Capítulo 67: Intenta decidir si es peor no tener a Percy o una misión para buscar el águila de Zeus su estúpido padre.
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¿Cuánto tiempo había pasado?
¿Alguien escuchaba su voz si quiera?
Podría ser un minuto, podría ser un segundo, podría ser un milenio, pero ella se encontraba aquí atrapada mientras su canción parecía perderse entre las sombras que le rodeaban.
Solo podía pensar en Orion.
¿Dónde estaba Orion?
¿Se habría olvidado de ella?
No, no puede ser posible, él prometió que siempre iría por ella, pero había pasado tanto tiempo y se sentía tan cansada. Intentaba cantar cualquier canción que recordaba, una y otra vez esperando que Orion la encontrara, que al igual que la primera vez su canto la llego a sus tierras en ese lago, otra vez volviera a ver los ojos de su amado.
Pero no vino.
Esmeralda se siente al borde de enloquecer.
Lo que vino hace poco fue una presencia, era como el borrón de un chico rubio de ojos grises, que parecía conectada a ella de alguna forma.
Lo llamo esperando que fuera Orion.
No contesto.
Pero estaba ahí, a veces y eso la hizo soportar un poco más, mientras cantaba canciones de amor esperando que Orion volviera por ella.
Algo le dijo, en su pecho, que el final estaba cerca.
Nyx la había secuestrado esperando retener a Orion, no sabe dónde está, pero espera de corazón que Orion venga pronto por ella.
Y por eso, cantara esta canción hasta que él la encuentre
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Draco escucha atentamente la explicación de Frank luego de desmayarse, habla sobre como su abuela estaba bien (no tenía ni idea de quien era la abuela de este) gracias a él y que la arpía se quedó con esta para cuidarla si los monstruos volvían, poder escapar. Ambas habían tomado un vuelo a otra parte del país con otro amigo, mientras ellos iban camino a Alaska para buscar algo que era de Zeus (Júpiter le llamaron, pero tampoco sabía que era Ella para el caso). Tuvo que explicar muchas veces sobre el campamento, sus vínculos y quien era Percy, aunque se supone que no debería hacer eso, algo sobre que Hera probablemente monto todo esto y con más ganas le hizo querer mandar todo a la porra.
Tienen que luchar con monstruos, obtener un águila, listo.
Hacer algo por su padre.
Porque es un idiota que no puede hacer nada por su cuenta.
Como siempre.
La historia de su vida.
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Draco mira de reojo a Percy, dejando de lado al tipo que dice:
—Senatus Populusque Romanus, amigos míos. Bienvenidos a bordo. Próxima parada: Anchorage, Alaska—
Se puede ver que Percy no está teniendo un buen día, no puede culparlo, después de todo es un hijo de Poseidón y así como Draco odia estar en medio del mar, es natural que este no le guste estar en el cielo; Percy prefiere aparecerse a volar.
Tampoco pueden hacer mucho.
No con la poca magia que le queda y tampoco tiene algún vínculo en Alaska para aparecerse, lo que le recuerda, no tiene su licencia para aparecerse, eso va ser un dolor a futuro. De reojo intentó concentrarse en la conversación de Frank y Hazel. Hazel le aseguraba a Frank que les había salvado de los lestrigones y les había sacado de Vancouver; aunque también agrega que Draco había ayudado a destruir a la mayoría y se encoge de hombros indiferente como si fuera un lunes cualquiera. Había sido increíblemente valiente.
Frank.
Tiene futuro en este mundo supone.
Aunque el romano es, muy diferente a un campista normal, parecen más determinados a seguir ordenes.
Curioso.
Frank les habló de su conversación con Marte (prefiere llamarlo Ares, pero bueno lo que sea) la noche anterior. Les explicó la profecía que Juno le había dicho cuando era niño, sobre su vida siento atada a un pedazo de leño y cómo le había pedido a Hazel que se lo guardara.
Vaya.
¿Eso era romántico o estúpido?
No está seguro, pero al no conocerlos no opina mucho.
Hazel y Frank habían obviamente compartido algunas experiencias alocadas cuando se desmayaron juntos, y habían hecho algún tipo de trato.
—Frank—dijo Percy—, me enorgullece estar emparentado contigo—
Las orejas de Frank se volvieron rojas. Con su cabeza bajada, su corte militar le hacía parecer una flecha negra señalando hacia abajo.
Draco pensó por un momento en Jason y tal vez, solo un poco de culpa lo inundo al ver como Percy parecía aceptar a Frank como familia ignorando todo lo demás.
Ahora con Percy a su cercanía, sabiendo que está bien, muchas cosas dejaron de verse tan mal. Aun con el vínculo sensible de ambos porque este no deja de enviarle nervios por este, puede sentirlo y eso lo relaja mucho. Puede ver hacía atrás y notar que el comportamiento que tuvo con Jason tal vez no fue el mejor que pudo haberle dado.
Bien.
Eso lo hace sentir mal.
Si lo pensamos bien, hizo exactamente lo que más odiaba, culpar a alguien que técnicamente no tiene la culpa. Jason no tiene la culpa y haber sido reclamado, de que Zeus o Hera lo acepten, mientras que a Draco lo tienen de lado por algo que no pidió.
Lo trato mal.
Lo odiaba.
Sentía odio por alguien que no pidió lo que tiene.
¿No es Zeus igual?
No odio a Thalia.
¿Por qué a ella no?
Draco estaba muy confundido.
—¿Estas bien? —pregunta Percy para su sorpresa sacándolo de sus pensamientos, el chico parece tan genuino como la primera vez que lo vio en el campamento queriendo ser su amigo.
Hay cosas que no cambian, piensa con algo de nostalgia y molesta.
Percy siempre fue una mejor persona que él.
—Creo que le debo una disculpa a alguien, pero sigamos con el tema—no es que pueda hacer algo con Jason ahora mismo y tiene cosas más importantes que hacer.
Ignora el leve destello de algo celeste en su vista que parece desaparecer cuando le presta atención, para ver a Frank.
—Juno tiene algún tipo de plan para nosotros, sobre la Profecía de los Siete—
—Sí—gruñó Percy—. No me gustaba como Hera, mucho menos como Juno—
—Eres hijo de Poseidón, ¿verdad? —preguntó Hazel—. Eres un semidiós griego—
Percy agarró su colgante de cuero en el cuello.
