó," informó.
Sojiro se acercó rápidamente, preocupado. "Yutaka, quédate conmigo. Yutaka, no dejes a tu tío solo," decía desesperadamente.
De repente, Minami apareció, empujando a Sojiro. "¡Aléjate de ella, loco!" exclamó mientras golpeaba ligeramente a Yutaka para despertarla.
Yutaka abrió los ojos lentamente. "¿Qué pasó?" preguntó, desorientada.
"Lamento haberte asustado así," dijo Sojiro, aliviado.
Yutaka, reconociendo a su tío, suspiró. "Con que eras tú."
Sojiro asintió. "Sí, lo siento."
"No nos asustes así," respondió Yutaka, aliviada.
Minami suspiró y se acercó a Yutaka. "¿Puedes levantarte?"
Yutaka tomó la mano de Minami y se puso de pie. "Sí, vamos," dijo con una leve sonrisa.
Antes de irse, Yutaka miró a Sojiro. "Buenas noches."
"Buenas noches," respondió Sojiro.
Tadao observó la ventana rota y suspiró. "Miki me va a matar... Espero que si lo explico me entienda."
Sojiro le ofreció su ayuda. "Si quieres, te acompaño."
Tadao negó con la cabeza. "No te preocupes, yo me encargo," dijo antes de marcharse.
Sojiro lo observó alejarse y murmuró para sí mismo. "Parece que funciona. Aunque no vea nada, puedo escuchar. Tengo que dominar esto rápido." Con esas palabras, se adentró de nuevo en el profundo bosque.
De regreso con el hombre de la lanza y Kosuke, el ambiente estaba cargado de tensión. Entre los cortes que recibía, el hombre murmuraba, "Quema... quema... Debo subir la potencia más rápido, pero ese chico se está volviendo más rápido también."
Kosuke, con una sonrisa desafiante, respondió: "¿Qué pasa? Parece que estás en las últimas."
El hombre de la lanza, con un destello en sus ojos, respondió: "Por tu increíble manejo de la espada, te diré mi nombre. Soy Kaizen."
Kosuke asintió. "Un honor, Kaizen. Pero gracias a ti, me he vuelto más fuerte que antes."
Kaizen, manteniendo su postura, replicó: "Yo diría lo mismo." Ambos se lanzaron de nuevo a la batalla, sus ataques rápidos y precisos, las estocadas y espadazos chocaban con fuerza.
Kosuke notó un cambio. "Ese hombre también se ha vuelto más rápido, que es dificil esquivar y bloquear todo" pensó.
Ambos combatientes ejecutaron un ataque tipo estocada al mismo tiempo, lo que provocó que retrocedieran y chocaran contra las paredes opuestas. Kaizen, con una sonrisa sombría, declaró: "Tanto tú como yo sabemos que el fin de este combate está cerca. Por eso que te voy a enterrar bajo tierra."
Adoptaron nuevas posturas. Kosuke se agachó con la espada en alto y comenzó a correr hacia Kaizen. Kaizen, por su parte, adoptó una postura más firme y poderosa que las anteriores. Cuando Kaizen lanzó su lanza con toda su fuerza, Kosuke saltó en el último momento.
"Era una finta," exclamó Kosuke. "Puedes quedarte con mi carne, porque este será mi último ataque."
Kaizen y kosuke se preparaban para su ataque final, pero el hombre kaisen no pensaba igual en ese momento y murmuró para sí mismo: "Si sacrifico mi brazo, puedo ganar... pero para mi meta, eso no será suficiente…" En ese instante, el instinto de Kosuke previó el movimiento de Kaizen. Kosuke se movió con precisión, esquivando el ataque final de kaisen, permitiendo así cortar el cuerpo de Kaizen.
Kaizen, sorprendido y con una mueca de dolor, cayó al suelo. Kosuke, con la respiración agitada, se mantuvo firme, sabiendo que había dado su último y mejor esfuerzo.
Kaizen, tumbado ya en el suelo y respirando con dificultad, miró a Kosuke con ojos vidriosos. "Fue una gran batalla," dijo con voz débil y entrecortada. "Gracias a ti, puedo descansar en paz. Nunca pensé que encontraría un oponente tan digno."
Kosuke, aún jadeante, se arrodilló junto a Kaizen, notando la gravedad de sus heridas. "Tú no usaste la inyección del diablo" dijo con firmeza. "Lo noté al pelear contigo. No usaste trucos sucios, peleaste con honor y diste todo de ti. Pocos en esta guerra pueden decir lo mismo."
