CAPÍTULO 39:
PLANES FURTIVOS
Vestal, Instituto de Tecnología Superior
Cafetería
No dejaba de pensar en sus amigos. Por lo que sabía, numerosos días habían pasado ya desde el secuestro de Nick, Julie y sus compañeros, un día más desde que Dan y los otros habían dejado la Tierra en un gran suspenso para pelear en Neathia.
Cómo antiguo miembro del ejército de su mundo, Mira conocía mejor que nadie la sensación de estar en el campo de batalla, arriesgando la vida por un ideal. No obstante, nunca se había preparado para la posición en la que se encontraba ahora.
Estar en el campo resultaba muy diferente de estar fuera de él.
¿Así se sentían las familias cuando los soldados partían a la guerra? ¿Cuándo no tenían ninguna noticia de sus seres queridos? De ser el caso, confesaría sin ningún tapujo lo mucho que le desagradaba la sensación. Todos los días era un constante vaivén de malos pensamientos, pensamientos que trataba de hacer a un lado, pero no podía, pues siempre terminaba imaginando los peores escenarios para Dan y los demás.
Habían pasado más de seis meses desde que había dejado el ejército, haciendo a un lado su rango como teniente, para dedicarse a sus estudios. Y la verdad era que empezaba a odiarlo.
Aunque era un miembro reconocido de los afamados Peleadores Bakugan e hija adoptiva del último comandante en jefe del ejército, se encontraba con las manos atadas. Nick y Julie se pudrían en territorio enemigo, Dan y los demás luchaban en un terreno que desconocían y ella solo podía hacerse a un lado, esperando que Marduk e Izumi tuvieran éxito en sus esfuerzos de convencer al Alto Consejo.
Si pudiera, daría todo lo que le fuera posible con tal de garantizar el apoyo de su gobierno a sus amigos, tal como correspondía a la deuda que Vestal sostenía con los Peleadores. Por desgracia, no podía. Cómo miembros retirados del ejército, ni su voz ni la de su padre serían escuchadas, Elisa aún era vista con cierta renuencia por los altos mandos y Runo era casi tan desconocida para la gente como Marduk o Izumi.
Estaban obligadas a hacerse a un lado, a apoyar en tareas menores que pudieran ayudar a sus amigos terrícolas y a sus partidarios en el Alto Consejo.
–Mira, Mira –. Llamó una voz de pronto.
Negando con la cabeza, la pelinaranja regresó su atención al mundo que la rodeaba, mirando con las mejillas sonrosadas a Runo y Elisa, que la observaban con cierta incertidumbre en sus ojos.
–¿Estás bien? –. Preguntó la peliceleste.
–Sí, estoy bien. No se preocupen por mí.
La sonrisa en su rostro se levantó con cierto nivel de falsedad. Prefería no fingir delante de su hermana y su amiga, pero no quería preocupar a nadie. Ya tenían suficientes problemas.
En todo caso, ella debería sentirse agradecida. Si bien varios de sus amigos se encontraban prisioneros en territorio hostil, ninguno de ellos era su novio o sus antiguos compañeros.
De toda su familia, nadie estaría sufriendo estas circunstancias más que Elisa. Aunque debía darle crédito a su hermanita, a pesar de todo lo que estaba pasando, lograba una calma envidiable para el mundo exterior. Nadie podía ver lo que estaba pasando por su cabeza o su corazón.
–¿Estás segura?
–Lo estoy, Lis. Descuida –. Asintió la ojiazul –. ¿Qué hay de ti? ¿Cómo te sientes?
Las palabras salieron en la forma de susurros cuidadosos, lo suficientemente bajos como para que solo Runo y Elisa pudieran oír lo que decía.
En estos momentos, se encontraban en medio de su descanso para almorzar, haciendo fila para llenar sus platos antes de buscar una mesa disponible. Lo bueno de estudiar en el ITS era que su cafetería no estaba tan poblada como cabría esperar de un lugar tan grande. Aunque los precios elevados seguro tenían mucho que ver.
–Estoy bien –. Respondió la rubia con una sonrisa.
–Sabes que puedes hablar con nosotras, El. No cargas con este peso sola –. Ofreció Runo con amabilidad.
Esta vez, la rubia solo pudo bajar la mirada brevemente, ocultando sus orbes esmeraldas bajo el velo dorado de su cabello.
Después de unos pocos segundos, finalmente llegaron a la barra de comidas, donde la mano de Elisa tembló ligeramente mientras sacaba los alimentos elegidos para su almuerzo: spaghetti rojo con albóndigas, bañado en salsa y crema, y acompañado por trozos de salchicha, queso y un poco de arroz.
Tenían mucha suerte, el planeta pasaba por una crisis alimentaria por culpa del difunto Rey Zenoheld. En cualquier otra institución, no comerían con tanta clase y con diferentes opciones.
Tras un rato de silencio entre las chicas, la antigua peleadora habló de nuevo.
–¿Creen que estén bien?
–Lis…
–Están en territorio enemigo, hogar de secuestradores, invasores y seguramente asesinos. ¿Qué nos garantiza que estarán bien?
Cualquier rastro de respuesta que pudieran emitir se desvaneció rápidamente al pensar mejor la pregunta. La cruda verdad era que no tenían forma de saber si sus amigos se encontraban bien. Si los gundalianos eran todo lo que Marduk e Izumi decían, en el mejor de los casos, Nick y los chicos estarían pudriéndose en una celda profunda y oscura. En el peor, estarían peleando por el enemigo en Neathia contra su propia familia.
Runo pareció querer decir algo, pero no demoró en callarse y mirar abajo con pesar. En las raras ocasiones en las que Lis compartía sus inseguridades abiertamente, eran Tigrera y Wilda quienes ofrecían el consejo más sabio posible, influenciados por el ejemplo de Drago y Raxus. Por desgracia, no les permitían llevar a sus Bakugan a la escuela, así que no podían contar con la presencia de sus compañeros en estos instantes.
