Sumario: Atrapada en un mal matrimonio, sacrificando todo a cambio de nada. Algo cambió en Hanji cuando su esposo le "propuso abrir el matrimonio" para que no cuente como infidelidad, entonces algo se rompió dentro de ella. Lo que menos hubiera imaginado Hanji era que su esposo abrió una puerta, rumbo a una vida sin él, mientras al otro lado alguien la estaba esperando.
Capítulo 06: Cita con los suegros
Por unos instantes Hanji fantaseó con la idea de «qué hubiera sido de su existencia» si hubiese conocido a Levi hace tres años atrás.
Quizá se hubieran encontrado mientras ella hacía sus guardias. Posiblemente él no le hubiera dado una segunda mirada, y tal vez ni siquiera hubieran vuelto a cruzarse por el mismo pasillo.
Pero ahora, por un extraña jugada del destino, Levi estaba presente en cada instante de su vida y la ayudaba a tomar las riendas por el camino que ella había elegido.
Hanji se miró a través del reflejo del espejo de aquel elegante restaurante, con las manos temblando de emoción. Pronto las manos de Levi se posaron sobre las de ella y Hanji sintió el fuerte latir de su corazón.
—No sé qué fue lo que Kenny te dijo en la licitación, pero no debes dejar que te intimide. Si así prefieres, puedes ignorarlo.— Levi trató de calmar los temores de Hanji. —Concéntrate en hablar con Uri, es a quien debes convencer para retomar tu carrera.
Hanji suspiró, recordando que estaba ahí para hablar de la posibilidad de culminar la malla de médico general y tener la oportunidad de seguir la especialidad. Teniendo asegurado que una prestigiosa clínica le permitirá finalizar las prácticas entonces le sería más sencillo realizar el trámite administrativo de revalidación de sus estudios en la universidad.
—Gracias.— dijo ella, con voz más calmada. —Prometo compensarte...
La frase quedó a medias, automáticamente ambos bajaron las manos desde la mesa, al notar que se acercaba el mesero guiando a Uri hacia la mesa en la cual se encontraban. Obviamente Uri estaba siendo acompañado por Kenny.
Cuando Levi le había dicho a Uri que quería platicar de un particular asunto, Kenny pensó que Levi iría con su noviecita y seguramente la querría presentar como tal. Es por ello que Kenny no pudo evitar sentirse ofendido porque Levi prefiera presentarle Hanji a Uri y no a él, que era su tío consanguíneo y que prácticamente ha sido su padre adoptivo.
—Señorita Zöe, Levi.— saludó Uri.
Kenny hizo por cortesía un asentamiento de cabeza mientras se sentaba frente a Levi, notando que también había un asiento reservado para él.
Kenny sonrió para sí mismo. Ese puesto apartado delata que Levi sí lo esperaba.
—Gracias por atender mi petición cuanto antes.— Levi le dijo a Uri, luego miró a su tío, arqueando una ceja en burla. —Luego no quieres que te relacionen con Uri y estás colándote a sus reuniones.
—Invierto, muchacho.— soltó Kenny en su normal tono que aparentaba un enfado constante y usaba para intimidar a todos. —Si hay un negocio lucrativo a la vista, puedo verlo mejor que Uri.
Levi prefirió no decir algo que pudiera afectar el criterio de Uri sobre invertir en Hanji. Después de todo, se trata de vida de humanos. Levi creía ciegamente que Hanji estaba apta para ello pero no sabía qué tanto Kenny podría influenciar en el criterio de Uri.
—Quería hablar contigo sobre Hanji.— dijo Levi de manera directa, sus ojos azul gris determinados hacia Uri. —Es estudiante de medicina, por algunas razones tuvo que pausar sus estudios pero ahora quiere retomarlos.
Uri escuchó a Levi y luego volvió su mirada hacia la castaña, notándola nerviosa.
—Entiendo...— dijo el galeno y de inmediato se dirigió a Hanji. —¿Podrías contarme las causas por las cuales pausaste la carrera?
Uri no quería arriesgar la vida de sus pacientes si Hanji no resultaba apta o volvía a pausar cualquier razón y tuviera que dejar nuevamente sus estudios.
Hanji asintió levemente. Se había preparado para recibir esa pregunta y consideró que solamente podía responder con la verdad.
—Estuve realizando la residencia en la Clínica Kenko. Cerca de terminar la misma, mi padre falleció a causa de un infarto agudo de miocardio, mi madre por traumatismo craneoencefálico, hematoma epidural y con fracturas múltiples de columna cervical aunque el diagnóstico definitivo fue paro respiratorio.— Kenny frunció el entrecejo por la forma de hablar de la fémina. Tenía la misma forma de hablar de Uri cuando él analizaba los casos. —Aquello... generó una descompensación a nivel de mi psiquis y tomé algunas decisiones erradas como abandonar los estudios...
—¿Usaste sustancias psicoactivas?— preguntó Uri.
—No.— respondio Hanji.
—¿Dependencia de alcohol?
—Tampoco.
