Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es LyricalKris, yo solo traduzco con su permiso.
Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to LyricalKris. I'm only translating with her permission.
Prólogo
Bella
Los labios de Jasper Whitlock se fruncieron para silbar mientras Bella Swan llegaba con su nuevo coche.
—Vaya —dijo, mirándolo una vez más antes de subirse al asiento del pasajero—. Sensible y sexy —Le dedicó su distintiva sonrisa deslumbrante—. Así como tú, encanto.
Bella puso los ojos en blanco pero le sonrió a su mejor amigo mientras salían del estacionamiento.
—¿Es bueno entonces?
—Bueno, sí, Bella. Es muy bueno. Se mueve fácil. Tiene muchos detalles —Señaló las distintas características del tablero. Entonces, miró más de cerca—. ¿Ese es un GPS? ¿Y para qué necesitas un reproductor de DVD? Esas cosas son para mantener a los niños ocupados.
Un poco incómoda, Bella se encogió de hombros.
—Vino con el coche —murmuró. Afortunadamente para ella, Jasper estaba demasiado ocupado jugueteando con las perillas para notar que ella estaba sonrojada.
Él soltó una risita mientras la volvía a mirar.
—Siempre eres una sorpresa.
—¿Por qué dices eso?
—Bueno, finalmente te deshiciste de esa monstruosidad...
—¡Oye! —protestó Bella—. La vieja regla sigue en pie. Solo porque la camioneta esté muerta no quiere decir que puedes burlarte de ella. Me encanta esa cosa. La extraño.
—Esa cosa debería haber sido prohibida en California. Quiero deci, ¿cómo no tuviste un accidente en la autopista? Ser incapaz de conducir a más de ochenta kilómetros por horas es un crimen aquí, ¿sabes? —Jasper le lanzó una expresión desdeñosa antes de continuar—. Como sea, te deshaces de ese trozo de metal oxidado con personalidad, y cualquiera estaría buscando un convertible de dos asientos, ¿sabes? Una gran polla con ruedas.
—Tiene un pecho corredizo —dijo Bella, apuntando hacia arriba con una mano.
Entraron en el estacionamiento del restaurante y milagrosamente encontraron un lugar. Bella escuchó la carcajada profunda de Jasper de nuevo mientras él observaba el coche con las manos en sus caderas.
—Bueno, al menos, sabes cómo puedes llamarlo.
Bella miró al coche y de vuelta a Jasper inquisidoramente. Su mejor amigo actuó como si estuviera rompiendo una botella de champán sobre el coche.
—Te bautizo, Elton.
—¿Elton? —Bella alzó una ceja delgada.
Jasper asintió solemnemente.
—Porque nunca puedes estacionar derecho —explicó, señalando su manera de estacionar ciertamente torcida.
Bella frunció el ceño.
—¿Por qué Elton? ¿Por qué no Ellen entonces?
Mientras comenzaban a caminar hacia el restaurante, Jasper se inclinó hacia ella para así poder burlarse de ella.
—Porque necesitas un hombre en tu vida.
—Ja —respondió Bella con sarcasmo. Jasper sabía muy bien de su opinión sobre el asunto de la media naranja, hombre o lo que fuera. Habían tenido esta discusión una y otra vez, Jasper suspirando que ella era una chica increíble y Bella replicando que si ella fuera tan increíble, sería una lástima escoger solo a un tipo. Rompería demasiados corazones, decía ella, y por lo tanto, no lo haría.
Jasper siempre terminaba ligeramente exasperado.
Antes de que pudieran empezar, la recepcionista llegó y les mostró sus asientos.
—Y bien —comenzó, la viva imagen de la indiferencia mientras echaba un vistazo a su menú. Desafortunadamente para él, Bella sabía que a Jasper le gustaba exactamente un plato en cada restaurante que frecuentaban. No necesitaba mirar al menú, y eso quería decir que estaba nervioso por algo—. ¿Has tenido la oportunidad de mirar el guión que te envié?
Bella suspiró, sabiendo que se venía esto. Metió una mano en su cartera y sacó las varias páginas que él le había enviado por correo electrónico esa mañana.
—No puedo hacerlo. Esto, ¿esto de aquí? Es inviable, Jasper. Pareciera que fue escrito por un niño de cinco años.
—Bella —comenzó Jasper, pero Bella lo interrumpió.
—No quiero escuchar la historia de quién necesita que esto se haga. No me importa si es la hija de Aro que lo escribió...
Esta vez fue Jasper quien la interrumpió.
—La hija de Aro sí lo escribió.
Bella instantáneamente se desplomó en su asiento, cubriendo sus ojos con una mano.
—¿Jane? —preguntó débilmente, mirando entre sus ojos. Jasper asintió—. Ah, demonios.
