CAPÍTULO 18:
EL PODER DE LAS SOMBRAS
Neathia, Ciudad Capital
Afueras de la Capital Neathiana
–Shun Kazami, has demostrado ser digno de nuestro regalo. Siéntete orgulloso de tus habilidades y siéntete maldito por lo que eso conlleva.
Un estruendoso rugido partió el frágil silencio que quedaba en este campo de batalla, una poderosa llama oscura se agitó en el ojo de la arena, una tormenta azotaba los bosques sin piedad y un colosal dragón de seis brazos, bañado en un fuego verde y oscuridad pura agitaba sus alas y sus extremidades al mismo tiempo que su gran poder levantaba las rocas a su alrededor, tambaleando la voluntad de aquellos que lo veían desde el otro lado del campo de batalla, miles de Bakugan y soldados hacían su mejor intento por esconder el temor que tambaleaba su frágil determinación y el pánico que amenazaba con demoler su temple.
Elfar Ventus era un oponente aterrador, lo suficiente como para provocar que Shun e Ingram se encogieran bajo su mirada, mirando la gala de su aterrador que marcaba el compás a través del cual caían las gotas de sudor por sus rostros anonadados.
¿Este era el poder al que Nick y Julie se habían enfrentado en la Tierra? Si esta era la fuerza que combatían, ¿en verdad podían esperar ganar? Se supone que Nick había peleado y perdido contra el príncipe de estos sujetos, si esta era la fuerza de uno de los subordinados, ¿qué tan aterrador debía ser el poder del tal Freidr?
Había tantas preguntas, tantos cuestionamientos por responder, pero sin el tiempo o posibles respuestas que los ayudaran a resolver todo el misterio que envolvía a estos sujetos.
No, en el fragor de la batalla, no había espacio para pensar en nada que no fuera la búsqueda de la victoria.
Aunque, ahora mismo, parecía una fantasía más que un objetivo posible.
–Ya les permitimos atacar lo suficiente, ahora es nuestro turno –. Declaró el gundaliano de ojos verdes.
Al escuchar las palabras de su compañero, Elfar se pudo en posición de combate, separando sus grandes piernas y mostrando sus brazos con grandes garras en la punta de sus dedos y mirando a todos sus enemigos como trozos de carne, dejando que unos cuantos hilos de saliva se derramaran de su hocico.
–Ya sabes que hacer, amigo mío –. Declaró Lud extendiendo una mano hacia el frente.
De forma repentina, la misteriosa piedra comenzó a emanar una energía cada vez mayor, alzándose hasta casi cubrir los dedos de su portador en un velo de energía verde y negra.
De pronto, desapareciendo en una antinatural bruma de un intenso color negro puro, Elfar se manifestó en una fracción de segundo delante de Ingram, dejando detrás de sí nada más que la energía residual del gran poder que lo rodeaba y el polvo de la arena alzándose en una endeble nube detrás de sí.
Para el maestro ninja, no hubo tiempo de hacer nada. En un solo parpadeo, su enemigo, de un tamaño muchísimo mayor, ya se encontraba delante suyo, mirándolo fijamente a los ojos.
Lo único que Ingram pudo hacer, aparte de mover los dedos en un pobre intento de levantar los puños, fue escuchar el lento llamado lleno de preocupación de Shun antes de que un poderoso golpe de parte de uno de los brazos inferiores de Elfar impactara en su estómago.
–¡INGRAM!
Desde que Oberus lo eligió como su sucesor, Ingram siempre había portado la armadura superior que vino con su evolución con orgullo, confiando plenamente en el regalo de la difunta soldado vestroiana para protegerse durante el combate. Y no le había fallado, no hasta el día en que se enfrentó cara a cara contra uno de los llamados "Bakugan Oscuros"
A lo largo de su vida como guerrero, Ingram había recibido numerosos golpes, los suficientes como para aprender a ignorar el dolor y seguir con la batalla. Sin embargo, ninguno de los numerosos ataques que había recibido a lo largo de su vida fue tan fuerte como un puñetazo de esta bestia. A pesar de haber golpeado en una de las zonas más protegidas de su armadura, Ingram no pudo evitar sentir el golpe como si de un misil se tratase, un golpe con la fuerza suficiente para obligarlo a encogerse y que su visión se tornara borrosa.
