Capítulo 79: Un niño que lo perdió todo, segunda parte.
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Hay un recuerdo en su mente que no deja de molestarlo.
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Hestia solamente hace una ligera reverencia el día de su juicio.
—Lo entrenare bien, será un campeón como ninguno y protegerá a los demás como mi legado—las palabras de la mujer duelen un poco.
Solo quiere vengarse, ser fuerte, demostrarle a Zeus que puede vencerlo por lo que le ha hecho. Pero cualquier sentimiento de resentimiento, es pequeño comparado al agradecimiento de Hestia por confiar ciegamente en él.
—El juicio se termina, cualquier transgresión que cometa el semidios, ahora será juzgada como alguien reclamado por Hestia, así que esto termina ahora—gruñe Zeus con hostilidad, logrando que uno por uno, los olimpos comiencen a desaparecer de sus tronos.
El ultimo es Hades, quien parece divertido levantando un dedo, como si quisiera indicarle que lo que hizo por él es uno de los favores que le debe.
Draco quiere gritarle que no hizo nada, que fue Hestia, pero Hades fue el primero en levantar la mano así que bufa viendo a otro lado.
Hestia se aparece frente a él, nuevamente, como la niña que había visto en el campamento frente a la fogata; muchas cosas cobran sentido por un momento. Las manos de la niña toman sus mejillas suavemente y Draco solamente sonríe con torpeza, con ganas de llorar y aliviado de que esta con vida.
—Pensé que iba a morir—susurra alarmado, a lo cual Hestia solamente lo silencia con susurros sin sentido.
—Tu futuro puede ser desconocido para nosotros, pero tu alma, oh Draco es tan hermosa y cálida, sabe amar tanto y si se nutre correctamente; serás una gran ayuda para tantos. No puedo abandonar a un alma como la tuya en apuros. Ahora mi campeón, tu vida no será fácil, pero prometo cuidarte tanto como pueda…ella no te apartara como quiere hacerlo, no pude proteger a mi querido Patroclo, pero no cometeré el mismo error dos veces…mi bendición será para que no importa lo que pase, siempre un vínculo te salve—dice Hestia con todo el cariño que alguien puede tener, entonces da un beso a su frente.
Y cae al vacío.
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—¿Estas en el tártaro? —dice Harry con lo que parece ser una vena a punto de estallar en su cuello.
Draco piensa que no debe haberle contado todo a Harry, pero había estado tan feliz de verlo y cuando comenzó a explicar porque no le había enviado ningún mensaje o llamada en mensaje iris, pudo no haber pensado bien a la hora de hablar.
Había estado demasiado emocionado.
¿Pueden culparlo?
Ahora por otro lado Harry estaba furioso, estresado y queriendo ahorcarlo, no le importaría si fuera en otro contexto más íntimo, pero duda que sea este el caso.
Harry le ha explicado que se encuentra bien, que Carter, Sadie y Amos han ayudado a mejorar la casa de Grimmauld Place para usarlo como base de operaciones. Tienen que buscar pronto los Horrocrux, lo cual hace que todo suene como una cosa horrible, pero Amos tuvo que irse con sus sobrinos y Severus para intentar romper el vinculo de este con Voldemort.
De una forma.
Ya saben.
Que no deje al pobre en medio de la muerte como hizo con su padre.
Dumbledore se encuentra mal, pero no va a morir el viejo, así que por ahora tienen que acomodar todo para la próxima lucha.
Voldemort parece ser cuidadoso, pero solo es cuestión de tiempo.
Harry parecía muy estresado, pero ahora que Draco le había explicado su situación, parecía furioso.
—Estoy con Luke y Bianca, encontrare una salida—dice sin querer admitir que hace menos de 24 horas (no está seguro del tiempo aquí) había querido simplemente morirse.
Aun quiere morirse.
Mucho.
Pero no piensa decirle eso a Harry, no es un estúpido por mucho que Annabeth suela decir eso. El pensamiento de sus vínculos provoca un vacío en su interior, pero Harry aun enojado logra arrodillarse a su lado en el suelo viéndolo preocupado. Draco se siente muy cansado de repente, algo dentro de él quiere gritar, porque no hay nada y aunque meta la mano y atraviese su pecho sabe que no va a encontrar nada del otro lado.
Porque sus vínculos ya no están ahí.
Se siente tan extraño.
Vacío.
Solo quiere no sentir nada.
Las piezas dentro de él que había temido que se cayeran ya ni siquiera están, todo es vacío.
—Hey—llama Harry sujetando sus mejillas, Draco lo tiene que ver, porque simplemente no puede apartar la mirada de este—está bien sabes, vas a pasar por todo esto y vas a volver a mi—hay una forma casi demandante de ser que hace que Draco le vea incrédulo.
Duda que eso sea posible.
Aun así, algo de la seguridad de Harry lo hace sonreír cansado.
—Tan demandante—
—Tú lo eres también en la cama—
Intenta darle un puñetazo, pero el idiota con reflejos de hombre lobo logra esquivarlo y Draco maldice mientras este se ríe.
Va a ahorcarlo cuando este toma su mano para darle un beso en la palma de esta que lo paraliza.
Durante unos segundos ninguno dice nada, solamente se observan mientras Harry sonríe triste y Draco se pregunta que es lo que ve en él en este momento. No la mejor versión de él mismo, siente a veces que ya no tiene nada de donde sujetarse, pero cuando este sujeta su mano y la besa, hay algo en él que pensó que ya no podía sentir; pero siente.
Siente un pequeño sonrojo en sus mejillas, siente un pequeño cosquilleo y otra vez es el chico de 11 años que ve al chico que siempre idealizo al otro lado del pasillo.
Claro que todo se había ido al carajo luego de unas pocas palabras, pero ahora mismo cuando este se encuentra aquí.
Hay tantas preguntas.
¿Dónde están?
¿Su vínculo no se rompió?
La primera no tiene ni idea de cual podría ser el motivo, pero a la segunda sabe que su vinculo efectivamente si se rompió. Aunque si meditaba un poco al respecto, el vinculo con Harry siempre había sido el más independiente de todos y el que menos había sentido. El vinculo le ayudo a saber que Harry estaba cerca o que su corazón seguía latiendo, pero aparte de eso, no parecía afectarlo tan fuertemente como los otros.