Draco miro de reojo a su amigo notando como este lo miraba de reojo, antes de ver al colgante, que Draco usaba siempre protegido debajo de su camisa; que había aprendido a hechizar con protecciones porque no quería perderlo y también hizo lo mismo con el de Percy.
Porque para ambos esto era importante.
Draco lo toco inconscientemente.
—Comencé a recordar en Portland, después de beber la sangre de gorgona. Ha estado volviendo a mí lentamente desde entonces—
No habla del campamento, no tiene que hacerlo, Draco ya explico todo.
El mismo nombre le hizo sentirse por dentro. Buenos recuerdos le vinieron: el olor a los campos de fresas bajo el cálido sol del verano, unos fuegos artificiales iluminando la playa el cuatro de julio, sátiros tocando flautas de Pan en una hoguera durante la noche, y noches en la cabaña de Poseidón con ambos chicos hablando de todo o nada a la vez.
Draco sonríe, la mirada de Percy aun esta sobre él.
Curioso.
Toma aire.
—Otro campamento—repitió Hazel otra vez preocupada—. ¿Un campamento griego? Dioses, si Octavian se enterase… —
—Les declararía la guerra—dijo Frank—. Siempre ha estado seguro de que los griegos están ahí fuera, planeando contra nosotros. Pensaba que Percy era un espía—
—Es por eso por lo que Juno me envió aquí—dijo Percy—. Quiero decir, no soy un espía. Creo que soy algún tipo de intercambio. Tu amigo Jason, fue enviado a mi campamento. En mis sueños, vio a un semidiós que podría haber sido él. Estaba trabajando con otros semidioses en un barco volador. Creo que van a venir al Campamento Júpiter para ayudar—
—Van en camino—determina Draco haciendo que los otros tres se vean nerviosos.
Quien está indignado es Draco.
Como si fuerana perder.
Ya quiere ver a ese Octavian de frente, no le agrada.
Frank dio golpecitos nerviosos a su asiento.
—Marte dijo que Juno quería unir a los griegos y a los romanos para combatir a Gea. Pero, ¡caray! ¡Los griegos y los romanos tienen juntos una historia muy sangrienta! —
Hazel respiró hondo.
—Eso es probablemente el porqué por lo que los dioses nos han mantenido separados hasta ahora. Si un barco de guerra griego apareciera en el cielo por encima del Campamento Júpiter, y Reyna no supiera que vienen en son de paz…—
¿Quién es Reyna?
—Sí—admitió Percy—. Tenemos que ir con cuidado en cómo explicamos eso cuando volvamos—
—Si volvemos—dijo Frank.
Percy asintió a regañadientes.
—Me refiero, confío en vosotros, chicos. Espero que confiéis en mí. Me siento… bueno, me siento muy apegado a vosotros igual que a cualquiera de mis amigos en el Campamento Mestizo. Pero con los otros semidioses, en ambos campamentos, va a haber mucha desconfianza—
Draco ahora lo vio totalmente traicionado antes de bufar y cruzarse de brazos completamente indignado, entiende porque Annabeth podría ser más importante para Percy, pero ponerlo al mismo nivel que personas que acaba de conocer duele.
No se queja.
Porque si Percy recupera totalmente la memoria y recuerda que cerro el vínculo por meses, bueno, al menos tendrá esto como escudo en su momento.
Hazel hizo algo que no se esperó. Se inclinó y le besó en la mejilla a Percy. Fue un beso fraternal, pero sonrió con tanto afecto, que hizo sentir cómoda Percy desde la cabeza a los pies.
Pensó en Nico.
Eso dolió.
Porque Nico no estaba aquí, pero puede ver como Percy mira a Hazel como Draco miraba a Nico.
Joder.
La culpa iba a matarle,
—Por supuesto que confío en ti—dijo—. Somos familia. No es cierto, ¿Frank? —
—Claro—dijo—. ¿Yo no tengo beso? —
Hazel río, pero hubo una tensión nerviosa.
—De todas formas, ¿qué vamos a hacer ahora? —
Draco tosió algo por bajo como "Friendzone", que hizo a Percy el único en escucharlo sonreír con un poco de pena, como si le diera culpa que su chiste fuera bueno.
—Tengo que contactar con un amigo, para cumplir mi promesa con Ella—
—¿Cómo? —dijo Frank—. ¿Otro de esos mensajes Iris? —
—Siguen sin funcionar—dijo Percy, con tristeza—. Lo intenté anoche en casa de tu abuela. No hubo suerte. Quizá sea porque mis recuerdos siguen mezclados. O que los dioses no permiten la conexión. Espero que pueda contactar con mi amigo en mis sueños. —
Otra turbulencia le hizo agarrarse al sitio. Debajo de ellos, unas montañas nevadas se alzaban por entre un banco de nubes.
Draco ni se inmuto viendo a la ventana.
Más luchas.
Pero lejos de estar nervioso, la verdad es que ansiaba sentir la tensión de la lucha en sus venas para poder volver pronto con sus amigos.
Si terminan con esta profecía, podría volver con Harry.
—No estoy seguro de que pueda dormir—dijo Percy—. Pero necesito intentarlo. —
—Sí—dijo Frank—. Tenemos aún unas horas por volar aún. Tómate un respiro, tío. —
Percy asintió.
Se acomodó, cerró sus ojos, y luego de verlo de reojo con duda, este se durmió.
Dejando a Draco solo con Hazel y Frank junto su tensión romántica no resuelta.
Suspiro.
Eran un año más jóvenes que él.
Joder.
Otra vez era un puto niñero.
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Llegar a Alaska no era el problema, incluso aun con los problemáticos sueños de Percy, ocupaban encontrar un águila y detener cualquier posible lucha entre campamentos; siente que eso no va ser tan fácil como quiere. Especialmente porque el piloto de avión indico que no iba a poder esperarles, Draco esperaba poder tener sus energías buenas para regresar con sus amigos por el vínculo; aunque dudaba que pudiera llevar a los otros 3 semidioses, es algo que ya vería cuando estuvieran ahí.
Debería haberse deprimido.
Estaba atrapado en Alaska, el territorio natal del gigante, fuera del contacto de sus amigos mientras tenía que ayudar a la esposa de su padre.
