Capítulo 25: ¡Más Allá de los Límites!
En el capitulo anterior, alguien inesperado aterrizo en medio de la pelea de 1,75 con koji y genzo, la figura emanaba un aura aterradora, mientras miraba con ojos brillantes al 1,75. Koji, apenas consciente, miró hacia la figura, tratando de entender lo que estaba viendo. Genzo, esforzándose por levantarse, sintió una mezcla de alivio y preocupación. Sabía que quienquiera que fuera esa figura, debía ser extremadamente poderosa para causar tal destrucción con solo una caída.
El 1,75 avanzó lentamente hacia la figura, su expresión ahora más cautelosa. "No importa quién seas. Nadie me ha vencido antes y tú no serás la excepción," dijo, su voz llena de determinación. Los gruñidos de la figura aumentaron en intensidad, y por un momento, el aire pareció vibrar con una tensión palpable.
El 1,75 sonrió, listo para enfrentar lo que fuera. "Me pregunto si existirá alguien con quien pueda usar todo mi poder," murmuró, chocando ambos puños con un gesto desafiante. La figura en las sombras, ahora claramente visible, mostraba que era Kagami. Había vuelto a la normalidad, pero su forma era muy aterradora, con rasgos que evidenciaban una gran batalla, cubierta de sangre y con los ojos bien rojos, tanto como genzo y koji se sorprendieron al verla. Como una bestia imponente, se lanzó hacia adelante con una velocidad y fuerza increíbles, y la batalla finalmente comenzó.
Gritando, y en un abrir y cerrar de ojos, Kagami se desvaneció y reapareció rápidamente, golpeando al 1,75 con una velocidad extraordinaria. El 1,75 se tensó, recibiendo todos los golpes de lleno. Kagami lo atacaba con una furia y precisión que dejaban claro su determinación.
"¡No te creas la gran cosa!" gritó el 1,75, usando la propia fuerza de Kagami contra ella. La lanzó unos cuantos metros hacia atrás y, sin perder un segundo, embistió contra Kagami con toda su fuerza. El impacto fue tan violento que atravesaron paredes, rompiéndolas en pedazos. El suelo tembló y el aire se llenó de polvo y escombros.
Kagami yacía en el suelo, respirando con dificultad después de la brutal embestida del 1,75. Este, de pie sobre ella, sonreía con una mezcla de arrogancia y satisfacción.
"No importa lo rápido o fuerte que seas," dijo el 1,75, su voz resonando con una fría confianza. "No eres rival para mí."
Kagami no dijo nada. Sus ojos, permanecieron fijos en su oponente. A pesar del dolor y la fatiga, su voluntad no se había quebrantado. Lentamente, comenzó a levantarse, sus movimientos pesados pero decididos.
El 1,75 la observó con una mezcla de curiosidad y desprecio. "¿Todavía puedes levantarte? Impresionante," comentó, flexionando sus músculos en preparación para otro ataque. "Pero te aseguro que esto terminará pronto."
Genzo y Koji, aun recuperándose de sus propias heridas, observaron con asombro y un poco de terror la figura que se enfrentaba al 1,75. Genzo frunció el ceño, tratando de entender lo que veía.
"¿Esa es Kagami?" preguntó Koji, sin poder apartar la mirada. "Siento algo diferente en ella... Además, su forma de pelear es muy tosca."
"Es cierto" respondió Genzo, su voz baja y preocupada. Murmuró para sí mismo, "¿Qué le pasó a Kagami?"
De regreso a la pelea, Kagami, aún en el suelo, se levantó de repente y desapareció. El 1,75 se sorprendió, sus ojos escudriñando el área en busca de su oponente. De repente, un pequeño torbellino se formó a su alrededor, y varias figuras de Kagami emergieron, todas lanzándose con una patada hacia él. La velocidad de Kagami era abismal, creando un espectáculo visual que desconcertaba a su enemigo.
El 1,75 se quedó momentáneamente paralizado por la sorpresa antes de reaccionar. Con un giro rápido, combinando su fuerza y velocidad, golpeó a Kagami, destruyendo las figuras residuales en un solo movimiento. Kagami salió disparada por varios metros hacia arriba, su cuerpo volando como un proyectil.
