Capítulo 86: Solo porque tenga un hombre lobo como novio, no significa que me gusten los lobos cuando quieren matarme.

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—TÚ NO ERES ORIÓN— espetó Nico.

Un comentario estúpido, pero Draco lo agradece porque le da tiempo de comer su pastelillo antes de tomar con fuerza su lanza.

No debería estar tan feliz por la lucha, pero bueno.

Modo supervivencia, es su más común modo.

El hombre que tenía delante claramente, no era un gigante cazador. Él no era lo suficientemente alto. No tenía piernas de dragón. No llevaba un arco o aljaba, y él no tenía los ojos de faro que Reyna había descrito de su sueño.

El hombre gris se echó a reír.

—De hecho, no. Orión simplemente me ha contratado para que le ayude en su búsqueda. Yo soy…—

—Licaón—Reyna interrumpió—. El primer hombre lobo

El hombre le dedicó una reverencia burlona.

Draco se sorprendió un poco y al mismo tiempo sintió un poco de irritación en todo su ser, porque gracias a ese idiota es que su novio era un hombre lobo. Espero que Harry no se molestara por matar a este tipo, porque era precisamente lo que pensaba hacer.

—Reyna Ramírez Arellano, pretora de Roma. ¡Una de los cachorros de Lupa! Estoy contento de que me reconozcáis. Sin duda, soy la materia de vuestras pesadillas. —

—La materia de mi indigestión, tal vez. —De la bolsa de su cinturón, Reyna sacó un cuchillo plegable de campamento. Ella lo abrió sacudiéndola y los lobos gruñeron, retrocediendo—. Nunca viajo sin un arma de plata—

Licaón enseñó los dientes.

Draco en realidad no tenía armas de plata.

Ya saben.

Por respeto a su novio.

Pésima idea.

—¿Mantendrías a raya a una docena de lobos y a su rey con una navaja de bolsillo? Escuché que eras valiente, chica de Roma. No me di cuenta de que eras temeraria—

Los perros de Reyna estaban agazapados, listos para saltar. Bob agarro su arma con el pequeño Bob siseando a su lado, aunque no parecía listo para la lucha.

Nico tomó la empuñadura de su espada.

Draco se puso frente a él, este le dio una mirada incrédula, no es que no confiara en él, simplemente no quería que luchara.

—Realmente no queremos luchar, pero no estoy en contra de matar a un hombre lobo—musita Draco con seriedad.

—Draco Malfoy, Gaia tiene un precio por tu cabeza desde que acabaste con su aliada —Los ojos del hombre lobo brillaban como lava roja—. Mi manada estará encantada de tener carne para cenar, especialmente de alguien que parece marcado por uno de mi especie—

Draco se sonrojo, aunque la marca se había diluido hace mucho, llevo su mano al cuello algo abochornado. No pensó que luego de estar en el tártaro siguiera oliendo a Harry, a veces pensaba que solamente olía a muerte y podredumbre.

Cuando tomaba largos baños, sentía que no era suficiente.

Que aun pudieran identificarlo como pareja de Harry, no va a negarlo, lo hizo sentir feliz.

—Adelante, perro. ¡Las Cazadoras de Artemisa están en camino en este momento, como la última vez! Eso es un templo de Diana por allí, idiota. ¡Estás en su propia casa! —dice Draco de forma algo altanera.

Hay muchos.

Una vez más los lobos gruñeron y ampliaron su círculo. Algunos miraron con nerviosismo hacia los tejados.

Licaón sólo le miro fijamente.

Bueno.

Sabe que era un pésimo intento, pero no puede evitarlo.

—Un buen intento, pero me temo que el templo ha sido nombrado erróneamente. Pasé por aquí durante la época romana. En realidad, fue dedicado al emperador Augusto. Vanidad típica de semidiós. En cualquier caso, he sido mucho más cuidadoso desde nuestro último encuentro. Si las Cazadoras estuvieran cerca, yo lo sabría—

Draco vio a Nico trató de pensar en un plan de escape. Estaban rodeados y superados en número. Su única arma eficaz era una navaja de bolsillo. El cetro de Diocleciano se había ido. La Atenea Partenos estaba a diez metros por encima de ellos en la parte superior del templo, e incluso si pudieran llegar a ella no podía viajar por las sombras hasta que realmente hubiera sombras. El sol no pondría durante horas.

Tendrían que luchar.

—Así que nos tienes. ¿Qué estás esperando? —dice Nico dudoso.

Licaón lo estudió como un nuevo tipo de carne en la vitrina de un carnicero.

—Nico di Angelo... hijo de Hades. He oído hablar sobre vos. Siento no poder mataros rápidamente, pero le prometí a mi empleador Orión que los retrasaría hasta que él llegara. No os preocupéis. Él debería estar aquí en un momento. ¡Una vez que termine con vosotros, voy a derramar su sangre y marcar este lugar como mi territorio por siglos futuros! —

Nico apretó los dientes.

—Sangre de semidiós. La sangre del Olimpo—

—¡Por supuesto! —Dijo Licaón—. Derramada sobre la tierra, tierra especialmente tierra sagrada, la sangre de semidiós tiene muchos usos. Con los conjuros apropiados, puede despertar monstruos e incluso dioses—

Eso.

Sonó bastante mal y como si tuviera algún sentido oculto.

O esperen.

Sigue hablando, joder el típico discurso de villano, estos tipos no aprenden.

—Puede levantar nueva vida o hacer a un lugar estéril por generaciones. Por desgracia, vuestra sangre no despertará a Gea en sí misma. Ese honor está reservado para vuestros amigos a bordo del Argo II. Pero no temáis. Vuestra muerte será casi tan dolorosa como la de ellos—

La hierba empezó a morir alrededor de los pies de Nico. Las caléndulas se marchitaron.

—Bob—dijo— ¿puedes escalar? —

Draco lo vio confundido.

—Bob puede—

—Suba a la estatua y asegure el aparejo. Haga una escalera de cuerda y suéltelo para nosotros—

—Uh, pero la manada de lobos…—

—Reyna —dijo Nico—. Tú y tus perros tendrán que cubrir nuestra retirada—

La pretora asintió sombríamente.

—Entendido—

Licaón aulló de risa.

—¿Retiraos a dónde, hijo de Hades? No hay escape. ¡No podéis matarnos! —

Nico miro a Draco, quien solamente pestañeo antes de asentir y hacer una especie de saludo militar.

—Quizás no —dijo Nico—. Pero puedo hacerlo más lento—

Nico extendió las manos y la tierra hizo erupción.

Nico no esperaba que funcionara tan bien, si su indicador en el rostro era algo. Nada lo preparó para la pared de huesos que se rompían hacia el cielo: cientos de fémures, costillas y fíbulas enredaron a los lobos, formando un zarzal de punta de los restos humanos.