Tanta fue la fuerza del ataque, que Ingram no pudo evitar sentir el temblor en sus rodillas, listas para caer al suelo. Pero no sucedió, algo le impidió derrumbarse a los pies de su oponente y fue la bestia misma a la que estaba tratando de combatir la encargada de mantenerlo en pie.
Tirando del cuerpo más pequeño y delgado del maestro ninja, Elfar lo obligó a levantarse, importándole poco los esfuerzos que hacía para mantenerse en pie.
Aturdido, Ingram solo pudo dejarse llevar por la fuerza superior de su oponente, el cual no tardó en posar una de sus manos compuestas completamente por sombras en su pecho.
Esperaba cualquier cosa por parte de su enemigo, pero no lo que hizo a continuación. Esperaba un duro agarre, un nuevo puñetazo, cualquier cosa que lo regresara a su modo de esfera, pero nunca imaginó que Elfar Ventus comenzaría a realizar distintas posiciones de manos en su pecho mientras batía sus alas hasta retomar el vuelo, lejos del alcance de cualquiera de sus aliados.
Una a una, la bestia intercaló entre los dedos que presionaba en su pecho, las partes de su palma que tocaban su armadura y las corrientes de energía extraña que comenzaban a inundar su cuerpo.
No estaba haciendo ningún movimiento verdaderamente ofensivo, no había agarres, no había golpes, ni arañazos, ni nada parecido; pero sí hubo un dolor fulminante recorriendo su cuerpo, partiendo de la base que era su pecho y recorriendo hasta la punta de los dedos de sus pies.
–¡Ingram, resiste! –. Llamó Aranaut a su compañero de batalla, preparando su cañón.
–¡Aranaut, no lo hagas! ¡Podrías herir a Ingram! –. Detuvo Shun al Bakugan con preocupación.
–¡Tenemos que hacer algo!
Era cierto, tenían que hacer algo para salvar a Ingram, pero no parecía una opción factible mientras estuviera en las manos de Elfar, el gundaliano podría hacer cualquier cosa para herir a su amigo con tal de amenazarlos.
No podrían arriesgarse hasta que Ingram estuviera libre de las garras de su enemigo, pero no parecía que éste estuviera listo para soltarlo a corto plazo.
Parecía que lo único que podían hacer desde su desventajada posición era escuchar los gritos de dolor de Ingram, bañando el campo de batalla y sin fuerzas para intentar liberarse.
–No te resistas, Ingram, solo lo harás más doloroso –. Dijo el monstruo en las alturas, cubriendo el sol visible con su gran sombra.
Finalmente, después de un momento que pareció eterno, los movimientos de la criatura se detuvieron, finalizaron en el momento en que la palma y las garras de sombra del monstruo tocaron su pecho al mismo tiempo.
Una violenta aura de oscuridad y energía Ventus por igual rodeó a Ingram, el cual se retorcía como si se estuviera quemando, agitando sus brazos y piernas con violencia, tratando de apagar las llamas antinaturales que se extendían por su cuerpo. Del mismo modo, incluso estando cubierto por esta extraña energía, una serie de luces rojizas se extendían a lo largo del cuerpo del Bakugan Ventus.
–¡Ya basta! ¿¡Qué le están haciendo!? –. Exclamó Shun a sus enemigos.
–Lo que se nos ordenó –. Respondió Lud con indiferencia antes de dirigirse a su compañero –. Elfar, ¿ya terminaste?
–Está hecho –. Respondió el Bakugan soltando a Ingram.
El cuerpo del Bakugan más pequeño cayó de las alturas, casi inmóvil mientras se precipitaba hasta el nivel del suelo aún envuelto en las extrañas llamas de su contrincante.
Una nube de polvo se levantó alrededor del cuerpo de Ingram una vez que éste chocó con el suelo, aún cubierto por el poder invasivo de su contrincante.
Preocupado, Shun corrió hasta donde se encontraba su compañero herido, pero se tuvo que detener a centímetros del mismo para evitar salir herido por el fuego que aún se desprendía de su cuerpo.
–¡Ingram! –. Llamó Shun a su compañero.
No hubo respuesta alguna, el Bakugan se mantuvo en silencio mientras se estremecía en el suelo, adolorido por la tortura a la que sus enemigos lo habían sometido cruelmente.