Kagami, en el aire de repente, parpadeó y sus pupilas se fijaron en el 1,75. "¿Eh?" murmuró, mientras aterrizaba con un impacto que levantaba polvo a su alrededor. El 1,75 la miró, un poco asombrado por el cambio repentino en ella.
Kagami se limpió la quijada, escupiendo sangre. "Tú eras el que me mandó a volar la primera vez que nos vimos, ¿no?" dijo, su voz tranquila pero llena de una intensidad contenida. El 1,75 frunció el ceño, confundido por el cambio repentino en su oponente.
En sus pensamientos, Kagami se preguntaba, "¿Dónde estoy? ¿No estaba peleando con esa chica de la espada hace un momento? ¿Y dónde están los demás?" Una sensación de desconcierto la envolvió mientras trataba de recordar los eventos recientes. Luego de un momento de silencio, murmuró, "¿Me pregunto… si ellas estarán bien...?"
El 1,75 observó a Kagami, ahora más tranquila, y no pudo evitar sentir una punzada de nerviosismo por su cambio de actitud. "¿Qué pasa? ¿Ya te disté cuenta de la diferencia entre nosotros?" preguntó, tratando de mantener la confianza en su voz.
Kagami se tocó la quijada, tronándose el cuello con una mano. Una sonrisa irónica apareció en su rostro mientras decía, "Parece que estaba durmiendo mientras peleaba."
El 1,75 frunció el ceño, perplejo. "¿Mientras dormías?" repitió, antes de reírse con desdén. "¿Sólo estás buscando excusas? ¿Tanto miedo doy?" Caminó lentamente hacia ella, tratando de recuperar su compostura.
El 1,75 avanzaba lentamente hacia Kagami, su mirada fija en ella con determinación. De repente, Kagami puso sus brazos detrás de la espalda y se estiró, como si acabara de despertarse de un sueño profundo.
"Bueno, no es bonito para mí que me vean durmiendo," dijo, sonriendo con una calma desconcertante. "Pero lo siento si en verdad te hice pensar que me ibas a ganar."
El 1,75 frunció el ceño, su confusión evidente. Kagami, con movimientos fluidos y suaves, adoptó una postura diferente a las anteriores. Ya no apretaba los puños al defenderse; en cambio, mantenía las manos abiertas, como si estuviera lista para algo completamente distinto.
"¿De qué pose es esa?" preguntó el 1,75, poniéndose en su propia pose de batalla, preparándose para lo que fuera que Kagami tuviera planeado.
Kagami sonrió, su confianza inquebrantable. "¿Empezamos el segundo round?" dijo, sus ojos brillando con determinación.
De regreso donde las demás:
Las chicas regresaban por donde vinieron, con Patricia visiblemente desanimada y Konata en un estado similar debido a la situación con Kanata. Al pasar, vieron a sus compañeros ayudando a los caídos después de haber ganado la batalla contra los malechores. Uno de los hombres levantó el pulgar, indicando que todo estaba bajo control.
El campo de batalla estaba lleno de escombros, con cuerpos de enemigos caídos esparcidos por todas partes. Los árboles estaban derribados y el suelo estaba lleno de marcas de explosiones y combates intensos. Las chicas esquivaron los restos mientras avanzaban, la tensión palpable en el aire.
De repente, se escuchó un estruendo, seguido rápidamente por otro. Ayano, mirando alrededor con preocupación, dijo: "¿De dónde vino eso?"
Miyuki, señalando en dos direcciones diferentes, respondió: "Fueron dos. Uno vino de donde estábamos antes y el otro de por allá."
Al darse cuenta de la gravedad de la situación y de donde se escuchó la explosión, corrieron junto con los lobos, y Yuki, montada en el lobo alfa, aceleró el paso. El grupo se movía con rapidez y determinación, cada paso resonando con la urgencia de su misión. Al llegar, vieron una escena aterradora.