–Ellos no deberían estar ahí. No es justo.
–No, no lo es.
Los ojos color zafiro de la antigua teniente recayeron en la mesa. Pensar en lo que sus amigos deberían estar pasando mientras Vestal se debatía si ayudar o no la torturaba, no solo por Nick y Julie, sino también por Dan y los otros.
Aunque Marduk e Izumi juraban que los neathianos y su princesa eran buenos, Mira no se sentiría tranquila hasta que viera con sus propios ojos a los chicos ilesos.
Le costaba entender la insistencia de Dan y Nick en no pedir su ayuda. Si ellos mismos hubieran hablado con los concejales, los habrían apoyado sin dudar. Pero ambos habían preferido mantenerlos en las sombras, negarse a la posibilidad de refuerzos. Su deseo de protegerlas resultaba conmovedor, no lo iba a negar y una pequeña parte de Mira se alegraba profundamente ante la idea de que Dan se esmerara tanto en protegerla.
Pero, aun así, no podía evitar ver su decisión como un error estratégico fatal. ¿Cómo pretendían ganar una guerra contra un planeta entero sin los debidos refuerzos? Dan era el líder y Nick era un genio, pero ninguno poseía una mente militar preparada para la guerra, los Peleadores Bakugan dependían de mentes más agudas para saber cómo actuar. Ahora, el equipo estaba dividido en diferentes mundos, muy lejos del suyo, esperando ganar una guerra contra un enemigo que los superaba en número.
No obstante, antes de que cualquiera de las vestal pudiera murmurar algo más, Runo tomó la delantera, posando sus manos en los hombros de sus amigas.
–Oigan, no se desanimen. Dan y los chicos son muy fuertes, los más fuertes del universo. Se necesita más que esos gundalianos para acabar con ellos.
–Suenas muy segura.
–¿Tú no lo estás, El? Vamos, ustedes estuvieron ahí cuando derrotaron a Zenoheld y creo que no tengo que mencionar cuando salvamos Vestroia o cuando Nick y Leo vencieron a Vladitor –. Recordó la joven terrícola con ánimo –. Son huesos duros de roer, esos gundalianos no podrán con ellos.
Sus palabras, llenas de convicción, no parecían flaquear en ninguna sílaba. Runo estaba convencida de que sus amigos estarían bien, que superarían este reto nuevamente.
Mira no la culpaba, después de todo, Runo los conocía de más tiempo que ella. No obstante, aunque ella también tenía fe en las capacidades de los chicos, no podía evitar preocuparse por ellos. Si algo le habían enseñado los Vexos en Nueva Vestroia era que la fuerza de los humanos se apoyaba mucho en su unión. Juntos eran una fuerza aterradora, capaz de derribar reyes e imperios, pero eran vulnerables estando separados.
Los Peleadores Darkus y Subterra se encontraban en las manos del enemigo, Dan y los demás luchaban en un mundo que desconocían mientras ellas se encontraban estancadas en Vestal.
Sorprendentemente, a pesar de que seguramente tenía los mismos pensamientos en su cabeza, contra todo pronóstico, la rubia logró levantar una pequeña sonrisa antes de asentir a su amiga.
–Quizá tengas razón, Runo.
–¿Quizás? Por favor, El, sabes que es cierto –. Aseguró la peliceleste con confianza –. Seguro que no tardarán mucho en patearles el trasero a esos sujetos, puede que lo hagan incluso antes de que lleguemos a ayudar.
–Espero que sea así.
–Lo será, chicas. ¿Quién sabe? Puede que Nick y Leo aprovechen para terminar con todo este problema desde la raíz. ¿No sería divertido llegar todos a Gundalia y ver a su líder ya derrotado?
La imagen se plasmó en su mente con facilidad. Aunque no se atrevía a garantizar la victoria de sus amigos, Nick y Leo parecían ser tan fuertes como Dan y Drago, por lo que no podía evitar imaginarse con un poco de alegría al gran dragón oscuro, culminando con todo este problema de una vez por todas.
–Tengan fe en los chicos, solucionarán esto. Siempre lo hacen.
Indispuesta a seguir hablando de un tema que claramente la inquietaba, Elisa solo terminó de levantar una sonrisa mientras terminaba de llenar su bandeja.
–Espero que tengas razón.
La charla terminó después de eso, las chicas llenaron sus platos de comida y emprendieron el viaje hasta una mesa libre. No pusieron mucho en sus platos, no comían del todo bien desde la primera audiencia con el Alto Consejo y era Runo quien se encargaba de recordarles que debían comer mejor. Su actitud testaruda y dominante ayudaba a darle cierto grado de autoridad.
Avanzaron por las mesas con honesta humildad. Desde la caída de Zenoheld a manos de los Peleadores Bakugan y el difunto Príncipe Hydron, las hermanas Valiant-Fermin se habían convertido en una celebridad moderada en los muros del instituto, por lo que muchos las reconocían y esperaban pasar tiempo con ellas. Algunos por admiración, otros por el deseo de popularidad y algunos extraños casos por el deseo o el reto de seducir a alguna de ellas.
Preferían pasar el rato con Runo únicamente, no dejaban que nadie entrara a su círculo más cerrado. Lo último que necesitaban eran falsos amigos, en especial en estos momentos.
No obstante, así como había gente que las amaba, también había gente que las odiaba.
–¡Lisa!
Un fuerte llamado se escuchó de cerca, obligando a Mira a dejar de observar sus alrededores para enfocarse en lo que había ocurrido, en que había alterado a Runo de pronto.
