Advertencia: Este OneShot fue escrito en colaboración con el usuario TheBlaank, y está dividido en dos versiones, siendo esta la versión blanca. Si quieren leer la versión negra, pueden buscarla en su página de usuario ;)
Era una bella tarde de verano en la región de Unova. Los Pidove, Ducklett y Rufflet trinaban y graznaban felices y posados sobre las copas de los árboles llenos de vida, producto de la bendición que la primavera pasada les había brindado con hojas verdes vírgenes, repletas de color y de vida; los ríos y lagos, puros y cristalinos, rebosaban de Tympole, Frillish, Poliwag, Basculin, Magikarp y demás pokémon acuáticos; y los bosques, dotados de una flora diversa y exhuberante, albergaban a cientas de criaturas como Blitzle, Patrat, Petilil, Sewaddle, Cottonee y sus respectivas líneas evolutivas, entre otros peculiares pokémon del tipo planta, normal y bicho como Lillipup, Venipede y Audino.
Al igual que el resto de la gente de Unova, Hilda, una joven de catorce años, se hallaba disfrutando alegremente del sol y realizando actividades al aire libre, en su caso trotar en círculos en el exterior de una gran extensión boscosa con un sistema de cuevas al que los lugareños conocían como el Boquete Gigante.
Habían pasado menos de dos meses desde que aquella muchacha originaria de Pueblo Arcilla, con cabello castaño y ojos azules, iniciase su viaje como entrenadora pokémon y ayudado junto a sus amigos de la infancia, Bianca y Cheren, a frustrar los planes del malvado Equipo Plasma, una organización que buscaba que la gente de la región liberase a sus pokémon para poder tomar control de la nación con los suyos. En el proceso se había convertido en la compañera de Reshiram, el legendario y ancestral pokémon dragón representante y protector de la verdad.
Se había convertido en un modelo a seguir para todos en Unova, mas todavía le quedaba un reto más para ser considerada la entrenadora más fuerte: llevar a cabo una revancha contra el Alto Mando, los cuatro entrenadores más aptos y diestros que la región conocía, y desafiar al actual campeón, un veterano conocido localmente como Alder; debido a ello, Hilda se había internado en lo profundo del Boquete Gigante para entrenar junto a su equipo, acumulando experiencia retando a los temibles y fieros pokémon que merodeaban aquella zona, con el fin de cerciorarse que estarían listos para el desafío que les aguardaba.
En ese mismo momento acababa de derrotar a un temible dúo conformado por un Solrock y un Absol gracias a la ayuda de Serperior, su pokémon más fuerte y aquel con el que había empezado su aventura, criándolo desde que era un pequeño Snivy entregado a ella por la profesora Juniper. El vínculo y la amistad que los unía les volvía inseparables como uña y carne.
Como ambos ya se hallaban cansados y empapados en sudor, decidieron tirarse sobre la hierba a descansar, agotados pero felices.
-Muy buen trabajo, Serperior-jadeó ella acariciándole la cabeza y desplomada sobre el cuerpo del ofidio, en señal de afecto-. Ese último Lluevehojas tuyo los dejó patitiesos. ¡Un poco más y el Alto Mando y el campeón serán pan comido!
El pokémon de tipo planta le devolvió el gesto lamiéndole la mejilla con su lengua. Hilda le sonrió y apoyó la cabeza para dirigir su atención hacia el bello y despejado cielo azul, al mismo tiempo que se ponía a reflexionar sobre lo lejos que había llegado como entrenadora y como persona en aquellos dos meses.
Sus pokémon la querían. Su familia y amigos la querían. Todos la querían. Sin duda era la chica más afortunada y próspera en todo el mundo. Y nada ni nadie podría arrebatárselo.
De pronto un fuerte y momentáneo destello blanco iluminó la zona, forzándola a ella y a su inicial a taparse los ojos para no quedar ciegos.
-¡¿Pero qué te…?!-exclamó ella muy enojada mientras volvía a alzar los párpados y poniéndose de pie una vez la fuerte luz se esfumó. Estaba convencida de que era algún otro bobo ordenándole a su pokémon que usase el movimiento Destello indiscriminadamente y a modo de broma. Luego se interrumpió y abrió la boca azorada por lo que vio-¡Oh!
La joven quedó patidifusa. Frente a ella se encontró ni nada más ni nada menos que con una réplica casi exacta de sí misma que vestía sus mismas prendas deportivas, pero un poco más alta y con unas facciones en el rostro más marcadas que dejaban en claro que era mayor a ella por al menos unos años de diferencia. La acompañaba un pokémon equino y cuadrúpedo de pelaje negro con rayas, crin y cola blancas que Hilda identificó instantáneamente como un Zebstrika.