La verdad estaba emocionada.
Quien diría que extrañaría las misiones, su yo de 12 años debe estar horrorizado con lo que se ha convertido.
Mientras cogían un taxi hacia el centro de Anchorage, Percy les habló más detalladamente sobre sus sueños. Parecían ansiosos (Frank y Hazel parecían haber tenido una hermosa vida sin locuras de sueños hasta ahora) pero no sorprendidos cuando les habló del ejército del gigante acercándose al campamento.
Frank contuvo el aliento cuando oyó hablar de Tyson.
—¿Tienes un hermanastro que es un cíclope? —
—Claro—dijo Percy—. Lo que le hace tu tátara, tátara, tátara… —
—Por favor—Frank se tapó los oídos—. Basta. —
—Espero que pueda llevar a Ella al campamento—dijo Hazel—. Me preocupa. —
—Tyson es agradable—habla Draco de forma tranquila, ganando una mirada agradecida de Percy y eso fue suficiente para animarlo un poco más.
Ganarse su confianza sin sus recuerdos era importante.
El taxi giró por la autopista, que se parecía más a una calle pequeña, según Percy y los llevó al norte hacia el centro de la ciudad. Era tarde por la tarde, pero el sol seguía en el cielo.
—No puedo creerme lo mucho que ha crecido este lugar—murmuró Hazel.
El conductor del taxi sonrió por el retrovisor.
—¿Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos visitó, señorita? —
—Unos setenta años—dijo Hazel.
El conductor cerró la partición de vidrio y condujo en silencio.
Todos voltearon a ver a Draco, pero si esperaban que estuviera sorprendido, se encogió de hombros, estaría más sorprendido si alguien apareciera una hamburguesa porque tenía hambre.
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Ignorando la vista hermosa del lugar.
Había gigantes como muchos, en plural.
Docenas de hombres de un azul brillante, cada uno de unos diez metros de alto con un pelo gris helado, estaban caminando por los bosques, pescando en la bahía, y haciendo zancadas por las montañas. Los mortales no parecían verlos. El taxi pasó a unos pocos metros de uno que estaba sentado en el borde de un lago lavándose los pies, pero el conductor no se dejó llevar por el pánico.
—Eh…—Frank señaló al tipo de azul.
—Hiperbóreos—dijo Percy. Se sorprendió recordando el nombre—. Gigantes del norte. Luché contra unos cuando Cronos invadió Manthattan—
—Espera—dijo Frank—. ¿Cuándo quién hizo qué? —
—Una historia muy larga. Pero estos tipos…parecen… no sé, pacíficos—
—Lo son—admitió Hazel—. Me acuerdo de ellos. Están por todas partes en Alaska, como los osos. —
—¿Osos? —dijo Frank, nervioso.
—Son invisibles a los mortales—dijo Hazel—. Nunca me han molestado, aunque uno casi me pisó por error. —
Sonaba bastante molesto para Draco, pero el taxi siguió conduciendo. Ninguno de los gigantes les prestó atención. Había uno de pie en la intersección de la carretera Northern Lights, extendiéndose por la autopista, y entonces pasaron por debajo de sus piernas. El hiperbóreo estaba agarrando un tótem de los nativos americanos y estaba envuelto en pieles, moviéndolo como un bebé. Si el tipo no hubiera sido del tamaño de un edifico, habría sido incluso mono.
Draco quiso preguntarle a Percy que tanto recordaba, pero sus memorias parecían dudar, así que no quiso presionarlo.
El taxi condujo por el centro de la ciudad, pasó un grupo de tiendas turísticas anunciando pieles, arte de los nativos americanos y oro.
Mientras el conductor giraba e iba hacia la playa, Hazel golpeó el cristal que dividía el taxi en dos, llamando al conductor.
—Aquí está bien. ¿Nos puede dejar aquí? —
Pagaron al conductor (Draco pago porque era el que más tenía dinero aparentemente) y se detuvo en la calle Fourth. Comparado con Vancouver, el centro de Anchorage era minúsculo, como el campus de una universidad más que una ciudad, pero Hazel parecía alucinada.
—Es enorme—dijo—. Aquí es donde… el Hostal Glitchell estaba. Mi madre y yo estuvimos ahí la primera semana que pasamos en Alaska. Y ellos se han ido dónde estaba el ayuntamiento. —
Los llevó por un laberinto de bloques mientras ella explicaba un poco sobre su historia a Draco, que parecía ser el único que no la conocía a estas alturas; sin duda era hermana de Nico con traumas por todos lados. Ni siquiera tenían un plan para encontrar la forma más rápida de llegar al glaciar Hubbard, pero Draco olía algo cocinándose cerca, ¿una salchicha, quizás?
Tenía hambre.
—¿Comemos algo? —dijo Percy compartiendo su neurona—. Vamos—
Encontraron una cafetería al pie de la playa. Estaba lleno de gente, pero encontraron una mesa cerca de la ventana y miraron los menús.
Frank sopló con deleite.
—¡Desayuno las veinticuatro horas! —
—Pero si… estamos en la hora de la cena—dijo Percy, aunque no pudo decirlo bien mirando en el exterior.
El sol estaba tan alto, que podría haber sido el mediodía.
—Me encanta desayunar—dijo Frank—. Me comería un desayuno tras otro, tras otro si pudiera. Aunque… estoy seguro de que la comida no es tan buena como la de Hazel. —
Hazel le dio un golpe con el codo, pero su sonrisa era juguetona.
Draco hizo una mueca de asco al ver una pareja feliz frente a él, aunque no eran pareja, le recordaba un poco que su novio estaba al otro lado del mundo con problemas y no podía ir ayudarlo, porque ocupaba solucionar estos problemas.
Porque si no el mundo donde los problemas de Harry estaban.
Ya saben.
Se acababa todo el mundo.
Típico de su vida.
—Ya sabéis—dijo Percy intentando sonar animado—, el desayuno suena genial. —
Todos ordenaron unos platos gigantescos de huevos, panqueques y salchichas de reno, a pesar de que Frank parecía un poco preocupado por el reno.
—¿Crees que está bien que nos comamos a Rudolph? —
—Tío—dijo Percy—. Me podría a comer también a Saltarín y a Relámpago. Estoy hambriento. —
La comida era excelente. Percy nunca había visto a nadie comer tan deprisa como lo hacía Frank. El reno con la luz roja no habría tenido oportunidad.
