*En la Sala de Juegos*
—¿Qué demonios hacen ustedes aquí? —preguntó Clarisse.
—Vamos a hablar —dijo Ares un poco aburrido
—¿Están de broma? —masculló Luke —ustedes fueron los que se equivocaron, los que deberían esperar a que ellos estén listos para hablar ¿Y los acorralan para exigir cosas?
—Nosotros no tenemos que esperar nada —dijo Zeus —y de hecho esto es una tontería
—¡Por supuesto que es una tontería! —masculló Jason —lo menos que nos merecemos es el tiempo para procesar lo que sentimos
Zeus rodó los ojos
—Deben de entender por qué las cosas van a pasar de esa manera —señaló Atenea —a veces hay que hacer sacrificios para el bien mayor
—Se supone que eres la diosa de la sabiduría, ¿qué clase de respuesta es esa? —dijo Annabeth con incredulidad
—Es un error lo que vimos del futuro, pero todo se puede cambiar —comentó Poseidón
—No estamos viendo que nada de esto cambie —gruñó Zoé —ustedes simplemente lo toman como si fuera una película que vieron, pero no entendieron ¡Nosotros somos quienes lo vivimos y están actuando igual de arrogantes que siempre!
—Niña —masculló Zeus con energía eléctrica a su alrededor —desde que ustedes llegaron todo esto ha sido aun peor
—Esto no ha sido su culpa —dijo Jason y como de hecho no confiaba en su padre, puso a los mellizos detrás de él
—Los únicos culpables aquí son ustedes —señaló Percy también interponiéndose entre los dioses y los chicos —todo el tiempo somos nosotros quienes tenemos que limpiar sus desastres
—Y cuando ya no nos necesitan simplemente nos desechan —completó Nico
—Nicolo —dijo Hades —sabes que no habría podido hacer nada contra el consejo
—Te quedaste callado —reprochó Bianca —ni siquiera lo intentaste
—Podrían haber estado a salvo en el Inframundo —señaló el dios
—¿Todos? —preguntó Hazel —Nosotros, nosotros éramos familia ¿Will y Frank también habrían estado a salvo? ¿Bianca y Sam?
—Deben de entender —dijo Atenea, pero su tono era condescendiente
—Nos dicen que debemos de entenderlos, pero ustedes no lo hacen con nosotros, siguen tan metidos en sus egos que ni siquiera es nuestra decisión hablar con ustedes —señaló Annabeth
La sala crepitaba con tensión
—Esto es una tontería —dijo Zeus —no tenemos por qué darles alguna explicación, si no lo entienden, allá ellos —y salió de la sala.
Todos los demás se miraron
—Lo siento, tienen razón. Hablaremos más en sus términos —dijo Poseidón
—Annabeth, necesitas ser un poco más sensata sobre esto —dijo Atenea antes de desaparecer
—Como si nosotros necesitamos de ustedes —se burló Ares
Lena resopló
—Lamento esta emboscada —dijo Hades —esperaré a que ustedes quieran hacerlo. Me equivoqué, pero todos habrían estado a salvo, Hazel
La Sala de Juegos quedó en silencio, toda la comodidad que habían logrado se sentía como sui hubiera desaparecido.
Por supuesto, nadie volvió a la lectura ese día.
Los dioses que no se habían presentado en la Sala de Juegos, también les dieron un pequeño sermón a los que lo hicieron, más que sermón eran comentarios pasivo-agresivos, aunque no hay que se un genio para saber que los comentarios no fueron bien recibidos.
Conforme pasó el tiempo la Sala de Juegos se sintió un poco más tranquila, pero a pesar de su nombre, no había nadie jugando, todos parecían metidos en sus propios pensamientos, aunque había un par de pláticas en susurros.
A pesar de todo, ellos sólo hubieran querido tener a su padre o madre en sus vida, saber que les importaban aunque fuera un poquito, pero parecía que no a todos los dioses les importaba
Al día siguiente después de que el desayuno apareciera en la Sala de Juegos, todos se reunieron para seguir la lectura.
—Está bien, ¿quién va a leer? —preguntó Apolo
—Yo lo hago —dijo Calipso —XXIX Percy
Percy hizo una mueca, no estaba muy seguro de que parte seguía, pero sabía que no podía ser bonito
Percy se sintió aliviado cuando las abuelas diabólicas entraron a matar. Sí, estaba aterrado. No le gustaban las probabilidades de éxito que arrojaba un enfrentamiento entre ellos tres y varias docenas de enemigas. Pero por lo menos entendía de lucha. Había estado volviéndose loco vagando por las calles y esperando a que le atacasen.
—Entiendo esa parte, al menos así puedes hacer algo —dijo Thalia
—Bueno, así claro que se entiende por qué —asintió Rachel
—Aunque luego no fue tan bueno —murmuró Percy
Annabeth hizo una mueca
Además, él y Annabeth habían luchado codo con codo muchas veces. Y ahora tenían a un titán de su parte.
