Capítulo 31: Reunión y contraataque.
Kagami estaba de pie en la ducha, dejando que el agua caliente cayera sobre su cabello y recorriera su espalda, relajando los músculos tensos de un día agotador. El vapor envolvía el pequeño baño, transformando el espacio en un remolino de niebla densa que hacía que el mundo exterior se sintiera distante, casi irreal. En medio del sonido constante del agua, un tarareo conocido rompió la tranquilidad.
"Oye... Matsuri..." dijo Kagami, con una mezcla de confusión y nerviosismo que se reflejaba en su tono.
Detrás de ella, Matsuri sonrió, una sonrisa traviesa que apenas se veía entre las volutas de vapor. "¿Qué pasa, Kagami?" respondió despreocupadamente, con ese aire despreocupado que siempre la caracterizaba.
Kagami giró la cabeza apenas lo suficiente como para mirarla de reojo, cuidando que la cortina de agua le cubriera el rostro enrojecido. La cercanía de Matsuri, apenas separada por unos centímetros, hacía que cada segundo se sintiera más pesado. "¿Se puede saber qué estás haciendo?" preguntó con un temblor en la voz que revelaba tanto sorpresa como una creciente incomodidad.
Matsuri, sin perder la sonrisa, levantó un guante de baño esponjoso y lo agitó levemente en el aire. "¿Qué cosa? Esto es completamente normal, ¿no?" contestó, como si la situación fuera la cosa más natural del mundo, mientras comenzaba a frotar suavemente la espalda de Kagami.
El cuerpo de Kagami se tensó bajo el toque. Cerró los ojos con fuerza y respiró hondo, intentando ahogar el calor que subía por su rostro. "¡Esto no es nada normal, Matsuri! Ya no somos niñas… puedo hacerlo yo sola," dijo, su voz alzándose por encima del ruido del agua, como un eco de la vergüenza y la protesta.
La mente de Kagami fue arrastrada, por un instante, a recuerdos de infancia: baños compartidos, risas y juegos despreocupados. Pero ahora, los años habían pasado, y esa intimidad infantil se mezclaba con una sensación de incomodidad adulta que le era difícil manejar.
Matsuri rió suavemente, un sonido claro que rebotó contra los azulejos húmedos. "Exageras, hermanita. Siempre te tomas todo tan en serio," dijo, continuando con el masaje en la espalda de Kagami, esta vez con un toque más cuidadoso, casi protector. "Te he visto más tensa que nunca estos días… déjame ayudarte a relajar un poco."
Cuando Matsuri terminó de hablar, Kagami sintió cómo el rubor se intensificaba y con un movimiento repentino, se giró y empujó a Matsuri fuera del baño. La puerta se cerró de golpe, dejando a Matsuri afuera, mojada y sorprendida, con solo una toalla alrededor de su cuerpo.
El pasillo estaba envuelto en un silencio expectante, roto solo por el leve goteo de agua que caía de los mechones empapados de Matsuri. Mientras chasqueaba la lengua, en una mezcla de frustración y diversión, se sacudió la cabeza como para despejarse.
Apenas había comenzado a caminar hacia su habitación cuando notó una figura esperándola, apoyada casualmente contra la pared, los brazos cruzados y una expresión de curiosidad en el rostro. Inori, tenía una mirada inquisitiva que, aunque contenía un atisbo de diversión, también transmitía un toque de juicio.
"¿Qué estás haciendo, Matsuri?" preguntó Inori, con una ceja levantada y un destello de ironía en sus ojos.
Matsuri fingió ignorarla por un momento, pasando por su lado con la cabeza alta y una sonrisa que ocultaba su pequeña derrota. "Nada importante," contestó, con un tono despreocupado mientras seguía avanzando.
Inori dejó escapar una risita, sin apartar la mirada de su hermana mayor. "No parece 'nada', considerando que estás empapada y con esa cara de quien acaba de ser rechazada."
Matsuri se detuvo, girándose apenas para mirar a Inori por encima del hombro. Sus ojos chispearon con una mezcla de desafío y humor. "A veces, las cosas que parecen insignificantes son las más entretenidas, hermanita," dijo, antes de seguir caminando hacia su habitación, dejando un rastro de agua y una sonrisa que no podía esconder.
Inori observó cómo Matsuri se alejaba por el pasillo y dejó escapar un suspiro cargado de resignación. "Apenas llega Kagami y ya te pones así..." murmuró para sí misma, con una sonrisa que denotaba tanto diversión como preocupación.
Mientras tanto, Kagami se encontraba de nuevo en el baño, ahora sobándose los brazos que aún sentían el eco de los golpes que había recibido aquel día. Sus pensamientos estaban dispersos, considerando lo que vendría después y las decisiones que debía tomar. Pero sus reflexiones fueron interrumpidas por un sonido familiar: la puerta del baño abriéndose suavemente.
Al levantar la vista, Kagami vio entrar a Ryoko, con su sonrisa habitual y un brillo alegre en los ojos. "¡Hola, Kagami!" saludó, llena de energía. "Vine a lavarte la espalda."
Kagami dejó escapar un suspiro de rendición, pero su expresión se suavizó. "No es necesario, Ryoko…"
Sin perder un segundo, Ryoko cambió de táctica y se acercó más, con una determinación en su voz. "Entonces déjame ayudarte a sobarte los brazos. Se nota que aún te duelen."
