Capítulo 45: Entonces cuando duele, tienes que seguir adelante.
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En medio del tártaro Nyx tararea divertida mientras ve la función aparecer en diferentes pantallas de luz que muestran cómo avanza la guerra en Manhattan. Piensa que sin duda Cronos es un poco idiota y descuidado, sin notar realmente cuales puntos debería atacar, tuvo que haber asesinado a Draco o Percy cuando pudieron; pero este es un poco estúpido.
Los titanes al igual que los olimpos sin duda son tan inútiles, nunca esperes nada de un perro que apenas si descubre el mundo.
Incluso cuando los manipula, a veces pueden ser solamente un estorbo.
Aunque algunos primordiales como su hija Hemera sin duda son también problemáticos.
—Parece que alguien te llama madre —habla la voz aburrida de Tánatos cuando entra a sus aposentos sin su llamada, piensa en castigarlo por su insolencia, pero lejos de eso parece un poco intrigada.
No puede negar que la desesperación de su ficha favorita de ajedrez le divierte, pero Draco seguirá con vida para venir a ella voluntariamente.
Por ahora está curiosa.
—¿Llamado? —Su voz parece retumbar en todos lados, pero su hijo no se afecta solamente se encoge de hombros.
—Ya sabes, es un mago, ese que buscaba inmortalidad y esas cosas —ladra este antes de marcharse, Nyx simplemente gimotea molesta.
Ese humano patético no se rinde.
Piensa cuando otra pantalla aparece frente a ella, antes de mostrar otra vez a ese humano que parece negarse a morir. Probablemente está causando problemas en el inframundo y solamente por eso Nyx disfruta un poco, ya que es su destino causar desastres.
¿Tom Riddle?
El humano ahora se hace llamar alguna estupidez como Voldemort, los humanos son casi tan malos como los titanes especialmente los magos.
Un momento.
Nyx se asoma interesada para ver el ritual que muchas veces había intentado ese hombre sin éxito, había descubierto sobre los olimpos, algo que no todos los magos hicieron porque siempre intentaban mantener los panteones separados; la existencia de personajes como Draco Malfoy ya eran toda una existencia prohibida. Usualmente los olimpos, los titanes o los primordiales no se reunían con magos, eran mucho mejores que ellos y no hay motivos para darle audiencia a una cucaracha.
Aunque a través de los años Hécate es un poco suave con su propia raza.
Solo demostraba lo mucho que necesitaban ser odiados.
Pero mientras admiraba al inútil de Voldemort hacer un ritual que había rechazado muchas veces para obtener más poder, claramente siendo guiado un miembro de la familia Black quienes estaban más entrelazadas con el mundo de los magos por la sangre de Estigia en sus venas; bueno, Nyx parece curiosa.
Es una rata.
Pero tal vez tenga uso.
—Tal vez pueda utilizarte, Draco Malfoy vendrá a mí por su voluntad, pero tal vez puedas ayudarme a generar un poco más de caos al mundo de este —dice mientras ve la imagen del hombre que había regresado gracias a los Horrocrux, una vieja magia que se había creado desde el inicio del mundo.
Desde que caos se dividió.
Interesante.
Parece que ha encontrado otro títere divertido y una buena ficha de ajedrez para utilizar a conveniencia.
Hestia no iba a ganar esta lucha, lo haría ella y todo volvería a cómo debería ser.
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Draco quiso saludar a sus amigos y pasar un tiempo agradable, ignorando que estaban en una maldita guerra, pero Clarisse rápidamente lo arrastró mientras corría y solo pudo ver a Percy que acababa de gritar un:
—¡YO ME ENCARGARÉ DEL DRAKON! ¡Todos los demás, mantengan las líneas contra el enemigo!
Antes que este parpadeara confundido cuando Clarisse lo rebasó con él sobre su hombro.
Fue un:
«Hola, Percy».
Luego de correr y decir:
«Adiós, Percy».
Probablemente habría querido seguirles, pero el ejército sigue acercándose y en realidad no hay mucho que decir, Clarisse lo estaba arrastrando y Draco decidió que bien puede involucrarse; después de todo él había traído a Clarisse a esta batalla.
¿Quién había ido por la cabaña de Ares?
Draco, Draco lo hizo.
Sacó la lanza cuando estuvo sobre sus pies mientras Clarisse también mantuvo la suya que había tenido todo este tiempo con ella (no puede negar que es una mujer que previene); probablemente lista para matar a alguien en cualquier momento. Ambos vieron al drakón que estaba tres pisos por arriba de ellos, deslizándose sobre los edificios como si midiera sus fuerzas.
A donde miraba cualquiera, los centauros se paralizaban de miedo.
Desde el norte, el ejército enemigo chocó contra los Ponis Fiesteros, y su línea se rompió. Percy que parecía querer seguirlos, fue arrastrado por Annabeth para ayudarles.
No hay marcha atrás.
—Buen día para luchar contra un monstruo gigante —musita por lo bajo, antes que Clarisse rápidamente salte a la carga con un grito de guerra.
¿Y Draco?
Bueno le sigue para mantenerla con vida.
El drakón se abalanzó, tragándose a tres centauros californianos de un bocado antes de que ellos pudieran siquiera acercarse.
No quiso ver muertes, pero no había muchas opciones, alegre de la magia que aún parece dentro de él y que se puede manifestar ya que Will se llevó todo su agotamiento, crea rápidamente pequeños vórtices de viento con magia en los cuales salta como si fueran escalones.
La bestia pareció un segundo confundida cuando vio a ambos acercarse, Clarisse en una estrategia más ofensiva y Draco rodeándole cada vez más alto; en el momento que un poco de su magia dudara, caería muchos pies de altura y eso iba a doler. Pero logró llegar sobre la cabeza de la bestia que estaba por irse sobre Clarisse y con un impulso se abalanzó sobre la bestia.
Debe ser su nueva fuerza.
Debe ser la maldición.
¿Hestia de su lado?
La bestia se impulsa hacia abajo gracias a su golpe con ambos pies, pero solo dura un segundo antes de mover su cabeza queriendo derrumbarlo, pero Draco es rápido para meter con fuerza la lanza en uno de los costados de su… ¿cuello?, no está seguro sobre la estructura de la bestia donde comienza qué cosa. Clarisse sigue con su lanza para incrustarla en parte de su torso, haciendo a la bestia rugir de dolor o enojo.
Sigue con vida.
Dos pequeños piquetes no iban a matarle, pero es un avance.
El drakón trató de morder a Clarisse, pero ella estaba ahora muy cerca de la boca de la serpiente, logró abalanzarse para esquivar el veneno del monstruo.
Claro que tenía veneno.
Que había pensado Draco.
¿Qué sería fácil?
