LadyBry : mina san solo su versión hentai jajaja bueno tendrán unos 3 encuentros así, ya más o menos tengo el porqué de cada uno.

AbigailVP: de nada y gracias por leer, espero poder responder tus preguntas que te prometo que lo más seguro es que si lo haga.

Sibreka chan: Arigatō por los comentarios, me alegra que te guste el fic, no es que los quiera separar, pero amar es sufrir (no me odies), la verdad me puse a investigar que comían en esa época para hacerla toda una experta.

michelleuchiha14: Lo de Tenes talento es lo más lindo que han dicho, muchas gracias, aunque me gustaría ser como mis fikers favoritas (tengo que trabajar en eso), jajajaj el lemon, si te prometo que habrá, cuando me ponen comentarios del lemon solo me las puedo imaginar cuando vieron que el fic tenía esa trama.

Daianapotter: Hola, gracias por tu comentario, es bueno saber que te cae bien Rukia y bueno el príncipe pronto aparecerá, aunque Orihime no la pasara muy bien con el (sé que la amas, no me odies).

Hasta la Eternidad

Cap V

"Vivimos una y otra vez, la muerte es débil y somos fuertes"

Ichigo salía de darse un pequeño baño, camino desnudo hasta su cama y se sentó sobre esta , deslizo su ropa interior por sus largas tarta piernas, luego tomo unos pantalones negros que usaba para pasar el tiempo en su hogar , finalmente abotono una camisa de algodón color banca desde su abdomen hasta su pecho, rondo aun con el cabello húmedo por su habitación cuando vio hacia la ventana y noto que la pelirroja salía de su hogar, la observo detenidamente ya que se veía muy hermosa en ese vestido, quedo un poco pensativo mientras la veía cruzarse la calle con una pequeña tarta , hasta que reacciono saliendo de sus llamativos pensamientos y noto que ella en realidad se dirigía a su casa.

—¡Carajo los platos! —se dijo, bajando rápidamente por las escaleras

—¿Qué haces aquí?,—se preguntó Orihime internamente mientras miraba aquella puerta blanca que tenía pequeñas vitrinas en forma de mosaico opacas negras y color caoba que no la dejaban ver nada.

Ichigo llego al pasillo notando como la silueta de Orihime se plasmaba, camino lentamente hasta llegar frente a la puerta, estaba a punto de abrirla ¿pero ella aun no tocaba? ¿sería muy apresurado o indebido?, muchas preguntas cruzaron por su mente, trago saliva poniendo sus dedos sobre la perilla, solo rosándola un poco y debido a eso pudo percatarse que uno de los pequeños cristales que conformaban el mosaico de cristal no había sido tratado correctamente, quedo mudo viendo como la joven miraba la tarta con delicadeza y se mordía uno de sus labios muy despacio ¿sería más delicioso probar eso que la tarta? innegablemente eso lo hipnotizo.

—¿Debería de irme?—comenzó a pensar y a dudar más aun de su idea.

La chica dio un pequeño paso hacia atrás arrepintiéndose de su plan, sintiéndose una cobarde por no poder demostrar lo que sentía en ese momento, decidió de pronto dar marcha atrás dándose la vuelta, Ichigo al percatarse de este acto abrió lentamente lo que los dividía haciendo que la pelirroja dejara de caminar quedando en estado de Shock , no esperaba ese escenario y para ser honesta jamás imagino que el destino le preparara ese evento.

¿Orihime?— pronuncio suavemente viéndola de espaldas.

Hola —dijo espontáneamente al escucharlo—, te traje una tarta —expresó aun sin darse vuelta para verle.

—¿Y la puedo ver? —hablando con la espalda de la pelirroja , dándole oportunidad de notar su hermoso cuello.

—¡Y empezamos tan bien! —se dijo así misma mentalmente—. Si, perdón —Se dio la vuelta y al observarle noto su cabello húmedo, el cual le brindaba una apariencia en cierta forma atractiva—, Hice esta tarta para ti —se acercó un poco hacia él.

—¿Por qué? —demando curioso Ichigo.

—Es solo que me siento un poco apenada por lo que paso ayer —agachó su mirada un poco.

—¡Ho!.. eso, —respondió—, no tienes por qué disculparte —dio un paso para estar más cerca de ella.

—No si tengo —percatándose del delicioso olor a canela que desprendía el joven— ¿Estabas tomando té? —pregunto

—No, ¿Por qué?

—Es solo que huele a canela —menciono Orihime.

—Si, bueno creo que es el jabón —un poco apenado de dar esa respuesta— ¿Te molesta?

—No, en realidad lo encuentro agradable —respondió con una pequeña sonrisa.