Draco estaba comiendo también emocionado, olvidaba la última vez que comió tanto y sin toda su magia claramente tiene hambre. Percy parecido sorprendido cuando le paso parte de su panqueque y le robo una porción de huevos.
El chico parecía confundido del trato, pero no se negó, ambos les beneficiaba, solían hacerlo todo el tiempo.
Entre mordiscos de tarta de arándanos, Hazel dibujo un garabato curvo y una equis en su servilleta.
—Esto es lo que estoy pensando. Estamos aquí—señaló la equis—. Anchorage. —
—Parece la cara de una gaviota—dijo Percy—. Y somos el ojo. —
Hazel le miró.
Draco se rio antes de que la chica lo viera mal.
—Es un mapa, Percy. Anchorage está encima de esta tajada de mar, la ensenada Cook. Hay una gran península de tierra por delante, y mi antigua ciudad, Seward, está al final de la península. Aquí—dibujó otra equis en la base de la garganta de la gaviota—. Es la ciudad más cercana al glaciar Hubbard. Podríamos llegar por mar, supongo, pero nos llevaría años. No tenemos tanto tiempo. —
Frank se acabó el último trozo de Rudolph.
—Pero ir por tierra es peligroso—dijo—. La tierra es Gea.—
Es como Nyx y la oscuridad, piensa Draco aburrido, estos entes primordiales eran una molestia.
Hazel asintió.
—No veo que tengamos mucha más elección. Podríamos haberle pedido al piloto que nos llevara hasta allí, pero no sé… el avión sería demasiado grande para el pequeño aeropuerto Seward. Y si alquiláramos otro avión… —
—No más aviones—dijo Percy—. Por favor. —
Aburrido, pensó Draco, es la mejor forma de viajar.
Hazel alzó la mano en un gesto apaciguado.
—Está bien. Hay un tren que va de aquí hasta Seward. Quizá seamos capaces de coger uno esta noche. Solo nos lleva un par de horas. —
Dibujo una línea de puntos entre las dos equis.
—Acabas de cortar la cabeza de la gaviota—comentó Percy.
—Asesina de gaviotas será su nombre—continua Draco, incluso si Percy no lo recuerda, son cosas que ellos hacían y por la sonrisa de Percy contenida, este no está molesto.
Hazel suspiró.
—Es la vía del tren. Mirad, desde Seward, el glaciar Hubbard está en algún punto aquí abajo— señaló la esquina inferior izquierda de su servilleta—. Ahí es dónde está Alcioneo. —
—¿Pero no sabes a cuánto? —preguntó Frank.
Hazel frunció el ceño y negó con la cabeza.
—Estoy segura de que es solo accesible en barco o en avión. —
—Barco—dijo Percy de inmediato.
Draco hizo una mueca ante eso, pero nadie pareció notarlo.
—Vale—dijo Hazel—. No debería estar muy lejos de Seward. Si podemos llegar a Seward a salvo. —
Draco miró por la ventana. Había mucho que hacer y sólo tenían veinticuatro horas. A aquellas horas durante el día siguiente, el Festival de Fortuna estaría comenzando (o eso explicaron el extraño trio). A no ser que desataran la Muerte y volvieran al campamento, el ejército del gigante se hundiría en el valle. Los romanos serían el plato principal para la cena de los monstruos.
Por la calle, una negra playa de arena helada guiaba hacia el mar, que estaba tan liso como el acero. El océano allí era distinto… poderoso, pero helado, lento y primitivo.
Un gigante hiperbóreo se paseó por la calle. Nadie en la cafetería se dio cuenta. El gigante se adentró en la bahía, haciendo crujir el hielo bajo sus sandalias, y metió las manos en el agua. Sacó una orca con su mano. Aparentemente no era lo que quería, porque dejó la orca en el agua y siguió rebuscando.
—Un desayuno muy nutritivo—dijo Frank—. ¿Quién está listo para un viaje en tren? —
La estación no estaba lejos. Llegaron a tiempo justo para comprar los billetes para el último tren al sur. Mientras todos subieron a bordo, Percy dijo:
—Estoy con vosotros en un momento—y corrió por la estación.
El chico parecía correr a un teléfono cercano para hablar con alguien, se preguntó a quien se habría recordado ahora.
—Pareces preocupado por él, mucho—musita Hazel viéndole curiosa, a lo cual Draco solamente le ve de reojo con una media sonrisa.
—Es mi vinculo—susurra, porque es imposible negarle algo a unos ojos, que incluso de un color diferente, son tan similares a Nico.
Comenta mientras aborda el tren y todos esperan a que Percy llegue.
—¡Todos abordo! —fue el sonido que los alerto de seguir.
Percy corrió. Se las arregló para subir los escalones, y entonces subió al vagón de doble composición y se sentó en el asiento.
Hazel frunció el ceño.
—¿Estás bien? —
—Sí—dijo con voz ronca—. Solo… he hecho una llamada. —
Ahhh.
Draco lo entiende.
—Sally debe alegrarse de ese mensaje—porque no hay otra persona que Percy recordara y quisiera llamar ahora mismo, el propio Percy parece sorprendido de su forma de hablar, pero no dice nada, solo lo observa pensativo.
El tren se encaminó hacia el sur por la costa, y observaron el paisaje que pasaba.
¿Era mucho pedir un viaje de tren tranquilo?
Respuesta rápida.
Si.
Si lo era.
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Draco ocupa ir al baño casi una hora después de iniciar el viaje y comer mucho chocolate, por suerte este tren no parece tan alejado de una realidad normal y puede ir al baño con calma antes de salir y encontrarse con Percy en el pasillo del tren; un punto positivo es que no se miraba tan enfermo como claramente estaba en el avión. Draco pensó que podría esquivarlo para ir a los asientos, pero si el chico lo tenía ahí casi arrinconado, es porque quería hacer una pregunta que no se atrevió hacer frente a Frank y Hazel. Le daría al chico el beneficio de la duda ya que no huyo, espero a que este preguntara, pero lejos de hacerlo, parecía muy nervioso.
Extraño.
Así no solía verse de niño.
Tal vez porque ahora era un adolescente.
