CAPÍTULO 27:

MALDICIÓN

Neathia, Ciudad de Miriel

Bosques

Algo estaba mal con Ingram.

A lo largo de su trayectoria como peleador, Dan Kuso había presenciado una serie de cambios en sus amigos y aliados por igual, cada uno marcado de diferentes formas por las dificultades que tenían que enfrentar como lo más cercano que el universo tenía a unos protectores.

Sin embargo, no había visto un cambio tan severo como el que Ingram había sufrido desde su primera batalla en Neathia. Por supuesto, el compañero de su amigo más antiguo siempre había sido alguien serio y enfocado, por lo que trabajaba tan bien con Shun y estaba bien con eso. Después de todo, Dan siempre había sido más impulsivo y menos dado a pensar mucho las cosas como parecían hacerlo el resto de sus amigos.

No obstante, algo no estaba bien con Ingram y no necesitaba ver las expresiones preocupadas de Shun para saberlo.

El maestro ninja se había mantenido en silencio desde que habían abandonado el palacio, exhibiendo su voz para hacer comentarios ocasionales respecto a la misión y sobre sus amigos en el frente, distrayendo a los gundalianos.

Y eso era otra cosa que lo intrigaba, por algún motivo, Ingram no parecía capaz de apartar mucho tiempo la vista del terreno que se alzaba a sus espaldas, la zona en la que Marucho y Jake ayudaban al Capitán Elright y a Ser Loren a combatir a sus enemigos.

Sabía que Ingram se sentía impotente, incluso desde antes de partir a Neathia. Se sentía mal por no poder proteger a Neo y casi perder el Elemento, así como se sentía débil por los resultados de la batalla con el tal Elfar Ventus, la misma que había dejado su marca en la forma de esos extraños trazos rojos que ahora decoraban el torso de Ingram.

Podía comprenderlo, él mismo conocía esa sensación muy bien. Pero no pudo sentirse tan preocupado por su amigo Bakugan como el compañero de éste. Sin embargo, Ingram no debería dejar que tal cosa lo afectara, no había sido su culpa después de todo.

El problema era que Shun ya le había dicho algo similar entre dientes y el Bakugan no parecía convencido. Parecía que, en cierto modo, Ingram sentía que el peso del mundo reposaba en sus hombros, tal como Dan lo había sentido incontables veces y como varios de sus amigos experimentaban a diario. El ausente Nick era la prueba de eso.

Podían sentirlo, el retumbar de los suelos incluso desde la distancia, moviendo las piedras a sus alrededores y agitando las hojas. La batalla de Marucho y sus amigos había estado provocando esta situación desde hacía horas y ni siquiera la gran distancia que los separaba parecía ser rival para el choque de los poderes.

No, no solo podían sentirlo, también habían sido capaces de verlo, el desarrollo del encuentro entre el tal Strikeflier con sus amigos, llevando a cabo su combate en la misma dirección que Ingram no podía dejar de ver en este breve descanso.

Habían pasado mucho tiempo caminando entre los bosques a las afueras de la ciudad y no parecían establecer la distancia suficiente con la batalla de sus amigos.

En otras circunstancias, se habría emocionado ante la idea de combatir rivales tan fuertes en el campo, pero entendiendo la naturaleza de toda esta situación, no podía evitar sentirse como Ingram: preocupado por sus amigos. No dudaba de las habilidades combativas de Jake y Marucho, mucho menos si los respaldaba un ejército, pero no podía evitar preocuparse.

Cómo líder de los Peleadores Bakugan, había aprendido a temer por cada cosa que atravesaran sus amigos si no estaba con ellos, aunque también había aprendido a disimularlo bien por la fe que tenía en su equipo. No obstante, eso no aplicaba los temores que surgían en su corazón cada vez que su equipo estaba en peligro. Lo sentía ahora y llevaba sintiéndolo desde el momento en que se hizo público el secuestro de Nick, Julie y sus Bakugan.

Escondía su temor tras su característica sonrisa, pero no podía evitar sentirlo. Y eso era algo que compartía con el resto de su equipo, eran tan cercanos como cualquier familia y por eso no podían tolerar la idea de alguno en peligro.

Ahora mismo se encontraba sentado en una piedra, bebiendo un poco de agua mientras trataba de ignorar los temblores provocados por el combate que se desarrollaba en la lejanía y observaba a Shun murmurar palabras inentendibles con Ingram.

No podía decir a ciencia cierta qué entendiera lo que había pasado con ese par tras su batalla, pero solo podía esperar que estuvieran bien y se abrieran cuando llegara el momento. Era una pequeña esperanza, y una un poco amarga, pues tristemente ya se había acostumbrado a que Shun y Nick se reservaran sus problemas y los resolvieran por su cuenta. Por desgracia, ahora era lo mismo con Ingram y Leónidas.

Drago había intentado hablar con el maestro ninja, pero éste no sabía cómo responder. Parte de Dan temía que Ingram solo pudiera abrirse con Leónidas. Bien conocida era la amistad que ambos Bakugan habían desarrollado debido a la cercanía de sus compañeros y sus entrenamientos en conjunto.

–Fabia, ¿cuánto falta? –. Preguntó Drago curioso de repente.

La neathiana los miró confundida brevemente antes de responder.

No se necesitaba ser muy observador para notar que su nueva amiga tenía su atención puesta en el mismo lugar que Ingram.

–Aún falta camino, el generador debe estar como a una hora de aquí todavía –. Respondió la princesa mirando en la dirección opuesta al camino recorrido.

–¿Una hora? Vamos, Fabia, eso está demasiado lejos. ¿No pudieron ponerlo más cerca? –. Se quejó Dan con cansancio.

–La idea es que estuviera escondido y lejos de los problemas. Ya hemos tenido suficiente tratando de proteger los demás generadores –. Respondió Aranaut.

–¿Y qué hay de los demás? ¿Sabemos algo? –. Preguntó Shun integrándose al grupo con sus Bakugan.

–Todo va de acuerdo al plan, pero… –. Comentó la peliazul de pronto, incapaz de terminar la frase.

–Pero… –. Alentó Dan a la chica con un ademán.

–Ser Loren está con ellos y se están enfrentando a un enemigo poderoso, creo que él y Hawktor tendrán que pelear –. Comentó la princesa con un suspiro y una mirada triste.

La naturaleza de la relación de la princesa y el caballero era desconocida, pero un poco intrigante. Normalmente, Dan no estaría interesado en las relaciones personales de sus amigos si éstos no querían compartir ese tipo de información con él. Sin embargo, no conocía a Ser Loren de nada más que no fuera su reputación como el peleador más fuerte del planeta, por lo que la oportunidad de saber más del hombre resultaba en una intriga tentadora para los Peleadores Bakugan.

Incluso Shun, con sus extraños resoplidos y miradas distantes cada vez que Fabia mencionaba al caballero, debería sentirse interesado en éste y lo que pudieran averiguar sobre alguien tan fuerte como él.

–Ustedes son cercanos, ¿no? –. Observó Ingram en el hombro de su compañero.

–Sí, lo conocemos desde hace bastante –. Asintió Fabia con una pequeña sonrisa de orgullo –. Cuando mi padre gobernaba el planeta le fue asignada la protección de las hijas del rey.

–¿Y es cierto todo lo que dicen de él? ¿De verdad es el peleador más fuerte de tu planeta? –. Preguntó Dan con emoción y curiosidad.

–Así es –. Asintió la peliazul orgullosa –. Mi padre no habría asignado la protección de sus hijas a alguien más. Después de todo, ¿quién mejor para el trabajo, que el más fuerte de todos?

–Lo admiras mucho, ¿no? –. Preguntó Shun a la princesa con un pequeño sonrojo.

Fabia era alguien muy observadora, según lo que el mismo Shun había dicho, parecía ser capaz de darse cuenta de cosas que otros no podrían con facilidad. Dan lo creía, por supuesto, Shun jamás les mentiría, por lo que le resultaba sorprendentemente que la peliazul no se percatara de la aparente incomodidad del Peleador Ventus mientras sus ojos adquirían un brillo sin igual, resaltando el verde de los orbes.

–Por supuesto –. Respondió Fabia con emoción –. Cuando comencé mi entrenamiento, quería ser como él e incluso le pregunté si se podía convertir en mi maestro.

–¿Y qué te dijo? –. Preguntó Drago curioso.

–Qué no, por supuesto –. Respondió Aranaut por su compañera –. El entrenamiento de Ser Loren no fue normal. Poco después de la rebelión de los Xadir, él y Hawktor desaparecieron por un par de años en las montañas del norte. Fue a su regreso que comenzaron a ganar batalla tras batalla, sofocando cualquier intento de insurgencia y representando el poder de Miriel y la noble Casa Sheen en nombre del rey.

Eso era interesante, entonces esos dos no habían sido siempre los más fuertes del planeta. Sin duda su tiempo en esas montañas debió haberse invertido en un claro entrenamiento, pensado para forzar tanto al peleador como al Bakugan a fortalecerse en condiciones adversas.

Algo que Dan podía respetar y sin duda moría por ver los resultados de tal entrenamiento. Tendría que preguntarle a Marucho por el desempeño del hombre en batalla.

Ojalá fuera todo lo que Fabia decía de él con tanto orgullo y admiración.

–Por desgracia, se niegan a decirnos que clase de entrenamiento realizaron para ser tan fuertes –. Confesó Fabia con un suspiro antes de retomar su buen ánimo –. Pero, en cuanto volvieron y mostraron de lo que estaban hechos a todo el reino, mi padre los convirtió en nuestros protectores.

Una vez más, los ojos de la peliazul se iluminaron en un gesto tan tierno, que Dan no pudo evitar pensar en Julie cuando se proponía a sacarles una risa. Fabia era una guerrera fuerte e implacable en la arena, por lo que verla actuar como una niña hablando de una especie de superhéroe resultaba enternecedor.

–Yo era una niña en aquel entonces y recuerdo que solía seguir a Ser Loren todas las mañanas a sus entrenamientos –. Recordó Fabia con nostalgia.

–Nos causaba gracia a todos. El trabajo de Hawktor y Ser Loren era el de proteger y acompañar a las princesas desde temprano, pero siempre era la Princesa Fabia quien lo seguía a él sin importar donde fuera –. Comentó Aranaut con una risa, haciendo sonrojar a la peliazul.

–Yo era muy hiperactiva entonces, creo que le saqué varias canas cuando lo sorprendía en el campo de entrenamiento para verlo luchar –. Dijo la peliazul apenada rascándose una mejilla con un dedo.

–Veo que eras la princesa problemas –. Dijo Dan entre risas.

–Era una de las quejas más frecuentes de mi padre. Serena siempre ha sido la más obediente de las dos y el más grande orgullo de nuestro padre. Incluso desde pequeña estaba interesada en la política y en reinar, mientras que yo solo quería ser igual que mi protector –. Comentó Fabia con una risa avergonzada.

–Imagino que el rey no debía estar muy contento cuando te escabullías al campo de entrenamiento para verlo –. Dijo Ingram con una risa sutil por las anécdotas de la princesa.