Usa la lanza como apoyo para escurrirse sobre la cabeza y sacando su daga, no sin antes sentirse inquieto cuando tocó por accidente la pequeña estatua de Hermes en su bolsillo olvidada que no puede procesar ahora, movió ágilmente antes de incrustarla sobre el ojo del monstruo.
Todos sufren con algo en su ojo.
La bestia gruño antes de salpicar veneno por doquier, convirtiendo centauros en polvo junto con algunos cuantos monstruos, Clarisse logró escapar del veneno antes de lanzar su arma para cerrar la boca del monstruo con un fuerte golpe inferior.
Los centauros estaban en pánico ante el embate de gigantes y demonios que se aproximaba, aunque pudo ver a Percy liberando una carga evitando mayores incidentes. Una playera naranja del campamento aparecía ocasionalmente en el mar de la pelea, pero desaparecía en seguida.
Las flechas zumbaban.
El fuego explotaba en oleadas a través de ambos ejércitos, pero la acción se movía por la calle hacia la entrada del Empire State.
Estaban perdiendo terreno.
Ocupan derrotar este monstruo ahora.
El drakón rugió como si no quisiera que lo olvidara, antes de enviarlo volando por los aires. Draco llamó las armas con magia y el accio rápidamente lo dejó otra vez armado antes de rodar por el suelo. La bestia se enroscó, derribando a Clarisse de su espalda.
Justo a su lado.
Ambos se arrastraron fuera del camino mientras la serpiente rodaba, aplastando un poste de luz justo donde ella había estado.
—Gracias —dijo Clarisse levantándose y limpiándose la sangre de la mejilla.
—Esto es difícil, quiero un baño.
—Sí, bueno. ¡AGACHATE!
Fue su turno de salvarle.
Le derribó justo cuando los dientes del monstruo chasquearon sobre la cabeza de Draco.
—Tenemos que acabar con este pronto y ayudar. ¿Dónde rayos está tu cabaña? —gruñe Draco viendo a su alrededor nervioso.
O Chris.
Un carro volador sería muy útil ahora.
—Deja de ser una niñita Malfoy o te meteré en otro contenedor de basura. —Le dio una mirada ofendida por sus palabras.
La señorita O'Leary se estampó contra la cara del drakón para llamar su atención y Draco comenzó a ver rápidamente como el perro del infierno no era tan malo como había temido desde que uno casi lo mata en su segundo año, Clarisse y Draco rápidamente se lanzaron fuera del camino.
Mientras tanto sus aliados se habían replegado hasta las puertas del Empire State.
Todo el ejército enemigo los rodeaba.
No tenían opciones.
No vendría mal un poco de ayuda.
Pero ellos eran la ayuda.
Draco odia que no pueda usar su don de palabra, aquí solamente el esfuerzo físico podría hacer algo y bueno, supone que es el mejor momento para llevarse al límite; no es que tengan muchas opciones. Estaba optimista hasta que la enorme cola del monstruo está por lanzarlo volando, aunque Clarisse se interpone entre ambos para reducir el golpe.
No funciona.
Ambos salen volando contra un edificio donde atraviesan el cristal y esta vez es Draco quien se lleva los peores cortes, o al menos cuando se medió incorpora y ve un poco de sangre salir de su espalda (tal vez no era tan invencible como le gusta pensar), puede decir que hay cortes que necesitan tratar.
Y matar a un Drakón.
—Esto era más fácil en las prácticas —gruñe mientras se medio incorpora listo para luchar. Clarisse con rapidez saca un cristal enorme de su pierna y como si fuera algo de todos los días lo venda descuidadamente con una pieza de cortina que encuentra por ahí.
No es higiénico y mucho menos saludable.
Ya Will los regañará por eso.
Entonces llegó el estruendo de lo que Draco piensa es el sur, ruedas de carros y la voz de una chica gritando: «¡ARES!»
—Ya era hora —gruñe Clarisse molesta caminando a la salida, Draco lo hace sintiéndose cansado pero alegre de más personas para la lucha.
Una docena de carros de guerra entraron en la batalla.
Cada uno portaba un estandarte con un símbolo, la cabeza de un jabalí. Cada uno era tirado por caballos esqueleto con crines de fuego. Un total de 30 guerreros frescos, armaduras resplandecientes y ojos llenos de odio, bajaron sus lanzas como uno solo, haciendo un afilado muro de muerte.
Ellos rápidamente saltaron para la lucha y dirigiendo el ataque estaba una chica con una armadura muy familiar, su cara cubierta por un casco de cabeza de jabalí.
Sostenía en alto una lanza que crepitaba con electricidad.
Clarisse en persona había venido al rescate.
O eso habría pensado, porque Draco volteó a ver a Clarisse, que estaba a su lado luciendo igual de incrédula y listo de matar a la impostora.
Mientras la mitad de sus carros cargaba contra el ejército de monstruos, la falsa-Clarisse dirigió la otra mitad directo hacia el drakón.
La serpiente se irguió y trató de tirar a la señorita O'Leary que seguía luchando contra ella. La pobre mascota golpeó el lado de un edificio con un chillido cuando fue enviada volando. Mientras la serpiente se enfocaba en la nueva amenaza, claramente alejándose de ellos y dejando a un montón de hijos de Ares solos en la lucha con un impostor.
Oh no.
Un mal presentimiento corrió por su espalda cuando saltó fuera del lugar junto con Clarisse con su lanza lista para la lucha.
Aun con un solo ojo en la bestia, su mirada bastó para paralizar a los conductores de dos carros. Ellos se desviaron hacia una línea de autos. Los otros cuatro carros siguieron avanzando.
El monstruo mostró sus colmillos para atacar y se llevó un bocado de jabalinas de bronce.
¡EEESSSS! Gritó, que probablemente significa en drakón: ¡OOOWWWW!
Ahora está pensando como Percy, que asco.
—¡Ares, a mí! —gritó falsa-Clarisse, su voz sonaba más aguda de lo usual delatando la estafa.
Un enorme gigante se puso entre ellos, Draco apenas pudo esquivarlo de pura habilidad, mientras Clarisse usaba su lanza para empalarlo con una bestial brutalidad. Draco aprovecha como la bestia queda inmóvil por la pura fuerza de Clarisse antes de levantar la mano y usar un reducto que hace explotar la cabeza de este sin controlar demasiado la potencia de su magia en este momento.
¿Asqueroso?
Sí, tiene sangre en todo su cuerpo.
¿Rápido?
También.
Mientras, los carros de la falsa-Clarisse rodearon al drakón. Las lanzas se rompían contra la piel del monstruo. Los caballos esqueleto resoplaban fuego y relinchaban. Dos carros más se voltearon, pero los guerreros simplemente se pusieron de pie, desenfundaron sus espadas y fueron a trabajar.
Atacaban en las junturas de las escamas de la criatura.
Esquivaban los chorros de veneno como si hubieran entrenado para eso toda su vida, lo que por supuesto hacían.