Ryoko apenas se ponía poner de pie, su cuerpo cubierto de sangre proveniente de múltiples cortes. Sus ojos estaban entrecerrados por el dolor, pero aún llenos de una feroz determinación. A su alrededor, el suelo estaba empapado de sangre, y las marcas de lucha intensa eran evidentes.
Inori y Matsuri yacían en el suelo, claramente fuera de combate, con sus cuerpos cubiertos de heridas. Minoru, con una expresión de agonía, estaba siendo atravesado por el abdomen por la katana de Kanata, quien no mostraba piedad alguna. La sangre goteaba lentamente de la herida, empapando el suelo.
"¡No puede ser!" exclamó Konata, su voz llena de horror y desesperación.
Patricia, al borde de las lágrimas, corrió hacia Ryoko, tratando de evaluar su condición. "¡Ryoko! ¡Aguanta!" gritó, desesperada, sus manos temblando mientras trataba de detener el sangrado de su amiga.
Kanata, con una mirada fría y sin emociones, sacó su katana del cuerpo de Minoru, dejándolo caer al suelo con un sonido sordo. El aire estaba cargado de tensión, y las chicas sabían que enfrentaban a un enemigo implacable. La expresión de Kanata era inescrutable, como si la humanidad hubiera sido arrancada de su alma.
"¿Mamá...? ¿Qué te ha pasado?" murmuró Konata, su voz temblando. Sus ojos estaban llenos de lágrimas, incapaz de comprender la transformación de su madre.
Konata, al ver lo que había hecho su madre, sintió una oleada de terror y desesperación. Kanata de repente al verlas desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejando a las chicas asustadas y alertas, mirando a su alrededor con el corazón acelerado. Konata, que estaba más al frente que las demás, escuchó a Matsuri gritar entrecortadamente: "¡LES DIJE QUE SE LARGARAN!"
De repente, Kanata apareció a su lado. Las chicas gritaron el nombre de Konata, instándola a moverse. Konata sin poder moverse solo cerró los ojos, esperando lo peor, con lágrimas corriendo por su rostro. Sin embargo, al pasar los segundos, no ocurrió nada. Abrió los ojos lentamente y vio a Kanata con la katana apuntando a su cuello, pero la espada temblaba, junto con los brazos de Kanata. La mirada de Kanata estaba fija en Konata, pero algo parecía detenerla.
"¿Se detuvo?" murmuró Miyuki, la incredulidad en su voz.
"¿Se está conteniendo porque se dio cuenta de que es su hija?" preguntó Patricia, esperanzada.
"No lo sabemos," respondió Ayano, con la voz llena de incertidumbre.
Entre lágrimas, Konata dijo: "¿Me reconoces, mamá? Soy tu hija, por favor, vuelve... por favor, vuelve..." Las lágrimas caían incontrolablemente mientras Konata trataba de alcanzar a su madre.
Kanata soltó un quejido y apenas pudo articular unas palabras: "Hi...hi...jaa..."
La esperanza brilló en los ojos de Konata. Desde lejos, Matsuri murmuro: "Esto podría ser nuestra oportunidad, si hacemos que recuerde quién es, podremos unirla a nuestras fuerzas."
Pero de repente, una voz gruesa interrumpió sus esperanzas: "No, no les dejaré hacer eso." Un hombre con una túnica negra apareció detrás de Kanata y la agarró del cuello, comenzando a electrocutarla.
"¡Déjala!" gritó Konata entre lágrimas y enojo, corriendo hacia el. El hombre la pateó, pero Konata reaccionó a tiempo, logrando bloquear la patada.
Konata se rió, aunque con esfuerzo y dolor, dijo: "¿Eso es todo lo que tienes?"
El hombre de la capucha respondió con una sonrisa siniestra: "Posiblemente bloqueaste mi patada, pero no solo lancé una, lancé cinco, todas directas a tu rostro." En ese momento, la nariz de Konata comenzó a sangrar y konata tembló y luego cayó al suelo, inconsciente.
El hombre de la capucha agarró a Kanata, que también estaba inconsciente, y en un abrir y cerrar de ojos, ambos desaparecieron.