—Eso definitivamente va a ser de ayuda —dijo Poseidón
—Sí,es una gran ventaja —asintió Thalia
—Y es lo que necesitan en ese lugar —coincidió Deméter
—Atrás.
Percy trató de acuchillar a la bruja arrugada más cercana con Contracorriente, pero ella se limitó a reírse burlonamente.
—No lo hagas —dijo Apolo
—¿Entonces simplemente se va a quedar ahí a que lo maten? —preguntó Clarisse con incredulidad
—No, pero esos monstruos que no están hechos para que los maten —señaló Perséfone
—¿Qué? —murmuraron varios de los chicos
Somos las arai, dijo la extraña voz en off, como si el bosque entero estuviera hablando. No podéis destruirnos.
Annabeth se pegó al hombro de Percy.
—No las toques —advirtió—. Son los espíritus de las maldiciones.
—Claro que sí —dijo Katie
—Ah, eso explica muchas cosas —dijo Travis
—En realidad no mucho —señaló Miranda
—Pero entonces ¿cómo van a escapar de ellas? —preguntó Sammy
—Esa es la respuesta que todos queremos saber —dijo Leo
—A Bob no le gustan las maldiciones —concluyó Bob.
—A nosotros tampoco —murmuró Percy
—No, no son muy buenas —dijo Hazel
—Cero recomendables —dijo Leo
—Nadie quiere una de esas —coincidió Apolo
Bob el Pequeño, el gatito esqueleto, desapareció dentro del mono de conserje. Un gato listo.
—Todos hubiéramos querido ser ese gato —dijo Percy
—Era un gato muy listo —convino Annabeth
—Él sabe cómo enfrentarse a las maldiciones —asintió Piper
El titán describió un amplio arco con su escoba y obligó a los espíritus a retroceder, pero volvieron a acercarse como la tormenta. Servimos a los resentidos y a los vencidos, dijeron las arai.
Calipso hizo una mueca y agarró con más fuerza el libro, sabía que cada maldición creaba a uno de esos monstruos y ella sabía que lo había hecho, había estado tan dolida en ese momento, no podía ver el final de un bucle lleno de dolor y abandono, no podía ver una mejoría en su vida así que se desquitó, solo podía esperar que no tuvieran que caer en ella.
Leo la miró con un poco de confusión.
Servimos a los caídos que suplicaron venganza con su último aliento. Tenemos muchas maldiciones que compartir con vosotros.
—Por supuesto que sí —murmuró Poseidón
—Oh dioses —murmuró Miranda
—No puedo creer que en serio existan ese tipo de monstruos —masculló Will
—Son unos de los peores monstruos que pueden encontrarse —comentó Apolo
El agua de fuego que Percy tenía en el estómago empezó a subirle por la garganta. Deseó que en el Tártaro hubiera mejores opciones en materia de bebida o un árbol que expendiera sal de frutas.
—Eso le haría falta para mejorar la experiencia en ese lugar —dijo Percy
—El agua de fuego no es algo que quieras vomitar —dijo Leo
—Si no es divertido cuando te la pasas, menos cuando la regresas— comentó Percy
—Agradezco la oferta —dijo—. Pero mi madre me dijo que no aceptara maldiciones de extraños.
—Definitivamente no te dejaré —suspiró Sally
—Intenté decirles —asintió Percy —pero no hicieron caso
Sally trató de sonreírle, pero estaba muy preocupada por sus chicos. Ambos le habían contado algunas de las cosas que vivieron en ese lugar, las cosas ya se estaban calmando, no quería que lo revivieran, pero aquí estaban.
La diabla más cercana se abalanzó sobre él.
Calipso se estaba poniendo un poco nerviosa con esta lectura, probablemente había muchas maldiciones y eso no era bueno, pero reducía la probabilidad de que esto se tratara sobre la de ella
Sus garras se extendieron como huesudas navajas automáticas. Percy la partió en dos, pero en cuanto se hubo volatilizado, los lados del pecho le ardieron de dolor. Retrocedió tambaleándose y llevándose la mano a la caja torácica. Cuando apartó los dedos los tenía húmedos y rojos.
—Oh dioses —murmuró Bianca
—¿Sus garras te dieron? —preguntó Rachel con un poco de confusión
—Nop, la volatilicé antes de que llegara a mí —dijo Percy
—Es parte de la maldición con que fue creada ese monstruo —señaló Apolo
Algunos hicieron una mueca, pues la verdad es que no conocían mucho a las Arai y todavía no entendían del todo como funcionaba su método de maldiciones
—¡Estás sangrando, Percy! —gritó Annabeth, algo bastante evidente para él a esas alturas—. Oh, dioses, por los dos lados.
—Lo siento, ya sé que era algo bastante obvio —dijo Annabeth
—Está bien, es bueno tener la confirmación —dijo Percy
—Pero ¿cómo que por los dos lados? —preguntó Hermes
—Cómo una herida con entrada y salida —murmuró Artemisa
Era cierto. Los bordes izquierdo y derecho de su andrajosa camiseta estaban pegajosos de la sangre, como si una jabalina lo hubiera atravesado.