Nadie podía decir que los campistas de Ares no fueran valientes.
Draco quería llegar ayudarles entonces otros tres gigantes aparecieron, uno de los mazos logró empujarlo contra una pared mientras Clarisse simplemente se lanzaba a la lucha. Estaban a unas dos o tres cuadras, los guerreros de Ares distraían al monstruo, pero parecían ser alejados de ellos. Casi como si alguien intencionalmente lo hiciera más difícil, los guerreros de Ares eran fuertes, pero tenían que llegar a ayudarles.
Algo estaba mal.
La falsa-Clarisse estaba justo al frente, mientras Clarisse luchaba contra los gigantes gritándole a Draco que se apresurara y este se lanzó entre estos para correr hacía el drakón. Mientras corría a toda velocidad pudo ver como la falsa-Clarisse estaba picando con su lanza la cara del drakón, tratando de sacarle el otro ojo.
Pero mientras corría, las cosas empezaron a ir mal.
El drakón se tragó a un campista de Ares en un mordisco.
Dejó inconsciente a otro y roció veneno en un tercero, que se escabulló en pánico, con su armadura derritiéndose.
Sus compañeros de cabaña lanzaban jabalinas, la mayoría de las cuales se rompieron, pero algunas se quedaron en los dientes del monstruo. Apretó sus mandíbulas hasta que su boca fue una masa de sangre verde, veneno amarillento y armas astilladas.
Draco estaba a menos de 20 metros cuando la falsa-Clarisse gritó.
—¡ARES! —gritó, con esa extraña y aguda voz.
Y Draco reconoció la voz.
Su cuerpo se volvió frío mientras se lanzaba esperando poder llegar a tiempo, pero entonces el monstruo escupió veneno en el rostro de Silena, justo a tiempo que Draco llegaba para clavarle la lanza contra la boca que hizo a la enorme serpiente sisear mientras se enrollaba otra vez siseando de dolor lejos de ello.
Ignoró que hay una serpiente gigante suelta, mientras veía con sus manos temblorosas el cuerpo de la falsa-Clarisse/Silena en el suelo con parte de su armadura derritiéndose contra su carne. Su cuerpo se congeló simplemente ahí, viendo a su amiga que horas antes había llorado en sus brazos sintiéndose culpable, estar en el suelo al borde de la muerte.
¿Por qué?
¿Por qué pasa esto?
¿Por Cronos?
¿Por los Olimpos?
¿Por Luke?
Está en shock.
Estoy incrédulo.
Solo unos instantes, si tan solo hubiera llegado unos segundos antes.
Aprieta su labio con fuerza, probablemente sangra antes de ver a la criatura con ojos llenos de furia, escucha rayos caer a lo lejos pero no podría importarle menos o pensar que son debido a él, a estas alturas podría ser Thalia o el propio Zeus, que Draco simplemente no quiere pensar en nada más; dos rayos caen cerca pero nadie sale herido. Solamente ve al Drakón, pero ya no con miedo, si no con una furia inmensa que hace que apriete tan fuerte la lanza en sus manos que ha vuelto a él que siente que la va a romper.
Clarisse que llega a su lado, ante gemidos incrédulos de sus hermanos, ve el cuerpo de Silena casi de la misma forma que Draco.
Shock.
Miedo.
Horror.
Culpa.
Dolor.
Ira.
Ares era el dios de la guerra, mientras que Zeus era el rey del olimpo, claramente esta bestia ha jugado con dos hijos de olimpos que claramente no entiende en que se ha metido.
Carga.
Sin pensarlo Draco sale disparado con fuerza y aunque la bestia va atacar, la esquiva antes de incrustar su lanza contra el pecho de la serpiente y con un grito de guerra infundirla de toda la magia; no hechizo, no algo aprendido, simplemente magia pura que parece hacer que algo en el interior del Drakón chille de agonía. Pero tristemente para la serpiente aún con vida, no se ha llevado la peor parte que es de una Clarisse enfurecida y llena de sangre de sus anteriores luchar.
Atraviesa la cabeza de la serpiente con su lanza y con solamente fuerza bruta con gritos de guerra, parece desmembrar parte de la cabeza de la serpiente con el rostro lleno de furia.
Es un drakón.
Sí.
Una bestia que tuvieron miedo.
También.
Pero deberían aprender que más que a una bestia mitológica, más que un titán, más que un olimpo y más que un jodido primordial; no se juega con un semidiós enojado.
Draco salta para esquivar el cuerpo de la serpiente que cae, pero Clarisse no se detiene hasta arrancarle el otro ojo a la serpiente aún con vida y con capacidad de moverse como si fuera una maldita cucaracha que se sigue moviendo sin cabeza. Recuerda la paloma, con ambas manos sobre el torso de la serpiente, piensa en la maldición Imperius con toda su fuerza esperando poder controlar a la serpiente.
No para que haga algo, solo para que se quede quieta.
Y a diferencia de la paloma, tal vez por el calor del momento, funciona en el primer instante con solo un segundo para paralizarla.
Un segundo suficiente, para que Clarisse a pura fuerza de ira y una lanza, decapite al enorme Drakón por su cuenta.
Draco cae al suelo con tripas, sangre y olor putrefacto, antes de seguir escuchando gritos de guerra, no importa. Se incorpora sintiendo dolor en su tobillo, pero se lanza aun con la adrenalina hacia el grupo de personas que se ha acumulado cerca; Clarisse lo sigue con el rostro lleno de amargura.
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Probablemente no es su mejor imagen, se pregunta qué sienten sus vínculos cuando cae de rodillas, sabe que Annabeth y Percy están ahí, no sabe cómo o cuándo se acercaron, pero Draco solamente se arrodilla rápidamente ignorando la sangre que lo envuelve. Le han quitado el casco a la falsa-Clarisse y es todo un espectáculo, ve por un momento a la hermosa chica líder de la cabaña de Afrodita que usualmente sería la mayor belleza de todas; ve su rostro consternado. Sus rasgos, una vez hermosos, estaban horriblemente quemados por el veneno. No había cantidad de néctar o ambrosía que pudiera salvarla.
Iba a morir.
El único ojo de la chica gira a verle, Draco siente como si alguien tomara su pecho y lo hubiera estrujado hasta hacerlo papilla en su interior.
Apenas si puede respirar mientras Clarisse se acerca para tomar la cabeza de la chica y con un cuidado que nunca había visto ponerlo en su regazo. La chica que había asesinado al Drakón junto con él, ahora estaba acunando a su amiga con lágrimas en su rostro.
—¿Qué estabas pensando? —Clarisse meció la cabeza de Silena en su regazo.
Silena trató de tragar, pero sus labios estaban secos y partidos.
—No… Escuchabas. La cabaña solo... te seguiría a ti.