–Siempre odió esa costumbre, pensó en relevar a Ser Loren de su deber para que su hija más joven no se hiciera daño un día –. Respondió Aranaut divertido por los recuerdos.

–Imagino que lo habrías seguido igualmente –. Dijo Shun de pronto con una sonrisa aparentemente triste, oculta bajo el cuello de su armadura.

Después de todo lo que les habían dicho, esa habría sido la conclusión lógica para cualquiera y esperaban que Fabia lo confirmara con un eufórico asentimiento y una brillante sonrisa. En lugar de eso, la princesa solo arqueó unas cejas antes de cerrar los ojos con una sonrisa de complicidad.

–No habría sido necesario. De haber alejado a Ser Loren, mi padre habría tenido su primera gran pelea con su heredera –. Respondió Fabia desviando la mirada de pronto.

–No entiendo, ¿a qué te refieres, Fabia? –. Expresó Dan confundido.

En respuesta a su pregunta, Fabia solo les devolvió la mirada con una expresión nostálgica y un poco alegre antes de acercarse a ellos con un dedo índice sobre sus labios.

–Bueno, ustedes no lo oyeron de mí –. Declaró Fabia con un atisbo de complicidad y picardía asomándose en su tono antes de continuar –. Pero mi hermana estaba muy enamorada de Ser Loren cuando era nuestro protector.

–No, no puedo creerlo –. Dijo el castaño fascinado e interesado en la respuesta de la peliazul –. ¿Eso es cierto, Aranaut? –. Preguntó buscando la confirmación del caballero.

–Así es, aunque era un secreto a voces entre los muros del castillo –. Respondió el Bakugan al mismo tiempo que reprendía a su compañera.

–¿Y la reina alguna vez le confesó sus sentimientos a Ser Loren? –. Preguntó Drago con curiosidad.

Al escuchar la pregunta del Bakugan vestroiano, la sonrisa de Fabia decayó hasta formar una mueca llena de aparente pesar.

–No, no pudo. Desde el principio se le dejó en claro a mi hermana que su esposo debía ser algún noble poderoso, dispuesto a ayudar a Miriel si la situación lo requería. Es el papel de un rey consorte –. Respondió Fabia bajando la mirada con tristeza –. Es una pena, sé que mi hermana sería muy feliz con Ser Loren.

–¿Y él sentía lo mismo por ella? –. Cuestionó Ingram a la princesa.

–Honestamente, nunca lo supe –. Dijo la peliazul con intriga –. Le quise hacer la pregunta varias veces, pero era muy inapropiado.

–Aunque lo sugirieron una vez –. Comentó Aranaut pensativo.

–¿En serio? –. Preguntó Fabia con aparente emoción renovada.

–Sí, fue poco después de la muerte de su padre. El general Halbrok sugirió el matrimonio con la reina como una forma de recompensar a Ser Loren por sus servicios a la capital –. Afirmó el Bakugan.

–¿Y mi hermana qué dijo? –. Preguntó la princesa conteniendo su alegría.

–Ella se negó.

La felicidad en el rostro de la princesa desapareció de forma abrupta, su enorme sonrisa cayó de su rostro, presa del fuerte golpe de realidad que su compañero había tirado sobre ella como un balde de agua fría.

Dan no pudo evitar sentirse mal, Fabia se veía genuinamente interesada en la unión de su hermana y su héroe, y ahora se enteraba de forma tajante que había sido la misma reina quien había rechazado la posibilidad de contraer matrimonio con el hombre en el que solía estar interesada.

–Cuando se le preguntó su opinión, la Reina Serena argumentó que Ser Loren seguiría siendo leal y que ella tenía un deber que cumplir para mantener al reino unido –. Explicó el Bakugan para que Fabia no tuviera que hacer la pregunta.

–Pero eso es ridículo. Ella amaba a Ser Loren, me lo decía en las noches que nos quedábamos en su habitación –. Objetó la peliazul confundida –. Se vestía todas las mañanas con sus mejores vestidos y maquillaje para impresionar a Ser Loren cada mañana y él siempre se la quedaba viendo, incluso se reservaban un baile en cada evento que mi padre organizaba y se podían quedar viéndose a los ojos toda la noche. Vamos, Aranaut, no puede decirme que lo rechazó así de fácil.

–Puede que su enamoramiento por él solo fuera cosa de la juventud y lo superara. O quizás siga interesada en él, pero sabe que tiene un deber que cumplir. Sea como sea, Ser Loren aceptó la postura de la reina y ha seguido sirviendo fielmente a la corona desde entonces –. Explicó Aranaut finalmente.

Ante la lógica de su compañero, Fabia no pudo objetar más. Aunque le desagraba la idea de que su querida hermana diera su mano en matrimonio a alguien que no amaba, no podía discutir cuando el tema del deber entraba a colación.

Dan podía entender su frustración, él no podría soportar viendo a alguno de sus amigos dejar ir la oportunidad de ser felices sin luchar por ella primero. Si Elisa no hubiera tomado la iniciativa con Nick en la Tierra hacía ya medio año, él mismo habría jalado a ambos peleadores de la oreja para que confesaran su interés en el otro y se dieran la oportunidad.

Solo podía imaginar cómo Fabia quería hacer algo similar con su hermana por dejar ir al hombre al que parecía querer sin más.

–Supongo que tienes razón, pero no lo vuelve menos decepcionante –. Concluyó la peliazul con un suspiro.

Le habría gustado preguntar un poco más, el tema le resultaba interesante y lo ayudaba a desviar un poco su mente de la preocupación que sentía por sus amigos.

Por desgracia, no pudo. No cuando una ráfaga de viento agitó con fuerza los árboles y los arbustos del bosque, revoloteando las hojas que los conformaban y obligando a los miembros de los Peleadores a mirar a los cielos para ver frustración como una nave de gundaliana se posaba por encima del terreno.

Era una máquina de tamaño mediano, lo suficiente como para albergar a un pequeño contingente de hombres, su pintura era negra y contaba con una ornamenta dorada en los cascos superiores de la nave para reforzar lo que sin duda debía ser su blindaje. Además, también mostraba una serie de delgados trazos azules, resaltando la identidad de quién debía estar pilotando el transporte aéreo.

–¡Es Stoica! –. Avisó Fabia cubriéndose el rostro del viento.

Emergiendo entre la tormenta de hojas y tierra, la figura de un gundaliano de cabello anaranjado y túnicas azules se mostró a unos metros de los peleadores, enseñando una enorme sonrisa repleta de afilados bajo una mirada sádica y penetrante.

Sin embargo, no estaba solo. Al lado del invasor se encontraba la figura de un peleador más alto, con cabello rubio escondiendo los extremos de sus cuernos y vestido con una chaqueta verde y unos distintivos pantalones oscuros.

A pesar de llevar la apariencia de un gundaliano, Dan podía reconocerlo muy bien con solo un pequeño vistazo. Nunca podría olvidar los rostros aquellos que le habían hecho tanto daño a la Tierra.

–Y Jesse está con él –. Señaló el castaño con desagrado.

–Esos infelices –. Bufó Ingram con asco.

–Tranquilos, chicos –. Tranquilizó Shun a sus amigos.

La enorme sonrisa que decoraba la cara del demente pelinaranja solo pudo ensancharse más cuando pareció hacer un pequeño conteo de cabezas en la delgada línea que formaban sus enemigos.

–Nuestros camaradas en la línea frontal sospechaban que sus fuerzas eran un señuelo –. Comentó el invasor más bajo cruzándose de brazos –. ¿Y qué les parece? Tuvieron toda la razón. La pregunta sería: ¿qué es lo que hacen aquí realmente?

–Hablen, terrícolas, ¿cuál es su motivación? –. Exigió Jesse con teatralidad.

–Eso no les importa, salgan de nuestro camino –. Exigió Dan con fuerza.

–Todo lo contrario, humano. Se nos ordenó llevar al Dragonoid con vida ante el emperador, así que les pediré que no hagan esto complicado y se entreguen por las buenas –. Pidió el peleador más bajo con falsa cortesía y una sonrisa burlona –. O, tal vez no, también pueden pelear y hacerlo divertido. No hemos podido torturar a nadie desde la última derrota del Leónidas Darkus.

El último comentario llamó la atención de todos, congelando sus expresiones con rabia y temor al mismo tiempo mientras sus puños se cerraban con fuerza.

–¿¡Qué!? ¿¡Vieron a Leónidas y a los demás!? –. Exclamó Ingram iracundo.

–No solo los vimos, también tuvimos la oportunidad de torturarlos cuando los llevamos ante Kazarina –. Provocó el pelinaranja con deleite –. Debieron haberlo visto, nunca había visto a nadie sufrir tanto en el proceso de reprogramación elevado.

Dan apretó los dientes mientras avanzaba con un gruñido, estaba listo para moler a golpes a estos cretinos con tal de obligarlos a soltar a los chicos. Pero fue el fuerte brazo de Fabia lo que le detuvo, dejando en claro que era el turno de la princesa para hablar.

–Eso no puede ser verdad. Si hubieran llevado a cabo esos procesos con los chicos, ellos estarían con ustedes ahora mismo y no se ha recibido reporte alguno de su presencia –. Argumentó la peliazul esta vez.

–En eso tiene razón, princesa. El humano y su compañero resultaron tener más voluntad de la que habíamos esperado y lograron resistirse al control de Kazarina –. Reconoció el sádico sin borrar la sonrisa de su cara –. Las circunstancias obligaron a nuestro príncipe a buscar un nuevo método de tortura para ellos.

–¿¡De qué estás hablando!? ¿¡Qué rayos les hicieron!? –. Rugió Ingram con mayor fuerza en esta ocasión.

Sorpresivamente, una especie de aura negra comenzó a formarse alrededor del Bakugan vestroiano, que se adelantó ligeramente con aires de imponencia para dirigirse una vez más al líder invasor.

–¡Habla ahora, asqueroso gundaliano!

Ingram siempre había tenido una voz fuerte, una que se escuchaba llena de poder incluso cuando el Bakugan Ventus no se sentía así. Pero esto era algo nuevo, su tono se volvió más oscuro y agresivo, elevándose al compás de la energía oscura que comenzaba a emanar su cuerpo mientras sus ojos rojizos brillaban con intensidad.

Lo más escalofriante es que no había ni una gota de verde en las flamas completamente negras que se desprendían del Bakugan.

–Ingram, tranquilo –. Trató de calmar Drago al Bakugan con tono calmo.

–¡No, Drago, no voy a calmarme! ¡Estos gusanos hicieron algo a nuestros amigos y quiero saber qué fue! –. Objetó Ingram sin despegar la vista de su objetivo.

–¿Tanto te importa saberlo? ¿Nunca te han dicho que hay preguntas cuyas respuestas no quieres conocer, terrestre? –. Se burló Stoica.

–¡Solo habla, payaso! –. Exigió Dan esta vez con preocupación oculta tras su ira.