Las chicas quedaron en shock. El campo de batalla parecía sumergido en un silencio sepulcral tras el estruendo de la desaparición de Kanata y su captor. Patricia, Ayano, Miyuki y las demás se apresuraron a asistir a Konata, que yacía en el suelo.
"¡Konata!" gritó Miyuki, arrodillándose junto a su amiga y tratando de detener la hemorragia de su nariz. "¿Estás bien?"
Patricia se levantó, con los puños apretados y la determinación brillando en sus ojos. "Tenemos que encontrar a Kanata y salvarla. No podemos dejar que ese hombre se salga con la suya."
Ayano asintió, su rostro endurecido por la resolución. "Sí, no dejaremos que esto termine así. Vamos a rescatarla y a traer de vuelta a nuestra amiga."
Las chicas, después de haber logrado detener el sangrado de la nariz de Konata, se dirigieron hacia los demás heridos. Cada una atendía a los caídos con dedicación y cuidado, mientras los lobos formaban un círculo a su alrededor, protegiéndolas y manteniéndose alerta.
"Tontas, ¿por qué volvieron?" preguntó Matsuri, su voz débil pero llena de gratitud.
"Lo sentimos," dijo Miyuki, inclinando la cabeza en señal de disculpa.
"Sí, lo sentimos," agregó Misao.
Matsuri suspiró, pero una sonrisa cansada apareció en su rostro. "Pero ahora que sabemos una forma de derrotar a Kanata y Konata será la clave."
"Es arriesgado," murmuró Inori, la preocupación evidente en su voz.
Konata levantó la cabeza, su rostro lleno de determinación. "No, lo haré. Quiero que mi madre vuelva."
Minoru, sujetándose el costado mientras Yuki vendaba sus heridas, bromeó: "No puedo creer que una niña de 6 años me esté curando."
Las chicas rieron, aliviadas por el momento de ligereza en medio del caos. Ryoko, recuperándose lentamente, preguntó: "¿Encontraron a Kagami?"
Patricia agachó la cabeza, su voz llena de tristeza. "No la encontramos en ningún lado."
Pero Yuki, con una mirada decidida, dijo: "Ella está viva."
Patricia levantó la cabeza, sus ojos llenos de esperanza. "¿Qué te hace creer eso?"
De repente, un tremendo estruendo resonó a varios metros de distancia. Yuki señaló en la dirección del sonido. "Ahí tienes tu respuesta."
"¿Ahí no estaban Koji y Genzo?" preguntó Konata, preocupada.
Inori se rió, aunque con dificultad. "Si es así, entonces posiblemente esté bien."
Ryoko, adolorida, pero sonriendo, añadió: "Como se esperaba de mi senpai..." y se quedó dormida de repente, agotada por la batalla.
"Está agotada," dijo Minoru, mirando a las demás. "Necesitamos su ayuda ahora para que nos lleven hacia allá."
Yuki miró al lobo alfa, que asintió con una mirada firme. Luego, el lobo alfa aulló, y los otros lobos se acercaron, echándose en el suelo, listos para cargar a los heridos.
"No hay tiempo que perder," dijo Yuki, su voz llena de urgencia. "¡Suban!"
Las chicas se apresuraron a subir a los lobos, asegurándose de que todos los heridos estuvieran bien sujetos. Con el viento soplando a su alrededor y la determinación ardiendo en sus corazones, se dirigieron hacia el lugar del estruendo, sabiendo que cada segundo contaba.
De regreso a la batalla entre Kagami y el 1,75, el combate continuaba con una intensidad abrumadora. Ambos oponentes intercambiaban golpes rápidos y precisos, moviéndose con una velocidad y fuerza que desafiaban la comprensión. La cara de Kagami, aunque sonriente, mostraba claros signos de cansancio. Su rostro estaba pálido debido a la pérdida de sangre, y el agotamiento de la batalla anterior con Kanata se hacía evidente. A pesar de todo, Kagami se mantenía firme, su determinación inquebrantable.
Con una sonrisa desafiante, Kagami dijo: "Aquí y ahora, ustedes caerán. No importa cuánto me tome, encontraré incluso a su jefe. Todos serán aniquilados esta noche."