Uri sintió que podía estar toda una vida sorteando entre vicios, así que decidió ser directo.
—Lamento si estoy siendo invasivo pero, ¿Podrías aclarar a qué te refieres con «algunas decisiones erradas» además de la de pausar tu carrera?
—Casarme.— respondió Hanji. —Dejar que mi esposo manejara mi vida...
—¿Entonces vas a divorciarte?— preguntó directamente Kenny.
—Eso es irrelevante.— interrumpió Uri antes que Hanji respondiera. —Solo necesito evitar problemas para los pacientes, a causa de vicios no controlados.
—Irrelevante para ti.— insistió Kenny sin despegar la mirada de Hanji. En el fondo se sentía intrigado por cómo ella no bajaba la mirada.
—No tengo problemas en responder a su inquietud, señor Ackerman.— indicó Hanji al ver que Uri iba a refutar. —Sí, iniciaré los trámites de divorcio. Mi matrimonio no debió darse, mucho menos debí tomar aquella decisión en un momento en el cual mi vida estaba desestabilizada. Y no debe preocuparse porque aparezca mi esposo a hacer un escándalo. No soy lo suficientemente importante en su vida para que quiera retenerme.
—Y no necesitas responder más al respecto, señorita Zöe.— Uri miró con indisimulado enojo hacia Kenny, puesto que su amigo no parecía darse cuenta de la seriedad mortal que Levi tenía. Uri no quería enojarlo porque un Levi enojado podía ser muy impulsivo e hiriente, tal como Kuchel cuando se enfadaba. —Por favor, retomemos a lo que nos compete. Señorita Zöe, ¿Podrías indicarme cuáles fueron los últimos temas que viste en la universidad?
Hanji pareció relajarse mientras buscaba en sus recuerdos.
—Manejo de tejidos, materiales de sutura, clasificación de heridas por causa, profundidad, complejidad, contaminación, evolución...— conforme Hanji soltaba más palabras técnicas, quedaba más claro que había sido una estudiante más que suficiente para llevar la carrera de medicina.
La plática continuó entre Hanji y Uri, incluso cuando llegó el mesero a tomar las órdenes y hasta cuando sirvió lo solicitado. Para Uri era claro que Hanji estaba bastante apta para graduarse de médico general, por lo cual sería solo cuestión de papeleo administrativo y revalidar sus conocimientos.
—¿Qué edad tienes?— preguntó Kenny ante una pausa entre las pláticas de Uri y Hanji.
—¿Es en serio?— preguntó a su vez Levi, preguntándose si Kenny acaso lo odiaba por no haberlo llamado.
—Es una justa pregunta...— se justificó Kenny. —Seguramente ella querrá tomar en un futuro cercano una especialidad médica, y se le exigirá más compromiso para ello. Recuerda que en el caso de las mujeres tienen que considerar que, si desean ser madres, su reloj biológico juega en contra en una carrera tan demandante.
—La señorita Zöe no será la primera ni la última mujer en el mundo en formarse en la rama de medicina y llevar su vida privada como mejor considere.— Uri volvió a replicar, rechazando que Kenny siguiera metiéndose en los asuntos privados de Hanji. —Si desea tener hijos, puede hacerlo, si desea no tenerlos, está en su derecho.
—Como tú.— soltó Kenny lo suficientemente bajo para que solo Uri lo escuche.
—No todos tenemos la fortuna de encontrar a la idónea pareja que toleren todos nuestros defectos.— continuó hablando Uri.
—Y Traute debe amarte demasiado.— dijo Levi en claro tono de burla, buscando colocar límites a las preguntas de Kenny. —O ella está purgando crímenes de una vida pasada.
Aquel comentario suavizó el ambiente, haciendo que Kenny soltara una risa entre dientes. Desvió la mirada brevemente al ambiente, notando de reojo que las manos de Levi y Hanji tenían el ángulo idóneo para estar unidas por debajo de la mesa.
Era bastante serio el asunto si Levi estaba apoyándola al momento de enfrentar al «odioso y entrometido tío Kenny»
—¿Deseas continuar con una especialización?— indagó Uri retomando la plática con Hanji.
Hanji sintió una emoción indescriptible y fue demasiado evidente que ella amaba la profesión médica.
—La quirúrgica.— afirmó ella. —Desde siempre me interesó Neurocirugía.
Uri asintió, porque sí tenía una demanda cubierta en esa especialidad, pero en diez años dos de sus mejores especialistas se acogerán a la jubilación. Si ella es tan eficiente en medicina como lo ha indicado con sus palabras, se la recomendará a sus neurocirujanos para que la tomen a cargo, así el impacto en el momento de la jubilación de sus especialistas será mínima.
—Me parece perfecto.— respondió Uri, mostrando por primera vez una sutil sonrisa más amigable que analítica. —Bienvenida a la Clínica Kenko, señorita Zöe.
Uri notó que tanto Levi como Hanji respiraron al unísono. Para sí mismo el galeno sonrió. Levi parecía satisfecho con su decisión y a Uri le encantaba ayudar al sobrino de Kenny en todas sus metas.