Kagami asintió lentamente, sin fuerza para discutir, y se sentó de nuevo. Ryoko tomó asiento frente a ella, tan cerca que podía sentir la calidez compartida del ambiente. Sus dedos se posaron con delicadeza en los brazos de Kagami, comenzando un masaje suave que aliviaba las tensiones acumuladas. Kagami cerró los ojos por un momento, pequeños sonidos escapando de sus labios a medida que el dolor se mezclaba con el alivio.
"Entre todas las chicas que tengo como amigas, podría decir que eres la más normal…" pensó Kagami en voz alta, una sonrisa leve surcando su rostro.
Ryoko, siempre atenta, dejó escapar una pequeña risa mientras sus manos continuaban el masaje. "¿De verdad? Entonces me gustaría verte convertido en hombre ahora, a ver si eso cambia mi normalidad," bromeó, con un destello pícaro en la mirada.
Kagami abrió los ojos de golpe, y su sonrisa se desvaneció en un instante. "Hablé de más…" pensó, sintiendo el rubor subir por su rostro. Sin embargo, el momento incómodo se disolvió con el tiempo, y tras unos minutos más, Kagami se retiró con suavidad.
"Está bien, basta por ahora," dijo, levantándose y secándose las gotas de agua que caían por su cuerpo. "Voy a salir ya."
Ryoko asintió, guardando sus manos en su regazo. "Claro, yo también ya terminé."
"No es necesario que me sigas," comentó Kagami, mirando a Ryoko con un leve gesto de preocupación. "Estaré bien, de verdad."
Ryoko hizo un pequeño puchero, su voz adquiriendo un tono quejumbroso. "Te extrañé, Kagami. No nos vimos por días."
Kagami rodó los ojos, pero no pudo evitar una sonrisa. "Apenas ha pasado una semana, como mucho…"
Ryoko se encogió de hombros, resignándose. "Está bien, está bien." Pero al ver la sonrisa de Kagami, su expresión se iluminó.
"Estaré aquí, así que no es necesario que te preocupes tanto," dijo Kagami antes de salir, lanzando una última mirada tranquilizadora.
Ryoko sonrió, su voz suave y llena de cariño. "Sí, está bien."
Kagami salió del baño y se cambió rápidamente. Antes de ponerse la camisa, aplicó una crema en sus brazos adoloridos, masajeando suavemente las zonas que aún resentían los golpes del día. Luego, envolvió sus brazos con vendas, asegurándose de que estuvieran firmes, pero sin restringir sus movimientos.
Ya lista, Kagami salió y encontró a sus padres, Tadao y Miki, esperándola en la sala. Al verlos, se detuvo un momento, algo sorprendida.
"¿Qué hacen aquí?" preguntó, mirándolos con una mezcla de curiosidad y algo de incomodidad.
Tadao le devolvió una sonrisa suave, contestando con tranquilidad. "Vinimos porque nos llamaste. Además, teníamos algo de tiempo libre."
Kagami asintió, aunque su expresión permanecía seria. "Está bien, pero... creo que ya dije lo suficiente, ¿no?, sobre lo que me paso…"
Miki, su madre, alzó una ceja, mirándola con curiosidad. "Entonces, ¿por qué te quedaste?" preguntó, queriendo entender los pensamientos de su hija.
Kagami bajó un poco la mirada, tratando de encontrar las palabras correctas. "Hace tiempo que no veía a mis compañeros de lucha... y ya. Ahora mismo pensaba en pedirles un pequeño entrenamiento" (porque lo que paso la otra vez dejo mucho en que pensar…) dijo, en un tono casi casual, aunque sus ojos mostraban determinación.
Miki suspiró suavemente y asintió, aunque una ligera preocupación asomaba en su expresión. "Está bien, pero ten cuidado," le dijo, en un tono cálido.
Kagami se volteo comenzando caminar al lado contrario de ellos y levantó una mano en un gesto afirmativo, sin mirar hacia atrás. "Sí, madre. Estaré bien," respondió, antes de alejarse de ellos con pasos decididos.
Kagami salió de la casa y, bajo la fría luz de la luna, encontró a Kosuke esperándola, sentado con una tranquilidad que sólo un guerrero en paz consigo mismo podría mostrar. Al escuchar sus pasos, Kosuke alzó la mirada, una leve sonrisa apareciendo en su rostro.
"Te estaba esperando," dijo en un tono bajo pero seguro, sus ojos brillando a la luz de la noche.
Kagami sonrió de vuelta, cruzando los brazos. "¿Ah, sí? Pues, lo mismo digo."
Kosuke se puso de pie y, con un movimiento firme, desenvainó una katana que había mantenido oculta en su espalda. La hoja resplandeció un instante bajo la luna, y Kagami no pudo evitar un ligero sobresalto al verla.
"He estado practicando un nuevo estilo de pelea," comentó Kosuke, sujetando la katana con ambas manos, sus ojos fijos en Kagami con una intensidad renovada. "Quisiera probarlo contigo."
Kagami lo miró por un momento, evaluándolo, antes de asentir, su propio espíritu competitivo despertando. "Perfecto. Yo también pensaba pedirte algo similar. ¿Listo para empezar?"
Ambos se prepararon, sus posturas reflejando años de entrenamiento y una profunda confianza en sus habilidades. Kagami adoptó una posición defensiva, observando los movimientos de Kosuke con detenimiento, mientras él tomaba una postura peculiar, adelantando un pie y llevando la katana en alto.
Sin perder más tiempo, Kosuke se lanzó hacia ella con una velocidad impresionante. Kagami retrocedió rápidamente, inclinando su cuerpo hacia atrás para esquivar el corte que pasó rozando frente a ella, sintiendo el viento que levantaba la hoja al pasar.