–Bueno, ya que parece importarles tanto –. Aceptó el pelinaranja antes de continuar –. Cuando el humano y su Bakugan lograron resistir el control de Kazarina, el Príncipe Freidr pensó en un nuevo plan de tortura. Tuvo que llevarlo a cabo en secreto junto con sus hombres, pero logró llevar al Leónidas Darkus y a su compañero a una zona donde podrían pelear.

El sádico hizo una pequeña pausa para deleitarse con las expresiones de rabia y preocupación que se plasmaban en los ojos de sus contrincantes. Claramente, estaba disfrutando del pequeño relato.

–Junto con ellos, también llevó a un grupo de prisioneros humanos. El objetivo era simple: si ganaban la batalla, los mocosos terrícolas estarían a salvo y serían enviados a casa. Sin embargo, si perdían, todos serían ejecutados frente a ellos –. Expuso el gundaliano con deleite.

Por un segundo, Dan creyó ver como las facciones de Glenn se torcían en una fugaz mueca llena de desagrado. Sin embargo, desapareció con tal velocidad, que no pudo asegurar si lo que vio fue real o solo parte de su imaginación.

Sin embargo, eso no importaba micho realmente. La naturaleza de la prueba a la que Nick y Leónidas habían sido sometidos dejó helada su sangre y la de sus amigos. Podía sentir el odio y el pánico por ellos solo con ver sus rostros.

–¿Qué fue lo que hicieron? –. Preguntó Ingram con un hilo de voz, pero sabiendo la respuesta.

Una respuesta clara para todos, pero que ninguno quería aceptar.

–¿Aún no lo sabes? Creí que ustedes eran listos –. Siguió Stoica con sus juegos.

–¿¡QUÉ FUE LO QUE HICIERON!?

Una llamarada oscura, más poderosa que el fuego negro que ya habían visto antes, se elevó como un destello ante sus ojos. Ingram estaba enojado y no era la primera vez que hacía visible tal emoción, pero nunca la había experimentado con tal intensidad.

–¿No es obvio? Mataron a los mocosos.

Un jadeo colectivo se escuchó por parte de los peleadores, que solo pudieron mirar con una mezcla de horror, furia e impotencia como Stoica seguía burlándose de las muertes de unos niños inocentes.

Ardiendo en rabia, Dan trató de arremeter una vez más hacia sus enemigos. Quería hacerlos pedazos, quería que sintieran el horror que esos pobres niños debieron haber experimentado en sus últimos de vida, bajo el yugo de estos miserables.

Dio los pasos y Fabia no pudo hacer nada esta vez para detenerlo, estando presa de su propio impacto. Sorprendentemente, ni siquiera Shun fue lo suficientemente rápido para detenerlo, pero tampoco fue necesario.

Dio los pasos y tenía la voluntad para descargar su ira con estos demonios por todo lo que habían hecho, pero un nuevo estallido lo detuvo en seco, uno tan negro, que pareció ser un vestigio de la noche en pleno de día.

Estaban furiosos, impotentes y frustrados ante lo que oían, ante el sufrimiento al que sus amigos habían sido sometidos. Lo único que Dan quería era un poco de justicia, una merecida retribución en nombre de las víctimas de estos monstruos. Quería verlos sufrir, que sintieran un poco de todo el dolor que Nick y los demás debieron experimentar estando en las garras de estos demonios.

Pero parecía que había alguien que lo deseaba más.

–Ustedes… desalmados… monstruos… –. Murmuró Ingram envuelto en la energía de su maldición.

Si antes era difícil distinguir a Ingram estando perdido en la bruma que acompañaba la ira latente en lo más profundo de su ser, ahora era prácticamente imposible. Ahora, solo podían ver una estrella oscura, tan negra como la noche y que solo contaba con el llamativo brillo de unos orbes rojos en el centro.

–No se sientan mal, humanos. El príncipe reconoce la piedad y dejó vivir a su amiga peliplata y a las prisioneras más jóvenes –. Comentó el gundaliano mayor reemplazando su expresión por una más dura y amargada, al menos antes de volver a sonreír con crueldad –. Aunque, claro, eso no va quitar las cabezas decapitadas de los mocosos de nuestros muros.

Si el consuelo de saber que Julie y Gorem estaba a salvo significó algo para Ingram, Dan no pudo verlo. En su lugar, la única emoción que logró identificar en el corazón de Ingram fue la ira que acompañaba sus palabras.

Por un breve instante, solo hubo silencio. Nadie se atrevió a decir nada mientras la punta del aura alrededor del Bakugan maldito se elevaba más y más, apuntando hacia las nubes.

Stoica no mostró otra expresión que no fuera el gozo de saber que había tocado los puntos sensibles de sus enemigos y que ahora uno de ellos ya ni siquiera trataba de conservar la compostura.

Pero Glenn era una historia diferente, en sus ojos se podía notar la preocupación, un miedo latente que ahora tenía que observar de cerca, la ira de un monstruo que ellos mismos habían despertado.

Fue en la línea que separaba la confianza y el miedo en las miradas de los invasores, que Ingram mismo decidió cortar el silencio de la confrontación para dirigirse a su compañero.

–Shun, Drago, salgan de aquí y sigan con la misión –. Indicó el ninja con tono firme –. Dan y yo nos encargaremos de estos parásitos.

–Ingram, ¿estás seguro? –. Preguntó el ojimiel inseguro ante la idea de dejar a su compañero en este estado.

–Lo estoy. Pagarán por lo que le hicieron a Leónidas, a nuestros amigos y a esos niños inocentes –. Juró Ingram con determinación.

El ojimiel dedicó una mirada breve a Dan, preguntándole a su amigo sin necesidad de palabras si estaba bien con eso.

No mentiría, no lo estaba. Ingram no era así y, para ser honesto, verlo actuar de esta manera lo asustaba un poco. Sin embargo, tenía razón, ya habían planeado esto y era el único modo de garantizar que Drago llegara al generador del escudo lo más rápido posible.

Era su única opción de todos modos, ese era el plan B.

–Vayan, nosotros los cubrimos –. Prometió Dan con una sonrisa forzada.

Tan inseguro como lo estaba el líder del grupo, Shun solo pudo asentir antes de dejarle un pequeño objeto a Dan en la palma de la mano y tomar a Drago con delicadeza para alejarse de su posición con un salto que lo llevó hasta la rama del árbol más cercano, perdiéndose entre las hojas antes de que los invasores pudieran entender lo que estaba pasando.

–¿¡Qué!? ¡Oigan, no irán a ninguna parte! –. Exclamó Stoica indignado por el escape del ninja.

No obstante, antes de que pudiera decir algo más, el fuerte rugido de Ingram, emitido con una vez profunda y oscura, calló cualquier objeción que los gundalianos pudieran emitir.

–¡SILENCIO!

Furioso, Stoica miró al Bakugan poseído por lo que solo podía describirse como una maldición, listo para decir algo.

No pudo hacerlo, no con el tono dominante y oscuro de Ingram imponiéndose una vez más.

–Ustedes, gundalianos, se infiltraron en nuestro planeta, secuestraron niños inocentes para usarlos en su guerra egoísta, mataron a cientos de personas, mancharon la reputación de los Peleadores Bakugan y ahora tienen el descaro de ejecutar a sus prisioneros delante de nuestros amigos –. Repasó el Bakugan avanzando con una fuerte determinación hacia sus enemigos –. Eso es algo que no podemos perdonar.

–¿¡Quién te crees que eres!? ¿¡En verdad piensas que puedes intimidarnos!? –. Exclamó Stoica alterado por el descaro de su enemigo.

–Por todo lo que han hecho y lo que piensan hacer, tendrán que pelear –. Declaró Ingram con fuerza, ignorando el triste intento de valor de su enemigo –. ¡Por todas las vidas que han arruinado, tendrán que defenderse, porque esa es la única forma en la que podrán salvarse de mí!

Sin mediar más palabras, el Bakugan se cerró en una esfera envuelta en energía oscura para retroceder.

Con duda, Dan envolvió al compañero de su amigo en su mano, temiendo lastimarse con la energía que el Bakugan maldito emanaba. Pero no hubo nada que temer, el fuego no le hizo daño alguno y las dos esferas que reposaban en sus manos expresaron su deseo de pelear. Según Shun, Ingram se había vuelto más fuerte desde su combate contra Elfar Ventus, por lo que imaginaba que Shadow Wing también debería habersd fortalecido, pero esa sería una carta que se reservaría. Antes de sacar todo el arsenal que su amigo le había dejado, quería ver lo que Ingram podía hacer y qué tan efectivo sería en combate.

Negando con la cabeza, Dan alejó los pensamientos ajenos a la batalla para enfocarse en lo que más exigía su atención actualmente. Ya habría tiempo para hacerse preguntas, ya habría tiempo para expresar sus temores. Pero, ahora, solo había tiempo para pelear y proteger el paso de sus amigos por el bosque.

–Vamos, Dan, tenemos que ganar –. Declaró Fabia al castaño, tratando de esconder el temor en tono de voz.

Estaba claro que ella tampoco estaba segura de pelear con Ingram en este estado, pero no sé permitía el lujo de distraerse en estas circunstancias. No podía, no deberían.

Con un suspiro, Dan solo pudo asentir antes de programar el BakuMetro integrado en su armadura para dar por iniciado el encuentro.

Campo: Abierto.

Con un lanzamiento de la primera carta por parte de Fabia, la arena de combate se vio lista para ser usada bajo el brillo dorado de una carta portal por parte de la princesa neathiana.

–Necesitarán más que un espectáculo para vencernos, terrestres. No duden que acabaremos con ustedes –. Dijo Stoica con determinación.

–Ya lo veremos, cretino –. Respondió Dan con desagrado.

Tenían que pelear, tenían que pensar en todo el daño que estos monstruos habían hecho y en como éste sería un paso adelante en su plan para detenerlos. Ese sería su combustible, su impulsor de mayor fuerza para detener la máquina de destrucción y codicia que eran los gundalianos.

Con tal de hacer lo correcto, usarían todas las armas que tuvieran a la mano, incluso las que el enemigo había forzado en ellos.

No conocían la naturaleza de la maldición que Lundarion Eximus y Elfar Ventus habían lanzado sobre Ingram, pero el Bakugan parecía listo para usarla sin importar qué y tenían que hacerlo, tenían que ganar.

Sobre el resplandor de una carta portal cinco Bakugan fueron lanzados al campo de batalla, defensores de Neathia y la Tierra frente a dos implacables invasores.

Lythirius era un Bakugan escalofriante, su apariencia de insecto con grandes ojos anaranjados y dos enormes tenazas de cangrejo habrían hecho sentir incómodo a cualquier otro enemigo. Del mismo modo, Plitheon Ventus era tan intimidante como lo recordaba de su batalla contra Fabia en el IB, pero ahora se encontraba sorprendentemente silencioso ante la situación que se desarrollaba frente a sus ojos.

Normalmente, guerreros así serían un reto atractivo para un peleador como Dan, pero ahora mismo se veían poco impresionantes, se veían pequeños delante de la silueta del Maestro Ingram Ventus; bañado en una fuerte aura de energía aparentemente maldita y tan oscura como la piel de un Bakugan Darkus. Pero no sus ojos, sus ojos brillaban en un intenso color rojizo, el mismo que compartían con las marcas que decoraban el torso del guerrero enmascarado.