Apoyándolo como si fuera el hijo que hubiera deseado tener.
La alarma sonó en el reloj de pulsera de Uri, volviéndolo a la realidad.
—Siento mucho tener que dejarlos.— se justificó mientras se levantaba. —Tengo una cirugía pendiente.
—Yo podría... Uff...— soltó abruptamente aire Kenny ante el golpe que Uri le dio en la boca del estómago.
—Lo siento, pensé que te estabas ahogando.— se justificó Uri. —Tú podrías pasar por la gerencia y solicitar los reportes del área financiera, requerir la plantilla del personal e ir adelantando una vacante para la señorita Zöe. ¿Verdad?
—Sí... claro.— soltó Kenny. Pensaba hablar seriamente con su amigo. Curiosamente Uri pensaba hacer lo mismo con Kenny.
Fuera del restaurante, y en el estacionamiento, Kenny se puso en el lado asiento de piloto pero no encendió el auto, sino que sacó su celular e hizo una llamada que no fue del agrado de Reiss Uri.
—Necesito toda la información de Zöe Hanji.— ordenó Kenny. —Estudió medicina e hizo sus prácticas en Kenko, deduzco que antes que Uri lo comprara. Así que eso te da un margen de investigación de más de un año hacia atrás.
Así de rápido terminó la llamada, como si con esa misma rapidez se iría el recelo de Uri.
—Estás metiéndote en un juego bastante peligroso.— le advirtió el hombre más bajo. —A Levi no le va a gustar que estés averiguando sobre su compañera.
—Prefiero que Levi me odie de por vida a permitir que alguna fulana lo arruine, no solo económicamente, también emocionalmente.
Uri soltó un chasquido con la lengua, poco característico de él.
—No tienes la más remota idea de cuánto puede llegar a odiarte...— dijo Uri, pensando para sí mismo que la forma de odiar de Levi es una característica que él heredó de su madre. —Pero pareces empeñado en querer descubrirlo.
—¿Me vas a abandonar?— preguntó Kenny.
Uri lo miró, sus ojos violáceos brillaron en algo parecido a rabia.
—Te debo demasiado como para dejarte a la deriva.— respondió Uri. —Pero sabes que no tendré el poder sobre Levi para que te perdone esta invasión. Es demasiado obvio que Hanji le importa.
Kenny asintió. Justamente por ello es que a él no le importaba que su sobrino lo odiara. Hanji tiene el poder de destruir a Levi.
—Si ella no tiene nada que ocultar, Levi jamás se enterará de esto.— argumentó Kenny, ciego en su postura, mientras encendía el auto y se dirigía a la clínica.
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Hanji y Levi se quedaron unos momentos más, terminando de beber el el café con chocolate y té que respectivamente habían pedido.
Una vez que Uri y Kenny se perdieron de vista, Hanji no pudo contener la emoción.
—No sé cómo agradecerte por esta oportunidad.— dijo ella con euforia, sus ojos brillantes y una amplia sonrisa que ella no había mostrado en mucho tiempo. —Te prometo que seré la mejor y que estarás...
Las palabras de Hanji quedaron interrumpidas ante la aparición de una mujer elegante, cabellos negros y gafas oscuras.
—¿Acaso no vas a presentarla?— preguntó Kuchel con frialdad, sentándose en el asiento que Uri había ocupado.
Hanji notó la tensión entre Levi y aquella mujer, por lo cual carraspeó y habló con suavidad.
—Zöe Hanji.— dijo la castaña con una nerviosa sonrisa. —Un gust..
—No me dirigía a usted...— la voz de Kuchel no era amable y parecía irritada por tener que dirigirse a ella. —Estoy hablando con mi hijo.
—Si vienes con esa actitud, volveré a bloquearte, Kuchel.— replicó Levi con el mismo tono displicente. —Y prohibiré tu entrada a la empresa.
Los labios de la mujer se contrayeron en una línea al darse cuenta que Levi era capaz de colocar a su amante por encima de ella. Era claro que hace años había perdido el amor de su hijo, pero mínimo merecía una pizca de consideración. Levi no entiende lo duro que Kuchel lo pasó cuando ella enviudó siendo él apenas un niño. Y Kuchel no quería que cualquier zorra viniera a destruir todo lo que su unigénito había conseguido.
—Estoy cuidándote, cariño.— insistió Kuchel con voz tensa. —Aún eres bastante ingenuo y no sabes lo duro que puede ser la vida...
—Hace mucho tiempo que recibí los crueles golpes...— respondió Levi sin un astibo de delicadeza. —... de la vida. No creo que a estas alturas necesite de tus... cuidados.
Levi evitó decir que no tuvo los cuidados de su madre cuando más los necesitaba, principalmente porque no quería recordar esa etapa de su vida, es más, desearía poder borrar aquello de su pasado, como minimizó con cirugía las cicatrices que quedaron en su cuerpo.
—Eso fue cuando Kenny te llevó al exterior ¿verdad?— preguntó Kuchel, buscando nuevamente un pretexto para echarle la culpa a su hermano mayor de todo lo malo. —No debí permitirlo.