O una flecha…
—Pero tú no usas flechas —murmuró Zoé
—No —admitió Percy— pero hubo una vez que tuve que usarla, con la ayuda de Apolo y Artemisa
—Bueno, nada más fue derecho —dijo Apolo
Fue en ese momento que la mayoría recordó en que momento Percy tuvo que usar una flecha y lo miraron con una expresión de total sorpresa
Las náuseas estuvieron a punto de derribarlo. «Venganza». «Una maldición de los caídos». Se remontó a un enfrentamiento que había tenido lugar en Texas hacía dos años: una pelea con un ganadero monstruoso al que solo se podía matar si cada uno de sus tres cuerpos era atravesado al mismo tiempo.
—Dioses —dijo Travis negando con la cabeza
—Oh —murmuró Zoé
—Lamento mucho la pregunta, pero no lo entiendo ¿cómo podrías sobrevivir a eso? —dijo Bianca
Percy se encogió de hombros
—Muchas de las maldiciones no están hechas para matar, están hechas para sufrir —comentó Artemisa
—Quienes maldicen a alguien más normalmente quieren que sufran, pero no que mueran, al menos no tan rápido —dijo Apolo
Calipso se removió incómoda
—Gerión —dijo Percy—. Así es como lo maté…
Los espíritus enseñaron sus colmillos. Otras arai saltaron de los árboles negros, agitando sus alas curtidas.
—Eso no está a su favor —dijo Katie
—Son demasiadas —murmuró Poseidón
—Bueno, sabíamos que iban a ser demasiadas —dijo Hermes
—¿Entonces con cualquiera que te maldiga va a haber uno de esos monstruos? —preguntó Bianca
—Siempre que haya un sentimiento de venganza o algún resentimiento, sí —asintió Apolo
Calipso había escogido el peor capítulo para leer
Sí, convinieron ellas. Experimenta el dolor que infligiste a Gerión. Eres el blanco de muchas maldiciones, Percy Jackson. ¿Cuál de ellas te matará? ¡Elige o te haremos trizas!
—Genial —dijo Thalia
—No me gustaba las opciones que había en la elección —murmuró Percy
—No son las mejores opciones del mundo —dijo Piper
—Definitivamente no —suspiró Annabeth
Logró mantenerse en pie. La sangre dejó de extenderse, pero todavía se sentía como si tuviera una barra metálica al rojo vivo clavada en las costillas. El brazo con el que sostenía la espada le pesaba y no tenía fuerza.
—No lo entiendo —murmuró.
—Creo que esos son los peores monstruos que pueden existir —dijo Apolo
—Bueno, la venganza y el resentimiento llevan a todas las criaturas a hacer cosas terribles —suspiró Hestia —incluso a las que no son malas por naturaleza
Calipso sentía como si la estuviera mirando directamente, pero la diosa no tenía forma de saber que ella se había dejado llevar por esos sentimientos ¿verdad?
—Y ellas son la manifestación de esos sentimientos —coincidió Perséfone
Varios de los chicos hicieron una mueca
La voz de Bob pareció resonar desde el final de un largo túnel.
—Si matáis a una, os caerá una maldición.
—Pero si no las matamos… —dijo Annabeth.
—Nos matarán de todas formas —supuso Percy.
—No es como que haya una escapatoria de eso —murmuró Piper
—¿Y si hacen que se maten ellas solas? —preguntó Connor
—Esa no sería mala idea, pero ellas no se van a dejar engañar tan fácil —señaló Hermes
—Y son demasiadas como para que todas se suiciden —comentó Hades
¡Elige!, gritaron las arai. ¿Acabarás aplastado como Campe? ¿O desintegrado como los jóvenes telquines que mataste bajo el monte Santa Helena? Has sembrado mucha muerte y sufrimiento, Percy Jackson. ¡Te vamos a pagar con tu misma moneda!
—Pero eso es injusto —masculló Zoé, pero su voz temblaba
—Para los que maldicen, no es injusto —comentó Poseidón
Zoé le dio una mirada asesina —Ellos también dañan a los semidioses, se regeneran y ¿todavía tienen derecho a maldecir porque alguien se defiende?
—Le apuesto cien dracmas a Zoé —susurró Thalia a Percy
—Mira… —comenzó a decir Poseidón
—¡No! Es injusto y es injusto que ustedes no hagan nada —gruñó la niña
—Cariño —dijo Sally —tienes toda la razón, pero no vale la pena otra pelea
La niña volteó a ver a Sally y su mirada se suavizó —Bien
Si de verdad encarnaban las maldiciones postreras de todos los enemigos a los que él había destruido, Percy estaban en un serio aprieto. Se había enfrentado a muchos enemigos.