Ingram no había cambiado casi nada a pesar de las circunstancias y se veía prácticamente igual que siempre, pero ahora contaba con un rasgo característico que todos podían ver y que no estaba ahí antes.

Un enorme par de alas de águila, compuestas completamente por sombras, se agitaban en la espalda del maestro ninja al mismo tiempo que se escuchaba una especie de graznido entre los sonidos del poder agitándose alrededor del Bakugan vestroiano.

El combate había visto su apertura y el nivel de los contendientes estaba sobre la mesa.

Ingram y Aranaut: 1800. Lythirius y Plitheon: 1800.

–¿¡Qué!? ¡Ingram tenía un nivel base inferior al de los demás Bakugan! ¿¡Cómo es que lo incrementó en tan poco tiempo!? –. Expresó Jesse alarmado y confundido.

–No soy el mismo que enfrentaron en la Tierra. Será mejor que lo tengan presenten –. Dijo el ninja.

Empuñando sus manos y dejando salir un rastro de esta energía misteriosa mientras extendía sus nuevas alas, la tierra tembló cuando el poder maldito de Ingram se alejó brevemente de él, cubriendo la luz del bosque y abrumando incluso al mismo Aranaut con el rastro de grandes sombras fortaleciéndose y creciendo a los pies del maestro ninja.

–¡PAGARÁN POR TODO LO QUE HAN HECHO!

Superada por el gran poder del guerrero, la tierra se agrietó y las rocas en las superficies se elevaron antes de salir expedidas en pleno aire de su ubicación por el empuje de un estallido oscuro, proveniente de la forma del Bakugan maldito.

–¡No importa si te fortaleciste desde la última vez que luchamos, caerás de nuevo! –. Aseguró Plitheon señalando a su enemigo.

–No tan rápido. Tú y yo aún tenemos asuntos pendientes, Plitheon. No creas que ya olvidé lo que me hiciste en la Tierra –. Interrumpió Aranaut.

–¡Entonces, acabaré con los dos de una vez por todas!

–Poder activado: ¡Zona Verde!

–Poder activado: ¡Espejismo!

2100.

Ambos Bakugan se abalanzaron sobre el otro, envueltos en un espectro de la luz con el color de su propio atributo, dando pie a una serie de confrontaciones en el aire compuesta por puños y patadas.

A una gran velocidad, ambos guerreros se desvanecieron de su posición y reaparecieron en las alturas en medio de un violento choque de puños y patadas antes de desaparecen un parpadeo, regresando al suelo por un segundo antes de desplazarse de su lugar nuevamente.

Dan tenía problemas para seguir el combate de sus amigos, la velocidad que manejaban con sus potenciadores activados era mucho mayor de la que tenían en sus formas normales, por lo que se veía obligado a mover su cabeza en busca de los contendientes, intentando dar con ellos antes de que se desvanecieran en pleno aire. Sin embargo, no podía decir lo mismo de Ingram y Lythirius, que parecían seguir la vista de la batalla mientras giraban su cabeza de un lado al otro, dando justo en las ubicaciones donde Aranaut y Plitheon luchaban a una velocidad vertiginosa.

Fue en medio del encuentro, que el combate finalmente dio con un punto claro cuando Aranaut envió un puñetazo a la cara de su enemigo, movimiento que éste logró evadir a tiempo llevándose únicamente un rasguño por encima de sus colmillos, pero dándose la oportunidad de conectar un golpe en el estómago del caballero neathiano.

Aturdido, Aranaut retrocedió con una mano en la zona herida, dándole la oportunidad a Plitheon de acertar un puñetazo en un costado de su cabeza antes de usar su mano libre para tirar con fuerza del casco del neathiano para dejarlo lo suficientemente expuesto como para conectar una serie de puñetazos que apenas pudieron ser bloqueados por uno de los brazos de Aranaut.

Por desgracia, antes de que el caballero pudiera contraatacar, Plitheon renunció a su ofensiva constante para dar una fuerte patada a un costado de Aranaut, haciendo que éste emitiera un fuerte quejido de dolor antes de sentir como el Bakugan gundaliano conectaba un gancho en su rostro para, rápidamente, barrer sus piernas.

–¡Aranaut! –. Llamó Fabia a su compañero con preocupación.

–¡Vuelve a tu lugar, insecto! –. Escupió Plitheon eufórico a su oponente.

Juntando sus manos sobre su cabeza, un demoledor golpe descendente dio de lleno en la frágil guardia de Aranaut, provocando que éste caiga de lleno al nivel del suelo, levantando una nube de tierra debajo de las grietas.

Ingram y Aranaut: 1900.

–¡Stoica, esta es su oportunidad! ¡Vayan por Drago! –. Indicó Jesse al pelinaranja.

–No me des órdenes, soldado –. Escupió el mayor con desagrado.

–¿¡Quieres que el emperador nos castigue por dejar que el Dragonoid escape!? –. Cuestionó el rubio con fuerza.

Stoica pareció reflexionar un momento antes de suspirar con desgano, reconociendo la verdad en las palabras del peleador más joven.

–Ya escuchaste, Lythirius. ¡Vamos por esos cobardes! –. Ordenó el demente a su Bakugan.

El enorme insecto pareció entender las intenciones de su peleador, girándose para emprender la búsqueda de su objetivo perdido en el bosque, dando los primeros pasos para aventurarse a los campos entre los árboles.

No obstante, antes de que el escape pudiera ser ejecutado, Lythirius se detuvo en seco cuando Ingram apareció en una bruma de sombras en su camino, cruzado de brazos y con una mirada penetrante en sus ojos brillantes.

–¡Quítate del camino, infeliz! –. Exigió el Bakugan Aquos.

–Dije que pagarían por todo el daño que han hecho, y es justo lo que van a hacer –. Respondió el vestroiano levantando los puños.

El insecto gundaliano arremetió con sus tenazas en alto, enviado sus extremidades a la cabeza de Ingram en una veloz sucesión de movimientos que parecían estar destinados a decapitar al maestro ninja.

Sin embargo, ninguno de sus movimientos logró su cometido, pues Ingram demostró su velocidad y reflejos al esquivar cada ataque de su oponente. Abajo, a la izquierda, a la derecha, cada arremetida de Lythirius fue evadida con éxito, como si no requiriera esfuerzo alguno evitar tales ataques.

Cansado de ver como sus movimientos no parecían tener efecto alguno, el gundaliano optó por usar sus tenazas en un movimiento cerrado con dirección a la cintura del vestroiano. Sin embargo, antes de que el borde de las extremidades pudiera rozar siquiera el cuerpo del Bakugan, éste último dio un asombroso salto que lo elevó a la altura de la cabeza del enemigo, la cual pateó con un movimiento veloz que hizo retroceder al invasor.

Si Stoica quiso decir algo, le fue imposible en el momento en que Ingram apareció a unos pocos centímetros de Lythirius, comenzando una rápida andanada de puñetazos en el pecho expuesto del oponente antes de elevar uno de sus golpes a la altura de la barbilla, obligando al gundaliano a levantar la cabeza.

–¡Eso es, Ingram! ¡Acaba con ese payaso! –. Animó Dan a su compañero temporal.

–¡No dejes que tomen ventaja! –. Ordenó Stoica a su Bakugan.

De pronto, en un movimiento tan sorpresivo como veloz, Lythirius movió una de sus extremidades superiores hacia Ingram, tomando por sorpresa al Bakugan con un golpe que éste apenas logró bloquear con la firmeza de sus brazos y sus nuevas alas, pero sin poder evitar que su cuerpo más pequeño fuera enviado a unos metros de distancia.

–¿Esa es toda tu fuerza, terrestre? Apenas sentí esos golpes –. Se burló el gundaliano levantando sus tenazas.

–¿Qué?

–¿Cómo pretendes castigarnos si ni siquiera puedes infligirme dolor?

–Poder activado: ¡Merfolk! –. Activó Stoica animado.

Una veloz sucesión de rayos fue disparada en dirección a Ingram, rayos celestes que el Bakugan apenas logró evadir dejando detrás una nube de polvo y humo antes de emprender el vuelo para tener más espacio de movimiento.

–¡Dan, hora de atacar con todo! –. Llamó Ingram al peleador.

–¡No tienes que decirlo dos veces, amigo! ¡Veamos cuánto han cambiado tus habilidades! –. Respondió Dan con una carta entre los dedos –. Poder activado: ¡Cuchilla Luz de Luna!

Ingram y Aranaut: 2300.

El maestro ninja atacó, desenvainando las hojas que siempre se encontraban ocultas debajo de las protecciones de sus brazales. Sin embargo, no eran las mismas que Dan había visto en batallas pasadas de Shun, habían cambiado. Las cuchillas de antes eran relativamente cortas y la punta se desviaba hacia abajo gracias a una curvatura en el filo, estas nuevas hojas eran tan largas como los antebrazos de Ingram, contaban con zonas dentadas en el borde superior y su filo estaba perfectamente enderezado en dirección a su oponente.

Las armas habían cambiado para adquirir un aspecto completamente nuevo, pero no su característica más llamativa. Lo más interesante de estas nuevas cuchillas era el material del que estaban hechas, compuestas completamente por lo que parecían ser sombras en los brazos de Ingram.

Múltiples rayos celestes de parte de Lythirius volaron hacia Ingram, pero éste logró bloquear todos los ataques con los veloces movimientos de sus nuevas armas, desviando los rayos mientras avanzaba a gran velocidad.

Fue un solo parpadeo, un momento fugaz, pero más que suficiente para que Ingram se posara delante de su enemigo, realizando un corte en forma de X en su pecho antes de patear la zona herida, alejando a Lythirius pero siguiéndolo tan rápido como le fue posible con sus hojas de sombra listas sobre sus antebrazos.

–¡Lythirius, sal de ahí! –. Ordenó Stoica a su compañero.

Demasiado tarde, aunque Lythirius trató de escapar, su tamaño le impidió moverse lo suficientemente rápido como para evadir la ola de cortes y estocadas que cayeron sobre su compañero, soltando alargados hilos de sangre oscura sobre el suelo.

En un movimiento veloz, Ingram realizó un corte descendente sobre el cuerpo de su contrincante, bajando hasta llegar al suelo para, acto seguido; impulsarse con sus alas hacia arriba una vez más, clavando sus rodillas en la mandíbula del Bakugan Aquos antes de seguir ascendiendo lo suficiente como para mostrar sus cuchillas a la luz del día.

–Poder activado: ¡Debilidad Eel!

Antes de que Ingram pudiera alcanzar su objetivo, antes de que el maestro ninja pudiera alcanzar la carne de su enemigo, las alargadas hojas en sus brazos desaparecieron repentinamente en un fugaz resplandor celeste, salvando a Lythirius del daño que estuvo a punto de recibir.

–¿Qué pasó? –. Preguntó Dan confundido.