Le dolió perderlo.
Si.
Pero al mismo tiempo, era diferente.
Porque aun había algo entre ellos.
Mate.
Su ojo se abren levemente meditando si la idea de ser un hombre lobo significaba algo entre ellos, que hizo que aun con la maldición de Aquiles rota, aun sin vínculos, algo entre ellos siguiera formado de forma mucho más significativa de lo que podría pensar. No lo siente, no esta ahí como un órgano interno o algo que se aferra a él todo el tiempo.
Pero puede que estén unidos de alguna forma aún.
—Es raro, eres muy raro—dice Draco en voz baja a lo cual Harry asiente sin sentirse ofendido.
Lo que lo hizo aun más raro a su parecer.
—Tu sigues siendo ese niño sabes—no, no lo sabía, tal vez algo en su expresión le hizo ver a Harry que no entendía de que hablaba—ese niño que en primer año era un mimado, molesto y que siempre hizo todo a su parecer—si quería apoyarlo no funcionaba así, Draco frunció el ceño—un Slytherin que robo mi atención, alguien que no deja que otros le digan que hacer, alguien que gana…entonces gana por favor, gana y vuelve—hay una ligera suplica en su rostro al hablar que hace a Draco verlo casi sin comprender.
Sin aliento.
Antes que una suave sonrisa se pose en sus labios.
—Idiota—susurra, pero Harry sonríe y este coloca su frente con la suya.
Cuando Draco parpadea, abre los ojos, todo es negro y todo desaparece.
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Draco abre su ojo confundido, jadeante y no se encuentra en el lugar de antes, porque todo vuelve a ser de colores oscuros pero miserables, su pecho vuelve a doler y parece que el tártaro le da un saludo de que se encuentra nuevamente en un lugar horrible en esta tierra. Ocupan un remodelado de interiores, pero mientras se sienta puede ver que tanto Luke como Bianca parecen aliviados de que despertara. Ambos hablan de como se había desmayado de la nada, Draco no piensa mucho en Harry, pero sabe que fuera lo que fuera que uniera su conciencia a la del chico, no fue algo muy normal.
Pone una mano en su mentón curioso.
Sospechoso.
Tose un poco antes de ver que han bajado ya el acantilado, no quiere preguntar como Luke llevo su trasero inconsciente todo el camino, pero decide aceptar las cosas buenas de la vida.
Como no caer en el rio Lete y perder sus recuerdos.
Antes de esa extraña visión o sueño compartido con Harry habría estado tentado, a olvidarlo todo simplemente, pero ahora, no quiere eso.
Tiene mucha hambre.
Pero hablar con Harry de alguna forma hizo que el dolor fuera más manejable y que el hambre volviera en lugar de sentirse solamente miserable, aun es miserable, pero llevadero, que ridículo que es todo en su vida.
Miró a través de las cenicientas llanuras. Se suponía que los demás titanes estaban allí, en el Tártaro: encadenados, vagando sin rumbo o escondidos en algunas de esas oscuras grietas. Draco y sus aliados habían destruido al peor titán, Cronos, pero sus restos podían estar allí abajo en alguna parte: millones de furiosas partículas de titán flotando entre las nubes color sangre o acechando en la niebla oscura.
El cuerpo de Draco empezó a funcionar con el piloto automático. Tenía calambres en los dedos. Le estaban saliendo ampollas en los tobillos. Temblaba de hambre.
Se preguntaba si morirían por no comer o si el agua de fuego les daría energías para seguir adelante. Se acordó del castigo de Tántalo, que se había quedado atrapado eternamente en un lago debajo de un árbol frutal sin poder alcanzar comida ni bebida.
Dioses, hacía años que Draco no pensaba en Tántalo. A aquel idiota lo habían puesto en libertad por un breve período de tiempo para que ejerciera de director del Campamento Mestizo. Probablemente estuviera otra vez en los Campos de Castigo. Draco nunca había sentido lástima por aquel imbécil, pero estaba empezando a compadecerse de él. Se imaginaba lo que debía de ser pasar hambre por toda la eternidad y no poder comer.
«Sigue moviéndote», se dijo.
«Hamburguesas con queso», contestó su estómago.
«Cállate», pensó.
«Con patatas fritas», se quejó su estómago.
Delante de ellos se extendían kilómetros de terreno baldío, repletos de larvas monstruosas y grandes árboles con pelo de insecto. A su derecha, el Flegetonte se dividía en arroyos que surcaban la llanura y se ensanchaban formando un delta de humo y fuego. Hacia el norte, siguiendo el curso principal del río, el terreno estaba plagado de entradas de cuevas. Aquí y allá sobresalían espirales de roca como signos de admiración.
Debajo de la mano de Draco la tierra poseía un calor y una tersura alarmantes. Trató de coger un puñado, pero se dio cuenta de que, bajo una fina capa de tierra y rocalla, el suelo era más bien una enorme membrana... como una piel.
Estuvo a punto de vomitar, pero se contuvo. En el estómago solo tenía fuego.
—Esto es asqueroso—susurra Draco con pesadez.
—Obligue a Luke a morder un poco por un reto que perdió—acepta Bianca haciendo que tanto Luke como Draco se vieran casi morados.
—Prometiste no hablar de eso—se queja Luke asqueado.
Bianca suelta una risa algo cantarina y por un momento Draco no puede más que sonreír, porque pensó que nunca seria capaz de escucharla nuevamente.
Se sorprendió sintiendo felicidad.
Aun era posible.
Incluso en el fin del mundo.
Las cumbres situadas por encima de ellos ya no parecían tanto escalones como hileras de inmensos dientes. Las esferas de roca parecían costillas rotas. Y si la tierra era una piel...
Draco apartó esos pensamientos de su cabeza. Ese sitio le estaba haciendo flipar. Nada más.
—Si cruzamos la llanura estaremos totalmente desprotegidos—señala Draco sintiéndose inútil.
No magia, no arma, no energías y hambres.
Volteo a ver tanto a Luke que tenía su espada con calma y Bianca con su arco listo para la lucha, ambos viéndose tan bien listos para la batalla.
Draco los fulmino con la mirada.
—Tranquila princesa, nosotros nos encargamos—dice Luke con una sonrisa descarada cuando le palmea la cabeza y Draco quiere ahorcarlo.
Se detiene.