El 1,75, con una mirada fría y calculadora, respondió: "Entonces permíteme acabar con esto de una vez." Tomando un fuerte suspiro, hizo un esfuerzo y de repente, todos sus músculos crecieron desmesuradamente, volviéndose gigantesco. Su forma imponente proyectaba una sombra enorme en el campo de batalla mientras se abalanzaba contra Kagami.
En ese instante al ver al 1,75 acercarse, Kagami sintió un escalofrío recorrer su espalda y pensó: Si esto conecta, será una muerte instantánea. Desesperada, intentó pensar en alguna manera de evadir la tacleada del 1,75, pero se dio cuenta de que era imposible. La cantidad de poder concentrada en su ataque era abrumadora, y ni siquiera su nueva técnica podía ayudarla a esquivarlo.
El impacto fue devastador. Un tremendo crujido resonó en el pecho de Kagami mientras todas sus costillas y otros huesos se quebraban. El 1,75 la embistió con una fuerza imparable, atravesando casas, rocas grandes y cualquier otra cosa en su camino. La escena era caótica, con escombros volando por todas partes y el sonido de destrucción llenando el aire.
Después del impacto, el 1,75 se levantó imponente entre los escombros y el polvo. Observó con satisfacción cómo un brazo sobresalía entre los restos. Sus ojos brillaban con una mezcla de victoria y desprecio. El 1,75 miraba alrededor entre los escombros, observando con decepción la devastación que había causado. "Antes de empezar todo esto, he estado entrenando con el jefe y entre mis compañeros. Mi cuerpo sufrió daños irreparables, pero ahora tanto mis músculos como mi carne son más duros que el acero. Lo puedo decir porque lo he experimentado en carne propia, lo que es la desesperación. Ahora, si el jefe se entera de mi victoria al derrotarte y matarte, por fin podrá hacer su jugada," dijo, su voz llena de amargura y resolución. "Incluso mencionó que iba a apare..."
De repente, se calló al escuchar la voz de Kagami entre los escombros. "Aún estás muy lejos de poder alcanzarme," dijo Kagami, su voz débil pero desafiante. "Hasta ahora solo me estás ganando por suerte ya que estoy debilitada. Pero si hubiera estado en forma al enfrentarte, lo más probable es que hubieras muerto. No sé por qué haces esto, pero deberías conocer tu lugar."
Kagami se arrastraba lentamente, saliendo poco a poco de los escombros. De repente, saltó, haciendo que los escombros volaran, impactando con el 1,75 que quedó asombrado y en shock.
Caminando lentamente, Kagami continuó: "Es cierto que son fuertes, pero no siempre lo serán. Siempre habrá alguien que los pueda superar, y eso es algo inevitable." Una sonrisa se dibujó en su rostro. "Al verlos usar drogas y trampas en sus peleas, todo eso apesta. Ese olor a hipocresía que tienen me hace querer vomitar. Todos ustedes son débiles, pero ese disfraz que llaman fortaleza lo pienso destruir ahora."
Kagami adoptó una postura de batalla, mientras el 1,75, inconscientemente, alzaba sus defensas, pensando: ¿Aún se puede mover, a pesar de recibir esa herida fatal?
Kagami, acercándose más, dijo: "Yo peleo por las cosas que quiero y pondré mi vida en riesgo para terminar con su estúpido juego de villanos." Se abalanzó contra el 1,75, lanzando una serie de ataques rápidos y poderosos.
En medio de los golpes, Kagami gritó: "Te llamaré 'Tank Monster'."
El 1,75, molesto, respondió entre golpes: "¿Quién es ese? ¡No me llames así!" Sus palabras estaban llenas de rabia y frustración.
De regreso con Konata y las demás
Las chicas se acercaban más al lugar del estruendo y al acercarse notaron dos siluetas a lo lejos y se dieron cuenta de que eran Genzo y Koji. Genzo cargaba a Koji en su hombro, ambos claramente exhaustos y heridos. Koji, al verlas, levantó la mano en un gesto de advertencia.
"Es mejor retirarse," dijo Koji con preocupación en su voz.