-¿Eh?-preguntó perpleja la aparición apenas reparó en su presencia. Su voz era igual a la suya, pero algo más gruesa-¿Quién eres tú? ¿acaso eres otra fanática que quiere un autógrafo? Porque si es así te digo que robarme el look y mi pokémon es todo menos halagador.
-¿Yo, robarte el look y el pokémon?-repitió Hilda levemente molesta apenas pudo salir del asombro inicial. Luego le apuntó con el dedo índice acusatoriamente-Podría decirte lo mismo. ¿Quién eres tú y por qué estás vistiendo mi ropa?
-Sí, sí, hazte la tonta-dijo de pronto su doble corriendo hacia ella y procediendo a tironearle de las mejillas-, pero a mí no me engañas. Sé que eres algún pokémon haciéndose pasar por mí, como ese Zorua que vi transformado en un niño una vez en Ciudad Porcelana.
Hilda chilló de dolor al sentir cómo la recién llegada la pellizcaba de forma insistente, al mismo tiempo que se preguntaba si no se había desmayado y se encontraba ahora atrapada en medio de algún sueño extraño; por fortuna, y antes de que Serperior se viese forzado a intervenir, la desconocida la soltó y retrocedió impresionada.
-Vaya, realmente eres yo-le dijo estupefacta. Después de eso añadió-. Aunque eres un poco más chica-después elucubró llevándose la mano a la barbilla y preguntó-. ¿Por casualidad tienes catorce?
-¿Cómo lo sabes?-preguntó Hilda arqueando una ceja y mirándola con una mirada inquisitiva. Aquella supuesta versión mayor de ella la intrigaba más y más con cada segundo que pasaba-¿acaso…vienes del futuro?
-Tal vez, o tal vez solo seamos de dimensiones diferentes-dijo la otra Hilda soltando una risita. Acto seguido agregó mientras acariciaba el lomo de su Zebstrika-. Yo tengo diecisiete. Imagino que todavía no te has convertido en campeona, ¿verdad?
-Eh…sí-respondió ella levemente avergonzada. De pronto sus ojos se iluminaron y una sonrisa se le dibujó en el rostro-. Espera, ¡¿significa eso que en el futuro ganaré la Liga Unova?!
-Oh chica, harás eso y mucho más-dijo la Hilda mayor revoleando los ojos y con una sonrisa pícara que ella no supo cómo interpretar. Después le extendió su mano izquierda en señal de amistad-. Y si me dejas instruirte, de seguro que lo harás más rápido que yo.
-Supongo que empezamos con el pie izquier…-comenzó entusiasmada la joven entrenadora, devolviéndole el saludo.
Pero se interrumpió a sí misma cuando notó que la mano de su contraparte tenía algo pegajoso y viscoso que se adhirió a la suya. Una especie de sustancia que era cálida al tacto, y que aparentemente había quedado pegada también a sus mejillas cuando ésta la sujetó.
No le tomó mucho tiempo comprender de qué se trataba y entrar en pánico.
-¡AAAAAAAAAAAAAAH!-gritó asqueada mientras se tiraba velozmente al suelo en un intento por limpiarse en el pasto. Posteriormente estalló en ira-¡¿Qué rayos te pasa?! ¡¿por qué tienes semen de algún chico en tus manos, es que no tienes pudor?!
-¿De algún chico?-preguntó su otra yo sonriéndole pérfidamente mientras volvía a soltar una risita.
Y fue en aquel momento cuando Hilda notó algo que no había visto antes y que le heló la sangre: la fornida entrepierna del Zebstrika estaba mojada, con su largo y apenas retraído pene goteando a plena luz del día.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!-gritó todavía más fuerte y de forma más prolongada que antes, esta vez corriendo a esconderse detrás de Serperior, quien estaba tan impactado como ella-¡¿estás loca?! ¡¿cómo puedes tener sexo con tu pokémon?!
-¿Qué, tú todavía no lo has hecho?-preguntó la Hilda extrañada mientras dejaba que el Zebstrika le aplicase lengüetazos sobre el cuello de forma lujuriosa, como si desease desesperadamente que se deshiciese de su ropa para lamerla de arriba a abajo-. También lo he hecho con mi Jellicent, mi Unfezant y mi Mienshao. De hecho estaba terminando de fornicar con Zebstrika y de vestirme cuando aparecimos aquí. No me preguntes cómo porque estoy igual de perdida que tú.