Una joven peliverde, de cabello tan largo que llegaba hasta sus caderas y profundos ojos llorosos se encontraba delante de Elisa, la cual miraba a la rubia de manera fulminante. Sus orbes grisáceos se encontraban congelados encima de la antigua peleadora.
–Lyra, ¿qué está…?
No pudo terminar su pregunta, no cuando finalmente alcanzó a su hermana y vio su bandeja tirada en el suelo, con parte de su contenido arrojado sobre su fina blusa blanca y sus pantalones cortos.
Estaba claro lo que había pasado.
Lyrana Davor, una de las estudiantes más prominentes del ITS, había tirado la bandeja de Elisa sobre ella, asegurándose de que toda la salsa del spaghetti se derramara sobre ella y dejando lo que sería una gran mancha roja en la tela blanca de su blusa.
–¿¡Qué rayos te pasa!? –. Rugió Runo furiosa.
La peliceleste tenía una fiera defensa con sus amigos, no permitía que nadie intentara pasarles por encima a ninguno de ellos y las hermanas vestal no eran la excepción. Por lo que fiel a su personalidad, la terrícola trató de abalanzarse sobre la peliverde, antes de ser detenida rápidamente por la misma Elisa.
La joven se encontraba estudiando en este mundo gracias a una beca, ofrecida como un obsequio del Alto Consejo a los Peleadores Bakugan por su servicio, pero no dejaba de ser una desconocida a los ojos de los ciudadanos, por lo que su estadía aquí pendía de un hilo. Un solo error podía sacarla del programa del ITS y golpear a una estudiante tan prominente como rica no la ayudaría en nada.
No obstante, eso no detuvo a Runo de expresar todo su desagrado a través de duras palabras, que fueron rápidamente ignoradas por la chica que aún miraba a Elisa con dagas en los ojos.
En medio de su silenciosa confrontación, ninguna parecía dispuesta a mostrar el más mínimo atisbo de debilidad, pero era Lyrana la que parecía buscar el dominio absoluto, mientras que Elisa solo parecía luchar por mantener un rostro apacible.
No había fuego en los ojos de su hermana, ni había intención de luchar o voluntad de intentarlo siquiera. Solo estaba ahí parada, mirando sin enfado alguno a la chica que había tirado su comida y arruinado su ropa.
El mundo a su alrededor enmudeció, nadie parecía capaz de emitir una sola palabra, pues todos se encontraban expectantes de lo que pasaría ahora.
Pero no hubo respuesta alguna, no de parte de la rubia al menos.
–Mi padre murió en Nueva Vestroia –. Comenzó Davor con voz temblorosa.
–Lo sé –. Asintió Elisa con un suspiro.
–Se encontraba bajo las órdenes del Comandante Zander durante la cacería de Spectra Phantom.
Un jadeo colectivo se escuchó por parte del público que veía el intercambio, dejando de lado sus propios almuerzos para atestiguar lo que estaba pasando.
Mira maldijo por lo bajo, sabiendo lo que vendría ahora y lo que esperaba a su hermana. No era la primera vez que esto sucedía, pero siempre dolía con la misma intensidad.
–Me dijeron que murió a manos de Elisabeth Valiant y su maldita mascota.
El tono de la chica amenazaba con romperse con cada nueva palabra pronunciada, algunas lágrimas ya habían abandonado sus ojos y se encontraban pintando sus mejillas rojizas con su humedad.
–No sabes cuánto lo siento.
–¿Al menos recuerdas su nombre? Se encontraba bajo las órdenes de tu padre antes de su desaparición.
Las palabras de la chica abandonaron todo rastro de sonido audible desde la distancia. Fue necesario que algunos se acercaran para poder oír lo que ambas estudiantes se decían por lo bajo.
–Los recuerdo a todos.
–No es cierto –. Respondió la peliverde con dureza –. Si fuera así, no estarías en este lugar, estudiando junto a los familiares de varios de los soldados que asesinaste.
Dándose la vuelta rápidamente, Mira pudo observar como varias de las miradas que recaían sobre ellas se desviaban al suelo o de vuelta a las bandejas, otras eran más osadas y mantenían en sus pupilas una mirada penetrante sobre la rubia.
–No entiendo cómo tienes el cinismo para venir aquí y actuar como si nada hubiera pasado. Después de todo lo que hiciste, Valiant, eres un monstruo.
–Elisa fue absuelta por lo que ocurrió, no tienes derecho a hablarle así.
Pero Davor ignoró las protestas de la terrícola, parecía ignorar todo lo que se encontraba por fuera de su campo de visión. Solo tenía ojos para Elisa, para la mujer que le había arrebatado a su padre y que no parecía dispuesta a defenderse.
–No mereces nada de lo que te han dado, unos meses haciendo lo correcto no borran tres años de crímenes.
–Sé que no, pero he hecho todo lo posible para redimirme.
–Es cierto, tal vez no tenga las manos limpias, pero Elisa hizo más que muchos para liberar Vestal y Nueva Vestroia. Se ganó su perdón –. Defendió Mira a su hermana.
–Un perdón, Clay, no es lo mismo que una absolución y eso es justo lo que le dieron.
El uso de su apellido original fue deliberado, Mira pudo sentir el veneno que acompañaba la palabra y el desprecio en la oración. Quería provocarla, quería odiarla, casi tanto como ya odiaba a Elisa.
–Esta asesina fue absuelta de toda consecuencia legal que pudiera sufrir por sus actos. ¿Y por qué? ¿Por qué los Peleadores Bakugan te defendieron?
Tenía razón, aunque se había contemplado la idea de que Elisa pagara un arresto domiciliario siquiera, Nick y los muchachos habían cobrado todos los favores necesarios para evitar que otro miembro de su familia fuera tratado como un criminal después de todos sus esfuerzos para detener a Zenoheld.