"¿Y Kagami?" preguntaron Miyuki y Patricia casi al unísono, con la angustia reflejada en sus rostros.
Genzo señaló hacia adelante, donde se veían dos siluetas apenas visibles debido a la distancia. Al acercarse más, Ayano notó el tremendo agujero y la destrucción en el suelo, bordeado de rocas y otros objetos partidos por la mitad.
Misao, asombrada, murmuró: "¿Qué es esto?"
Genzo, con una expresión seria y resignada, respondió: "El 1,75 lo hizo con una sola tacleada. Kagami lo recibió de lleno. Me molesta admitirlo, pero ni siquiera yo puedo ayudarla."
Desde el lomo del lobo alfa, Yuki trató de mantener la calma: "Está bien, es inevitable, más con tu estado."
Koji miró hacia atrás, donde los lobos cargaban a Matsuri, Inori y Minoru. Minoru, alzando su cabeza con esfuerzo, dijo con molestia y dolor: "¿Aún sigue la batalla...? quiero irme a casa."
Matsuri, exasperada, respondió: "No seas tonto."
De repente, una gran roca voló hacia el grupo. Los lobos se apartaron rápidamente para evitar el impacto, y la roca se estrelló contra el suelo, levantando una nube de polvo.
"¿Qué fue eso?" exclamó Miyuki.
Koji levantó la vista y señaló hacia el origen del ataque: "Es cosa de ese hombre, no puedo creer que nos ataque a pesar de estar tan lejos."
Matsuri, con dificultad, se sentó en el lomo del lobo y vio al 1,75 golpeando con una fuerza y velocidad increíbles. Cada golpe agrietaba la tierra, dejando agujeros mas grandes que el tamaño de sus puños marcados en el suelo. Las chicas y el resto del grupo no podían dejar de estar atónitos al ver la intensidad de la batalla. A pesar de la distancia, la magnitud de la lucha era evidente.
Estaban asombrados no solo por la fuerza del 1,75, sino también por cómo Kagami esquivaba y evadía todos sus ataques con una agilidad impresionante. Yuki, preocupada, miró hacia atrás a Ryoko, que estaba vendada de pies a cabeza, con la sangre comenzando a traspasar las vendas. A pesar de su estado, Yuki estaba segura de una cosa: Kagami no se rendiría.
De regreso a la cabaña
Adentrándonos en un cuarto tranquilo y en penumbra, Minami se encontraba echada en la cama. Miraba el techo con los dedos entrelazados sobre su estómago, su respiración era lenta y profunda. La habitación estaba en silencio, interrumpido solo por el suave suspiro que Minami dejó escapar. Murmuró para sí misma, su voz apenas audible:
"¿Por qué me siento tan intranquila? ¿Y por qué... me preocupa tanto?"
Con un movimiento lento, Minami se giró hacia su costado, acomodando la almohada bajo su cabeza. Cerró los ojos, intentando encontrar paz en el sueño. Sin embargo, en la quietud de la habitación, un recuerdo emergió en su mente, nítido y vívido.
Recuerdo de Minami
En su memoria, una voz alegre y familiar resonó:
"¡Vamos, Minami-chan, que los parfaits se agotan!"
Minami recordó cómo esa persona había tomado su mano, tirando de ella mientras corrían hacia el puesto de parfaits. La escena estaba llena de risas y la calidez del sol. Sentía la emoción y la alegría del momento como si fuera ayer.
"¡Mira, Minami! Este es tu favorito, ¿verdad?" decía la voz con entusiasmo. "Siempre sabes qué pedir, como se esperaba de ti."
"Sí, siempre elijo el de fresa," respondió Minami en su recuerdo, sonriendo tímidamente. "Pero tú siempre me haces probar cosas nuevas."
De vuelta en la cama, una lágrima solitaria se deslizó por la mejilla de Minami, dejando un rastro húmedo en su piel. A pesar de la tristeza que acompañaba el recuerdo, se sintió un poco reconfortada por la memoria y justo cuando Minami, antes de cerrar los ojos por completo, susurró con un tono de tristeza y amargura:
"Te odio..."
Luego, el agotamiento se apoderó de ella y se quedó profundamente dormida, sus emociones aún latiendo suavemente en su mente.