-¡¿Pero qué diablos tienes en la cabeza?!-espetó ella llevándose ambos brazos al estómago, reconociendo que compartían los mismos pokémon. Su almuerzo amenazaba con subir y salir por su boca de la repulsión que la invadió-¡no puedes hacer eso con ellos, debe ser ilegal!
-¿Y qué tiene de malo?-inquirió su versión alterna encogiéndose de hombros y relajada-Todo mi equipo disfruta de mí, y yo de ellos. A fin de cuentas todos mis pokémon son machos, así que pueden sentirse por un rato como mis maestros metiéndome su verga. Hasta Zekrom me la ha metido ya por el...
-¡AAAAAH YA CÁLLATE, CÁLLATE, CÁLLATE, NO QUIERO SEGUIR ESCUCHANDO!-protestó ella tirando su gorra y llevándose las manos a los oídos, cerrando los ojos mientras daba fuertes pisotones-¡¿es que no te da vergüenza?!
-Oye, aparearte con tus pokémon fortalece tu vínculo con ellos-afirmó la campeona poniendo los brazos a modo de jarra y sintiéndose muy orgullosa-. Fui elegida como heroína de Unova por Zekrom, el pokémon legendario de los ideales. Y mi ideal es coger con mis pokémon cuantas veces haga falta para volvernos fuertes e inseparables. ¿Cómo piensas que ganamos la liga, usando caramelos raros?
Los ojos de la Hilda mayor se fijaron de pronto en un perturbado Serperior, examinándolo de arriba abajo y relamiéndose. El pokémon ofidio la miraba temblando de miedo.
-Me recuerdas a mi Serperior-dijo poniéndose caliente, a la par que empezaba a mojarse. Luego frunció el ceño-, aunque te noto un poco verde. Claramente te falta experiencia. No como mi muchacho. Ay, parece como si hubiese sido ayer cuando…
-¡NI TE LE ACERQUES, DAÑADA!-vociferó su versión joven interponiéndose entre ella y la serpiente de planta. Luego abrazó a su inicial con fuerza-No permitiré que le hagas lo mismo que al tuyo.
-Hazte la pura cuanto quieras-suspiró la castaña cruzándose de brazos y sonriéndole con cierto dejo de superioridad-, algún día harás lo mismo y lo disfrutarás. Que por cierto, si vas a hacerlo te advierto que tiene dos pitos. Ya sabes, ¡para que la diversión sea doble!
La muchacha abrió la boca para gritar por quinta vez, pero se halló a sí misma sin la fuerza para hacerlo. La hermosa y optimista imagen que tenía del mundo, de las personas y de los pokémon comenzó a hacerse añicos, junto con su psique.
-D-de todos modos…-consiguió murmurar con el labio temblándole como si tuviese vida propia, notando cómo el miembro del Zebstrika seguía erecto-¿no es peligroso meterte eso?
-¿Por qué lo sería?-rio la Hilda de diecisiete a la vez que se sonrojaba-. Los pokémon eléctricos en general como Zebstrika hacen el coito más placentero que otras especies. ¿Sabías que cuando se excitan echan pequeñas descargas mientras copulan? Hace que todo tu cuerpo vibre. Y eso que no te he contado de las descargas que me soltó Zek…
-¡NO SIGAS, NO SIGAS!-chilló la joven de catorce al borde de las lágrimas.
-Ey, tú eras la que quería saber-contestó la mayor soltando una carcajada-. Sé que te da asco ahora, pero si me dejas enseñarte mis secretos verás que acostarte con tu equipo es más divertido que con otras personas. ¡De hecho, de donde vengo es cada día más normal hacerlo en Pueblo Arenisca cuando llega el verano!
-¿Te acuestas con tu equipo en una playa pública?-preguntó Hilda con una mueca de disgusto.
-¡Pues claro!-aseguró la otra Hilda muy contenta-En mi mundo Pueblo Arenisca tiene una playa nudista. También convencí a Bianca y a Cheren de hacer lo mismo con sus pokémon, ¡y desde entonces no dejan de agradecérmelo!
El rostro de la chica empalideció al oír mencionar los nombres de sus dos amigos. Sus ojos se abrieron como platos, adoptando una mirada asesina a la par que una vena en su frente comenzaba a palpitar a una velocidad alarmante.
-Ay, otra vez el numerito de la señorita puritana-rezongó la Hilda calenturienta-. Mira, mejor deja la timidez y permíteme guiarte. Empieza por bajarte esos shorts empapados que tienes y…
-¡JAMÁS!-estalló de pronto su versión joven, liberando una cólera que causó que todos los árboles en un kilómetro a la redonda se agitasen violentamente, con los pokémon en ellos volando despavoridos-¡No vas a hacerme hacerle cosas a mis pokémon, y no voy a convertirme en ti!