Elfar Ventus aún se mantenía en el cielo, mirando a todos desde la superioridad de las alturas, cubriéndolos con su gran sombra.
–Ya es hora de divertirnos. ¿Listo, viejo amigo? –. Llamó Lud a su compañero.
–Cuando quieras –. Respondió el Bakugan con emoción.
–¡Acaba con ellos!
Siguiendo la orden de su peleador, Elfar se abalanzó sobre sus enemigos, moviéndose como una oscura estrella fugaz antes de sumergirse de lleno en la multitud de hombres y Bakugan que preparaban sus mejores ataques para dispararlos contra el invasor.
Bakugan Haos de todo tipo de formas y tamaños cayeron como un castillo de naipes al ser impactados por aquella fuerza imparable que los amenazaba.
Precipitándose al interior de las filas del enemigo, Elfar voló con gran velocidad dentro del vórtice de enemigos que lo esperaba, dejando tras de sí una serie de explosiones provenientes de los ataques fallidos de los neathianos.
Golpeó con fuerza, azotó a sus presas con el ímpetu de un depredador hambriento, derribando todos los cuerpos que se encontraban en su campo de visión. Uno a uno, todos los Bakugan a sus ojos cayeron.
Una pobre criatura con una forma similar a la de un escorpión de piel blanca y dorada fue la primera en caer en el momento en que intentó dar un aguijón a un costado de su enemigo, solo para ver con horror como Elfar sujetaba su cola y cargaba su cuerpo como si fuera un garrote con el cual golpear a sus aliados.
Un Bakugan humanoide de grandes manos y garras fue el siguiente en intentar atacar por la espalda de su enemigo, tratando de cubrirlo con sus grandes extremidades, pero siendo detenido en el acto por las grandes alas del monstruo abriéndose y bloqueando el camino de sus manos.
Inmediatamente, Elfar usó el cuerpo del escorpión gigante para golpear con fuerza un costado de su atacante, enviándolo lejos en su forma de esfera para, acto seguido; azotar el cuerpo del primer Bakugan neathiano contra el piso y darle un pisotón que enterró el cuerpo del monstruo en la tierra antes de regresarlo a su modo de esfera.
Acto seguido, un Bakugan con la forma de una gran serpiente se abalanzó sobre un costado del enemigo, esquivando el puñetazo que vendría dirigido a su rostro para comenzar a envolverse alrededor del cuerpo de Elfar. No obstante, antes de que la gran serpiente blanca pudiera cumplir su propósito o intentar enterrar sus colmillos en alguna zona expuesta del dragón invasor, éste logró atrapar su cabeza con una de sus manos sombra para azotarla contra el piso con fuerza.
Teniendo tan de cerca al responsable de sus últimas penurias, otros dos Bakugan con forma de serpiente se lanzaron sobre su enemigo por su espalda, aprovechando su distracción para ensartar sus grandes colmillos en los hombros de la criatura alada antes de enredar sus alargados cuerpos alrededor del monstruo, inmovilizando a la bestia de múltiples brazos.
Rápidamente, todos los Bakugan que se encontraban alrededor imitaron el ejemplo de sus compañeros, saltando sobre Elfar y cubriendo su inmensa figura debajo de una montaña de cuerpos, una donde primaban los puños y las patadas, los mordiscos y los arañazos, y cualquier tipo de habilidad que cada uno de sus integrantes poseyera con tal de derribar al monstruo que devastaba este sector de su mundo.
Sin ser capaz de ver claramente a su compañero, parte de Shun esperaba que la desesperación comenzar a asomarse en los ojos de Lud, que diera algún indicio de preocupación ante la desventaja de su Bakugan. Sin embargo, él mismo sabía que no podía ser tan ingenuo y fiel a lo que sus pensamientos más traicioneros planteaban para él, solo pudo ver como el malvado invasor se mostraba burlón ante los esfuerzos de los neathianos por detenerlo.
–¡Elfar, deja de jugar! ¡Nuestros anfitriones merecen ver un poco más de tu poder! –. Llamó el gundaliano conteniendo la risa.
Seguido de la indicación del guerrero, una corriente de energía comenzó a correr por los suelos del campo, deslizándose de forma veloz por la arena hasta sumergirse en la montaña de guerreros que trataba de enterrar al invasor alado en su interior.