A unos cien metros delante de ellos, una burbuja estalló en el suelo. Un monstruo salió lanzando zarpazos: un reluciente telquine con pelaje resbaladizo, cuerpo de foca y extremidades humanas poco desarrolladas. Consiguió arrastrarse varios metros antes de que algo saliera disparado de la cueva más cercana; apareció tan rápido que Draco solo vio una cabeza de reptil de color verde oscuro. El monstruo atrapó al telquine, que chillaba, y lo arrastró a la oscuridad.
Había resucitado en el Tártaro para ser devorado a los dos segundos. Draco se preguntaba si ese telquine aparecería en otro lugar del Tártaro y cuánto tardaría en volver a cobrar forma.
Se tragó el sabor amargo del agua de fuego.
—Oh, sí. Va a ser divertido. —dice Bianca con un rostro aterrador de emoción, que le hizo recordar que la chica era una cazadora después de todo.
Aun muerta.
Aquí en el tártaro ella había luchado por años cazando monstruos.
Draco echó un último vistazo a los acantilados, pero no había vuelta atrás. Habría dado mil dracmas dorados por contar con Frank Zhang en ese momento: el bueno de Frank, que siempre aparecía cuando se le necesitaba y podía transformarse en un águila o un dragón y llevarlos volando a través de esa estúpida tierra baldía.
Intento usar magia para hacer algo, incluso si tuviera hambre, con magia podría hacer un poco.
Pero nada.
No era el hambre, simplemente había perdido la conexión mágica para hacer hasta un simple accio.
Maldijo a Nyx por eso.
Echaron a andar procurando evitar las entradas de las cuevas, pegados a la orilla del río.
Estaban rodeando una de las espirales cuando un movimiento fugaz llamó la atención de Draco: algo que corría entre las rocas a su derecha.
¿Los estaba siguiendo un monstruo?
Tal vez solo era un malo cualquiera que se dirigía a las Puertas de la Muerte.
De repente se acordó de por qué habían empezado a seguir esa ruta y se paró en seco.
—Las empousai —dijo, y agarró a Bianca del brazo—. ¿Dónde están? —
Bianca echó un vistazo dando una vuelta completa, sus ojos cafés brillando con seriedad al tiempo que Luke a su lado saco su espada con una sonrisa perezosa.
Mierda.
Tal vez el reptil de la cueva también había atrapado a las vampiras. Si las empousai seguían delante de ellos, deberían haberlas visto en la llanura.
Amenos que estuvieran escondidas...
Draco no tuvo tiempo de escapar.
Las empousai salieron de entre las rocas a su alrededor; había cinco formando un círculo. Una trampa perfecta.
Kelli avanzó cojeando con sus piernas desiguales viendo con interés a Luke. Su cabello en llamas ardía sobre sus hombros como una cascada del Flegetonte en miniatura. Su andrajoso conjunto de animadora estaba salpicado de manchas de color marrón óxido, y Draco supo con certeza que no eran de ketchup. La criatura le clavó sus brillantes ojos rojos y enseñó los colmillos.
—Draco Malfoy —dijo con un arrullo—. ¡Genial! ¡Ni siquiera tendré que volver al mundo de los mortales para acabar contigo! Por fin obtendré el poder que necesito—
No.
Joder no.
Que vaya detrás de Percy, que vaya detrás suyo son malas noticias, parece que alguien ha pasado la voz.
Ve sus manos recordando que no tiene armas.
Maldita sea.
Esa contaba con cuatro amigas.
Mucho más listas para la lucha que él.
—¡Y te acompaña tu amiga! —Kelli siseó de alegría—y Luke—canturrea lo ultimo emocionada, aunque claramente resentida que ahora Luke este del otro lado.
Bianca y Draco ven a Luke, quien se encoge de hombros indiferente.
Kelli se tocó el esternón donde parecía estar herida.
Draco tenía un poco de miedo ante la idea de luchar, no fue necesario, Kelli estaba por atacar a Bianca y entonces la chica simplemente saco su arco como si fuera algo completamente natural y la lucha empezó. Draco sentía que no podía pestañar por la forma en que Luke se movía en el campo de batalla, recordaba los entrenamientos cuando era niño, siempre pensó que no había nadie más genial que Luke a la hora de luchar.
Claro, Percy también tenía talento natural.
Pero donde Percy se aburria a veces de entrenar, Luke siempre fue diligente.
Miro impresionado los movimientos rápidos de Luke a la hora de destruir los monstruos con agilidad, no importa que tan mortales fuera, Luke simplemente paso como un rayo entre ellos. Bianca por otro lado tampoco se quedó atrás cuando lanzo 10 flechas en cuestión de segundo en las cabezas de estas antes de tomar la mano de Draco y comenzar a correr.
Espera.
¿Correr?
—¿Estaba por aquí? —pregunta Luke corriendo al lado de Bianca, quien asiente.
¿A quién buscan?
El problema de luchar contra monstruos en el tártaro es que no mueren a diferencia de su cuerpo, se pregunta que pasara en el caso de Bianca y Luke, pero ahora tienen que correr por sus vidas.
Típico.
Su pecho jadea por busca de aire al tenerlo en estas condiciones en este lugar, pero Draco sigue corriendo esforzándose porque todo su cuerpo duele.
Vacaciones en el tártaro.
No las recomienda.
Hawái es mejor.
—¡BOB! —grita Bianca todo lo que puede, mientras Luke sigue corriendo a su lado y Draco simplemente se confunde un poco.
No sabe que moda es ahora en el tártaro, pero no entiende por qué estaría de moda gritar el nombre de un titan.
Entonces.
Algo cae.
Draco pensó que estaba padeciendo alucinaciones. No era posible que una inmensa figura plateada cayera del cielo, aplastara a Kelli y la redujera a un montón de polvo de monstruo.
Pero eso es exactamente lo que pasó. El titán medía tres metros de altura y tenía el pelo plateado y revuelto como Einstein, unos ojos de plata pura y unos musculosos brazos que sobresalían de un uniforme azul de conserje hecho jirones. Su mano sujetaba una enorme escoba. Por increíble que pareciera, en su placa de identificación ponía: BOB.
Draco pestañeo intentando asegurarse que no estaba viendo cosas.
No.
Ahí estaba.