–¿Qué fue lo que hiciste para salvar tu pellejo y el de tu maldito hermano? ¡Ambos deberían ser ejecutados por lo que hicieron, ambos son unos monstruos!
El tono de la chica finalmente se rompió con su último grito, el cual fue acompañado por el fuerte empujón que dio Lyrana a Elisa, alejándola con violencia y golpeando a Mira y Runo en el proceso.
Por suerte, ambas eran más fuertes de lo que parecían a simple vista y lograron resistir el empuje sin mayor problema.
Aunque eso no detuvo a Lyrana, que siguió empujando a Elisa entre lágrimas, dejando salir toda la ira que había contenido por lo que debió ser un largo tiempo.
–¡Deberían cortarte la cabeza! ¡Mataste a Zander, mataste a mi padre, mataste a cientos de soldados!
Cómo pudo, Lis logró alejarse, evitando que los empujones de Davor siguieran arrojándola sobre su hermana y su amiga.
Para este punto, la peliverde ya era un mar de lágrimas, ya no se esforzaba en esconder el dolor que la abrumaba. En vez de eso, solo lo mostraba, lo exhibía al mundo sin más tapujos. Estaba furiosa, indignada y hambrienta de una justicia que nunca entendería completamente.
Mira y Runo trataron de acercarse, pero Elisa las detuvo con una seña. Odiaba admitirlo, pero dudaba de su capacidad para alejar a Davor de Lisa sin lastimarla. En el estado tan emocional en el que se encontraba, la peliverde podía reaccionar de manera impredecible y hacerle daño a alguien más o a sí misma.
–¡Eres un demonio, un monstruo maldito! ¡Mataste a cientos de personas inocentes! –. Rugió la peliverde entre lágrimas –. ¿¡Por qué te absolvieron!? ¡No lo mereces! ¡Solo le abriste las piernas a un Peleador Bakugan!
La mano de la rubia se cerró con fuerza al escuchar la última parte y Mira no podía culparla. La relación que Lis tenía con Nick era especial para la rubia y Mira se enorgullecía de verlo claramente. El solo hecho de que esta mocosa mimada se atreviera a minimizar lo que tenía con su novio hacía hervir la sangre de su hermana.
Se notaba incluso desde la distancia, Elisa quería responder y sabía que tenía la fuerza para hacerlo. Lyrana solo era una civil, Elisa era una guerrera y un movimiento suyo sería más que suficiente para derribar a la peliverde.
Por un segundo, se vio el fuego en sus ojos. Por un breve instante, el deseo de luchar regresó a los orbes de su hermana y Davor no parecía darse cuenta del efecto que estaban teniendo sus provocaciones e insultos. Quería hacer llorar a Elisa, hacerla sentir más miserable de lo que ya se sentía en las noches, pero lo único que estaba logrando era despertar su espíritu de lucha, uno que ella no podría manejar.
Sin embargo, antes de que la antigua Vexos pudiera reaccionar, antes de que su fuego interno pudiera destellar y consumir todo lo que se encontraba a su paso, los hombros y las manos de Elisa cayeron. No estaba dispuesta a pelear, no iba a hacerlo, no iba a quedar mal delante de nadie.
En lugar de responder, en lugar de defenderse, la ojiverde solo le devolvió la mirada a su agresora con pesar, transmitiendo solo con sus orbes la profunda lástima y culpa que sentía por lo sucedido.
Y Lyrana se detuvo, manteniendo esa mirada llorosa en sus orbes, con las manos aún puestas sobre los hombros de la rubia, pero incapaz de empujar nuevamente.
Finalmente, se había quedado sin la energía para intentar pelear y con un pobre hilo de voz, solo pudo emitir un último reclamo, pronunciado con un tono roto y agudo.
–Tú deberías estar muerta, no él.
Agotada, y sin más que decir contra la rubia, las rodillas de Lyrana tocaron el suelo, produciendo un desagradable sonido al impactar.
En un gesto de buena fe, Elisa intentó agacharse para ayudar a la chica, pero ésta la rechazó de forma con crudeza, lanzando un grito ensordecedor desde lo más hondo de su alma rota mientras alejaba las manos de la ojiverde.
–¡NO ME TOQUES, ASESINA!
Esa palabra, esa misma palabra, había sido pronunciada con todo el desprecio del mundo hacia Elisa. Mira ya había perdido la cuenta del gran número de veces que había escuchado a su hermana lamentarse por sus pecados, llamándose asesina como un insulto autoimpuesto, una idea que nadie más que el mismo Nick había logrado combatir hasta el momento.
Desde su última visita a la Tierra, las pesadillas y remordimiento de Elisa habían rebajado notablemente, y su hermana parecía aferrarse a la idea de su novio para combatir el autodesprecio que la buscaba por las noches.
Por desgracia, Nick no estaba presente para hacer algo, no en estos momentos. El novio de Elisa, su bálsamo de calma en un océano de culpas, se encontraba en otro mundo donde era prisionero, dejando a su hermanita vulnerable ante aquel concepto que mucha gente aún le atribuía a sus espaldas.
Alejándose de Lyrana con los ojos cristalinos, Elisa abandonó este silencioso valle de culpas, corriendo lejos de escena con sollozos ahogados y lágrimas contenidas en sus ojos cada vez más rojizos.
Asesina.
Vestal, Instituto de Tecnología Superior
1 hora después
Elisa pasó la última hora llorando a solas en uno de los baños más alejados de la cafetería. Su pobre hermana había decidido dejar de lado su siguiente clase para lamentarse a solas y pidiendo perdón a todas las personas cuyas vidas había arrebatado en su servicio a la corona.
Mira y Runo hicieron todo lo posible para entrar y ofrecer algún consuelo que hiciera sentir mejor a su hermana, pero resultó inútil. Aunque no las había rechazado ni pedido que se fueran, tampoco se había permitido recibir confort de su parte, decidiendo que debía sufrir a solas.