—Exactamente —concordó él—. Mira. Si haces esto, tendrás a un hombre muy poderoso en tu bolsillo, As.
Bella suspiró.
La verdad del asunto era que Bella se encontraba en la cumbre de su carrera y lo sabía. Era joven y tenía mucho talento y nada más que puertas abiertas. Ella no necesitaba a Aro Scarpinato como un as bajo su manga.
Sin embargo, lo que necesitaba era que Jasper estuviera de buen humor. Ella tenía un pedido. Un favor. Era uno grande. Algo único, podría decir él. Volvió a suspirar.
—No es por esto que te invité a venir aquí —le recordó, evadiendo su actual conversación.
—¿Vas a conseguir esto por mí? —contestó Jasper.
—Sí, Jasper. Por supuesto. Trabajo con lo imposible. Convertiré este escrito inconexo en una ingeniosa comedia. Por ti —enfatizó, exasperada—. No porque sea la hija del gran jefe.
—Entonces, desde ya, cuéntame para qué me trajiste aquí, Bells —dijo Jasper, y ella podía escuchar la sonrisa en su voz.
El camarero, demostrando tener la perfecta elección del momento oportuno, tomando sus pedidos de bebidas y comida. Cuando se fue, Jasper volvió a mirar a Bella, frunciendo sus labios cuando notó que ella no lo estaba mirando. Estaba mirando a cualquier lugar menos a él mientras se mordía el labio y retorcer su servilleta en sus manos.
—Esto es serio —comenzó, un terror nauseabundo se acumulaba en su estómago—. ¿Estás bien?
—Sí, sí —dijo Bella rápidamente—. Sí, estoy bien. No es así de serio.
—De acuerdo, bueno, me estás asustando un poco ahora. Suéltalo —dijo Jasper suavemente.
Bella suspiró y se enderezó, respirando profundamente.
—De acuerdo —dijo, mayormente para sí misma—. Mira, aquí va la cosa. ¿Sabes lo que pienso de las relaciones?
Pareciendo un poco sorprendido ante la dirección que tomaba su conversación, Jasper asintió.
—No estás interesada —resumió él, agitando su mano para indicar que ella debería continuar.
—Cierto. Bueno, he estado pensando en esto, y aunque no tengo ningún interés en una relación con un tipo, o una chica —dijo rápidamente, sabiendo que Jasper había sugerido que intentara con las mujeres en el pasado—. Quiero ser madre.
No lo estaba mirando de nuevo, y por lo tanto, no podía verlo mientras el silencio se extendía entre ellos.
—¿Qué estás diciendo, Bella? —preguntó Jasper finalmente, en voz baja.
—Estoy diciendo que quiero hacerlo por mi cuenta. Pero, obviamente, necesito... la otra mitad. Te estoy pidiendo que contribuyas... la otra mitad —dijo ella incómodamente, mirándolo al fin.
Jasper parpadeó, completamente aturdido.
—¿Me estás pidiendo que sea el papá de tu bebé? —dijo con voz chillona, su boca trabajando alrededor de cinco veces más rápido de lo que podía su cerebro.
Bella tuvo que reír entonces y se cubrió el rostro con las manos mientras tartamudeaba nerviosamente.
—No. Quiero decir, por supuesto, quiero que estés involucrado en la vida de mi hijo, pero más como un tío honorario que como papá —explicó.
Sus bebidas llegaron entonces, dándole a Jasper el minuto que necesitaba para procesar el pedido de Bella.
—Esto no es por tu papá, ¿verdad, Bells? —preguntó suavemente.
Bella resopló.
—No.
—¿Estás segura, cariño? Porque esto es algo de lo que tienes que estar segura. Es un compromiso de por vida —dijo sinceramente, agachando la cabeza para tratar de ver la expresión en los ojos de ella—. Quiero decir, tienes veintiséis años. Eres realmente joven para tomar la decisión de tener un bebé por tu propia cuenta.
—Eso lo sé, Jasper. No es una decisión que estoy tomando a la ligera —dijo ella, levantando la mirada para encontrarse con la de él al fin. Él pudo ver nada más que determinación en sus ojos.
Por supuesto, con Bella, una vez que ella estaba decidida, era difícil de hacerle cambiar de parecer.
—Solo quiero asegurarme de que estés haciendo lo mejor para ti.
—Suenas como mi mamá —suspiró Bella.
—¿Has hablado con tu mamá o tu papá sobre esto? —preguntó Jasper.
—No. No quiero que nadie sepa más que tú —contestó Bella casi instantáneamente.
—Bueno —dijo Jasper lentamente—. Voy a tener que contárselo a Peter. Ya sabes, él es el único que tiene derecho a saber qué hago con mi semen.