No hubo gritos, no hubo súplicas, ni quejidos o gruñidos, nada de eso pudo ser escuchado. Cualquier rastro de sonido se vio opacado en el momento en que un poderoso rayo esmeralda surgió de las profundidades de tal montaña de Bakugan, destrozando la carne de todos los enemigos que alcanzaba, dejando únicamente la forma de los cuerpos de tan nobles guerreros siendo consumidos por la energía del enemigo.
El verde brillante no tardó en pintar la arena de combate, iluminando todo lo que sus ojos podían ver con un intenso y constante destello que dese alzó a la vista de todos los testigos de este encuentro.
Poco después, una silueta emergió de las profundidades, el enorme cuerpo evolucionado de Elfar Ventus se mostraba imponente y casi majestuoso ante la luz que, si mismo poder traía a los ojos de estos ejércitos faltos de moral y esperanza, todo mientras se alzaba una vez más por los cielos y soltando numerosas esferas de energía de la palma de sus numerosas manos.
Bañada en el caos casi apocalíptico traído por este monstruo, múltiples destellos de energía verde y negra decoraron el suelo de esta improvisada arena de combate, llevándose en el camino de su expansión a todos aquellos que se encontraban lo suficientemente cerca como para ser consumidos por el fuego del gran poder gundaliano que había caído sobre este mundo.
Estando en el aire, los pocos Bakugan que aún tenían una visión medianamente clara apuntaron su fuego hacia su enemigo, pero éste era tan rápido y el campo de visión tan limitado e inestable, que era imposible acertar un solo disparo a esta bestia mientras se mantuviera en movimiento; e incluso aunque se quedara quieta, Shun dudaba seriamente que alguno de esos ataques pudiera hacerle un daño significativo.
Dando un rápido vistazo a los aliados del peleador gundaliano, ninguno de los soldados provenientes de otros mundos parecía entender completamente todo lo que sus ojos veían, pues todos ellos observaban con claro impacto como los lideres de esta expedición se encargaban de aniquilar a todos sus enemigos sin necesidad de algún tipo de ayuda.
Podían incluso sentarse a observar el combate desde un escondite, conscientes de que no eran más que espectadores del gran poder de estos sujetos.
–No entiendo, ¿cómo es que es tan fuerte? El Duque Destructor debió bajar el uso de sus poderes a la mitad, pero parece que siguen igual –. Comentó Fabia con horror.
–No se moleste, princesa. Se necesita mucho más que las propiedades de un armamento para reducir el poder de un Bakugan Oscuro –. Comentó Lud con una risita –. Descubrirán que esos trucos no son suficientes para vencer a peleadores reales.
–¿Peleadores? Esto no es algo que hagan peleadores de verdad, esta masacre solo es digna de unos monstruos –. Respondió Aranaut con incredulidad a las palabras del invasor.
–En Gundalia no hay mucha diferencia entre uno y otro –. Respondió el ojiverde con sencillez antes de devolver su atención a su Bakugan.
Harto de los juegos que él mismo se había permitido crear, Elfar bañó sus puños en la energía proveniente de su propio cuerpo para arremeter una vez más contra sus enemigos en tierra, castigando la tierra con un retumbar que agitó el suelo al sentir el golpe del monstruo alado que, en un acto veloz, liberó un torrente de energía de su hocico contra todo Bakugan que se asomaba en su campo de visión.
Docenas por docenas, miles de guerreros cayeron como moscas a manos de esta criatura que destruía todo lo que se encontraba a su paso. Cada guerrero que intentó ponerse en medio de este demonio y la destrucción se veía condenado a conocer sus colmillos, a caer presa de su furia y ser despedazado por sus poderosos brazos o caer como una presa bajo las garras y los colmillos de un depredador hambriento.
Miles de neathianos verían esto como la batalla de sus vidas, un esfuerzo final en nombre de su mundo y su protección. Para Elfar Ventus, esto no debía ser más que un juego de niños, uno que le estaba permitiendo alimentarse de la carne de sus enemigos, despedazarlos como si no fueran más que papel en sus garras.
Ni una gota de sangre adornaba el suelo, pues cualquier herida abierta en los cuerpos de los defensores de Neathia no tardaba en ser consumida por la fuerza de un gran poder, convirtiendo el cuerpo que mostraba dicha herida en una corriente de polvo que pintaba estos bosques de un negro intenso.