El conserje gigante no estaba interesado en ellos. Se volvió hacia las dos empousai restantes, que se alzaban por encima de Draco, Luke y Bianca.
Una fue tan tonta que atacó. Se lanzó con la velocidad de un tigre, pero llevaba las de perder. Del extremo de la escoba de Bob salió una punta de lanza, y el titán la redujo a polvo de un golpe mortal. La última vampira trató de huir. Bob lanzó su escoba como un enorme bumerán (¿existía el escoberán?). El utensilio partió a la vampira y regresó a la mano de Bob.
—¡BARRE! —el titán sonrió alborozado e hizo un baile de la victoria—. ¡Barre, barre, barre! —
Draco se quedó sin habla. No podía creer que les hubiera pasado algo bueno.
—¿Có-cómo...? —dijo tartamudeando.
—¡Bianca me ha llamado! —dijo el conserje alegremente—. Sí, ella me ha llamado. —
Draco lo ve, luego ve a Luke que se encoge de hombros restándole importancia, luego ve a Bianca que sonríe levantando el pulgar.
—Nico y yo solíamos visitarlo—
No explica mucho.
Tal vez lo explica todo.
Bob se rió entre dientes, satisfecho consigo mismo, se acercó a Draco Percy dando brincos y le curó las heridas sangrantes del cuello y el brazo. El titán tenía unas manos sorprendentemente cálidas y suaves.
No sabe que más raro puede ser este lugar, siempre parece tener algo diferente.
—¡Curado! —declaró Bob, con unas arrugas de satisfacción en sus inquietantes ojos plateados—. ¡Soy Bob, el amigo de Nico y Bianca! —
Mientras Bianca chocaba los cinco con el gigante, Draco se acercó a Luke.
—¿Esto tiene sentido? —susurra nervioso a lo cual Luke solo suspira.
—Aquí nada tiene sentido—dice resignado, pero al menos la mirada de este, le indica que no se ha vuelto loco y que esto en realidad está mal.
Diferente.
—Si —Dice Bianca emocionada—. Gracias por la ayuda, Bob. Me alegro mucho de volver a verte. ¿es un traje nuevo? Te queda divino—
—¡Sí! —convino el conserje—. Bob, ese soy yo. Bob, Bob, Bob —anduvo arrastrando los pies de un lado a otro, visiblemente contento con su nombre—. He venido a ayudar. He oído mi nombre. En el palacio de Hades nadie llama a Bob a menos que hay a porquería. Bob, barre estos huesos. Bob, limpia estas almas torturadas. Bob, un zombi ha explotado en el comedor. —
Draco lanzó una mirada de desconcierto a Luke, pero este parecía tan confundido como Draco, Bianca por otro lado bufaba molesta groserías a su padre.
—¡Entonces he oído la llamada de mi amigo! —el titán sonrió—. ¡Bianca ha dicho: « Bob»! —
Agarró a Bianca del brazo y le levantó, Draco tenía miedo, pero Bianca parecía no afectada.
—Es genial —dijo Bianca— Sabia que podía contar contigo, él me dijo que debería llamarte porque Bob siempre es genial—
Debe haber una especie de maldición o algo, porque nadie dice quien carajos es "él" y si todo este lugar no le diera muchos dolores de cabeza, podría gritar de la frustración.
—Ya hablaremos luego —la expresión de Bob se volvió seria—. Debemos irnos antes de que os encuentren. Ellos se acercan. Sí, ya lo creo—
—¿Ellos? —preguntó Draco al ver a Luke y Bianca serios.
Draco oteó el horizonte. No vio ningún monstruo que se acercara; solo el inhóspito terreno baldío.
—Sí —confirmó Bob—. Pero Bob conoce un camino. ¡Vamos, amigos! ¡Nos divertiremos! —
Lo duda.
Pero ya que no hay mucho que hacer aquí.
Tal vez sea lo mejor.
Draco por ahora es un peso muerto, será mejor movilizarse para buscar algo que pueda ayudarle a defenderse.
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Draco decidió que los monstruos no la matarían. Ni tampoco la atmósfera venenosa, ni el traicionero paisaje con sus fosos, sus acantilados y sus rocas puntiagudas.
No. Lo más probable es que muriera de una sobredosis de situaciones raras que le harían explotar el cerebro.
Primero, Draco había tenido que beber fuego para seguir con vida.
Luego habían sido atacados por una pandilla de vampiras encabezadas por una animadora enamorada de Luke. Por último, los había rescatado un titán vestido de conserje llamado Bob que tenía el pelo de Einstein, los ojos plateados y unas increíbles dotes con la escoba.
Claro. ¿Por qué no?
Tampoco faltaba decir que tuvo un extraño sueño con su novio mágico al otro lado del mundo.
También que Luke no dejaba de cantar una canción de NSYNC mientras Bianca la tarareaba de segunda.
Si.
Todo era raro.
Seguían a Bob a través del terreno baldío, sin desviarse del curso del Flegetonte, hacia el oscuro frente de tormenta. De vez en cuando se detenían a beber agua de fuego, que los mantenía con vida, pero a Draco no le entusiasmaba. Tenía la garganta como si continuamente estuviera haciendo gárgaras con ácido de batería.
No es que lo hubiera hecho antes.
No importa cuanto Conor Stoll lo reto hacerlo.
Aquí era todo horrible, asqueroso, con ganas de vomitar y para llorar. No solo la parte de no tener sus vínculos era un constante cansancio emocional, sino que también el cuerpo estaba más agotado de lo que nunca había estado. Lo cual decía mucho de alguien que una vez cargo el cielo y estuvo envenenado con el mismo veneno que Ra.
—Bob sabe lo que hace —aseguró Bianca con calma.
—Tienes unos amigos muy interesantes —murmuró Luke haciendo que Draco asintiera.
—¡Bob es interesante! —el titán se volvió y sonrió—. ¡Gracias! —
El grandullón tenía buen oído.
Draco volteo a ver a Luke, pero este le palmeo el hombro indicándole que no estaba loco.
—Bueno, Bob... —trató de mostrarse despreocupado y cordial, cosa que no resultaba fácil con la garganta quemada por el agua de fuego—. ¿Cómo has llegado al Tártaro? —
Tiene la idea de que Nico había hablado de este, pero realmente este había mantenido mucho en secreto lo que siempre le indico que era una mala señal.