—Demasiados —suspiró Sally
—Pero creemos que van a encontrar una salida novedosa —dijo Dionisio
—Ojalá —murmuró Deméter
Una de las diablas se abalanzó sobre Annabeth. Instintivamente, ella se agachó. Atizó a la vieja en la cabeza con la piedra y la convirtió en polvo. Tampoco es que Annabeth tuviera muchas opciones. Percy habría hecho lo mismo.
—Pues no hay algo que puedan hacer realmente —dijo Hermes
—De cualquier manera iba a ser malo —comentó Bianca
—Y fue con una estúpida piedra —masculló Annabeth, el estar ciega había sido horrible, pero por mucho era preferible a lo que sintió cuando pensó que Percy la abandonó
Pero la chica soltó la piedra enseguida y lanzó un grito de alarma.
—¡No puedo ver!
Se tocó la cara, mirando a su alrededor como loca. Tenía los ojos completamente blancos.
—Joder —murmuró Thalia
Todos miraron a Annabeth con la boca abierta, con una sensación horrible porque tuviera que pasar por eso. Annabeth tomó fuerte la mano de Percy, como si se estuviera asegurando que estaban ahí. Percy le devolvió el apretón.
Percy corrió a su lado mientras las arai se reían a carcajadas. Polifemo te maldijo cuando lo engañaste con la invisibilidad en el mar de los Monstruos. Te hiciste llamar Nadie. Él no podía verte. Ahora tú tampoco podrás ver a tus agresores.
—No puede ser —murmuró Piper
—Dioses, ¿de tanto tiempo atrás? —preguntó Connor
—Bueno, ese tipo de maldiciones no se van con el tiempo —dijo Dionisio
—Genial, son acumulables —dijo Travis
—Estoy contigo —aseguró Percy.
Aunque ambos sabían lo que había pasado después, y aunque al final todo estuvo mejor, Percy no se podía quitar esa sensación de impotencia al no haber podido hecho nada
Rodeó a Annabeth con el brazo, pero, cuando las arai avanzaron, no supo cómo iba a protegerlos a los dos.
Una docena de diablas saltaron por todas partes, pero Bob gritó:
—¡BARRE!
—Gracias —murmuró Charles
Fue como si todos los chicos en la sala exhalar un suspiro de alivio
—Esperemos que con él puedan tener la ventaja para irse de ahí —dijo Deméter
—Todos esperamos eso —suspiró Poseidón
Su escoba pasó volando por encima de la cabeza de Percy. Toda la línea ofensiva de las arai cayó hacia atrás como un montón de bolos. Otras arai avanzaron en tropel. Bob golpeó a una en la cabeza y atravesó a otra antes de reducirla a polvo. Las otras retrocedieron.
—¿A él también le pueden caer maldiciones? —preguntó Miranda
—Toda criatura, no importa quién sea, puede ser maldecida —comentó Atenea —pero es poco probable que entre ellos mismos lo hagan
—Entonces creo que es bueno —dijo Bianca
—Pero él ya tenía una maldición —murmuró Percy
Percy contuvo el aliento, esperando a que su amigo titán cayera fulminado por una terrible maldición, pero Bob parecía encontrarse bien: un enorme guardaespaldas plateado capaz de mantener la muerte a raya con el utensilio de limpieza más aterrador del mundo.
—Definitivamente les tengo un nuevo respeto a las escobas —asintió Travis
—No sé para qué tenemos espadas si podemos tener escobas —dijo Connor
—Se escucha como un arma bastante formidable —coincidió Jason
—La verdad es que lo era —dijo Percy
—¿Estás bien, Bob? —preguntó Percy—. ¿No te ha caído ninguna maldición?
—¡Ninguna maldición para Bob! —convino Bob.
Las arai gruñían y daban vueltas observando la escoba.
El titán ya está maldito. ¿Por qué deberíamos torturarlo más? Tú le borraste la memoria, Percy Jackson.
—¡NO! —gritaron los chicos
—¿Qué demonios? ¿No tienen suficiente con implementar maldiciones sin andar de chismosas? —masculló Zoé
A pesar de la tensión latente que se estaba generando en la sala, Percy no pudo evitar soltar una risita ante el arranque de la niña
La punta de lanza de Bob descendió.
—No les hagas caso, Bob —dijo Annabeth—. ¡Son malas!
El tiempo empezó a avanzar más despacio. Percy se preguntó si el espíritu de Cronos se encontraba cerca, arremolinándose en la oscuridad, disfrutando tanto de ese momento como para desear que durara eternamente.
—Ya sería el colmo —dijo Apolo
—Eso sí sería mucha mala suerte —suspiró Poseidón
—Pues con la mala suerte que se están cargando, no lo podría dudar —comentó Hermes
—Gracias —masculló Percy
—Pero tiene algo de razón —murmuró Katie
Percy resopló
Percy se sintió como con doce años, luchando contra Ares en aquella playa de Los Ángeles, cuando la sombra del señor de los titanes había pasado por encima de él por primera vez.