—Se ve muy hermoso —viendo su pequeña creación—. Pero enserio no debiste —sintiéndose un poco responsable por hacerla esforzarse.

—Si, bien —se dio la vuelta—. Quizás tengas razón, no te quise hacer sentir incomodo— dio un paso dándose la vuelta percatándose que su estrategia no funcionaba

—¡No! —tomo una de sus manos—, espera un momento.

—Ichigo… —dio un pequeño quejido al sentir que su herida se abría.

—Perdón… —viendo como su mano quedo llena de sangre—, no quise hacerte daño.

—No, no es tu culpa —mirando como todo su guante estaba enrojecido.

—Estas sangrando —dijo contemplándola.

—Si, solo fue algo muy torpe —le miro dando una sonrisa intentando disimular un poco su dolor—. No, no te preocupes, estaré bien.

Ichigo al verla en ese estado, le quito la tarta rápidamente de su otra mano para luego tomarla de esta misma y halarla hacia adentro de su hogar, la pelirroja observo el pasillo lleno de pinturas de girasoles al ingresar.

—Siéntate un momento por favor—ordeno dejándola en la cocina para salir por el pasillo nuevamente—, en seguida regreso —le informo al salir.

Si —dijo al verlo retirarse—, está bien —se sentó cerca de la mesa mientras observo el desastre de su mano.

—Como fue que te hiciste esto —entrando al cuarto para sentase frente a ella.

—Bueno —vio el piso un poco pensativo—. Fue haciendo la tarta —le respondió viéndolo sentarse.

—En cierta forma —puso una caja frente a ella—. Me alegra que te tomara el tiempo para hacerlo —sacando una pequeña tijera—, pero verte así …—tomo su mano— ¿te importa si lo corto?

—asintió—. Es solo que te creí indiferente en el momento —añadió mientras la tijera cortaba su guante.

—No estaba siendo indiferente por ti —la miro—. Nunca me serias indiferente— la observo sonrojarse—, ¿Orihime con que te vendaste? —pregunto al ver un pedazo de tela mal puesto.

—Con una pequeña manta de la cocina —respondió para ver una cara de sorpresa reflejarse.

—Eso podría infectar la herida —teniendo un contacto visual muy acogedor.

—Si —dijo, sintiéndose como niña regañada—. Es solo que tenía prisa.

—La sangre ya hizo que se pegara la herida en la tela —añadió con un poco de angustia ya que no quería lastimarla más tirando del vendaje.

—No debí usarla, fue estúpido —se reprochó frente al joven.

—Oye…—tomándola del mentón—. Tu no haces cosas estúpidas ¿entendido?

—Si —pronuncio contemplándolo.

—Calentare un poco de agua —indico al notar que la situación se tornaba un poco intrigante.

—¿Para? —viendo como ponía una pequeña olla sobre la estufa.

—Para que dé esa forma la tela no se resista tanto —explico, sintiendo que más bien el único que se resistía era él ¿Pudo haberla besado?, quizás desperdicio un buen momento.

—¿Dolerá? —pregunto un poco angustiada.

—No tanto como hacerlo sin usar el agua caliente —dijo pensado que el sería incapaz de causarle dolor.

—¿Tuviste invitados? —pregunto al pelirrojo al notar muchos platos.

—Si lo lamento, olvide recogerlo —se excusó rápidamente encendiendo la estufa.

—No está bien no me molesta —vio como ponía una pequeña cantidad de agua en el recipiente del té, solo basto unos pocos segundos para que esta se calentara un poco.

—¿te puedo ayudar? —dijo acercándosele.

Vio como lentamente se ubicó cerca de él, Ichigo dio unos pasos hacia el lavado para tomar una pequeña taza de porcelana y se acercó nuevamente a la pelirroja pero esta vez se posiciono atrás de ella. Orihime sintió un poco de nerviosismo al sentir su presencia tan cerca, deslizo su mano por el brazo de la joven lentamente hasta tomar su muñeca y puso su vendaje sobre el agua y con la pequeña taza que emulaba vertio agua sobre su dedo.

—¿La temperatura está bien? —cuestiono al no oírla decir nada, tenerla así de cerca y poder oler su aroma lo estaba transportando a otro lugar que provoco la finalidad de sus acciones.

—Si, lo está –asintió.

—Comenzare a desnudar tu dedo ¿te parece? —espero la respuesta de la chica, mientras cuestiono en su mente lo gratificante que sería hacer eso con ella.

—se sonrojo al oír esa expresión y dio gracias de que el no pudiera ver su rostro—. Claro, puedes hacerlo.