—Salté —contestó él, como si fuera evidente.
—¿Saltaste al Tártaro porque Bianca pronunció tu nombre? —dijo Draco pensando que tal vez Bob era tan estúpido como Bianca y Luke.
Como si ambos supieran que pensaba en ellos, ambos voltearon a verle mal.
—Me necesitaba —sus ojos plateados brillaban en la oscuridad—. No pasa nada. Estaba cansado de barrer el palacio. ¡Vamos! Estamos a punto de llegar a una parada para descansar—
«Una parada para descansar» .
Draco no se imaginaba lo que esas palabras significaban en el tártaro.
Pero joder.
Seria apreciado.
A donde quiera que Bob los llevara, esperaba que hubiera servicios limpios y una máquina expendedora de aperitivos. Contuvo la risa tonta. Sí, decididamente se le estaba yendo la cabeza. Quería volver hablar con Harry para contarle que aun a pesar de estar en el fondo del mundo, seguía teniendo humor y se sintió mal de querer tal vez que su novio estuviera aquí con él.
Nadie debería estar aquí.
Draco avanzó cojeando, tratando de hacer caso omiso a los rugidos de su estómago. Observó la espalda de Bob mientras los llevaba hacia la pared de oscuridad, situada ya a solo unos cientos de metros de distancia. Su mono de conserje azul estaba rasgado entre los omóplatos, como si alguien hubiera intentado apuñalarlo. Unos trapos para limpiar sobresalían de su bolsillo. En su cinturón se balanceaba una botella con pulverizador, y el líquido azul que contenía chapoteaba de forma hipnótica.
Draco recordó brevemente la historia del encuentro de Percy con el titán. Thalia Grace, Nico di Angelo y Percy habían unido fuerzas para vencer a Bob en las orillas del Lete. Cuando el titán se quedó sin memoria, no tuvieron el valor de matarlo. Se volvió tan amable, encantador y servicial que lo dejaron en el palacio de Hades, donde Perséfone prometió que sería atendido.
Al parecer, el rey y la reina del inframundo pensaban que «atender» a alguien significaba darle una escoba y hacerle barrer la porquería que ellos dejaban. Draco tal vez se podría preguntar cómo Hades podía ser tan insensible. Draco pensó que nunca se había compadecido de un titán, pero no le parecía bien acoger a un inmortal amnésico y convertirlo en un conserje no remunerado.
Aunque.
Estaba vivo.
Puede que el trato no fuera el mejor, pero estaba vivo, Hades había tenido misericordia en lugar de destruirlo y eso sin duda era más de lo que Draco había hecho antes.
«No es tu amigo», se recordó.
Le aterraba que de repente Bob se acordara de quién era. El Tártaro era el lugar al que los monstruos iban a regenerarse. ¿Y si le devolvía la memoria? Si se convertía otra vez en Jápeto... Draco había visto cómo había lidiado con las empousai.
Era fuerte.
Draco no era el mejor ahora en la lucha.
Pero al ver como Bianca sonreía al Titan, no pudo más que confiar en ella.
—Está bien—dice Luke sacándolo de sus pensamientos, Draco odio sentirse como un niño perdido en su primer verano confiando en el joven otra vez—ella es fuerte, es valiente y aunque es idiota, realmente sabe lo que hace—añade hablando de Bianca.
Draco lo observa sorprendido de que este hable bien de ella, pero asiente.
Hay un silencio entre ambos antes que Draco no lo soporte más.
—Te extrañe también, mucho, a veces sentía tu presencia ayudándome—admite Draco mientras sigue el camino cansado, de reojo nota el rostro levemente sorprendido de Luke antes de suspirar.
No dice nada.
Tal vez no hay nada que decir, pero Draco puede notar una leve sonrisa tranquila que hace que se sienta de alguna forma mejor.
Se abrieron camino con cuidado a través del ceniciento terreno baldío mientras arriba, en las nubes venenosas, brillaban relámpagos rojos. Otro bonito día en la mazmorra de la creación. Draco no podía ver muy lejos por culpa del aire brumoso, pero, cuanto más andaban, más convencido estaba de que todo el paisaje era una curva hacia abajo.
Tampoco es que pudiera ver bien.
Ya saben.
Con un ojo menos.
¿Demasiado pronto para chistes de piratas?
Bianca le habían parecido muy divertidos.
Había oído descripciones contradictorias del Tártaro. Que si era un pozo sin fondo. Que si era una fortaleza rodeada por muros de latón. En realidad, no era más que un vacío infinito.
Una de las historias lo describía como lo opuesto al cielo: una enorme bóveda de roca hueca e invertida. Parecía la versión más exacta, aunque si el Tártaro era una bóveda, Draco se la imaginaba como el cielo: sin un final real, hecho de múltiples capas, cada una más oscura y menos acogedora que la anterior.
Y ni siquiera eso se acercaba a la verdad...
Pasaron por delante de una ampolla en el suelo: una burbuja translúcida del tamaño de un microbús. Acurrucado en su interior se hallaba el cuerpo medio formado de un drakon. Bob atravesó la burbuja sin pensarlo dos veces. La ampolla estalló en un géiser de baba amarilla y humeante, y el drakon se disolvió.
Bob siguió andando.
Draco no pudo evitar pensar en Clarisse y él en medio de la lucha de Cronos.
Silena.
Trago saliva antes de seguir caminando.
«Los monstruos son granos en la piel del Tártaro», pensó Draco aun sorprendido. Se estremeció. A veces deseaba no tener tanta imaginación, ya que estaba segura de que estaban andando sobre un ser vivo. El paisaje sinuoso —la bóveda, el pozo o lo que fuese— era el cuerpo del dios Tártaro: la más antigua encarnación del mal. Del mismo modo que Gaia habitaba la superficie de la tierra, Tártaro habitaba el pozo.
Si ese dios se percataba de que estaban caminando por encima de su piel, como pulgas sobre un perro...
Basta.
Se acabó pensar.
Dios cuanto quisiera ser tan idiota como la comadreja en este momento, extrañaba a la comadreja, el pensamiento le pareció asqueroso.
—Aquí —dijo Bob.
Se detuvieron en lo alto de una cumbre. Debajo de ellos, en una depresión resguardada que parecía un cráter lunar, había un círculo de columnas de mármol negras rotas alrededor de un oscuro altar de piedra.