—Esa vez que le ganaste a Ares —comentó Hermes
—Cállate idiota —masculló Ares
—Solo estoy recordando los hechos —señaló Hermes
—Es bueno recordar lo que ha pasado —coincidió Apolo
Bob se volvió. Su cabello blanco despeinado parecía una aureola reventada.
—Mi memoria… ¿Fuiste tú?
¡Maldícelo, titán!, lo azuzaron las arai, con sus ojos rojos brillando. ¡Añádelo a nuestra lista!
—No puede ser —dijo Thalia
—Que amables, pero yo espero que diga que no —murmuró Connor
—Ya no puede ser peor esto —dijo Bianca
—Oh, por supuesto que puede —dijo Annabeth
—Eso es como retar a la vida —comentó Piper
El corazón de Percy le oprimió hasta dejarlo sin habla.
—Es una larga historia, Bob. No quería ser tu enemigo. Intenté convertirte en mi amigo.
Arrebatándote la vida, dijeron las arai. ¡Dejándote en el palacio de Hades para que fregaras los suelos!
—Dioses —murmuró Nico
—Pero tienen razón —dijo Dionisio encogiéndose de hombros
Tanto los chicos como los dioses le dieron una mirada irritada, pero Percy sabía que era cierto y se había sentido como la peor persona del mundo por eso
Annabeth agarró la mano de Percy.
—¿En qué dirección? —susurró—. Por si tenemos que huir.
—Pero tampoco va a servir de mucho —dijo Atenea
—Cállate —masculló Poseidón
—Eres la alegría de la huerta —señaló Apolo
—Estoy siendo realista —dijo Atenea
Él lo entendió. Si Bob no podía protegerlos, su única opción era huir, pero eso tampoco era una opción.
—Escucha, Bob —dijo, intentándolo de nuevo—, las arai quieren que te enfades. Se engendran a partir de la amargura. No les des lo que quieren. Somos tus amigos.
—Espero que te haga caso —dijo Piper
—Pero ¿cómo podría? —preguntó Chris —él sabe cómo era su vida antes de ir con ellos
Hades hizo una mueca
—Sí, definitivamente él sabía que pasaba —murmuró Percy
Al pronunciar esas palabras Percy se sintió como un mentiroso. Había dejado a Bob en el inframundo y desde entonces no había vuelto a pensar en él. ¿Qué los convertía en amigos? ¿El hecho de que Percy lo necesitara ahora? Percy no soportaba que los dioses lo utilizaran para sus encargos. Y él estaba tratando a Bob de la misma manera.
Percy hizo una mueca porque eso había dejado un sabor amargo en su boca, ¿entonces que lo hacía diferente a los dioses?
Como si leyera su mente, Zeus agregó aunque con un poco de burla —¿Ahora lo ves? A veces necesitas quién haga el trabajo sucio
—Eso es una tontería —dijo Charles, antes de que Percy tuviera tiempo de abrir la boca —Por supuesto que cometemos errores y lastimamos a las personas —eso parecía que se lo decía más a Percy que a Zeus— pero lo hacemos porque siempre quedamos en medio de ustedes y sus "demostraciones de poder", ustedes son los que pueden cambiar las cosas, nos utilizan como sus malditos peones y comenten los mismos errores una y otra veces, nosotros necesitamos encontrar cómo sobrevivir a pesar de ustedes
Por un momento todo se quedó en absoluto silencio, luego Zeus se levantó de su trono
—¡Basta! —gritó Poseidón —ellos tienen derecho a decir lo que piensan, no vamos a continuar con esto
Zeus le dio una mirada furiosa
—Calipso, sigue leyendo —dijo Poseidón
Calipso hizo una mueca ante el tono, pero continuó la lectura
¿Has visto su cara?, gruñeron las arai. Ni siquiera él se lo cree. ¿Te visitó después de robarte la memoria?
—No —murmuró Bob. Le temblaba el labio inferior—. Pero el otro sí.
—Me perdí, ¿el otro? —preguntó Katie con un poco de incomodidad
—Oh sí, hay alguien más —dijo Annabeth con una pequeña sonrisa
—Entonces supongo que eso es bueno —dijo Bianca
Los pensamientos de Percy se ralentizaron.
—¿El otro?
—Nico —Bob lo miró frunciendo el entrecejo, con los ojos rebosantes de dolor—. Nico me visitó. Me habló de Percy. Dijo que Percy era bueno. Dijo que era mi amigo. Por eso Bob ha venido a ayudar.
Nico se sonrojó furiosamente, no se arrepentía de haber ido a visitar a Bob ni de hablarle de Percy, pero las cosas que había dicho de él, dioses, era totalmente irracional y enamoradizo
—Gracias por eso —dijo Percy de manera sincera
—N-no hay nada que agradecer —dijo Nico todavía un poco sonrojado, sobretodo porque la mirada de Jason no lo estaba ayudando precisamente y también se sentía extraño teniendo a lado a Will y claro, a Bianca
—Hay mucho que agradecer —comentó Annabeth —si no fuera por ti, no habríamos podido salir de ahí. Gracias
Nico solo hizo un gesto de asentimiento, incómodo ante la atención
—Pero…
La voz de Percy se desintegró como si le hubiera alcanzado una espada de bronce celestial. Nunca se había sentido tan mezquino y rastrero, tan indigno de un amigo.