Bella levantó la cabeza de inmediato.
—¿Dices que sí?
—Por supuesto, encanto —dijo Jasper, sonriéndole—. Sabes que no hay mucho que no haría por ti. Si esto es lo que quieres, entonces, por supuesto, voy a ayudarte de cualquier manera que pueda.
La sonrisa de Bella era casi tan grande como la de él entonces.
—Jasper... gracias —dijo, poniéndose de pie y rodeándolo con sus brazos.
Él se carcajeó mientras la acercaba a él.
—Vamos a hacer un hermoso bebé, muñeca. No será justo en absoluto.
Edward
Uno de los beneficios de ser un hermano mayor a diferencia de un padre era que tenías permitido tener favoritos. Emmett Cullen definitivamente tenía un hermano favorito.
Cuando tenía cinco años y sus padres se enteraron de que esperaban gemelos, un niño y una niña, todos habían esperado que Emmett quisiera más un hermanito. Lo quiso, hasta el momento en que sus ojos se posaron en su hermanita bebé por primera vez.
Su primera foto familiar fue tomada horas después del nacimiento de los gemelos. Esme, cansada pero radiante, sentada en la cama sosteniendo en un brazo al recién nacido Edward y con el otro rodeando de manera protectora los hombros de Emmett. Carlisle se encontraba del otro lado de Emmett, su mano cruzando el regazo de Emmett, sosteniéndolo mientras el pequeño sostenía a Rosalie.
Emmett tenía una sonrisa enorme con sus hoyuelos a la vista mientras observaba a su hermana.
Ni bien Rosalie pudo levantar su cabeza, Emmett siempre la estaba sosteniendo. Incluso después de que los gemelos aprendieran a caminar, Emmett prefería cargar a Rosalie, o llevarla en la espalda.
Al principio, Carlisle y Esme se preocuparon de que Edward se sintiera menospreciado. Pero Edward era increíblemente independiente, incluso de niño. Ni bien pudo gatear, lo prefería a ser cargado. Y no era como si Emmett no fuera completamente atento con Edwad. Tenían una buena relación, peleaban como los niños siempre lo hacían. A Emmett le encantaba burlarse de su hermanito, lo cual llevó a que Edward perfeccionara su puesta de ojos en blanco temprano en su vida.
Además de eso, Edward y Rosalie tenían la relación cercana que la mayoría de los gemelos solían tener. Eran tan diferentes como el día y la noche en muchos aspectos, lo que dio a lugar a algunas peleas realmente espectaculares cuando eran adolescentes. Aun así, era evidente que estaban hechos del mismo material. Su sentido del humor era más oscuro y sarcástico que el carácter ruidoso y sonriente de su hermano. Preferían el piano a los experimentos de Emmett (sus padres habían cometido el error de comprarle a Emmett un juego de química: se había chamuscado hasta las cejas) y leer revistas de automóviles del mismo modo que Emmett coleccionaba cromos de béisbol. Por sí solos, eran propensos a sufrir ataques de ira y mal humor. Cuando coordinaban sus malos humores, bueno... digamos que la casa de los Cullen se volvía un poco ruidosa con las acaloradas discusiones que surgieron durante su adolescencia.
Aunque todos siguieron adelante con sus propias cosas, la familia todavía se reunía casi todos los fines de semana. Por supuesto, como podía ser esperado con el tiempo, habían crecido en número.
Si Rosalie era la favorita de Emmett, Edward ciertamente era el favorito de los hijos de él.
Emmett y su esposa, Tanya, habían tenido niñas gemelas: Irina y Katrina. Las niñas de tres años adoraban completamente a su tío. Ni bien sus padres las liberaban de sus asientos, salían del coche, corriendo por los escalones y directo a los brazos de Edward.
—No tenemos niñas, tenemos monos —dijo Tanya irónicamente, mirando a las niñas trepar a su tío como si él fuera un juego de plaza.
—Quién sabe de dónde lo heredaron —contestó Emmett inocentemente, besando a su esposa en la nariz por un segundo antes de que una adulta con cabello rubio se lanzara a sus brazos—. ¡Rosie!
Tanya puso los ojos en blanco al observar a Emmett girar a Rosalie hacia su espalda mientras le llevaba a caballito a su hermanita a la casa.
—Estoy segura de que no corre en la familia para nada.
Unos minutos más tarde, Rosalie y Emmett se encontraban en el sofá, mirando televisión en la sala y Tanya se había dirigido a la cocina para ver si podía ayudar con la cena. Edward entró, caminando torpemente con las gemelas envueltas alrededor de cada una de sus piernas, sentadas sobre sus pies. Sus hermanos se rieron mientras fingía tratar de quitarse a las niñas.