Kaizen, con un esfuerzo visible, giró la cabeza para mirar a Kosuke a los ojos. Una sombra de orgullo cruzó su rostro. Kosuke le devolvió la mirada, sus ojos brillando con sinceridad. "Me siento orgulloso de haber luchado contigo. Eres un verdadero guerrero, Kaizen."
Al escuchar esas palabras, una lágrima rodó lentamente por la mejilla ensangrentada de Kaizen. El charco de sangre a su alrededor se hacía más grande con cada segundo. "Gracias," murmuró Kaizen con su último aliento, una mezcla de gratitud y alivio en su voz, antes de que sus párpados se cerraran lentamente.
Kosuke se quedó allí, observando el rostro de Kaizen mientras la vida se desvanecía de sus ojos. "Descansa en paz, valiente guerrero," susurró Kosuke, conmovido por la valentía y la honorabilidad de su enemigo caído.
Kosuke se puso de pie con dificultad, sintiendo el peso de la batalla en cada músculo. "Ahora tengo que reunirme con los demás," murmuró para sí mismo, decidido a continuar. Sin embargo, dio apenas unos pasos antes de caer al suelo, tosiendo violentamente y dejando caer un charco de sangre.
Miró hacia su costado y notó una herida profunda que no había sentido en el calor de la batalla. "Tuve suerte de salir de ahí con vida," pensó, sintiendo la adrenalina abandonar su cuerpo, dejándolo débil y vulnerable.
Kosuke intentó dar unos pasos más, pero sus piernas cedieron y cayó de rodillas. "Creo que... dormiré un poco," murmuró, con una débil sonrisa en sus labios. Sus párpados se cerraron lentamente y su cuerpo se relajó mientras caía en un profundo sueño, exhausto por la intensa lucha.
De regreso al campo de batalla donde, Konata, Misao, Patricia, Ayano, Miyuki, Yuki, Matsuri, Minoru e Inori avanzaban rápidamente en busca de Ryoko. Al llegar, se encontraron con una escena sorprendente: Ryoko, sudando a chorros y respirando con dificultad, estaba de pie, pisando a uno de los enemigos que yacía derrotado en el suelo.
Todos miraron a su alrededor y vieron una pila de enemigos ya vencidos, esparcidos por el área. La sorpresa se reflejaba en sus rostros mientras intentaban procesar la magnitud de la habilidad de Ryoko.
"Ryoko..." comenzó a decir Misao, con admiración y asombro en su voz.
Ryoko levantó la vista y sonrió levemente, limpiando el sudor de su frente. "Llegaron... justo a tiempo," dijo, su voz entrecortada pero llena de confianza y determinación. "Tenemos que... seguir avanzando. No podemos... permitir que se reagrupen."
Patricia asintió, impresionada. "Increíble, Ryoko. No esperaba menos de ti."
Yuki, aún con la mirada fija en los enemigos caídos, murmuró, "Esto es... increíble."
Matsuri se adelantó, examinando a los enemigos derrotados. "Ryoko, ¿cómo... lograste esto?"
Ryoko soltó una risa suave, aunque aún jadeante. "No me subestimen... Sabía que... no podía fallar."
Minoru, aún sosteniendo su escudo, se acercó a Ryoko. "Eres una fuerza... a tener en cuenta. Pero ahora debemos... seguir adelante. La batalla aún no ha terminado."
Inori miró a Ryoko con admiración y un toque de preocupación. "Ryoko, ¿estás... bien? ¿No estás herida?"
Ryoko negó con la cabeza, aún tratando de recuperar el aliento. "Estoy bien... Un poco cansada, pero... puedo seguir. No se preocupen... por mí."
Konata, aún algo aturdida por la visión de su madre momentos antes, se esforzó por centrarse en el presente. "Ryoko, gracias... por mantener la línea. Ahora, tenemos que... reunirnos con los demás y.… asegurarnos de que todos estén... a salvo."
"Sí," respondió Ryoko, asintiendo con determinación. "Vamos... no podemos perder... más tiempo." De repente, Ryoko esquivó algo muy rápido, pero al hacerlo, cayó al suelo y dijo: "Alguien se acerca." La evidencia fue mas clara cuando los lobos erizaron sus pelos y comenzaron a gruñir.
Inori, con los ojos muy abiertos, murmuró: "No me digas que... ¿ella ya regresó?"
Minoru vio cómo una pequeña chica corría hacia ellos a una velocidad increíble, levantando polvo a su paso. "A pesar de que la lancé lejos...," empezó a decir Minoru, pero Matsuri lo interrumpió, alterada.