Presa de la ira al ver a tantos de sus camaradas caer, Aranaut dejó al incapacitado Ingram tras de sí para precipitarse contra el enemigo una vez más, sosteniendo en su corazón la esperanza de impedir más muertes de sus compañeros y dejando atrás a una angustiada Fabia, que solo tuvo tiempo de alzar una carta con la esperanza de ayudar a su compañero desde la distancia.
–Poder activado: ¡Espejismo!
Peleadores: 4500.
Arrojándose sobre su enemigo sin temor, Aranaut liberó una serie de disparos de su cañón para intentar debilitar a su enemigo.
Por supuesto, ninguno funcionó y todo lo que Aranaut pudo hacer cuando se encontró frente a frente con la criatura responsable de tanta masacre fue intentar azotar su cadena con toda la fuerza que pudo reunir sobre el demonio.
Uno, dos, tres, los golpes volaban y volaban, dejando detrás una estela brillante que denotaba su paso por los aires, pero ninguno afectaba a Elfar Ventus, el cual se reía con cada ataque que recibía como si no fueran más que suaves caricias.
–Doble poder activado: ¡Puño Vector+ Duque Destructor!
Peleadores: 5000.
Dejando de lado el uso de su cadena, Aranaut soltó una gran carga de energía proveniente de su cañón directamente en la cabeza de Elfar, aprovechando la cercanía para atacar y comenzar una veloz secuencia de puñetazos con sus armas en mano que lograron sacar numerosas gotas de sangre del cuerpo del enemigo.
Sin embargo, a pesar de sus múltiples esfuerzos, nada parecía herir al aterrador Bakugan, que solo reía como si estuviera sintiendo los golpes de un niño pequeño tocar su cuerpo.
Desesperado y confundido, Aranaut incrementó la velocidad de sus puñetazos, pero nada parecía cambiar el resultado de este encuentro, Elfar solo se burlaba de sus pobres intentos de ganar mientras se dejaba alcanzar por las caricias del caballero neathiano.
–Esto comienza a ser aburrido –. Se burló el demonio de escamas verdes y oscuras antes de atrapar un brazo de su enemigo.
Con el puño envuelto por una de las manos sombras de su enemigo, Aranaut intentó responder lanzando otro ataque, pero que correría con el mismo destino gracias a la otra extremidad sombra de su contrincante.
De pronto, Elfar extendió los brazos de Aranaut tanto como pudo hacia los lados en un movimiento que obligó al caballero a soltar un gruñido mientras las extremidades inferiores del monstruo se posaban en su cintura y las superiores sujetaban su cabeza.
–¿¡Qué estás haciendo!? ¡Déjalo! ¡Aranaut! –. Exclamó Fabia con temor.
–Solo le dará una demostración del poder real, algo que los neathianos necesitan conocer –. Respondió Lud con deleite.
Con un atronador rugido, Elfar liberó una poderosa lluvia de energía de su cuerpo, bañando la arena en el verde de su ataque y consumiendo a todos los Bakugan que aún se encontraban presentes en el campo de batalla al mismo tiempo que el bosque, antaño tan verde como lo permitían sus árboles y su pasto, se veía reducido a un páramo casi holocaustico en el que solo se lograba divisar una zona llena de muerte y violencia, dejando nada más que ruinas.
Aranaut y los Peleadores solo pudieron ver con horror el toque de la caótica muerte que abrazaba estos campos sin piedad alguna, reemplazando parajes llenos de vida con la destrucción insaciable que vino con aquel atronador rugido sacado de las peores pesadillas de cada combatiente que aún se encontrara vivo en este páramo desolado y abandonado por cualquier entidad superior en el universo.
Entonces, los brazos de Aranaut se tensaron y su cabeza comenzó a verse cada vez más apretada junto con su cuerpo. En algún momento de esta espiral de destrucción, el gran Bakugan gundaliano había comenzado a ejercer fuerza y presión en el cuerpo del caballero neathiano, apretando sus brazos y su cabeza en su poderoso agarre al mismo tiempo que tiraba violentamente de sus extremidades y su cabeza hacia lados opuestos, listo para despedazar a Aranaut sin piedad.