Mientras dormía, comenzó a soñar y imaginaba una conversación que nunca tuvo la oportunidad de decir:
"¿Por qué me dejaste así?" murmuraba en sus sueños. "¿Por qué siempre tienes que ser tan despreocupada, tan libre? Yo... yo quería estar contigo más tiempo."
En su sueño, la voz familiar respondía con suavidad, como un eco distante:
"Minami-chan, a veces las cosas no salen como esperamos. Pero cada momento contigo fue divertido y siempre lo será, aunque todo haya sido una broma para ti." Respondía la voz familiar con una sonrisa.
"Pero me duele ahora," replicaba Minami, su voz temblorosa. "Me duele que te hayas ido."
"Lo sé," decía la voz, envolviéndola en una sensación de calidez y consuelo. "Pero deberíamos terminar ahora y creo que será mejor separarnos. Y si nos volvemos a reencontrar, te pediré de nuevo al menos que seas mi amiga."
Minami con lagrimas en los ojos y su voz temblorosa. ¡Si es una promesa…!
Minami se giró en la cama, su expresión relajándose mientras sus sueños la llevaban a un lugar de consuelo y paz. Todas esas palabras, esos sentimientos, eran lo que Minami no pudo decir aquel dia.
Regreso a la batalla
Konata y el resto del grupo observaban la intensa pelea de Kagami desde la distancia. En medio del caos, notaron una sensación inquietante de que alguien se acercaba. Al voltear, vieron a los secuaces de Koji regresando. Algunos estaban vendados, y otros cargaban a los que ya no tenían vida. El ambiente era sombrío, y nadie dijo una palabra.
Genzo rompió el silencio con un tono serio. "Buen trabajo..."
Konata seguía viendo la pelea, pero también tenía muchas cosas en la cabeza. Se sentía frustrada por no poder hacer nada. El gesto de Miyuki, Patricia, Ayano, y Yuki era evidente; fruncían el ceño mientras observaban a lo lejos cómo Kagami peleaba con valentía. Konata, sintiéndose impotente, murmuró:
"Me gustaría tener esa fuerza..."
De repente, la radio comenzó a sonar, captando la atención de todos. Era la madre de Miyuki, y la madre de Kagami.
"Nos alegra saber que aún siguen con vida," dijo Yukari con una voz calmada. "Y vemos que Kagami también está bien... aunque no sabemos cuánto durará."
Patricia tomó la radio y se presentó, su voz llena de determinación y frustración. "Quisiera tener la fuerza para poder ayudar a Kagami. Haré cualquier cosa, incluso si quieren pagare por ello."
Yukari respondió con preocupación. "No es posible. Sus cuerpos no soportarían el esfuerzo, caerían antes de empezar."
Miki añadió, con un tono similar pero diferente, "No podemos arriesgar sus vidas así."
La frustración de Patricia era palpable. "Por favor...por favor…" dijo con la voz entrecortada.
Las demás chicas, una por una, también pidieron ayuda a través de la radio. Después de un momento de silencio, se escuchó un suspiro en el otro extremo.
"Está bien," respondió Yukari. "Aunque sabía que lo pedirían. Le envie algo hace mucho y ya deberían llegar junto a alguien más."
La radio se cortó abruptamente, y de repente, un sonido en los cielos llamó la atención de todos. Al mirar arriba, vieron diez halcones gritando en el cielo. "Esos son..." murmuró Matsuri, con una mezcla de sorpresa y alivio.
Matsuri, reconociéndolos, hizo un sonido agudo juntando las manos en un silbido, y los halcones giraron en dirección hacia ellos.
Los lobos se tensaron al ver a los halcones acercándose, pero Yuki los calmó. "Tranquilos," dijo con suavidad.
Los halcones se posaron en los brazos de Matsuri e Inori, otros dos en Minoru, y algunos sobre Ryoko, que aún estaba vendada. El ambiente cambió, y aunque el peligro seguía latente, la llegada de los halcones traía una nueva esperanza.