"¿Es la mamá de Konata?" exclamó Matsuri, con el corazón acelerado. "¡Todos a sus puestos de batalla!"
Konata se quedó de nuevo congelada, incapaz de procesar lo que estaba ocurriendo. Antes de que Matsuri pudiera dar la orden para que se alejaran, Kanata ya estaba encima de Minoru. Con katana en mano, Kanata atacó hacia abajo. Minoru logró reaccionar a tiempo y bloquear el golpe, pero la fuerza de Kanata fue tal que sus pies se enterraron en el suelo.
Ryoko, viendo la situación, atacó de frente y pateó a Kanata. Sin embargo, justo cuando lo hizo, Kanata contraatacó casi cortándola. Ryoko se sorprendió al sentir el corte en su mejilla, a pesar de haber esquivado la mayor parte del ataque.
"¡Es increíblemente rápida!" exclamó Ryoko, con una mezcla de asombro y temor en su voz.
Kanata simplemente levantó su katana y apuntó hacia ellos con una mirada decidida y fría. Patricia, con un nudo en la garganta, murmuró: "Si ella está aquí, eso significa que Kagami está..."
De repente, una de las radios en el bolsillo de Minoru sonó. Intentó bajar su mano temblorosa y murmuró: "Increíble fuerza." Finalmente, agarró la radio y contestó.
La voz de Miki se escuchó del otro lado. "Me alegra que contestaran, quería informarles algo sobre..."
Ryoko, frustrada interrumpiendo, gritó: "No tenemos tiempo para esto, Miki."
La voz de Miki cambió a la de otra mujer, Yukari. Miyuki, con los ojos muy abiertos, murmuró: "¿Mamá?"
Yukari continuó: "La razón por la que estamos llamando es porque es urgente. En los trajes que llevan podemos monitorizar su ritmo cardíaco. Los de ustedes están en verde, Kosuke está en amarillo, casi al igual que Genzo y Koji, suponemos que están agotados, pero el de Kagami... su ritmo cardíaco estaba en rojo crítico y luego se apagó. Necesitamos que alguien vaya a donde está para ver qué le pasó."
La radio se cortó después de eso, y un escalofrío recorrió a todos, llenando el aire de miedo y tensión.
Ryoko, con los ojos llenos de desesperación, murmuró: "¿Cómo es posible...? Kagami no... Todo es mi culpa... no debí mandarla."
Matsuri, tomando acción, la cacheteó fuertemente y dijo: "¡Tranquilízate! Eso no está confirmado aún, técnicamente ya tenía lagrima en los ojos." Luego, rápidamente recuperándose dio instrucciones a las chicas. "Patricia, Misao, Ayano, Yuki, y Konata, vayan a buscarla. Nosotras nos encargamos aquí."
Las chicas no se movían, todavía en estado de shock por lo de kagami. Matsuri gritó con autoridad: "¡DIJE QUE SE VAYAN!"
Las chicas reaccionaron, subieron a los lobos y se dirigieron rápidamente en busca de donde estaba Kagami, con la esperanza de llegar a tiempo.
Cuando las chicas se alejaron, Matsuri, Inori, Minoru y Ryoko se lanzaron contra Kanata con una determinación inquebrantable. Ryoko, acercándose rápidamente, gritó con furia: "¡No te voy a perdonar si es cierto lo que acabo de escuchar! ¡Te haré pagar por lo que has hecho!" Los cuatro se enfrentaron a Kanata al mismo tiempo, con ataques coordinados y precisos, pero Kanata, con una agilidad casi sobrenatural, se defendía con su katana, esquivando y contraatacando con una destreza letal.
Mientras tanto, las chicas seguían su misión de encontrar a Kagami. El sonido del combate se escuchaba a lo lejos, resonando como un eco de la batalla que quedaba atrás. Yuki hizo que los lobos olfatearan el rastro de Kagami, buscando cualquier pista que pudiera llevarlas a ella. "Vamos, chicos, encuentren a Kagami," murmuró Yuki, su voz temblando de ansiedad.
Konata, montada en uno de los lobos, murmuraba entre lágrimas: "Mamá no sería capaz de..." Misao, a su lado, intentaba consolarla, colocando una mano en su hombro. "Konata, debemos ser fuertes. Encontraremos a Kagami y resolveremos esto."