Percy parece buscar la mejor forma de decir lo que tenga que decir, pero luego de lo que parecen horas luchando contra algo él mismo, parece rendirse cuando lo ve a los ojos y suelta las palabras que nunca espero que este dijera.
Y créanle cuando dice, que hay cosas que no le sorprenden ya.
—¿Nosotros éramos pareja? —la pregunta mitad curiosidad y mitad desconcierto, hacen que la boca de Draco se abra incrédula.
Un tic aparece en su ojo.
Su yo adolescente de 12 años que había estado profundamente enamorado de Percy (aunque nunca a nivel de Potter) podría sentirse un poco ofendida por el comentario, con una de sus manos restriega su rostro cansado sin saber cómo tomar este tema.
Confíen en Percy para desestabilizarlo mentalmente.
Nunca falla.
—No—responde a la pregunta, aunque por dentro está a un dorito de ahorcarlo—probablemente te has equivocado en tus recuerdos, la chica que te gusta Annabeth y es tu novia, también es rubia y de ojos grises, así que nos parecemos un poco—piensa de forma coherente algo que claramente no tiene explicación.
Percy solamente quiere hacerlo sentir mal.
Es lo que tiene sentido.
Voltea a verlo y nota como este frunce el ceño claramente confundido.
—No están mal mis memorias, faltan algunas, se quién es Annabeth y sé que la quiero, pero…es raro—parece frustrado con él mismo mientras sujeta su cabeza pensativa, aunque Draco puede sentirse un poco similar con el dolor de cabeza que siente ahora por es estúpida pregunta, han pasado años desde que pensó en sus antiguos sentimientos por Percy, es una mala jugada traerlos de regreso—entonces porque en mis recuerdos yo…tú…por qué…—pero no puede continuar.
Draco esta también demasiado distraído porque puede decir su amigo, cuando todo a su alrededor sufre un movimiento violento.
Entonces muchas cosas pasaron al mismo tiempo. El freno de emergencia chirrió, lanzándoles hacia delante. Los turistas gritaron y se amontonaron en el pasillo central. Los monstruos descendieron, haciendo añicos el techo de cristal del vagón, y el tren entero salió del raíl.
No sabe porque había esperado algo diferente de un viaje.
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Draco tiene que rescatar a Percy de n Grifo que parece muy emocionado por la idea de llevárselo volando, aun con poca magia puede hacer sus tablones aéreos de viento y recuperar al chico luego de matar a la criatura. Una bestia que tenía el cuerpo de una pantera, lacio y brillante, negro y felino, con las alas y la cabeza de un águila. Sus ojos brillaban con un color rojo sangre.
Les recordó mucho a los hipogrifos.
Lo cual no era algo positivo.
Frank llego con Hazel declarando que habían asegurado a los pasajeros que ocupaban ayuda, Draco pensó que eran mucho mejor persona que él, antes que tuvieran que correr para alejar a las bestias de humanos inocentes que aparentemente no deberían dejar que se lastimaran.
Detalles
A unos ciento cincuenta metros de los vagones, los árboles dieron paso a una marisma. El suelo era esponjoso y estaba helado. Draco se sintió como si estuviera corriendo a través de un papel de burbujas. Frank se estaba quedando sin flechas. Hazel respiraba a duras penas. Percy parecía más débil e incluso aunque Draco era un hábil guerrero el haberse aparecido por el vínculo lo tenía débil.
Igualmente, decidido mantener el paso en la retaguardia para encargarse de la mayoría de monstruos con facilidad.
Se dio cuenta de que estaban vivos porque los grifos aún no intentaban matarlos. Los grifos querían cogerlos y llevarlos a algún lugar. Quizá a sus nidos, pensó Draco sin muchas sorpresas.
Entonces caminó por encima de algo parecido a hierba alta, un círculo de metal del tamaño de una rueda de tractor. Era un gigantesco nido de un pájaro, el nido del grifo, el fondo brillaba con antiguas piezas de joyería, una daga de oro imperial, una medalla de centurión rota y dos huevos del tamaño de una calabaza que parecía de oro verdadero. Percy saltó al nido, apuntó la espada hacia los huevos.
—¡Alejaos o los rompo! —
Draco se golpeó el rostro sin saber si eso era una buena idea o estaban firmando su sentencia de muerte.
Era una idea muy Percy.
Incluso si pierdes la memoria sin duda hay cosas que no cambian.
Los grifos graznaron, enfadados. Pasaron zumbando por encima del nido y abrieron los picos, pero no atacaron. Hazel y Frank se pusieron espalda con espalda con Percy, con las armas preparada.
—Los grifos coleccionan oro—dijo Hazel—. Se vuelven locos por ellos. Mirad, hay más nidos por ahí. —
Frank colocó su última flecha.
—Así que, si estos son los nidos, ¿es aquí donde intentaban llevarse a Percy? Esa cosa se fue volando con él—
Los brazos de Percy parecían que seguían doloridos por donde le habían agarrado las garras del grifo.
En defensa de Draco intento llegar rápido, pero los grifos eran rápidos.
No nivel quimera.
Pero si molestos.
—Alcioneo—supuso Percy—. Quizá trabajen para él. ¿Esas cosas son lo suficientemente listas como para aceptar órdenes? —
—No lo sé—dijo Hazel—. Nunca he luchado contra ellos cuando vivía aquí. Sólo leí sobre ellos en el campamento—
—¿Debilidades? —preguntó Frank—. Por favor, dime que tienen debilidades—
Hazel frunció el ceño.
—Caballos. Odian a los caballos: son sus enemigos naturales, o algo. ¡Ojalá Arión estuviera aquí! —
¿Quién mierda les tiene miedo a los caballos?
Los grifos graznaron. Giraron por el nido con sus ojos rojos brillando.
—Chicos—dijo Frank, nervioso—. Creo que he visto reliquias de la legión en el nido. —
—Lo sé—dijo Percy.
—Eso significa que otros semidioses han muerto aquí, o… —
—Frank, todo irá bien—le prometió Percy.
—Pero definitivamente otros si han muerto—musita Draco por bajo, ganando una mala mirada de Percy y Draco silva fingiendo inocencia.
Uno de los grifos se acercó. Percy alzó su espada, preparado para destrozar el huevo.
El monstruo viró, pero los otros grifos perdían la paciencia. Percy no podría mantener aquello mucho más.