–Es el efecto de la Debilidad Eel, borra las armas que esté usando el oponente y reduce su nivel de poder –. Explicó Stoica con una sonrisa de oreja a oreja.

Ingram y Aranaut: 1900.

–¡Estás acabado! –. Gritó Lythirius antes de golpear una de sus tenazas contra el costado de Ingram.

Superado por la abrumadora fuerza del oponente, el cuerpo del vestroiano salió volando de su posición, surcando los aires hasta quedar al borde del espacio que fungía como arena de combate.

–¡Acaba con esto, Lythirius!

Siguiendo la orden dada, el Bakugan Aquos no dudó en abalanzarse sobre su enemigo con sus tenazas en alto, tan abiertas como le fue posible, apuntando directo al cuello del vestroiano.

Sin embargo, antes de que sus extremidades pudieran dar con su objetivo, los brazos de Ingram se alzaron con rapidez, dándole un momento al Bakugan para bloquear el agarre del insecto con sus propias manos, pero dando como resultado que hilos de su sangre se deslizara por sus brazos desde la palma de sus manos.

–¡Dan, no voy a poder sostenerlo por mucho tiempo! –. Llamó Ingram haciendo un esfuerzo sobrenatural para mantener su terreno delante de su rival.

–Descuida, amigo, la ayuda va en camino –. Tranquilizó el castaño levantando una carta –. Poder activado: ¡Garra Verde!

Ingram y Aranaut: 2300.

Una oleada de rayos de energía esmeralda salió disparada de los dedos de Ingram, quemando todo rastro de carne gundaliana que sus manos lograron alcanzar e impactando en el cuerpo de su contrincante, cegando su visión con el humo nacido de su propio dolor y dándole la oportunidad a Ingram de escapar surcando los aires.

–¡Plitheon, no lo dejes alejarse! –. Ordenó Lythirius a su acompañante.

El susodicho no tardó en desviar la vista de su propio combate para fijarse en el Bakugan vestroiano en los aires.

–¡Enseguida!

Batiendo sus alas tan rápido como pudo, Plitheon dejó su lugar en el suelo para arremeter contra el otro Bakugan volador.

–Poder activado: ¡Metal Verde!

Lythirius y Plitheon: 2300.

Surcando los cielos, Plitheon se abalanzó sobre Ingram con sus numerosas cuchillas extendidas por todo su cuerpo, listo para rebanar a su contrincante.

Una vez más, ambos Bakugan Ventus chocaron en el aire, impactando sus antebrazos y abriendo sus alas tanto como les fue posible.

–¿Qué pasa, Ingram? Dijiste que nos castigarías –. Se burló el dragón gundaliano mientras forcejeaba.

Ingram no respondió, solo pudo emitir un gruñido mientras extendía sus brazos tan fuertes como podía para alejar momentáneamente al enemigo. Sin embargo, eso no bastó para mantener atrás al invasor, que se lanzó una vez más con un gancho dirigido a la mejilla cubierta del ninja.

No obstante, antes de que el golpe pudiera alcanzar el rostro de Ingram, éste último lograría mover la cabeza a un lado para evadir el ataque, dejando que el cuerpo de Plitheon avanzara hacia delante. En un contraataque veloz, Ingram pasó su brazo por debajo de la axila del gundaliano para conectar un puñetazo en su mandíbula y un fuerte rodillazo en el estómago.

Ambos Bakugan continuaron con su confrontación en el aire, ignorando completamente el cómo Lythirius apuntaba sus tenazas hacia ellos.

–¡Acabemos con esto! –. Declaró el Bakugan emocionado.

–¿¡Qué!? ¡Pero también nos darán a nosotros! –. Objetó Jesse sorprendido.

–A veces, hay que hacer sacrificios –. Respondió el pelinaranja indiferente alzando una carta –. Poder activado: Megalo Theria.

Lythirius y Plitheon: 2600.

Entre las tenazas del gran Bakugan, una ola de agua a presión salió disparada hacia los guerreros en el aire, que no entendieron lo que estaba pasando hasta que Dan y Jesse emitieron una fuerte instrucción de salir de ahí cuanto antes del lugar.

No obstante, antes de que el ataque pudiera impactar de lleno en los combatientes aéreos, un poder fue recitado en voz alta, llamando la atención del Bakugan Aquos; que no entendió lo que estaba pasando hasta que sintió un poderoso golpe encajándose en la parte baja de su cabeza.

–Poder activado: ¡Puño Valquiria!

Ante los ojos de los sorprendidos invasores, Aranaut Haos se posó delante de los múltiples ojos anaranjados del Bakugan Aquos, dando un fuerte golpe con sus manos cubiertas por una intensa luz y unos guanteletes con pinchos en los nudillos.

Ingram y Aranaut: 2600.

–¡Parece que tenemos un cambio de oponente! –. Anunció el caballero neathiano levantando los puños.

–Acabemos con este insecto rápido, Aranaut –. Dijo Fabia a su compañero.

–Su deseo es mi orden, princesa.

Lythirius intentó defenderse con sus extremidades, pero la velocidad de Aranaut quedaría clara en el momento en que éste último saltaría con la suficiente fuerza para posarse frente a la cabeza del insecto gundaliano y conectando una dura patada en el centro de su rostro, haciéndolo retroceder adolorido.

–No pares, Aranaut. Hagamos que paguen por todo lo que han hecho –. Indicó Fabia a su compañero.

Una fuerte ola de puñetazos cayó sobre el cuerpo de Lythirius, pero no en puntos al azar, sino que todos fueron dirigidos a las múltiples heridas que Ingram había dejado en el cuerpo del Bakugan, provocando que el invasor soltara chillidos agudos que dejaban en claro su incapacidad para defenderse ante el dolor que carcomía su cuerpo.

Desesperado, el gundaliano trató de soltar un nuevo rayo de energía desde su boca, pero Aranaut mostraría su habilidad en batalla al evadir el ataque a pesar de estar a centímetros de su fuente para, acto seguido, dar otro fuerte puñetazo en la cabeza de su oponente.

Al verlo aturdido por la dureza de su ataque, Aranaut no dudó en escalar el cuerpo de su enemigo como si fuera una gran roca, usando sus manos y pies para impulsarse hasta llegar a la cabeza del insecto gundaliano, donde comenzó una veloz serie de puñetazos potenciados por la fuerza de sus poderes.

–¡Lythirius, resiste! –. Indicó Stoica a su Bakugan –. Poder activado: ¡Tritón Final de la Muerte!

Emitiendo un fuerte chillido que desorientó momentáneamente a Aranaut, Lythirius aprovechó el momento para generar distancia con el caballero neathiano al mismo tiempo que grandes cuerpos de agua en forma de burbuja se formaban alrededor de su cuerpo y se agachaba ligeramente para recoger a los peleadores gundalianos entre sus extremidades.

–¿¡Qué está pasando!? –. Preguntó Jesse confundido al ver los cuerpos de agua creciendo.

–Vamos a inundar este sitio –. Explicó el pelinaranja con sencillez.

De pronto, como si solo estuvieran esperando la indicación del hombre más bajo, las burbujas alrededor de Lythirius estallaron, creando fuertes corrientes de agua que inundaron el campo de batalla, llevándose numerosos árboles en la dirección recorrida por los Peleadores.

–¡Princesa, Dan, sujétense fuerte de mí! –. Exclamó Aranaut mientras recogía a los muchachos con cuidado, dándole la espalda a las corrientes que se asomaban a sus espaldas.

–¡Se los llevarán las olas!

Al compás de las palabras de Lythirius, entonces cuerpos de agua arrollaron a Aranaut con ferocidad, empujando al Bakugan a través de sus corrientes e impidiéndole moverse con control por el agua.

Lythirius no tardó mucho en aventurarse al pequeño cuerpo oceánico que él mismo había generado, moviéndose por el agua como si fuera un tiburón hacia Aranaut, el cual ni siquiera pudo ver el momento en que la enorme pinza del gundaliano se envolvió alrededor de su cuerpo.

Tan comprometido estaba Aranaut con la idea de proteger a los peleadores, que no pudo darse un momento para pensar en cómo huir del agarre cuando su cuerpo se vio sepultado entre el agua, con su espalda y su cabeza viéndose arrastradas por el suelo.

Una gran adrenalina recorrió el cuerpo de Dan mientras sus enemigos los hundían entre este pequeño maremoto con la fuerza para derribar algunos de los árboles más cercanos al campo de batalla. Estaba acostumbrado a verse como un participe de las batallas de sus amigos Bakugan, pero Lythirius y Stoica mostraban un nivel de crueldad digno de su reputación como peleadores.

No sólo querían derrotarlos, estaban dispuestos a ahogarlos con tal de ganar y no había nada que pudieran hacer más que contener la respiración en un intento de salvarse.

Lythirius y Plitheon: 3000. Ingram y Aranaut: 2300.

Desesperado, Aranaut pasó a ambos peleadores a su mano izquierda mientras usaba la derecha para golpear con fuerza la tenaza de su enemigo en un valeroso intento de liberarse, pero era inútil. La energía de su cuerpo ya se había desvanecido y no quedaba nada que pudieran hacer para fortalecer más al Bakugan. Estando a punto de ahogarse, dudaban que Fabia pudiera hacer algo para ayudar a su compañero.

Su única esperanza era Ingram, que aún se mantenía en el aire, pero cuyo rival no parecía dispuesto a darle cuartel en su ataque.

–¡Dan, resistan! –. Gritó Ingram tratando de descender para auxiliar a sus amigos.

Por desgracia, resultó inútil cuando uno de los brazos de Plitheon se envolvió alrededor del cuello del Bakugan enmascarado, dejando una ventana a su brazo libre para golpear el cuerpo de su oponente.

–¡Tu pelea es conmigo, Ingram! –. Rugió Plitheon con imponencia, apretando su agarre.

Batallando, Ingram logró soltarse del agarre de su enemigo al girar su cuerpo lo suficiente como para chocar su codo contra la cabeza del invasor, aturdiéndolo y dándole al vestroiano una oportunidad de bajar a ayudar a sus amigos.

Sin embargo, Jesse no permitiría que su rescate llegara tan pronto.

–Poder activado: ¡Escudo de Esgrima! –. Activó Jesse tan fuerte como pudo.

–¡No escaparán tan fácilmente!

Con un movimiento de sus manos, Plitheon apuntó sus palmas hacia Ingram antes de generar fuertes corrientes de viento desde sus extremidades en forma de un par tornados que cayeron a la tierra con la fuerza de una tormenta.

Lythirius y Plitheon: 3300.

Abrumadas por la fuerza de las duras corrientes, las olas creadas por Lythirius se agotaron en formación circular y dispersándose por el campo de batalla.

Superado por la fuerza de su oponente, Ingram perdió la orientación de su vuelo para ser arrastrado por la fuerza de estos tornados de agua que engulleron su cuerpo perdido entre las olas.

Debido al nuevo fenómeno de viento en la arena, el nivel del agua bajó considerablemente, dejando que el cuerpo de Aranaut y los miembros de los Peleadores Bakugan cayeran al suelo para recuperar el aire y escupir toda el agua que habían tragado.

