Hasta la Eternidad
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Cap VI
Nuestras dos almas destinadas a ser
Tú y yo hasta la eternidad
Irlanda
—Mi señora ella sigue con vida —dijo un hombre cubierto con una capa negra desde las sombras.
—Esa maldita, ¡bastarda! —pronuncio con odio quemando una carta—. Mi marido prefería la compañía de zorras baratas y ese engendro nació.
—¿Mi señora? —expresó incomprendido.
—Jamás te lo conté, pero él y yo jamás hemos compartido la cama, casarse conmigo fue su peor castigo, según el —sentándose junto a la chimenea— 20 malditos años casada con un hombre que no me cobija y él va a Londres y se mete con esa tipa, hace 1 año me entero de la progenie esparcida del imbécil.
—¿Qué hará? —husmeo el causante de que el carro atentará contra la vida de Orihime.
—Así como la zorra de su madre me quito la felicidad del amor del Conde Ebern, así le quitare la suya —escupió—. Tiene hasta el mismo cabello pelirrojo, aunque en un tono más claro, la clásica irlandesa que mi suegra siempre quiso como nieta.
—¿Cómo hará eso? —continuo con su intriga.
—¿Dices que un joven aparentemente de su edad la salvo? —tomando una copa para beber del vino rojo.
—Si —contesto.
—Sería muy triste que Ebern la reconociera como su hija dándole el apellido ¿no crees?
—¿No comprendo?
—Ella está enamorada de ese joven, es más que obvio y la reina está buscando alguien para casarse con su hijo —comenzó a darle forma a su terrible plan.
—Sigo sin entender...
—¡Eres un imbécil igual que mi marido!, si Ebern la reconoce como hija, la ofrecerá como posible candidata y así el muy maldito lograra su meta de entrar a la corte y de esa forma emparentar con la realeza inglesa y todos felices claro menos ella, aunque no soy tan mala –rio— mira que casarla con el príncipe.
—¿Cómo logrará que su esposo la reconozca? ¿y cómo hará para que esa chica acepte? —prosiguió inmiscuyéndose.
—¡Es una maldita muerta de hambre con un salario de maestra! —poniendo la copa sobre la chimenea—, la idiota debe de tener un precio o una razón de héroe que la obligue a salvar a su familia, no parece conocer el arte de la guerra como yo –brindo una sonrisa a las llamas.
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Londres
Eran a aproximadamente la 1 de la mañana, cuando Ichigo y Uryu volvían del cementerio, los hallazgos habían sido de mucha utilidad, si bien el enviado de la reina había logrado aportar puntos de vista nuevos en el caso, el pelirrojo continuaba pensando que este no era tan importante, ambos entraron a la casa, Ichigo abrió la puerta y se dirijio a la cocina mientras que Uryo subió las gradas hacia su habitación.
—Es muy raro que su luz siga encendida—se dijo, sirviéndose un poco de agua al ver que la casa de enfrente aun emitía luminosidad de una de sus habitaciones.
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—¡Orihime ya duérmete! —le dijo la morena.
—Estoy leyendo—respondió moviendo un poco la ventana.
—¿Y dime que cuentan las cortinas? —pregunto Rukia—, se ven muy interesantes –acomodándose para verla mejor.
—El solo entro a su casa, pero no encendió ninguna luz –volvió a ver a su amiga.
—Como la va a encender si la nuestra casi que le ilumina su cocina y parte del pasillo –respondió rápidamente.
—!Rukia! —agitada.— Te has vuelto experta en decir lo obvio.
—Solo decía —puso una almohada en la esquina de la cama y así acercarse a la acosadora en entreno.
—¿Debería de disculparme por lo de hoy?
—Claro que deberías, aunque no es necesario —estirando su cuerpo—, tu solo buscas una excusa –dando un bostezo—, no te tomes tan a pecho lo de tomar la iniciativa.
—No lo hago –pronuncio indecisa ya que sabía que si estaba intentando tomar la iniciativa de una vez por todas.
—Bueno entonces dile "perdón por ver las bragas de mi hermana", te muestro las mías para compensar el daño —carcajeó.
—¡Rukia!