—El santuario de Hermes —explicó Bob.
Draco frunció el entrecejo viendo de reojo a Luke que no parecía ofendido.
—¿Un santuario de Hermes en el Tártaro? —
Bob se rió de regocijo.
—Sí. Se cayó de alguna parte hace mucho. Tal vez del mundo de los mortales. Tal vez del Olimpo. De todas formas, los monstruos lo evitan. Casi todos. —
—¿Cómo sabías que estaba aquí? —preguntó Draco confuso.
La sonrisa de Bob se desvaneció. Tenía una mirada vacía en los ojos como si buscara una respuesta.
—Creo que esa no es la verdadera pregunta—dice una voz nueva que hace que Draco voltea a ver una de las columnas donde hay una persona.
Bianca y Luke no han saltado al ataque, aunque Bob no parece feliz de ver a la silueta, Draco tiene que entrecerrar su ojo para verlo bien. Es alto, musculoso y tiene ropa…bueno…apenas si tiene ropa si la toga roída cuenta como alguna vestimenta. Su cabello es castaño oscuro y largo como si no se cortara hace años, sus ojos eran azul que daban un poco de miedo a la distancia.
Su aura.
Draco trago saliva.
Hace mucho tiempo que la simple presencia de alguien, no causaba tanto pánico en Draco.
Hades fue uno que su primera impresión fue similar a esta, pero había algo más, algo en la mirada de este sujeto que le hizo pensar que no tendría suerte si hablaba y metía la pata de alguna forma.
—Draco—dice Luke con una mano sobre su hombro, luciendo calmado, Draco no se siente calmado.
Todos sus instintos le dicen que corra, pero extrañamente no lo hace, mira al tipo tragando saliva y levantando la barbilla porque después de todo lo que ha vivido aun mantiene el orgullo en su interior.
Luego de todo.
No puede dejar eso de lado.
—Él es Orion quien nos dio estos cuerpos para ayudarte, Orion Black—dice Bianca con una sonrisa calmada, pero Draco solo voltea a ver al sujeto que sigue viéndolo desde arriba.
Arrogante.
Etéreo.
Como si fuera el dueño de todo lo que le rodea.
Draco solo puede pensar en cuantas veces ha escuchado ese nombre antes, recuerda cada olimpo que ha visto hasta ahora y como la gran mayoría lo ha llegado a juzgar porque temen que de alguna forma termine siendo lo que una vez fue Orion. Siempre se había preguntado más que todo por curiosidad, la clase de hombre que seria, pero ahora aquí, viéndolo.
Traga saliva.
—Bienvenido al tártaro Draco Malfoy, la última pieza del tablero de Ajedrez, te he estado esperando—dice Orion con una sonrisa tranquila que hace al chico estremecer.
Joder.
Nada bueno puede salir de esto.
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Orion Black forma parte de su familia antigua, aunque técnicamente este no tuvo hijos según comenta, hay alguna parte donde sus árboles genealógicos se unen. Draco no sabe como sentirse cuando el hombre salta para estar frente a él luciendo calmado, casi divertido, pero de forma peligrosa que todo su cuerpo sigue gritando por huir. Bianca y Luke no parecen afectados y solamente por eso es que se queda aquí sin correr en busca de ayuda, Bob que es un titan también lo relaja un poco, no parece afectado por el aura de Orion lo cual deja mucho que decir. La piel del hombre parece callosa en cierta forma, su mandíbula forma una tensa expresión y sus ojos son demasiado profundos.
Su magia.
Maldita sea.
Draco no es tan sensible a la magia como Lavender o Anthony, pero todo el hombre exsuda una cantidad de magia ridícula.
Lo cual le ofende, porque Draco no puede usar magia.
Falta de respeto.
Aunque claro, rápidamente nota que la magia de este, no es una magia normal; la había sentido una vez en el pasado cuando había visto a Voldemort.
Magia negra.
En el interior del cráter y había un círculo de columnas.
El frente de tormenta negro se encontraba a menos de treinta metros de distancia y lo oscurecía todo delante de ellos. El borde del cráter les tapaba el terreno baldío situado detrás. Allí estarían bien escondidos, pero si los monstruos se tropezaban con ellos, lo harían sin avisar.
No es que importara mucho.
—Me parece curioso verte al fin—dice Orion cuando lo aparta para charlar a solas.
Quisiera decir que eso le hace sentir bien, pero no lo hace.
Estar a solas con Orion Black no es algo que quisiera, pero aparentemente no es algo que pueda rechazar. Es curioso como el hombre parece estar vivo, a diferencia de Bianca y Luke, o el gigante Bob, Orion es un mestizo que ha vivir en el tártaro por…no tiene idea cuanta cantidad de tiempo.
Algo bastante deprimente.
Draco quiere salir de aquí, pronto, tiene que volver, lo prometió.
—Yo también, muchos me odian por ti—
Había sido un insolente frente a los Olimpos, no duda que fuera un insolente con alguien que claramente puede matarlo. Le gustaría pensar que no, que tiene una oportunidad, pero Orion era alguien que tiene más experiencia, magia y fuerza que Draco.
Tantas luchas le han enseñado como descubrir eso.
Traga saliva.
Por suerte para Orion, parece que sus palabras son divertidas.
—Curioso, estas vivo gracias a mí, aunque después de todo, solo eres una piza de ajedrez—
—No entiendo de que hablas—
—Hestia—las palabras lo congelan un momento, Orion sonríe divertido—Nyx, Hades, Zeus, Deméter, Estigia—sigue nombrando, pero Draco solamente le ve confundido—yo, no importa que nombre digas, si estas con vida hasta ahora, es porque todos queremos algo de ti, así son los olimpos—añade casi teatralmente examinando su reacción.
No dice nada.
Draco lo mira esperando que más piensa agregar.
—Mi padre fue asesinado por Zeus, mi chica fue secuestrada como castigo, vine aquí. Probablemente Hestia también te manipulo, quiere vengarse de Nyx, los otros olimpos deben querer algo que tienes tú, no te creas alguien importante en la vida de nadie ni de aquella que te hace llamar su campeón—habla Orion acercándose hasta él, demostrando la diferencia de tamaño, de poder.
De que puede aplastarlo como una mosca si eso es lo que quiere.