—Así que robaste mi armadura —dijo Clarisse, incrédula.
—Esperaste hasta que Chris y yo salimos a hablar con Draco; robaste mi armadura y fingiste ser yo —Fulminó con la mirada a sus hermanos—. ¿Y NADIE se dio cuenta?
Los campistas de Ares mostraron un súbito interés por sus botas de combate.
—No los culpes —dijo Silena—. Ellos querían… creer que yo era tú.
—Tú, estúpida niña de Afrodita. —Sollozó Clarisse y Draco seguía tomando la mano de Silena sintiendo como si no perteneciera a este mundo—. ¿Atacaste a un drakón? ¿Por qué?
—Todo es mi culpa —dijo Silena, una lágrima corriendo por un lado de su cara—. El drakón, la muerte de Charlie… el campamento en peligro...
—¡Basta! —dijo Clarisse—. Eso no es cierto.
Draco pensó un momento en Aquiles, en Patroclo robando su armadura para atacar en la guerra, cuando este se negó hacerlo; todo se repite, piensa aterrorizado y horrorizado por esto.
Todo es un círculo que se repite.
Silena abrió su mano.
En la palma tenía un brazalete con un colgante de guadaña, la marca de Cronos.
Draco pudo sentir la incredulidad de Annabeth y Percy, pero no hizo nada más que ver a su amiga pensando en cuánto tiempo faltaría para que muriera, que podría hacer para ayudarle, en querer gritar porque no era justo que ella muriera.
—Tú eras el espía —suelta Percy incrédulo, Draco gira a verlo con furia en su rostro que hace retroceder al chico asustado, Annabeth parecía sorprendida, pero Draco solamente volteó a ver a Silena con enojo y molestia en su vínculo que todos deben sentir.
Si puede que fuera una traidora, si puede que tenga muertes en su lista, pero Draco simplemente no puede permitir que hablen de ella así.
No ahora.
No iban a hablar mal de ella.
No frente a él.
No en este momento.
Silena trató de asentir.
—Antes… antes de que me gustara Charlie, Luke era muy lindo conmigo. Era… encantador. Guapo. Después, quise dejar de ayudarlo, pero me amenazó con contar todo. Me juró… me juró que estaba salvando vidas. Que serían menos las personas lastimadas. Me dijo que no lastimaría… a Charlie. Me mintió.
Ignoró a sus amigos.
Ignoró a la cabaña de Ares, se concentró en Silena que claramente estaba perdiendo la vida, su corazón se apresuró al ver la mirada de la chica sobre él.
Detrás de ellos, la batalla continuaba. Clarisse gesticuló a sus compañeros.
—Vayan, ayuden a los centauros. Protejan las puertas. ¡Vayan!
Ellos se marcharon a unirse a la pelea. Silena tomó una pesada y dolorosa bocanada de aire.
—Perdónenme.
Draco negó con una sonrisa algo descuidada conteniéndose de llorar.
—Hola, hermosa —dice acariciando con cuidado la parte sana de su rostro, Silena sonrió a duras penas.
—Dudo que me vea bonita ahora. —Sus palabras cada vez parecían más difíciles de hablar, pero Draco solamente trago saliva, tragándose el nudo en la garganta.
La inminente situación lo golpea, pero no puede llorar, no ahora.
—¿De qué hablas? Siempre serás la hija de Afrodita más hermosa de todas, no hay nada que puedas hacer para no ser la chica más linda del campamento, Charles es un bastardo con suerte. —Esta vez no puede evitar la lágrima que sale de su ojo, pero sigue sonriendo a la chica.
Su mano ya no tiene fuerza y es solamente Draco que se sigue aferrando a esta desesperada.
—¿Crees que aún me ame? —La esperanza, el miedo, la incredulidad.
Sabe que va a morir.
Por supuesto que va a morir.
Pero Draco puede ver el miedo de la chica al morir, y aun así, se había lanzado contra un Drakón para intentar espiar parte de sus pecados.
Y la admira por su estupidez.
—Estoy seguro, si es inteligente —intenta bromear, antes de ver alarmado como el pecho de la chica ya casi no parece respirar y no tiene que ser un hijo de Hades para comprenderlo—. Lo hiciste bien Silena, lo hiciste muy bien, descansa —añade con voz ahogada del sentimiento, que Silena contesta con una última sonrisa.
El corazón de Draco se rompe y sujeta con fuerza la mano fría de la chica.
No siente más su pulso.
—No estás muriendo —insistió Clarisse.
Silena no volvió a hablar.
Ya no estaba aquí.
Clarisse la abrazó y lloró.
Chris le puso una mano en el hombro.
Finalmente, Annabeth cerró los ojos de Silena y Draco simplemente soltó el llanto sujetando la mano de su amiga sintiéndose como un niño de 5 años que corría ante su madre asustado de pesadillas infantiles.
Solo que esto era real.
Y era incluso más aterrador y doloroso que una simple pesadilla.
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—Tenemos que pelear. —La voz de Annabeth sonaba frágil—. Ella dio su vida por nosotros. Tenemos que honrarla.
Clarisse sorbió y se secó la nariz.
—Ella fue una heroína. ¿Entendido? Una heroína.
Percy asintió.
—Vamos, Clarisse.
Ella recogió una espada de uno de sus hermanos caídos.
—Cronos va a pagar.
Draco se quedó al lado de Silena acariciando el cabello de su amiga con cariño sin querer soltarla todavía, mientras ellos se iban, aunque Percy pareció querer empujarlo para que los acompañara, Draco tomó el cuerpo de su amiga como una princesa, caminando hacia el Empire State; quería dejarlo en un lugar donde pudieran luego darle sepultura.
Cuando Will lo vio llegar junto con Kayla, ambos habían parecido emocionados por la llegada de los hermanos de Ares, hasta que ambos vieron a Silena y el rostro de ambos se llenó de horror; pero no fue lo peor, fue ver una mirada de comprensión, de aceptarlo, aunque doliera como si ese día lo hubieran visto varias veces hoy. Lacey la pequeña hija de Afrodita que estaba con los chicos de Apolo ayudando, soltó un llanto desgarrador para una pequeña niña de tan solo 7 años que acaba de aceptar que su hermana mayor murió.
Drew Tanaka que tenía vendas por su brazo y cabellera despeinada, vio el cuerpo de Silena y aunque las chicas habían discutido toda la vida (más de una vez en medio de la captura a la bandera en su propio equipo), pudo ver cuando sus ojos se llenaron de dolor y horror en el momento que vio el cuerpo de Silena; no lloró, pero no era necesario que lo hiciera.
Por la forma en que se mordió el labio estaba conteniéndose, antes de ladrar a alguien que viniera ayudar, su voz rota la delata.
Está sufriendo.
Draco la entiende.