–¡Ingram! –. Llamó Dan a su amigo con preocupación.

Pero el vestroiano no lo escuchó, perdido entre los grandes cuerpos de agua y viento, no se podía ver nada de Ingram que no fuera su silueta sosteniendo su cuello mientras se agitaba de formas aleatorias en el interior de los tornados.

Ingram y Aranaut: 2000.

–¿Esa es la fuerza del Bakugan que iba a castigarnos? Puede que tenga un gran poder, pero es claro que no tiene control sobre él –. Reconoció Stoica deleitándose con la imagen de Ingram perdido en el agua.

–¡Es hora de terminar con esto, Stoica! –. Dijo Lythirius a su compañero.

–Es cierto, vamos a cortarle las alas a ese pajarraco –. Aceptó el gundaliano antes de mirar a su acompañante –. Jesse, termina con esto de una vez.

Glenn se mostró confundido por un segundo antes de girar su mirada para ver a los miembros de los Peleadores en el suelo. Normalmente, Aranaut ya habría hecho algo para ayudar, pero su cuerpo seguía fuertemente envuelto por la pinza de su contrincante.

En los ojos del rubio, por un breve momento, pareció brillar un sentimiento completamente ajeno a la malicia de su superior o la sorna que había mostrado en la Tierra. En su lugar, por un breve destello de extraña lucidez, pareció mostrar un rostro lleno de pesar y nulo placer por lo que estaba a punto de hacer.

Sin embargo, esa extraña mezcla de emociones, a pesar de la intensidad que parecía señalar, no fue capaz de guiar las acciones del rubio mientras alzaba una carta entre sus manos.

–Poder activado: Come Vidas –. Dijo el gundaliano más joven con un hilo de voz.

Lythirius y Plitheon: 3500.

Entre risas, Plitheon voló hasta el interior del tornado de agua, el cual se vio disipado de forma agresiva con el peso de un movimiento de sus alas para revelar la imagen del dragón gundaliano abrazando fuertemente el cuerpo de Ingram por la espalda con sus brazos y alas por igual.

–¿Qué hacen? ¡Suéltenlo! –. Exigió Dan con fuerza.

–No hasta que sufra.

De pronto, de los costados y las alas de Plitheon fueron liberadas una serie de pequeñas esferas de energía que explotaron en el cuerpo de Ingram de forma inmisericorde.

Los gritos del maestro ninja se escucharon incluso desde la distancia, el dolor que acompañaba su tono quebradizo luchando con el atronador rugido de las explosiones pegadas a su cuerpo por el dominio en esta brutal batalla donde el dolor era el auténtico vencedor.

Ingram trató de luchar, pero sus intentos fueron en vano, el Bakugan se encogía más y más conforme pasaba el tiempo confinado entre las garras de Plitheon.

–¡Ya basta, van a matarlo! –. Exclamó Aranaut con preocupación.

–Excelente, un problema menos para nosotros –. Respondió Stoica con indiferencia.

Esta vez, Fabia actuó primero, adelantándose con bravura delante de sus amigos con un llamativo ademán hacia el suelo del campo de batalla y energías renovadas. Embravecida por lo que la tortura de Ingram generaba en ella, Fabia se decidió a continuar con el encuentro al activar la carta portal que había lanzado al inicio del encuentro.

–Carta portal abierta: ¡Solomon Sabrew!

De pronto, un brillo blanco bañó por completo el campo de batalla, evaporando los restos de humedad en la arena y fortaleciendo lo suficiente a Aranaut como para sujetar los extremos de las tenazas de Lythirius para liberarse.

Del mismo modo, la distracción logró hacer que Plitheon detuviera la tortura de Ingram para dejarlo caer al centro de la arena con su cuerpo quemado y emanando rastros de humo negro de su espalda, donde sus alas sombra habían desaparecido.

Aprovechando el momento, Fabia llamó su armamento, lanzándolo a Aranaut y dándole la instrucción de disparar contra sus oponentes, llamando la atención de ambos gundalianos y dejando a Ingram en el suelo.

Ingram y Aranaut: 2500.

Confundido, Dan miró a Fabia en busca de respuestas por lo que intentaba hacer, pero bastó solo con una mirada y un gesto por parte de la peliazul hacia el cuerpo agotado de Ingram para que el castaño entendiera lo que Fabia quería.

Generar una distracción.

Recuperado casi por completo de las heridas que Lythirius había dejado en él, Aranaut se levantó con el cañón y la cadena de dos caras de su armamento asegurados sobre su cuerpo.

–¿Qué es esto? ¿Aún tiene fuerzas para levantarse? –. Cuestionó el Bakugan Aquos confundido.

–La carta portal Solomon Sabrew es una carta exclusiva de los Caballeros del Castillo, recupera a Aranaut de sus heridas sufridas en batalla y se conecta con el armamento, activando su nivel 2 –. Explicó Fabia derecha.

–No hará diferencia. Nuestro nivel de poder sigue siendo muy superior –. Recordó Jesse a la princesa.

–Ya lo veremos.

Lythirius y Plitheon se abalanzaron sobre su oponente, el cual se alejó tanto como pudo de Ingram mientras liberaba una andanada de disparos hacia sus enemigos.

Viendo su oportunidad, Dan rodeó a los Bakugan de su oponente para correr en dirección a Ingram con una pequeña esfera en la mano. No era la primera vez que hacía algo así, ya se había hecho a la idea de siempre hacer que lo fuera necesario para para ayudar a sus amigos, incluso si era en plena batalla.

Aunque, por supuesto, eso no hizo que se facilitará su carrera a lo largo del campo de batalla para llegar a Ingram, pues los resultados de la batalla que Aranaut y Fabia libraban por su cuenta ahora hacía que temblaran los suelos, obligando a Dan a pisar con cuidado para no tropezarse en el brillante campo de batalla.

Con dificultad y perdido en una llanura de gritos, chillidos y rugidos, Dan logró llegar a Ingram, el cual se estremecía adolorido en el suelo, tratando de levantarse para volver a caer con suspiro y un quejido por cada esfuerzo que hacía.

–Ingram, ¿cómo te sientes, amigo? –. Preguntó Dan tratando de auxiliar a su amigo.

Por desgracia, fue inútil, el cuerpo de Ingram seguía lo suficientemente caliente como para quemar las manos de Dan a pesar de sus guantes, obligándolo a retroceder.

–No entiendo que pasa, Dan. Era mucho más fuerte cuando enfrenté a Elfar –. Dijo el Bakugan apoyándose sobre sus manos y rodillas.

–Es mi culpa, no sé cómo guiarte en batalla. Honestamente, no sé cómo pelean Shun y tú, y mucho menos ahora –. Confesó Dan avergonzado.

Esta era parte de la razón por la que no quería enviar a Shun y Drago por su cuenta a completar la misión. Sabía muy bien que ambos tenían un estilo de batalla muy diferente como para cambiar de Bakugan. Si bien eso los había convertido en excelentes compañeros de equipo, también era el máximo punto débil de ambos en esta misión.

No conocía bien los poderes de Ingram antes y mucho menos ahora que habían cambiado. Sabía que su amigo tenía un estilo de pelea más estratégico y certero, y había tratado de acoplarse a ello, pero el desconocimiento de sus poderes lo tenían mareado y confundido.

–No, Dan, no es por ti. Es esta maldición, no tengo idea de cómo usarla. Me ayudó en mi batalla contra Elfar, pero no me siento igual que entonces –. Explicó Ingram sosteniendo su rostro con cansancio.

–¿Y cómo te sentías entonces? –. Preguntó Dan confundido.

–Hambriento, como un humano que no ha comido en días. Tenía mucha ira cuando luché con Elfar y la sentí al inicio de esta batalla, pero siento que me falta algo –. Dijo Ingram levantándose para ver a Aranaut.

El Bakugan Haos hacía un esfuerzo admirable por mantener ocupados a sus enemigos, blandiendo la cadena de su armamento contra sus contrincantes.

En un ataque lleno de ira, Plitheon intentó conectar un golpe directo en el rostro de Aranaut solo para que éste último enredara su cadena alrededor de su brazo para tirar de él y arrojarlo sobre Lythirius, que aún llevaba a los gundalianos seguros en su espalda.

Antes de que cualquiera de los invasores pudiera atacar de nuevo, Aranaut apuntó el cañón sobre su hombro hacia el rostro de Plitheon, abriendo fuego, pero no lo suficientemente rápido como para evitar que el dragón verde bloqueara el disparo con uno de sus brazos y sus alas.

Al ver sus intentos de terminar con Plitheon frustrados, Aranaut intentó una vez más usar su cadena como un látigo para noquear a sus oponentes con un solo movimiento. Sin embargo, el caballero no contó con que Lythirius reaccionara a tiempo para sostener el arma entre su pinza y tirara de ella.

El cuerpo de Aranaut salió disparado de su posición hacia los ataques combinados de sus enemigos, pero su complexión ágil le permitiría maniobrar a tiempo y posar la planta de sus pies en el pecho de Plitheon y empujarlo con la fuerza de sus piernas.

En respuesta a esto, Lythirius optó por alejar el cuerpo de Plitheon como si fuera una molestia en su camino para arremeter una vez más contra Aranaut.

El caballero no tardó en responder con una ráfaga de disparos que se vieron recibidas por las pinzas de Lythirius usadas como escudo mientras se acercaba.

Preocupada, Fabia llamó el nombre de su compañero cuando éste recibió un fuerte golpe en un costado por parte del invasor con forma de insecto, tirándolo al suelo y dejándolo expuesto para un ataque descendente que llegó en forma de una pinza abierta tratando de alcanzar el cuello del protector de la princesa.

–Están en problemas –. Dijo Ingram con respiración agitada –. Tenemos que ayudar.

–Tiene que haber un modo de hacerte despertar esa hambre nuevamente –. Comentó Dan mirando el objeto en su mano de pronto.

En la palma de su mano, Shadow Wing emanaba un aura oscura muy similar a la que había mostrado Ingram al inicio de la batalla. Sin embargo, tenía una peculiaridad muy llamativa y es que la punta de la falsa llama negra no iba en dirección vertical, sino que se torcía en dirección a Ingram, como si se encontrara atraída hacia él.

Como si el maestro ninja se relacionara de algún modo.

–Ingram, cuando ese sujeto puso en ti esa maldición, ¿Shadow Wing estaba contigo? –. Preguntó Dan curioso.

–Sí, creo que sí –. Asintió el Bakugan antes de ver el objeto de su interés.

De pronto, Shadow Wing se abrió ante sus ojos, dejando ver los mismos símbolos que Ingram tenía en su torso, brillando con una tonalidad roja al igual que sus ojos, los cuales miraron a Ingram en un escalofriante silencio.

Una serie de pensamientos comenzaron a desfilar por la cabeza y solo podía esperar que su teoría fuera correcta.

Normalmente, Dan Kuso no era de los que se detenían a pensar mucho las cosas. Era alguien de acción, era parte de su naturaleza y lo había ayudado en múltiples ocasiones a ganar algunas de sus batallas más difíciles.

