Cloud se despertó con una sensación de desorientación, como si hubiera soñado con algo profundo y turbulento. Pero sabía que no había sido un sueño, porque su corazón latía con una fuerza extraña y su piel estaba caliente, como si todavía se sintiera los labios de Sephiroth sobre los suyos. Alzó la mano y se tocó los labios, recordando el beso que habían compartido. Un escalofrío le recorrió la espalda al pensar en lo que había sucedido.

Mientras se vestía para bajar al comedor común de Shinra, su mente no dejaba de revivir el encuentro con el general. ¿Qué significaba eso? ¿Era posible que se sintiera atraído por él?

Al llegar al comedor, el rubio se sentó en solitario, intentando mantener la compostura mientras sus pensamientos volvían una y otra vez a Sephiroth y a lo que había sucedido entre ellos. No estaba seguro de cómo reaccionar, así que decidió no hablar de nada con nadie.

De repente, Zack Fair se sentó a su lado, notando la tensión en el rostro de Cloud.

— ¿Estás bien, Cloud? —preguntó, su voz suave y preocupada—. Pareces cansado.

El joven asintió, tratando de sonreír.

— Sí, estoy bien. Solo un poco agotado.

El pelinegro lo miró con ojos compasivos.

— Si necesitas hablar de algo, soy tu amigo. No tengo problema en escucharte.

Cloud agradeció el gesto de amistad de Zack, pero se negó a hablar sobre sus problemas personales.

— No es nada importante, Zack. Solo no dormí bien.

Zack asintió, pero su expresión sugirió que no creía en la explicación de su amigo.

— De acuerdo, pero si necesitas hablar en serio algún día, recuerda que siempre estaré aquí para ti.

Justo entonces, Sephiroth se acercó a la mesa, su presencia imponente y dominante. Cloud sintió su corazón acelerarse al verlo, su mente reviviendo los sentimientos que había experimentado la noche anterior.

— Buenos días, Cloud —dijo el general con una sonrisa fría—. Esperaba encontrarte aquí. Tenemos que hablar sobre algunas cosas.

El joven se sintió atrapado entre su deseo de evitar a Sephiroth y su curiosidad por saber qué quería discutir con él. Finalmente, asintió con la cabeza y se levantó de la mesa.

— De acuerdo, Sephiroth. Hablemos fuera.

Sephiroth sonrió, como si hubiera ganado una batalla sin luchar.

— Excelente elección. Me gusta que seas razonable, Cloud.

Los dos hombres salieron del comedor, dejando a Zack Fair con una mirada inquieta en su espalda. Cloud se detuvo en el pasillo, esperando a que Sephiroth hablara.

— ¿Qué querías discutir? —preguntó, su voz tensa—.

— Rufus Shinra ha decidido que es necesario tomar medidas contra el grupo rebelde que atacó nuestra instalación —dijo el general, su voz calmada pero con un toque de autoridad—. Han sido identificados como peligrosos y su eliminación es crucial para mantener el orden en la ciudad.

El joven SOLDADO escuchó las palabras de Sephiroth con una mezcla de incomodidad y preocupación. No estaba seguro de si apoyaba la misión tras la conversación que tuvo con Glenn Lodbrok.

— ¿Y qué quieres que haga yo en esta misión? —preguntó, tratando de mantener la neutralidad en su tono de voz—.

Sephiroth sonrió y se acercó a la oreja del rubio para susurrar.

— Quiero que vengas conmigo, Cloud.

Cloud se sintió un poco sorprendido por la petición del general, pero no se opuso. Después de todo, era su deber como SOLDADO asistir a sus superiores en misión.

— De acuerdo —dijo, asintiendo con la cabeza—. ¿Cuál es el plan?

Sephiroth se apartó y se puso a mirar a Cloud con una mirada penetrante.

— El líder del grupo rebelde, supuestamente, tiene información valiosa sobre los planes de Shinra. Debes ayudarme a capturarlo vivo.