La mayoría de los lobos estaban atrapados sin remedio. Algunos se retorcían y rechinaban sus dientes, tratando de liberarse de sus jaulas desordenadas. El mismo Licaón fue inmovilizado en un capullo de huesos de costillas, pero eso no impidió que gritara maldiciones.

—¡Vos, crio inútil! —rugió—. ¡Voy a rasgar la carne de vuestras extremidades! —

—¡BOB! —dijo Nico.

El gigante corrió hacia el templo con el pequeño Bob. De un salto llegó a lo más alto del podio y trepó por el pilar izquierdo.

Dos lobos se liberaron de la espesura de los huesos. Reyna tiró su cuchillo y empaló en el cuello a uno. Sus perros se abalanzaron sobre el otro. Los colmillos y garras de Aurum se deslizaron a pocos centímetros de la piel del lobo, pero Argentum trajo a la bestia hacia abajo.

La cabeza de Argentum todavía estaba inclinada hacia un lado por la lucha en Pompeya. Seguía faltándole su ojo izquierdo rubí, pero se las arregló para hundir sus colmillos en el pescuezo del lobo. Y este se disolvió en un charco de sombra.

Gracias a los dioses por los perros de plata, pensó Draco divertido.

Reyna sacó su espada. Recogió un puñado de monedas de plata en su bolsa, agarró la cinta adhesiva de la bolsa de alimentación que llevaban y comenzó a vendar las monedas alrededor de su espada. La chica no era nada si no inventiva.

—¡Ve! —le dijo a Nico—. ¡Yo te cubro! —

Los lobos se esforzaban, causando que la espesura ósea comenzara a agrietarse y desmoronarse. Licaón liberó su brazo derecho y comenzó a romper a través de su prisión de cajas torácicas.

Draco por otro lado no dudo en atravesar el corazón del primer lobo que se acercó, quería realmente controlarlo, pero al no estar en el tártaro no estaba seguro de que tan efectivo seria el imperius.

Quedarse fuera de batalla no era la mejor forma de aprender.

—¡Voy a desollaros vivo! —prometió—. ¡Voy a añadir vuestra piel a mi capa! —

Nico corrió, deteniéndose sólo lo suficiente para agarrar la navaja de plata de Reyna desde el suelo.

Luego comenzó a escalar hacía Bob.

—¡Rápido! —gritó Nico.

Bob se veía nervioso y asustado, Draco se quedo a su lado con Reyna en la lucha, para protegerla de las mordidas de los lobos.

Rápidamente más lobos se liberaron de sus limitaciones óseas. Reyna los alejó golpeándolos con su espada modificada con cinta adhesiva y monedas, pero un puñado de cambio no iba a reprimir a una manada de hombres lobo por mucho tiempo. Aurum gruñó y chasqueó de la frustración, incapaz de hacer daño al enemigo. Argentum hizo lo que pudo, hundiendo sus garras en la garganta de otro lobo, pero el perro de plata ya estaba dañado. Pronto estaría irremediablemente superado en número.

Joder.

¿Tendría que usar magia?

Licaón liberó sus dos brazos. Él comenzó a tirar de las piernas de su restrictiva caja torácica. Quedaban sólo unos pocos segundos para que el quedara libre.

Una sombra.

Nico solo ocupaba una sombra para viajar.

—¡Reyna, Draco, vengan aquí! —gritó.

Ella golpeó a otro lobo en la cabeza y salió corriendo. En medio de un paso, ella movió su espada, que se alargaba en una jabalina, entonces lo utilizó para lanzarse a sí misma como un saltador de pértiga. Aterrizó junto a Nico.

Draco tuvo que seguirla de forma menos estética.

Estúpidos.

—¿Cuál es el plan? —preguntó ella, ni siquiera sin aliento.

—Presumida —refunfuñó Draco por bajo.

Una cuerda de nudos cayó desde arriba.

—Vayan —les dijo Nico—. Una vez que estás ahí arriba, agárrate fuerte a la cuerda. —

—Nico… —

—¡Hazlo! —

Su jabalina se encogió en una espada. Reyna la envainó y comenzó a trepar y escalar la columna a pesar de su armadura y sus suministros.

Abajo en la plaza, no había rastro de Aurum y Argentum. O bien se había retirado o habían sido destruidos. Licaón se liberó de su jaula de hueso con un aullido de triunfo.

—¡Vais a sufrir, hijo de Hades! —

Él palmeó la navaja.

—¡Ven a buscarme, chucho! ¿O tienes que permanecer como un buen perro hasta que tu maestro aparezca? —

No era la mejor forma de hacer las cosas, los hombres lobo eran coléricos, Harry podría dar fe de eso.

Licaón saltó por los aires, sus garras extendidas, sus colmillos al descubierto. Nico envolvió su mano libre alrededor de la cuerda y se concentró, una gota de sudor corrió por su cuello. Como el rey lobo cayó sobre él, Nico metió el cuchillo de plata en el pecho de Licaón. Todos alrededor del templo, los lobos aullaban como uno.

Suicida.

Eficaz.

El rey lobo quería hundir sus garras en los brazos de Nico.

Ojalá hubiera tenido manos.

Con velocidad y sin haber dejado de seguir a Nico, porque lo negara o no, era un idiota suicida como Percy y el propio Draco. Fue solo un segundo antes que llego para tocar apenas su cabeza, hacer un imperius que lo detuvo, luego su lanza se movió de forma tan rápida que duda que Nico viera cuando la parte filosa separo ambas manos llenas de garras de su cuerpo.

Sus colmillos se detuvieron a menos de un centímetro de la cara de Nico. Nico parecía sorprendido, pero a diferencia de otros que habían visto su instinto de sangre.

Apenas si se inmuto.

—Sé útil, perro —gruñó—. Vuelve a las sombras—

Los ojos de Licaón rodaron en su cabeza. Se disolvió en un charco de negra oscuridad.

Entonces ocurrieron varias cosas a la vez. La manada de indignados lobos se lanzó hacia delante, Draco se posiciono listo para llevarse a la mayor cantidad de un golpe. Desde una azotea cercana, una voz de tronadora grito.

—¡Detenedlos! —

Nico oyó el inconfundible sonido de un gran arco que se trazaba tenso.

Luego se fundió en la piscina de la sombra de Licaón, tomó a sus amigos y a la Atenea Partenos con él, cayendo en un éter frío sin idea de dónde surgiría.

Otra vez no joder.

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No saben donde están.

Según la explicación de Reyna habían aterrizado en el medio del Atlántico, donde ellos habían pasado todo su día en la cubierta de la piscina de la Azores Queen, espantando a los niños pequeños de la Atenea Partenos, la cual pensaban que era un tobogán de agua.