Sin más remedio y con gran pesar en su corazón, Mira solo pudo sentarse afuera del baño, vigilando que su hermanita no se hiciera daño mientras Runo buscaba un conjunto con el cual reemplazar la ropa manchada de Elisa. Su blusa blanca había sido reemplazada por una camisa de hombro ancho y mangas largas, los pantalones cortos de antes habían sido descartados en favor de unos jeans rotos y las sandalias doradas que hacían juego con el cabello de Lis se habían ido, hechas a un lado por unas botas cortas y dando como resultado un conjunto más conservador, de una profunda tonalidad negra.
No era un color que favoreciera a Elisa, pero era uno con el que estaba familiarizada.
–¿Ya estás mejor, El? –. Preguntó Runo mientras avanzaban por los pasillos.
Después de lo que había pasado en el almuerzo, no estaban seguros de adónde ir. El lado más responsable de Mira le indicaba que volvieran a clase, pero su parte más emocional le decía que volvieran a casa, que ya había sido un día demasiado intenso y Elisa debía descansar.
A falta de una determinación clara, empezaron a recorrer los pasillos del ITS sin un rumbo claro, solo con la misión de asegurar que Lis estuviera bien.
–No te preocupes, esa loca…
–Tiene razón, chicas.
–Lis…
–No digo que hiciera bien, sé que no lo hizo. Pero no vale la pena negar la realidad –. Murmuró Elisa con pesar –. Yo maté a su padre, a cientos de soldados, cuyo único crimen fue estar en el bando contrario.
–No fue tu culpa, El. Los Vexos te obligaron a hacerlo, tú no hiciste nada de eso por maldad.
–Sé que no, pero eso no borra el hecho de que en mis manos hay mucha sangre.
Ya habían tenido esta discusión antes y rara vez ganaban estando a solas. Lo único que parecía hacer cambiar de opinión a Elisa, aunque fuera por un momento, era la presencia de su familia y amigos.
Ahora, se encontraban solas y Mira prefería apoyar a su hermanita con gestos en vez de palabras, abrazándola por los hombros y juntando sus cabezas.
Después de unos pocos minutos que parecieron eternos, finalmente se decidieron a dar por terminado el día, decidiendo que se pondrían al tanto de sus clases después. Sus padres sabían que eran responsables, así que no los reprocharían y mucho menos después de todo lo ocurrido en la cafetería.
Pero, al llegar a la salida del edificio, no tuvieron la vista de la gran metrópolis que rodeaba la escuela, no vieron con claridad los enormes rascacielos que se imponían por encima del nivel del suelo; pues las llamativas siluetas de dos conocidos entrando a las instalaciones las detuvo al instante.
La más alta era la de un muchacho de ojos rojos y cabello plateado largo, atado en un bollo, vestido con una chaqueta de cuero negro y unos pantalones oscuros por encima de unas botas del mismo color.
La otra era de una joven pelirroja, vestida con una blusa blanca y un conjunto de chaqueta, pantalones y botas de tacón azules, que hacían juego con sus ojos.
Un poco de alegría invadió a las chicas al ver con más claridad a los recién llegados, hablando con los guardias, antes de entrar con una mano arriba, saludándolas de manera cálida.
–¡Marduk, Izumi!
Con contagioso ánimo, las chicas corrieron a su reunión con los terrícolas, compartiendo abrazos y besos en la mejilla con la humana de cabello rojo, antes de chocar puños con el antiguo peleador.
–¿Qué hacen aquí? –. Preguntó Runo curiosa.
–Eso mismo deberíamos preguntarles nosotros, ¿no deberían estar en clase? –. Respondió Izumi con ánimo.
–Tuvimos unos problemas y decidimos terminar el día por esta vez –. Respondió Elisa sin querer entrar en detalles.
Aunque su hermana prefería no tocar este tipo de temas comúnmente, Marduk e Izumi estaban aprendiendo a leerla y en los ojos del peliplata se notó cierto entendimiento por la situación antes de hablar.
–Está bien, yo también me escapaba de clase cuando aún estudiaba.
–¿Y cuánto ha pasado desde eso, Marduk?
–Un siglo no es tanto como crees, Runo.
Los miembros de los Peleadores soltaron una carcajada por las bromas de Runo e Izumi. No eran especialmente graciosas, pero se sentía bien tener momentos de calma en tiempos de incertidumbre.
–No, en realidad, vinimos buscando a alguien. Nos dijo que podíamos encontrarlo en diferentes escuelas y Klaus nos dijo donde encontrarlo hoy.
–¿En serio? ¿Y quién es?
–El Concejal Kiran Halryck.
Confundida por la respuesta, Mira miró a las chicas, esperando que ellas supieran de quién estaban hablando sus amigos.
No era raro que algunos miembros del Alto Consejo dieran charlas en diferentes instituciones con el propósito de alentar el deseo de aprendizaje en los estudiantes y ofrecer diferentes alternativas de trabajo en sus respectivos departamentos, pero Kiran Halryck era un nombre desconocido para Mira.
–¿Sucede algo? –. Preguntó Marduk al ver sus reacciones.
–Honestamente, no nos suena ese nombre –. Confesó Mira por las tres.
–Marduk dijo que es un miembro menor del Alto Consejo, tal vez sea por eso –. Sugirió Izumi.
–Puede ser, son demasiadas personas las que conforman ese organismo –. Razonó Runo.
–¿Alguna idea de dónde podemos encontrarlo? Dijo tener información que podría ayudarnos a convencer a los concejales.
–Bueno, las figuras públicas suelen dar sus charlas en el auditorio. Es probable que esté ahí ahora mismo.