Las arai atacaron, y esa vez Bob no las detuvo.
—Joder —masculló Poseidón
—La verdad es que no puedo culparlo por eso —murmuró Percy
—Pues no, él también tenía derecho a procesar lo que había pasado con su memoria —dijo Rachel
—Aunque ahora que le dijeron, ¿la puede recuperar? —preguntó Miranda
—Es complicado recuperar los recuerdos del río Lete, pero puede que para los Titanes funcione diferente —comentó Hades
XXX Percy
—¡Izquierda!
Percy arrastró a Annabeth abriéndose camino entre las arai a espadazos. Probablemente hizo recaer una docena de maldiciones sobre su persona, pero no notó nada, así que siguió corriendo.
—Al menos —suspiró Perséfone
—Eso sin duda es una ventaja —asintió Apolo
—Hay maldiciones incompletas o bastante inofensivas —comentó Deméter
—Espero que ya no tengan que descubrir más maldiciones —dijo Poseidón
El pecho le ardía a cada paso. Zigzagueó entre los árboles, haciendo correr a toda velocidad a Annabeth a pesar de su ceguera.
—Lamento haberte ralentizado —murmuró Annabeth
—No —dijo Percy negando con la cabeza —lo único importante es que estábamos juntos ¿vale?
—Vale —dijo Annabeth
Percy se dio cuenta de lo mucho que ella confiaba en él para salir de esa situación. Él no podía decepcionarla, pero ¿cómo podía salvarla? Y si se había quedado ciega para siempre… No. Reprimió una oleada de pánico. Ya averiguaría cómo curarla más tarde. Primero tenían que escapar.
—Primero lo primero —asintió Apolo
—Sí, de nada te sirve obtener una respuesta si al final no pueden escapar de ellas —señaló Dionisio
—La mayoría de las maldiciones no son permanentes, de todos modos —comentó Artemisa
Annabeth hizo una mueca, sin juego de palabras, pero claro que había confiado ciegamente en Percy, cree que desde el momento en que lo conoció lo había hecho, sin embargo, el hecho de estar sin uno de sus sentidos fue increíblemente difícil
Unas alas curtidas azotaron el aire por encima de ellos. Los siseos airados y el correteo de pies con garras le indicaron que las diablas estaban detrás de ellos. Al pasar corriendo por delante de un árbol negro, cortó el tronco con su espada. Oyó que se desplomaba, seguido del grato crujido de varias docenas de arai al ser aplastadas. «Si un árbol cae en el bosque y aplasta a una diabla, ¿cae una maldición sobre el árbol?»
—Pero el árbol ya se cayó, es posible que muera, ¿qué maldición le va a caer? —preguntó Hermes
—Creo que tiene suficiente maldición por haberse caído —comentó Grover
—Eso podría tener sentido —admitió Percy
—Pero ¿y si solo es una de sus ramas? —preguntó Esperanza
—No lo creo, a menos que sea una maldición para los árboles o para ese espíritu del árbol en especifico —comentó Grover
Percy cortó otro tronco y luego otro. Gracias a eso, ganaron unos segundos, pero no los suficientes. De repente la oscuridad que se extendía delante de ellos se hizo más densa. Percy comprendió lo que significaba en el momento preciso. Agarró a Annabeth justo antes de que los dos se despeñaran por un lado del acantilado.
—Ya otro acantilado no —murmuró Zoé
—Pararon a tiempo —dijo Thalia
—Sí, no sería divertido irnos por otro acantilado —comentó Percy
Calipso esperaba que las Arai no volvieran a aparecer, que simplemente ya hayan sorteado ese obstáculo y que no sepan lo desesperada que estaba en ese momento
—¿Qué? —gritó ella—. ¿Qué pasa?
—Acantilado —contestó él con voz entrecortada—. Acantilado grande.
—Los acantilados grandes no son divertidos —dijo Percy
—Ni grandes ni pequeños —dijo Jason
—No, definitivamente todos se deberían alejar de los acantilados —comentó Percy
—Sí, creo que sería lo más prudente —asintió Piper
—¿Por dónde, entonces?
Percy no podía ver la altura del acantilado. Podía ser de tres metros o de trescientos. No había forma de saber a qué profundidad estaba el fondo. Podían saltar y esperar lo mejor, pero dudaba que «lo mejor» tuviera cabida en el Tártaro.
—Esa no sería una buena idea —dijo Leo
—Pueden ser dos metros o pueden ser dos mil —comentó Chris
—Aunque no creo que haya nada más profundo, al menos —dijo Percy
—Ya sería al centro de la tierra—señaló Connor
De modo que solo tenían dos opciones: derecha o izquierda, siguiendo el borde. Estaba a punto de elegir al azar cuando una diabla alada descendió delante de él. Se quedó flotando sobre el vacío con sus alas de murciélago, fuera del alcance de su espada.