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La llegada de Clarisse y la cabaña Ares hizo que las cosas tomaran un poco de ventaja, Draco se encuentra débil cuando sale del edificio, la lanza en sus manos parece temblar y siente que no debería luchar, pero tiene que hacerlo.
La verdad es que Clarisse hizo todo el trabajo.
Aún sin su armadura y solo con su lanza, ella era un demonio.
Condujo su carro directo al ejército del titán y aplastó todo en su camino. Estaba tan inspiradora que incluso los centauros aterrados empezaron a reagruparse. Las cazadoras recogieron flechas de los caídos y lanzaron descarga tras descarga sobre el enemigo. La cabaña de Ares desgarró y destrozó, lo que era su actividad favorita. Los monstruos se replegaron hasta la calle 35.
Clarisse se acercó a la carcasa del drakón y enlazó una línea de agarre entre las cuencas de los ojos.
Fustigó a sus caballos y arrancó, arrastrando al drakón detrás del carro como un dragón chino de Año Nuevo.
Cargó contra el enemigo, mascullando insultos y retándolos a cruzársele. Mientras se movía, Draco se dio cuenta que ella literalmente brillaba, un aura de fuego rojo resplandecía alrededor de ella.
—La bendición de Ares —dijo Thalia cuando Draco se acercó, le dio una mirada, pero Draco no tenía tiempo para pensar en ella ahora mismo—. Nunca antes la había visto en persona.
Todo era confuso.
La chica que había sido una hermana para él estaba muerta.
Su media hermana que no sabía de él estaba con vida.
Draco volteó a ver a Clarisse.
El enemigo lanzaba jabalinas y flechas, pero nada la hería.
—¡SOY CLARISSE, LA ASESINA DE DRAKONES! —gritó—. ¡Los mataré a todos! ¿Dónde está Cronos? ¡Tráiganlo! ¿Es un cobarde?
—¡Clarisse! —gritó Percy—. Basta. ¡Retírate!
—¿Qué pasa, señor titán? —vociferó—. ¡TRAÍGANLO!
No hubo respuesta del enemigo.
Lentamente, empezaron a retirarse detrás de un muro de escudos de dracaenaes, mientras Clarisse daba vueltas alrededor de la Quinta Avenida, retando a cualquiera a cruzarse en su camino. La carcasa de cien metros de largo del drakón hacía un hueco y rechinante sonido contra el pavimento, como mil cuchillos.
Entre tanto, atendían a sus heridos, llevándolos dentro del recibidor.
Mucho después de que el enemigo se había retirado de la vista, Clarisse seguía andando arriba y abajo por la avenida con su horrible trofeo, exigiendo que Cronos la enfrentara en batalla.
Chris dijo
—Yo la vigilaré. Eventualmente se va a cansar. Me aseguraré de que vaya adentro.
—¿Qué hay del campamento? —preguntó Percy.
—¿Alguien se quedó ahí? —Chris sacudió la cabeza—. Solo Argos y los espíritus de la naturaleza. Peleus el dragón sigue custodiando el árbol.
—No durarán mucho —dijo Annabeth—. Pero me alegra que hayan venido.
Chris asintió tristemente.
—Siento que hayamos tardado tanto. Traté de razonar con Clarisse. Le dije que no tenía caso defender el campamento si ustedes morían. Todos nuestros amigos están aquí. Siento que nos haya costado a Silena...
—Mis cazadoras les ayudarán a montar guardia —dijo Thalia—. Annabeth y Percy, deberían ir al Olimpo. Tengo la sensación de que los necesitarán ahí… para instalar la defensa final.
El portero había desaparecido del recibidor. Su libro estaba boca abajo en el escritorio y su silla, vacía. El resto del recibidor, sin embargo, estaba atestado de campistas heridos, cazadoras y sátiros.
Percy se volteó como si quisiera que los acompañara, pero Draco simplemente lo ignoró, antes que unos brazos lo recibieran. Por un momento se congeló, antes de ver a Lavender que había aparecido con vendas en su cuerpo tomara sus mejillas viéndolo preocupada.
Quiso llorar.
De reojo vio como Annabeth sujetaba la muñeca de Percy, aunque este parecía querer hablar con él, no había tiempo.
Tiene trabajo que hacer.
¿Y Draco?
No sabe, su pecho duele demasiado.
Lavender lo tomó de la muñeca y lo llevó a una esquina, Anthony parecía volverse muy hábil a la hora de vendar y se preguntó cuántas personas habría vendado ese día. Theo parecía lucir una sonrisa nerviosa, pero Draco quedó un poco congelado cuando vio la cicatriz ahora en su rostro en su mejilla derecha que llegaba a su oído; era como si le hubieran quemado esa parte del rostro.
Lo que le sorprende es que, aunque parece haber sido tratada por algún hijo de Apolo, la cicatriz está ahí.
Es imposible no voltear a ver el rostro de Theo.
Theo era una persona atractiva, objetivamente hablando, sigue siendo su amigo, pero puede decir que es un chico lindo. Cabello oscuro, ojos claros, piel impecable de un sangre pura; pero ahora lo primero que alguien vería es la cicatriz del lado derecho de su rostro.
No sabe qué rostro hace, pero cuando Theo toma sus manos con una sonrisa amable, Draco siente que va a llorar.
—No es tan malo, fue la propia magia lunar que me golpeó cuando destruimos el puente, pero es una cosa rara de magia de Trivia que nadie pudo curar en la cabaña y es obvio que hay muchas cosas más importantes que intentar curar una cicatriz —habla con calma sentando a Draco, Lavender lo abraza de un costado y se hace casi como un gato contra él.
Su cabello vuelve a ser corto por los hombros, debió ser por la lucha, por la explosión, por la magia.
Toda la piel de Lavender parece tener quemaduras, en las partes no vendadas, al menos no parecen tan profundas como las de Theo en su rostro y tal vez puedan curarse. Pero Draco simplemente se siente cansado y de no ser por las manos de Theo sobre sus manos.
Se siente como en una nube.
Un sueño.
No.
Una pesadilla.
Todo su interior solamente duele y el recuerdo de Silena parece partirle el corazón, luego recuerda a Michael, a Lee, a Castor, en muchos otros semidioses y campistas que murieron hoy. Siente un odio a su yo de infancia que pensaba que las luchas y las guerras serían algo de gloria, siente un odio por los olimpos que dejaron que todo este caos sucediera y odia a Luke.
Le envía todo el odio que puede por el vínculo.
Deseando que el bastardo sufra una cuarta parte de él y cuando por un instante, siente algo de culpa, se congela.
¿Luke?
No piensa mucho en eso.
No puede.
Sujeta su cabeza sintiéndose cansado, Theo sujeta con fuerza sus manos atrayéndolo otra vez a la realidad.