—No debiste permitir muchas cosas, Kuchel.— replicó Levi. —Pero lo único que hiciste bien fue permitir que Kenny y Uri terminaran mi crianza.
Aquello fue una bofetada metafórica para la mujer, sus labios temblaron y se abrieron para decir algo pero la voz se había apagado.
Pareció entonces recordar la presencia de Hanji, quien miraba alrededor del restaurante.
Despreciada por su hijo, herida como se sentía, Kuchel quiso transmitir el mismo dolor.
Tomó su bolso y se levantó.
—Espero que disfrute su corto tiempo con mi hijo.— soltó Kuchel con la voz fría. —Sus amantes no duran mucho tiempo y él se aburre con suma facilidad. Una vez que pase la novedad la desechará, como a las otras prostitutas. Entonces la evitará... así como pretende hacer con su madre.
Se marchó antes que Levi o Hanji pudieran hablar.
Levi golpeó la mesa en señal de frustración. Odiaba que Kuchel hubiese dañado un momento que era de felicidad. Tomó su celular y realizó la llamada a la única persona que pudo haberle dicho a Kuchel en donde se encontraba.
—Lo siento tanto, Levi...— fueron las primeras palabras de Petra sin dejarlo hablar. —Exigió saber dónde estabas...
Levi sintió la mano de Hanji posarse en su brazo, pareciendo que ella deseaba pedirle que no se desquitara con su asistente.
—Da la orden a seguridad. Kuchel no volverá a entrar.— soltó secamente Levi, conteniendo las ganas de gritar. —Y si te llama...— Levi estuvo a punto de decir que le dijera a Kuchel que se fue a vivir al quinto infierno, lo más lejos de ella. Pero sintió que Hanji aprisionaba su brazo, así que Levi pensó mejor sus palabras. —...puedes ignorar sus llamadas.
Cerró la llamada y dejó el celular en la mesa.
—¿Necesitas algo de tiempo?— preguntó Hanji con suavidad. Levi asintió, pasándose la mano por el rostro, odiando que ella lo viera en ese estado. —Iré un momento al baño.
Hanji se levantó, dándole espacio a Levi para que se calmara.
En el baño, Hanji se miró a sí misma y se refrescó el rostro.
Por mucho que le doliera, las palabras de Kuchel tenían algo de razón.
El record de Hanji para mantener la atención de un hombre había sido dos años, así que Levi tarde o temprano se aburrirá de ella.
Hanji se retocó un poco los labios, pensando en su propio futuro.
Es por ello que hizo bien en retomar su carrera de medicina, obtener en un futuro cercano la especialidad quirúrgica, buscar su propia estabilidad económica y emocional.
Sonrió a su reflejo en el espejo.
Y definitivamente le hará caso a Kuchel.
Disfrutaría todo el tiempo que tuviera con Levi. Así sean días, semanas o meses.
Mientras tanto, lo primero de su lista de pendientes había quedado ya arreglado, así que iría a lo siguiente más urgente.
Buscaría a un abogado para tramitar su divorcio.
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Levi firmó el recibo de pago de manera automática mientras su mente seguía repitiendo las palabras mordaces de Kuchel. No había sido consciente de toda la rabia que había acumulado a través de los años hasta que Kuchel había tocado algunos temas que él había evitado.
Se sentía tenso, más que cuando tenía que entregar los trabajos universitarios o algún proyecto importante.
Cuando Hanji regresó del baño, Levi aún no se sentía calmado, por lo cual ella le susurró si deseaba irse al departamento.
Levi asintió.
—Creo que necesitaré otra pastilla para el dolor de cabeza...— murmuró distraído Levi.
Hanji lo pensó unos instantes.
—Hay que reducir los niveles de cortisol.— respondió ella, entrelazando sus dedos con los de él, dirigiéndose al estacionamiento. —Y tenemos lo necesario para ello.
Levi se dejó guiar por ella.
En el departamento Levi se deshizo del nudo de la corbata y de manera inconsciente la enrolló en su mano, observando que Hanji caminaba lentamente por la sala, descalza porque los zapatos habían quedado en la entrada, pero sus piernas envueltas en unas medias panty del color de su piel.
Ella pareció revisar el largo de su falda, subiéndola un par de centímetros y luego volvió sus ojos castaños hacia él, al parecer estando a la espera de algo.
—No me siento controlado.— susurró Levi, notando las intenciones de Hanji.
Ella recordó cómo Levi no rechazó su toque cuando daba órdenes a su asistente. Levi no es consciente de cuánto control puede manejar en momentos de rabia.
Tentando más al inestable hombre, Hanji desabrochó un par de botones de su blusa.
—No estoy pidiendo que lo hagas.— respondió ella con voz suave. —Solo quiero aquello que ambos disfrutamos.
El corazón de Hanji aceleró sus latidos al ver cómo Levi avanzaba, como un leopardo acechando a su presa. Se dejó llevar por él, notando que la llevaba a su estudio de trabajo.