Cloud se tensó al escuchar lo del líder del grupo rebelde. Recordaba su conversación con Glenn Lodbrok, la sensación de que el hombre sabía algo importante.

— Entendido. ¿Cuándo salimos?

— No podemos esperar —dijo Sephiroth con urgencia—. Tengo una intuición, un presentimiento. Creo que sé dónde se esconde Glenn en este momento.

El joven SOLDADO se inclinó hacia adelante, interesado por la información.

— ¿Dónde está? —preguntó, su mente ya empezando a trabajar en estrategias de captura—.

Sephiroth sonrió, una sonrisa enigmática que hacía que Cloud se sintiera incómodo.

— En el Sector 5. En los barrios bajos, en la iglesia. Creo que allí podemos encontrarlo.

— Entendido —asintió el joven SOLDADO, alzando su espada—. Vamos.

Sin más palabras, los dos hombres se pusieron en marcha, decididos a capturar a Glenn y obtener la información que necesitaban.

Los dos SOLDADOs se desplazaron a través de la ciudad hacia el Sector 5. La tensión entre ellos era palpable, el aire cargado de expectación. Cloud no podía evitar pensar en la conversación que había tenido con Glenn, en la sensación de que el hombre sabía algo crucial sobre Shinra.

Al llegar a los barrios bajos del Sector 5, vieron la iglesia en ruinas, con flores creciendo en medio de un hueco. Era un lugar desolado, perfecto para esconderse.

— Allí —dijo Sephiroth, señalando una de las paredes de la iglesia—. Glenn Lodbrok está allí dentro.

Los dos hombres se acercaron sigilosamente a la pared indicada por el general. Sephiroth se detuvo y escuchó atentamente, como si estuviera esperando algo. De repente, un ruido proveniente de dentro de la iglesia los hizo tensarse.

— Escucha eso —susurró Sephiroth, su voz baja y grave—. Es Glenn. Está hablando con alguien.

Cloud se inclinó hacia adelante, intentando escuchar mejor. Alguien dentro de la iglesia estaba hablando con él, pero no podía distinguir las palabras. Sephiroth sacó su Masamune, listo para entrar en acción.

— Vamos. —dijo, abriendo la puerta de la iglesia con un susurro—. Capturémoslo antes de que se escape.

Al entrar en la iglesia, Cloud y Sephiroth se encontraron a Glenn Lodbrok y Aerith Gainsborough en medio de una conversación. Glenn hablaba con vehemencia, mientras que Aerith escuchaba con atención.

— ...no podemos dejar que Shinra siga destruyendo el planeta —decía Glenn, su voz cargada de determinación—. Tenemos que actuar ahora, antes de que sea demasiado tarde.

Aerith asintió, su rostro serio.

— Sé que tienes razón, Glenn. Pero ¿qué podemos hacer contra una organización como Shinra? Son demasiado poderosos.

— No te rindas, Aerith —dijo Glenn, tomando su mano—. Juntos, podemos hacer una diferencia. Contra Shinra, no tenemos nada que perder.

Sin hacer ruido, Sephiroth se acercó a Glenn y lo agarró por la muñeca, intentando separarlo de Aerith.

— ¡Suéltame! —gritó Glenn, resistiéndose—. ¡No te atrevas a tocarme!

El general sonrió, su mirada fría y despiadada.

— No tengo elección, Lodbrok. Rufus Shinra ordenó que te capturara vivo. Así que no te resistas.

Con una fuerza sobrehumana, Sephiroth levantó a Glenn del suelo, llevándolo hacia atrás mientras intentaba alejarlo de Aerith. Pero Glenn no se rindió fácilmente. Con un grito de rabia, se liberó del agarre de Sephiroth y se lanzó contra él. Los dos hombres se enfrentaron en un combate frenético, sus armas chocando con fuerza en la iglesia en ruinas. Sephiroth blandía su Masamune con soltura, la hoja desproporcionadamente larga que sobresalía por encima de su cabeza. Glenn, por su parte, utilizaba su poderoso martillo con habilidad, golpeando al general con fuerza.