—Mira, Draco, sé que soy nuevo en esto, sé que no sé luchar y sé que hay muchas cosas que no entiendo, pero tenemos que seguir luchando —dice con firmeza que Draco ya no siente, ve su rostro, recuerda a Silena y se estremece.
—¿Por qué no te afecta? —cuestiona en un susurro incrédulo.
Theo parpadea, antes de tocar su cicatriz con una leve mirada de nostalgia y dolor, pero sus ojos vuelven con fiereza.
Se pregunta vagamente si así habría lucido cuando era más joven.
Ahora.
Solo está cansado.
—La odio, sé que me veo horrible y mi padre me va a matar, sabes cómo los sangre pura toman las cicatrices. —Ambos hacen una mueca al mismo tiempo al pensar en los problemas que tendrá Theo—. Y sé que tal vez no es mi mundo tanto como tuyo, sé que no he luchado guerras como ustedes y esta es mi primera vez, estoy sumamente asustado y joder vamos perdiendo.
—Theo —musita Lavender al lado de Draco, el chico se estremece antes de negar con la cabeza y ver a ambos con seriedad.
Aún sigue de pie.
Aún quiere luchar.
—Pensé que este mundo sería genial, es aterrador, pero aun pienso que es genial y no hay otra opción que luchar, eres fuerte Draco, confió en ti y si te levantas, sé que muchos aquí también van a confiar —dice con un último apretón de manos.
No quiere.
No es el momento.
Casi con resignación Draco ve el hilo verde al fin unirse entre ambos, los sentimientos de Theo parecen un huracán de emociones donde los nervios y el miedo son fácilmente los ganadores; no sabe manejar el vínculo, así que todo queda libre para que Draco lo sienta.
Es desgarrador.
Pero lo peor de todo, es sentir la confianza puesta en él, aunque no la merece.
Levanta la mirada notando el rostro aún firme de Theo.
Un sonido de guerra lo alerta, la batalla se reanuda aunque no estén listos, voltea a ver a todos lados, pero no puede ver a Percy y solo siente la mano de Theo con un fuerte apretón con el miedo en su ser; pero confianza y eso es todo.
No quiere luchar.
No más.
Suelta el aire antes de soltar una risa sin humor, bien, no queda otra opción.
Se levanta con la lanza en su mano, Theo asiente y aunque intenta ponerse de pie, Anthony es quien lo obliga a sentarse porque parece ser que el chico que es nuevo en este mundo no tiene suficiente energía como Draco para luchar. Por otro lado, Lavender sale corriendo a su lado notando rápidamente a campistas luchando junto con cazadoras por igual.
No van a resistir.
Clarisse está en una pelea contra un gigante hiperboreano, escapando del hielo mientras que Bianca era quien funcionaba como mayor fuerza de contención invocando esqueletos que rápidamente luchaban para ayudar a los campistas.
Los centauros no se veían por ningún lado.
O bien se habían aterrado y huido, y los habían desintegrado.
El ejército del titán tocaba al edificio, apostados a quizás 20 metros de las puertas.
La avanzada de Cronos estaba al frente: Ethan Nakamura, la reina Dracaenae en su armadura verde, y dos hiperboreanos.
Mierda.
Una mano en la suya hizo que volteara a ver a Lavender con miedo, pero la chica le daba una sonrisa tranquila, como si supiera que iban a salir de esta. Tenía sus dudas, pero no había muchas opciones así que sujeto con fuerza su lanza.
—Yo te cubro —asegura la chica.
—No te esfuerces —intenta bromear, pero sale vacío.
Entonces.
Carga.
Otra vez es como batallar en medio de un baile, su cuerpo está agotado de alguna manera, tal vez no físicamente, pero su mente se encuentra al borde del caos. Draco logra contener la mayor cantidad de monstruos saltando por todos lados y decapitando los monstruos, siempre manteniendo de reojo la vista en Cronos que se acercaba a su tiempo observándolo.
Su último encuentro había sido fatal.
Para Draco.
Está por atacar al monstruo en su espalda, pero un hacha salta primero incrustándose en la cabeza del monstruo, gira para ver a Lavender. Pero, aunque un monstruo iba atacarla, Bianca con una flecha lo cruza por el rostro.
Ambos comparten una mirada, antes que Draco vuelva a luchar.
El tiempo parece detenerse, la lucha no parece mejorar y cada vez están retrocediendo.
Cronos apareció frente a él en un pestañeo, sacó su arma, Draco la esquivó e intentó incrustarla en su pecho; este esquivó tanto como Draco y cuando ambas armas chocaron. Otra vez sintió el golpe de expansión de ambos poderes chocando, pero esta vez no salió volando, si no que se quedó firme viendo con rencor el cuerpo de Cronos al pensar en Silena.
Este sonríe, emocionado, intenta patearlo, pero es Draco quien logra darle un puñetazo en la mejilla.
Como golpear un puto muro de ladrillos.
Duele.
Mucho.
Cronos lo patea y sale volando de espalda, Bianca está ahí para sujetarlo cuando cae, Lavender frente a él con su hacha y una mirada determinada. No cree que pueda usar su magia otra vez, tomando en cuenta cómo quedó su cuerpo, pero parece lista a pelear.
Intenta levantarse, pero para sorpresa de todos, Quirón aparece frente a ellos.
—Quirón —dijo Annabeth, su voz temblorosa.
Draco volteó sobre su hombro viendo cómo había llegado con Grover y Percy.
Quirón no contestó.
Tenía una flecha preparada, apuntando justo al rostro de Cronos.
Tan pronto como Cronos le vio, sus ojos brillaron divertidos.
—Hazte a un lado, pequeño hijo.
Escuchar a Luke llamar a Quirón «hijo» ya era bastante raro, pero Cronos puso tal desprecio en su voz, como si «hijo» fuera la peor palabra que pudiera pensar.
—No te temo.
El tono de Quirón era calmado, del modo que solía adoptar cuando estaba realmente enojado.
Draco estaba aún en los brazos de Bianca luciendo sorprendido, pero la cazadora lo sujetaba con fuerza y aunque su rostro parecía cansado de la lucha parecía una fiera protectora con su cría; Lavender también seguía frente a ellos luciendo aterradora.
—¡Quirón! —dijo Annabeth—. ¡Cuidado!
La reina dracaenae se impacientó y atacó.
La flecha de Quirón voló directo entre sus ojos y ella se vaporizó en el acto, su armadura vacía rebotando en el asfalto.
Quirón buscó otra flecha, pero su carcaj estaba vacío. Soltó el arco y desenfundó la espada.
Los ojos de Draco se abrieron incrédulos, sabía que odiaba pelear con espada. Nunca fue su arma favorita.
Cronos se burló.
Avanzó un paso, y la mitad de caballo de Quirón se revolvió inquieta. Su cola se balanceaba adelante y atrás.
—Eres un maestro —dijo Cronos—. No un héroe.