–¿Pueden llevarnos?
–Claro.
Cambiando su rumbo, las tres chicas guiaron la caminata hacia el lado opuesto de la salida, caminando entre numerosos pasillos y perdiéndose entre los múltiples niveles del ITS.
Después de un par de minutos, en el que se vieron obligados a subir varias escaleras, una gran puerta doble los recibió al final de un corredor largo.
Auditorio.
–Es aquí. Vengan, entremos.
Dirigiendo la caminata, Mira abrió la puerta con delicadeza, haciendo el menor ruido posible para evitar molestar a la pequeña multitud que se encontraba repartida por las hileras de sillas que conformaban el espacio.
Poco menos de 30 miradas recayeron sobre los miembros de los Peleadores, observándolos brevemente con poco interés antes de regresar su atención al hombre que daba la conferencia que ahora interrumpían.
En el camino, Marduk había descrito un poco la apariencia de Halryck y era todo lo que el peliplata había mencionado: un hombre mayor, con ojos rojizos y cabello canoso, vestía de manera formal, pero no llevaba la capa que su amigo terrícola había mencionado.
Al notar su presencia, el concejal solo les ofreció una pequeña sonrisa antes de señalar unos asientos disponibles en primera fila, pidiendo tiempo para terminar lo que parecía ser una ferviente lectura reposando en el cubículo en el frente del escenario.
Respetuosos, accedieron al espacio en silencio, tomando asiento en los lugares indicados para esperar el fin de la conferencia.
–"Mil emociones recorrieron el corazón del Rey Hydron III, cada una más oscura que la anterior. Ahí, a los pies del hombre al que alguna vez había visto como su hermano, yacía el cuerpo sin vida de su amada".
Esa historia otra vez, Mira había hecho un trabajo acerca de la historia del segundo rey de Vestal al inicio de sus clases. En un inicio, la había conmovido bastante, era una historia documentada llena de sentimiento, que trataba sobre las complejidades de la guerra y como hasta las personas más unidas podían separarse debido a las circunstancias.
–"La piel pálida de Lady Ezil era el único indicativo que necesitaba para entender que la vida había abandonado su cuerpo. No obstante, el corazón de Su Majestad aún latía con fuerza, ¿sería por la adrenalina o por el impulso ingenuo de creer? No lo sabía y tampoco le importaba. El único pensamiento que perseveraba en su mente era el deseo de sostener a su amada, aunque fuera una última vez".
La mirada de Mira se desvió a sus acompañantes, los terrícolas hablaban por lo bajo, poniéndose al día de todo lo que podían hablar sin llamar la atención. Elisa, por otro lado, parecía inmersa en la historia, mirando con atención al concejal mientras narraba.
No podía decir que estuviera sorprendida, esta era la historia favorita de su hermana por excelencia, un suceso histórico narrado como una especie de cuento para alentar a los alumnos a disfrutar de la lectura, la escritura y la historia.
–"Para cuando llegó a ella, fue demasiado tarde, el pecho de Lady Ezil se encontraba inerte en el suelo, su piel se enfriaba con cada segundo y la herida en su pecho se encontraba cubierta por la mancha roja de su sangre. Un valle de lágrimas cayó de los ojos irritados del rey, cuya voz se perdió entre potentes gritos dirigidos hacia su gran enemigo…"
–Esta sería su condena, su castigo eterno: saber que había perdido la guerra, que su esposa había muerto luchando por su causa y que ahora sería su heredero quien tendría que librar su guerra –. Terminó Mira el relato mentalmente.
Con lentitud, el concejal cerró el libro que reposaba en el cubículo de madera, permitiéndose un minuto para apreciar el forraje del objeto antes de dar un paso al frente y dirigirse a los estudiantes.
–Sé que algunos ya han escuchado esta historia, la Guerra de los Pretendientes es un suceso muy estudiado, pero es importante tenerlo presente. En tiempos de incertidumbre, la tragedia de Hydron III nos recuerda la fragilidad de la vida y el cómo la guerra es un gran riesgo, uno que exige sacrificio, es una maldición y nadie puede entrar en ella sin pagar un gran precio.
Aparentemente fascinado por la historia, uno de los alumnos en la hilera más alta del auditorio levantó la mano, pidiendo educadamente la palabra al concejal, el cual no dudó en dársela al señalar al muchacho.
–Señor, ¿qué fue del heredero del rey?
–El Príncipe Angus hizo todo lo que pudo en pro de su redención, había cometido muchas atrocidades durante su tiempo como sirviente del falso rey Allant, así que se sentía en deuda. Al final, pagó una vida de asesinatos con su propia vida, siendo el pequeño hijo de Hydron III, Zenoheld I, quien ascendió al trono en lugar de su padre y su tío.
–¿Cómo murió Angus?
–A manos de Allant en la última batalla por el trono. Según los historiadores, ese era el destino al que el Príncipe Angus aspiraba, pues solo la muerte podría librarlo del peso de sus pecados –. Explicó el concejal.
–¿Y usted qué piensa?
–Creo que se equivocan, un alma arrepentida siempre puede aspirar al perdón. Angus no era un santo, pero tenía un corazón justo y firme, habría sido un buen rey. Muchas gracias por su atención.
Los estudiantes se levantaron inmediatamente, expresando su admiración al concejal a través de un aplauso que el hombre correspondió con una pequeña reverencia.
–Recibirán puntos extra por su asistencia este día en los próximos exámenes. Qué tengan un buen día, muchachos.
Uno a uno, los estudiantes abandonaron la sala en línea recta por las puertas junto al escenario, dejando a los miembros de los Peleadores como los únicos presentes junto al concejal.
El hombre no demoró mucho en acomodar sus libros y papeles, guardando todo en un pequeño portafolios antes de indicarles que siguieran.