El general SOLDADO era rápido y ágil, esquivando los golpes de Glenn con facilidad. Su Masamune giraba a su alrededor con un movimiento fluido, buscando abrirse camino a través de la defensa de Lodbrok. Pero el líder rebelde no se rendía, golpeando con fuerza y resistiendo cada embestida de Sephiroth.

De repente, Sephiroth cambió su enfoque y comenzó a moverse con un ritmo más rápido, su Masamune girando a su alrededor en un movimiento circular. Glenn, sorprendido por la velocidad del ataque, no pudo esquivar los golpes sucesivos.

El general ejecutó su famoso ataque, el octaslash. Ocho rápidas estocadas se sucedieron una tras otra, cada una más letal que la anterior. Glenn intentó levantar su martillo para protegerse, pero no fue lo suficientemente rápido. Los golpes de la Masamune de Sephiroth rebotaron en el metal, pero su fuerza y velocidad eran demasiado para que el martillo pudiera detenerlos por completo. El líder rebelde cayó al suelo, herido y desorientado, su martillo despedido de sus manos. Sephiroth se acercó a él, su Masamune lista para dar el golpe de gracia.

— Así que esto es todo, Lodbrok —dijo Sephiroth, su voz fría y despiadada—. Tu resistencia ha sido... interesante. Pero al final, no has podido evitar que Shinra obtenga lo que quiere.

Cloud, que había estado observando la batalla en silencio, sintió una oleada de empatía por Glenn. No podía dejar que el general lo matara.

— Espera —dijo, interponiéndose entre los dos hombres—. No le hagas daño. Rufus lo quiere con vida.

Sephiroth se detuvo, su mirada recayendo en Cloud con una expresión de sorpresa y desdén. Pero luego asintió.

— De acuerdo, Cloud. Capturémoslo con vida. Pero no creas que esto significa que tenga piedad por él.

Juntos, los dos SOLDADOs se arrodillaron junto a Glenn, que yacía en el suelo, herido y exhausto. El joven rubio levantó al rebelde, apoyándolo en su hombro mientras el general lo ataba con cuerdas. Mientras tanto, Aerith había huido de la iglesia en el momento en que comenzó el combate, escondiéndose en la sombra.

Cloud y Sephiroth salieron de la iglesia con Glenn atado, y su misión cumplida. Pero el joven SOLDADO no podía quitarse de la cabeza la conversación que había tenido con el líder rebelde, la sensación de que sabía algo crucial sobre Shinra. Sephiroth, por su parte, parecía satisfecho con la captura, pero su expresión era impenetrable, dificultando leer sus pensamientos. Cloud no sabía qué planeaban hacer con Glenn, pero tenía la certeza de que no sería algo bueno para el rebelde.

— Deberíamos llevarlo a Shinra. —dijo Sephiroth, su voz cortante—. Rufus estará ansioso por verlo.

— Sí, claro. —asintió Cloud, tratando de mantener la compostura—. Vamos.

Pero mientras caminaban, no pudo evitar preguntarse qué sucedería con Glenn Lodbrok una vez que estuviera bajo la custodia de Shinra. ¿Sería torturado para obtener información? ¿O simplemente se iban a deshacer de él como un obstáculo inútil? Cloud sentía una mezcla de preocupación y culpa por haber ayudado a capturar a alguien que creía que luchaba por un buen propósito. Pero era su deber como SOLDADO, y no podía desobedecer las órdenes de su superior, por mucho que le costara.

Al llegar a Shinra, Cloud y Sephiroth entregaron a Glenn a manos de varios guardias armados. El líder rebelde fue arrastrado hacia el interior, su resistencia vana contra las fuerzas de Shinra. El joven SOLDADO se quedó en el umbral, mirando cómo se desvanecían en la penumbra. Sentía un nudo en el estómago, la duda y la culpabilidad creciendo dentro de él. Había cumplido su deber, pero no podía evitar preguntarse si había hecho lo correcto.