Tras el primer intercambio de golpes, ambos retrocedieron, manteniendo sus posturas de combate. Kosuke sonrió, admirando la rapidez de Kagami. "Como siempre, tus reflejos son impresionantes. Intenté esto con Ryoko, pero ella no me ofreció un desafío real. Contigo, en cambio, puedo ir con todo," comentó, con un brillo competitivo en sus ojos.
Kagami respondió con una media sonrisa, aunque sus palabras llevaban una carga de nostalgia. "Bueno… hace mucho que no me forzaba al límite por unos minutos. Lo único que puedo decir es que has cambiado, Kosuke… aunque solo en tu actitud."
El comentario pareció tocar una fibra sensible en él. Kosuke apretó los dientes, y una vena se marcó en su frente mientras su expresión se tornaba en una mezcla de frustración y enojo. "Esa parte de ti… ¡la detesto!" exclamó, lanzándose de nuevo al ataque con intensidad.
Kagami apenas tuvo tiempo de retroceder, esquivando un corte que pasó a centímetros de su rostro. Mientras se movía hacia un lado, comentó, divertida, "Ahí está el Kosuke que conozco."
Ambos se lanzaron al combate sin reservas, y la atmósfera se tornó más intensa. Kosuke atacaba con una serie de tajos precisos, cada uno dirigido a puntos críticos. La katana cortaba el aire con un silbido agudo, pero Kagami respondía con agilidad. Sus movimientos eran una danza, combinando esquives y ataques rápidos. En un momento, bloqueó un corte al levantar dos dedos y desviar la hoja con una destreza casi sobrenatural; el acero resonó con un sonido metálico como si sus dedos fueran hechos de hierro.
Kosuke retrocedió, sorprendido por la habilidad de Kagami. Sin perder tiempo, Kagami aprovechó para lanzar una patada hacia el costado de Kosuke, quien apenas logró interceptarla con el filo de su katana, deteniendo el golpe pero sintiendo la fuerza detrás de él. Ambos se separaron brevemente, intercambiando miradas de respeto y rivalidad.
"¡No te contengas, Kagami!" rugió Kosuke, girando sobre sí mismo y lanzando un golpe descendente, que Kagami esquivó por poco. En un movimiento fluido, Kagami dio un paso al costado y le lanzó un puñetazo directo al hombro, logrando desestabilizarlo. Kosuke reaccionó de inmediato, usando el impulso para girar de nuevo y lanzar un tajo horizontal que Kagami bloqueó al colocar sus dos manos en el filo de la katana, provocando otro sonido metálico.
Kosuke, frustrado y emocionado a partes iguales, comenzó a aumentar la velocidad de sus ataques. Kagami seguía el ritmo, bloqueando y esquivando cada movimiento con una gracia y precisión inhumanas. En un momento, Kosuke intentó un golpe bajo, esperando que Kagami no pudiera esquivarlo tan fácilmente. Pero ella saltó, girando en el aire y, al aterrizar, aprovechó para lanzar una serie de golpes rápidos con las manos que chocaron contra la katana de Kosuke, cada golpe resonando como un martilleo de acero contra acero.
El sonido de metal chocando y el roce de sus movimientos eran casi hipnotizantes en la quietud de la noche. Finalmente, Kosuke, jadeando, retrocedió un paso, y Kagami bajó la guardia ligeramente, aunque sus ojos permanecían fijos en él.
"Siempre sabes cómo hacerme pelear en serio," admitió Kosuke, limpiándose una gota de sudor de la frente.
Kagami sonrió, respirando profundamente. "No esperaría menos de ti, Kosuke. Has mejorado… aunque te falta aún para vencerme."
Kosuke apretó la empuñadura de su katana con renovada determinación. Sin perder un segundo, lanzó otro tajo directo hacia Kagami con una velocidad feroz, decidido a superar sus reflejos esta vez. Kagami, viendo venir el golpe, se lanzó hacia el suelo en un movimiento fluido, dejando que la katana cortara el aire sobre ella. Aprovechando su impulso, rodó hacia un lado y, en un solo movimiento, plantó su mano derecha en el suelo y se impulsó hacia arriba, girando con agilidad en el aire.
Kosuke intentó seguir su trayectoria, pero Kagami, en medio del giro, estiró una pierna y lanzó una patada hacia él. Kosuke levantó su katana para bloquearla justo a tiempo, pero la fuerza del impacto lo hizo tambalearse. Aprovechando la breve ventaja, Kagami cayó con gracia y saltó hacia atrás, usando la misma pierna para impulsarse mientras realizaba una serie de piruetas y acrobacias, manteniendo a Kosuke en la defensiva.
Kosuke se estabilizó y lanzó un corte en diagonal, buscando sorprenderla en el aire. Sin embargo, Kagami respondió con una precisión asombrosa: en lugar de aterrizar normalmente, giró su cuerpo y apoyó una mano en el suelo, haciendo que sus piernas pasaran justo por encima del filo de la katana. Desde esa posición, lanzó una rápida patada hacia el hombro de Kosuke, quien apenas logró retroceder lo suficiente para evitar el golpe, aunque el movimiento lo desestabilizó.
Kagami, sin darle respiro, continuó su avance, usando la fuerza de sus brazos para impulsarse y ponerse de pie en un solo movimiento ágil. Dio un paso adelante y lanzó un puñetazo directo al pecho de Kosuke, que él bloqueó cruzando su katana frente a él. La hoja resonó con fuerza ante el impacto, y Kosuke gruñó por la presión.