—Luke fue un héroe —dijo Quirón—. Él era un buen héroe, hasta que tú lo corrompiste.
—¡TONTO! —La voz de Cronos sacudió la ciudad y Draco se estremeció junto a Bianca—. Llenaste su cabeza de promesas vacías. ¡Dijiste que los dioses se preocupaban por mi!
—Por mi —notó Quirón—. Dijiste "por mi".
Luke.
El vínculo gris se revolvió confundido frente a Draco y sintió inseguridad en este.
Cronos miró confuso, y en ese momento Quirón atacó. Fue una buena estocada, una finta seguida de un golpe a la cara. Nadie hubiera podido hacerlo mejor, pero Cronos fue rápido. Tenía todas las habilidades de combate de Luke, que eran muchas.
Desvió la espada de Quirón y gritó:
—¡ATRÁS! —Una cegadora luz blanca explotó entre el titán y el centauro.
Quirón voló hacia un edificio con tanta fuerza que el muro se derribó y se desmoronó sobre él.
—¡No! —chilló Annabeth.
El hechizo de congelación se rompió y ellos corrieron hacia Quirón. Draco quiso hacerlo, pero en su lugar se puso de pie entre el camino de estos, Bianca a su lado tenía el arco listo y por un momento juro ver los ojos de Lavender brillar con cansancio, pero en tonos de colores lista para luchar.
Podrían morir.
Cronos le dio una mirada poco emocionada cuando Draco tomó la lanza.
—Por favor, niño, ambos sabemos que no puedes conmigo —habló este con tranquilidad, dándole una mirada de reojo a Bianca que no demostraba miedo—. Ustedes hijos prohibidos, son solamente una piedra en mi camino; ¿y todo para qué?, unos dioses que nunca los volverán a ver.
—¿Quién dice que lucho por un olimpo? —explica Draco caminando con un paso al frente, su lanza señala a Cronos con cansancio—. Lucho porque mataste a mis amigos y créeme Luke, es algo que te patearé hasta el tártaro por lograr.
Por un momento el rostro de Cronos pareció el de Luke.
—¡TÚ! —Annabeth se volvió hacia Luke, sorprendiéndolos—. Pensar que… pensar que yo...
Sacó su cuchillo.
—Annabeth, no —dijo Draco intentando detenerla, pero ella era más rápida.
Atacó a Cronos, y su repugnante sonrisa se desvaneció.
Tal vez alguna parte de Luke recordaba que solía gustarle esa chica, que solía cuidarla cuando era pequeña. Ella incrustó su cuchillo entre las correas de la armadura de Luke, justo hacia su cuello. La hoja no debió hundirse en su pecho.
En vez de eso, rebotó.
Annabeth se dobló, llevándose el brazo hacia el estómago.
El choque pudo ser suficiente para dislocarle el hombro que ya parecía herida.
Lavender la sujetó de regreso mientras Percy corría hacía ellos con Thalia.
—¡TE ODIO!
Las lágrimas rasgaron el polvo en su cara.
—Mucho espíritu. Puedo ver por qué Luke quería perdonarte la vida. Desafortunadamente, eso no será posible.
Levantó su guadaña.
Draco estaba listo para saltar a la lucha, pero antes de que Cronos pudiera atacar, el aullido de un perro desgarró el aire en algún lugar detrás del ejército del titán.
¡ARROOOOOOOOOOO!
Draco se congeló.
¿Qué mierda fue eso?
—¿Señorita O´Leary? —susurró Percy a su lado con duda, le dio una mirada, pero Draco se encogió de hombros y tal vez incluso Cronos debió estar confundido porque se detuvo para voltear a ver.
Las fuerzas enemigas se movieron inquietas.
Entonces la cosa más extraña pasó.
Comenzaron a separarse, abriendo un camino en la calle como si algo detrás de ellos los forzara a hacerlo. Pronto hubo un pasillo despejado en la Quinta Avenida.
De pie al final de la cuadra estaba el perro gigante de Percy, y una pequeña figura de armadura negra.
—¿Nico? —preguntó Draco sorprendido al mismo tiempo que Percy, ambos probablemente recordando la última vez que lo vieron en el inframundo.
¡ROOOOWFF!
La Señorita O'Leary saltó sobre ellos, o mejor dicho sobre Percy, ignorando a los monstruos que gruñían a cada lado.
Nico avanzó.
El ejército enemigo retrocedió ante él como si irradiara muerte, lo que por supuesto hacía. A través de la careta de su casco de calavera, él sonrió.
—Recibí tu mensaje. ¿Es muy tarde para unirnos a la fiesta? —habló a Percy, antes de saludar a Bianca que saludó a su hermano menor sorprendida como todos.
Luego vio a Draco y sonrió.
Inocente.
Dulce.
Draco jura que puede llorar ahí mismo de alivio.
—Hijo de Hades. —Cronos escupió en el suelo—. ¿Amas tanto a la muerte que deseas experimentarla?
—Tu muerte —dijo Nico de forma arrogante que hizo sentir a Draco como una madre orgullosa de su hijo, sujetando sus manos frente a él emocionado, su bebito había crecido y ahora era una máquina terrorífica—. Será grandiosa para mí.
—¡Soy inmortal, estúpido! Escapé del Tártaro. No tienes nada que hacer aquí, ni oportunidad de vivir.
Nico sacó su espada-noventa centímetros de afilado hierro estigio, negro como una pesadilla.
—No estoy de acuerdo.
El suelo retumbó.
Aparecieron grietas en la calle, las aceras, los edificios. Manos esqueléticas se crisparon en el aire mientras los muertos se abrían camino hacia el mundo de los vivos. Eran miles de ellos, y mientras emergían, los monstruos del titán se pusieron nerviosos y empezaron a retroceder.
Draco abre la boca sorprendido.
—¡MANTENGAN POSICIONES! —Exigió Cronos—. Los muertos no son rival para nosotros.
El cielo se tornó oscuro y frío.
Las sombras se extendieron.
Un áspero cuerno de guerra sonó, y mientras los soldados muertos formaron filas con sus pistolas y espadas y lanzas, un enorme carro apareció en la Quinta Avenida. Vino a detenerse junto a Nico. Los caballos eran sombras vivientes, formadas de la oscuridad. El carro estaba incrustado de obsidiana y oro, decorado con escenas de muertes dolorosas. Sujetando las riendas estaba el mismísimo Hades, Señor de los Muertos, con Deméter y Perséfone detrás de él.
Hades portaba una armadura negra y una capa del color de la sangre fresca. Sobre su pálida cabeza estaba el Casco de la Oscuridad: una corona que irradiaba terror puro. Cambiaba de forma mientras la veía, de la cabeza de un dragón a un círculo de llamas negras a un anillo de huesos humanos.
Todos a su alrededor parecían temblar de pavor.