Solo podía esperar contar con esa suerte una vez más.

–Tal vez tú seas la clave de eso, amiguito –. Murmuró Dan sosteniendo a Shadow Wing con cuidado –. Ingram, ¿cómo fue la primera vez que luchaste con Shadow Wing?

–Skyress me hizo entender que no podía dejar que mis dudas me vencieran –. Dijo Ingram en un suspiro avergonzado, como si hubiera olvidado algo sumamente importante.

–¿Y cómo te sentiste la primera vez que luchaste con él? –. Preguntó el castaño sin separar la mirada del Bakugan mudo.

–Me sentí… completo –. Respondió el ninja con hilo de voz –. Como si todos mis temores se hubieran ido y el combate fuera lo único importante.

–No quería lanzar a Shadow Wing al inicio, porque tenía miedo de cómo ese poder podría afectarte –. Confesó el peleador avergonzado –. Pero tal vez sea eso lo que necesitamos para que pelees con todo tu poder.

–Dan, cuando enfrentamos a Elfar, no éramos iguales que en Nueva Vestroia. Algo había cambiado en nosotros –. Comentó Ingram con cautela –. Temo que, lo que sea que nos haya hecho ese sujeto nos haya corrompido de algún modo.

Su confesión salió con un poco de miedo de su parte y podía comprender por qué, Ingram era quien más tiempo había entrenado con Leónidas y había visto de cerca como luce un Bakugan incapaz de controlar sus propios poderes estando fuera de control.

Considerando eso, era normal que Ingram temiera lo que podía suceder si se fusionaba con Shadow Wing estando en estas condiciones, pero su amigo necesitaba estar completo nuevamente. Por desgracia, la naturaleza de esta situación no les daría ninguna oportunidad de entender lo que estaba sucediendo y tendrían que ceñirse a eso.

–Lo siento, amigo. Pero esta es la única forma que veo de ganar esta batalla –. Dijo Dan mirando a Shadow Wing una vez más –. Sin importar que pase, concentren su fuego en esos payasos.

Ingram no respondió con palabras, aún temeroso de lo que pudiera suceder y el cómo su maldición podría seguir cambiándolo, pero tampoco tardó mucho en asentir en silencio.

A pesar de su miedo, Ingram seguía siendo tan racional como su verdadero peleador y entendía la importancia de la victoria en esta ocasión.

Sin más remedio, Ingram dio su aprobación antes de levantarse nuevamente.

Cruzando los dedos por el bien de su plan, Dan emitió unas suaves palabras de aliento a Shadow Wing antes de acogerlo entre sus manos con delicadeza.

–¡Bakugan, pelea! ¡Bakugan, surge! –. Exclamó Dan arrojando a Shadow Wing al aire.

La esfera se posicionó sobre la copa de los árboles antes de asumir la forma del silencioso encapuchado ninja que solía acompañar a Ingram en sus batallas, el cual no tardó en elevarse junto a su compañero de combate.

Ante los cielos que sirvieron como testigos de esta reunión en el campo de batalla, dos guerreros se encontraron en los aires, extendiendo sus extremidades en perfecta sincronía y anticipando la siguiente instrucción de Dan.

Una pequeña sonrisa esperanzada se asomó en los labios del castaño al mismo tiempo que levantaba una carta entre sus dedos.

–Poder activado: ¡Combo Ninjutsu, Unidos de Poder!

Envueltos en una espiral de energía ennegrecida, ambos Bakugan desplegaron dos pares de nuevas alas sombra en sus espaldas antes de desaparecer a la vista de todos en el campo.

Perdidos en una cúpula de lo que debía ser esta aterradora energía maldita, solo se escuchó un fuerte grito de batalla junto con un graznido de águila que llamó la atención de todos los combatientes en la arena.

Atraídos por la vista de una estrella negra descendiendo en el campo de batalla, Plitheon y Lythirius se giraron para presenciar como el Maestro Ingram Ventus desplegaba su característico par de alas más grandes, pintadas con rastros negros y rojizos, símbolos de la maldición que ahora portaban; delante de los apéndices oscuros que habían visto al inicio de la batalla.

Ingram y Aranaut: 2700.

–¡Imposible! ¡No debería tener la fuerza para levantarse después de recibir tantos ataques! –. Exclamó Plitheon sorprendido.

–Parece que el maldito es más fuerte de lo que pensamos –. Se quejó Lythirius con desgano.

–¡Tenemos que acabar con esto ahora, Jesse! –. Ordenó Stoica mostrando una carta entre sus dedos.

El rubio solo asintió con poco ánimo aparente en sus gestos antes de corresponder la acción de su superior mostrando una carta poder propia en su mano.

Instintivamente, Dan dirigió su mano hacia una de las nuevas cartas de Ingram, una que comenzaba a sobresalir de sus hermanas gracias a un aura negra que comenzaba a engullirla de una forma que Dan solo podía identificar en un solo individuo.

Aunque no quería pensar en eso en estos momentos, no pudo evitar recordar a Leónidas y cómo los relatos de algunas de las batallas de Nick estaban relacionadas con un suceso como este. Solo podía esperar que los acontecimientos no estuvieran relacionados.

–¿¡Estás listo, Ingram!? –. Preguntó Dan a su amigo.

Como imaginaba, el Bakugan enmascarado no respondió, no en voz alta al menos. En su lugar, hizo un pequeño asentimiento sin desviar la mirada de sus enemigos mientras alzaba los puños, importándole poco que sus garras se enterraran en su palma y soltaran hilos de tenue sangre rojiza que cayeron al suelo.

Estando debajo de él, no podía decir con claridad a qué se debía el silencio de Ingram, pero sus hombros parecían temblar al igual que sus brazos mientras sutiles gruñidos eran emitidos desde el interior del rostro cubierto del Bakugan.

Era como si Ingram es estuviera esforzando, pero no sabía en qué. ¿Su silencio sería un indicativo de algo? ¿Acaso estaba tratando de contenerse? De ser así, no sabía si estar aliviado o asustado. Aún recordaba el pánico que había amenazado con recorrerlo cuando Spectra corrompió a Drago con las Cartas Prohibidas y temía la idea de que Ingram estuviera experimentando algo similar por culpa de la maldición de los gundalianos. Sin embargo, no se hacía ilusiones y sabía que ese poder podría ser la única forma de ganar esta batalla, por lo que tampoco sabía que sentir ante la idea de que Ingram estuviera tratando de contener a la bestia que ahora parecía residir en su interior.

–¡Acabemos con esto, Lythirius!

–Adelante, Stoica.

–Poder activado: ¡Megalo Skaney!

–Poder activado: ¡Destructor Volador!

Plitheon invocó un escudo de energía frente a él antes de disparar un poderoso rayo de energía verde su hocico hacia el objeto, llenando la forma circular de dicho poder con la luz de su ataque antes de que éste resurgiera del otro lado con un mayor tamaño, apuntando directamente hacia Ingram, que se mantenía estático en su posición.

Del mismo modo, Lythirius arrojó una ráfaga de ataques a gran velocidad de sus tenazas y su boca, acompañando el ataque de Plitheon y tratando por todos los medios de acabar con Ingram rápido.

En respuesta, la carta en los dedos de Dan emitió con mayor fuerza su aura de energía corrupta.

Shun les había hablado de este poder en el camino hasta aquí y solo podía esperar que tuviera las mismas propiedades que su amigo había mencionado.

Era un riesgo que tenía que correr, como todo en estas circunstancias.

–¡Ingram, cuidado! –. Llamó Fabia al Bakugan con preocupación.

Aranaut trató de acercarse a sus enemigos para desviar sus ataques, pero Plitheon desplegó una serie de pequeñas esferas de energía explosivas que mantuvieron al caballero al margen por el tiempo suficiente para que los rayos gundalianos se acercaran a su objetivo.

Tenían que hacerlo, era la única forma.

Con la seguridad que siempre lo había caracterizado, Dan Kuso levantó la carta oscura entre sus dedos.

–Poder activado: ¡Shinobi Negro!

En un movimiento veloz, las palmas de Ingram atraparon los ataques de sus enemigos parándolos en seco antes de tirar, provocando que la luz de tales ataques se perdiera poco a poco en la oscuridad de sus manos hasta que no quedó nada más que Ingram, con las manos humeantes, pero con su aura maldita una vez más sobre él.

Ante ojos asombrados, los ojos del maestro ninja brillaron una vez más antes de éste emitiera un profundo grito mezclado con lo que debió ser un graznido que pareció potenciarse cuando el aura de energía oscura estalló alrededor del Bakugan enmascarado.

Ingram y Aranaut: 3200.

–¿Qué… qué acaba de… pasar…? –. Se preguntó Jesse confundido y asustado.

–¿No es obvio, estúpido? Detuvo los ataques –. Respondió Stoica molesto.

–Hizo más que eso –. Comentó Aranaut con una sonrisa.

–¿Qué quieres decir?

–No solo detuvo sus ataques, también los absorbió para aumentar nuestro nivel de poder –. Explicó Aranaut sin borrar la alegría de sus facciones visibles –. Es la segunda vez que Ingram usa este poder y en la primera absorbió un ataque mucho más poderoso que los suyos.

–Siento decírselos, muchachos, pero están perdidos –. Declaró Fabia antes de mirar a su amigo vestroiano –. ¡Acaba con ellos, Ingram!

Seguido de la indicación de la princesa, Aranaut la tomó con cuidado antes de desaparecer de su lugar en un movimiento veloz, alejándose para posicionarse a un costado del campo de batalla, dejándole el paso libre a Ingram y Dan.

–Ya escuchaste, amigo. Poder activado: ¡Baile de Sombras! –. Activó Dan rápidamente.

De pronto, Ingram desapareció en una fugaz bruma negra acercándose a gran velocidad hacia sus enemigos con el movimiento de sus alas.

Plitheon fue el primero en tratar defenderse, liberando un rayo un poco más débil de su boca hacia Ingram, pero el vestroiano mostraría su velocidad al desaparecer de la trayectoria del ataque para reaparecer al costado opuesto de la arena.

Lythirius fue el siguiente en intentar un ataque a distancia, pero sus disparos resultaron inútiles cuando Ingram desapareció nuevamente entre sombras para quedar delante del Bakugan Aquos.

El invasor fue el primero en atacar, tratando de usar su tenaza para alejar a Ingram nuevamente, pero éste demostraría su nueva superioridad física al atrapar la extremidad de su enemigo antes de corresponder con un puñetazo a la cabeza del contrincante antes de desvanecerse en el aire nuevamente.

Seguido de esto, el enmascarado apareció a un costado de Lythirius, azotando su codo con fuerza en las heridas aún frescas del invasor con forma de insecto. Acto seguido, Ingram elevó su mano libre cerrada en un puñetazo que dio directamente en la barbilla del enemigo, alejándolo aturdido.