Por desgracia, el siguiente salto los llevo a un lugar.

Problemático.

Aparecieron tres metros en el aire, flotando sobre el patio de un restaurante. Ellos se dejaron caer en una gran jaula de pájaros, que se rompió con prontitud, dejándolos caer en un grupo de helechos en macetas junto con tres loros muy alarmados.

Bob atravesó el toldo por encima de un bar. La Atenea Partenos aterrizó en sus pies con un golpe seco, aplanando una mesa del patio y volteo un paraguas de color verde oscuro, que se acomodó en la estatua de Niké en la mano de Atenea, por lo que la diosa de la sabiduría parecía que estaba sosteniendo una bebida tropical.

Nico se arrastró fuera de los helechos. Se desplomó en la silla más cercana y asusto un loro azul que estaba tratando de aterrizar en su cabeza. Después de la pelea con Licaón, Nico se había quitado la chaqueta de aviador. Su camiseta con patrones de calaveras no estaba en mejor forma.

Estaban cansados.

Draco se levanto con ayuda del pequeño Bob que parecía verlo preocupado, a lo cual Draco se paso una mano por su cabellera.

Sus manos tenían pequeñas manchas negras que aparecían y desaparecían.

Mala señal.

—Necesito dormir. —Nico miró hacia arriba, aturdido—. ¿Estamos a salvo? —

Reyna escudriñó el patio.

El lugar parecía desierto.

Por encima de ellos, el cielo de la tarde brillaba de un terracota turbio, del mismo color que las paredes del edificio. Los balcones del segundo piso estaban vacíos excepto por las azaleas en macetas que colgaban de las barandas de metal blanco. Detrás de unas puertas de vidrio, el interior del restaurante era oscuro. El único sonido era el de la fuente de gorgoteando con tristeza y el graznido ocasional de un loro descontento.

—Esto es Barrachina—dijo Reyna.

— ¿Qué clase de oso? —Bon pregunto confundido.

—Es un famoso restaurante —dijo Reyna—, en el centro del Viejo San Juan. Inventaron la piña colada aquí, en la década de 1960, creo—

Nico logró salir de su silla, se acurrucó en el suelo y empezó a roncar.

Draco suspiro cansado de este viaje.

—Bueno, parece que nos vamos a quedar por un tiempo—admite luego de ver a Nico de reojo, Bob tomo asiento a su lado queriendo protegerlo.

Reyna le silbó a Aurum y Argentum. Después de su pelea con los hombres lobos, los perros se veían un poco desgastados, pero Reyna los colocó en guardia. Ella le hizo señas para que se levantara y así ambos revisaron la entrada de la calle. Las puertas decorativas estaban cerradas. Un cartel en español e inglés, anunció que el restaurante estaba cerrado por una fiesta privada. Eso le pareció extraño, ya que el lugar estaba desierto. En la parte inferior de la señal estaban estampadas las iniciales: HTK.

Se pregunto cuando la trampa estallaría.

Era cuestión de tiempo.

Siempre era eso.

Draco miró a través de las puertas. Calle Fortaleza estaba inusualmente tranquila. El pavimento de adoquín azul estaba libre de tráfico y de peatones. Las fachadas color pastel de las tiendas estaban cerradas y oscuras.

¿Era domingo? ¿O algún tipo de vacaciones?

—Me pregunto cuanto tiempo antes que algo nos ataque—susurra Draco aburrido, ganando la mala mirad de Reyna como si trajera mala suerte.

Imposible.

Con esta situación, era inevitable pensar que algo saldría bien.

Los loros dormían sobre los hombros de la Atenea Partenos. Draco se preguntó si los griegos se ofenderían si su estatua sagrada llegaba cubierta de excremento de aves tropicales, le gusto por algún motivo esa idea, seria divertido ver a la madre de Annabeth viendo esa estatua.

Aun no la perdonaba por votar a favor de ya saben, matarlo.

Este lugar no le hizo bien a Reyna, quien parecía aun más tensa de lo que estuvo frente un hombre lobo, lo cual no era una buena señal. Le echó un vistazo a Nico. A pesar de la cálida noche, el se estremeció en el suelo de baldosas.

Draco se aproximo para cubrirlo, por la mirada de Reyna pensó que ella pensaba igual que él.

Se vieron unos momentos antes de tomar asiento cerca. Esta noche era el 25 de julio. Siete días más hasta el 1 de agosto. En teoría, eso era un montón de tiempo para llegar a Long Island.

—Una vez que completemos la misión, me asegurare de que Nico sea reconocido por su valentía—dice la chica viendo a Nico dormir.

Se quitó la mochila, trató de colocarla debajo de la cabeza de Nico como almohada improvisada, pero sus dedos pasaban a través de él como si fuera una sombra. Ella hizo retroceder su mano. Esta vez, fue capaz de levantar su cuello y deslizo la almohada debajo.

Draco la mira de reojo, antes de ver a Nico.

Feliz de que alguien más lo cuide.

—Se lo merece, es malo con la atención, pero se merece ser reconocido por lo valiente que es—

—También tu Draco Malfoy, eres un héroe formidable—

—Lo siento, tengo novio—

—No pensé así, que asco—

Draco se ríe de la genuinamente por el asco de la chica a su persona, quiere decirle que en sus buenos tiempos atraía mucho a las chicas, muchas gracias. Pero esta bien, Reyna no parece la clase de chica que viera su apuesta forma de ser.

¿Apuesta?

No, no piensa mucho en eso, en sus cicatrices, en sus traumas en general y la forma en que parece casi destruido luego de su aventura en el tártaro.

Nop.

No tiempo para eso.

Iba a decir algo, cuando algo lo distrajo. Un mechón de movimiento le llamó la atención. En el balcón de la derecha, una forma oscura. Por encima de eso, en el borde del techo, varias siluetas más aparecieron contra las nubes de color naranja.

Draco fue rápido, sacando su lanza, para esquivar el impacto de una aguja plateada. Reyna rápidamente saco la espada gruñendo al tiempo que Bob volvía a su tamaño de tiempo con el pequeño Bob protegiendo a Nico mientras gruñía erizando su cabello.

Un brillo plateado y luego un pequeño destello azulado.

Oh.

Era ella.

—Está bien, son amigas—dice bajando su lanza y su estado de pelea se desactiva, hay varias chicas, pero sus ojos están fijos en una.

Todas ellas vestían camisetas grises de camuflaje, descoloridos vaqueros negros, zapatillas deportivas negras y cinturones utilitarios como si fueran a acampar o ir de excursión... o a cazar.

La chica se veía de unos dieciséis años, con el pelo negro revuelto y los ojos sorprendentemente azules. Sobre su frente brillaba una diadema de plata.