Había algo erótico en Levi colocándola sobre la amplia mesa, en la cual ella había trabajado la maqueta, que la hizo acelerar su respiración. Deseosa, Hanji deslizó las manos por el pecho de Levi que aún estaba con su camisa y aquello lo hizo estremecer.
—No me toques...— pidió Levi con la voz ronca. —Si lo haces... perderé el control.
—No puedo evitarlo...— se justificó Hanji, sintiendo un cosquilleo en su parte baja que hacía que levantara sus caderas. —Eres demasiado tentador...
Levi tomó su corbata y con la misma amarró las muñecas de Hanji en un nudo nada complicado de deshacer pero que reafirmaba su petición de no recibir una caricia por parte de ella. Con su mano sostuvo las de ella por encima de la cabeza de la fémina, haciendo que la mirada de Levi se enfocara en los pechos aún cubiertos por la blusa que se había desabotonado un poco más, dejando ver su brassier.
—Tienes unos pechos hermosos...— Levi susurró.
Hanji sintió que las mejillas se le sonrojaban. No era la primera vez que Levi se lo decía. Es más, en la intimidad Levi solía halagar su cuerpo.
—Si quieres... puedo tocarlos para ti.— Hanji dijo en respuesta, viendo si Levi se atrevía a liberarla.
Para callar sus tentadoras propuestas Levi la besó con intensidad, porque solo con la imagen de Hanji ofreciéndole sus senos alborotó más su estado de ánimo. Con la mano libre Levi recorrió el cuerpo de la fémina por encima de la ropa, sintiendo que ella se estremecía bajo él. Abrió la blusa, lo suficiente para levantar el brassier y dejar sus senos al aire. Con un dedo recorría la forma de los pechos mientras con la otra sostenía las manos de Hanji contra la mesa.
Hanji sentía el contraste de la suavidad con la que Levi acariciaba sus pechos y la firmeza con la cual sostenía sus manos. Casi no podía respirar entre besos más húmedos y candentes, por lo cual, atrapada como se sentía, levantó las piernas para envolverlas alrededor del cuerpo de Levi.
Aquella acción provocó que ella sintiera en su pelvis lo duro que Levi estaba, y ella casi estuvo segura que él la tomaría en ese instante. De manera automática Levi mordisqueó los labios de Hanji mientras las manos de él detuvieron el ondular de las caderas de la fémina.
Una vez que volvió a tomar control de la situación, Levi subió más la falda, acariciando la vagina ansiosa que seguía cubierta por las bragas y las medias. Hanji se tensó, deteniendo a tiempo sus brazos por encima de su cabeza puesto que sentía la necesidad de abrazarse al cuerpo de Levi. Ella recordó a tiempo que no era para su placer, esto era para él.
Levi notó que ella se contuvo así que la apremió con caricias más íntimas, presionando con dos dedos el centro de su vulva. La boca de Levi se deslizó por el cuello hasta llegar a los senos, dándole calor a los pezones con su húmeda boca, provocando que Hanji sostuviera dificultosamente las caderas contra la mesa, dejando escapar en un gemido el esfuerzo que supuso.
Levi sintió el sudor recorrerle la piel, la temperatura de su cuerpo subiendo, y él estaba buscando quemarse más aún al sostener las medias y romperlas. Una prenda menos entre sus sexos, las manos de Levi en contacto directo con la piel. Levi recordaba que las piernas de Hanji fue lo primero que le llamó la atención y ahora podía tocarlas con libertad.
Él sentía el cuerpo tan receptivo a sus caricias y aquello lo llenaba de satisfacción. Su boca se dirigió a la entrepierna de Hanji, colocando las piernas de ella contra su pecho, para evitarle alguna tensión indebida. Mordisqueaba la piel a su alcance y jugaba con los dedos en la entrada cálida de Hanji, las bragas evitando que la penetrara completamente y aquello la hacía gemir. Hanji mantenía las manos por encima de la cabeza, temblorosas, en ocasiones balanceándose hacia adelante pero regresando a donde Levi las había dejado.
Levi nunca había creído que en alguna ocasión iba a tener a una mujer semidesnuda en su departamento, en su estudio, y más aún, en su mesa de trabajo, pero así mismo tampoco pensó que podía existir una mujer como Hanji. Era inteligente y hermosa al mismo tiempo, compatible con su apetito sexual, no se cohibía ante él y en ocasiones le dejaba llevar el control, como ahora él lo necesitaba.
Eso la hacía apetecible y deseable. Un tesoro invaluable.
Bajó las piernas de Hanji hacia la mesa y las abrió, haciéndose más espacio entre ellas. Sentía su boca la necesidad de probarla directamente, sabiendo lo cálida y palpitante que es. Notaba la humedad traspasando las bragas de Hanji, llegado hasta sus dedos, por lo cual solo las hizo a un lado y deslizó la lengua en toda la abertura de su sexo.
Hanji sintió la primera oleada rumbo al clímax.