Solo el poder de Cronos y su autoridad evitaban que sus filas huyeran.
Hades sonrió fríamente.
—Hola, Padre. Te ves… joven.
—Hades —gruñó Cronos—. Espero que tú y las damas hayan venido a comprometer su lealtad.
—Me temo que no. —Suspiró Hades—. Mi hijo, aquí, me convenció de que quizás debería priorizar mi lista de enemigos. —Miró hacia Percy con disgusto, cuando Draco volteó a verlo este parecía un poco tímido—. Por mucho que me desagraden ciertos semidioses principiantes, no será como para que caiga el Olimpo. Extrañaría altercarme con mis hermanos. Y si hay una cosa en la que estemos de acuerdo… ¡Es que fuiste un TERRIBLE padre!
Tal vez es de familia, piensa Draco en Zeus.
—Cierto —murmuró Deméter—. Sin aprecio por la agricultura.
—¡Madre! —se quejó Perséfone. Hades desenfundó su espada, una hoja de doble filo de hierro estigio con incrustaciones de plata.
—¡Ahora combáteme! ¡Porque hoy, la Casa de Hades será llamada Salvadores del Olimpo!
—No tengo tiempo para esto —resopló Cronos.
Golpeó el suelo con su guadaña.
Una grieta se extendió en ambas direcciones, rodeando el edificio Empire State. Un muro de fuerza brilló a lo largo de la línea de la fisura, separando a la vanguardia de Cronos, a mis amigos y a mí del resto de los 2 ejércitos.
—¿Qué está haciendo? —murmuró Percy sorprendido.
—Encerrándonos —dijo Thalia—. Está colapsando las barreras mágicas alrededor de Manhattan, cortando solo el edificio y a nosotros.
Seguramente, afuera de la barrera, los motores de los coches revivieron. Los peatones despertaron y miraron sin comprender a los monstruos y zombis a su alrededor.
No hay manera de decir que veía a través de la Niebla, pero seguro era plenamente aterrador.
Las puertas de los coches se abrieron. Al final de la cuadra, Paul Blofis y Sally Jackson salieron del Prius.
—No —dijo Percy alarmado—. No deben...
Uno pensaría que Sally Jackson correría lejos, pero claramente eso no iba a suceder, porque ella corrió directo a ellos con Paul.
Afortunadamente, Hades causó la distracción que no llamó atención sobre los humanos, mientras que Bianca corría para unirse con Nico a la lucha.
Sally por otro lado cargó contra el muro de energía, pero su carro chocó contra él y se volcó.
Se puso de pie, maldiciendo y disparando al muro energía negra.
La barrera soportó.
—¡ATAQUEN! —rugió Cronos haciendo que se sujetaran las orejas de dolor.
Los ejércitos de muertos chocaron con los monstruos del titán. En la Quinta Avenida explotó el más absoluto caos. Mortales gritando y corriendo a cubrirse.
Deméter agitó su mano y una columna de gigantes se transformó en un campo de trigo.
Perséfone cambió las lanzas de las dracaenaes por flores.
Nico atacó y se abrió camino a través del enemigo, tratando de proteger a los peatones lo mejor que podía junto con su hermana.
—Nakamura —dijo Cronos—. Sígueme. Gigantes… encárguense de ellos.
Los apuntó a ellos.
Luego se precipitó al recibidor.
Tenían que detenerlo.
Draco rápidamente saltó sobre el primer gigante para que no atacara, Lavender invocó una especie de fuego mágico que hizo que los gigantes no se acercaran a su alrededor. Percy se unió a la lucha contra el primer gigante hiperboreano que le atacó con su garrote.
Se desmoronó en una pila de escombros de hielo.
El segundo gigante exhaló escarcha a Annabeth, quien apenas se podía tener en pie, pero Grover la quitó de en medio mientras Thalia se ponía a trabajar. Se encaramó en la espalda del gigante como una gacela, deslizó sus cuchillos de caza por su monstruoso cuello azul, y creó la escultura decapitada de hielo más grande del mundo.
Miré hacia afuera de la barrera mágica.
Nico peleaba abriéndose paso hacia Sally y Paul, pero ellos no estaban esperando por ayuda. Paul tomó una espada de un héroe caído y hacía un buen trabajo manteniendo ocupada a una dracaenae.
La acuchilló en las tripas, y ella se desintegró.
—¿Paul? —dijeron Draco y Percy sorprendidos cuando lograron acercarse.
Aun pensaba en Cronos con molestia, pero Sally ocupaba protección.
El hombre se volvió hacía ellos y sonrió.
—Espero que haya sido un monstruo eso que acabo de matar. ¡Fui actor Shakesperiano en el colegio! ¡Aprendí algunos trucos de espada!
Draco podría darle la bendición de ser familia de Sally solo por eso.
Un gigante lestrigón cargó hacia Sally. Ella registraba un auto de policía abandonado.
—¡Mamá! —grito Percy listo para cargar
No era necesario.
Volteó cuando el monstruo estaba casi sobre ella. Draco pudo detectar rápidamente el arma y lo comprobó cuando cortó cartucho y el disparo de la escopeta hizo volar al gigante unos 5 metros hacia atrás, directo a la espada de Nico.
Sí.
Los muggles creaban cosas peligrosas.
—Buena esa —dijo Paul.
—¿Cuándo aprendiste a disparar una escopeta? —comentó Draco tímidamente al verla con Nico asintiendo a su lado nervioso.
Sally se quitó el cabello del rostro.
—Hace como dos segundos. Percy, estaremos bien, ¡Vete!
—Sí —Nico coincidió—. Nos encargaremos del ejército. ¡Tienes que ir por Cronos!
—¡Vamos, sesos de alga! —dijo Annabeth.
Draco estaba por quedarse con Nico, pero esta vez fue Percy quien lo sujetó de la muñeca antes de indicarle a Señorita O´Leary que ayudara a Quirón. No quería ir, pero el rostro suplicante de Percy hizo que suspirara, la batalla estaba cerca de terminar y aun Luke le debía algunas.
Asiente antes de que corrieran hacia los elevadores.
El pecho aún arde de dolor.
Tantas pérdidas.
Pero Draco solo quiere una cosa en este momento, y es ver al maldito de Cronos destruido, pagar por lo que hizo.
Así que corre.
Continuará…
Este capítulo me hizo llorar, bastante, así que si lamento si los hizo llorar y si no lo hicieron mis felicitaciones, porque estaba cargado de momentos que me dolieron. Pensé que este capítulo terminaría la guerra, pero me sorprendí en notar que faltaba aun otro capítulo para esto.
Aunque la guerra termine no creo que saltemos directamente a Hogwarts, probablemente tengan otro capitulo antes de eso, pero ya veremos qué pasa más adelante.
Me iré a lamer mis heridas porque yo solita me lastime con este capítulo.