—Thalia—dice con calma, los ojos de su media hermana brillan con curiosidad, pero algo en su mirada lo hizo suspirar.

Lo sabía.

Joder.

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Reyna no parece muy feliz con el viaje que tienen que hacer, Draco tiene una idea de a donde va, pero no dice nada. Bob carga a Nico que sigue dormido aunque es cargado como un saco de papas, el chico babea y Draco piensa que eso es lo mejor. Sabe que la relación de este con Thalia no es lo mejor por ahora, así que no quiere hacer que las aguas se vuelvan más tensas de lo que ya están. Camina al lado de su media hermana, sabe que Reyna quiere ir a su lado, pero ha notado que hay una charla de por medio de la cual no esta necesitada de su persona.

Camina al lado de Bob retraída de las cazadoras.

Curioso.

—Pienso que Reyna podría ser una buena cazadora, pero es pretora, lastima—dice a Thalia que ha caminado con él en silencio.

La mirada de la chica poco impresionada, indica que no quiere hablar de eso, por lo cual Draco solamente bufa con ambas manos en sus bolsillos.

Jason fue con el chisme.

No encuentra otra explicación.

—¿Hace cuanto lo sabes? —directa sin ir por las ramas, no sabe porque habría pensado otra cosa.

Mira al cielo intentando recordar que edad tenía, han pasado muchas cosas que es difícil de recordar. El recuerdo de Zeus diciéndole prácticamente que es un inútil que no piensa reclamar nunca, no es uno de sus recuerdos favoritos.

Tampoco uno que pueda olvidar.

—No sé, tendría 13 creo—

—Entonces lo sabes todo hace 4 años—

—Así funcionan las matemáticas—

Quiere que suene como un chiste, pero la frente arrugada de Thalia indica que el chiste no le ha hecho mucha gracia. Draco solamente no quiere tener esta charla, pero parece que siempre que se encuentre con alguien, las palabras charla emocional están en el aire.

Aburrido.

—Ya nos conocíamos en ese entonces, pero no dijiste nada—habla Thalia, su voz carente de sentimientos lo hace estremecer.

Es difícil recordar por su apariencia, que ella es mayor que él, ahora que Draco es más alto que Thalia, le cuesta un poco recordar cuando la conoció y Draco solamente había sido un crio que se unió a la misión con Bianca en medio de la nada.

Cuando se dio cuenta quien era su padre.

Thalia ya era cazadora.

—No había nada que decir, ese idiota no quería que nadie lo supiera—

—Percy lo sabía—Draco hace una pausa mental para maldecir a su amigo en griego en su mente, Thalia solamente lo ve cansada y enojada al mismo tiempo—pude haber dicho algo, eres mi hermano maldita sea—

Suelta un bufido.

—No es que importe, apenas si hemos hablado, soy como Apolo en este caso, apenas si nos conocemos—sus palabras la lastiman, lo puede ver en sus ojos.

Bien hecho, se da una palmadita mental, siempre lastimando a otros como si fuera un superpoder que solamente Draco tiene y cada palabra termine hiriendo a otros. No es que Draco fuera así, pero su personalidad era una mierda, el viaje al tártaro hace todo empeore en él.

Una bomba de tiempo esperando estallar.

A veces se siente así.

Esta listo para entrar en batalla, pero a la hora de hablar, simplemente parece que todo puede salir o bien o mal, generalmente más mal que bien.

—Importaba, perdí a Jason, yo, habría hecho todo para ayudarte—

—¿Por qué ocupabas un sustituto de Jason? —

Si.

Solamente empeora todo.

Draco ve de reojo a Thalia simplemente queriendo irse, lo estaba intentando y Draco solamente lanzaba mierda cuando ella quería hacer las paces. Una parte dentro de él no entiende porque ella quiere solucionar algo que no importa.

¿Hermanos?

Nunca lo fueron.

Es como si de repente quisiera a Apolo o Artemisa por tener algo en común, joder, Atenea también era familia y no la quiere cerca de él.

Mientras más lejos mejor.

Los ojos de Thalia lucen cansados, así que suspira, pensando que puede intentar contenerse y buscar un punto en común que pueda unirlos al menos para no enviar todo a la mierda; no cree que sea buena idea tener un mal estado emocional entre ellos.

No cuando cualquier lucha puede iniciar de la nada.

—Bianca estaba bien, en el inframundo, ella me ayudo en el tártaro—se pregunta mientras habla si eso podría unir a Thalia y Nico, espera que sí.

Ellos ocupan ayuda para no lastimarse, es peor que Thalia y Draco.

Cree.

Draco se sorprende del dolor que cruza en el rostro de Thalia, es un dolor como de alguien que lo ha perdido todo, quiere golpearse la cabeza contra una pared, porque parece que todo lo que dice solamente empeora todo.

No entiende que dijo mal.

Bueno.

Hablar de los muertos puede que no fuera su mejor idea, pero no puede saber que eso iba a salir tan mal.

Thalia esta ahí caminando apretando su muñeca con firmeza antes de ver a Draco.

—¿Sigue brillando? —pregunta con voz casi desgarradora, lo que hace que Draco vaya a hablar, antes que sus neuronas se unan.

No.

No puede ser posible.

Se muere la lengua porque parece que salto de un tema malo a otro peor.

—Lo siento, no sabía que tenías…sentimientos—susurra por bajo algo incomodo, curiosamente su incomodidad es la que hace a Thalia reír.

Quería decirle que se supone que es una cazadora, ellas tienen como que prohibido enamorarse o algo así, pero bueno es hija de Zeus.

Algo malo tenía que tener.

Recuerda alguna que otra novela mexicana que vio con Sally, no puede evitar sentir la palabra "norteño" en su mente como algo que decir, pero por pura fuerza de voluntad y por respeto que aun tiene por Thalia, decide guardar ese pensamiento en su cabeza.

Y por miedo que lo mate.

Ahora que lo piensa Bianca es prima de Thalia, pero también Percy era su primo y le había gustado, comienza a sentirse asqueado.

También curioso que tuvieran algo en común.

—Bianca nunca lo supo, no sabía si decirlo, era simplemente…era la mejor guerrera que conocí, me complementaba tan bien, simplemente hicimos click—habla Thalia con la mirada lejana, entre nostálgica y soñadora.

Dos cazadoras.

¿Era eso posible?

Bianca no parecía regresarle los sentimientos, Draco mira curioso a Thalia que solamente suspira.

—No tome bien su muerte—admite Thalia a regañadientes.

—Ella dijo que iba a rencarnar—también Luke, pero esta vez tiene la neurona suficiente para no tocar otro tema incomodo que podría salir mal.

Thalia no dice nada.