Kosuke retrocedió, recuperando la guardia, pero Kagami no le dio oportunidad de contraatacar. Se acercó con rapidez, girando sobre sí misma y lanzando una patada giratoria hacia su costado. Kosuke intentó interceptarla, pero Kagami ajustó su giro en el último segundo, lanzando otra patada descendente que impactó en la hoja de la katana con un sonido agudo, casi como si el metal mismo se quejara ante la fuerza de sus movimientos.
Kosuke se replegó un paso, pero Kagami mantuvo la ofensiva, realizando una serie de saltos acrobáticos hacia él, cada uno acompañado de un intento de golpe o patada. La habilidad de Kagami para moverse con tanta fluidez mientras atacaba era desconcertante, y Kosuke apenas podía mantenerse al ritmo. Finalmente, viendo una abertura, lanzó otro tajo directo, pero Kagami giró de lado, deslizando su cuerpo por debajo de la hoja y luego saltando hacia atrás en una voltereta.
Aterrizó en una posición baja, con una rodilla en el suelo, y sin perder tiempo se impulsó hacia él una vez más. Esta vez, Kosuke respondió lanzando un tajo horizontal, buscando acorralarla, pero Kagami se inclinó hacia atrás, doblando su cuerpo casi hasta tocar el suelo. En esa posición, aprovechó para dar una vuelta hacia atrás, incorporándose de nuevo y lanzando una patada baja que Kosuke tuvo que esquivar saltando.
Ambos respiraban con dificultad, sus miradas se encontraron brevemente en un intercambio silencioso de respeto y desafío.
Kosuke respiró hondo, enderezando su postura. "Aún puedo dar mucho más, Kagami. No pienses que has visto todo lo que tengo," declaró, sus ojos ardiendo con determinación.
Kagami suspiró, estirando ligeramente sus brazos como si liberara la tensión en sus músculos. "De acuerdo. Además… ya estoy comenzando a adaptarme a tu estilo de pelea, Kosuke." Una media sonrisa se dibujó en su rostro.
"¿Adaptándote, eh?" Kosuke replicó, alzando una ceja, desafiante. "Demúestramelo, entonces."
Sin más preámbulos, ambos se lanzaron al ataque simultáneamente. Kagami avanzó con velocidad, pero en un instante crítico tropezó, perdiendo el equilibrio. Kosuke vio la oportunidad y no dudó: bajó su katana en un tajo rápido, con la intención de alcanzar a Kagami mientras estaba vulnerable. Sin embargo, Kagami había previsto su reacción, y aquel "tropiezo" no era más que una finta.
Kosuke se dio cuenta de la maniobra, pero ya era demasiado tarde para detenerse. Kagami había calculado perfectamente su movimiento, y él estaba comprometido en su ataque. Aun así, Kosuke trató de acelerar el corte, lanzando la katana hacia ella, confiando en su fuerza para imponer el golpe.
Pero entonces, algo inesperado sucedió. La katana de Kosuke chocó con una barrera invisible, como si hubiera impactado contra una pared de acero. Un sonido agudo y estridente surgió del choque, resonando en el aire como el chillido de metal desgarrado. La vibración del impacto reverberó en los brazos de Kosuke, haciendo que retrocediera involuntariamente. El choque fue tan poderoso que la katana casi se le resbaló de las manos, y sus brazos fueron empujados hacia atrás por la fuerza, casi desestabilizándolo.
Aprovechando ese momento de confusión, Kagami, con una precisión implacable, dio un paso adelante. En un solo movimiento, colocó su palma contra el estómago de Kosuke. Antes de que él pudiera reaccionar, Kagami liberó una onda de fuerza concentrada en el golpe, como si una explosión silenciosa se desplegara en la palma de su mano.
El impacto fue devastador. Kosuke salió disparado hacia atrás, incapaz de resistir la fuerza del golpe. Su cuerpo voló varios metros por el aire, y su katana se deslizó de sus manos, cayendo con un golpe seco lejos de él. Kosuke aterrizó con fuerza en el suelo, rodando un par de veces antes de detenerse, mientras la katana, separada de él, yacía a varios metros de distancia, su filo temblando levemente tras el violento choque.
Kagami permaneció inmóvil, su mano aún extendida en la postura del golpe, observando a Kosuke con una mezcla de determinación y firmeza.
Ryoko llegó al lugar con una sonrisa burlona y miró a Kosuke, quien aún estaba recuperándose en el suelo, frotándose el estómago. "¿Te moriste, Kosuke?" preguntó con tono divertido.
Kosuke, aunque adolorido, la miró con irritación. "Cállate, tonta…" murmuró, lo suficientemente fuerte como para que Ryoko soltara una carcajada y luego se girara hacia Kagami, que estaba respirando profundamente, con gotas de sudor resbalando por su rostro.
"Fue impresionante la pelea," comentó Ryoko, con una mezcla de genuina admiración y asombro. Kagami la miró y suspiró, secándose un poco el sudor de la frente.
"¿Estuviste mirando todo el tiempo? Podrías haber dicho algo, al menos," respondió Kagami, en tono de ligera molestia.
"Claro, pero no quería interrumpir. Además, te veías tan concentrada," dijo Ryoko, encogiéndose de hombros. Su mirada se desvió hacia Kosuke, quien ya se estaba levantando y caminaba tambaleándose hacia donde había caído su katana. Tomándola entre sus manos, se enderezó lentamente, sin dejar de sujetarse el estómago donde Kagami le había golpeado con tanta fuerza.