Levi se acomodó mejor en el borde de la mesa, verificando la estabilidad de la misma, alternando sus dedos y su boca, buscando darle a Hanji el mejor sexo que jamás haya recibido. Luego, alzó las caderas y deslizó la lengua dentro de ella, haciendo que Hanji soltara otro gemido más bajo, las uñas de la fémina clavándose en sus propias palmas.
Hanji sentía que su vagina lagrimeaba de placer, solo podía ver los cabellos negros de Levi entre sus piernas y en ocasiones su mirada oscura observando, pendiente de cada una de sus emociones. Deseaba tanto tocarlo y besarlo. No se reconoció en aquella voz rota de necesidad, pidiendo que la folle, sus caderas moviéndose al ritmo que Levi marcaba.
Levi buscó en uno de los cajones de la mesa los condones que días atrás había comprado. Aquello hizo que el pulso se acelerara más aún en Hanji. Él estaba preparado, entonces significa que él había fantaseado ese encuentro. ¿Acaso se imaginó en esa situación con ella? se preguntó Hanji, respirando agitadamente mientras veía cómo Levi liberaba su tenso pene.
Él abrió el preservativo y lo colocó en su erecto miembro, listo para complacerla. Arrastró a Hanji hasta el borde de la mesa, pudiendo al fin deslizarse en la caliente vagina. Sus manos, empapadas con los fluidos de ella, serpenteaban con dificultad en la sudada piel canela, por lo cual no podía sostenerla con firmeza.
Hizo que Hanji pasara los brazos por encima de la cabeza de él y la besó con intensidad, embistiendo contra ella en un ritmo errático e inconstante, perdiéndose en el lujurioso acto. Hanji suspiró de satisfacción y saciedad en la boca de Levi, la corbata deslizándose de sus manos, liberándola de la prisión.
Ella no pudo evitar deslizar las manos por debajo de la ropa de Levi, quien no le había mentido sobre su sensibilidad física y emocional. Las caricias de ella en aquel momento lo empujó más al delirio, incrementando el goce del acto. Lo que sea que Levi hubiera querido decir en ese momento moría en la boca de Hanji.
Hanji lo atrajo más hacia sí, las uñas deslizándose por la piel tensa, pálida y sudada de Levi. No pudo resistir más tanta estimulación y, para evitar morder la boca de Levi, se deshizo del beso que no parecía tener fin y mordió el pecho aún vestido de él.
Levi la observó disfrutar el orgasmo y presionó la base de su pene para evitar terminar cuanto antes. La sostuvo contra sí, girándose para recostarse en la mesa, dejando que Hanji se ubicara encima. Quería verla sobre él, moviéndose a su ritmo.
Hanji lo entendió y se sostuvo del vientre de Levi, sintiendo bajo sus dedos la tensión en él. En esa postura, y a causa de su clímax reciente, Hanji sintió que su clítoris se encontraba más sensible y rozaba en las lentas embestidas que ella daba, además Hanji le daba una vista de sus pechos los cuales Levi acariciaba.
Con toda esa estimulación no fue difícil para Hanji volver a sentir el orgasmo golpearla de manera fulminante. Levi se embebió de aquella impúdica imagen y se permitió seguirla en ese placer que hipersensibilizó todo su ser, su corazón más acelerado, el aire caliente entre ambos, el estremecimiento de sus pieles, sus sexos palpitantes.
Con el poco tiempo que ha estado conviviendo con Levi, Hanji sabía que lo siguiente que harían sería darse una ducha. Adicionalmente ella prepararía la bañera para sondear el estado de ánimo de Levi.
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Zeke no había fumado tanto desde su época universitaria.
No sabía si estaba aburrido por esa fiesta sexual o preocupado porque Petra no lo haya contactado desde su desaparición porque esto último podía implicar su despido.
Soltando un poco de humo, en sus pensamientos descartó esto último, porque Frieda le había asegurado que no lo despedirán así que, siendo ella la prometida de Levi, seguro hará algún truco para convencerlo de mantenerlo en la empresa.
Además tenía asegurado el bono de millón de yenes que Frieda le pagará al finalizar la fiesta.
En sus cálculos financieros, y hasta un niño de cinco años sabría que un mes con Frieda le representaba más que los ochocientos mil yenes que Levi le pagaba.
Entonces tendrá a fin de mes un pago de un millón ochocientos mil yenes.
Podrá salir el siguiente fin de semana junto a Hanji y llevarla a las playas. Ya era hora de darse unos caprichos.
Otra bocanada de humo salió de la boca de Zeke, aún con esa sensación que no podía identificar adecuadamente.
Revisó el celular.
No estaba la notificación de retiro de dinero de parte de Hanji. Se ha atrasado más que de costumbre. ¿Estará enferma? ¿O se habrá quedado dormida?
Quizá sea eso lo que tiene con esa sensación de inquietud.
Pero aquello no duró mucho tiempo en sus pensamientos, porque frente a él, con la misma expresión de hastío, se encontraba una rubia de cabello corto. No parecía interesada en los juegos sexuales a los cuales otros le insinuaban.