Sephiroth se acercó a él, su mirada fría y calculadora.

— ¿Te preocupa el bienestar de Lodbrok? —preguntó, una sonrisa seca en sus labios—. No te preocupes. Rufus sabrá qué hacer con él.

Cloud se volvió hacia el general, su expresión tensa.

— No es eso... solo... me preocupa lo que pueda pasarle. —dijo, su voz un poco débil—. No sé qué piensa hacer Rufus con él. ¿No crees que deberíamos saber qué planes tiene antes de entregarlo?

Sephiroth se rió, una risa baja y desagradable.

— Rufus no se preocupa por los detalles. Sólo por el resultado. Y en este caso, el resultado es que Glenn Lodbrok estará fuera de combate, lo que es beneficioso para Shinra.

Cloud asintió, pero no estaba convencido. Tenía una sensación creciente de que algo no cuadraba, que había más detrás de esta captura que simplemente cumplir con una orden. Pero no sabía qué podía hacer al respecto. El rubio se despidió de Sephiroth y regresó a su cuarto, su mente dando vueltas con preguntas y dudas. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Glenn, atado y sometido, y la sensación de que había hecho algo incorrecto.

Al llegar a su habitación, encontró una nota en su mesa de escritorio. Era de Zack Fair, pidiéndole que se reuniera con él en el comedor. Cloud la leyó con interés, recordando la amistad que compartían.

Decidió ir a buscarlo, necesitaba hablar con alguien, confiar en alguien. Llegó al comedor y lo encontró sentado solo, mirando el vacío con una expresión seria.

— ¿Qué pasa, Zack? —preguntó Cloud, sentándose a su lado—. ¿Por qué me has llamado?

El pelinegro miró a su amigo con una seriedad que no le era característica, su expresión grave.

— Cloud, tengo una sensación... un presentimiento. —empezó a decir, sus manos jugueteando con la taza de café que tenía delante—. Sé que no eres el tipo de persona que habla de "sentimientos", pero... no sé, algo me dice que algo va mal.

Cloud se inclinó hacia adelante, interesado por la preocupación de su amigo.

— ¿Qué te hace pensar eso, Zack? —preguntó, su voz suave pero seria—. ¿Algo relacionado con Glenn y Shinra?

Zack se mordió el labio inferior, pensativo.

— No exactamente... pero... he oído rumores, suposiciones. Algunos dicen que Shinra está haciendo cosas feas, cosas que no se deben. Y después de verte con Sephiroth y Glenn... no sé, me da mala espina.

— ¿Qué tipo de cosas feas? —preguntó Cloud, su interés creciendo—. ¿Qué has oído exactamente?

El pelinegro suspiró, como si no estuviera seguro de querer hablar más sobre el tema.

— No tengo pruebas, solo rumores. Pero hay gente que habla de experimentos, de gente que desaparece... Algunos incluso dicen que Shinra causo la falla de limpieza en el sector 5, donde murieron civiles. No sé si es verdad, pero... —se detuvo, mirando a Cloud con preocupación—.

Cloud se quedó callado por un momento, procesando la información que su amigo le estaba compartiendo. La idea de que Shinra estuviera involucrado en cosas feas no era nueva para él, pero había estado tratando de mantenerlo a raya, convenciéndose a sí mismo de que era solo especulación. Pero ahora, con las palabras de Zack resonando en su mente, no podía ignorar la verdad tan fácilmente. Sephiroth y Rufus no parecían preocuparse por los civiles, solo por sus propios intereses. Y Glenn, en el momento de la captura, había hablado de la destrucción del planeta.

— Zack, tienes razón —admitió el joven finalmente, su voz grave y seria—.

Zack se inclinó hacia adelante, su expresión decidida.