—Ya, bueno... —dándose la vuelta quedando frente a la pared—, mañana le podrás decir algo.
—Tengo una idea —sonrió—, hare un pequeño pie.
—Porque no mejor le haces el amor sin tanta trama –sonrió internamente al saber la reacción que eso provocaría en Orihime.
—¡Rukia! –tomando un almohadón para lazarlo.
—Bueno, primero dale el pie y después te lo comes encima de su p.…. —moviéndose para evitar el ataque de la pelirroja.
—¡Rukia! —interrumpiendo—, para ti todo es una broma de doble sentido.
—No es que sea así, pero ya enserio llevas como mil años viéndolo —tomando su sabana para cubrirse.
—No es tan fácil —dijo resignada.
—Si que lo es –se sentó sobre su cama— ¿Le digo yo? —pregunto para ponerle fin al dilema.
—No, jamás –respondió osada.
—¿Entonces?
—Deja que las cosas tengan su tiempo –recostándose.
—¡Mas, aun! —sorprendida reprocho— , necesito saber tu definición de tiempo querida , porque aparentemente no es relativo.
—Mañana le dejare un pie de fresas –menciono feliz.
—Que cursi eres –se burló de su amiga.
—¿Tú qué harías? —indago curiosa.
—Yo …— desabotonado un pequeño botón de su ropa de dormir pícaramente.
—Ya entendí tu gran idea, ni se porque te pregunté.
—Tu apaga la luz y tú a la cama ya –entro al cuarto un poco molesta la rubia.
—Pero mañana es sábado —respondió la morena cuando se dio la vuelta.
—Y que... —cerró la puerta—, a dormir dije –grito desde el pasillo.
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Ichigo despertó rápidamente al sentir la luz del amanecer entrar por las cortinas de lino, abrió los ojos sintiendo como los destellos tocaban su mirada provocando que esta se tornara un poco más clara, dio un profundo respiro llenándose del húmedo y frio aire, lentamente puso sus pies en el gélido suelo percatándose de unas risas que provenían de su cocina, rápidamente reconoció las voces, tomo una bata de algodón que llegaba al suelo y se dirigió en busca de explicaciones.
—¿Podrían pasarme el tocino? —dijo una voz muy familiar.
—¿Qué está sucediendo aquí? —resonó su voz recostándose sobre la puerta.
—Hijo, no me dijiste que tenemos un invitado –volteo a verlo su padre
—Si, así se le puede llamar –mirando como Uryu hacia unas tostadas francesas—, sin embargo, no recuerdo que Renji también lo fuera.
—Me encontré a tu amigo cuando iba a comprar el pan y lo invité a venir –mezclando los huevos—. Ya que tú nunca me darás nietos tendré que recoger gente de la calle para no sentirme solo.
—Viejo loco, deja de hacerte el sufrido –poniéndose un poco rojo ante la idea de tener hijos.
—Vamos Ichigo, no seas tan cruel con nosotros –dijo Renji—, te apuesto a que te mueres de hambre.
—Yo no tengo... —terminaría la frase, pero su estómago lo traición dando un sonido al oler el tocino que Renji freía.
—Ves –sonrió su amigo a la evidente circunstancia—, bien podrías hacer las papa hash brown.
—Esta bien … —dijo resignado—, solo porque tu no lo sabes hacer.
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La bella pelirroja se dispuso a ir a la cocina rápidamente al despertar, camino feliz hasta llegar un pequeño canasto que poseía unas deliciosas fresas rojas, comenzó a preparar todo.
—¿Quizás todo hubiera sido más fácil sino hubiesen crecido juntos? —dijo en un tono muy bajo la rubia.
—Hermana me asustaste—recogiendo una fresa del suelo que dejo caer por la sorpresa causada.
—perdón no fue mi intención – se acercó para ver como Orihime las lavaba.
—Volviendo a tu anterior pregunta— hizo una pequeña pausa, en la cual deposito un poco de harina y dos cucharadas de azúcar sobre la mesa— creo que tienes razón.
—Orihime no lo estoy diciendo por ese conjunto de reglas tontas que nuestra madre nos enseñó —respondió, viendo como su hermana formaba una especie de montaña con los ingredientes.