–Concejal, me alegra verlo nuevamente –. Saludó Marduk al hombre.
–Digo lo mismo, joven amigo.
Formales, ambos hombres se estrecharon la mano con firmeza. Por lo que parecía, las clases de comportamiento de Klaus estaban rindiendo sus frutos más allá de Izumi.
–Señor, es un placer –. Continuó la pelirroja con formalidad.
–Igualmente, señorita. Me alegra ver que pudieron venir, temía que el señor Von Hertzon no hubiera recibido mis mensajes.
–Permítanos presentarle a nuestras amigas: Mira Fermin, Runo Misaki y Elisabeth Valiant.
–Las conozco, Marduk.
Intrigadas, las tres chicas estrecharon la mano del concejal con la misma firmeza que su amigo.
–¿En serio? ¿Cómo?
–Señorita Misaki, sería imposible para mí no conocer a tres miembros de los Peleadores Bakugan relacionadas con el Alto Consejo –. Respondió Halryck con ánimo –. Permítanme decirles que soy un gran admirador. Es destacable todo lo que hicieron por Nueva Vestroia y nuestro propio mundo en el pasado.
–Agradecemos el cumplido, señor.
–Espero poder ofrecerles más que eso, señorita Fermin.
–¿Qué quiere decir? –. Preguntó Elisa confundida.
–La última vez que hablamos, el concejal dijo que podría haber pruebas que demuestren que el Concejal Malrok es responsable de las desapariciones de los miembros del Alto Consejo.
Un jadeo colectivo provino de parte del trío de estudiantes, que se miraron impactadas por lo que decía su amigo peliplata.
No habían estado muy involucradas en la investigación de las desapariciones de los concejales. Lo habían intentado, pero las autoridades habían sido claras a la hora de informar que, ya fueran soldados o civiles, no tenían lugar en asuntos oficiales de los cuerpos de policía.
Sabían que el Concejal Malrok no era precisamente un santo, era testarudo y un poco egoísta con los asuntos fuera de su departamento, pero se suponía que su inocencia ya había sido demostrada antes. Dill mismo les había compartido los detalles de forma extraoficial. No tenía sentido.
–¿Cómo es eso posible? Acusar a un concejal de algo así es un asunto grave.
–Es cierto, señorita Valiant, pero no pueden negar que resulta sospechoso que ascendiera al poder poco después de la desaparición de su jefe directo y varios concejales más.
–Lo es, concejal, pero si no se encuentran pruebas en su contra…
–Significa que es muy bueno ocultándolas.
–¿Qué quiere decir, señor? –. Preguntó Runo confundida.
En respuesta a la pregunta, el hombre regresó al cubículo del escenario, introduciendo su mano en uno de los espacios inferiores del objeto para sacar dos barras de metal entrelazadas por unos seguros.
–¿Eso es…?
–Un mapa holográfico, sí.
Separando las dos barras, una pantalla completamente digital se mostró ante sus ojos y reposó tranquilamente sobre el nivel superior de la mesa usada para conferencias.
En la proyección, un gran mapa de los alrededores de la ciudad se mostró en una escala pequeña, pero exhibía el suficiente espacio de la metrópolis que era esta parte de Vestal para que los edificios pudieran levantarse sobre el nivel del suelo, mostrándose con mayor detalle. Sin embargo, lo más interesante de la imagen, más allá de la simulación casi vívida de la ciudad, era el hecho de que algunas de las estructuras repartidas por el mapa no se encontraban del característico color azul celeste de estos hologramas, sino en un llamativo tono rojo.
–¿Qué es todo esto?
–He estado siguiendo los pasos de Malrok desde su ascenso, cada transacción hecha en la ciudad, en busca de algo que nos pueda ayudar a demostrar su culpabilidad.
–Pero eso es ilegal, está violando la privacidad de una persona –. Reprochó Mira al hombre.
–Estoy violando la privacidad del hombre que impide que Vestal ayude a los Peleadores Bakugan en su guerra contra Gundalia. Creo que ese es un mal menor que vale la pena, señorita Fermin.
El silencio se hizo presente para la pelinaranja. No podía negar que el concejal tenía un muy buen punto. Le gustara reconocerlo o no, Malrok era el principal detractor de la intromisión vestal en la guerra contra los gundalianos. Cualquier cosa que pudiera ayudarlos a convencer al gobierno de interceder sería de gran utilidad para sus amigos.
–¿Y qué ha encontrado hasta el momento? –. Preguntó Izumi curiosa.
–Bueno, si miran el mapa con atención, verán algunas propiedades que han sido compradas recientemente, todas ellas desalojadas o incluso abandonadas desde hace unos pocos años. Se tratan de sitios sin dueños y que albergan un espacio considerable, bodegas, casetas, propiedades, fábricas.
–E imagino que todas ellas han sido compradas por la misma persona –. Comentó Runo.
–Malrok, sí.
–¿Y cree que podría haber pruebas incriminatorias en alguno de esos sitios?
–Eso, y tal vez más.
–¿Más?
–Siguiendo los pasos de Malrok, me he dado cuenta que ha adquirido un aproximado de 30 propiedades a nombre de sus familiares y conocidos, eso es demasiado dinero, incluso para un miembro del Alto Consejo. Para que una sola persona pudiera realizar tantos gastos en propiedades así, debería tener acceso a una fuente grande de ingresos, una a la que Malrok tiene acceso como concejal líder del departamento de relaciones públicas entre los diferentes niveles del planeta.
–Pero el dinero que llega a ese departamento es de los ciudadanos de todo el planeta, ¿no?