Tema muerto, silencio incomodo, Draco está perdiendo al público. Esta en medio de una lucha contra su cerebro para sacar alguna charla, cuando Thalia vuelve hablar.

—Puede que no sepamos mucho del otro, puede que no te interese, pero a mí lo hace, ser tu hermana, me interesa—

—¿Por qué? —

—No lo sé—

Draco ve la sinceridad en los ojos de Thalia, no entiende porque le interesa, no debería hacerse cargo de él de ninguna forma, no hay ninguna deuda de por medio que la obligue a intentar las funciones de hermana mayor con Draco ahora.

Debería decir que no.

Otra persona que apreciar es mala idea, solamente traería problemas.

No dice nada siguiendo su camino, que importa si Thalia Grace quiere actuar como su hermana mayor, a nadie le importa.

A nadie…

Una imagen de Thalia y Jason sonriendo uno al lado del otro, por alguna razón le provoca malestar dentro de él. No debería querer formar parte de esa imagen, porque ellos eran hermanos tanto de padre como de madre, Draco seria un extranjero ahí, uno que nunca encajaría porque no tiene nada en común que ellos.

Nada más que Zeus.

Y Draco odia a Zeus.

—Tal vez podríamos ir a comer juntos, cuando esto acabe—dice Draco sin poder evitar a su lengua a detenerse.

Porque odia la esperanza en su voz.

Se sonroja abochornado viendo de reojo a Thalia, que tiene una mirada tan sorprendida como la suya, antes que esta sonría con cariño y lo empuje suavemente contra su hombro con el propio de ella.

Curioso.

Cuando piensa en una hermana mayor piensa en Silena, piensa en la chica amable que se sentaba y hablaba de moda o chicos con él, Thalia claramente no tiene nada de parecido a Silena, pero de alguna manera hay algo en su aura que la hace recordar a la hija de Afrodita.

Se pregunta si Nico lo ve así.

Si Draco le recuerda a Bianca.

Que confuso es todo esto.

—Dalo por hecho chico bonito—es un pésimo apodo para Draco, pero deja de hablar cuando llegan.

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Tuvieron que dejar sus armas y usar vendas un largo rato.

Reyna parecía incomoda, Bob divertido, Draco pensó que era lo más inocente que le paso en mucho tiempo, lo cual deja mucho que desear de sus aventuras últimamente.

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Las cazadoras los guiaron a través de un laberinto de pasillos. Las paredes eran de bloques de hormigón pintados de verde militar, y carecían de ventanas. La única luz tenue provenía de los fluorescentes esparcidos cada seis metros. Los pasillos eran retorcidos, daban la vuelta y regresaban, pero la cazadora pelirroja, Phoebe, tomó la delantera. Ella parecía saber a dónde iba.

—Las Amazonas. ¿Ustedes trabajan para ellas? —

La voz de Reyna sonaba incrédula y un poco nerviosa.

Draco sabe que las cazadoras trabajaban con estas, cree que una vez Annabeth lo comento.

—Con ellas —corrigió Thalia—. Tenemos un entendimiento mutuo. A veces las Amazonas envían reclutas a nuestro camino. A veces, si nos encontramos con chicas que no quieren ser doncellas para siempre, las enviamos a las Amazonas. Las Amazonas no tienen nuestros votos—

Una de las otras cazadoras resopló con disgusto.

—Mantener hombres esclavos con collar y en monos de color naranja. Prefiero tener una jauría de perros cualquier día—

Draco no se sintió ni siquiera ofendido, solamente veía nervioso a Nico que seguía dormido.

—Sus hombres no son esclavos, Celyn —la reprendió Thalia—. Simplemente son siervos —Miró a Reyna—. Las Amazonas y las Cazadoras no estamos de acuerdo en todo, pero desde que Gea comenzó a moverse hemos estado cooperando estrechamente. Con el campamento Júpiter y el Campamento Mestizo metiéndose uno con el otro, bueno... alguien tiene que hacer frente a todos los monstruos. Nuestras fuerzas están repartidas por todo el continente—

Reyna masajeó las marcas en sus muñecas.

Draco no pregunto, pero vio a Thalia de reojo preguntando si habría ido tras de Voldemort luego de lo que paso con Bianca.

Supone que tendrán que hablar de eso en otro momento.

—Pensé que le dijiste a Jason que no sabías nada del campamento Júpiter—musita Reyna.

—Eso era verdad entonces. Pero esos días han terminado, gracias a los planes de Hera —La expresión de Thalia fue seria—. ¿Cómo está mi hermano? —

—Cuando lo dejé en el Epiro, estaba bien —Reyna le contó lo que sabía.

Los ojos de Thalia eran distractores: azul eléctrico, intensos y alerta, muy parecidos a los de Jason.

Por lo demás, los hermanos no se parecían en nada. El cabello de Thalia estaba en puntas y era oscuro. Sus vaqueros estaban hechos jirones, y se mantenían unidos con alfileres de gancho. Llevaba cadenas de metal alrededor de su cuello y muñecas, y su camiseta de camuflaje gris lucía una insignia que decía: "EL PUNK NO ESTÁ MUERTO. TÚ LO ESTÁS."

Draco siempre había pensado en Jason Grace como el chico típicamente americano. Thalia se veía más como la chica que les robaba a los chicos típicamente americanos a punta de cuchillo en un callejón.

¿Eso donde dejaba a Draco?

Los tres hermanos eran tan diferentes que era gracioso.

Bueno dejaría de ser gracioso cuando Zeus intentara matarlo por revelar el secreto.

—Espero que siga estando bien —reflexionó Thalia—. Hace unas noches soñé con nuestra madre. No... No era agradable. Luego me dieron el mensaje de Nico en mis sueños, sobre Orión cazándolos. Eso fue mucho menos agradable—

Ambos hermanos se ven de reojo, Nico estaba en una mala relación con Thalia, cuando despertara no sabia que iba a pasar.

—Es por eso que estás aquí. Obtuviste el mensaje de Nico—

—Bueno, no nos apresuramos hacia Puerto Rico para pasar unas vacaciones. Esta es una de las fortalezas más seguras de las Amazonas. Apostamos que seríamos capaces de interceptarlo—.

—Interceptarnos... ¿Cómo? ¿Y por qué? —

Frente a ellas, Phoebe se detuvo. El corredor terminaba en un conjunto de puertas de metal. Phoebe dio un golpecito en ellas con la culata de su cuchillo, una complicada serie de golpes similares al código Morse. Thalia se frotó las costillas magulladas.