Como si Draco no fuera consciente.
¿Quiere hacerlo llorar o romperse?
No tiene idea.
Sonríe, casi con diversión, lo que causa que Orion levante una ceja curioso.
—¿Qué te hace pensar que yo no hago lo mismo? —pregunta con un poco de incredulidad en su voz.
Claro que Draco respeta y aprecia a Hestia, era el olimpo que lo mantuvo con vida cuando nadie dio un paso al frente y probablemente era el único olimpo que Draco podría decir que valía la pena. Al inicio pudo haber pensado que era por amor, que era porque lo apreciaba, pero eso había muerto hace tiempo, cuando dejo de ser un idiota inocente para saber que los olimpos al final del día.
Hacen lo que ocupan hacer.
No solo los olimpos.
Las deidades.
Los panteones.
Toda persona con poder, solamente busca su beneficio. Aunque quiere creer en Hestia, al final del día supone que es por conveniencia que lo tomo como campeón, no se queja por supuesto, porque Draco también acepto ser devoto a ella por conveniencia; le había salvado de la ira de Zeus, seria un idiota dejarla de lado. Si Hestia lo traicionaba de alguna forma dolería, pero no seria algo que no hubiera meditado o pensado que podría ocurrir en el pasado.
Sorpresa no seria.
Quiere creer en ella por supuesto, pero Draco no es tan ingenuo, ya no al menos.
Si Hestia puede que lo esté usando, no estaba seguro, lo que Draco si esta seguro, es que él la utiliza a ella para estar con vida y como escudo de otros olimpos.
Orion lo ve fijamente sorprendido un momento, antes de que una sonrisa salvaje recorra su rostro.
—Respuesta correcta Draco Malfoy, supongo que si eras la pieza clave de esto y sin duda vendrás conmigo para ayudarte a cerrar las puertas de la muerte…aunque hay algo que tenemos que hacer primero—
No le gusta como suena eso, pero si cierran las puertas de la muerte, si un tipo con tanto poder, frente a él le dice que le va ayudar.
Maldita sea.
Draco ahora es un inútil, así que ocupa toda la ayuda posible que pueda obtener.
Aunque como ya sabe.
Nada en esta vida es gratis.
—¿Qué hay que hacer primero? —pregunta con duda e incertidumbre de que podría pedirle, no era un olimpo así que una parte de él espera que no sea tan bastardo.
Nuevamente, no es tan ingenuo.
—Bueno, vamos a derrotar a Nyx por supuesto—dice Orion con una sonrisa confiada de brazos cruzados, haciendo que Draco se quede ahí.
Antes de suspirar y cubrir su rostro con ambas manos.
No pensó que podría sorprenderse, pero aquí demuestra que si puede sorprenderse aun en medio de la nada.
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Orion explica sobre la magia en este lugar, en general explica la magia como tal, la mayoría de la magia que pueden usar los magos en su panteón es debido a la tierra. Los magos absorben la magia que hay en la tierra, los nutrientes que hay en ella, el mana inherente en las formas vivas de la tierra y también de su núcleo mágico, esa combinación hace que puedan crear magia. Algunos magos son buenos en elementos porque tienen más afín en la magia de la tierra, mientras que otros son buenos en transformaciones porque son mejores con su núcleo mágico. El problema del tártaro es que no hay tierra aquí, no están bajo la protección de Gaia que de forma involuntaria permitió que Hécate aprendiera a utilizar la magia y sus iguales también.
Hécate quien le enseño a los primeros humanos magos.
Irónico.
—Pero tú puedes usar magia—señala Draco, no es una pregunta ya que puede sentirlo.
La magia engullida dentro de él, a lo cual Orion asiente con calma.
—No solo la tierra, la misma magia es una unión de diferentes elementos que hay en el exterior, la luz, el fuego, el agua, entre otros con tu núcleo mágico. Pero en el tártaro solo hay un elemento, así que solo se puede usar un tipo de magia—habla Orion con un dedo en alto.
Draco se siente confundido, pero al mismo tiempo un poco esperanzado de la posibilidad de poder usar magia de cualquier forma que fuera.
Medita viendo a todos lados, pero no es que viera algún elemento aparte de un lugar miserable y muy oscuro que…
Se congela.
Toca su pecho.
Recuerda momentos como cuando lucho contra aquellas brujas del agua con Percy, Jason y Pipper o cuando lucho contra el titan al lado de Hazel y Frank (y otra vez Percy).
Se escalofrió algo temeroso.
—Magia negra—dice con inseguridad y un poco de incomodidad.
A lo cual Orion asiente.
Fantástico.
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Draco no le gusta la idea de usar magia negra, las ultimas veces que ha usado no ha…terminado muy bien que digamos. Objetivamente hablando es probablemente la magia más útil para luchar contra monstruos, como también es la más peligrosa. Nunca le pregunto a Severus o Amos (es tan extraño usarlos en la misma oración) sobre la magia negra, nunca se vio interesado y esta claro que conforme más crecía, la idea de lucha de semidios siempre tuvo prioridad ante la magia; lo cual claramente ahora es bastante inútil sin un arma. Todas las anteriores veces que uso magia negra, de alguna forma es como si algo dentro de él tomara control, se pregunta si su núcleo esta de alguna forma predispuesto a la magia negra.
No es buena señal.
La magia oscura nunca ayuda, simplemente corrompe tu interior de forma eventual.
Como si su cordura estuviera al límite.
Si aun con sus vínculos había sentido que estaba al borde de la locura, se pregunta como ahora que no los tiene podría soportar a la locura de esa magia.
Al deseo de sangre.
El problema es que, si no obtiene un arma, la magia negra va ser su opción más favorable a la hora de defenderse ya que no puede ir por ahí sin un arma, como peso muerto, no es que quisiera hacerlo tampoco. Hace mucho tiempo que no era alguien que se acobardaba detrás de alguien, sigue sin saltar siempre a una lucha que este en desventaja, pero ahora que el tablón de juegos esta sobre la mesa no es que pueda quedarse sentado a esperar ser rescatado.
Tiene que actuar.
—¿Realmente podemos confiar en él? —pregunta a Bianca cuando Orion simplemente desaparece diciendo que traerá algo.
