Gine extrañaba a su madre. No es como si no volviese cada noche, no es como si no estuviera en casa todos los fines de semana… pero no estaba acostumbrada a que no estuviera… omnipresente. Era cierto que con el programa de cocina estaba ocupada, pero al menos sabía dónde estaba. Pero pensar en ella a millones de kilómetros en un planeta en el otro rincón del universo no era nada agradable.
Siempre había estado más unida a su madre que Goten. Después de todo, Goten pasaba muchísimo tiempo con Trunks, era ella la que quería estar con su madre todo el tiempo. Y Chichi siempre le había dedicado ese tiempo de buen grado. Un tiempo que ahora extrañaba, que echaba muchísimo de menos. Pero, por suerte, había alguien que parecía ver eso y la consolaba a su manera.
— Hey, pequeña… ¿Quieres un helado?
Gine sonrió a su abuela y empezaron a caminar de la mano por el parque, de camino a un camión de helados. La mujer con la que compartía el nombre parecía entender lo que le pasaba por la cabeza. Genuinamente, sentía que compartían más que el nombre.
— ¿Qué es lo que te pasa, palomita? — Le preguntó, entregándole el helado de pistacho.
— Extraño a mamá. — Suspiró, encogiéndose de hombros.
— Te entiendo… cuando vivíamos en el planeta Vegeta… Bardock acostumbraba a salir mucho tiempo para sus misiones. Yo me quedaba sola y esperándole… ni siquiera sabía si iba a volver.
— Debía ser muy duro… A veces me gustaría ir con ella… asegurarme de que está bien… quizá aprender lo que le están enseñando.
— Creo que las dos sabemos que a tu madre no le haría ninguna gracia que dejases tus estudios de lado. Sólo tienes diez años. ¿Has hablado con ella de esto?
— No… la verdad.
— Gine… para tu madre, tus hermanos y tú sois lo más importante. Estoy segura de que si hablas con ella…
Gine se interrumpió, y se le puso la piel de gallina. Podía sentirlo. Un Ki monstruoso acababa de aparecer en el planeta. Un Ki terrorífico y maléfico que hizo que algo en su interior se revolviera por un terror primitivo y visceral.
— ¿Qué es eso? — Preguntó su nieta, estremeciéndose.
— Si no supiera que es imposible… diría que es Freezer.
Las dos mujeres se encaminaron a casa corriendo, abandonando los helados a medio comer. La más joven sentía que si había estado entrenando era precisamente para enfrentarse a algo así. Pero aquel Ki tan descomunal la asustaba. No había sentido nada a ese nivel salvo a su hermano.
Cuando llegaron a casa, Bardock y Goten ya se estaban preparando para salir.
— ¿Hay alguna señal de Kakarot, Vegeta, Chi-chi o Gohan?
Bardock negó con la cabeza.
— Me temo que estamos solos, Gine. He contactado con la corporación Cápsula. Bulma está tratando de contactar con Kakarot, pero por el momento, Trunks vendrá con nosotros. Él y Goten pueden hacer la fusión que han estado practicando.
— Muy bien. Vamos allá. — Dijo Gine, con un asentimiento.
— Cariño… ¿Estás segura de venir? Nunca te ha gustado el combate.
— No vamos a masacrar a un pueblo para vender su planeta. Vamos a proteger a las personas que queremos y nuestro hogar. Esto es muy distinto.
Bardock asintió. Y una vez los preparativos estuvieron listos, los Saiyans se encaminaron hacia el campo de batalla. Bardock se estremeció cuando reconoció la nave, los uniformes… Los mismos que él habría llevado en su día.
— Es como una pesadilla. — Susurró Gine.
Allí estaba. Una colosal nave, coronada por el maléfico emperador. Bardock tensó sus músculos de inmediato… aquella escena le recordaba tantísimo al planeta Vegeta, a sus últimos momentos en él.
— Vaya… parece que Goku no está presente para que pueda ejercer mi venganza. — Bufó Freezer, descendiendo de la nave en su silla. — Pero veo que su repugnante prole sí que ha hecho acto de presencia… y tú… tú me eres familiar.
Sus ojos se enfocaron en Bardock, y esto provocó que una sonrisa apareciera en su rostro. Una sonrisa sádica que se alargaba con el reconocimiento.