La única que no mostraba preocupación visible era Patricia, quien estaba al borde de las lágrimas, mirando frenéticamente a su alrededor en busca del cuerpo de Kagami o cualquier señal de ella. "¿Dónde estás...? Por favor, no me dejes," murmuraba desesperadamente. Su desesperación era palpable, su voz apenas audible entre sus sollozos.
El sonido de la katana chocando y los gritos de la batalla continuaban resonando en el aire, recordándoles la urgencia de su misión y la gravedad de la situación. El camino era oscuro y lleno de peligros, pero las chicas avanzaban con una determinación férrea.
Miyuki, observando a sus amigas, se acercó a Konata y le dijo suavemente: "Konata, tenemos que mantener la esperanza. Sabemos que kagami es fuerte. No te rindas." Konata asintió, secándose las lágrimas con el dorso de la mano.
Los lobos seguían avanzando, sus hocicos pegados al suelo, siguiendo el rastro de Kagami con una concentración absoluta. Yuki, montada en el lobo alfa, observaba atentamente el terreno, buscando cualquier señal de peligro. "No podemos perder tiempo. Cada segundo cuenta" pensó para sí misma, apretando los dientes.
De repente, uno de los lobos levantó la cabeza y emitió un aullido. Yuki se inclinó hacia adelante, sus ojos se iluminaron con una chispa de esperanza. "¿¡Lo encontraron!? ¡Vamos, chicas!" gritó, dirigiendo a las demás hacia la dirección indicada por el lobo.
De repente, unos hombres se interpusieron en su camino, bloqueando su avance. Sin vacilar, Patricia sacó una metralleta de su mochila y abrió fuego, derribándolos sin dudar. "¡A un lado!" gritó con determinación.
Las demás chicas, sorprendidas por su reacción, intentaron calmarla. "Patricia, tranquilízate," dijo Misao con preocupación.
"No hay tiempo para eso," respondió Patricia, sus ojos llenos de una feroz determinación. "Kagami nos necesita."
Yuki, observando la situación, asintió en acuerdo. "Tiene razón. No podemos permitirnos ningún retraso. Sigamos adelante."
El grupo avanzó con una renovada urgencia, los lobos continuaban guiándolas a través del terreno peligroso. El ambiente estaba cargado de tensión y la adrenalina corría por sus venas. Patricia mantenía su metralleta lista, sus sentidos alerta a cualquier otro obstáculo que pudiera aparecer.
Konata, montada en su lobo, miraba a Patricia con una mezcla de admiración y preocupación. "Espero que encontremos a Kagami pronto," murmuró, más para sí misma que para los demás.
"Lo haremos," aseguró Yuki, su voz firme. "No vamos a rendirnos."
Las chicas se adentraron más en el campo, donde se apreciaba varias peleas de los reclutas de koji y ellas pasaban por su costado.
De regreso a donde estaban Koji y Genzo, el impacto resonó por toda la tierra, sacudiendo el suelo. Genzo salió tosiendo sangre, visiblemente agotado. El adversario de 1,75 metros apareció, agarrando la cabeza de Koji mientras avanzaba lentamente hacia Genzo.
"¿Eso es todo?" suspiró el 1,75. "A pesar de que me hicieron regresar, terminaron igual o incluso peor desde que me fui. Ustedes dos ya me están haciendo enojar." Con un gesto de desprecio, lanzó a Koji hacia Genzo, quien apenas tuvo tiempo de levantarse. Genzo atrapó a Koji en el aire, pero la fuerza del impacto lo hizo retroceder varios metros.
El 1,75 se acercó a ellos con una mirada de desprecio. "Esta vez acabaré con todo esto," declaró, su voz llena de determinación.
Genzo, jadeando y con la respiración entrecortada, apenas pudo responder. "No lo permitiré," dijo, tosiendo sangre de nuevo, su voz apenas audible.
El 1,75 movió su cuerpo hacia un costado y su brazo comenzó a agrandarse. "Nadie ha sido capaz de soportar este golpe, todos los que lo revieron no vivieron para contarlo" dijo con una sonrisa cruel. Justo cuando iba a lanzar el golpe con todas sus fuerzas, algo aterrizó entre ellos con una fuerza tan descomunal que el suelo se agrietó y se hundió por el impacto. El temblor hizo que tanto Koji como Genzo salieran disparados hacia los lados. El impacto hizo retroceder incluso al 1,75, cuyo brazo regresó a la normalidad.