Miró por los campos, intentando desesperadamente formulando un plan. A unos cien metros, un gigante hiperbóreo estaba sentado en un tronco, recogiendo barro pacíficamente de entre los dedos de sus pies con el tronco de un árbol roto.
—Tengo una idea—dijo Percy—. Hazel, todo el oro en los nidos… ¿Crees que puedes usarlo para distraerles? —
—Su…supongo. —
—Sólo es para darnos tiempo para escapar. Cuando diga "Ya", corred hacia el gigante. —
Frank se le quedó mirando.
—¿Quieres que corramos hacia un gigante? —
—No sería la primera vez que hace esta clase de planes y milagrosamente funcionan—dice Draco por bajo resentido, porque si fuera su caso probablemente estarían muertos en cualquier momento.
—Confiad en mí—dijo Percy—. ¿Preparados? ¡Ya! —
Hazel alzó su mano. De una docena de nidos por la marisma, unos objetos dorados salieron hacia el aire: joyería, armas, monedas, pedazos de oro y lo más importante, huevos de grifos. Los monstruos pegaron risotadas y volaron detrás de sus huevos, desesperados por recuperarlos.
Percy y sus amigos corrieron, Draco nuevamente se aseguró de ir detrás de ellos para protegerlos con sus fuerzas de ser necesario. Sus pies chapotearon y crujían a través de la marisma helada. Draco dio lo mejor de él, corriendo, pero podía oír los grifos acercándose, y ahora los monstruos estaban enfadados de verdad.
El gigante ni siquiera había aún notado la conmoción. Estaba inspeccionando los dedos de sus pies en busca de lodo, con su cara de sueño y pacífico, con sus colmillos blancos refulgían con cristales de hielo. Alrededor del cuello había un collar de objetos: cubos de basura, puertas de coches, astas de alces, material de acampada, incluso un lavabo. Aparentemente se había estado limpiando en el bosque.
Draco odiaba molestarle, especialmente desde eso significaba meterse bajo los muslos del gigante, pero no tenían demasiada elección.
Plan de Percy tenía que ser.
—¡Debajo! —les dijo Percy—. ¡Arrastraos por detrás! —
Se metieron debajo de sus gigantescas piernas azules y se arrastraron por el barro, gateando tan cerca del gigante, que podían sentir su taparrabos. Draco intentó respirar por la boca, porque no era, precisamente, el mejor lugar en el que respirar.
Joder.
Esto era peor que la vez que termino en ropa interior colgando en Nueva York.
Siempre era culpa de Percy de alguna forma.
Esto no podía ser de otra forma.
Quiere vomitar.
—¿Cuál es el plan? —susurró Frank—. ¿Pegarnos a un trasero azul? —
—Bajad más—dijo Percy—. Sólo moveos si es necesario. —
Los grifos llegaron en una ola de picos, garras y alas furiosos, volando alrededor del gigante, intentando llegar a la parte inferior de sus piernas.
El gigante hizo un ruido sordo, sorprendido. Se los intentó quitar de encima. Percy tuvo que rodar encima de sí mismo intentando evitar ser aplastado por un gran trasero peludo. El hiperbóreo resopló, un poco más irritado. Intentó darles a los grifos, pero pegaban chillidos de rabia y comenzaron a picotearle las piernas y las manos.
—¿ROH? —gritó el gigante—. ¡ROH! —
Respiró hondo y sopló una fuerte ola de aire frío. Incluso bajo la protección de las piernas del gigante. Draco pudo sentir la temperatura bajar. El griterío de los grifos se detuvieron de golpe, reemplazados por un "plas, plas plas" de objetos pesados golpeando el barro.
—Vamos—les dijo Percy—. Con cuidado. —
Se retorcieron bajo el gigante. Por toda la marisma, unos árboles estaban glaseados con hielo. Una franja de la marisma estaba cubierta con nieve fresca. Unos grifos congelados estaban clavados en el suelo como unos carámbanos emplumados, con sus alas extendidas, los picos abiertos y los ojos abiertos con sorpresa.
Todos se pusieron en pie, intentando alejarse del campo de visión del gigante, pero el grandullón estaba demasiado atareado como para darse cuenta. Intentaba averiguar cómo añadir un grifo congelado a su colgante.
—Percy…—Hazel se quitó el hielo y el barro de la cara—. ¿Cómo has sabido que el gigante haría eso? —
—Una vez casi me enfrenté a la respiración de un hiperbóreo—dijo—. Será mejor que nos movamos. Los grifos no se quedan congelados para siempre. —
Draco sonrió de medio lado, provocando que las mejillas de Percy se sonrojaran ligeramente antes de bufar por bajo y todos corrieron por su vida.
Una vez más.
Típico de su vida.
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Anduvieron durante una hora, siguiendo la vía del tren, pero siguiendo cubiertos por los árboles. Una vez oyeron a un helicóptero volando en la dirección de la vía del tren. Dos veces escucharon el graznido de los grifos, pero sonaban muy lejos.
Percy adivinó que debían ser media noche cuando el sol se puso finalmente. Los bosques se volvieron fríos. Las estrellas eran tan brillantes que Draco estuvo tentado de detenerse y quedarse embobado, porque siempre había amado las constelaciones. Entonces apareció la aurora boreal que le recordaba a Draco la llama de una fogata en los mundiales.
—Eso es increíble—dijo Frank.
—Osos—señaló Hazel. Sí, eran una pareja de osos marrones avanzaban pesadamente por la ciénaga a unos metros, con sus pieles brillando a la luz de las estrellas—. No nos molestarán—prometió Hazel—. Dejémosles pasar. —
Por supuesto que no, piensa Draco aburrido, estos animales eran más dóciles que cualquier mago oscuro.
Eran el menor de sus problemas.
Todo fue bastante calmado las siguientes horas, hubo un momento donde estaba casi dormido por la pérdida mágica ya que aun ocupaba descansar; Frank acepto a llevarlo sobre su hombro porque era una persona amable y mientras Draco dormitaba detrás de él, supuso que era un buen tipo.
Tras otro par de horas, llegaron a un pequeño pueblo entre las vías del tren y una carretera de dos vías. El cartel del pueblo decía: Paso de Alces. De pie frente al cartel había un alce real. Durante un segundo, Draco pensó que podría ser algún tipo de estatua publicitaria. Entonces el animal se metió en los bosques.