—Pero de todas maneras no puedes matarla —dijo Bianca
—Y menos mientras estés cerca del borde de un acantilado —dijo Miranda
—Sí, esa podría ser una mala idea —asintió Percy
¿Te ha gustado el paseo?, preguntó la voz colectiva, resonando por todas partes.
Percy se volvió. Las arai salieron del bosque en tropel, formando una medialuna alrededor de ellos.
—Genial, los tienen rodeados —masculló Thalia
—Sin ayuda y sin poder matarlas, genial —dijo Reyna
—Porque nuestra suerte puede empeorar —murmuró Percy
—Y mucho —asintió Annabeth
Una agarró a Annabeth por el brazo. Annabeth soltó un aullido de ira, derribó al monstruo haciendo una llave de judo y cayó sobre su cuello, apoyando todo su peso sobre el codo en un golpe que habría enorgullecido a cualquier luchador profesional.
—Dioses míos, parece que las llaves de judo son tu especialidad —dijo Thalia
—Sí lo son —dijo Annabeth un poco sonrojada
—Que lo hayas logrado sin ver es como un nivel extra —señaló Piper
—Eso definitivamente es algo que no se puede superar tan fácil —comentó Percy con una sonrisa de orgullo
Annabeth le dio un empujoncito juguetón
El monstruo se disolvió, pero cuando Annabeth se levantó, estaba tan desconcertada y asustada como ciega.
—Lo siento por eso —dijo Percy
—Está bien, era la verdad —comentó Annabeth
—¿Percy? —gritó, con un deje de pánico en la voz.
—Estoy aquí mismo.
—¿Qué demonios? —preguntó Piper
—¿Qué clase de maldición es esa? —dijo Leo
El corazón de Calipso empezó a latir a un ritmo más rápido, trató de no llamar la atención sobre sí misma, pero no podía ser ¿verdad? Podía haber muchas otras maldiciones, sus manos habían comenzado a sudar, no estaba segura de no estar llamando la atención, su respiración se había acelerado un poco
Él trató de ponerle la mano en el hombro, pero ella no estaba donde él creía. Lo intentó de nuevo, pero descubrió que Annabeth se encontraba más lejos. Era como intentar coger algo en un depósito de agua, donde la luz alejaba su imagen.
—¡Percy! —la voz de Annabeth se quebró—. ¿Por qué me has abandonado?
—Oh dioses —murmuró Calipso, intentó hacer que sus manos dejaran de temblar, pero no lo estaba logrando del todo. Sus ojos se habían llenado de lágrimas, se sentía como la peor persona del mundo, pero realmente ese enojo se había ido por completo cuando conoció a Leo. Y ahora todo el maldito mundo y sobretodo los dioses, iban a ser testigos de su humillación
—¿Todo bien? —preguntó Leo con preocupación, él sabía que hablar de abandono podría ser un poco complicado para su novia
Calipso no supo que contestar, así que lo tomó de la mano y siguió con la lectura.
—¡No te he abandonado! —él se volvió contra una arai, las manos temblando de la ira—. ¿Qué le habéis hecho?
No hemos hecho nada, dijeron las diablas. Tu amada ha desencadenado una maldición especial: el rencor de alguien a quien abandonaste.
—¿Qué? —preguntó Piper —no estoy entendiendo
—Ni tú ni nosotros —dijo Katie
—¿Maldición especial? —resopló Bianca —¿No es suficiente con las ordinarias?
—Al parecer no —dijo Esperanza
Calipso leyó la siguiente parte con voz temblorosa
Castigaste a un alma inocente dejándola sola. Ahora su deseo más vengativo se ha hecho realidad: Annabeth siente su desesperanza. Ella también perecerá sola y abandonada.
—Oh por favor —murmuró Zoé con un nudo en la garganta, su hermano la tomó de la mano
Los demás se miraron confundidos, todavía sin conectar los puntos. Calipso se quebró en la última palabra
Annabeth volteó a ver a Percy con la boca abierta, ella no sabía lo que le habían dicho las arai y ella no tardó en conectar los puntos
—Oh dioses —dijo Annabeth
—¿Percy?
Annabeth extendió los brazos tratando de encontrarlo. Las arai retrocedieron, dejando que diera traspiés a ciegas entre sus filas.
Atenea hizo una mueca, su hija no debería estar sufriendo ese tipo de cosas y menos por culpa del mocoso de Poseidón.
Annabeth tenía los ojos llenos de lágrimas y apretaba la mano de su novio como si de eso dependiera su vida, probablemente era doloroso, pero él no se quejó y le dio una mirada reconfortante
—Lo siento mucho por eso —susurró Percy
—No fue tu culpa —dijo Annabeth tratando de que su voz se mantuviera baja, pero firme
—Pero lo fue —dijo Percy en el mismo tono —yo hice una promesa que no cumplí
Annabeth negó con la cabeza y agregó casi hablando en su oído —La maldición fue desición de ella, no te culpo por eso
—¿Percy?