— Podemos ir a la oficina de los Turcos, ver si tienen a Glenn o si podemos encontrar algo. Los Turcos son los que hacen el trabajo sucio para Shinra, no sé qué pueden saber, pero vale la pena investigar.

Cloud asintió mientras el plan empezaba a tomar forma en su mente.

— De acuerdo, vamos a investigar. Pero tenemos que ser cuidadosos, no podemos alertar a nadie de nuestro interés por el líder rebelde.

— No te preocupes, Cloud. —dijo Zack, sonriendo con confianza—. Vamos a encontrar a Glenn y aclarar esta situación.

Ambos SOLDADOs se levantaron discretamente de sus sillas, evitando atraer la atención de los demás comensales. Con cuidado, se dirigieron hacia la salida, manteniendo una actitud natural, como si simplemente se fueran a entrenar. Una vez fuera del comedor, se desviaron hacia un pasillo lateral, alejándose de la zona principal. Avanzaron en silencio, sus pasos suaves sobre el suelo. Al llegar a un cruce, Zack se detuvo, escuchando atentamente. No se oía nada fuera de lo normal. Con un gesto, indicó a Cloud que seguían adelante, y juntos continuaron su camino, manteniendo una velocidad moderada para no llamar la atención.

Llegaron a un ascensor privado, utilizado solo por los oficiales más altos y los miembros de los Turcos. El pelinegro presionó el botón correspondiente al piso subterráneo, y el ascensor comenzó a bajar, su movimiento silencioso y suave. Mientras descendían, los amigos se mantuvieron en silencio, mirando hacia adelante, listos para cualquier situación que se presentara. La tensión era palpable, pero ninguno de ellos se inmutó, acostumbrados a enfrentar desafíos en el campo de batalla.

Finalmente, el ascensor se detuvo, y las puertas se abrieron con un suave chasquido. Los dos SOLDADOs salieron al pasillo oscuro y vacío, su respiración tranquila era el único sonido que rompía el silencio. Con pasos lentos y silenciosos, Cloud y Zack avanzaron por el pasillo del sótano, la oscuridad apenas iluminada por las luces tenues de los fluorescentes. La red de corredores de acero los guió a través del interior de la placa, los sonidos de sus pisadas amortiguados por el material metálico.

Después de varios minutos de caminar, llegaron a una puerta blindada, con un panel de identificación. Cloud se acercó, estudiando la placa. Al parecer, estaban en el nivel correcto, pero necesitaban encontrar la oficina de los Turcos específicamente.

Después de varios intentos fallidos con diversas salas de aquel nivel, los SOLDADOs encontraron la puerta correcta. La abrieron con cuidado, temiendo encontrar a alguien allí dentro. Pero la oficina de los Turcos estaba vacía, iluminada solo por la luz tenue de las pantallas y la lámpara de la mesa de Tseng.

La sala de auditoría, que era la oficina de los Turcos, era un espacio austero, con paredes de granito oscuro y un suelo de cemento. El escritorio de Tseng, el director, ocupaba un lado, con una pantalla grande y varios dispositivos electrónicos detrás. En la mesa de centro había una fila de pantallas azules, similares a tabletas, rodeadas de sillas para reuniones. Zack se quedó cerca de la puerta, escuchando atentamente el silencio de los pasillos del sótano. Su misión era asegurarse de que no hubiera nadie cerca, vigilando como un gato en un gallinero, mientras que Cloud se acercó a la mesa central. Con suavidad, tocó una de las pantallas azules, y la pantalla se encendió, revelando una interfaz compleja de datos. El joven comenzó a navegar a través de la información, su expresión grave mientras leía los informes y archivos. Al poco tiempo, encontró lo que buscaba: documentos sobre la limpieza del sector 5. Con manos temblorosas, los abrió, leyendo con horror los detalles de la destrucción y muerte de civiles inocentes. La información era clara: Shinra había causado la falla en el sector 5, y luego había enviado a los Turcos a cubrir los rastros, eliminar pruebas y silenciar a los supervivientes.