—Voy a tener que dejarte aquí. Las cazadoras están patrullando la ciudad vieja, manteniendo un puesto de observación por Orión. Tengo que volver a las líneas del frente—

—¿Qué hay de mis armas? —

—Ellas te serán devueltas cuando te vayas. Sé que parece tonto; el secuestro, las vendas en los ojos y todo eso pero las Amazonas toman su seguridad en serio. El mes pasado tuvieron un incidente en su centro principal en Seattle. Tal vez has oído hablar de él. Una chica llamada Hazel Levesque robó un caballo—

La Cazadora Celyn sonrió.

—Naomi y yo vimos el video de seguridad. Fue legendario—

—Épico —acordó la tercera Cazadora.

—En cualquier caso Draco vendrá conmigo—dijo Thalia—Nico, el gigante y el felino—

Eso fue, inesperado, Draco volteo a ver a Reyna porque habían llegado al camino donde tendrían que separarse.

Reyna parecía nerviosa.

Draco le dio una pequeña palmadita en el hombro esperando que ella pudiera hacer esto sin que terminaran huyendo.

Otra vez.

Sigue a Thalia cuando se despiden de Reyna esperando que este bien.

.

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Draco ha tenido momentos incomodos antes en su familia, reuniones sociales con sus padres, momentos donde se termino avergonzando o situaciones en las que todo fue simplemente mucho y solamente quería salir corriendo; como Malfoy afronto todo con orgullo. Ahora mismo Draco esta en medio del momento más incomodo representado por su familia, que curiosamente tiene como punto de factor común tanto a Thalia como Nico. Cuando los llevaron a esa habitación Nico estaba dormido, cuando se pusieron a jugar "uno" mientras esperaban este dormía, cuando le cambiaron la ropa a ambos y ahora tienen camisetas hawaianas a juego y ya no manchadas con sangre de Licántropo, Nico dormía; pero ya despertó.

La camisa roja del chico con flores no era tan genial como la suya verde con flores blancas.

No es que pueda decir en voz alta ese pensamiento.

Nico estaba ahí, viendo a Thalia con dagas en su mirada y una parte de Draco pensó infantilmente que como este lo perdono a él, con Thalia no había problema.

Spoiler: si había.

—¿Entonces debo comer dos cartas? —dice Bob que estaba en su tamaño compacto mientras le enseñaban ese juego de cartas.

El gigante lucia confundido con el pequeño Bob en sus piernas ronroneando, mientras Draco sonríe de forma falta intentando no estar en medio de la presencia de Thalia y Nico, quienes tenían una competencia de miradas de muerte que no sabe quién iba a ganar.

La palabra Bianca estaba entre ellos sin ser dicha.

Draco había hablado con cada uno y llegado a una especie de acuerdo, pero estos claramente no habían hablado entre ellos.

Bienvenida la incomodidad.

Viejo amigo.

—Si y además pasas el turno—dice de Draco con una sonrisa que no siente.

La falsa tranquilidad dura al menos unos 3 minutos antes que el caos se forme.

.

.

—Es tu culpa que Bianca muriera—

—Oh perdóname Nico por ser un ser omnipresente que puede protegerla de todo mal—

—Lo prometiste—

—Lo se pedazo de mierda, gracias por hacerme sentir mejor, porque claramente yo quería romper esa promesa—

Draco sujeta sus manos contra su rostro, porque técnicamente había sido su culpa, los cuatro habían intentado mantener un juego sereno, hasta que Draco hizo una jugada que provoco a Thalia verlo divertida antes de restregarle la cabeza con su mano; el comentario de tonto hermano que le siguió, fue el que desato la ira de Nico.

No fue su culpa, pero se siente como si lo fuera.

¿Tiene sentido?

No lo sabe, solo sabe que cuando Nico se pone frente a él como si estuviera evitando que Thalia se apropiara de su persona (aunque es su propio ser humano, muchas gracias) hace que Thalia parezca tan confundida como Draco.

Nico no quiere compartirlo.

¿Lo sorprende?

No, no le sorprende.

—También vas hacer que lo maten, es todo lo que me queda—la furia en la voz de Nico hace que Draco sienta dolor de cabeza, porque ve el momento donde sus palabras golpean a Thalia.

El tiempo para contestar no existe porque se escucha una explosión cerca como si algo se derrumbara, Draco da gracias a los cielos un momento porque esto es exactamente lo que ocupaba para sacarlo de esta claramente charla incomoda entre primos y hermanos.

Que no ocupaban.

Joder si alguna vez iban a vacaciones familiares, esto seria un caos. Dejo una nota mental, mientras todos se levantaban corriendo, para recordar que ocupa solucionar de alguna forma los problemas familiares de Nico y Thalia.

Duda que pueda ayudar mucho.

Nada pierde con intentarlo.

Los pasillos pasan en un pestañeo, Draco tiene su lanza fuera cuando llegan a uno que parece una lucha ya inicio.

Docenas de lobos, grises como los de Portugal, inundaron el almacén. Las Amazonas se apresuraron para interceptarlos. En el humeante corredor se encontraban los cuerpos de las caídas: Celyn, Naomi, Phoebe. La cazadora pelirroja que había vivido miles de años ahora no se movía, sus ojos abiertos por el asombro, y una flecha negra y roja descomunalmente grande enterrada en su abdomen.

Oh no.

Draco volteo a ver a Thalia que sujetaba su lanza con furia y la mirada casi brillante de sus ojos le indico que estaba furiosa. Miro de reojo a Nico que siguió corriendo, examino el lugar alegre de que Reyna no estuviera ahí, tomo la muñeca de Thalia para seguir corriendo.

Pasó los cadáveres y se perdió en el corredor.

Atravesaron un laberinto de corredores, luego giraron una esquina en el vestidor.

La lucha seguía.

Pasaron unas escaleras de caracol de metal.

Cada vez más cerca, la lucha estaba ahí, Draco podía sentirlo.

El final de la escalera daba al techo.

La sala tenía luces opacas brillaban en el techo de veinte metros. Las escuetas paredes blancas estaban vacías de decoraciones. Los muebles eran de roble, acero y cuero blanco. Impersonal y masculinos. Ambos lados de la sala tenían terrazas.

La trampilla se había dirigido a la gran chimenea.

Hylla y Reyna estaban ahí, pero no estaban solas.

Lo supo apenas lo vio.

Orión podía pasar por humano; un alto, musculoso y muy atractivo humano. Su piel era del color del trigo. Su cabello oscuro era corto, con puntas encima. Con su pantalón y su jubón, su cuchillo de caza y su arco y carcaj, podría haber sido el hermano malo y más guapo de Robin Hood.

Solo sus ojos arruinaban su imagen. A primera vista parecía que usaba gafas militares de visión nocturna. Pero Draco se dio cuenta que no eran gafas. Eran un invento de Hefesto. Ojos mecánicos de bronce encajados en las cuencas del gigante. Anillos giraban y sonaban cuando veía a Draco. Láseres de objetivo oscilaban de rojo a verde.