Ichigo movía la tela mientras vertía pequeñas cantidades de agua, la pelirroja se mordía su labio, si bien no dolía a morir en algunos momentos le resultaba un poco incómodo.

— ¿Te duele? —dijo cerca de su oído.

—ese ronroneo provoco que de pronto olvidara su malestar—. No, de hecho, no duele.

—Intentare hacerlo lo más rápido posible –le indico ¿enserio quería que esa cercanía se acabara?, sabía perfectamente que nada le gustaría más que hacerlo lo más despacio posible.

Ichigo era muy habilidoso con sus manos y lo hacía con toda la paciencia del mundo, tomo su tiempo para finalmente quitarle esa tela fea y poder apreciar bien la herida.

—No parece del todo profunda, aunque si tiene una medida considerablemente larga –opino al respecto— ¿con que te la hiciste?

—Fue con un cuchillo— le respondió.

—Ven –la tomo de su otra mano, la sentó cerca de la mesa y justo frente a ella lo hizo el, tomo de la caja una tijera y una gaza, la corto lentamente y comenzó a vendar el dedo de la joven envolviéndolo suavemente al casi terminar tomo la tijera y dividió una pequeña parte en dos e hizo un pequeño nudo sobre este.

—Listo –le dio una hermosa sonrisa.

—Muchas gracias –le respondió con la misma intensidad de felicidad.

—Solo no te vuelvas a dañar así —decía mientras tocaba con suavidad el vendaje

—Lo siento, es solo que… quería hacerte eso —voltio a ver la pequeña tarta.

—Podrías hacer cosas más sencillas —se levantó alejándose de ella para poner la caja sobre una de las gavetas.

—¿Por ejemplo? —le pregunto notando con este se viro a verla desde donde estaba.

—Tomar el té conmigo conllevaría menos riesgos a tu vida —le dijo viéndola de una forma tan tierna, aunque su vida no correría riesgos nada aseguraba que su cuerpo no recibiría una que otra caricia.

—Está bien … ¿En qué momento? —le miro con una pequeña sonrisa.

—Ahora —se le acerco cerrado nuevamente la distancia entre sus cuerpos.

Su hermana salía de la casa un tanto abrigada, era una autentica belleza verla andar , su cabello siempre brilloso y ordenado , una cintura la cual nunca necesito de un corsé para insinuar que era pequeña, llevaba su paragua ya que parecía que el cielo lloraría en cualquier momento, tenía algo que arreglar o más bien hablar con su némesis , al ser la mayor se sentía con la responsabilidad de proteger a su hermana y ya había hecho una promesa de ayudar a su amiga así que en todo caso tenía que mantener su palabra a toda costa y más que todo porque su madre al morir siempre la observo el siguiente pilar.

—Vengo a ver a Kuchiki —informó al entrar a la gran alcaldía la cual tenía un cierto aire de construcción romana en cada uno de sus detalles.

—¿Cuál es su asunto por tratar ? —pidió saber la secretaria desde su escritorio.

—Dinero —detallo sin ánimos de explicarle más.

—Sea más específica señorita Matsumoto —demando ya que sabía que su jefe era uno de los solteros más buscados por las jóvenes de todas las clases sociales, claro muchas de ellas iban desde lo más descarado hasta lo más sumiso para captar la atención de tan elegante caballero, proveniente de una familia con más historia que el mundo mismo.

—¿Me dejara verlo? —le sonrió gélidamente, quizás ella podía ser una mujer muy animada pero cuando se trataba de su familia costaría aceptar que adoptaba la misma postura del hombre que tanto criticaba.

—Espere un momento —le dijo rápidamente al sentir casi el mismo aumento de tensión que quizás solo podría ser comparado con el que su jefe emitía.

La mujer camino por el largo pasillo hasta la oficina de su jefe, el lugar estaba en completo silencio y nada más que la lluvia se escuchaba caer, de pronto salió portando unos papeles y se dirigió a la rubia con cautela.

—El señor Kuchiki dice que la recibirá —le señalo dejando de tener contacto visual con ella.

—Gracias… —expreso Matsumoto sin prestarle importancia.

Camino por aquel lugar observando todos aquellos retratos de los que alguna vez ocuparon el puesto de alcalde, la joven rubia se detuvo frente al de su padre y lo recordó con tanto amor si bien no tenía muchos recuerdos más que fotografías era más que suficiente como para pensar en lo hermoso que hubiera sido crecer junto a él , tres cuadros más al fondo estaba el de Kuchiki en el cual él se miraba tan serio y sin ninguna expresión de felicidad o de tristeza , típico de ese hombre, no comprendía como es que tantas mujeres morían por un hombre tan apático, quizás el aspirar a lo imposible las idiotizaba. Sin embargo, ella gustaba de hombres mucho más felices y el no poseía nada que le llamara su atención si era verdad que era guapo, pero no podría imaginarlo brindándole una risa que sacara todo el aire de sus pulmones y la hiciera vivir, prosiguió hasta estar frente a la gran puerta negra y dio dos golpes contra esta para luego abrirla.