Este lugar no es una zona segura, pero tienen a Bob y además parece ser que las ofrendas del campamento mestizo de alguna forma aparecen por aquí; lo cual es más practico de lo que esperaba. Hay chocolates y pizza que lo animan bastante, parece que Bianca y Luke no ocupan comer, pero disfrutan del sabor del chocolate que comparten entre los tres.
Le ha animado un poco el día en este lugar.
¿Día?
Parece una noche eterna en este lugar, pero es fácil olvidar un poco cuando Luke hace una imitación bastante convincente de Conor de la vez que se quedo atrapado en medio del cuarto de suministros cuando intentaba una broma.
Nadie lo había atrapado tan rápido.
—Bueno, papá dice que es confiable, ya sabes, si quieres enojar al olimpo y salir de aquí—acepta Bianca con calma a lo cual Draco no sabe si sentirse mejor con la respuesta o no.
Tiene un buen punto.
Pero confiar en alguien solo porque si, bueno, no es algo que Draco ha aprendido a lo largo de su vida. Una parte de él sabe que Orion es su mejor opción, mientras que la otra le dice que va a meterse en muchos problemas si le hace caso, por otro lado Bianca y Luke confían en este, pero de una gran manera Draco no puede apagar sus alarmas que gritan peligro y que este puede utilizarlo a voluntad si quisiera.
No le gusta esa sensación.
Le hace recordar a los olimpos.
Eso no puede ser bueno.
—Draco—la voz suave de Luke hace que levante la mirada odiando como el chico es tan confiable ahora, había aprendido tanto a odiarlo y estar a la defensiva, que este Luke le hace sentir muy confundido; le recuerda tanto a Thalia—se que tu vida te ha enseñado a desconfiar y no te estoy pidiendo que confíes en todo, pero Orion es la solución ahora, puede que no confíes en él, pero puedes confiar en nosotros—
Si.
Quiere eso.
Quiere eso desesperadamente.
Pero no sabe porque aun tiene miedo de Orion, como si fuera a traicionarlos, porque todos hacen eso al final.
Va abrir la boca, cuando siente algo en su nuca, un sueño incontrolable que hace que caiga de frente, donde Luke apenas puede atraparlo entre sus brazos.
—¿Es la princesa durmiente o qué? —es lo ultimo que escucha sin darle tiempo para quejarse de que no es una princesa.
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Cuando abre su ojo esta nuevamente en medio de ese extraño espacio mental rodeado de estrellas. Se levanta del suelo lleno de agua que curiosamente no termina por mojarlo, cuando ve a Harry sentado alejado como si hubiera estado meditando. Luego levanta la mirada antes de correr hacía él, Draco parece confundido de su presencia, pero no va a negar que es reconfortante. Se pregunta si tantas veces que uso la habilidad con Clovis de alguna forma hace que terminaran en este lugar. Pero a pesar de todo siempre estuvo en lugares presentes de sus recuerdos, este lugar era totalmente nuevo y no podía encontrar haber estado aquí antes. Por lo cual era un poco desconcertante, pero la presencia de Harry en este lugar hizo que todo fuera un poco mejor para él.
Bianca y Luke eran tranquilidad, era una manera de mantenerlo cuerdo en medio del caos.
Pero Harry borraba todo lo malo, al menos por unos segundos.
—Supongo que Hermione tenía razón, esto funciona cuando duermo—dice Harry poniéndose de pie antes de caminar hacía él sujetando su mano.
Como si ocupara sentirlo.
Bien pudo besarlo, pero tal vez, dado lo que ha pasado, no era lo más adecuado.
—Bien por ti que no estaba luchando, fue como si me hicieras dormir de inmediato—no comenta sobre el chiste innecesario de Luke.
No.
No quería que Potter lo usara en su contra, no lo haría ahora mismo, pero si milagrosamente sale con vida, este lo usaría para atormentarlo, esta completamente seguro de eso.
Harry rueda los ojos.
—Esto es serio Draco, me han llamado tus amigos por mensaje Iris, les explique que pude verte ellos…están mal—hay algo en la forma en que habla, que provoca que Draco sienta las bilis subir por su garganta, porque sus amigos fuera del tártaro no es un tema que quiere charlar ahora; no le da tiempo para pedirle que cambie de tema—explicaron más de lo que paso, les dije que puedo verte en sueños, pero no sabíamos si era algo real así que Hermione hizo esta teoría y joder—parece tan cansado.
¿Qué ha pasado?
Draco levanta una mano para tocar la mejilla de este con delicadeza, queriendo una parte de él, egoísta que está en medio del fin del mundo, preocuparse por el idiota que tal vez con suerte sigue siendo su novio.
—¿Puedes contarme? —pregunta en un susurro.
—¿Sobre tus amigos? —
—Sobre ti—
—Creo que tienes problemas más serios—
Da un asentimiento porque es verdad, pero solamente se deja caer hacía al frente, donde Harry parece confundido cuando deja su frente sobre su hombro. Una parte de él sintiéndose desgatado, cada que intenta no sentir el agujero en su pecho, este solamente parece crecer más.
La soledad lo inunda todo el tiempo.
Pero a veces cuando Luke sonríe o Bianca tararea, el agujero se puede ignorar; Harry lo hace más tolerable, porque aquí puede respirar sin que duela.
—Por favor, solo, hazme olvidar unos minutos este infierno—odia la forma nerviosa de su voz, porque significa vulnerabilidad.
No debe dejar que nadie lo vea vulnerable, pero tal vez, Harry no es tan malo para que vea esta parte de él que tanto odia.
Silencio.
Uno largo.
Antes que unas manos cálidas lo rodeen y aunque no ve el rostro de Harry por tener su rostro enterrado en su hombro, puede sentir el suspiro que no suelta.
—Ron se comió mi galleta esta mañana y lo acuse con Hermione que se besó con una chica en sexto año que Hermione no sabía—dice de la nada Harry.
Tan sin gracia, tan estúpido, la leve risa sale de su boca sorprendiéndoles a ambos.
—Sabía que eras un Slytherin de corazón—susurra Draco y por un momento.
Aunque fuera unos instantes.
Es perfecto.
Continuara…
Otro capitulo más del tártaro, a veces me pregunto cuanto tiempo se alargara, pero a veces me da penita terminarlo pronto con tantas cosas que faltan.
Así que espero sigan disfrutando del arco 6 cariñitos, aun nos queda un largo camino.