El rubio se sentó bruscamente en una de las sillas, su mente reaccionando a la revelación. El pelinegro se acercó, viendo la expresión de horror en el rostro de su amigo.

— ¿Qué encontraste, Cloud? —preguntó, su voz baja y preocupada—.

Cloud levantó la vista, sus ojos azules verdosos brillando con una mezcla de shock y determinación.

— Es todo un montaje, Zack. Shinra sabía que la limpieza del sector 5 iba a causar daños, pero lo hicieron de todos modos. Y luego intentaron cubrirlo todo, matando a los que habían sobrevivido.

Zack se sentó a su lado, poniendo una mano en el hombro de Cloud, su expresión era grave y preocupada.

— Entiendo. Esto explica mucho. ¿Y Glenn? ¿Qué tiene que ver con todo esto?

Cloud se aclaró la garganta, su voz firme.

— Según estos informes, Glenn Lodbrok era uno de los pocos que supo la verdad. Shinra lo quería callar, por lo que lo capturaron.

Zack frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente.

— Entonces, si Shinra quiere mantener esto en secreto, es posible que hayan llevado a Glenn a un lugar seguro, fuera de la oficina de los Turcos.

— O quizás lo hayan matado. —sugirió el jovenrubio, su voz sombría—. No podemos descartar esa opción.

De repente, la puerta de la oficina se abrió con un chirrido, haciendo que ambos SOLDADOs se volvieran hacia ella. Tseng, el director de los Turcos, entró. El director se detuvo en el umbral, su mirada recorriendo la habitación hasta posarse en Cloud y Zack. Una sonrisa fría se extendió por su rostro.

— Ah, Cloud Strife. Zack Fair. ¿Qué hacéis aquí? No esperaba encontraros en mi oficina.

Los SOLDADOs se miraron rápidamente, pensando a toda prisa en una respuesta convincente. Cloud fue el primero en hablar, su voz tranquila y natural.

— Solo veníamos a hacer una inspección rutinaria, Tseng. Queríamos asegurarnos de que todo esté en orden aquí, como siempre.

Zack asintió en segundo plano, apoyando la versión de su amigo.

— Sí, solo un check-up, nada más.

Tseng los observó con suspicacia, pero no parecía convencido por su explicación.

— ¿Y qué tal si os ayudo a recordar lo que está permitido y lo que no en este lugar? —sugirió con un tono sarcástico—.

Cloud y Zack intercambiaron otra mirada rápida, buscando una forma de salir de la situación. El joven rubio tomó la iniciativa, su voz calmada y confiada.

— Tseng, sabes que respetamos las reglas y los límites. No veníamos a hacer nada malo, solo a cumplir con nuestro deber como SOLDADO.

El pelinegro se unió a la explicación, su tono firme y decidido.

— Estamos aquí para proteger a Shinra, no para causar problemas.

Tseng los escuchó con un gesto impasible, pero su mirada no se relajó. Luego, dio un paso adelante, rodeando la mesa y acercándose a ellos.

— Bueno, en primer lugar, recordad que esta oficina es estrictamente reservada para los Turcos. Nadie, absolutamente nadie, entra aquí.

El joven SOLDADO se mantuvo firme, su expresión calmada y resoluta.

— Entendido, Tseng. No volveremos a entrar aquí sin tu permiso explícito.

Zack asintió, su tono firme.

— Y, por supuesto, nos aseguraremos de cumplir con nuestros deberes en cualquier otra parte de la instalación, sin necesidad de invadir tu oficina.

El director los evaluó por un momento más, luego asintió.

— Bien. Ahora, si no tenéis nada más que hacer aquí, deberíais ir a realizar vuestros entrenamientos. No quiero volver a veros en mi oficina, ¿entendido?

— Entendido, Tseng. —dijo Cloud, girándose hacia la puerta—. ¡Vamos, Zack!