—Si un hombre inclina la cabeza —menciono, abriendo un pequeño hueco en medio de la harina—, esperara una reverencia de respuesta. Yo no le daría una reverencia si no quiero conocerle —derritió un poco de mantequilla en una cazuela—, pero si lo deseaba debía sonreír o inclinarme un poco así él y entenderá que deseo su compañía o que lo encuentro aceptable.
—Suenas igual a ella —vio cómo se derretía poco a poco aquel ingrediente.
—Se espera que me case a una edad temprana y que me represente como un individuo delicado —agrego la sustancia ya derretida sobre la harina—, débil e indefenso —menciono esos dos aspectos un poco triste—. No debo expresar mis opiniones públicamente, al menos no delante de hombres —tomando el frasco de vainilla y un huevo.
—Tengo muchos conflictos con eso —observo como deliamente partió el cascaron duro de un golpe dejando caer su interior sobre la mantequilla.
—Bueno creo que no estoy en una posición social para que se me busque un marido él cual quiera ese tipo de cosas —cambio su voz y agrego unas gotas de vainilla.
—Muy cierto —decidió ayudar a su hermana a mezclar.
—También es muy cierto que con Ichigo no puedo pretender que incline su cabeza y espere una respuesta de mi parte… —hizo una pausa y comenzó a preparar el relleno del pie tomando un poco de mantequilla derretida sobrante para mezclarlos con crema, azúcar y 3 huevos—, nos conocemos desde hace mucho, si bien no hablamos, el solo imaginármelo suena un poco raro.
—Eres muy madura —dijo estirando la masa con un rodillo para depositarla sobre en un recipiente.
—Solo espero que a él le guste saber mis opiniones —colocando su mezcla sobre la masa—, ya que no me considero una mujer que callara algo que no le parece.
—Sin duda alguna he sido un ejemplo para ti —le sonrió.
—Hermana no te enojes, pero esa vez que— tomando un poco de azúcar y agua—, bueno que tu dijiste eso hacia la esposa de tu ex, creo que fue innecesario —deposito los elementos una pequeña cacerola.
—¡Me llamo Zorra! —respondió un poco sorprendida.
—Si, lo sé, pero tenías que tirarla en el charco con lodo —rio colocando algunas de las fresas previamente cortadas en cuadros pequeños sobre el azúcar que comenzaba a caramelizarse.
—¡Me golpeo la cara! —sonrió—, y así que la puse en su lugar.
—Bueno mi punto es que, no te ilusiones —coloco la preparación con las deliciosas fresas derretidas sobre el relleno del pie—, yo no podría llegar a los golpes con alguien.
—Se que prefieres resolver todo con el dialogo —abriendo el horno para que su hermana depositase su preparación—, y espero de corazón que nunca te veas en una situación en la cual tus principios se vean obligados a cambiar.
—Creo que me iré a dar un baño —coloco los utensilios sucios sobre el lavado—, ¿Podrías vigilarlo unos minutos?
—Por supuesto.
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—Bueno creo que ya es hora de que todos regresen de donde salieron —dijo el pelirrojo al ver que ninguno de los demás planeaba retirarse.
—Hijo, no seas mal educado —tomando un poco de té de manzanilla después de tomar tan grande desayuno.
—Renji —menciono en primera instancia al notar que su amigo no planeaba partir.
—Soy tu único amigo —respondió rápidamente al darse cuenta de que estaba siendo un estorbo, ya que así lo comprendía por el tono de voz.
—Muy cierto —reflexiono—, pero a la hora de hacer los informes eso no cruza por tu mente.
—Yo si debo de retirarme —dijo Uryu elegantemente levantándose de su silla.
—Tienes algo que hacer —pregunto con interés el padre de Ichigo.
—Debo de dar un reporte a la reina —tomo su sombrero.
— ¿Volverás? —indago una respuesta.
—Si, señor estaré aquí dentro de 3 horas —dijo de manera serena.
—Bueno hijo quizás yo seré uno de los que vuelva por donde vino – expresó al notar que debía retornar a su puesto de trabajo.
—Eso no me sorprende tanto —señaló sirviéndose un poco más de té.