Finalmente, ellas se retiraron y corrieron para jugar en la sala de juegos que sus abuelos habían instalado para ellas. Edward se dejó caer en el sofá del otro lado de Rosalie.
—Vas a ser un buen padre algún día —dijo Rosalie, su voz más suave de lo usual porque estaba nerviosa.
Edward alzó una ceja, evaluando su humor.
—¿Por qué, porque sé cómo jugar con los niños? Esa es la parte fácil —dijo, estirando sus brazos por encima de su cabeza mientras se ponía cómodo—. Seguiré siendo tío, gracias. Pero tú ya sabes eso.
Era verdad. Edward había estado diciendo lo mismo desde que era adolescente. Él no tenía interés en ser padre. Adoraba a sus sobrinas y recibiría tantas sobrinas y sobrinos que sus hermanos quisieran darle, pero en cuanto a él mismo, no deseaba tener hijos.
—¿Estás realmente seguro de eso, o no? —preguntó Rosalie. En la mayoría de los aspectos, ella podía al menos comprender lo que pensaba su gemelo. Pero en esto nunca se pusieron de acuerdo y ella no lo comprendía en absoluto. Desde que ella era pequeña sabía que quería ser la madre de alguien.
—No he cambiado de parecer en una década —señaló él. Inclinó la cabeza, estudiando a su hermana atentamente—. ¿Qué pasa? —preguntó, porque podía ver que ella tenía algo en su mente.
Rosalie inhaló profundamente y agarró el control remoto del televisor de la mano de Emmett, apagándolo.
—¡Oye! —protestó Emmett, pero él rápidamente se cayó cuando vio la expresión seria en el rostro de Rosalie.
—No hay una manera fácil de decir esto, así que simplemente lo diré. Mi relación es estable y buena, y nos gustaría comenzar una familia. Queremos estar embarazadas. Pronto. Tan pronto como sea posible, en realidad. Y... —Inhaló rápidamente, mirando a Edward antes de seguir apresuradamente—. Queremos que seas el donante.
Durante alrededor de dos segundos, Edward y Emmett simplemente la miraron fijamente, y entonces ambos hermanos comenzaron a hablar al mismo tiempo.
Bueno, Edward tartamudeó y Emmett dijo, «Quieres que Edward te embarace... Eso es... asqueroso».
Rosalie y Edward pusieron los ojos en blanco simultáneamente.
—A mí no, idiota —dijo Rosalie—. A Alice.
Emmett parpadeó.
—Pero... ella se caería. ¡Su vientre sería más grande que ella!
Ignorando a su hermano por completo, Edward se sentó y miró de frente a su gemela.
—¿Realmente quieres que yo haga esto?
Rosalie asintió con una pequeña sonrisa en su rostro mientras sus ojos se volvían cada vez más anhelantes.
—Queremos un hijo que sea parte de las dos y nosotros tenemos el mismo material genético.
—Oye, yo también tengo el mismo material genético —señaló Emmett, luciendo un poco dolido.
—Cierto, pero piensa en ello, Emmett. Tú tienes hijos —dijo ella, golpeando sus nudillos suavemente contra el ceño fruncido de Emmett—. Esto llegará a los titulares desde ya, no quiero que mis hijos tengan que soportar que la gente se entere que sus primos también son sus hermanos.
Emmett consideró esto.
—Eso tiene sentido.
—¿Qué implicaría esto? —preguntó Edward suavemente.
—Ya sabes, vas a una clínica... —comenzó Rosalie, pero Emmett la interrumpió.
—Exprimen tu jugo de hombre, amigo. A mano —bromeó Emmett.
—¡Emmett! —gruñó Rosalie—. ¡Cállate! —Lo golpeó en el hombro. Ella giró de vuelta hacia su gemelo con un suspiro—. Solo un vaso, Edward, ¿de acuerdo? Tu... cosa en un pequeño vaso de plástico es mezclado con el huevo de Alice y lo meten dentro de Alice... ¡con una aguja, Emmett! —dijo rápidamente antes de que Emmett pudiera hacer un chiste sin gusto.
No era frecuente que alguno de ellos viera a su hermana sonrojarse.
Edward se miró las manos, sus cejas fruncidas mientras pensaba en ello. Un minuto pasó como si fuera un día. Entonces, respiró profundamente y asintió.
—Sí. Hagámoslo.
¡Nueva traducción! ️
Les cuento que esta historia tiene 29 capítulos y final feliz, pero estos personajes nos hará sentir muchas cosas antes de llegar a eso jaja, por lo que tengan paciencia con ellos. Espero que les guste y pueda leerlas de nuevo. Recuerden que subo adelantos solo en mi grupo un día, del cual pueden encontrar el link en mi perfil.
¡Feliz comienzo de semana y mes!
Pali