–¡No! ¡Por favor, déjenlo! ¡Se los suplico! –. Pidió Fabia al ver a su compañero siendo torturado.
Por desgracia, sus palabras cayeron en oídos sordos cuando los gritos del mismo Aranaut bañaron el campo de batalla, gritos de dolor por la forma en que sus músculos se tensaban, por el estremecer de sus huesos y todo el peso de la culpa y la impotencia que caían sobre él con la fuerza de un mundo.
En el marco del dolor y la desesperación, solo se escucharon gritos de peleadores rotos, que veían con impotencia una causa perdida y la silueta de la muerte cada vez más cerca.
En el marco de la culpa y el pesar, solo se escuchó un fuerte grito por parte de una princesa guerrera, cuya figura se veía rebajada al llanto y gritos de horror.
–¡ARANAUT!
Testigos de una fuerza superior e injusta, abrumados por la superioridad de una derrota y una muerte inminente, solo hubo llanto para Neathia.
Testigos de una fuerza superior y devastadora, dispuesta a arrastrar a los inocentes a las entrañas de un malvado infierno, lleno de crueles demonios y sombras, solo hubo una respuesta.
Peleadores: 7000.
Presente de la imagen de la poderosa Fabia Sheen rebajada a una niña indefensa y el valeroso Aranaut Haos convertido en la presa de este monstruo, un poderoso grito de guerra se escuchó a espaldas de los Peleadores Bakugan.
Un grito lleno de poder puro, un grito imponente que provino de las entrañas de un fuego tan oscuro como la noche misma, un rugido de guerra que salió motivado por la gran furia de aquel que lo emitía, de aquel cuyo cuerpo se encontraba bañado en poderosas llamas verdes y negras por igual, aquel cuyo cuerpo se notaba decorado por múltiples símbolos de un intenso color rojo asomándose desde el interior del fuego.
Frente a los ojos impactados de miles de espectadores, un combatiente con dos grandes cuchillas del tamaño de sus antebrazos y un par de grandes alas se alzó nuevamente, presumiendo estás características compuestas completamente por el poder de las sombras, conviviendo en una caótica sincronía con las partes naturales de su cuerpo y su armamento.
Ante los ojos asombrados de miles de almas confundidas, Ingram Ventus se alzó nuevamente listo para la batalla, cubierto con el mismo poder con el que había sido maldecido.
Listo para usar el poder del enemigo en su contra.
Sin embargo, algo más había cambiado en él, algo más allá de su apariencia o la maldición que cubría su cuerpo. No, su mirada también había cambiado y sus ojos carmesíes ahora destilaban una intensa energía rojiza que se perdía entre las llamas que lo envolvían.
En esta ocasión, por primera vez en todo lo que llevaban de batalla, Elfar Ventus y su compañero mostraron una emoción que no habían visto antes más allá de un mórbido placer por causar dolor a otras personas. Esta vez, en los ojos de ambos invasores se encontraba presente una felicidad genuina, un ansia de combate verdadero lista para ser finalmente saciada por aquel vestroiano al que había torturado.
–Veo que el rey no se equivocó contigo –. Comentó el gundaliano dejando ir a Aranaut, perdiendo todo el interés por torturar al caballero –. Te acoplaste al verdadero poder de las sombras mejor de lo que el Príncipe Freidr predijo. ¿Cómo te sientes, Ingram?
En respuesta a su pregunta, Ingram solo dio un paso, dejando con él la marca de poderosas sombras desprendiéndose de su cuerpo en la forma de unas manos oscuras perdiéndose en medio del aura de poder que su cuerpo producía.
Paso a paso, el aura de Ingram cambió notablemente, escondiendo al guerrero sereno detrás de la apariencia imponente e iracunda de un asesino que miraba con frialdad a su objetivo.
Elfar era mucho más alto y eso se notaba a simple vista, pero la nueva apariencia de Ingram lo hacía ver como alguien a su mismo nivel, alguien que no le envidiaba nada, alguien que ni siquiera se sentía obligado a responder.
Alguien que solo se preocupaba por pelear.
–Así que no quieres hablar –. Dijo el dragón verde con diversión en su tono.
–No tengo nada que decirte, miserable basura gundaliana –. Escupió Ingram con asco y repudio.