— ¿Acaso no eres tú el Saiyan que trató de impedir que destruyera el planeta Vegeta? — Se rio, una risa que Bardock recordaba muy bien y que le provocó un estremecimiento. — Aún recuerdo tus vanos esfuerzos por intentar detenerme… ¿Has venido a morir otra vez?
— Esta vez será diferente. — Bardock se adelantó, tomando su aspecto de Super Saiyan. — Esta vez no permitiré que destruyas mi mundo ni a la gente a la que quiero. No permitiré que destruyas lo que Kakarot tanto ha luchado por construir.
Bardock se lanzó contra Freezer, que no dudó en adoptar su forma final en el acto y empezar a contrarrestar sus ataques. Bardock había pasado todos aquellos años entrenando precisamente para un enfrentamiento como ese. Pero la sonrisa condescendiente de Freezer y la forma en la que contrarrestaba sus golpes… le aterraba.
— Pareces muy confiado por ser un super Saiyan… — Freezer le lanzó un golpe en el estómago que lo devolvió a su estado base. — Lamento informarte de que no hará ninguna diferencia…
Bardock se desplomó, cayendo directamente al suelo y formando un cráter. Se estremeció y estaba convencido de que se había roto una costilla.
— Ignorantes monos… no hacéis más que intentar desafiarme… ¿De verdad creíais que yo iba a soportar otra humillación como esta?
— ¡Escoria, apártate de mi marido! — Gritó Gine. — Nos esclavizaste durante años… destruiste nuestro planeta… intentaste matar a mi hijo… y ahora has vuelto sólo para una estúpida venganza.
El cuerpo de Gine empezó a temblar, las venas de su frente empezaron a marcarse mientras la rabia se iba acumulando en su interior.
— Por tu culpa perdí a Raditz… lo convertiste en un asesino… Te lo dimos todo… ¡Y nunca fue suficiente para ti!
Gine lanzó un último grito mientras su aura se expandía y su ki se elevaba hasta tornarse dorado.
— Otro Super Saiyan… que encantador… — Freezer sonrió — Pero no servirá para nada… eres incluso más débil que el otro… Deberías dejar que lo intenten los críos… así los mataré uno por uno. Debería haber acabado con vosotros antes de que os reprodujeseis como una plaga.
Gine no necesitó oír nada más. Lanzó un grito desgarrador y arrojó todo su cuerpo contra Freezer. Lo único en lo que podía pensar era en lo mucho que desearía que estuviera muerto, en lo ofendida que estaba y en las ganas que tenía de acabar con él.
Lanzó su puño y Freezer lo esquivó. El emperador emitió un bufido y, de un solo golpe, la envió directa al cráter junto a su marido.
— Creo que acabaré con esto de una vez… Cuando mate a toda su asquerosa familia estoy convencido de que Goku se presentará de una vez…
Pero su hilo de pensamientos en voz alta se detuvo cuando vio un brillo proveniente del lugar en el que Goten y Trunks se encontraban momentos antes. Había un nuevo guerrero en su lugar.
— Tarán… soy Gotenks. — Se presentó, con una expresión de suficiencia.
— ¿Estos monos pueden combinarse? ¿Qué clase de aberración es esta? Se me ha acabado la paciencia… voy a acabar con todos de una vez…
Estaba anocheciendo cuando Gotenks y la Gine más joven, convertidos en Super Saiyan 3 y 2, respectivamente, se lanzaron a su batalla contra él. Freezer sentía que ya había tenido paciencia suficiente.
Así que no tardó en comenzar a acumular su ki y, con un resplandor que cegó a sus adversarios momentáneamente, tomó una nueva forma, dorada.
Gotenks y Gine pasaron a estar en desventaja. Y por debajo de ellos, en aquel cráter, Gine aferraba la mano de Bardock mientras ambos luchaban por respirar.
— Lo siento, Bardock… debí estar más preparada… si tan sólo… Kakarot estuviese aquí.
— No deberíamos… depender de Kakarot para todo. — Gruñó Bardock.
Gine estaba mirando al cielo, buscando a sus nietos con la mirada, cuando sus ojos captaron otra cosa. Su expresión se puso rígida y su cola se tensó. Bardock la imitó, buscando con la mirada lo que estaba mirando.