"¡Hiciste trampa!" acusó Kosuke, su voz llena de frustración y desdén.
Kagami lo miró, desconcertada. "¿De qué estás hablando?"
Kosuke frunció el ceño y señaló su katana, aún incrédulo. "Justo cuando iba a cortarte, algo duro bloqueó mi golpe. No sé cómo lo hiciste, pero fue como si golpeara acero."
Ryoko se unió a la burla, cruzándose de brazos y sonriendo con picardía. "Tiene razón, Kagami. Nunca imaginé que harías trampa en un combate."
Kagami suspiró, manteniendo la calma ante las acusaciones de ambos. "No fue trampa," dijo con voz tranquila. "Simplemente golpeé tu katana justo antes de que me alcanzara."
Ambos, Kosuke y Ryoko, se quedaron en silencio, asimilando sus palabras. Kosuke parpadeó, desconcertado, mientras Ryoko miraba a Kagami con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
"Pero… no vi ningún golpe," murmuró Kosuke, incrédulo, aún sujetándose el estómago.
Kagami soltó un suspiro, y con tono resignado, agregó, "Bien. Si necesitas pruebas para dejar de quejarte, lo haré de nuevo. Ryoko, ¿podrías traerme esa rama gruesa que está por ahí?"
Ryoko asintió, algo curiosa, y fue a recoger una rama robusta que estaba a unos metros. La colocó frente a Kagami, quien la tomó y la sostuvo a la altura de su torso.
"Presten atención," les indicó Kagami mientras alzaba su mano y formaba una pistola con dos dedos. En ese instante, con una precisión impecable, Kagami extendió sus dedos hacia la rama. Sin previo aviso, la parte superior de la rama salió disparada hacia el aire, partida limpiamente por el impacto.
Kosuke y Ryoko observaron, completamente asombrados. La parte de la rama que había sido cortada voló unos metros antes de caer al suelo. Ryoko cubrió su boca con una mano, visiblemente impresionada. "¿Pero… ¿cómo…?" (me guie de una pelea que hizo lo mismo y me gusto la idea y la aplique aquí, pero eso no es todo…)
Kagami bajó su mano y sonrió con modestia. "Creo que ya lo mencioné antes: mis tendones son mucho más duros y fuertes que los de una persona normal. Gracias a eso, puedo golpear con una fuerza que parece imposible, incluso para un luchador experimentado. Y deberías agradecer, Kosuke, que no rompí tu katana. Si hubiera aplicado más fuerza, no habría resistido."
Ryoko miró a Kosuke y se rió. "Kagami se contuvo contigo, Kosuke. ¿Te das cuenta? No estabas ni cerca de su verdadero poder."
Kosuke, abrumado y humillado, apretó los dientes y chupó el diente con irritación. Sin decir una palabra más, se dio la vuelta, murmurando algo ininteligible, y se fue del lugar bufando de rabia.
Al día siguiente:
Kagami caminaba junto a Tsukasa por los pasillos de la escuela, listas para comenzar el día de clases. Justo cuando llegaron a sus respectivos salones, Tsukasa detuvo el paso, mirando alrededor con cierta incomodidad.
"Tengo que ir al baño," murmuró Tsukasa con una pequeña sonrisa.
Kagami, al escucharla, ella también. "Yo también pensaba ir. Te acompaño." Con eso, ambas se dirigieron al baño.
Una vez dentro, cada una tomó un cubículo diferente. Kagami, que terminó primero, salió y se cruzó de brazos mientras esperaba a su hermana. De repente, recordó algo. "¡Ah, Tsukasa! Tengo que devolver un libro en la biblioteca," dijo, elevando la voz para que Tsukasa la escuchara desde adentro.
"¡Está bien! Nos vemos en el receso," respondió Tsukasa alegremente desde el otro lado de la puerta.
Kagami asintió y se dirigió hacia la biblioteca. Al llegar, devolvió el libro en el mostrador y luego paseó por las estanterías buscando algo nuevo para leer. Justo cuando tomaba un libro de la estantería, escuchó un grito desde arriba.
Sorprendida, Kagami alzó la mirada y vio una figura cayendo desde el segundo piso de la biblioteca. Con los reflejos de siempre, extendió los brazos, tratando de amortiguar la caída.
El impacto fue inesperado. El peso de la otra persona la venció y Kagami cayó al suelo. Al abrir los ojos después del golpe, Kagami se encontró cara a cara con Miyuki, quien la miraba desde una distancia tan corta que sus labios casi se rozaban. Ambas se quedaron congeladas en el suelo. Kagami, apoyada en un solo brazo, sintió cómo el calor subía a su rostro.
Miyuki, aún sobre ella y sin poder moverse, intentó hablar. "K-Kagami, lo siento… de verdad no quería–"
De repente, los recuerdos de aquella noche surgieron en la mente de ambas. Aquella noche en la que Miyuki, tras aquel accidente en aquella en la cena, miyuki media borracha se había acercado a Kagami con los ojos entrecerrados y la sonrisa dulce. En un arranque de impulso miyuki beso a kagami, Miyuki la estaba besado, un beso que Kagami aún recordaba, aunque lo desestimara. "Fue el alcohol así que no hay problema" se decía, intentando convencerse de que no hubo verdadero sentimiento.