—Deja de arruinar mi fiesta.— Frieda la regañó en voz baja.
—No es mi culpa que nadie me atraiga... para mis juegos particulares.— respondió la rubia, dándole un sorbo a su trago.
Frieda la miró con recelo.
—¿No será que alguien está infectado?— preguntó en voz más baja.
Yelena arqueó una ceja.
—Revisé todos los exámenes que les pediste. Fueron hechos en el laboratorio que les dijiste. Todo está correcto.— la rubia soltó una sonrisa sarcástica. —¿Y se te ocurre preguntar por eso ya después de haberte follado a la mayoría de tus invitados?
Frieda no bajó la guardia ante aquello.
—Pruébalo.— la desafió.
Yelena se mantuvo con el vaso en el borde de sus labios, haciendo todo lo posible para no sonreír. Frieda es tan predecible.
Soltando un suspiro que aparentaba sumisión, Yelena le dejó el vaso a Frieda e hizo un escaneo a los invitados. Bajando los hombros en aparente resignación, Yelena pareció haber elegido a Zeke y se dirigió a él.
Zeke notó que la rubia se acercaba con intenciones sexuales y él no se encontraba con ánimos para ello.
—No ahora.— le dijo e iba a darle otra calada a su cigarrillo, pero no pudo hacerlo porque la rubia le quitó el cigarro y lo apagó en la barra, muy cerca de la mano de Zeke, haciéndolo sobresaltar al pensar que podía haber sido quemado.
—No te pregunté.— respondió Yelena con voz autoritaria.
Frieda no estaba dispuesta a quitarle la mirada a Yelena y la siguió, queriendo asegurarse que Yelena realmente tenga sexo con Zeke.
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Después de la ducha, Levi nuevamente se encontraba recostado de espaldas hacia Hanji, sintiendo cómo ella le pasaba jabón líquido en su espalda.
Más consciente de su entorno, Levi notó que ella deslizaba los dedos alrededor de su piel, yendo de manera inclinada, de extremo a extremo.
Hanji notó en el instante en que Levi se tensó.
—Lo siento.— dijo ella, dejando de tocarlo. —Debió ser tan duro... pero te aseguro que solo admiraba el trabajo quirúrgico.
Levi estuvo en silencio unos instantes, meditando cuánto podría decirle a Hanji. Con anterioridad se había sentido tan comprenetrado a ella que le había revelado su proyecto arquitectónico, y ella jamás usó esa información en su contra, es más, hasta lo había ayudado a concretar su éxito.
Pero esto era algo más personal.
—Es el trabajo de Uri.— Levi empezó a decir, contando la parte más fácil de la historia. —Fueron algunas sesiones y con el pasar de los años él aprendía nuevas técnicas. Una vez que las dominaba, me pedía una nueva intervención.
Hanji depositó un beso en el hombro de Levi, notando que él no rehuía a su toque.
—Es un grandioso cirujano.— Hanji alabó con sinceridad.
Levi se recostó en el cuerpo de Hanji, sintiendo la suavidad de los senos de la fémina en su espalda.
—Siento en algunas zonas demasiada sensibilidad...— agregó Levi, sosteniendo las manos de Hanji entre las suyas, verficando que no la hubiera lastimado cuando la ató con la corbata. La piel estaba ligeramente enrojecida y no parecía haber mayor afectación. Le dio un suave beso, como si con ello minimizara el daño.—No suelo tolerar que me toquen.
—¿Como la cicatriz de la pierna?— preguntó Hanji, bajando un poco la voz.
Levi asintió. Cerró los ojos, aprisionando las manos de Hanji entre las suyas.
—No tengo muchos recuerdos agradables de mi niñez...— dijo Levi, empezando con la parte menos agradable. —Recuerdo vivir con mi madre en una zona pobre... estábamos solos... creo que mi padre estaba trabajando, tratando de ganar dinero, después de tanto tiempo llegó, pero no fue mucho dinero lo que había conseguido.— Levi estuvo años, tratando de entender lo que había sucedido, pero jamás logró comprender cómo todo se torció de tal manera. —No recuerdo mucho de aquella época pero después llegamos con Kenny, que en ese entonces estaba de novio con Traute. También vivía Uri, porque su familia jamás lo apoyó en ser médico así que lo habían dejado a su suerte. Sé que mi presencia los tomó por sorpresa, recuerdo que decían que yo estaba bastante delgado y desnutrido... Kenny dijo que iba a tomarme a cargo y fue la primera pelea que presencié entre mi madre y él. Él le reclamaba que no era apta para ser madre y ella que él no tenía hijos para hablar sobre eso. Igual nos instalamos en la mansión de Kenny... y entonces... todo cambió...— Levi sintió que Hanji lo aprisionaba contra sí, como recordando su presencia y aquello lo motivó a seguir hablando. —Mi padre se emborrachaba y quería dinero, pero Kenny decía que tenía que ganarlo, solo daba lo suficiente para subsistir. Mi padre no se atrevía a contradecirlo... pero se desquitaba conmigo. Solo una vez fue lo suficientemente estúpido para partirme el labio y Kenny le devolvió con creces el golpe. Eso hizo que mi padre fuera más cauteloso en sus agresiones, fueron más psicológicas y verbales... Hasta aquel día en que se emborrachó y no midió su enojo...