La Luna estaba brillando, enorme… de un vivo color azul. Y Bardock notó también cómo su cola se tensaba al observarla. Los cuerpos de ambos empezaron a agitarse nerviosamente mientras sus expresiones se volvían salvajes y sus ojos se teñían de rojo.
Mientras tanto, Gotenks trataba de retener a Freezer usando sus dónuts galácticos. Gine aprovechaba las aperturas para atacar con golpes decisivos o con algún kamehameha bien posicionado. Pero no parecían estar haciendo gran cosa.
— Estúpidos primates. Lo único que estáis logrando es acabar con mi paciencia.
Freezer estaba a punto de acabar con ellos cuando vio algo que le hizo estremecerse. Tanto Gine como Bardock habían adoptado su forma de gran mono… pero esta vez el pelaje era dorado.
— Repugnante… — Gruño Freezer.
Sin embargo, su mueca no tardó en convertirse en una irónica sonrisa cuando Bardock y Gine, lanzando rugidos descontrolados, comenzaron a atacar todo a su alrededor sin control. Se echó a reír.
— Miradlos… si al final ni siquiera tendré que esforzarme… destruirán el planeta por mí.
Gine no dudó. Se lanzó a volar hacia sus abuelos sin pensarlo. Freezer iba a detenerla, pero Gotenks se interpuso en su camino y parecía decidido a usar sus últimas fuerzas para pararlo. Con un grito visceral, se arrojó contra él y comenzó a golpearlo con todo lo que tenía.
— Abuelos, por favor… — Exclamó Gine. — Tenéis que escucharme…
Por única respuesta, ambos simios emitieron un gruñido molesto. Pero Gine no se rindió. Sabía de la existencia de aquella transformación, sabía que podían controlarla… igual que lo habían hecho antes… aunque aquella vez estuviera unida con el super saiyan.
— ¿Acaso vais a dejar que Freezer gane? ¿Qué os utilice como monstruos otra vez? — Gritó con todas sus fuerzas.
Pero, por toda respuesta, su abuelo la arrojó por los aires. Gine voló un par de metros antes de impactar con un risco.
— Maldito seas. — Exclamó Freezer. — Esos macacos están golpeándose entre sí y me lo estoy perdiendo…
— Abuela… — Susurró Gine. — Aún… tenemos que terminarnos el helado… ¿Recuerdas?
El gran mono dorado se detuvo, y sus enormes ojos observaron a la figura que estaba tendida a sus pies. A la niña con la que compartía el nombre. Un sonido crudo y animal emergió de sus fauces, seguido de otro que produjo Bardock.
Se produjo un temblor que sacudió la tierra y levantó una gran humareda. Pero Gotenks no pudo prestarle atención. En aquel momento su fusión se rompió y Goten y Trunks quedaron separados.
— Por fin… voy a acabar con vosotros de un solo golpe.
Freezer sonrió y lanzó el puño hacia adelante, dispuesto a quebrar a Goten de una sola embestida. Pero su puño no lo alcanzó. Por el contrario, fue interceptado por una mano que lo retuvo con extraña facilidad.
Freezer alzó la vista y sus ojos se torcieron en una rabia confusa. Aquella Saiyan a la que había detenido con un solo golpe… estaba de vuelta frente a él… con una nueva transformación.
Su cabello volvía a ser negro, sus ojos de un vivo amarillo, y su torso cubierto de un pelaje de un vivo color rosa que el cubría gran parte del pecho, los hombros y los brazos. Sus piernas estaban cubiertas por el vaquero informal que llevaba momentos antes.
— ¿Qué diablos es esto? ¿Qué burda transformación es esta?
— ¿Tú qué crees, Bardock? — Preguntó Mirando a su espalda.
Bardock no era muy distinto a Gine. El pelaje que lo cubría era de un color rojo oscuro, pero el resto era similar a Gine, incluidas las líneas rojas que rodeaban sus ojos.
— No veo sentido a complicarlo… podemos llamarlo… Super Saiyan 4. — Una sonrisa confiada apareció en su rostro. — ¿Te gusta, Freezer?
— ¿Cómo os atrevéis? ¿Cómo osáis tener tantas tranformaciones?
— Oh, pero eso no es justo… — La transformación de Gine parecía haber despertado en ella un sentido del humor muy ácido. — Nosotros sólo tenemos cuatro… Por lo que me ha contado Kakarot… Con esta nueva, tú tienes cinco.