—Buenos días —le dijo mientras cerraba la puerta.

—¿Qué es lo que deseas? —le dijo sin voltearla a ver, ya que estaba arreglando unos libros de su extensa biblioteca que tocaba el techo de aquel lugar, él estaba sin su saco únicamente llevaba una camisa de vestir color blanca y su pantalón negro.

—Un trato —dio unos pasos deslizando su cuerpo por aquella habitación

—De que ámbito —escuchando como aquella mujer se apoyó sobre su escritorio de caoba.

—Dinero —tomo el pequeño cuchillo que el heredero usaba para abrir todos sus documentos.

—Te parece que necesito de el —cuestiono habidamente, esperando una respuesta muy obvia por parte ella

—No —respondió poniendo ese pequeño cuchillo sobre la imponente espalda del alcalde—. De hecho, jamás comprendí como una persona que podría tener derecho hasta del trono tomo esta decisión tan irracional, dejar todo por un sueldo menor —rio—. Sin embargo —hizo una pausa poniendo el cuchillo de nuevo sobre el escritorio—, necesito de tus impulsos de alguna forma.

—¿Entonces consideras mi puesto como una decisión estoica? —pregunto sin darle relevancia a las locuras de aquella mujer.

—Te puse un cuchillo en la espalda y no te inmutaste —le dijo en un tono burlón—. ¿Crees que tengo algo que te llame la atención?

—No.

—Te vengo a pedir matrimonio —observo como el hombre de aproximadamente 1.80 se detuvo y aunque siempre se había considerado una mujer que no se dejaba intimidar tuvo que admitir que ese cambio de ambiente le provoco un poco de nerviosismo.

—Hmmm…Rangiku —dejo los libros a un lado brindándole una mirada de muy aparente asecho combinada con su aire de superioridad de siempre.

—Estoy haciendo lo mejor que puedo —se separó del escritorio y dio un paso hacia atrás.

—¿Eso te perece? —se acercó un poco—. Porque a mí no ¿Podrías hacerlo mejor?

—Deja tu actitud de superioridad Byakuya —intento decir sin que su voz temblara caminado en retroceso.

—¿Podrías dejar de caminar hacia atrás? —la vio con serenidad.

—No lo hago —negando lo evidente.

—Tienes miedo —le dijo enrollando una de sus mangas.

—De ti jamás… —le miro intentando desmostarle que ella no era tan fácil de intimidar, aunque no servía ya de mucho debido que se encontraba contra la puerta.

—Sabes lo que conllevaría el ser mi esposa —se posiciono frente a ella, notando el hermoso escote que la rubia portaba, debía de aceptar algo de esa mujer y era que poseía un cuerpo demasiado exótico pero su forma de ser la volvía alguien difícil de controlar.

—Te estoy ofreciendo un pago —revelo sin cortar la mirada con la del moreno.

—Tiendo a cobrar estas cosas con intereses —puso ambas manos contra la madera posicionándolas en ambos lados del cuerpo de la mujer para de alguna forma ver que reacción tendría y vaya sorpresa la joven acerco su rostro aún más al de él.

—Pon una cifra —le expresó sin miedo.

—Se que te encuentras en una posición muy difícil —pronuncio de la manera más desinteresada posible por la etapa que atravesaba.

—Podrías moverte para dejarme respirar y la posición cambiaria —le comunico sin cambiar su actitud

—Eres muy rebelde —quito sus manos de la puerta.

—Y tu un engreído —revelo.

—Al cual tu… estas buscando —le informo para callarla

—Tu tío tiene un viñedo el cual perteneció a tu madre y sé de buena fuente que quieres comprarlo —le expuso logrando que este diera un paso hacia atrás, hacer ceder al gran Kuchiki era un gran logro.

—El jamás me la venderá —notifico para hacerle ver que su jugada no funcionaba—, ni a mí ni a nadie de mi familia con el apellido Kuchiki.

—A ti no – le sonrió. Pero él sabe que siempre me has disgustado.

—Continua… —intrigado

—Lo dejo a tu imaginación Byakuya… —dijo muy cerca de la boca de aquel hombre y luego se dio la vuelta abriendo la puerta dejándolo con algunas preguntas.