Pero Miyuki recordaba cada segundo. Ese beso no había sido un impulso vacío, sino un impulso que llevaba guardando desde hace mucho tiempo. Mientras miraba a Kagami ahora, la inseguridad la consumía. ¿Kagami habría notado lo que realmente significaba para ella?
Kagami desvió la mirada bruscamente, el rubor en sus mejillas intensificándose. "¿E-estás bien, Miyuki?"
Miyuki se apartó de ella rápidamente, reajustando sus lentes, en un intento de ocultar el temblor de sus manos. "Sí… gracias. Perdona, Kagami, no pensé que… no pensé que terminaría cayendo sobre ti."
Kagami soltó una risa nerviosa, intentando disimular el latido acelerado de su corazón. "No te preocupes… solo…ten cuidado para la próxima" bromeó, aún sin mirarla directamente.
Miyuki abrió la boca para responder, pero las palabras se atoraron en su garganta. Las emociones que había mantenido en silencio amenazaban con escapar. Al final, solo pudo asentir, intentando mantener una sonrisa.
"Gracias por… siempre estar ahí, Kagami," murmuró suavemente, como si confesara un secreto.
Kagami se quedó mirándola, con la sensación de que había algo más en esas palabras. Pero antes de que pudiera responder, Miyuki se incorporó y le ofreció la mano. Kagami la aceptó, poniéndose de pie.
Ambas se quedaron en silencio un momento. La tensión parecía palpable, como si cualquier palabra de más pudiera desencadenar aquello que ambas llevaban guardado.
Finalmente, Kagami carraspeó. "Bueno, será mejor que regresemos antes de que Tsukasa empiece a preguntar dónde estamos."
"Sí, claro," respondió Miyuki, sonriendo, aunque en sus ojos aún quedaba una chispa de aquella noche, una chispa que aún no se apaga.
Al regresar de la biblioteca, kagami se despidió rápidamente al entrar a su clase, "Nos vemos en la salida" Dijo despidiéndose con una sonrisa. Las demás fueron a su clase y sono la campana indicando el inicio de clases.
Durante la clase, Miyuki apenas lograba concentrarse. Se veía inquieta, moviendo la punta de su lápiz de forma distraída y poniéndoselo en el labio como si recordara algo importante. Tsukasa, sentada cerca de ella, notó sus gestos ansiosos y la miró con preocupación, aunque decidió no interrumpirla.
Konata, al otro lado del salón, también se percató de que Miyuki no estaba prestando atención, algo extraño en ella. Aunque le resultaba curioso, decidió esperar hasta más tarde para averiguar qué ocurría.
Finalmente, al sonar la campana de salida, el ambiente en el salón se relajó. Tsukasa y Konata se levantaron de sus asientos y comenzaron a recoger sus cosas.
"Hey, Tsukasa, ¿te apetece ir a comprar algo antes de volver a casa?" preguntó Konata, ajustándose la mochila y lanzándole una mirada alegre.
Tsukasa asintió con una sonrisa. "¡Claro! Justo pensaba ir en esa dirección."
Konata sonrió de manera teatral, llevándose una mano al pecho y fingiendo una lágrima. "Tsukasa… te estás haciendo mayor. ¡Hasta planeas tus propias salidas ahora! ¡Qué orgullo!" dijo, fingiendo sollozar, aunque con una sonrisa divertida.
Kagami, que estaba afuera de la puerta del salón, escuchó el comentario y no pudo evitar sonreír. "Konata tiene razón. Tsukasa está creciendo, después de todo."
Tsukasa se sonrojó levemente y soltó una risita nerviosa. "No digan eso… solo voy a comprar algo."
Konata y Kagami compartieron una sonrisa antes de que Kagami se diera cuenta de que Miyuki seguía en silencio, con la mirada perdida. Kagami decidió que lo mejor sería irse de una vez.
"Bueno, entonces… yo iré con Miyuki," dijo Kagami con naturalidad.
Miyuki la miró sorprendida, pero rápidamente asintió, esbozando una pequeña sonrisa. Parecía algo aliviada, aunque su expresión todavía revelaba cierta incomodidad. Konata alzó una ceja con curiosidad, como si quisiera indagar más, pero en lugar de hacerlo, le guiñó un ojo a Kagami.
"¡Nos vemos luego!" dijo Konata, y salió del salón junto a Tsukasa.
Kagami y Miyuki caminaron en silencio por el pasillo mientras el resto de los estudiantes salían del edificio. Kagami notaba la tensión en el aire, y finalmente se armó de valor para romper el silencio.
"Miyuki… ¿segura que estás bien?" preguntó Kagami con un tono suave, buscando no presionarla.
Miyuki bajó la mirada y asintió lentamente, aunque sus manos aún jugaban nerviosamente con el borde de su bolso. "Sí, estoy bien… solo… pensando en cosas."
Miyuki y Kagami caminaron lado a lado, pero el silencio entre ellas se hacía cada vez más pesado, como si las palabras estuvieran atrapadas en sus gargantas. Kagami lanzaba miradas rápidas hacia Miyuki, queriendo decir algo, pero cada vez que lo intentaba, sus pensamientos se dispersaban. Miyuki, por su parte, parecía inmersa en sus propios pensamientos, de vez en cuando tocando suavemente su labio inferior, como si buscara las palabras correctas en él.
Finalmente, Kagami intentó romper el hielo. "¿Eh... hoy la clase fue un poco pesada, ¿no crees?" Su voz sonó más suave de lo que esperaba, casi insegura.
Miyuki asintió, sonriendo levemente, pero no añadió nada, dejando que el silencio regresara entre ellas. Kagami se sintió frustrada consigo misma, deseando encontrar una mejor forma de seguir la conversación.