A su lado el sostenía un arco compuesto casi tan llamativo como sus ojos. Múltiples cuerdas corrían a través de una serie de poleas que se veían como ruedas de tren en miniatura. El mango era de bronce pulido, con marcadores y botones.

No tenía ninguna flecha lista. No hizo ningún movimiento amenazante. Él sonreía tan radiantemente que era difícil recordar que era un enemigo, alguien que había matado al menos una docena de amazonas y cazadoras para llegar ahí.

Draco vio tanto a Hylla como Reyna heridas en el suelo.

Pero vivas.

Trago saliva.

Era un enemigo fuerte, pero en lugar de paralizarse por la persona frente a él, no pudo evitar pensar en su tocayo. Orion Black que había sido capaz de utilizar todo a su favor para convertirse en el mismo señor de la oscuridad, que había dominado todo tipo de magia negra, que se formo de un ejercito para sus propósitos.

Este Orión, sin embargo.

Era solo uno.

—Veo que los demás han llegado, me alegra mucho, Gaia paga muy bien tu cabeza niño Malfoy—dice el gigante viéndole de reojo e ignorando los demás, mira de reojo la sangre en el cuerpo de Reyna que parecía haber estado luchando.

Sus ojos se unen, Draco la mira sabiendo que esta había querido cuidar a Nico y toma aire.

—Nico—llama Draco sujetando su lanza con firmeza, el chico lo ve de reojo también con su espada en el aire—ve por Reyna, toma a Bob y el pequeño Bob, yo me quedare atrás para derrotar a esta basura—dice con una extraña seguridad que probablemente su yo de 12 años no tendría.

Si.

Piensa que derrotar a una constelación sería fácil.

Bueno.

Si.

Lo va ser, cualquier cosa que no sea Nyx o el puto de Voldemort es pan comido.

—No pienso dejarte otra vez—gruñe Nico incrédulo, pero su mirada se desvía a Reyna con duda, lo que lo hace sonreír.

Le ha tomado aprecio, genial, Nico merece más personas a su alrededor que lo aprecien.

—No te preocupes, puedo con ellos—ve a Nico de reojo con una sonrisa salvaje, este parece dudar, antes de gruñir una maldición.

Las dudas están en su mirada, claramente quiere decirle que no y probablemente maldecirlo, pero termina asintiendo de mala gana. Draco se siente un poco más cálido al verlo, su mirada se suaviza un momento antes de dar unos pasos al frente y Thalia llega a su lado, con su propia mirada que desea la muerte.

De reojo ve que Nico ve con frustración a Thalia, probablemente no queriendo dejarla a su lado.

—Si algo le pasa a Draco yo mismo te buscare por todo el mundo para matarte—es todo lo que gruñe Nico con advertencia.

No confía en Thalia.

Para nada.

—¿Piensan que pueden conmigo? —musitó Orión—. Muchos lo han intentado. Incluso el propio hermano de Artemisa, Apolo, no fue capaz de matarme en los tiempos antiguos. Tuvo que recurrir a engaños para deshacerme de mí.

—¿No le gustaba que pasaras tiempo con su hermana? —dice Draco aburrido.

Esperen.

También era su hermana.

Asqueroso.

Por la mirada de Thalia piensa igual.

—Apolo estaba celoso —Los dedos del gigante pasaban por su arco. Lo volvió a empuñar, haciendo girar sus ruedas—. Él tenía miedo de que yo pudiera encantarla y que ella olvidase sus votos de castidad. ¿Y quién sabe? Sin la interferencia de Apolo, quizás lo hubiese conseguido. Ella hubiese sido más feliz—

—¿Cómo tu sirviente? —Hylla gritó demostrando que seguía con vida— ¿Tu pequeña ama de casa? —

—Ya no importa ahora —dijo Orión—. De cualquier manera, Apolo me infligió locura, una sed de sangre para matar a todas las bestias en la tierra. Mate miles antes de que mi madre, Gea, me detuviese. Ella invocó un escorpión gigante de la tierra. Me apuñalo por la espalda y su veneno me mató. Le debo eso—

Asqueroso otra vez, mira a Thalia que solamente sigue seria, los rayos comienzan a caer a lo lejos.

—Le debes a Gea por haberte matado —dijo Thalia furiosa.

Las pupilas mecánicas de Orión giraron en pequeños puntos brillantes.

—Mi madre me mostró la verdad. Estaba luchando contra mi propia naturaleza, y no me trajo nada más que miseria. Los gigantes no están hechos para amar a los mortales o los dioses. Gea me ayudó a aceptar loque soy. Eventualmente todos debemos regresar a casa, pretor. Debemos abrazar nuestro pasado, no importa lo oscuro y amargo que haya sido —El señaló la villa detrás de Reyna—. Justo como lo has hecho. ¿Tenéis vuestra propia porción de fantasmas verdad? —

—Este no es mi hogar —dijo ella— y no somos parecidos—

—He visto la verdad —El gigante sonaba realmente comprensivo—. Os aferráis a la fantasía de que podéis hacer que vuestros enemigos os amen. No podéis, Reyna. No hay amor para vos en el Campamento Mestizo—

Eso fue ofensivo para Draco.

Lo peor fue ver a Reyna en el suelo dudar.

—Hay muchos tipos de amor soquete—dice Draco llamando la atención del gigante—no solo el amor romántico importa, ahora deja de hablar mierda y demuestra si puedes realmente estar a la altura de tu historia—

Draco empujo a Thalia, quien gruño cuando el gigante apareció de la nada sobre donde ella estaba, tenía también una daga, lo cual era injusto.

Volteo a ver a Draco, pero este uso su lanza para golpearlo por la quijada. Thalia salto rápidamente sobre la espalda del gigante haciéndolo tambalear antes de cortar con su lanza su espalda, antes de ser enviada a volar.

Draco salto para que su lanza se desviara del camino de la flecha de Orión.

Joder.

El primer tiro del gigante hubiese perforado a Thalia, pero Draco era veloz. Thalia rápidamente salto para atacarlo, al mismo tiempo que Draco. El gigante interceptó ambos ataques con su arco.

Él pateó a Draco hacia atrás y ésta cayó en capote de un viejo Chevy. Media docena de gatos salieron de debajo de allí. El gigante giró, de repente con una daga en su mano, y Thalia evadió el ataque a duras penas.

Ella golpeo de nuevo, rasgando su jubón de cuero, pero solo pudo arañar su pecho.

—Peleáis bien, cazadora —admitió—. Pero no lo suficiente como para vivir—

Draco fue rápido, Orión maldijo cuando sintió la lanza atravesarlo en una pierna, pero no fue suficiente ya que lo envió volando.