Pasaron un par de casas, una oficina de correos y unos camiones. Todo estaba oscuro y cerrado. Al otro lado de la ciudad había una tienda y una mesa de picnic y una vieja gasolinera oxidada.
La tienda tenía un cartel pintado a mano que leía: "Gasolinera de Paso de Alces".
—Eso tiene que estar mal—dijo Frank mientras ayudaba a Draco a bajarse de su espalda.
En un acuerdo silencioso se desplomaron alrededor de la mesa de picnic. Los pies de Draco parecían bloques de hielo. Hazel apoyó su cabeza en sus manos, cerró los ojos y comenzó a roncar. Frank sacó sus últimos refrescos y algunas barritas de cereales del viaje en tren y las compartió con Percy y Draco. Comieron en silencio, mirando las estrellas, hasta que Frank dijo:
—¿Qué querías decir con lo que dijiste antes? —
Percy miró el paisaje.
—¿Sobre qué? —
A la luz de las estrellas, la cara de Frank podría haber sido de alabastro, como una antigua estatua romana.
—Sobre… lo de estar orgulloso de estar emparentados. —
Percy dejó su barrita de cereales en la mesa.
Draco pensó otra vez en Jason con un poco de culpa, Frank era demasiado amable, pero lo hizo sentir tan culpable que suspiro.
También pensó en Nico.
Pero no sabe si eso es por la presencia de Hazel o por la charla de familia.
—Bueno, veamos. Tú sólo dejaste fuera de combate a tres basiliscos mientras estaba bebiendo té verde y germen de trigo. Te enfrentaste a un ejército de lestrigones para que nuestro avión pudiera despegar de Vancouver. Y sacrificaste tu última carga de tu lanza mágica para ayudar a unos mortales indefensos. Tú eres, sinceramente, el hijo del dios de la guerra más simpático que he conocido nunca, quizá el único simpático. ¿Qué me dices? —
Frank miraba el aurora boreal.
Draco sabe que no debería intervenir, pero piensa en Ares y piensa que Frank de hecho es una persona amable.
—Es solo que… se supone que debía liderar esta misión, siendo centurión y eso. Me siento como que vosotros habéis arrastrado de mí. —
—No es cierto—dijo Percy.
—Se supone que tengo poderes que ni siquiera sé cómo usarlos—dijo Frank con amargura—. Ahora que no tengo lanza y estoy a punto de acabar las flechas… tengo miedo. —
—Yo me preocuparía si no tuvieras miedo—dijo Percy—. Todos lo estamos. —
—Pero el Festival de Fortuna es…—Frank pensó en ello.
—¿Es después de la medianoche, no? Eso significa que estamos a veinticuatro de junio. El festival comienza esta noche durante la puesta de sol. Tenemos que llegar al glaciar Hubbard, vencer a un gigante que es invencible en su tierra natal y volver al Campamento Júpiter antes de que sean destruidos, y todo eso en menos de dieciocho horas. —
—Y entonces liberaremos a Tánatos—dijo Percy—, quizá reclame tu vida. Y la de Hazel. Créeme, he estado pensando en eso. —
Frank miró a Hazel, que seguía roncando suavemente. Su cara estaba enterrada bajo una masa de pelo marrón rizado.
—Es mi mejor amiga—dijo Frank—. He perdido a mi madre,…no la puedo perder a ella también. —
Nuevamente quiso decir algo como Friendzone, pero cuando estaba por intentarlo la mirada de Percy lo hizo bufar por bajo conteniéndose.
—No os voy a perder a ninguno de vosotros—prometió—. No voy a dejar que pase. Y, Frank, tú eres un líder. Hazel diría lo mismo. Te necesitamos. —
Frank bajó su cabeza. Parecía perdido en su pensamiento. Finalmente, su cabeza perdió el peso, comenzó a roncar en harmonía con Hazel. Percy suspiró.
Draco los miro a ambos, aunque uno era muy grande y la otra pequeña, ambos eran como niños lo que hizo que Draco se sintiera inmediatamente con el deber de cuidarlos.
Miro el brazalete en su hombro pensativo.
—Y otra charla inspiradora de Jackson—se dijo Percy a sí mismo.
Draco no pudo más que reírse, mientras que Percy lo miro intensamente unos segundos, Draco intento no pensar en la extraña charla que habían tenido en el tren. Ninguno parecía interesado o emocionado en retomar la charla, pero algo en el rostro indeciso de Percy lo hizo reírse un poco por bajo antes de palmear su regazo sorprendiéndolo.
Su boca se abrió, pero no dijo nada, solamente parecía confundido.
—Siempre tenías esa cara de idiota cuando querías dormir en mi regazo, no pienses raro, Annabeth solía usarme como almohada también—usualmente Annabeth si estaba muy estresada lo usaría como oso de peluche gigante, así que Draco solamente se deja hacer en esos momentos.
Ahora no es muy diferente, piensa divertido.
Aunque Percy tiene una larga lucha mental antes de dejar caer su cabeza sobre su regazo, enterrar su rostro en su vientre y abrazarlo por la cintura como si su vida dependiera de ello. En ningún momento hizo el ademan de verlo, probablemente por vergüenza, tal vez porque cayo dormido inmediatamente como los demás.
No importa.
Había algo cómodo en tener nuevamente a Percy entre sus brazos y pensó, con una sonrisa mientras mantenía vigilia esa noche, que era bueno tener a Percy de regreso abrazándolo.
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Al amanecer, la tienda se abrió. El dueño estuvo un poco sorprendido de encontrar a 4 adolescentes acampados en su mesa de picnic, pero cuando Percy le explicó que habían llegado allí después del accidente del tren la noche anterior, el tipo sintió lástima por ellos y le invitó a un desayuno. Llamó a un amigo suyo, un esquimal que tenía una cabaña cerca de Seward. Al poco tiempo, estaban subidos a un Ford que hacía ruidos sordos que debía de ser de cuando Hazel nació.
Hazel y Frank estaban sentados en la parte posterior con Draco que estaba prácticamente sobre Frank, Percy en la delantera con un anciano curtido, que olía a salmón ahumado. Les contó historias sobre Lobo y Cuervo, los dioses esquimales, y todo lo que Draco pudo pensar era que esperaba no encontrárselos porque ya tenía bastantes enemigos.