Cuando llegaron a la estación de tren, notaron que su tren aún no había llegado, así que decidieron esperar juntas en el andén. Kagami, todavía nerviosa, intentaba mantener la compostura, mientras sus ojos vagaban por el lugar. Miyuki, en cambio, parecía más calmada, pero Kagami notó cómo su amiga exhalaba profundamente, como si intentara armarse de valor.
Finalmente, Miyuki rompió el silencio. "Kagami... quería agradecerte por lo que hiciste esa vez, cuando fingiste ser mi novio." Su tono era suave, casi tímido, y bajó la mirada, jugando con el borde de su blusa.
Kagami giró para mirarla, sorprendida por la inesperada mención. "Oh, no fue nada, Miyuki. Ya pasó… no tienes que preocuparte por eso," dijo con una sonrisa forzada, pero no pudo evitar el leve sonrojo que comenzó a teñir sus mejillas.
Miyuki levantó la vista, su expresión era una mezcla de alivio y algo más que Kagami no lograba descifrar. "Sí… pero de todos modos, fue importante para mí. Nunca nadie había hecho algo así," añadió en voz baja, mirándola con una intensidad que hizo que Kagami desviara rápidamente la mirada.
El tren aún no llegaba, y Miyuki aprovechó el momento para decir lo que realmente la inquietaba. Tomó aire y preguntó: "Kagami, aquella noche, cuando todos se fueron… ¿pasó algo?" Su voz temblaba un poco, y Kagami sintió que su corazón latía más rápido.
El rostro de Kagami se tornó rojo al recordar aquel momento. "N-nada pasó, Miyuki," respondió, su voz entrecortada por el nerviosismo. Miyuki notó la expresión de su amiga y soltó una pequeña risa, tratando de tranquilizarla.
"Si tú lo dices…" dijo Miyuki en un tono juguetón, aunque sus ojos aún mostraban curiosidad. Kagami suspiró, aliviada y frustrada a la vez, deseando poder esconder su evidente nerviosismo.
Después de unos segundos de silencio, Miyuki miró a Kagami con una expresión de cariño y gratitud. "Kagami… en verdad, gracias por todo lo que haces. Siempre estás ahí para nosotras, protegiéndonos, apoyándonos… incluso aquella noche. No creo que pueda olvidarlo," dijo, su voz apenas un susurro. Kagami sintió que el elogio le llegaba directo al corazón, y una mezcla de orgullo y vergüenza se reflejó en su rostro.
"Ah… sí, bueno, no es para tanto," murmuró, mirando al suelo y sintiéndose completamente expuesta. Quería decir algo ingenioso, pero solo logró balbucear.
Miyuki pareció vacilar un instante, sus ojos se suavizaron y un leve rubor cubrió sus mejillas. "Kagami… ¿puedo decirte algo?" preguntó, mirándola directamente, con una mezcla de timidez y determinación.
Kagami la observó, algo desconcertada, pero asintió. "Claro… dime."
Miyuki respiró hondo, y sus labios se entreabrieron, titubeantes. "Kagami… tú en verdad me…" Pero en ese momento, el tren irrumpió en la estación, su estruendo haciendo que las palabras de Miyuki se ahogaran entre el ruido. Kagami solo pudo ver cómo los labios de su amiga se movían, pero el sonido se perdió en el ajetreo de la estación.
Al pasar el tren, Kagami intentó descifrar lo que Miyuki había dicho. "¿Qué dijiste?" preguntó, ligeramente frustrada, esperando que Miyuki repitiera sus palabras.
Miyuki solo sonrió, una expresión tranquila y misteriosa iluminando su rostro. "No era nada importante," respondió, y Kagami, aunque deseaba insistir, optó por dejarlo pasar.
"Ya veo…" murmuró, aceptando la respuesta de Miyuki, aunque algo dentro de ella no estaba completamente convencido. Subieron al tren en silencio, y al encontrar el vagón más lleno de lo esperado, se vieron obligadas a sentarse en asientos separados. Kagami observó a Miyuki desde el otro lado del vagón, con un sentimiento de incomodidad y confusión, y se preguntaba qué era lo que Miyuki realmente quiso decir.
Mientras el tren avanzaba, Kagami, distraída, mantenía la mirada fija en el paisaje que pasaba rápidamente tras la ventana del tren, repasando mentalmente cada momento de su conversación con Miyuki. "¿Qué habrá querido decir? ¿Por qué se veía tan… nerviosa?" Pensaba sin cesar, sin darse cuenta de lo que estaba ocurriendo a solo unos asientos de distancia.
Mientras tanto, Miyuki, sentada más adelante, tenía las manos cubriendo su rostro. El rojo intenso que teñía sus mejillas era imposible de disimular, y cada tanto, lanzaba suspiros frustrados y pequeños murmullos que apenas contenía. Con una mezcla de alivio y vergüenza, susurró entre sus dedos, "Gracias, tren, de verdad… gracias por pasar justo en ese momento. No puedo creer que casi… ¡me le declaré directamente!"