—¿A quién abandoné? —preguntó Percy—. Yo nunca…
De repente notó una sensación de vértigo en el estómago, como si se hubiera caído por el acantilado.
—Bueno, lo hiciste un poco antes —comentó Connor, pero aún así la tensión en la Sala estaba aumentando.
La mayoría todavía no había conectado todos los puntos, pero algunos no se perdieron la mirada de Calipso y lo afectada que parecía por ello.
Jason y Piper le lanzaron una mirada preocupada a Leo.
Calipso leyó las siguientes palabras en silencio, cerró los ojos como si eso la pudiera hacer escapar de la realidad y la vergüenza de sus acciones. Con la voz quebrada y lágrimas en sus ojos leyó en voz alta
Las palabras resonaron en su cabeza: «Un alma inocente», «Sola y abandonada». Recordó una isla, una cueva iluminada por tenues cristales brillantes, una mesa de comedor en la playa servida por invisibles espíritus del viento.
Parecía que todo el aire había sido succionado de la Sala, por supuesto todo encajó en su lugar.
Leo soltó la mano de Calipso.
—¿Por qué? —preguntó Esperanza su voz teñida de traición, sus ojos se llenaron de lágrimas, como si todo lo que ella creía se hubiera ido por el desagüe, y no esa era la gran pregunta "¿por qué?"
Zoé y Charles se miraron nerviosamente
—Lo siento —sollozó Calipso, el libro ahora estaba en el suelo —lo siento mucho. Y-yo estaba dolida y sola y…
Percy asintió —Te perdono, pero no tenías por qué desquitarte con Annabeth, fui yo el que se equivocó, fui yo el que no cumplió su promesa ¡Ella no tenía nada que ver! Estábamos en el maldito Tártaro, ¡por los dioses!
El suelo empezó a temblar un poco
—Percy —dijo Annabeth —está bien, estamos bien
Nadie más se atrevió a hablar, solo se escuchaban los sollozos de Calipso. Incluso los dioses parecían incómodos
Leo no se atrevía a mirar a su novia
Piper tomó con cuidado el libro del piso, se aclaró la garganta y continuó la lectura
—Ella no lo haría —masculló—. Ella nunca me maldeciría.
Los ojos de las diablas se fundieron como sus voces. Percy notaba punzadas en los costados. El dolor de su pecho se había agravado, como si alguien estuviera retorciendo poco a poco una daga.
—Leo —susurró Calipso
Leo negó con la cabeza y en voz baja agregó —Y-yo, no sé qué decirte en este momento
—Leo —repitió Calipso como una súplica para que entendiera
Y Leo lo entendía, en serio que lo hacía. Cuando la conoció se había enojado con Percy por no cumplir su promesa, porque aunque no quisiera, hizo sufrir a alguien inocente, pero Calipso había hecho lo mismo, había volcado su dolor en Annabeth y eso tampoco era justo.
—Ni siquiera la conocías —susurró Leo
Todos los demás fingieron que no se habían dado cuenta del pequeño intercambio y Piper siguió leyendo
Annabeth deambulaba entre las diablas llamándolo desesperadamente. Percy deseaba correr hacia ella, pero sabía que las arai no lo permitirían. El único motivo por el que todavía no la habían matado era que estaban disfrutando de su sufrimiento.
—Eso es muy típico —asintió Apolo, pero no agregó más. Todos los dioses sabían que esto era algo exclusivamente de los semidioses
Por un momento, las miradas de Annabeth y Calipso se cruzaron. Annabeth sintió un poco de lastima por la chica que aun estaba llorando, no había sido justo su castigo y si se había sentido como ella en esos horribles minutos no sabía como había sobrevivido a tantos abandonos, pero también se sentía furiosa y dolida, Calipso no tenía ningún derecho a maldecirla, antes de los libros ni siquiera la había conocido. Percy podía decir que la había perdonado, pero ella no estaba tan segura de hacerlo. Annabeth se limpió furiosamente las lágrimas que cayeron.
Percy apretó la mandíbula. Le traían sin cuidado las maldiciones que cayeran sobre él. Tenía que mantener a esas viejas brujas centradas en él y proteger a Annabeth mientras pudiera.
Piper les sonrió un poco
—Son perfectos el uno para el otro —dijo Afrodita y más suavemente agregó —todos cometemos errores, pero al final siempre hay una persona destinada a nosotros
Gritó enfurecido y las atacó a todas.
—Fue como cuando atacó al ejército de Cronos él solo —murmuró Will
Percy se sonrojó un poco
—El capítulo acabó —dijo Piper
Toda la sala quedó en silencio, la incomodidad se podía sentir
—Tal vez sea mejor que vayan a tomar un poco de aire —señaló Perséfone
Artemisa asintió —El siguiente capítulo también es sobre Percy
Los chicos estuvieron de acuerdo, todos necesitaban recomponerse.