–Runo tiene razón, esos son bienes públicos. Si Malrok los usara por intereses personales…
–Estaríamos ante un caso grave de corrupción –. Completó el concejal por Mira –. Si mi teoría es cierta, en alguno de esos lugares debe haber pruebas que relacionen a Malrok con los secuestros u otro tipo de actividades ilícitas. Si las descubrimos y lo exponemos, podremos quitarlo de su puesto y los opositores perderán a su representante.
–Y convencer al Alto Consejo de entrar a la guerra será más fácil –. Completó Elisa con ilusión.
–Exacto.
Era un buen plan, y uno muy tentador, además. El único problema era que no tendrían el soporte legal para realizar algo así. Hasta donde sabían las autoridades, Malrok estaba limpio y la familia Valiant-Fermin ahora no eran más que civiles, si se atrevían a allanar una propiedad privada, podrían verse seriamente perjudicados.
No obstante, también podría valer la pena. Más allá de la situación en la que se encontraban sus amigos, los gundalianos eran un peligro para todo el universo. Si ganaban la guerra contra Neathia, nada los detendría de comenzar una nueva con Vestal, la Tierra y cualquier otro mundo que intentara interponerse en su camino.
Tenían que actuar, no solo por sus amigos, sino por el bien de todo el universo.
–¿Y cuál es el plan? ¿Cómo obtendremos esas pruebas? –. Cuestionó Mira.
–Son demasiados sitios como para visitarlos todos –. Concordó Elisa con su hermana.
–Por suerte, no todos están en uso. Imagino que Malrok los compró para desviar la atención, pero frecuenta algunos en específico. Este, en especial, parece ser su favorito.
La mano del concejal se estiró sobre el mapa holográfico, señalando uno de los establecimientos en las zonas más alejadas de la ciudad, donde los edificios no alcanzaban a cubrir la zona y un vasto campo tomaba el control de la imagen proyectada.
–¿Qué es eso?
–Es el lugar que más visita en sus tiempos libres. Supongo que ahí se encuentra todo lo que necesitamos para quitar a Malrok del Consejo.
–Tenemos que entrar ahí y revisar el lugar –. Declaró Marduk de brazos cruzados.
–No todos pueden hacerlo, tiene que ser un grupo pequeño, dos o tres como mucho. No sabemos que podamos encontrar ahí, así que es mejor ser discretos.
–Malrok ya me sacó del Consejo, así que no importará si voy yo.
–Puede ser, Marduk, pero han visto tu cara. Si vas, debes tener cuidado –. Dijo Izumi a su novio.
–Sea como sea, hablamos de allanar una propiedad. Solo podemos ir Marduk y yo.
Mira fue la primera en negar, saltando de su puesto para intentar detener a su hermana.
–Lis, no puedes hacer esto. Si te descubren, podrían anular el perdón que te dieron.
–Sí, lo sé, pero nadie más puede. Tú eres una figura mucho más respetada entre las dos, Runo depende de su beca e Izumi no puede exponerse de esta forma. Además, ninguna de ustedes posee un entrenamiento adecuado en infiltración, las descubrirían con facilidad.
Sin importar cuanto le desagradara, sabía que Elisa tenía un punto. Parte del entrenamiento de los Vexos se había basado en el uso del camuflaje, siendo esa la forma en la que habían logrado burlar sus radares en la Tierra. A excepción de Elisa, ninguna poseía las habilidades adquiridas en tales entrenamientos como para llevar a cabo una búsqueda exitosa.
–¿Y qué hay de Keith? ¿No puede burlar su arresto domiciliario por una noche? –. Preguntó el peliplata curioso.
–Quizás el comandante lo permitiría, pero su libertad aún pende de un hilo. Un error y puede ser el más perjudicado de todos.
–En todo caso, puede que necesiten de un guía. ¿El señor Fermin podría ofrecer esa clase de soporte? –. Dijo Halryck.
–Creo que sí, pero necesitaría del equipo adecuado y se encuentra en el Destructor Vestal –. Respondió Elisa la pregunta.
–Yo puedo facilitarles eso –. Aseguró el hombre mayor.
–Entonces, está decidido. La señorita Valiant y el señor Yamamoto irán a destapar los crímenes del Concejal Malrok y yo les conseguiré el equipo que necesiten para llevar a cabo la misión –. Declaró Halryck con una pequeña sonrisa cómplice –. ¿Qué dicen, Peleadores? ¿Están listos para volver a la acción?
–¡Sí, señor!
Ubicación desconocida
24 horas antes
INFORME DE MISIÓN: VESTAL.
FECHA: (OMITIDO).
UNIDAD: (OMITIDO).
DURACIÓN DE LA OPERACIÓN: (DESCONOCIDO).
1. SITUACIÓN (AMBIENTE OPERACIONAL):
La misión se ha visto estancada en los últimos meses debido a la inactividad política observada en el planeta. Después de un extenuante estudio presenciado a lo largo de nuestra estadía aquí, hemos concluido que los líderes de este planeta son débiles. Basándonos en los informes presentados por los grupos de contacto, hemos podido confirmar que los vestals requieren de un impulso mayor para tomar medidas y cumplir su papel. Seguiremos observando a estos especímenes hasta dar con la información que nos permita determinar el mejor rumbo de acción posible.
2. SITUACIÓN DE LOS VISITANTES:
Los Peleadores Bakugan identificados como Marduk Yamamoto e Izumi Yamamoto han arribado al planeta. Cómo se describió en el informe recibido, buscan el apoyo de los vestals para ayudar al resto de los Peleadores en la guerra contra Gundalia. No obstante, sus intentos han resultado infructíferos y se desconocen sus próximos movimientos a la fecha en que escribo este informe.
Solicitamos permiso para estudiar a los Peleadores presentes con un poco más de cuidado, antes de llevar a cabo su ejecución.
Atentamente,
Narik Azhar
Siervo de la corona y amigo de su legítimo heredero.
GLORIA A LOS VERDADEROS DIOSES