-Ay, ajá-replicó la otra sarcásticamente y mirando aburrida para otro lado. Luego añadió-. Sabes, con esa actitud no me extraña que no seas campeona todavía. De seguro hasta tu Zekrom es más débil que el mío.
-No tengo un Zekrom-retrucó la Hilda menor volviendo a ponerse su gorra mientras tomaba una Honor Ball de su bolsillo izquierdo para luego lanzarla hacia adelante-, y tú tampoco lo tendrás pronto. ¡ADELANTE, RESHIRAM!
Reshiram emergió de su receptáculo esférico rugiendo y pisando con fuerza el suelo, provocando un temblor sin igual. El pokémon dragón legendario de pelaje blanco como la nieve y ojos cian tan brillantes como el fuego azul emanaba un aura pura y a la vez imponente.
-¡Oh, qué bien!-celebró la mayor babeando ansiosa, con su Zebstrika imitándola-Siempre me pregunté como sabría el pene del Reshiram de N-después miró a la cebra, que relinchaba de la emoción-. Tal vez podemos hacer un trío entre los tres y luego…
-Reshiram, apunta y prepárate para atacar-la interrumpió en seco su contraparte.
-¡Wow, wow, wow!-pidió la adolescente lujuriosa alzando las manos y retrocediendo involuntariamente. Después soltó una risita nerviosa-Espera, tiempo fuera. No sabía que tenías ganas de una batalla.
-No tengo ganas de una batalla-explicó la otra Hilda con un tono apagado y pasivo-agresivo-. Voy a erradicarte por depravada. Vengas de donde hayas venido no voy a dejar que hagas de las tuyas aquí también.
-Vamos, tampoco es para que te lo tomes tan así-rio temblorosa ella mientras revisaba los bolsillos en sus shorts para recordar preocupada que había dejado las balls con el resto de sus pokémon en el suelo antes de estimular a Zebstrika. Después tragó saliva-. Aparte que no puedes usar a tu pokémon para atacar a otra persona, ¡eso lo haría alguien del Equipo Plasma! ¿no lo crees?
-Tú no eres una persona-le retrucó la menor con sus ojos brillando de furia-, y mucho menos eres yo.
-Ay, ya para un poco con el acto de la niñita de mamá perfecta-se excusó bufando y volviendo a apoyar sus manos sobre sus caderas, esta vez con un lenguaje corporal más autoritario y violento-. ¡El día que te acuestes con aunque sea uno de tus pokémon verás lo tonta que te estás comportando ahora!
-¡YA DEJA DE DECIR QUE ME VOY A ACOSTAR CON MIS POKÉMON!-gritó la Hilda de catorce con rabia-¡No soy una degenerada como tú!-después se enrojeció-Y-y además tengo novio.
-¿Quién, Cheren o el chico ese con el que nos vemos de vez en cuando en el Metro Batalla?-se atrevió a preguntar la de diecisiete muy risueña. Zebstrika resopló de forma parecida a una risotada-De seguro ni se atreven a besarte. Créeme cuando te digo que no los extrañarás una vez hayas probado…
-Reshiram, usa Llama Azul-murmuró la chica al asqueado legendario, cerrando los puños e hincándose las uñas en las palmas de las manos involuntariamente.
-¡NO, NO, ESPERA LOCA!-imploró su versión de otro mundo abrazando a un igual de aterrado Zebstrika, viéndose incapaz de bloquear el inminente ataque.
Pero antes de que Reshiram pudiese soltar su aliento de fuego, un fuerte brillo volvió a invadir el Gran Boquete a modo del flash de una cámara, encegueciendo momentáneamente a todos. Cuando finalmente recuperaron la vista, la Hilda de diecisiete y su pokémon eléctrico habían desaparecido completamente, como si nunca hubiesen estado allí.
Se produjo un silencio por unos cuantos minutos en los que no se oyó ni el viento; finalmente, fue roto con el sonido de Reshiram siendo devuelto a su cápsula contenedora con un pequeño rayo rojo que le desmaterializó.
-Serperior...creo que por hoy dejaremos de entrenar-dijo Hilda en un susurro apenas audible, exhibiendo una mirada perdida para sorpresa de su inicial-. Quiero ir a casa a vomitar. Esto jamás pasó, ¿de acuerdo?
Su viejo y traumatizado amigo asintió con la cabeza. Y sin decir ni pío durante el resto del trayecto, la ayudó a emprender el largo camino de regreso hasta Pueblo Arcilla.