Plitheon fue el siguiente. El dragón verde trató de conectar numerosos puñetazos a su oponente y varios cortes con el filo de sus alas, pero todos sus ataques se vieron evadidos exitosamente por el Bakugan antes de que éste viera la oportunidad de conectar un gancho en la cabeza de Plitheon y un golpe de palma abierta en su cuello.

Lythirius regresó al combate, moviendo el filo de sus extremidades de un lado al otro en un intento desesperado de alcanzar a Ingram, pero el vestroiano resultó ser demasiado rápido y fuerte como para verse superado por tales movimientos.

Demostrando una vez más su fuerza, Ingram logró atrapar exitosamente una de las tenazas de Lythirius con facilidad antes de conectar un puñetazo en la cabeza del enemigo, obligándolo a darse la vuelta casi por completo antes de elevarse lo suficiente como para darle una patada en la espalda que lo alejó un par de metros.

Plitheon intentó atacar una vez más, abalanzándose con una embestida a su oponente, pero viéndose detenido en seco por la fuerza renovada de Ingram antes de que éste último lo obligara a levantarse con un rodillazo en la cabeza y un golpe de palma abierta en el pecho que cortó la respiración del gundaliano por unos segundos.

De pronto, el cuerpo de Ingram empujó a Plitheon con la fuerza de un misil, derribándolo en el acto antes de que los puños del vestroiano comenzaran a caer uno tras otro sobre el rostro del invasor.

–¡Esto es por Neo, por Linus y por todos los inocentes que raptaron en la Tierra! –. Rugió Ingram entre golpes.

Abrumado por la superioridad que su contrincante demostraba tener, Plitheon no pudo hacer más que levantar los brazos en un pobre intentó de defensa mientras llamaba a su aliado.

–¡Lythirius, no te quedes ahí parado y ayúdame!

–¡No me des órdenes! –. Exclamó el susodicho con frustración antes de mirar a su peleador.

Stoica parecía listo para levantar una carta, pero antes de que el demente gundaliano pudiera lograr su cometido, Fabia se adelantaría al levantar un poder propio entre sus dedos.

–Poder de armamento activado: ¡Desaparición del Destructor!

Un rayo dorado salió desde la boquilla del cañón de Aranaut, impactando directamente en el pecho de Lythirius, obligando al Bakugan invasor a soltar un fuerte chillido de dolor entre el humo antes de derrumbarse en el suelo brillante de la arena.

Ingram y Aranaut: 3600.

–¡Buen tiro, Aranaut! –. Felicitó Dan al caballero antes de mirar a su compañero temporal –. Acabemos con estos payasos, Ingram.

–¡Adelante, Dan! –. Asintió el Bakugan enmascarado.

Seguido de su respuesta, Ingram sujetó con fuerza las placas y las hojas repartidas por el cuerpo de Plitheon antes de impulsarse con sus alas y piernas para tirar del Bakugan más grande y arrojarlo sobre Lythirius con toda la fuerza que pudo.

Ambos gundalianos, profundamente adoloridos por los ataques que los habían castigado con fuerza en esta batalla, solo pudieron encogerse con temor al ver a Ingram elevarse una vez más. Pero, en esta ocasión, el maestro ninja llegó hasta el nivel de las nubes, cuyo característico color blanco se oscureció al recibir a Ingram en su seno.

–¿Lista para terminar con esto, Fabia? –. Preguntó Dan a su amiga con una nueva carta oscura en su mano.

–Cuando ustedes quieran, chicos –. Asintió el peliazul con una sonrisa.

–Poder activado: ¡Espectro Sombrío!

Un nuevo grito de batalla se escuchó desde los cielos, disipando las nubes en un movimiento repentino para revelar al poderoso Ingram Ventus, con sus cuchillas sombra una vez más sobre sus manos y sus grandes alas extendidas antes de impulsarse con fuerza hacia el nivel del suelo nuevamente.

Un nuevo graznido digno de un águila se escuchó en los cielos, acompañando al cometa maldito que bajó de los cielos con la furia de un meteorito, con grandes alas moviéndose en perfecta sincronización a lo lados y teniendo delante de sí la forma de cuatro grandes cuchillas apuntando hacia el suelo, directamente a los invasores que se habían atrevido a profanar la paz y la tranquilidad de Neathia con su mera presencia.

–Prepárate, Aranaut.

–Adelante, princesa.

Una vez más, el cañón en el hombro del caballero apuntó directamente hacia sus enemigos, listo para dar el golpe final de este encuentro.

–¡Acaben con ellos! –. Exclamaron ambos peleadores con fuerza.

Al mismo tiempo, un rayo dorado y un cometa negro colisionaron en el mismo punto, creando una poderosa explosión cuyo rugido se escuchó aún desde la lejanía y su onda expansiva derribó varios árboles que tuvieron la desgracia de encontrarse en su camino.

Jesse y Stoica trataron de llamar a sus Bakugan, pero sus voces se perdieron en medio del holocausto que los ataques de Ingram y Aranaut habían generado. Al final, lo único que se escuchó de parte de los implacables invasores consumidos por las llamas que ardían con la furia de la Tierra y Neathia fue un intenso chillido y un aterrador rugido que sirvió como preludio a la forma de dos esferas cayendo a los pies de los gundalianos.

Indicador de vida de Jesse: 20%.

Indicador de vida de Stoica: 10%.

–¿Suficiente, bobos? –. Se burló Fabia alzando la mano para atrapar a su compañero.

Siguiendo la orden de su compañero, Aranaur retornó obedientemente a su forma de esfera para regresar al lado de su peleadora.

Sin embargo, no se pudo decir lo mismo de Ingram, el cual se mantuvo en su forma verdadera mientras sacaba sus cuchillas enterradas en el suelo y extendía sus grandes alas antes de mirar su entorno.

La belleza del bosque había sido mancillada y era en parte su culpa. A sus alrededores, se extendían kilómetros de terrenos devastados, quemados, pisoteados y ahogados como producto del feroz encuentro que había tenido lugar en su interior.

No obstante, el solo conocimiento de tal hecho no bastó para que Ingram se encogiera y regresara a la mano de Dan. En lugar de eso, optó por mirar de forma fulminante a sus oponentes.

–Aún tenemos energía para la última ronda. ¿Están seguros de que les gustaría intentar? –. Preguntó Ingram a sus enemigos.

–No eras tan fuerte cuando comenzamos la batalla. ¿Qué clase de fenómeno eres? –. Cuestionó Stoica con enfado.

–Soy lo que su príncipe me obligó a ser –. Respondió el ninja antes de apuntar con sus hojas –. Ríndanse ahora y tal vez tenga piedad de todos ustedes, basura gundaliana.

Enfurecido, Stoica pareció listo para lanzar nuevamente a su Bakugan para la siguiente ronda. Pero un fuerte rugido en la lejanía lo detuvo.

Instintivamente, Dan se giró en la dirección en la que provino el sonido. Reconocía ese rugido mejor que nadie, lo había escuchado más veces que cualquier otra persona en el universo. Pero no fue solo ese, más y más rugidos se oyeron desde la distancia y todos ellos venían de la dirección que sus amigos ausentes habían tomado para continuar con la misión.

–¿Ese es…? –. Comenzó Fabia con preocupación.

–Sí, es Drago –. Asintió Dan con el mismo tono que su amiga.

–Kazarina debió encontrarlos –. Comentó Stoica antes de mirar a su subordinado –. Vamos, Jesse, tenemos que ayudarla.

Glenn solo asintió antes de seguir a su líder. Fue un momento breve, pero resultó suficiente para que ambos peleadores desaparecieran en una lluvia de varios colores, desvaneciéndose al mismo tiempo que la nave en la que habían llegado reaparecía en los cielos y se giraba para mirar en la dirección en la que Shun y Drago debían estar peleando.

No podían permitir que más oponentes llegaran a la ubicación de sus amigos, tenían que librar el camino todo lo que fuera posible para que completaran la misión.

–¡Escapan! –. Exclamó Aranaut con frustración.

–¡No, no lo harán!

Una intensa luz verde se formó en la mano de Ingram formando lo que parecía ser un ataque antes de salir disparada de la extremidad del maestro ninja con una fuerza abrumadora que pintó el escenario de verde hasta impactar con la nave de gran tamaño sobre sus cabezas.

El ataque dio de lleno en la parte posterior de la nave, volando lo que sin duda debió ser una serie de sistemas importantes de vuelo, que soltaron humo antes de que la nave comenzara inclinarse hacia un costado mientras descendía incontrolablemente al suelo.

Rápidamente, Ingram se posicionó sobre los peleadores, protegiéndolos de todo daño que pudieran recibir. Sin embargo, resultó innecesario, antes de que la nave pudiera caer al suelo, una lluvia de luz muy similar a la que se usaba para teletransportar a los individuos rodeó el gran medio de transporte y lo hizo desaparecer antes de que pudiera tocar el suelo.

–¿Se encuentran bien? –. Preguntó Ingram a los chicos.

–Sí, estamos bien, amigo –. Respondió Dan alzando un pulgar.

–Vengan, no tenemos mucho tiempo. Tenemos que ayudar a Shun y Drago –. Declaró Ingram extendiendo sus manos para que los chicos subieran.

–¿Tú nos vas a llevar? –. Preguntó Aranaut incrédulo.

–Es lo mejor, soy el más rápido de nosotros y no sabemos cuánto tiempo lleven luchando contra la tal Kazarina. Tenemos que llegar lo más rápido posible –. Argumentó Ingram con firmeza.

–Solo ten cuidado con la princesa, Ingram –. Pidió el caballero mientras su compañera se acomodaba en la mano del Bakugan Ventus.

–Oye, ¿y yo qué? –. Se quejó Dan con un falso puchero.

–No sabía que eras una princesa, Dan –. Bromeó Fabia con su amigo.

Protegidos entre las manos de Ingram, el Bakugan enmascarado se permitió un momento para tomar impulso con sus alas y piernas, mirando en la dirección de la que habían salido los rugidos de Drago, antes de desaparecer nuevamente en una bruma; dejando tras de sí un rastro de hojas y polvo.


No pensaba cambiar mucho el capítulo del intercambio de compañero entre Dan y Shun, pero es importante conocer un poco más de la maldición que ahora lleva Ingram. El concepto de Shadow Wing nunca quedó muy claro, así que me estoy tomando la libertad de expandirlo para fortalecer el tema y su relación con Ingram.

Esto me lleva a otra cosita y es que mi amigo Camilo Navas me preguntó sí pienso buffear a Dharak para que no se quede tan atrás y la respuesta es sí, además quiero darle un poquito más de Lore para fortalecer su relación con Baltasar.

Normalmente no me gusta dar detalles de lo que viene, pero lo hago en esta ocasión porque notarán que la escala de poder va creciendo en esta historia a una escala mayor que lo visto en la serie. Por ahora, los Bakugan heroicos que tengo contemplados para ejemplificar mejor esto son Leónidas, Drago, Ingram y Aranaut; pero se sumarán otros dos tengo en mente (los dejaré jugar a las adivinanzas). Entre los villanos, serían Baltasar, sus seguidores y Dharak, pero me reservo su presencia para más adelante.