Sorprendido por sus palabras, Shun se levantó para mirar a su compañero. Le habían hecho algo a Ingram, algo que había contaminado su mente y su voz con una oscuridad impropia de su compañero, dotándolo de una agresividad y un odio que Shun no había visto antes en él.
Quería preguntarle que estaba pasando, cómo se sentía, pero no pudo hacerlo. Cuando Ingram se giró, su mirada dejaba en claro que no estaba interesado en sostener conversaciones de ningún tipo, que había regresado a la lucha con el único propósito de matar o morir, de intentar vengar a todos los caídos.
Ya no parecía haber una necesidad de justicia en su querido amigo, ya ni siquiera se veía interesado en salvar a los humanos que los rodeaban y observaban el combate con miradas inexpresivas. En su lugar, parecía que lo único que había quedado en su corazón era el hambre de venganza, el oscuro deseo de castigar a estos sujetos por todo lo que habían hecho y exterminar la plaga que hería estos bosques tan similares al planeta del que provenía.
La única calidez que quedó en el tono de Ingram fue dedicada únicamente al mismo Shun cuando sus miradas se cruzaron, el único rastro de afecto aún presente en su fría y penetrante mirada se enfocaba solo en él y en las escasas palabras que pudo pronunciar antes de que el espectro de la ira se apoderara de él nuevamente.
–Shun, prepárate para pelear –. Recordó el maestro ninja a su amigo –. Qué Aranaut se haga a un lado y recupere su energía, qué entre cuando esté listo para continuar. Por el momento, nosotros nos encargaremos de esto. No quiero que nadie más se meta en la pelea a menos que quiera morir.
Seguido de sus palabras, una nueva llamarada de fuego antinatural emergió del cuerpo de Ingram, avivando las llamas que ya cubrían su cuerpo y dejando en claro que no quería que nadie cuestionara sus órdenes.
Por supuesto, los soldados que aún se encontraban en la batalla sabían que ninguno de los Peleadores Bakugan tenía experiencia previa manejando tropas, pero ninguno parecía dispuesto a llevarle la contraria a Ingram y su aterradora nueva presencia.
Tan asombrada como el mismo Shun, Fabia solo pudo asentir a sus hombres para que obedecieran las indicaciones del Bakugan Ventus y se alejaran.
Satisfecho, Ingram extendió sus seis alas, mostrando la grandeza de cada uno de los apéndices mientras su gran poder crecía, permitiendo que la luz en su ser fuera engullida por el poder de las sombras que emanaba su cuerpo. Tal vez solo era una impresión del mismo Shun, pero las alas de Shadow Wing y las del armamento parecían haber ampliado su tamaño para igualar la grandeza de las alas de sombra que se extendían detrás de las articulaciones más solidas.
Viendo cómo los soldados de la princesa retrocedían aparentemente intimidados por la forma de su nuevo líder, Elfar se rio con ganas, genuinamente divertido por el cambio en los acontecimientos de este encuentro y listo para continuar el combate.
–Muy bien, Ingram. Veamos que puedes hacer ahora –. Aceptó Elfar entre risas animadas.
En el suelo, Lundarion Eximus solo pudo imitar el gesto de su compañero al mismo tiempo que revelaba una serie de cartas poder entre sus manos con emoción, listo para librar el combate que se avecinaba.
–Qué comience la verdadera batalla, Shun.
Oficialmente, las apuestas inician una vez más. Próximamente, Elfar vs Dark Ingram (a falta de un nombre mejor :P), hagan sus apuestas y digan quién ganará. No se queden afuera, participen por la posibilidad de ganarse un auto (imaginario) y la satisfacción de haber ganado XDDD.
Ya hablando con seriedad (claro, sobre todo yo xd), estos capítulos estaban destinados a subirse antes, pero se prolongaron más de lo que había imaginado. Sí, nunca volveré a estimar un número, siempre pasa algo que hace que me equivoque.
La situación está difícil, Ingram tiene la percepción de la realidad alterada y está listo para pelear a cuchillazos con el diablo de los cerros de Neathia. Mándenle toda su energía y demuéstrenle mucho amor a Kakashi-Sensei en versión Bakugan para que pueda ganar la pelea que se viene (no sé ustedes, pero a mí nadie me va a quitar el presentimiento de que Ingram está inspirado en Kakashi, es que parece su versión gigante y verde xd).