"¿Quién es?" preguntó el 1,75, mirando fijamente hacia el polvo levantado por el aterrizaje. Entre el polvo, se podía ver una sombra de una persona que posaba en cuatro patas, y lo único visible eran dos ojos rojos que brillaban intensamente, entre el polvo. Gruñidos bajos, casi bestiales, resonaban en el aire.
El 1,75 observó la figura, su curiosidad y frustración mezclándose en su rostro. "Parece que voy a tener que jugar contigo," dijo, preparándose para el nuevo enfrentamiento. La figura en las sombras no se movió de inmediato, pero sus ojos rojos parecían perforar la oscuridad con una intensidad feroz.
De regreso a donde estaban Patricia y las demás chicas buscando a Kagami, vieron a lo lejos un campo desolado. Solo había varias rocas grandes y baches anchos y hondos. Justo cuando pensaban en irse, el lobo alfa aulló, sus pelos erizados.
"¿Está ahí?" preguntó Yuki, sus ojos llenos de esperanza y preocupación.
"¡Andando!" ordenó Patricia con urgencia, y el lobo le hizo caso, avanzando rápidamente hacia el campo desolado.
"Por favor, no te precipites," advirtió Miyuki, su voz temblando con preocupación. "No sabemos qué puede haber ahí."
Konata y Misao estaban ansiosas y preocupadas por Kagami. Sus corazones latían con fuerza mientras se acercaban al campo desolado. Yuki miró a su alrededor, buscando señales de su querida madre. El lobo alfa olió el suelo, caminando lentamente, seguido por los demás lobos. De repente, los lobos se detuvieron, alertas, con sus orejas levantadas y sus narices husmeando en el aire.
"Bájense," dijo Yuki con seriedad, y Ayano ayudó a Misao a descender. Comenzaron a caminar junto a los lobos, avanzando lentamente, cada paso aumentando la tensión.
Notaron un pequeño charco de sangre en el suelo, mezclado con el polvo y la tierra. Las chicas se asustaron y miraron al frente, donde vieron algo casi descomunal: un tremendo hueco en el centro del campo, rodeado de charcos de sangre esparcidos por toda la zona. Las paredes del cráter estaban llenas de grietas, como si alguien o un enorme impacto hubiera sacudido la tierra.
Patricia bajó la mirada y vio ropa desgarrada cubierta de sangre. "¿Qué monstruo pudo haber hecho esto?" murmuró Konata, su voz temblando de incredulidad y miedo.
Misao, con el mismo miedo en su voz, añadió: "Esto no puede ser real..."
Patricia cayó de rodillas y derramó unas lágrimas, mientras Miyuki intentaba consolarla, sus manos temblorosas en el hombro de Patricia. El lobo alfa olió la pequeña ropa que estaba allí y luego hizo un sonido gutural. "Es de Kagami," confirmó Yuki, su voz apenas un susurro.
Ayano, desesperada, preguntó: "Si esto es de Kagami, ¿dónde está ella?"
Las chicas miraron desesperadamente a su alrededor en busca de Kagami, pero no encontraron nada. La sensación de vacío y desolación se apoderó de ellas mientras la desesperación se apoderaba de sus corazones. La luna brillaba débilmente sobre el campo desolado, y el viento susurraba entre las rocas y los baches, como si compartiera su tristeza.
Narrador:
"¡La búsqueda de Kagami ha llevado a nuestras heroínas a un paisaje desolado, lleno de misterios y peligros! Mientras tanto, en otro frente, la figura misteriosa que aterrizó con una fuerza que hizo temblar la tierra se enfrenta al formidable 1,75, cuya fuerza bruta y velocidad han dejado a Genzo y Koji al borde de la muerte y derrota. ¿Quién es este nuevo guerrero que ha aparecido en su ayuda?
En otro lugar, Kosuke, exhausto y gravemente herido, se encuentra al borde de la inconsciencia después de su feroz batalla con Kaisen. ¿Podrá recuperarse a tiempo para reunirse con sus compañeros?
Y no olvidemos la intensa batalla de Kanata contra Inori, Matsuri, Minoru, y Ryoko. Las espadas y katanas chocan mientras el destino de todos pende de un hilo.
¿Podrán nuestras heroínas encontrar a Kagami a tiempo? ¿Quién es la misteriosa figura que ha aparecido para ayudar a Genzo y Koji? ¿Logrará Kosuke recuperarse de sus heridas? ¿Qué desenlace tendrá la batalla contra Kanata? ¡No se pierdan el próximo emocionante capítulo de la verdadera identidad de los hiiragi!"
¡no se lo pierdan!
Capítulo 25: ¡Más Allá de los Límites!