—No comprenderé nunca como es que pueden convivir en esta casa —dijo Renji, poniendo sus manos sobre el rostro al notar la falta de empatía entre ambos.
—Tú crees que yo si —expuso el pelirrojo ante tal comentario.
—Bueno entonces te quedas solo —indico Uryu dirigiéndose a la puerta de la cocina.
—¿Todos se van a ir? —investigo Ichigo sonriendo.
—No es lo que querías —respondió su padre levantándose.
—Somos muy complacientes —estableció Renji.
—Muy bien dicho Renji —manifestó en señal de total acuerdo su padre.
—Un momento —borro su sonrisa y vio la mesa sobre la cual había desayunado—, laven sus platos.
—¿Escucharon algo? —pregunto Uryu abriendo la puerta.
—Yo no oí nada —rio Renji.
—Debió ser el viento —grito su progenitor de manera burlona al cerrar la puerta.
—Trio de idiotas, bueno ya que —se resignó a ser el quien limpiaría aquel desastre.
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La joven salía del baño, notando que su amiga aún no se había levantado, era muy perezosa para moverse y no la quería despertar , así que lentamente abrió su armario y tomo un vestido muy sencillo a decir verdad, era normal que las personas de clase baja vistieran de esa forma , si bien tenía mejores vestidos , no quería que el pensara que se había arreglado demasiado para entregar un simple pie, la vestimenta de una mujer era mucho más complicada que la de un caballero, ella tuvo que ponerse sus medias , luego el corsé el cual le llevo un vida lograr dejarlo perfecto, luego tuvo que arreglar las capas de su vestido, ella no comprendía como es que había mujeres de la alta sociedad que por vanidad se llegaban a cambiar hasta 12 veces en el día, ya era muy complicado para ella hacerlo solo una vez, pero finalmente logro su cometido, ahora debía de arreglar su cabello ya que no era bien visto que se llevara suelto, como pudo lo alació y formo un elegante moño con él.
—Pareces muy entusiasmada —expuso la morena
—Tu solo pasas durmiendo, sabes hay un mundo allá afuera —le manifestó sus ideas.
—Soy feliz en esta cueva —tapándose aún más con su sabana.
—Como me veo —pidió su opinión.
—Tengo pereza hasta de voltearte a ver —dijo suavemente soñolienta—, pero tú no necesitas de mucho para resplandecer.
Gracias —le dedico una sonrisa al escucharla.
Bajo rápidamente con sus botines negros a buscar su entrega esperando que su hermana no lo hubiese quemado.
—¿Qué haces ahí? —pregunto angustiada por su pie al verla sentada en el soba de la sala.
—Estoy leyendo —dijo sin interés ya que quería comprender bien su lectura.
—¿Y el pie? —consulto caminando hacia la cocina.
—Tranquila, está enfriándose sobre la mesita, no soy tan despistada como ustedes me ven —respondió no gritando, pero si en un tono audible para la pelirroja.
—No te veo así —hizo un puchero, aunque ella no lo vería, sintió un poco que le dijera eso.
Orihime se acercó a ver el hermoso color dorado que tenía su bella creación, era casi perfecta , solo faltaban colocar un par de fresas cortadas, como motivo de adorno, así que busco entre las gavetas un pequeño cuchillo para partirlas , tomo las primeras y no hubo ningún problema , sin embargo no presto mucho intención ya que imaginaba que reacción tendría Ichigo al recibirlo, y súbitamente se cortó uno de sus dedos con su cuchillo , ella dio un pequeño quejido, si bien la cortada no era de lo más profunda , si se veía un poco mal ya que si era larga y provoco que una cantidad de sangre saliera, Orihime rápidamente camino al lavado , metió su mano en el grifo y el agua helada comenzó a caer, rápidamente busco un pequeño pañuelo y corto una tira para vendar su dedo.
—No puedo ir así —se dijo— ¿Hermana dónde están los guantes? —demando.
—Están secándose, aunque sobre el escritorio del cuarto del fondo hay unos blancos —le comunico.
La joven camino hacia donde indico la rubia y acomodo sobre su mano el guante, este no era muy grueso, era de algodón, pero como pudo acomodo su vendaje dentro del guante de manera que este no se notara.