— Quizá los Saiyan podamos tener alguna más… ¿No había alcanzado Kakarot ya el Super Saiyan Dios?
— ¿Super Saiyan Dios? ¿Os atrevéis a compararos conmigo e incluso con los mismos dioses?
Freezer no pudo soportarlo más. Su infinito desprecio por los Saiyan parecía haber eclipsado todo lo demás. Ni tan siquiera había pensado en llamar a sus tropas, que continuaban descansando a la espera de órdenes. Sólo quería que muriesen todos, cuanto antes, mejor.
Pero no iba a ser tan sencillo. Gine, y especialmente Bardock, empezaron a demostrarle el verdadero poder que tenían. Sumado a eso, su nueva actitud, irónica y ácida no ayudó en absoluto.
El mayor punto débil de Freezer siempre había sido su ego. Se estaba dejando llevar por la rabia, y no era capaz de concentrarse. Aunque los niños se habían retirado, los dos Saiyan adultos estaban dando buena cuenta de él.
Y hubo un punto… en que no pudo resistirlo más. Su transformación desapareció y entonces Bardock le dio un golpe en el estómago exactamente igual que el que él le había dado al principio de la batalla.
— Vaya… parece que el emperador Freezer no puede hacer nada contra dos patéticos monos. — Se burló Gine.
— Supongo que ahora es la parte en la que me dejáis ir… como Goku.
— Oh… Kakarot te dejó ir… — Suspiró Bardock.
— Pero eso sería una deshonra. — Gine adelantó la mano, cargando una ráfaga de Ki. — Como miembros del ejército de Freezer… no podemos dejar supervivientes.
— Cierto… es la política… seguro que tú lo sabes mejor que nadie.
Freezer lanzó un último grito y se apartó. Aprovechando su momento de distracción, cargó una enorme bola de energía, muy similar a la que había usado para destruir el planeta vegeta.
Bardock sintió un escalofrío recorriéndole la espalda. Extendió la mano derecha, acumulando ki hasta que este se tornó rojo y, sin un ápice de duda, adelantó el ataque, buscando romperlo. Pero el ataque de Freezer no cedía.
Ya estaba. Podía sentirlo. Iba a acabar desintegrado una vez más. Su cuerpo se descompondría y no quedaría más que un recuerdo. Quizá las bolas de dragón no podían cambiar su destino, sólo darle un poco más de tiempo para conocer a su familia… para disfrutar de la vida con Gine.
— Kame — La voz de su esposa llegó a sus oídos, acercándolo más al presente.
— Hame — Exclamó Goten
— Ha!
El grito de su nieta fue el pistoletazo de salida para los tres ataques de energía que comenzaron a empujar el ataque de Freezer, seguidos de un ataque por parte de Trunks.
— ¡No, esto no puede estar pasando!
— Escucha, Freezer… — Exclamó Bardock. — Jamás debiste subestimar el poder de los Saiyans. No necesitamos el poder de los dioses para derrotarte.
— Tampoco a Papá. — Continuó Goten.
— Y si vuelves a aparecer. — Continuó la joven Gine.
— Te borraremos de la existencia en lugar de sólo matarte.
El ataque de Freezer impactó contra él, desintegrándolo por completo. Su ejército se quedó simplemente observando, incrédulos, aterrados ante la perspectiva de los Saiyans. Bardock y Gine no sabían cómo proceder… aún inseguros de si atacar o decirles que se marchasen.
Pero no fue necesario pensarlo. Antes de que pudieran decidir… la nave de Freezer explotó, llevándose a la gran mayoría de ellos por el camino. Bardock y Gine se encogieron, pues no estaban sintiendo ningún ki. Estaba claro que los soldados tampoco, porque comprobaron varias veces sus rastreadores antes de que una andanada de rayos mortales los golpease y los aniquilase a todos, dejando tan sólo una pila de cadáveres sobre la montaña.
Y fue entonces, cuando el polvo comenzó a asentarse y escucharon los pasos. Andando con paso lento, observaron a Chichi. Por un momento dio la impresión de que estaba en su forma de bestia… pero era algo diferente… algo divino. Su aura era de un color rosado, y el rojo de sus ojos, mucho más oscuro.