Levi rememoró y le contó a Hanji cómo su padre le había destrozado la espalda a punta de latigazos, alcanzando incluso la pierna. No recordaba qué pudo haber hecho para que su padre se enojara de tal manera. Y tampoco recuerda más de ello porque perdió la conciencia. Solo después se enteró que su padre había robado uno de los autos deportivos de Kenny y chocó en una curva peligrosa de una carretera secundaria. Quizá, reflexionó en esos momentos Levi, su padre tuvo miedo de Kenny y quiso huir.
Fue Uri quien lo curó en esos instantes. Y una vez que se cicatrizaron aquellas heridas, Uri le juró que iba a tratarlo con lo último en medicina hasta borrar lo más posible aquellas horribles marcas.
Por otro tanto, Kuchel nunca se enteró del maltrato de su esposo contra Levi. Y, destrozada emocionalmente como estaba, fue presa fácil para que Kenny se llevara a Levi al extranjero, regresando en pocas ocasiones a visitarlos, pero Levi se sentía cada vez más extraño y lejano a aquella mujer a la cual incluso dejó de llamar «madre».
Cuando Kuchel quiso retomar la relación con su hijo, había sido demasiado tarde. El niño maltratado por su padre ahora era un estudiante universitario que no quería nada que le recordara a esa mala etapa de su vida.
Si no hubiera sido por Kenny, no hubiera logrado ser el hombre de éxito que es ahora.
Y si no hubiera sido por Uri, seguramente ni estuviera con vida.
—Es por ello que les debo todo...— finalizó Levi con esos recuerdos dolorosos. —No puedo querer a Kuchel como mi madre... No la siento como tal. Y ella se desquita la falta de afecto que siento con cualquiera que se cruce en su camino.
Hanji no dejó de abrazar en ningún instante a Levi, recogiendo una pierna para mayor comodidad para acercarse de manera más física a Levi y transmitirle su cariño.
—¿Es momento de confesiones?— indagó Hanji.
Levi la miró y arqueó una ceja.
—¿También sufres de estreñimiento?— preguntó con una seriedad que hizo sonreír a Hanji.
—Para eso mi dieta incluye fibra.— dijo ella, como si fuera un secreto.
Luego le contó más sobre lo acontecido cuando fallecieron sus padres. De cómo su madre causó otro accidente de tránsito contra una joven pareja en la que el hombre fue afectado y casi pierde su mano derecha.
—Él era un novato chef y ella su asesora financiera... Llegamos a un acuerdo extraoficial pero no pude cancelarlo...— continuó Hanji. —Zeke llegó como un salvavidas y canceló la deuda. Seguramente cuando le plantee el divorcio lo reclamará.— Hanji soltó un suspiro de frustración. —Además vi a Dina, la madre de Zeke, en tu evento.
—Dina... Fritz.— aclaró Levi. —Es prima de Uri y se lleva mejor con el hermano mayor de Uri, Rod.
—Ella nunca me aprobó como esposa para su hijo.— continuó Hanji. —Ahora estoy de acuerdo con ella y eso me aterra y asquea por partes iguales.
—Te guardaré este secreto.— Levi deslizó una mano por la pierna desnuda de Hanji que tenía doblada.
Hanji se mordió el labio inferior antes de su siguiente confesión.
—En las guardias de medicina general hice amistad con dos compañeros... Moblit y Nifa. No sé si continúen trabajando en Kenko pero me separé de ellos cuando empecé a tener problemas con el pago a Nicolo y Sasha. Creo que estaban tan tensos por la carrera y no quise abrumarlos más...
—Si eran tus amigos no debieron abandonarte cuando estabas más vulnerable.— indicó Levi, volviendo su rostro hacia el de Hanji. La notó con una sonrisa triste.
—La carrera puede ser bastante exigente...— ella intentó justificarlos —...y quizá ellos cargaban con sus propios problemas.— Hanji sintió la mano de Levi acariciarle el rostro. —Te lo decía porque, si ellos trabajan en Kenko... no quiero abrumarlos con todo lo que me ha sucedido... Es más, ni quisiera decirles que me he casado y he fracasado...
—También te guardaré este secreto...— le respondió Levi deslizando una mano hasta la barbilla de Hanji y atraerla hacia él, dándole un beso leve. —No debe importarte lo que pase con los demás.— siguió hablando Levi. —Aférrate a tus metas, o no podrás soportar este mundo.
Ella asintió.
Es por ello que Levi había sido su inspiración para tomar nuevamente el control de su vida. Y aunque nunca lo llegue a decir en voz alta, Hanji entendió lo sencillo que es enamorarse de Levi.
...
Así que tendrá que contenerse y no dejarse llevar o no le alcanzará la vida para olvidarlo.
Continuará...