Batalla entre Kagami y el 1,75
Mientras la pelea se intensificaba, el 1,75 observaba con creciente nerviosismo cómo Kagami se movía con una velocidad y precisión cada vez mayores. Los golpes de Kagami, antes predecibles, ahora eran un torrente de movimientos rápidos y letales que el 1,75 apenas podía seguir.
"Estoy viendo cosas o sus movimientos se están haciendo más rápidos... No, no estoy viendo cosas. Se está volviendo más rápida y a una velocidad alarmante." pensó el 1,75, sus pensamientos llenos de incertidumbre. Cada golpe que recibía se sentía como un ataque de mil personas marciales, una presión abrumadora que lo hacía dudar de sus capacidades.
"No se está deteniendo," pensó, con una creciente sensación de pánico. "¿No hay una señal de que esta chica vaya a parar? Parece como si más de mil personas marciales me atacaran, ejerciendo presión sobre mí como un maremoto." Su mente estaba en caos, y una palabra inquietante cruzó su mente: "perder."
"¿Qué está pasando? ¿Acabo de pensar en perder? ¡Eso es imposible! ¡No puedo perder en una pelea de cuerpos físicos!" El 1,75 trataba de aferrarse a su confianza, pero la realidad de la batalla lo estaba abrumando.
Kagami, sin detenerse ni un segundo, seguía atacando con una ferocidad renovada. Había desarrollado nuevas técnicas en combate, perfeccionadas durante su enfrentamiento con Kanata. Una de ellas era "Vórtice de Desafío Amplificado" una habilidad que le permitía utilizar la fuerza de su oponente en su contra, devolviendo el doble de potencia con cada golpe. La otra técnica, "Corte de la Tempestad," le permitía golpear a una velocidad tal que cortaba la piel de su enemigo con cada impacto.
"Estas dos técnicas en ambas manos serán suficientes para derrotarlo," pensaba Kagami mientras ejecutaba los movimientos con precisión. "Gracias a la pelea con Kanata, fui capaz de crearlas."
Narrador: La batalla había sido tan intensa que Kagami, a través de sus derrotas y caídas, había evolucionado. Ahora, su capacidad para adaptarse y replicar técnicas nuevas era casi perfecta. Era tan poderosa que se podría decir que podría destruir un meteorito con sus manos desnudas.
El 1,75, viendo la creciente intensidad de Kagami, gritó: "¡No te dejes llevar demasiado! ¡Desataré todo mi poder completo!"
Con una furia que desbordaba sus capacidades, el 1,75 concentró toda su fuerza en un ataque final. Sus músculos se hincharon hasta el punto de que sus venas sobresalían como cables gruesos bajo su piel. Gritó con toda su fuerza: "¡Golpe Meteorito Inmortal!" Lanzó un ataque devastador que parecía un meteorito cayendo desde el cielo, una explosión de energía y fuerza que iba en dirección a Kagami.
Narrador: En ese momento, el limitador de Kagami, una barrera invisible que había contenido su poder hasta ahora, comenzó a romperse. Kagami tomó una respiración profunda, enfocando toda su energía en una última defensa. Con todos sus músculos tensos y su cuerpo vibrando con el esfuerzo, sus puños se encontraron con el ataque del 1,75.
Ambos ataques se conectaron en una explosión de energía que creó una onda de choque devastadora a su alrededor.
Narrador: La fuerza de la colisión fue tan enorme que el suelo tembló y el aire se volvió denso con polvo y escombros.
De repente entre el polvo y los escombros una silueta emerge que hizo que el 1,75 sintiera escalofríos con solo al verlo. Murmuró con asombro: "¿Qué es eso? ¿Su cuerpo... un monstruo?"
Narrador: Con el cascarón de Kagami rompiéndose y su nuevo poder emergiendo, ¿será capaz de derrotar al 1, 75? La batalla había sido feroz y llena de giros inesperados, pero el verdadero test aún estaba por llegar. La historia continuaría, y el destino de Kagami y el 1,75 se decidiría en el siguiente capítulo de esta épica confrontación.
Capitulo 26: Desenlace y ¿una alianza?
Hasta el próximo capitulo, ¡hasta la vista!