La furgoneta se estropeó a unos kilómetros de distancia de Seward. El conductor no parecía sorprendido, porque le pasaba muchas veces cada día. Dijo que podrían esperar hasta que arreglara el motor, pero ya que Seward estaba a unos pocos kilómetros, decidieron ir andando.
A media mañana, anduvieron por una subida durante la carretera y cuando llegaron a lo más alto, vieron una pequeña bahía rodeada de montañas. La ciudad era una media luna al lado izquierdo de la playa, con embarcaderos extendiéndose por el agua y un crucero en el puerto.
Draco odiaba los botes.
—Seward—dijo Hazel. No sonaba alegre de volver a su viejo hogar.
Ya habían perdido mucho tiempo, y a Draco no le gustaba lo rápido que subía el sol. La carretera giraba por la falda de la colina, pero parecía como si pudieran llegar antes al pueblo justo por entre la ciénaga. Percy dio un paso fuera de la carretera.
—Vamos. —
El suelo era fangoso, pero no pensó demasiado en ello cuando Hazel gritó:
—¡Percy, no! —
Su próximo paso fue justo dentro de la tierra. Se hundió como una piedra hasta que la tierra se cerró encima de su cabeza, y la tierra se lo tragó.
Draco pestañeo un momento antes de suspirar.
Hazel y Frank parecían horrorizados, pero para Draco era tristemente otro martes normal mientras buscaba como ayudar a estos idiotas y su mejor amigo que esta cerca de la muerte.
Otra vez.
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—¡TU ARCO! —grito Hazel.
Frank no hizo preguntas. Dejó caer su mochila y se quitó el arco de su hombro.
Draco no estaba en buenas condiciones para luchar, pero había luchado envenenado, así que cree que puede luchar un poco cansado por proteger a Percy que no ha visto en mucho tiempo, sabe que estará bien mientras puedan llegar a él.
Aunque no tenga recuerdos.
Sigue siendo de los mestizos más fuertes del campamento.
—¡Agarra un lado! —dijo Frank—. No lo sueltes—
Ella agarró el otro lado, respiró hondo y saltó al barro. La tierra se cerró encima de su cabeza.
Draco se sintió un poco inútil.
Pero cuando Frank salto detrás de Hazel, Draco solamente logro plantar los pies firmes al suelo y sujetar los tobillos de Frank, que ahora sujetaba a Hazel que estaba con el pie de Percy en su mano. Estaba totalmente cansado, pero eso no impidió que sacara energía de alguna parte de su interior (la parte de que ha estado sujetando el cielo una vez, fue un gran motivante) para lograr arrastrar a los dos romanos y Percy fuera del lugar luego de lo que parecía una jodida eternidad.
¿Qué estaban haciendo ahí?
¿Conversando?
Cayo de trasero cuando todos salieron, como si la tierra los hubiera dejado por fin salir.
Eso dolió.
Frank se cernía sobre los otros dos niños, gritando:
—¡Oh, dioses! ¡Oh, dioses! ¡Oh, dioses! —
Sacó ropa extra de su mochila y comenzó a secar la cara de Hazel, pero no hizo demasiado. Draco sacó a Percy más aún del lodo.
—¡Habéis estado ahí tanto tiempo! —gritó Frank—. Creía que… oh, dioses, ¡no me volváis a hacer algo así, NUNCA! —
Encerró a Hazel en un abrazo de oso.
—No puedo… respirar—dijo, con un hilo de voz.
—¡Lo siento! —Frank volvió a limpiarles y a dar vueltas.
Draco los ignoro mientras intentaba limpiar el rostro de Percy que parecía tener dificultades para respirar, sus labios parecían azules y había algo en su mirada un poco atemorizado de que casi murió, que le hizo pensar que era un poco adorable.
No tenía recuerdos sin duda.
Si tuviera recuerdos no estaría así, sería un martes normal, aunque el que casi muriera otra vez lo hizo sentir incomodo.
Le recordó un momento a Bianca.
Percy le da una sonrisa aliviada antes de ver a Hazel.
—Tú… tú me has salvado, Hazel. Averiguaremos qué le ha pasado a Nico, te lo prometo. —
Ante eso Draco salto alarmado, porque hasta ahora no sabía que algo le había pasado a Nico, pero no pudo intervenir porque la charla estaba a su alrededor.
—¿Creéis que Gea nos dejará marchar tan fácilmente? —
Percy se sacó el fango del pelo.
—Quizá siga queriéndonos como peones. Quizá quiera liarte. —
—Sabía qué decir—admitió Hazel—. Sabía por dónde cogerme. —
Frank puso su chaqueta alrededor de sus hombros.
—Esto es la vida real. Lo sabes, ¿verdad? No te vamos a dejar morir de nuevo. —
—Deberíamos ir yendo. Estamos perdiendo el tiempo. —
Percy miró carretera abajo. sus labios volvían a su color normal.
—¿Hay algún hotel o algo dónde nos podamos limpiar? Me refiero… hoteles que acepten a gente con barro.—
—No creo—admitió Hazel.
—Quizá conozca algún lugar donde nos podamos limpiar. —
Draco los dejo hablar, ninguno noto que estaba en silencio, nadie noto que se había quedado paralizado porque cuando había intentado abrir el vínculo con Nico, después de los eventos de Bianca. Pero ese día al escuchar que Nico podría estar en problemas, cuando abrió el vínculo que aun parecía atado a un lado.
Solo sintió vacío.
Eso lo alarmo.
Algo estaba interfiriendo de forma más brutal con su vínculo que lo que hicieron con Percy.
—¿Podrás encontrarlo a tiempo niño? —
El susurro en su espalda hizo que volteara, pero no había nadie, pero Draco sabia de quien era la voz.
Nyx.
Draco se sintió pálido de golpe.
Oh no.
Continuara…
Se nota que a diferencia del héroe perdido, si quería involucrar más al hijo de Neptuno en la historia. Me parece mucho más interesante, pero lejos de hacerle Bullying al otro. Vamos a ver como Percy y Draco han vuelto a ser amigos y probablemente me maten cuando lean la conservación de ambos.
xD
¿ups?
Un comentario me pidió saludos: Ari.
¿Saludos?