El pelinegro se levantó y se unió a su amigo, siguiéndolo hacia la puerta. El director de los Turcos los observó mientras se marchaban, su expresión impasible no revelando si creía en su explicación o no. Una vez fuera de la oficina, los dos SOLDADOs se relajaron un poco, sus alivios mutuos manifestados en sus sonrisas tensas.

— Bien hecho —dijo Zack, golpeando ligeramente el hombro de su amigo—. No te preocupes, Tseng no sospechó nada.

Cloud asintió, sus ojos buscando la salida del pasillo.

— Sí, pero no podemos permitirnos más riesgos.

El pelinegro asintió, su expresión seria reflejando la preocupación de Cloud.

— Tienes razón, Cloud. No podemos arriesgarnos más. Vamos a regresar al piso 49.

Juntos, comenzaron a caminar hacia el ascensor, sus pasos silenciosos en el pasillo vacío. Al llegar, Zack presionó el botón correspondiente al piso 49, y el ascensor comenzó a subir con movimiento suave. Mientras ascendían, los dos amigos no intercambiaron palabra, cada uno sumido en sus propios pensamientos. La revelación sobre la limpieza del sector 5 y la captura de Glenn Lodbrok había cambiado todo, y no estaban seguros de cómo afectaría su futuro en SOLDADO.

Cuando el ascensor llegó al piso 49, Cloud y Zack salieron, sus ojos ajustándose a la luz más brillante del nivel de SOLDADO. Justo en ese momento, Sephiroth salió de una habitación cercana, su figura imponente y elegante atrayendo la atención instantáneamente. Al ver a Cloud, el general sonrió, su expresión enigmática.

— Cloud Strife. Me alegra verte. ¿Vais a entrenar?

El joven rubio se detuvo, un poco sorprendido por la pregunta, pero pronto se dio cuenta de que Sephiroth había estado esperándolo.

— No, solo volvía de una misión, Sephiroth. ¿Y tú?

— Me tomaba un breve descanso —dijo el general, mirando el ascensor—. Me gustaría que te unieras a mí.

Cloud se volvió hacia Zack, su expresión grave reflejando la tensión del momento.

— Zack, me voy con Sephiroth un momento. Regreso luego.

El pelinegro asintió, su mirada entendiendo la situación.

— De acuerdo, Cloud.

Con eso, el rubio se unió a Sephiroth, caminando junto al él hacia el ascensor. El general pulsó el botón, y el ascensor se cerró detrás de ellos. Durante el ascenso, Sephiroth no dijo nada, su silencio inquietante. Cloud se mordió el labio inferior, su mente trabajando para encontrar algo que hablar, pero no tenía ideas.

Finalmente, llegaron al piso 51, la oficina del director de SOLDADO, al salir del ascensor, Sephiroth condujo a Cloud por el pasillo hasta la oficina. Al llegar, el general abrió la puerta con su llave personal, entrando sin esperar a que el joven lo siguiera.

— Aquí es donde me gusta descansar cuando no hay nadie en el edificio —dijo, cerrando la puerta detrás de ellos—. El director me permite usarla cuando no está.

La oficina era espaciosa y lujosa, con un escritorio grande y una biblioteca que ocupaba una pared entera. Sephiroth se sentó en el sofá frente al escritorio, invadiendo el espacio con su presencia imponente.

— ¿Quieres tomar algo? —ofreció, mirando a Cloud—. Un vaso de agua, quizás.

Cloud se sentó en una silla frente al sofá de Sephiroth, un poco incómodo con la intimidad de la situación. Cuando el general le ofreció agua, el joven se encogió de hombros.

— No, gracias. No necesito nada.

Sephiroth asintió, su mirada fija en el joven. La habitación se llenó de un silencio tenso, solo interrumpido por el suave rumor de la ventilación. Cloud se sintió como si estuviera en el ojo del huracán, la atracción casi palpable que el general sentía hacia él. De repente, Sephiroth se levantó, acercándose a Cloud con pasos lentos y deliberados. El rubio se puso de pie también, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. El general se detuvo frente a Cloud, su rostro muy cerca del otro. El joven podía sentir el calor emanando del cuerpo del general. Sephiroth levantó una mano, acariciando suavemente la mejilla de Cloud con los dedos enguantados, como si fuera una delicada flor.