Ofensivo.

Incluso con la maldición de Aquiles era rápido y fuerte.

Draco no puede ver a sus amigos, no puede desviarse de la atención de la lucha frente a él o podría morir, le había prometido a muchos no morir, así que espera que Nico tome a Reyna para que salgan de aquí. Orión gira a verle, pero un rayo de Thalia lo distrae lo suficiente para que Draco gire la lanza aun en sus manos tan rápido que le cortó la cuerda del arco de Orión con su lanza, causando que las poleas y engranajes se movieran rápidamente y crujieran, la cuerda retrocedió con cientos de libras de fuerza hasta que golpeo a Orión en la nariz como un látigo hidráulico.

—Auuuu —Orión tropezó hacia atrás, soltando su arco.

Más sonidos.

Las Cazadoras de Artemisa aparecieron a lo largo de los techos, disparando a Orión con sus flechas plateadas hasta que parecía un puercoespín resplandeciente. Él tropezó ciegamente, sujetando su nariz, su sangre brotando en icor dorado.

Draco sonríe salvajemente, eso sin duda ayudara.

Mira de reojo a su espalda, Nico esta corriendo con Bob que carga a Reyna junto al pequeño Bob. Por un momento Nico voltea a verlo, pero Draco solamente sonríe sabiendo que estarán bien, antes de lanzarse a la lucha de nuevo.

Se interpone entre Orión y su hermana, que hace un sonido casi animal intentando pegarle, pero Draco solamente toma aire antes de tomar su mano.

No usa el imperius, no es buena idea, pero un cruciatus siempre funciona.

Orión grita de dolor alejándose de él, sus manos parpadean en negro, pero Thalia salta sobre él para seguir atacando.

Respira de forma agitada intentando contenerse, porque su cuerpo duele un poco, pero no lo suficiente para dejar de luchar. Orión saca otro arco, maldice la idea de que no sea tan estúpido para tener solo uno, las flechas comienzan a salir volando, redirige una pero corta su brazo.

Es fuerte.

No suficiente.

—Es fuerte—dice Thalia viendo como Orión esquiva todas las flechas que lanzan las demás cazadoras.

Si.

Y rápido.

Es injusto.

Pero si no lo acaban ahora, podría irse contra Reyna y Nico, además, podría matarlos, maldita sea debió quedarse con Bob en lugar de enviarlo con ellos; pero bueno al menos eso significa que ellos tienen una protección en todo momento.

Hylla tiene ese cinturón de Hipólita que le da fuerza extra.

Eso no va a matarlo.

Thalia a su lado parece cansada, pero sus ojos indican que esta lista para la batalla, su hermana a pesar de todo es la segunda al mando de Artemisa; puede que no tengan a la diosa de su lado, pero no importa. Draco esta cansado de depender tanto de los olimpos, ahora mismo son un caos y no hacen nada útil.

Mira a su hermana, esta pestañea viéndole antes de sonreír cansada.

—No esperaba que esta fuera nuestra primera batalla juntos—admite la chica antes de lanzarse a la carga sin avisar nada.

Idiota.

Draco se lanza detrás de ella, su pierna duele un poco, pero la ignora para lanzarse ahora frente a Thalia para contener el golpe del arco de Orión que tiene un peso bastante considerable. Saltando sobre su hombro y dándole una patada en la quijada, Thalia lo utiliza para acercar su lanza. Orión salta lejos y es encontrado por otra cantidad de flechas, luego a duras penas esquiva los truenos que ha invocado su hermana.

Hylla esta ahí y el golpea parte del rostro de este destruyendo uno de sus ojos.

Es bueno.

Pero están comenzando a ganarle en número.

Salta apenas tocando un poco de su talón, pero es suficiente para que el cruciatus funcione (nota personal, mejorar en magia negra que no necesite contacto) haciendo que Orión maldiga y la flecha que apuntaba el pecho de Hylla choque contra su brazo atravesándolo con un sonido horrible.

Punto a favor, la chica apenas parece afectada siguiendo la lucha.

Thalia puede saltar para empujarlo lejos cuando Orión casi lo aplasta con furia.

Sobre sus pies en una voltereta salta otra vez para luchar, es un momento donde vestido con una camisa hawaiana verde con blanco, que piensa lo extraño que debe verse la imagen para cualquiera; nunca pensó que extrañaría tanto las camisas naranjas del campamento.

Orión voltea con un grito de guerra, pero Draco logra clavarle su lanza en el vientre al mismo tiempo que este usa su cuchillo para clavarlo en el suyo.

Empalado.

Draco suelta sangre de su boca, pero sabe que no morirá, no golpeo su corazón así que cualquier herida que tenga espera que el néctar pueda ayudarlo a sanar. Orión parece verlo confundido, ya que su lanza que esta empalándolo tampoco podrá matarlo.

Bien.

No quería eso.

Con un grito de guerra Thalia llega en su espalda, Orión intenta alejarse, pero Draco lo sujeta con la lanza y cuando este es consciente de lo que pasa es demasiado tarde. La lanza de Thalia atraviesa la garganta de Orión de un lado a otro, durante un segundo una de sus manos se levanta intentando atacar a Thalia, pero Hylla logra detenerlo con su cinturón.

Silencio.

Bueno.

Silencio aparte de los sonidos de arcadas y como Orión parece estar ahogándose con su propia sangre saliendo cuando Thalia retuerce la lanza sacando aun más sangre.

Draco gruñe cuando Orión cae de costado con un sonido sordo, al menos dejo la daga incrustada en su vientre, para que no genere más sangre. Mira a Thalia que esta de rodillas agitada viendo a este lista para la lucha, Hylla está sujetando su brazo con la flecha.

En una muestra de bruta de sangre, Thalia le arranca la cabeza al cazador con su lanza y expresión de cansancio, como si quisiera asegurarse que no volvería a la vida.

Silencio.

Draco suelta un poco más de sangre de su boca, Thalia se agita para verlo y arrodillarse a su lado luciendo pálida, sus ojos lucen casi histéricos y entonces sujeta su hombro con tranquilidad; maldita sea como duele ser empalado, pero esta bien.

—No me estoy muriendo, pero ocupo néctar y muchas vendas—susurra.

Thalia asiente limpiándose las lagrimas de los ojos gritándole algo a las cazadoras, Draco ha estado muchas veces al borde de la muerte, sabe que se siente casi morir, esta vez estará bien; el problema es que tiene mucho sueño.

Cae sobre el regazo de Thalia que lo llama, pero solamente duerme.

Un poco de descanso.

Supone que se lo ha ganado para variar.

Continuara…

Lamento la tardanza.

*Se esconde nerviosa*

Aquí les dejo el capítulo.