En un intento de calmarse, bajó las manos lentamente, pero en cuanto el recuerdo de sus propias palabras le regresó, cubrió su rostro de nuevo, murmurando más para sí misma: "¡Tonta, tonta! ¿Por qué lo dije de esa manera? Ahora Kagami seguro pensará que estoy loca… y todo por un momento de debilidad. ¿Qué habría pasado si me hubiera escuchado…?" Miyuki suspiró y dejó escapar una pequeña sonrisa nerviosa. "Bueno, al menos no me oyó. Pero…"
Lanzó una rápida mirada hacia Kagami, quien seguía inmersa en sus propios pensamientos, totalmente ajena a la batalla emocional que Miyuki estaba librando consigo misma. Aprovechando que Kagami no estaba mirándola, murmuró con un ligero sonrojo aún presente, "Supongo que hoy no era el momento… Pero, ¿algún día tendré la oportunidad de decirlo de nuevo? Esta vez, sin torpezas…"
Al darse cuenta de que estaba hablando sola, Miyuki cerró los ojos un instante y se dio una pequeña palmada en la mejilla, como si intentara recobrar la compostura. "¡Concéntrate, Miyuki! ¿Por qué siempre tienes que ser tan impulsiva cuando se trata de Kagami…?"
Kagami, por su parte, suspiró en silencio, y volvió a mirar el reflejo de Miyuki a través de la ventana, sin darse cuenta de nada de lo que ella estaba pasando en ese instante, pero sintiendo una extraña calidez en su pecho.
En otro lado:
En una habitación oscura y tenuemente iluminada por el resplandor de varias pantallas, un hombre encapuchado se encontraba mirando los monitores con expresión indiferente. La puerta se abrió de golpe, y uno de sus subordinados entró corriendo, visiblemente agitado.
"¡Jefe! La chica... desapareció", informó el hombre, respirando pesadamente.
El jefe, sin girarse, respondió con calma calculada:
"¿Te refieres a la chica de la katana?"
"Sí, jefe... desapareció en el momento en que nos descuidamos." El subordinado miraba inquieto a su superior, esperando una reacción.
Sin embargo, el jefe soltó una leve carcajada, sus ojos centelleando con un extraño placer al oír la noticia.
"Haga lo que quiera. Ya obtuve la información suficiente de ella, así que no me interesa."
El subordinado titubeó, tragando saliva antes de añadir en voz baja:
"Pero jefe... esa mujer es muy fuerte. Podría ser un problema si la dejamos libre."
El encapuchado se giró lentamente, y en su mirada, oscura y peligrosa, había una clara advertencia. Con un tono gélido, casi amenazante, replicó:
"¿Acaso no escuchaste? Te dije que lo dejaras. No necesito que te preocupes por algo tan insignificante."
El subordinado dio un paso atrás, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. Tragó saliva y asintió rápidamente.
"Sí, señor. Lo siento. No volverá a pasar." Y sin atreverse a decir más, se retiró apresuradamente de la habitación.
El jefe encapuchado, ahora solo, volvió su mirada hacia la pantalla donde se mostraba el cuarto de donde antes estaba atrapada. En la imagen, la pared mostraba un enorme tajo, el rastro evidente de la fuga de Kanata. Con una media sonrisa, susurró para sí mismo:
"Además... recuerdo que esa chica ya está a punto de quebrarse del todo." Observó la pantalla, deleitándose con el caos que había dejado tras de sí.
En otro lugar, lejos de esa sombría habitación, los sonidos de pasos cansados y el arrastre de una katana rompían el silencio de la noche. Era Kanata, su figura estaba desgastada, demacrada; cada paso que daba parecía que se fuera a caer en cualquier momento. Con una mirada sombría y el rostro cubierto de heridas, murmuraba con voz débil y temblorosa, como si cada palabra le costara un esfuerzo inmenso:
"Hija... ahora... voy…"
Cap. 33: Una tregua y un final inesperado.
Espero les guste este capítulo, cada vez más cerca del final, pipipi.
ANUNCIO IMPORTANTE:
Les traigo la nueva historia que pienso hacer y si será de yuru yuri, la protagonista será sakurako.
El título será: "Sakurako: Entre la Luz y la oscuridad"
Sakurako y Himawari siempre han sido inseparables, su amistad marcada tanto por risas como por discusiones interminables. Pero una pequeña pelea termina afectando su relación de manera inesperada, distanciándolas cuando menos lo esperan. Sin embargo, para Sakurako, el verdadero golpe llega al día siguiente.
Envuelta por el resentimiento de su discusión, Sakurako sale de casa sin saber que está a punto de enfrentarse a un peligro mortal. En un giro del destino, se ve atrapada en medio de un violento enfrentamiento entre yakuzas y delincuentes en el centro comercial, esto dará un cambio en su vida. Lo que parece una casualidad pronto se convierte en un cambio profundo e irreversible, que la lleva a cruzar una línea de la que no podrá regresar tan fácilmente.
Este encuentro la arrastra a un mundo sombrío, donde su inocencia y su despreocupación que caracterizaban su vida diaria comenzara a desvanecerse. Ahora, atrapada en una red de secretos y peligros, Sakurako se verá obligada a enfrentar sus propios miedos y límites, descubriendo poco a poco de lo que es capaz, con su lealtad y amor sus seres queridos la mantendrán en pie.
Esta historia marcara el inicio de una transformación muy severa en Sakurako, llevándola a una vida que nunca imaginó y que la pondrá a prueba en todos los sentidos.
¿Les llama la atención?, pos a mi si xd, por que siempre tenia pensando de como sakurako si fuera así y esto y tanto pensar se me ocurrió esto.
Lo comenzare a escribir cuando termine de escribir esta historia.
Psdt: Sera yuri y unas cosas mas que se mostraran después al igual que esta historia.
Espero les haya gustado el capitulo y la nueva historia que se vendrá pronto.