— Eres tan hermoso, Cloud. —susurró, su voz ronca y cargada de deseo—. No puedo resistirme a ti.

Y sin más, Sephiroth besó al joven con pasión, su lengua invadiendo la boca del otro hombre con avidez. Cloud se sorprendió al principio, pero pronto se dejó llevar por la intensidad del beso, sus brazos rodeando el cuello del general.

El beso de Sephiroth fue como un huracán, arrasando con la resistencia de Cloud. El rubio se abandonó a la pasión, su cuerpo respondiendo con una intensidad que lo sorprendió a sí mismo. Sephiroth lo apretó contra su cuerpo, su erección presionando contra la del joven. El general se apartó un momento, su aliento caliente en el oído de Cloud.

— Quiero más —susurró, su voz cargada de deseo—. Quiero todo de ti.

Y sin darle tiempo a Cloud para responder, Sephiroth lo levantó y lo llevó al escritorio, empujándolo sobre la superficie dura. El general se quitó el abrigo largo negro y la arrojó al suelo, revelando su torso musculoso y desnudo. También sw quitó los guantes, dejándolos caer al suelo y despojó al joven SOLDADO de su ropa inferior, liberando su miembro erecto y pulsante. Luego, se acercó más a Cloud, que estaba sentado sobre el escritorio, mirándolo con ojos llenos de deseo y miedo a la vez.

Y sin más, Sephiroth se arrodilló entre las piernas del rubio, rodeando con sus manos el miembro del otro hombre. Luego, lo guió hacia su boca, su lengua rodeando la cabeza antes de tragárselo hasta la garganta.

Cloud gimió, su cabeza echándose hacia atrás mientras el general lo devoraba con pasión, su lengua trabajando en su miembro con habilidad. Sephiroth continuó su felación, su boca y lengua trabajando en armonía para proporcionar placer al joven. El rubio gemía y se retorcía sobre el escritorio, sus manos acariciando el cabello plateado del general.

El sexo oral de Sephiroth era intenso y profundo, su boca cubriendo cada centímetro del miembro ajeno, su lengua circulando alrededor para estimular su glande. Cloud se sintió cerca del orgasmo, su respiración acelerada y su cuerpo tenso.

De repente, Sephiroth levantó la cabeza, sus ojos cian brillando con deseo.

— ¿Listo para corerte en mi boca, Cloud? —preguntó con voz ronca, su aliento caliente en la punta del miembro del otro hombre—.

Cloud asintió, su respiración agitada.

— Sí, Sephiroth...

Con una sonrisa perversa, el general volvió a colocar la cabeza entre las piernas de Cloud. Luego, se lanzó a su tarea con renovada pasión, su boca y lengua trabajando en armonía para llevar al joven SOLDADO al éxtasis. Cloud gemía y se retorcía, sus manos apretando el cabello plateado del general.

Y con un gemido, el rubio alcanzó el clímax, su miembro palpitando en la boca del general mientras liberaba su semen. Sephiroth lo bebió con avidez, su lengua recogiendo cada gota.

Después, Sephiroth se levantó y miró a Cloud con sus ojos cian brillantes, su expresión llena de deseo y posesión.

— Eres mío, Cloud Strife. —dijo, su voz ronca y cargada de autoridad—. Y pronto, todo el mundo lo sabrá.

Con esas palabras, el general se acercó a Cloud y lo besó con fuerza, su lengua explorando cada rincón de la boca del otro hombre. El rubio respondió al beso, su cuerpo aún temblando por el orgasmo reciente.

La pasión entre Sephiroth y Cloud era una llama que crecía con cada encuentro, una llama que pronto consumiría todo en su camino.